Sueños de Cristal

By LunnaDF

147K 22.3K 3.3K

HISTORIA PUBLICADA POR NOVA CASA EDITORIAL - SEPTIEMBRE 2017 Se dice que todos tenemos un ángel de la guarda... More

Antes de leer esta historia
Booktrailer
Sinopsis
*** Puntos de Venta ***
Epígrafe
** Prólogo **
** 1 **
** 2 **
** 3 **
** 4 **
** 5 **
Puntos de venta
** 6 **
** 7 **
** 8 **
** 9 **
** 10 **
** 11 **
** 12 **
** 13 **
** 14 **
** 16 **
** 17 **
** 18 **
** 19 **
** 20 **
** 21 **
** 22 **
** 23 **
** 24 **
** 25 **
** 26 **
** 27 **
** 28 **
** 29 **
** 30 **
** 31 **
** 32 **
** 33 **
** 34 **
** 35 **
** 36 **
** 37 **
** 38 **
** 39 **
Epílogo

** 15 **

1.7K 438 44
By LunnaDF

Aquella mañana Elisa despertó ante el ruido de algo rompiéndose. Dio un brinco y al despabilarse comprendió que aquel sonido provenía del cuarto de su madre. Se levantó de la cama y corrió hasta la habitación contigua donde la encontró agachada en el suelo llorando sobre un portarretratos roto, donde había una foto de ella y su padre juntos cuando eran muy jóvenes.

—¿Mamá? ¿Estás bien? —preguntó Elisa, pero Ana no contestó. Una fina línea roja en su mano denotaba que se había hecho daño con los cristales.

Elisa se acercó a ella y la ayudó a incorporarse. Ana se sentó en la cama sin decir palabra alguna mientras la chica fue al baño en busca de un botiquín de primeros auxilios para curarle la pequeña herida. Cuando volvió, Ana seguía en la misma posición. Elisa se hincó a sus pies y le pidió que le pasara la mano y al no obtener respuesta la tomó y se la curó por cuenta propia.

—Listo... debes tener más cuidado, mamá —dijo Elisa levantándose y sentándose a su lado en la cama.

—¿Para qué? Ya nada vale la pena, hija —murmuró apenas su madre. Elisa se detuvo a observarla.

Parecía haber envejecido años, había perdido el brillo en sus ojos, miraba al vacío y sus labios parecían curvarse ligeramente hacia abajo. La expresión de tristeza no solo se transmitía en sus facciones, sino que era palpable en todo su ser, en su piel seca y sin brillo, en sus hombros caídos, en sus cabellos despeinados. Elisa sintió pena e impotencia y no pudo más que abrazarla.

Ana no reaccionó al contacto, parecía perdida en sus pensamientos o en algún mundo paralelo. Elisa observó entonces la fotografía que seguía en el piso y se agachó para levantarla y colocarla sobre la mesa de luz. Fue allí donde encontró un frasco que no reconoció de inmediato pero que enseguida supo para qué servía.

—¿Estás tomando calmantes? —preguntó tomando el frasquito en sus manos.

—Solo para poder dormir —musitó la mujer, su voz también sonaba apagada como el resto de su ser.

—Mami... ¿Por qué no buscamos ayuda? ¿Algún psicólogo? ¿Alguien que pueda ayudarte a salir de esto? —insistió Elisa.

—No vale la pena, Elisa. Ya nada tiene sentido.

—No digas eso, me haces sentir mal. Yo sé que sufres por la pérdida de papá y que lo extrañas, yo también lo hago... pero entonces, ¿yo no valgo la pena para ti, mamá? Tú y yo todavía estamos vivas. Podríamos hacer algo, salir de compras, ir al cine o a la peluquería... ¿Qué tal un viaje? Algo que te devuelva la alegría.

—Con los peligros que hay ahora no podemos hacer nada. Apenas podemos salir de nuestra casa para ir a la tienda —exclamó su madre y Elisa suspiró, aquello era cierto.

