HENNA©

By Sarah_Mey

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COMPLETA #1 en ciencia ficción #1 en alfa #1 en young #1 en acción #1 en licantropos #1 en peligro #3 en... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14.1
Capítulo 14.2
Capítulo 15
Capítulo 16 / NARRA K
Capítulo 17.1
Capítulo 17.2
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20.1
Capítulo 20.2
Capítulo 20.3
Capítulo 21.1
Capítulo 21.2
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27.1
Capítulo 27.2
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33.1
Capítulo 33.2
Capítulo 34.1
Capítulo 34.2
Capítulo 36.1
Capítulo 36.2
Capítulo 37.1
Capítulo 37.2
Capítulo 38/NARRA K <3
Capítulo 39.1
Capítulo 39.2
Capítulo 40.1
Capítulo 40.2
Capítulo 41.1
Capítulo 41.2
Capítulo 42.1
Capítulo 42.2
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo Final
NOTA DE AUTORA
Nota de autora 2

Capítulo 35/Narra K

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By Sarah_Mey


Narra Kievan

Henna me odia y yo lo hago aún más por la situación en la que está sumida mi reino. Por si las cosas no pudiesen ir peor, como si no fuese suficiente que una gran parte de mi pueblo se haya rebelado en mi contra por incumplir la ley, mis exploradores han visto merodeando por mis tierras a varios grupos de Eredeths, esas horribles criaturas que viven bajo tierra y de la que los humanos desconocen por completo su existencia. Hace cientos de años que esas criaturas, parecidas a esos pequeños trols que la raza humana inventó en sus cuentos, no salían de sus cavernas subterráneas. Ellos se escondieron cuando la guerra entre la raza vampira y la licántropa empezó, y cuando los lobos la ganamos, no volvieron a salir de sus escondites bajo tierra.

Siento una punzada en el pecho al recordar todo lo que nos arrebató esa guerra que acabó con la exterminación de los vampiros. Y también siento como se me congela el aliento en la garganta al pensar lo relacionado que estuvo ese momento con todo lo que está pasando ahora, una vez más. Henna. Mi mente solo puede pensar en ella, y es difícil ocultar mis pensamientos de los de mi raza cuando nuestras mentes forman una red ultraconectada en la que yo como rey puedo escuchar hasta el más tímido pensamiento de mis ciudadanos a miles de kilómetros. No hay distancia para la mente común de una manada. Tan sólo hay individuos como yo, lo suficientemente fuertes como para proteger sus pensamientos del resto. Cojo aire y escucho como mis hombres hablan entre ellos, mientras que yo sigo planteándome si debería de contarle a Henna lo que los lobos hicieron por su familia siglos atrás. Me enfada que después de todo lo que ha pasado, siga sin creer que estoy de su lado.

—Los Eredeths no salen porque sí de sus sucios agujeros bajo tierra —clama Ethan, enzarzado con Walter, siempre tan tranquilo pase lo que pase.

Ethan odia discutir, pero hay temas que le pueden. Walter ladea la cabeza y niega con la cabeza.

—Aunque entienda lo que dices, el consejo lo ha dejado claro. Si los Eredeths no nos dan motivos para atacar, no podemos hacerlo, y por ahora han sido pacíficos.

Su tranquilidad y su saber estar lograrían apaciguar a un ejército de enemigos. Sin embargo, el eterno brillo divertido de Bruce parece una navaja afilada cuando interviene, levantándose y dando un largo paseo por la habitación con andares seguros y enfadados.

—En mi larga vida tan sólo puedo asegurar que esos seres siempre tienen una intención para todo. No han salido de sus escondrijos después de tanto tiempo así porque sí. Y si no averiguamos el por qué, nos cogerán por sorpresa.

—No tiene por qué ser algo malo. Quizá tan solo se han cansado de sus oscuras cavernas —prosigue Walter, pragmático como siempre y con una tranquilidad que sé que va a terminar de crispar los nervios de mis otros dos hombres.

Walter está tan seguro de lo que está diciendo porque él no ha visto nada. Él puede ver cosas que los demás no por medio de visiones, y no ha sido capaz de ver absolutamente nada.

—Admiro que quieras calmar los ánimos, pero estoy convencido de que estás de acuerdo conmigo cuando digo que debemos de estar precavidos —intervengo antes de que la vena en el cuello de Ethan estalle de puro nervio.

