[Finalizado] A través del Tie...

By Rubetcas

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¿Qué es el tiempo? Si me lo pregunta, lo sé. Pero si tuviese que explicárselo a alguien no sabría como hacerl... More

Aclaraciones
[1] Realidad
[2] Encaje
[3] Visita de otro mundo
[4] Extrañas intenciones
[5] Eventos Ajenos
[6] Todos en el infierno
[7] Sensaciones
[8] Viaje sin Retorno
[9] Lo que dividen, más nos une
[10] Yo soy tú, y tú eres yo
[11] Levantamiento
[12] Gratas sorpresas
[13] Cada vez más cerca y lejos a la vez
[14] Donde todo muere y alguien renace
[15] Intenta vivir
[16] Sacrificio
[17] Un respiro
[18] Lo que bien inicia, mal acaba
[19] Misión
[20] Pequeño Universo
[21] Nuestros Miedos
[22] Vínculos
[23] El que emerge del sueño
[24] El dios y la humana
[25] El dios "bondadoso"
[26] La mentira destruye
[27] Solo dioses
[28] Entre vivir y morir
[29] Sueño y Muerte
[30] Un amargo encuentro
[31] Somos uno
[32] Corazón humano
[33] Lo que pudimos ser
[34] El último sello
[36] El corazón del espectro
[37] Lazos del Destino
[38] Un dios contra un dios
[39] Antihorario
[40] El alma vuelve al cuerpo
[41] La deidad insistente
[42] Desde la sombra
[43] Delación
[44] Como el día y la noche
[45] De tu lado
[46] Los dioses son humanos
[47] El último tesoro
[48] El Ultimatum
[49]El Hecatombe
[50.1] A través del Tiempo
[50.2] A través del Tiempo
Epílogo
ஜ۩۞۩ஜ Aviso ஜ۩۞۩ஜ

[35] El Juicio

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By Rubetcas


La brisa fría aún podía sentirse a pesar del calor que intentó emanar, pero aquello fue tan insignificante que lo que intentaba visualizar. Los días eran cortos, el sol apenas emitía un destello que oscilaba como antorcha entre oscuridad y oscuridad; ni siquiera el cielo poseía su sitio habitual.

Un viento gris golpeaba las flores. El olor suave estremeció su ser, pero lastimosamente la vida que conocía allí se vio sellada por las estatuas de yeso y el resto de flores muertas.

Ya no sabía qué día era, ni en qué época estaba, si era invierno, si existía el calor, si había luz, si se veía el día; la noche y la mañana se confundían, todo era niebla y crepúsculo, el estrado estaba destruido y no se contemplaba bien. El cielo parecía una rendija, el día entero era un sótano: el sol tiene el aire de un pobre. Pero la estación terrible del invierno mudo es lo que resaltaba en aquel lugar.

El ser se mantenía postrado sobre ese pequeño lugar de flores, sus ojos negros y profundos perdió su brillo, pero aun así hizo lo imposible para mantenerse en vida, por desgracia todo tenía un precio.

Se oía ese silencio de muerte. Ya no sabía lo que es real, si existía o solo era un alma perdida en la nada. El momento más solitario en la vida de alguien es cuando está viendo cómo su mundo se desmorona, y lo único que puede hacer es mirar fijamente.

Miedo.

Es lo que ese ser manifiesta y siente porque sabe que los momentos más difíciles son aquellos en los que vemos que todo se nos derrumba y no podemos hacer nada al respecto, es allí cuando más solos nos sentimos.

¿Qué era el miedo? Deliberadamente no podía tomar enserio ese sentimiento pues era la primera vez que sentía algo así y eso lo mortificaba enteramente. El cuerpo le cansaba, el dolor físico era considerable, pero aprendió a aceptarlo a duras penas porque precisamente fue esa sensación de muerte que lo llevó a permanecer largos períodos encerrado en el único lugar que estaría a salvo por el momento.

No tuvo explicación con lo sucedido, pero estaba seguro que la situación tampoco era la que esperaba obtener; se tocó la frente al sentir el dolor de cabeza, le palpitaba el corazón y la sensación de querer alimentarse era primordial, ya estaba cansado en mantenerse meditando durante largos periodos en ese sacriglegiado lugar que apenas se mantenía en pie gracias a su presencia.

El dios se limpió la túnica y se recogió el cabello, necesitaba satisfacer los deseos físicos de ese cuerpo, pero también se vio en la obligación de seguir indagando en sus memorias pues no lograba encontrar lo que tanto le urgía poseer. Chasqueó los dedos y la puerta hacia el exterior emergió, iba a volver a hacer lo que planeó con su única ayudante en esa circunstancia, pero también sabía que la decisión que había tomado era mejor ser respaldada por su mejor aliado de confianza.

—Hay demasiadas cosas que tal vez se nos escape de las manos.

Murmuró caminando en silencio hacia su habitación. Prefirió salir de los Campos Elíseos cada noche para no tener que tomar discusiones que había suscitado en el Inframundo, pleitos estúpidos que alguien de su nivel no estaba para responder pues necesitaba solventar primero sus dudas que se alojaron en sí mismo.

Y una vez que llegó a su recámara, trató de serenarse o más bien permitir a la chica que tomara su puesto. A ese punto habían llegado, los dos sin creerlo formaron una tregua lo suficientemente aceptable como para dejar que ella aprendiera a adaptarse a ese medio sin que nadie, a excepción de un hombre de confianza, lo supiera; Hades no tenía tiempo para otros porque su mente estaba enfrascada con muchas cosas importantes y la situación en que se hallaban no estaba a su favor.

—Ya sabes que hacer, volveré cuando sea necesario.

Se miró al espejo, uno de sus ojos brillaba como el rojo de la sangre y el otro yacía normal.

—Actúa como si fueras yo, y no te relaciones demasiado con los dioses gemelos—se tocó el pecho para hacerle ver que tenía el dije del pentagrama—. Estás a disposición de usar parte de mi cosmos. Él te protegerá y te enseñará lo que creas conveniente, lo ha hecho bien en estas semanas.

Asintió tras tocarse el pecho.

—Perséfone me insistió mucho en cuidarte, creo que entiendo un poco la razón—sonrió sin dejar de mirar el espejo—. Te dejo a cargo, demuéstrame que no me equivoqué contigo, Alhena, conviértete en lo que debías ser desde un inicio y que nadie más confió en tus capacidades.

Cerró los ojos y poco a poco el cuerpo de la chica se veía abandonado por esa presencia intimidante del dios, los sellos se manifestaron bajo los pies de la fémina hasta que velozmente desaparecieron como la presencia de Hades. La chica casi cayó al piso, se le veía muy agotada como todos los días hacia el esfuerzo de mantener las cosas en calma.