Los viajes eran cosa del pasado, ya nadie que no tuviera urgencia de salir de su país se animaba a subir a algún avión. Esas máquinas eran los elementos preferidos de los terroristas para sus ataques, los estrellaban, los secuestraban, los perdían en sitios que nadie descubría y finalmente aparecían flotando en medio de altamar meses después.

—Bueno... pero algo podríamos hacer —volvió a insistir Elisa con tal de tratar de subir el ánimo de su madre—. Te necesito a mi lado, mamá.

—No puedo dejar de pensar en todos los errores que cometimos, en el tiempo perdido, en las palabras que no dije, las cosas que no hice... las peleas y discusiones sin sentido —dijo su madre en medio de un sollozo.

—Estoy segura que papá está en un sitio mucho mejor que este, además también estoy segura que sabe que lo amas y que él te sigue amando. Tienes que ser fuerte, a él no le gustaría verte así —añadió Elisa mirando a Caliel de reojo. Su ángel conversaba con alguien, pero aun así la miró con una expresión de solidaridad para con ella.

—¿En verdad crees que está en un lugar mejor? ¿Piensas realmente que tu padre está en otra dimensión o realidad? ¿Que su alma sigue viva? —inquirió Ana por primera vez mirando a Elisa desde que ella ingresó al cuarto. Sus ojos pedían por favor una respuesta que le diera algo de esperanza.

—No simplemente lo creo, lo sé, mamá —añadió la muchacha—. Existen muchas más cosas de las que nosotros podemos ver, muchas más cosas de las que podemos entender.

—Aún recuerdo cuando nos dijiste que podías ver a tu ángel de la guarda —dijo Ana y un atisbo de sonrisa se forjó en sus labios—. Estabas jugando y hablando sola, le decías a un tal «Chispita» que el violeta era tu color favorito porque era el color de sus ojos. Tu padre me llamó para que te observara, no era la primera vez que te escuchábamos hacer eso, él estaba preocupado. Ya tenías como diez años y se suponía que la edad de los amigos imaginarios había quedado atrás. Además eras una niña tan ensimismada, siempre tan solitaria... Teníamos miedo por ti.

»Entonces nos acercamos y te preguntamos con quién jugabas. No respondiste, pero miraste al lado como si alguien estuviera allí. En realidad nos asustamos, llegamos a pensar que la casa estaba embrujada o algo así y que tenías contacto con algún espíritu.

—Lo recuerdo —sonrió Elisa acariciando la mano de su madre.

—Entonces te dijimos que no tuvieras miedo, que podías confiar en nosotros y decirnos qué estaba sucediendo. Y fue allí cuando nos dijiste que estabas hablando con tu ángel custodio, al que podías ver desde el accidente hacía unos años atrás. ¿Lo recuerdas? —preguntó Ana observando a Elisa y esta se tensó desviando su mirada hacia Caliel quien ahora estaba concentrado en su conversación con el ser que Elisa no podía ver pero que sabía se trataba del ángel custodio de su madre.

—Sí, lo recuerdo... Se rieron de mí y me dijeron que eso no era posible —afirmó Elisa bajando la vista y encogiéndose de hombros.

—Tu papá creía que debías hacerte más fuerte, que debías ser más realista o se burlarían de ti en la escuela. Yo no le veía lo malo a ser soñadora e imaginar esas cosas, pero él no pensaba igual —recordó Ana volviendo la vista a la foto—. ¿Sabes? Fue un buen hombre y un gran padre, se preocupaba mucho por ti... Ojalá tengas razón, ojalá su alma esté a salvo en algún sitio.

—Lo está, mamá. Confía en mí —pidió Elisa abrazando a su madre y ella solo sonrió con tristeza.

—¿Qué se hizo de ese ángel al cual decías podías ver? —quiso saber su madre sorprendiendo a Elisa con la pregunta.

—Supongo que está cuidándome siempre —respondió sonriente.

—Me alegro... Ojalá tengas un buen ángel de la guarda, hija... porque lo que se viene es muy feo y no sé si yo estaré aquí para verlo —añadió.

—No digas eso, mamá... No vas a ir a ningún lado y ambas nos cuidaremos —replicó Elisa algo asustada por aquello.