De pequeño sus padres sufrieron un ataque bajo las manos de los Eredeths, así que le doy un suave golpe en el hombro en señal de apoyo y luego trato de acercarme a Bruce, quien fue su preso durante casi tres décadas. Los Eredeths son criaturas nauseabundas y de la que cualquier lobo puede zafarse con algo de esfuerzo, pero son poderosas si atacan en grupo. Y Bruce iba con su mujer y su hija recién nacida cuando un grupo de más de doscientos liderados por Faurcon, su líder, las asesinó a sangre fría sin importar cuanto él luchase para evitarlo. Veintinueve años después, cuando escapó gracias a la exploración de un grupo de Betas, estuvo a punto de morir por las profundas heridas que tenía en todo el cuerpo. Meses más tarde le ganó la batalla a la muerte y el odio y el dolor lo llevaron a entrenar tan duro que a mi padre no le importó que fuese un Delta. El rey que dejase ir a un guerrero como él sería un imbécil. Puedo recordar las palabras de mi padre, cuando incluso el consejo lo aceptó como guerrero de mi guardia real.

Yo aún era un crío que rozaba en la veintena, quizá por eso no valoré a Bruce, el hombre que parecía eternamente alegre a pesar de todo lo que había soportado, hasta que me salvó la vida cuando cumplí los cien años, proclamándome como alfa, y un grupo de Eredeths trató de secuestrarme bajo las órdenes de Faurcon. Aún recuerdo el abrazo que mi madre le dio por salvarme.

Mi madre, Betanie, era una buena reina, pero ante todo una mujer loba de buen corazón. Ella se llevaba especialmente bien con Bruce, sobre todo porque le daba algo de pena que no hubiese vuelto a levantar cabeza respecto al amor después de la pérdida de su mujer y su hija. A día de hoy, sigue así. Bruce es alguien sumamente positivo, pero no ha sido capaz de llenar ese vacío que esas muertes dejaron en su interior, y ahora mismo soy capaz de ver cuánto le duele saber que los Eredeths están merodeando por aquí libremente.

—Douglas se está encargando —le informo.

Aunque ya lo sabe, Bruce parece relajarse un poco. Todos los aquí presentes le confiaríamos nuestra vida al capitán de mi primer ejército, a pesar de su forma de ser tan cerrada y su fuerte concepto de lo justo y lo injusto. Por muchas diferencias que tenga con nosotros, Douglas haría todo lo que estuviese en su mano para ayudarnos en una situación de vida o muerte. A pesar de eso, no puedo volver a sentir ira en mi interior al recordar la forma en la que se dirigió a Henna. La escoria humana. Al menos, en esta ocasión, tanto Henna como yo podemos reescribir la historia. Aunque para eso ella tuviese que convertirse en una loba, al menos tenemos una opción.

—Mi instinto me dice que están buscando algo —prosigo—. Ningún Eredeth se atrevería a salir a la luz del sol si no busca algo. Todos nuestros hombres están prevenidos, Bruce.

Su mirada se dirige hacia mi y veo más allá de sus ojos. Ethan y Walter también se me acercan, con expresiones parecidas en sus respectivos rostros. Y yo sé de qué se trata nada más sentir sus consciencias.

—Es imposible que los Eredeths hayan venido por la princesa —me tenso nada más decirlo, sobre todo porque voy a acabar con todos ellos uno a uno si están aquí para secuestrar a Henna.

—Sabemos quien es ella —me dice Ethan.

Siento como hasta mi parte lobo se pone tensa.

—Solo es la princesa suprema del reino hu...

Ethan y Bruce sueltan una carcajada y Walter me mira camuflando una sonrisa.

—¿Desde cuándo no vas de frente, amigo mío? —dice Bruce, cortando lo que iba a decir. Nadie se atrevería a hablar al mismo tiempo que yo. Nadie salvo mis hombres de confianza a los que llamo amigos desde hace siglos.

—Desde que tiene a alguien más a quien proteger —sonríe Ethan, comprensivo.

Me aclaro la garganta antes de rebatirlos, ya que cuanta menos gente se entere de esto mejor. Es mejor dejar a los míos creyendo que yo soy el único enemigo por desobedecer la ley antes de que crean que Henna también lo es y ponerla aún más en el ojo de mira.

—¿Lo sabéis? —les pregunto algo molesto.

—Demasiado bien, no eres el único que la rec...

A Ethan no le da tiempo de acabar la frase porque la voz de Douglas se cuela en nuestras mentes con noticias capaces de erizarnos la piel.

Los Eredeths se están organizando para atacarnos.

Todos lo escuchamos alto y claro e intercambiamos una mirada de advertencia. Mis hombres se tensan al verme adquirir de nuevo mi voz de rey supremo del reino lobo.

—Quiero a todas las patrullas listas —digo en voz alta, pensando que si esos seres quieren atacarnos, van a venir derechitos a encontrar su propia muerte. Uno a uno, voy a aniquilarlos.

Todos nuestros guerreros se están congregando.

Hago un mero asentimiento mental y dirijo una mirada a Ethan. Sus pensamientos logran llamar mi atención.

—¿Por qué crees que han venido por Henna?

Mi amigo me observa consternado.

—Esas criaturas son malas. Son seres maquiavélicos —responde Bruce.

—No me he dirigido a ti.