Alhena cobró el sentido de todo su ser y lo que respectaba a su vida.

La amarga sensación no dejó de aflorar.

Ese sabor de melancolía, de tristeza, de muerte.

Y lloró por eso, aguantando tal vez todo el día en que estuvo cautiva en ese mundo de flores que estaba muriendo de a poco. Se acercó a su cómoda y buscó la cajita de madera que escondió al ser consciente el día que despertó en las puertas del infierno, sacó el colgante tan hermoso y pequeño, con ello el llanto aumentó.

Era demasiado para cargar con eso, se limpió las mejillas húmedas, enredó el colgante entre sus dedos para apaciguar el dolor que se debatía en su pecho. Odiaba todo lo que estaba pasando y a la vez deseaba olvidarse en cuanto pudiera, queriendo despertar de la pesadilla que era difícil de aceptar.

¿Por qué había tenido que terminar todo así? Llevó las manos hacia la cabeza, aguantando las voces que lograba percibir, se estaba volviendo loca con tantos sueños desdichados que no logró conciliar el sueño desde el tiempo que llevaba en ese lugar tan lúgubre. No estaba lista para pisar el infierno y lo peor aún en controlarlo como el digno dios que todos esperaban, pero también había un tema que la atormentaba más que cualquier cosa, y eso tenía la respuesta ese pequeño colgante.

El porqué, esa era la palabra que Alhena buscaba con desesperación a cualquier precio. La razón del porque Aspros le había mentido de esa manera cuando ella lo amaba en locura, lo deseaba tanto, y estaba dispuesta a vender su alma por tan solo unas caricias de él, pero Hades estaba en toda la razón, era impropio e imposible que una chica designada para gobernar el Inframundo demostrara el amor humano ante un caballero al servicio de Athena, la vieja enemiga desde la era del mito de Hades. Sin embargo, jamás le deseó la muerte, jamás pasó por su cabeza que él iría a morir a manos de Kronos con todos los que quedaron en el templo submarino.

La chica se abrazó a sí misma recordando a sus amigos, lo mal que actuó dejándolos sin una respuesta a su comportamiento. No podía negarse que los quería mucho, que a pesar de todo era humana y ellos fueron sus amigos cuando pisó esa época, pero ahora, todos estaban muertos y eso dolía en lo más profundo de su ser pese a que pasaba el tiempo asintiendo, manteniendo el perfil serio porque no quería defraudar a Hades y menos en envolver su vida en recordarlos, salvo por las noches que lloraba desconsoladamente postrada al suelo y acariciando el colgante de su amado como en ese momento.

Y ahora que Hades se marchó a buscar respuestas desde que Unity, el cual fue el único sobreviviente del bando de Poseidón, le entregara una preciosa joya tan reluciente, no le cuestionó lo que era, pero supo que aquello fue muy importante como para dejarlo sola al mando de todo.

La cabeza quería explotarle, escondió su rostro entre sus piernas esperando que entre el dolor y el cansancio pudiera dormir, pero no se percató que alguien más había ingresado a la habitación. Ese hombre que se mantuvo callado mirándola con tanta lástima y sabiendo que en cualquier momento su amo se marcharía a lo cual juró que cuidaría a la humana hasta que él volviera. No se explicó porque le ardía el pecho al verla derrotada, despeinada y maltrecha, oírla gimotear como si todo aquello fuera su culpa.

—Nadie dijo que esto sería fácil—se acuclilló ante ella, no sabía qué hacer exactamente, no había tratado en su vida con una mujer que no fuera Pandora—; tienes que ser fuerte, no puedes llorar por todo o manifestar debilidad. Todos te ven como el gran señor Hades, y si no andamos con cuidado, los dioses gemelos lo sabrán.

—Extraño a mi papá, a mi mamá, a mis hermanitos, a mis amigos—se talló los ojos sin dejar de llorar—. Y no sé qué hacer, no tengo una dirección firme, Radamanthys.

—Llevamos un mes aquí, es natural que te sientas presionada con todo—tuvo cierto temor de tocarla, pero sus instintos combatían por tomarla de barbilla, limpiar sus lágrimas y besarle la frente—. Yo no lo entiendo, es verdad, pero me recuerdas tanto a la señorita Pandora cuando pasó casi toda su vida encerrada en estos dominios—tocó el largo cabello negro y ella lo miró a los ojos oscuros, por primera vez podía verlos tan de cerca a pesar de que la habitación no estaba iluminada—; éramos muy jóvenes cuando nos reclutaron a este lugar tan lúgubre, pero si de algo puedo decir es que te pareces mucho a ella.

Alhena rehuyó a la mirada del rubio, no podía confesarle aún la verdad a pesar de que moría de ganas de abrazarlo para decirle quien era ella en realidad y así haber evitado los roces tan incómodos con Pandora, lo sentía muchísimo, no quería que la decisión de Hades estuviera causando un problema en esa pareja.

Quería tanto gritarles en la cara que ellos reencarnarían en el futuro para convertirse en sus padres.

Cómo moría en ganas por decirle "papá" o "mamá"

Los deseos de ir a la recámara de Pandora y gritarle que lo que vio hace unos días no fue precisamente alguna clase de amorío, que únicamente él la ayudó en un ligero inconveniente.

A veces no podía evitar pensar que el carácter de las mujeres de la familia sería igual en todas las generaciones que estuvieran por venir.

—Es mi señora también, no puedo ir por encima de sus órdenes—como si le hubiera leído la mente, Radamanthys le ofreció la mano para que se pusiera de pie—. Y no te aflijas, tú no has hecho nada malo, mi deber es cuidarte más que nunca.

—Y yo no quiero que se sacrifique nadie más, no quiero quedarme sola en este mundo. Ustedes son pocos, mi única familia ahora.

—Nos afectó a todos esta batalla perdida—puso las manos sobre la chica para quitarle las hombreras de oro—, pero..., quien más está padeciendo esta situación...

—Me siento terriblemente mal por ser tan débil—se mordió el labio inferior no pudiendo aguantar las ganas de volver a llorar—. Por los dioses, no puedo controlarlo, es simplemente que tan siquiera verlo encerrado en Ptolomea, sin que nadie pueda hacer algo por él y ahora me han pedido un juicio por lo ocurrido.

—Has vinculado tus emociones con nosotros, por eso puedes sentir nuestros sentimientos—sonrió ligeramente con una expresión de tristeza—. Eres el dios Hades, recuérdalo, no puedes ir llorando por cada cosa que sientas por nosotros. Tienes que actuar como tal.