—Siento haberte traído a un mundo que se iba en picada, siento que con ese corazón tan grande que tienes te toque ver lo peor de la humanidad —continuó Ana.

—¡Mamá! ¡Detente! No digas esas cosas. Además, ¿cómo que sientes haberme traído al mundo? —dijo frunciendo el ceño, fingiendo enfado por aquella frase, aunque entendía el contexto en el que lo dijo.

—No... en verdad no lo siento... Tú eres todo lo que me queda de tu padre. Él vivirá siempre en ti —añadió y abrazó a Elisa quien correspondió el abrazo. Luego de aquello se acostaron una al lado de la otra e intentaron dormir.

Caliel mientras tanto conversaba con Aniel, quien también había recibido aquel llamado.

—Me preocupa, la depresión la está absorbiendo y ahora ya no puedo hacer nada por ella —dijo con tristeza mirando a su protegida—. Si llega a dejarse vencer, si llega a hacer alguna tontería —añadió señalando las pastillas—, no podré intervenir y su alma se oscurecerá.

—No entiendo por qué no podemos intervenir —se quejó Caliel—. Se supone que por los siglos de los siglos esta ha sido nuestra función, ayudar a los hombres en su caminar. Ahora resulta que solo tenemos que observar cómo se van hundiendo en el fango. ¡Se perderán muchas almas! —exclamó ofuscado.

—Lo sé, pero son órdenes de arriba y no queda más que acatarlas. Tú sabes que todo sucede por y para algo —añadió Aniel.

—Sigo sin entenderlo...

—No debes entenderlo, sino aceptarlo. No debes dudar así, Caliel. Sabes que Dios busca lo mejor para todos... No es bueno que dudes de él.

—No dudo de él... solo no quiero que... —Observó a Elisa con temor—. No quiero que a ella le suceda nada.

—Lo sé, es tu primera protegida, es normal que te encariñes de más con ella —aseguró Aniel.

—¿A ti no te preocupa Ana? —preguntó Caliel mirando al ángel.

—¡Claro que sí! Pero no puedo desobedecer las órdenes de arriba —añadió.

—¿Qué pasaría si un ángel se rebela ante alguna orden importante? —preguntó Caliel con curiosidad, a lo que Aniel lo observó entrecerrando los ojos.

Hacía tiempo que veía que él y Elisa llevaban una relación demasiado estrecha, pero lo adjudicaba a que era a causa de que la chica lo podía ver. Durante mucho tiempo se había preguntado el porqué de aquello, en sus muchos años de servicio jamás había conocido a un humano que pudiera ver a su ángel durante tanto tiempo. Sí había algunas historias de niños pequeños que decían verlos, pero luego que crecían ya no era posible. Sin embargo en ese momento pensó en sus propias palabras recién dichas, nada sucede porque sí... quizás había algún motivo por el cual Elisa podía ver a Caliel. Fue allí cuando recordó una vieja profecía que le habían contado hacía unos doscientos años más o menos, sobre un ángel y una humana.

Cerró los ojos frunciendo el ceño a modo de recordar qué decía la profecía, pero no lo pudo hacer.

—¿Qué sucedería? —La insistencia de Caliel esperando una respuesta hizo que abriera de nuevo los ojos para ver al joven allí parado y expectante.

—No lo sé, Caliel. El único que sé que no obedeció las órdenes de Dios fue expulsado del paraíso y creó su propio ejército con ángeles rebeldes —susurró Aniel como si aquello fuera peligroso.

—¿Te refieres a Luzbel? —preguntó Caliel y Aniel asintió con temor en la mirada.

—A causa de él está sucediendo todo esto ahora, ¿no es así? A causa de su soberbia y sus ganas de ser mejor que Dios —añadió con énfasis—. Dicen que era uno de los ángeles más cercanos y queridos por Dios... y mira, fue a convertirse en su completo oponente.

