Así fue como los hermanos se pasaron la noche hablando de cualquier cosa, algunos temas cotidianos, otros más serios. La hora se les fue volando, de tal forma que cuando el mayor de los Minamoto revisó su reloj, se dió cuenta de que ya faltaban diez minutos para entrar a clases.
—¡Wah! —Exclamó el mayor.
—¿Pasa algo, Teru?
—¡Kou! ¡Mis clases comienzan en diez minutos, tengo que irme!
—¡O-oh! ¡Está bien! ¡Adiós! —Se despidió de forma rápida, levantándose, al igual que su hermano.
—¡Adiós! —Se despidió el contrario.
Mientras esté se disponía a irse, Kou recordó un pequeño detalle.
Esa podría ser la última vez que vería a su hermano. Debido a que se encontraba en su dominio, suponía que estaría materializado en ese lugar, por lo cual, de último minuto, agarró el antebrazo de Teru, antes de que se fuera.
—¡Hermano, espera! —Lo detuvo.
—¿Eh?
—Teru-nii, está puede ser la última vez que te vea o hablé contigo. —Le miro apenado, el contrario se sorprendió.
—Y-yo-... —Sin saber que decir, Teru abrazó a Kou, con todas sus fuerzas, mientras unas pequeñas lágrimas salían de sus ojos—. Kou, escúchame bien, ¿Si?
Este asintió.
—Pase lo que pase, se feliz. —Se separó de forma lenta de su hermano, mientras retrocedió unos cuantos pasos—. Por favor, cuídate, ¿Sí? —Le sonrió, tratando de contener las lágrimas.
—¡S-sí!
—Bien. —Decidió irse rápido del lugar, para que la última cara con la que lo viera su hermano, no fuera una de el llorando—. ¡Adiós, Kou! ¡Te quiero!, ¡No lo olvides!
Teru salió corriendo de allí, para proceder a bajar las escaleras, y así, perderse lentamente de la vista de kou, agitando su mano a la distancia.
—¡SÍ, HERMANO MAYOR! —.el rubio gritó con todas sus fuerzas.
Mientras el mayor de los Minamoto bajaba aquellas escaleras, podía sentir como con cada paso se desmoronaba aún más.
Al terminar de bajar estas, y llegar al cuarto escalón, Teru cayó al mundo humano, chocándose con Aoi Akane, diablos, que convenientemente, se encontraba revisando de forma despistada algunos papeles, mientras se dirigía a su clase, el pelirrojo dió un chillido al sentir el cuerpo del rubio caer de forma brusca sobre el.
—¡Hey! ¡Fíjate por dónde cami- —Mientras abría sus ojos, se daba cuenta de quien había caído sobre el—. A-ah, eres tú. - desvío la mirada. Al pasar unos instantes, se percató de las lágrimas del contrario, preocupado.
—Teru —Usó su nombre real—. ¿Esta todo bien?
El mencionado lo miró un rato para levantarse y tratar de huir del lugar, mas la mano del de lentes lo detuvo.
—A-aoi, déjame ir, debo de ir a clase-
—No, ven, vamos a la enfermería —Tomó su mano, (lo cual sorprendió al rubio, cabe mencionar), y lo guío a dicho lugar—. No puedes hacer la clase en este estado.
—Estaré bien.
—Cuando un alumno se hace daño, se supone que vaya a la enfermería. —Dijo el menor firmemente. Teru suspiró, dejándose.
—Bien.
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Luego de llegar allí, ambos se sentaron en una de las muchas camillas disponibles, Akane tocó la frente de Teru, este la apartó de forma amable.
—No tengo fiebre, Aoi...
—No está de más confirmar. —Suspiró, preocupado—. Minamoto, ¿Ocurrió algo?, ¿Es esto por lo de Kou?, Puedes confiar en mí. —Le dijo, apenado.
—Lo ví. —Soltó.
—¿E-eh?
—Lo ví, a mi hermano, el... Es una aparición ahora. —Akane llevó una mano a su boca, incrédulo.
—¿E-es en serio? —Replicó, sin creerlo.