—Es mi deber saber más de ustedes, la diosa Perséfone me pidió que los comprendiera más—se limpió las mejillas—. Minos sigue sufriendo, y aunque la estabilidad del Inframundo fracasó, él finge que trabaja en su estrado de juez, he ido a verlo las veces que sea posible, pero..., tan solo me rechaza, ni siquiera le ha importado verla.

—Minos es el juez más arrogante y orgulloso que tienes a tu mando—explicó a la vez que acomodó el largo cabello, tampoco le parecía justo que ella se martirizara con ese asunto—. Jamás he sabido que se haya enamorado, y aunque fingió tanto, él amó más que cualquiera de nosotros.

Alhena no dejó de sentir lástima por todo, pues desde que Minos se enclaustró en su castillo, ella insistía en ir a visitarlo, pero él jamás el dio la cara, sino que le permitió hacer lo que quisiera y por ello solo contempló que mantenía el cuerpo congelado de la difunta Agasha, mientras que la criatura que había nacido..., bueno, él prácticamente lo odiaba a tal grado que intentó deshacerse del mal que acabó con la vida de la florista.

—No es bueno que piensas en eso por el momento—quería verla sonreír a pesar de que ella estaba demasiado agotada—. ¿Qué quieres que haga por ti?

—¿Algo de comer? —musitó al tocarse las mejillas rojizas a causa del llanto—, perdón, es que tengo demasiada hambre, no he probado ni agua desde que estuve en los Elíseos.

—Ven entonces, comparte la mesa conmigo, no creo que sea preciso que estés aquí sola—le ofreció la mano por puro respeto—; los dioses gemelos podían ingresar y no creo que te encuentres en condiciones para enfrentarlos.

Ella asintió a sabiendas de que no estaba ni lista para verse con ese par, puesto que la última vez que hablaron fue cuando era testigo mientras Hades había dejado en claro varias cosas con respecto a la estadía de la marina de Poseidón así que si daba un paso en falso podía caer en manos de esos dos, y según le comentó Radamanthys, ellos únicamente velaban por el señor Hades y poco les importaba los demás por ello es que no debía tan siquiera dejarse engatusar por las sabias palabras de Hypnos o los deseos oscuros de Thanatos, así que por el momento, su único aliado era ese rubio juez más ella supo que el rey del Inframundo la dejó a su cargo porque era la oportunidad de confesar la relación que guardaban los dos, o que en el futuro lo harían.

Radamanthys no se explicaba tampoco porque la sensación de calma afloraba en su pecho al lado de ella, ni siquiera las circunstancias en la que se hallaban era razón de aplacar ese sentimiento de calma, muy a pesar de que Pandora le dijo que era un traidor por posar los ojos en una mujer que fue elegida por Hades para su nueva vasija, pero era un gravísimo error. Él no estaba enamorado de Alhena, pero había un sentimiento que ella provocaba el cual no sabía cómo definirlo totalmente. Empero, cuando llegaron a la recámara del juez, se encontraron precisamente con la última persona que deseaban ver.

—Señorita—pronunció un poco sorprendido, pero mantuvo su fachada calmada, Alhena inmediatamente soltó al juez siendo aniquilada por esos ojos oscuros de la mujer—. ¿Puedo ayudarla en algo?

—No, nada de lo que pueda solucionarlo—contestó seriamente, tan fría que Alhena se sintió cohibida—. Disculpe interrumpirle, señor Hades.

—Pandora—musitó tan bajito, se sintió muy mal por el malentendido—. ¿Podemos hacer algo por ti? ¿Necesitas ayuda en alguna tarea?

—Gracias señor Hades—miró con desdén a la chica, la cual solo bajó la mirada—. Pero podría sugerirle que decida qué hacer con ese cuerpo femenino—el rubio frunció ligeramente el ceño, Alhena trató de mantenerse quieta—; muchos están creyendo que se ha vuelto débil por culpa de la influencia de esa mujer, y si de ser verdad, los dioses gemelos no lo verían con buenos ojos.

—¿Y eso porque debería de interesarles? Yo soy Hades y puedo hacer lo que quiera con este cuerpo.

—¿Realmente es usted, mi señor? Claramente parece no recordar lo que pasó con el humano Alone ¿verdad? —la chica miró de soslayo al hombre—. Lo supuse, es muy evidente que no puedes frenar tus deseos de ser consolada por un hombre, y ahora mancharás el honor de los soldados a disposición de mi señor.

—Señorita Pandora, no tiene derecho de decirle eso.

—Todo el derecho como la guardiana del trono del señor y único maestro Hades—se acercó a la chica, la cual no se inmutó—. Y no dejaré que suceda por segunda vez que una humana tome roles en esta guerra siendo un simple contenedor, no se repetirá la historia con Alone.

—¿Y qué harás si soy como ese dichoso Alone? ¿Me golpearás o algo peor? —provocó un poco enojada, simplemente no podía apaciguar su temperamento—. Anda, haz lo que quieras, pero solo te advierto que de estar segura de tus sentimientos deberías tener más fe en ellos, y no buscarme problemas por cosas que tu mente celopata cree.

—¡Maldita mocosa!

Y cuando quiso abofetearla, Radamanthys se interpuso procurando que la mano de Pandora le marcara la mejilla tan fuerte que no se movió de su posición. La mujer se enalteció de la furia, pero se aguantó volver a demostrar otro espectáculo pues la chica tan solo se quedó de pie abriendo los ojos completamente absorta, ese juez había interferido sin siquiera pedirlo, y la dama se retiró tan furiosa que los miró con desprecio por última vez.

—No era necesario que te metieras—dijo Alhena obligándolo a que la mirara—, ¿por qué dejaste que te golpeara?, amarla no te lleva a soportar sus berrinches.

—¿Amarla dices?

—Radamanthys, no me creas ciega, vengo del futuro y tengo tanto conocimiento en esto que sé que tú estás enamorado de Pandora y ella de ti, pero es tan celosa que se imagina cosas tontas—gruñó al cruzarse de brazos—. Pueden ser felices, pero si están callados y creen que con indirectas el otro se dará cuenta..., créeme, debes tomar iniciativa en confesarle.

—No tienes ideas de quien es Pandora ¿verdad?

—Claro, la que cuida el trono de Hades.

El juez suspiró casi en derrota, la chica era muy ingenua aún para saber de la realidad, de modo que solo abrió la puerta de su habitación y le invitó a pasar, algo que ella admiró en silencio. Muy grande para su gusto, pero tan imponente y lleno de masculinidad hasta el olor del perfume, y cerca de las ventanas, donde la poca luz de los candelabros del castillo ingresaba, había una mesa llena de comida que ante los ojos de ella fue como manjares caídos del cielo en pleno desastre.