Ethan se mantiene callado y Bruce agacha un poco la cabeza. Sabe que no le conviene enfadarme cuando sentimos la mente de la manada tan despierta como ahora mismo. A duras penas estoy tratando de ocultar esta conversación del resto.

—¿Por qué otro motivo habrían salido de sus guaridas después de tanto tiempo?

—¿Crees que Harald está detrás de todo esto? —inquiero, a lo que la mirada de mis tres hombres me da la respuesta sin necesidad de palabras o asentimientos mentales.

Nuestra mente es un caos. Puedo sentir la conciencia vibrante de toda mi manada preguntándose qué ocurre. La información de un posible ataque pasa entre nosotros con todas sus posibles reacciones, y no me sorprende notar la sed de sangre en muchos de los míos. Algunos como Bruce, aún tienen cuentas que ajustar con el rey Faurcon.

—¿Qué es lo que ocurre?

La voz de Henna capta nuestra atención. ¿Cómo es posible que ninguno la hayamos oído llegar? Imagino que es porque estábamos todos pendientes a Dyriat. Así es como llamamos a la consciencia común de toda la manada. Me giro hacia ella sintiendo que el corazón se me encoge un poco al verla con el pelo suelto y tapada con una manta. Probablemente a estas horas ya estuviese dormida, pero la forma en la que aúllan los lobos y el movimiento nervioso que hay en el castillo ha debido de haberla despertado.

—Nos atacan —le respondo, y ella abre esos ojos verdes que tan inteligentes me parecen.

—¿Quién?

—Eredeths.

Su cara se congestiona una mueca de desconocimiento que hace que Walter camufle una sonrisa. Siento como la humana se pone nerviosa por la forma en la que Ethan y Bruce la miran, como si ella supiese que todo esto también puede ser por ella.

—Son monstruos que llegan a los humanos por los hombros, con colmillos afilados como cuchillos y tentáculos con terminaciones venenosas —le respondo a su duda silenciosa.

La unión con la humana aún me cuesta a horrores. No estoy acostumbrado a que invadan mi mente, y ella lo hace sin ser consciente por nuestra conexión. Me la quedo mirando. Al menos, al ser una humana tiene solución. Basta con morderla para que mi gente la acepte. Ya estoy imaginándome como sonarían las protestas de algunas consciencias. Conozco demasiado bien a mi gente. La manada no puede ocultarse nada. Todos sabemos cómo son todos nuestros miembros. Lo largas que son nuestras vidas dan para mucho.

Marunt, el rebelde al que le di un escarmiento en el claro de la Diosa, incita y agita las consciencias de otros lobos, pensando que todo esto es por la princesa. El reino humano la busca, y todos saben que Harald es capaz de cualquier cosa por tener lo que quiere. Incluso de hacer salir a seres ocultos en las sombras desde hace tanto tiempo. Pero, ¿cómo ha sabido de su presencia? ¿Qué le ha ofrecido a Faurcon para que este deje la seguridad de sus dominios?

—¿Cómo se matan? —pregunta ella, presa del pánico pero también con la mirada llena de determinación.

Río entre dientes, y ella eleva el mentón.

—¿Crees que tú podrías hacer algo contra ellos? Eres una humana enclenque, princesa rebelde.

Le digo eso queriendo asustarla para que no salga de su habitación ni del castillo. No podría tolerar otra huida. No después de estar protegiéndola y de poner en peligro a mis hombres. No podría aguantar que a pesar de no haberla entregado a la muerte, a los brazos de Harald a cambio de Bianca, ella busque su propia muerte saliendo solita de aquí.

—Soy una humana, y tengo menos fuerza que vosotros, pero la mayoría de las batallas se gana con inteligencia, y créeme, rey Kievan, en eso gano con ventaja a una persona de este lugar.

La sangre me arde tanto al escucharla que Ethan y Walter se retiran, ambos divertidos y Bruce mordiéndose los nudillos de una mano para no reírse. Les doy órdenes a los dos últimos sobre las zonas que han de liderar y hago lo mismo con Ethan en una milésima de segundo. Me gusta esta chica, me dice antes de retirarse y seguir a los demás. Me encantaría poder ocultar mis pensamientos de él de la misma forma que mis sobrecogedores poderes me permiten ocultarlos de la manada, pero su risilla me hace ver que me ha escuchado.

A mi también.

Sigo escuchando la diversión mental de Ethan en el pasillo, que se une en una conversación privada a la de Walter y Bruce. Siglos y siglos y nadie me ha hablado así jamás. Siglos y siglos, y mis hombres jamás han salido de una habitación aguantando la risa porque alguien se me encare de la forma en la que ella lo hace. Esto ya se ha repetido bastante. Esto es el límite. No voy a tolerar más sus subidas de tono. Y Henna va a escuchar y entender porqué no hay que enfadarme.

Holaa chicas, os sigo subiendo <3 Contadme si os gusta y gracias por leerme! <3

Ig: sarahmeywriter

Fb; sarah mey libros


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