—Sí, y... Creo que no lo volveré a ver —Concluyó, sonriendo con una ambigua sonrisa, que aunque de cierta forma resultara triste, por otra parte, era feliz, el, estaba feliz de que su pequeño hermano se encontrara bien, sabía que lo estaría, por primera vez, tenía fé.
Aunque eso no significaba que la conmoción no se fuera. Recuerdos comenzaban a llover por la mente del rubio, por alguna razón, lo que había pasado hace unos cuantos minutos, le resultaba aún más triste que cuando se supo la "muerte" de su hermano.
Los recuerdos seguían apareciendo en su cabeza, haciendo que su vista se nublara debido a sus lágrimas.
————☆————
7 Años atrás.
❝Un Teru de 11 años esperaba en la entrada de la escuela a su hermano, ambos debían ir a casa juntos, como le dijo su madre. Aunque el menor estaba un poco atrasado con la hora, según el mayor, debía haber salido hace unos diez minutos.
—(Se está tardando...) —Pensaba, ¿Le había pasado algo?, Eliminó esa opción al instante, pensando que de ser así, le habrían avisado, al menos.
Cuando estaba pensando en ir a buscarlo por el mismo, un Kou de 8 años corría apresurado hacia su hermano. El menor tenía pegamento en las manos, y algo de escarcha en la cara.
—¡Hermano mayor! —Gritó el menor, llamando la atención del mencionado.
—¡Kou! ¡Ahí estás! —Rió levemente, aliviado—. Aish, mírate, tienes toda la cara sucia, mamá te va a regañar... —Limpió la cara del menor con sus dedos, suspiró—. ¿Por qué te demoraste tanto?
—Oh, ¡Cierto! —Sacó un papel de su mochila, este estaba mal enrollado, probablemente estaría arrugado por dentro—. ¡Toma!
—¿Huh? —Se preguntó a si mismo el mayor—. ¿Que es esto?
Su hermano se mostró tímido. —B-bueno... En clase de artes nos hicieron dibujar a alguien quién fuera nuestro ídolo... ¡Así que te dibujé a ti! —Sonrió enormemente.
El mayor de los Minamoto se exaltó ante esto, el que su hermano lo considerará su ejemplo a seguir lo conmocionó de sobre manera.
Vio el dibujo que se le había dado. Eran trazos que se notaban hechos por un infante, Alrededor de Teru, había algo de escarcha, y su nombre estaba hecho con pegamento de glitter, acompañado de una frase: "Eres el mejor, nii-san!!!". El rubio mayor sintió correr una lágrima por su mejilla, se había emocionado.
El menor hizo un puchero apenado, con algo de miedo—. O-oh... ¿No te gusta? Lo hice lo mejor que pu-
Teru interrumpió a su hermano dándole un fuerte abrazo, que el contrario, confundido, correspondió. —Me encanta, Kou, gracias.
—¡Estoy feliz de que te guste! —Teru asintió y le ofreció su mano al menor, para que la tomara.
—Vamos a casa, kou. —dijo.
—¡Sí! —El contrario tomó su mano, y ambos se fueron a casa, dónde el mayor de los Minamoto colgó el dibujo hecho por su pequeño hermano en su habitación.
Dibujo que seguía allí hasta hoy en día.❞
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El Minamoto volvió a romper en lágrimas, ya no le importaba verse débil, ya no le importaba nada, solo quería desahogarse.
—S-soy un terrible h-hermano, a-aoi... ¿C-cómo deje que E-esto pasara? —Preguntaba de forma retórica entre sollozos, el mencionado solo daba tímidas palmadas en su espalda.
—No es tu culpa Teru, después de todo nadie pudo prevenirlo. —Trató de calmarlo, mas este decidió no hablar más.
Akane dejó su orgullo de lado y sin más rodeos lo abrazó.
—No te reprimas idiota, desahógate, vamos. —Habló. Minamoto apoyó la cabeza en el hombro de akane, haciendo lo dicho, y liberando aún más su llanto, Akane dió pequeños mimos en su espalda, como si de consolar a un niño pequeño se tratara.
—Yo... Estoy aquí. —prosiguió, para hacerle saber que podía apoyarse en el, ya que no estaba solo, y jamás lo estaría de su lado.