El estómago le gruñó tan fuerte que por un momento se olvidó de los problemas.

—Puedes comer lo que desees.

—No sabes lo feliz que me hace oler a comida que sea digerible—sus ojos le brillaron—, Pandora podría asesinarnos a todos si se le ocurre cocinar.

—Bueno, hay algunos espectros que saben realizar estos trabajos.

—¿Enserio? Vaya, yo soy un desastre en la cocina—se sentó discretamente sin contener las ganas de arrancarle la pierna al pavo—. Si no te asesina las bofetadas o sus celos, lo hará su comida—Radamanthys tosió sonrojado—, pero bueno, no quiero incomodarte, lo que sí me gustaría saber después de todo lo que me dijo tu amada señora, es sobre ese chico, el tal Alone ¿Quién fue en realidad?

El juez miró a la hacia un lado, la gracia y comicidad se esfumó cuando ella mantuvo su semblante serio. Algo quería decirle, esa expresión era tan similar al de Pandora cuando una idea inoportuna pasaba por su mente.

—No es la primera vez que oigo ese nombre, se lo pregunté a Hades y me ignoró así que te pregunto a ti: ¿Quién es Alone y que hizo para que Hades no quisiera ni que lo mencione?


[***]


Todo era confuso, pero a la vez nada podría escapar de sus manos más aun con el trabajo que tenía por ejercer.

Era el día primero del siguiente mes en que la joven se mantuvo totalmente despierta.

No había consolidado el sueño, no había razón para hacerlo porque desdichadamente las pesadillas no se iban de su cabeza; agradeció tanto la fidelidad del juez, pero ni eso podía alejarla de la culpa y los fantasmas que la perseguían por esa guerra perdida, más eso también se le aunó la sensación de miedo cuando aun de amanecer se atrevió a salir de su habitación, con el único fin de no cruzarse con nadie más que no fuera Radamanthys.

Ni siquiera sabía cuándo volvería Hades para que le ayudara a guardarse del tormento y con ello la sensación de ser traicionada por la mujer que le resguardaba el trono.

La última noche en que vio Pandora fue hacia dos días, no volvieron a dirigirse la palabra más le alivió que guardara el secreto de que ella era la que estaba tomando decisiones en el lugar de Hades, para su bien, era mejor mantener ese carácter de mujer celosa a un lado y no darle motivos para que se le fuera encima ya que a pesar de todo, jamás le alzaría la mano porque al fin de cuentas era su madre y el respeto lo era todo para ella.

Alhena gruñó de molestia al quererle explotar, literalmente, la cabeza, las manchas bajo sus oscuros ojos era la índole de que estaba siendo torturada por la sensación nefasta del Inframundo. ¿Acaso ese era su condena? ¿Es que así iba a terminar? En su época, su padre le diría que estaba maldita por el diablo, pero ahora entendía que ella nació para ser el demonio que aguantaría todo el desorden que permitió que sucediera. Se sentó cansada tras haber caminado por largos periodos en el mismo salón, meditando lo que iría a decir e ignorando que los jueces y los dioses gemelos, así como Pandora lo seguían con la mirada firme.

¿Cómo llegó a ese punto sin siquiera imaginárselo?

Posó los brazos sobre el escritorio grande y largo, alejando los pergaminos y libros que se ejerció estudiar para evitar cualquier sospecha, pero a esas alturas de la situación temía que se dieran cuenta de lo que estaba pasando. Maldijo a Hades por dejarle con tremendo problema porque es seguro que sabía que eso iría a ocurrir.

¿Ahora qué cosa podría decir? ¿Qué esperaban ellos oír? ¿Por qué debía de hacer el papel de jueza cuando eso no estaba en sus capacidades?

—Es su deber, como el señor Hades y rey del Inframundo—como si el rubio dios le hubiera leído la mente, le lanzó esa respuesta—. Ningún juez tomaría ese asunto, siendo así, Lune de Balrog tampoco tiene esa potestad de realizar el juicio en la Primera Prisión.

Ella dispuso que tocaran el tema en la gran biblioteca de Hades porque no estaba segura si tendría el valor de subirse al estrado y sentarse como jueza para condenar a uno de los jueces, más aún, en sentir que todo el infierno se desataría si cometiera un error.

—Pero no tuvo culpa de ello, fue el cuerpo humano que no resistió—alegó Aiacos manteniendo su postura, revistiendo su traje de juez y guardián de Antenora—; la diosa Perséfone supo del límite de su vida, así como la de la humana.

—¿Acaso culpas a nuestra señora de su propia muerte? —increpó Thanatos manteniendo la mirada calmada sobre la chica—. Era menester que Minos de Grifo cumpliera su rol de uno de los jueces del Inframundo, así como el hecho de anteponer la existencia de nuestra señora a cualquier precio.

—Con el debido respeto, dios Thanatos—intervino Violate, vestida con su sapuris, no había tenido mucho placer en usarla, pero ante su dios debía de presentarse como una guerrera—. Minos y la joven Agasha eran pareja antes que la señora Perséfone tomara potestad del cuerpo humano.

—¿Tienes pruebas de lo que dices, perro? —bromeó Ikelos ganándose la mirada de desprecio de Aiacos, pero no se inmutó pues Alhena frunció el ceño causándole temor—. Disculpe la expresión, maestro, pero eso no es excusa para que un espectro profanara el cuerpo de su esposa.

—Rechazo tu acusación—intervino Byaku—, estuve fielmente al servicio de mi señor Minos y soy consciente que la señora Perséfone había estado hospedada dentro de una joven humana que cuidaba el castillo de mi señor.

—¿Una humana viva en el Inframundo? ¿Acaso nos estás tomando el pelo? —cuestionó Phantasos—. Somos dioses del sueño y jamás en nuestra existencia pudo darse algo así, no cubras a la gran falta cometida por Minos.

Alhena trató de mantenerse calmada, observó a cada uno tratando de familiarizarse con cada de los personajes que alegaban en contra y favor acerca de lo que había pasado, y ella más que nadie sabía que Minos nunca tuvo la culpa de nada, y si por ella fuera, lo libraría de todo dolor y condena.

—Anna, ese era su nombre—habló Radamanthys mirando a Alhena, deseando que no perdiera la compostura tan perfecta que hasta ese momento llevaba manteniendo—. Pero no lo recordará usted, maestro—mantuvo tranquilidad en sus palabras, miró discretamente a Pandora, quien estuvo sentada a unos metros de la chica, y a su derecha yacía Kagaho y Chris—; en ese entonces fuimos timados por la usurpación de Zeus, la joven era una monja oscura que Alone revivió para poner a prueba su insolencia así que la dejó en Ptolomea.