—Lo sé... ¿O sea que si un ángel decidiera desacatar una regla directamente sería enviado al infierno o a las fuerzas de Luzbel? ¿No hay un punto medio? —inquirió Caliel pensando que él no quería estar con el demonio ni con el resto de ángeles caídos. Él solo quería salvar a su protegida, no dejar que nada malo destruyera su alma si se diera el caso. ¿Cómo podría quedarse allí mirando sin hacer nada mientras a Elisa le sucedía algo malo?

—Supongo... No lo sé —murmuró Aniel observando a Elisa y Ana descansar tranquilas en la cama—. Pero no hagas tonterías, Caliel. Eres joven, impetuoso y lleno de energía, pero ante todo debes tratar de alcanzar la sabiduría... No hagas cosas que te costarán la vida eterna —añadió como presintiendo la desesperación que se forjaba en Caliel ante la impotencia.

Se quedaron allí perdidos en sus pensamientos el tiempo que las mujeres lograron descansar. Entonces cuando Elisa despertó, se dirigió a su habitación, sin hacer mucho ruido para que su madre no despertara.

—Estoy preocupada por ella —musitó pensativa apenas ingresó a su cuarto, mirando a Caliel quien solo asintió.

—Necesito que sepas algo —dijo él observándola a los ojos.

—¿De qué se trata?

No había pasado por alto la urgencia en la voz de su ángel.

—No sé si puedo contarte esto, pero necesito que lo sepas —susurró, entonces Elisa le hizo gestos para que siguiera—. Los ángeles, hemos sido advertidos de tiempos que se acercan... Nos han dicho que ya no podemos intervenir en los deseos, pensamientos, ni acciones de los humanos. Están por su cuenta ahora. Si toman malas decisiones, solo podemos observar. Supongo que es una especie de prueba final para ver quiénes son merecedores del reino de los cielos —suspiró.

—¡Dios! ¿Está así tan feo el mundo? —preguntó Elisa—. ¿Finalmente se harán realidad las profecías del fin del mundo, de los mayas, la llegada de los extraterrestres y cosas así? —exclamó con un gesto exagerado que hizo reír a Caliel a pesar de que buscaba que ella entendiera la seriedad del asunto.

—No sé de qué hablas —murmuró—. Lo que sí es que te pido que pienses mucho antes de tomar decisiones, de hacer cosas, de dejarte llevar por sentimientos tan negativos como los que está atravesando tu madre; eso puede ser contagioso. No dejes que la oscuridad te atrape, Elisa... por favor —añadió en un tono de voz que sonó a suplica.

—Lo tendré en cuenta, Caliel —respondió la chica al notar la urgencia en la voz de su ángel—. Pero tú... no me dejarás, ¿no es así? —inquirió con temor.

—No, no lo haré, Elisa... No importa lo que tenga que hacer o a lo que me tenga que enfrentar luego... no dejaré que nada malo te suceda —prometió Caliel abrazando a Elisa en un impulso y sellando así su promesa.

Fue en ese mismo instante en el que él supo que no había nada más en el mundo que le importara tanto como el bienestar de la muchacha. Fue en ese momento en el que sintió que su corazón se inflaba por un sentimiento que era mucho más grande que el que normalmente experimentaba y que no sabía de dónde exactamente provenía ni cuando había crecido así. Fue en ese mismo momento en el que Caliel supo que daría su vida o su alma, si fuera necesario, para salvar la de Elisa.

Continue Reading

You'll Also Like

14.6K 2.5K 45
Sam detesta a Sharon. Sharon es la definición de realeza. Todo se tuerce cuando él inicia una guerra de bromas con ella. ¿Quién ganará? 𝒐𝒉 𝑫𝒊𝒐...
96.3K 16.2K 200
Novela con contenido danmei o boys love, todos los derechos a la creadora de la novela, para más información adentrarse en la traducción. Portada esc...
41.4K 3.2K 36
Yo amando a mi novia con locura, una novia que adoraba a su familia, un acto heroico, una prostituta en mi casa, era acaso el inicio de mi tormento...
622K 19.4K 53
En base a lo que viví, consejos y frases que te pueden servir. Si sufres de ansiedad, temores, depresión o algo parecido, tal vez te sirva. ♡ #5 in E...