—Nunca he visto a esa tal Anna, y eso que he pasado tiempo en los dominios de Minos—Lune frunció el ceño—; ustedes deben recordar que la prioridad de nuestros dioses está por encima, por más amigo que sea Minos, no debió cometer esa injuria.

—Yo pasé más tiempo al mando del señor Minos, tú no has mantenido alguna familiaridad con nosotros, Lune—tajantemente contestó Byaku ganándose la mirada enojada del albino—. Mi señor Hades, la muchacha Anna fue sacada del Inframundo, por ello es que no sabemos de su paradero.

—Nunca determinaremos una opción, si usted no le importa, mi señor—habló otro espectro que se había mantenido entre las sombras, acercándose al estrado de Hades, cargando consigo un arpa de modelo egipcio—. Puedo utilizar la Balanza de la Maldición para determinar la culpabilidad en estos hechos.

Hasta ese momento, Alhena no tenía ni la más remota idea de lo que eso significaba, aunque intento fingir que lo hacía, no fue hasta que posó los ojos hacia Radamanthys, el cual solo negó ligeramente por lo que sospechó que eso se trataba de algo muy cruel para ejecutarlo. Entonces la misma problemática volvió a su mente: ¿Qué diablos haría Hades con todo eso? ¿Por qué rayos le dejó con ese problema? ¿Y si los dioses gemelos estaban poniéndola a prueba con este detalle? ¿Qué sentido tenía juzgar a Minos como si fuera el villano de la historia?

Llevó la mano hacia la cabeza, cargada de dudas, de no saber que hacer exactamente y cómo librarse de ese asunto, pero también tuvo la certeza que Perséfone le hubiera dejado tomar las decisiones antes que el despiadado de Hades, así que, si era la razón, haría todo bajo su propio criterio.

—¿Quieren que lo ejecute a estas alturas de la situación? —preguntó lo bastante seria, el traje masculino que traía puesto, su larga melena suelta y su presencia tratando de ser imponente fue lo que la hizo sentirse segura de que tomaría la mejor decisión—. ¿Existe alguna manera en que pensaran lo que están diciendo sabiendo quien era Perséfone?

—Su amada esposa, por supuesto, ante el despertar de Kronos era relevante que apareciera—Thanatos mantenía esa postura relajada, sin despegar la vista en la chica, eso le causó cierto nerviosismo a Alhena—. ¿Usted no cree que deba hacer justicia por esa falta grave?

—¿Usted está diciendo entonces que Minos es culpable por la muerte de la diosa cuando ella ya había tenido un cuerpo que, por culpa de Zeus, tuvo que buscar a un segundo contenedor y esa fue la mujer del juez? —Kagaho interfirió ganándose múltiples miradas, estaba portando su surplice—. La mujer de Minos no murió por dar a luz a su bebé, sino que fue Zeus quien acabó con su vida.

—Si hay alguien del cual es culpable de la muerte de la diosa Perséfone, es el dios Zeus—Chris tomó la palabra un poco cohibida porque aún le costaba terriblemente ver a la cara a su dios, después de lo que pasó con Aspros, tuvo el descaro de resignarse a volver al Inframundo, aunque le fue un alivio de que su amo no le dijera nada en realidad, salvo llevar las marcas de la deshonra que le propinó cuando estuvieron en el reino de Poseidón.

—Por orden del señor Hades y la misma señora Perséfone—Alhena sudó frio cuando Pandora comenzó hablar, temiendo que la delatara—, estuve al cuidado de Agasha y a lo que a mí me respecta con este problema, fue la voluntad de la diosa alojarse en el cuerpo de la mujer de Minos porque quería proteger al bebé que tendrían. Además, ella sabía de su condición en este mundo, accedió a todo en cuanto Zeus y Poseidón le dijeron, y ustedes, dios Thanatos y dios Hypnos, fueron testigos de lo que ella deseó así que como en este juicio mi opinión es la imparcial, no veo la razón del porque Minos tenga que ser sometido a una clase de prueba como esta—se puso de pie manifestando su molestia—. Pero usted crea en lo que mejor le parezca, señor Hades.

Si bien no la iba a delatar a los cuatro vientos, con esa manera de referirse a ella fue la evidencia clara de que estaba dispuesta a confesar que era la humana tomando órdenes. Nadie dijo nada ante eso porque era verdad lo que explicó Pandora, una vez que abandonó el salón y dejándola con todo ese embrollo. A un lado yacía Pharaoh esperando su veredicto, y al otro los que pidieron el juicio contra Minos de modo que supo lo que habría que hacer.

—No perderé a un juez por la imprudencia de Perséfone—contestó la chica manteniendo siempre la calma—, pero no lo exime de haber desobedecido varias órdenes que le di, saben bien que estamos en una situación muy crítica como para ir deshaciéndonos de espectros. ¿Creen que tengo el cosmos disponible para revivir a mi ejército? Tengo importantes deberes que atender, así que lo que respecta a Minos, yo mismo le impondré un castigo mayor.

—¿Va a dejarlo pasar, entonces? —insistió Thanatos en molestar, pero Hypnos lo sujetó del hombro para calmarlo.

—Si tienes algo ingenioso que ofrecer, entonces que sea tan relevante como para investigar lo que está pasando fuera de este reino—apoyó las manos sobre el escritorio—. Ahora que estamos presentes, voy a notificarles los cambios que he decidido después del tiempo que lo he meditado en los Elíseos.

Thanatos se relajó pues al ver el colgante en el cuello de la chica y la manera en que se expresó fue digna de un rasgo de Hades, casi había creído que la idiota muchacha estaba cometiendo el mismo pecado que hizo Alone de modo que solo asintió y no intervino más en ello. Por otro lado, los espectros presentes intentaron marcharse una vez que creyeron que Hades había finalizado ese juicio, sin embargo, la chica se puse de pie y caminó tan recta, propia de alguien soberbio hasta apoyarse al borde del escritorio.

—No vamos a quedarnos aquí esperando nuestra propia muerte, aprovecharemos la oportunidad para entrenar, lo he pensado bien y es hora de tomar las acciones correspondientes—sonrió ligeramente manteniendo esa mirada tan seria sobre los dioses gemelos—. Si vamos a esperar nuestras muertes como las de Zeus, Athena y los demás, entonces dejemos que los titanes nos encuentren, aunque seguramente Kronos sabe que sigo en vida porque necesita dos cosas que está bajo mi jurisdicción así que seré claro con esto—carraspeó la garganta al chasquear los dedos permitiendo que la puerta se abriera y dejando a la vista a dos personas más, las cuales llegaron con suma prudencia—. Unity del Dragon Marino tomará la posesión del tridente de Poseidón así que por lo que corresponde, tiene el poder de los mares a su servicio.

El hombre se acercó al estrado, postrándose con mucho respeto, vestía un simple traje aristocrático pues su traje de batalla aún seguía en reparación. Le fue una sorpresa tan grande que apareciera a las puertas del infierno junto a Hades y sus seguidores, tal vez eso fue la voluntad de su dios para seguir cumpliendo el propósito de la guerra, tal cual como el haberle entregado el Oricalco.

—Lune de Balrog, desde hoy pasas a convertirte oficialmente en uno de los Tres Jueces del Inframundo, relevaré del cargo a Minos pasando a ser un simple espectro—siguió dictando sus reglas, si eso era lo que Hades quería, entonces le iba a dar un escarmiento de lo que era capaz de hacer con su reino—. Valentine tendrás el cargo de Juez y así con Aiacos formarían parte de mis jueces, escojan ustedes sus hombres al mando—los dos asintieron en silencio—. Radamanthys, dejarás de ser juez para pasar a ser mi mano derecha y representante—más de uno se quedaron sorprendidos por esa decisión—; Pandora se dedicará a otras funciones, junto a Kagaho, así mismo los dioses gemelos seguirán siendo mis concejeros y únicamente vendrán a mí cuando yo lo desee así—aquello tomó desprevenido a ambas deidades—; pasarán el tiempo aquí, entrenando a mi ejercito con los demás jueces y espectros ¿quedó claro? —eso fue humillante para ellos—. Dioses menores del sueño, seguirán haciendo guardias en sus mundos, quiero saber si las almas de Zeus, Poseidón, Athena y Quetzalcóatl están en sus respectivos lugares ya que llevo un mes sin tener una respuesta a lo que te ordené, Morpheus.

—Seguiremos buscándolos mi señor.

— Chris, te libraré del castigo que te di, portarás a Cetus, pero estarás bajo las órdenes de Pandora—la chica asintió muy nerviosa y avergonzada—. Y en cuanto a ti, muchacha—sus ojos se fijaron en la última persona que menos esperó llegar a ese mundo—; tu vida aquí depende de mí, eres una humana y por tal estarás a mi servicio, serás mi doncella y seguirás cuidando de los bebés que te encomendé.

Krista tan solo asintió y con sumo respeto se inclinó, no era fiel a Hades, bajo ninguna circunstancias le daría su fe a ese dios pues ella creía y respetaba mucho a Athena, a pesar de la situación en la que se hallaban, su corazón seguía con ella, pero también sabía que ahora debía de sobrevivir bajo el yugo del rey del Inframundo y deseando que no tuviera más problemas como los que se ganó por algunos espectros y en especial de uno de los dioses que, en esos momentos, la miraba de soslayo.

—Los demás seguirán ocupando sus puestos—dictaminó Alhena mostrando esa expresión de orgullosa—. No los quiero quietos, tampoco dependiendo de su trabajo todo el día, entrenen, supervisaré sus avances, de no demostrar lo que espero, bueno, tengo que alimentar a Kerberos con alguno de ustedes o el resto de espectros—muchos la miraron con temor, pero nadie se quejó, sino que bajaron la mirada y le reverenciaron—. Ahora márchense—cogió lo que parecía un látigo enrollado en su muñeca—, tengo que tratar con un ex juez a ver si así se quedan tranquilos con el juicio que me insistieron.

Nadie comentó nada, de hecho, algunos vieron como una mínima muestra de justicia a la muerte de Perséfone por la irresponsabilidad de Minos; sin embargo, cuando todos se marcharon a excepción de Radamanthys, la chica se dejó caer bastante nerviosa y algo mareada.

—Dios, nunca pensé que hacer esto destrozaría mis nervios—se tocó el pecho con una sonrisa asustada—. Creo que me pasé del límite, esos dos se darán cuenta.

—Lo has hecho bien—dijo el rubio ayudándola a ponerse de pie—, pero tal vez fuiste ligera en tomar decisiones sin haber consultado previamente.

—Bueno, ellos no iban a quedar conforme con fallar a favor de Minos, así que fingiré que lo azotaré ¿o es que querías que Pharaoh hiciera eso de la Balanza de la Maldición?

—Ibas a provocar que a Minos le arrancaran el corazón—Alhena se llevó las manos a la boca algo espantada—; es algo duro de asimilarlo, lo he pasado en una ocasión, pero a eso no me refería.

—¿Pandora? —él asintió ayudándola a que se sentara en la silla—; no la puedo tener a mi lado si sabe que Hades no está conmigo y así justificaría la razón del porque estas siempre conmigo, pero si eso te molesta y daña tu intento de declararte a ella, entonces anulo la orden.

—No se trata de eso, Alhena.

—Se trata de que temes que ella te lo reproche, pero también lo hago porque me importa más de lo que tú crees, y le hará muy bien relacionarse a otras cosas que no sea una guerra—se frotó el rostro, estaba cansada de tantas cosas y no quería un pleito con el exjuez—. Tú mismo me lo dijiste, ella no la pasó bien en la guerra santa, ni siquiera ese tal Alone la protegió de la maldad de los dioses gemelos.

—La has ofendido con relevarle de su puesto.

—Lo siento Radamanthys, pero yo también me intereso en Pandora, y será siempre así hasta el día en que vuelva a mi mundo—frunció el ceño y se aseguró con tener el látigo en sus manos—; ahora si me disculpas, iré a Ptolomea a razonar con Minos. Va a tener que hacerse cargo de su bebé.

Radamanthys solo suspiró sabiendo que era una pérdida de tiempo ir en contra del carácter de esa muchacha, algo que no esperaba era el ser designado como su representante cuando apenas y tenía paciencia con Pandora como para soportar algún berrinche de la chica, pero en parte sintió que era una especie de responsabilidad sobre ella como si lo que estaba haciendo era su único deber aún si Hades le hubiera ordenado antes de marcharse a los Elíseos.

A esas alturas, ya no sabía lo que estaba haciendo con su propia existencia y la inquietud que creció al ser una especie de disputa entre dos mujeres con el mismo temperamento.

[***]


Las ordenes de "Hades" había llegado a todos en el Inframundo, con los cambios que se venía esperando que así sucediera pues con todo lo acontecido había cosas que planear con anticipación y seguir entre las sombras sin que los titanes no dieran señal de su presencia. Las veces que intentaron a revisar el panorama, simplemente les fue imposible tan siquiera cruzar ambos mundos pues el último en haberlo intentado solo notificó que era tan difícil siquiera de acercarse al hoyo que los podría transportar, por lo menos se necesitaba un dios en la superficie para ejecutar algún "enlace"; por otra parte, los dioses gemelos se mantuvieron en su propio mundo, algo molestos claro, de ser unos concejeros pasaron a convertirse en tan insignificantes peones, y eso era un golpe a su orgullo como deidades.

Sin embargo, Hypnos lo tomó como algo simple de las circunstancias, mantuvo sus ojos fijos en su pequeño mundo, su único espacio donde se aliviaría y pensaría de las decisiones de su dios, algo que ya había notado es que estaba muy arraigado con esa vida humana. Tan distinto a Alone.

—¡¿Acaso el señor Hades se vio influenciado por el alma de esa chica?! —vociferó Thanatos lanzando la taza de té que su gemelo le ofreció—¡No me voy a rebajar a enseñar a unos simples espectros como si fuera una clase de mentor!

—El señor Hades lo ordenó, no esperes que cambie de parecer—el rubio fue tan calmado, ni siquiera le molestó que su hermano hiciera una rabieta—. Hasta le ha quitado su cargo a Pandora, supongo que vio lo muy débil y frágil que demostró en la Guerra Santa.

—Poco me importa lo que le suceda a esa mujer, lo que no concibo es que nuestro señor nos desplazara de esta manera.

—¿Desplazar, dices? ¿No has ha oído lo que ordenó? —dio un sorbo a su té, aspiró la fragancia de las flores que aún conservaba en su pequeño mundo—. Ya no estamos en condiciones de ponernos exigentes, si volvimos a tocar la tierra es para cumplir nuestra palabra, así que es mejor hacer lo que se nos pide.

—¡Me causa repugnancia tu semblante calmado, Hypnos!

—Entonces usa esa furia para pelear con algún juez, me ha causado mucho problema la última batalla que perdimos—dejó la taza sobre la mesa—. Que ofensa sufrimos a manos de los santos de Athena, y ahora con los titanes que supieron usar tus deseos más oscuros en tu contra, por ello te haré una sola pregunta—Thanatos frunció el ceño—. ¿Fuiste tú el que preparó esa treta para provocar al alma de la humana Alhena con la escena que le diste de Aspros de Géminis y Chris de Cetus?

—¿Crees que voy a perder mi tiempo jugando con los deseos humanos?

—No encuentro el cofre de Phobetor.

—¿No hallas la manera de traer a la vida a tu hijo mayor?

—Sin su cofre, sabes que no puedo hacerlo porque es donde hallaba sus dones de los sueños, a diferencia de sus hermanos, él tiene más habilidades de leer los deseos de los humanos—frunció ligeramente el ceño, pero no manifestó alguna clase de enojo, volvió a coger la taza para seguir bebiendo el té—. Bien, si dices no saber nada, entonces espero que no tengas nada que ver con el cambio de conducta de nuestro maestro; recuerda que, si Hades se descontroló fue porque aún no dominaba a esa humana por completo así que el haber creado algo desagradable en la mente de la joven fue la hecatombe de su conducta poco racional.

Thanatos tan solo golpeó la mesa manifestando su enojo, se retiró con suma ira de aquel bello espacio que su gemelo se refugiaba para beber o meditar. Empero, Hypnos solo esperó no oír a su hermano como para ponerse de pie y mirar lo que había tirado en el suelo, algo que para él era importante porque jamás en su vida hasta ese momento probó un té tan perfecto y delicioso, con ello también calmaba su mente y lo liberaba de cualquier tontería que fuera a ocasionarle Thanatos.

Se ajustó el cinto de la túnica, recogió el envase de madera y salió de su pequeño mundo para buscar al ser que había capturado su atención desde que al vio por primera vez. Los humanos le eran tan fascinantes y llamativos que, a diferencia del dios de la muerte, prefería conocerlos para darle una opinión si merecían la pena vivir, también podía decirse que él era capaz de dar oportunidades a otros si de verdad lo merecían de modo que le inquietó un poco la razón del porque Hades desplazó a Pandora. No podía ocultar tampoco que esa humana fue de su interés cuando la conoció desde muy pequeña, pero por respeto a su señor nunca intentó algo que ella no quisiera, muy distinto a Thanatos. De modo que el dios del sueño cayó en la inquietud de saber lo que pasaría si Hades se enteraba de aquel incidente, muy seguramente despojaría a su gemelo de su cargo de dios y quizás a él también lo arrastraría a ello por haberse quedado callado.

Empero, el dios rubio se quedó quieto al ver pasar a la humana que había sido causante de su entretenimiento, caminando con temor, pero manteniendo cuidado al llevar a un bebé entre los brazos, felizmente nadie estaba con ella en ese pasillo del templo que Hades se alojaba junto a ellos.

—Debe ser muy abrumador para una humana vivir en dominios del dios Hades—dijo Hypnos causando en la muchacha un ligero susto—, no, no tengo interés de hacerte daño.

—Señor Hypnos—tan solo se inclinó muy sumisa ante la deidad, meció al bebé para que no se despertara—, no estoy abrumada por vivir aquí, únicamente es la situación en que nos encontramos.

—Aquí todos somos seres con algún don, espectros, jueces, dioses, pero tú solo eres una simple e insignificante humana. Tu vida depende de la voluntad del señor Hades—su sonrisa era tan calmada, y ella solo se manifestó tranquila—. ¿Cómo es que lograste venir con nosotros? No eres ninguna clase de espectro, sé que eres leal a la diosa Athena y a la humana Alhena.

—Yo tampoco tengo idea de cómo llegué aquí—contestó serena y tranquila, sin manifestar alguna clase de emoción de la cual ese dios le causara motivo para que la molestara—, pero estoy al servicio del dios Hades, soy su doncella personal y la que debe cuidar del bebé del señor Minos y este pequeño que trajo el señor Radamanthys.

—Un homúnculo, quizás es mejor que te deshagas de ese engendro.

—Su nombre es Gael, y por más que haya sido parte de una atrocidad de experimento, sigue teniendo alma y espíritu—apegó más a su cuerpo el pequeño bebé—; y cuidaré de él aun cuando todos lo vean como si fuera un ser indigno de vivir, si me disculpa, dios Hypnos, los humanos no somos tan crueles como creen. Un bebé lo cambia todo. Un bebé merece una oportunidad de vivir.

Hypnos no podía evitar sentir más curiosidad y eso fue razón que lo llevó a querer tocarla, ni siquiera supo que había en esa chiquilla que le emergía esa sensación de torturar, pero a la vez jugar con su alma. Krista no bajó la mirada, había probado las miradas y gestos de muchos hombres a lo largo de su corta vida, la maldita experiencia de haber sido esclava y vendida como un perro a algunos piratas la llevó a cuidarse de esas miradas y expresiones, pero..., las cosas cambiaron cuando cayó a las manos de Aspros y Deuteros de Géminis, especialmente este último que, si bien las cosas no terminó para bien, aún le dolía en el alma haberlo perdido y nunca ser lo suficientemente valiente para decirle una vez más "te amo y quiero volver a intentarlo"

—Señorita Krista—de pronto, la voz de un varón de mirada burlona y algo sarcástica interrumpió—, señor Hypnos, disculpe la molestia—el dios tan solo enarcó una ceja—. Mi maestro Hades me envió a buscarla, quiere ver a ese bebé cuanto antes.

—Disculpe, me había distraído—sonrió al encogerse de hombros—. Me retiro señor Hypnos.

—Iré a visitarte para que me obsequies un poco de aquel estupendo té.

La chica asintió con cierta inquietud por la mirada algo divertida del dios; siguió en silencio a Aiacos pues la estaba escoltando para encontrarse con aquel ser que le causaba temor, y lo podía confesar de esa manera porque no sabía a lo que se enfrentaría pues desde que despertó en las puertas del Inframundo con todo ese ejercito supo que las iba a tener difícil para sobrevivir porque ya no estaría tratando con Alhena, sino con un ser desconocido y aterrador. Sus ojos miraron con cierta pena al pequeño pelinegro que movía las manitos, su carita tan idéntica a la de Shion le causó mucho dolor por el destino que tal vez le tocaría atravesar, y no esperaba que Hades tuviera piedad por esa criatura.

—Trata de evitar relacionarte con el dios Hypnos—aconsejó Aiacos yendo hacia adelante y mirando discretamente, de vez en cuando, a la chica—; el señor Hades solo te encomendó ser su doncella y cuidar de los bebés. No estás aquí para hacerte amiga de un dios como él.

—Eso no aplica que sea una maleducada y no le salude, señor Aiacos.

—Entonces vas a pasar en otro templo de seguir así.

—Mientras tenga a mi cuidado los bebés de Agasha y Shion estaré bien.

—Eres tan insolente que mi maestro es capaz de cortarte la lengua—bromeó el juez soltando una carcajada, le causaba tanta peculiaridad que esa humana supiera como defenderse con las palabras—; estoy de buen humor así que te seguiré escoltando a cada lugar que vayas. Tómalo como un pago por haber ayudado a Violate y a mi hijo.

Krista meneó la cabeza ocultando la risita. Si bien no era tratada amablemente como lo fue en el Santuario de Athena, no podía mitigar que Aiacos de Garuda era el único hombre al servicio del rey de ese territorio que parecía tolerarla al menos un poco, ya sea para aceptarle el saludo o guiarla por ese gran templo de Hades. No importaba si a veces era cruel o hasta temperamental, él era sincero con su manera de ser y la aceptaba a pesar de todas las torpezas que cometía. A veces, su pareja, también manifestó no despreciarla, especialmente cuando iba a revisar el estado de salud del pequeño Meldric.

—Creo que el señor Hypnos está interesado en saber porque el señor Hades salvó a este pequeño—ella simplemente no ocultaba la sonrisa y los buenos ánimos, más cuando frotó la mejilla del nene contra la suya—; ¿sabe? Yo creo que es Alhena la que hizo todo eso, creo que sus sentimientos han influenciado en él.

—Es mejor que te calles, si alguien te oye diciendo eso, la pasarás muy mal, especialmente si esos gemelos se enteran que piensas en esa idea absurda.

—¿Qué más daño me podría hacer la vida?

—Esto es el infierno y podrías convertirte en el juguete de cualquier espectro por toda la eternidad, así que tu peculiar manera de expresarte lo guardes para ti misma ¿quedó entendido?

Ella suspiró derrotada sabiendo que Aiacos tenía toda la razón de modo que simplemente lo siguió por esos nefastos y silenciosos corredores, al menos él no era tan malvado para reprenderla porque seguramente si otros espectros o Pandora estuvieran oyéndola, a excepción de Violate, sí se hubiera ganado otro golpe. Sin embargo, la chica no fue ajena a esa sensación de inquietud que cada día emergía en su pecho, no estaba segura, pero desde que había arribado a ese reino, los sueños extraños no habían cesado en acosarla y, en alguna oportunidad, deseó husmear más allá de los límites que Pandora y los jueces le advirtieron.

¿Por qué? ¿Qué había en los templos de Minos o tan siquiera en el mundo privado de los dioses gemelos? Sin duda alguna, el lugar que más deseo de curiosidad sentía era por ese sitio donde Hypnos y Thanatos pasaban sus días encerrados. ¿Qué había más allá como para que un alma humana no pudiera tan siquiera ver?, pero sobre todo ¿por qué el dios Hypnos intercambiaba palabras con alguien tan insignificante como ella? Solo era esa pregunta: ¿Por qué?

[***]


Aún le costaba recordar los lugares del Inframundo por lo que tuvo que aguantar el asco y las náuseas al mirar el infierno en que ahora vivía. Las almas que en su momento debían de ser juzgadas abandonaron el lugar y andaban sin rumbo en la superficie, algunas quizás se quedaron en las prisiones que les correspondían, aquel lugar que no deseaba pisar y tampoco Radamanthys se lo permitió porque quizás eso la terminaría volviendo loca.

El lugar aun yacía oscuro, mucho más que otras ocasiones, las luces de los candelabros y antorchas no abastecían a esas horas para iluminar el camino. Ya ni siquiera recordaba cómo era la luz del sol o respirar el aire puro, ni siquiera los Campos Elíseos se salvó de la desgracia de los titanes, apenas el palacio que había allí sobrevivió por lo que Hades seguramente se encerró allí porque ella no podría soportar ese divino lugar, o como él dijo, ningún humano por más que sea el contenedor lograría sobrevivir tanto tiempo.

El aire también emitía esa sensación tan pesada e insoportable.

Se llevó la mano al pecho, sujetó con fuerza el colgante que Hades le entregó más eso no minimizó el dolor que le causaba seguir andando sin saber exactamente como llegar al destino que esperaba. Estaba deseosa de volver al lugar donde por última vez Hades se sentó a investigar.

—¿Mi señor?

De pronto, una voz cansada y ronca la detuvo, se apegó contra la pared sintiendo el cansancio en su cuerpo, supo que nunca debió salir del lugar donde Radamanthys y Hades le ordenaron. Pero el hombre salió de entre las sombras portando aún su surplice, ya lo había visto con anterioridad, más fueron las pocas veces que dialogaron tan...cercanamente.

—Usted no debería estar aquí—se acercó el varón a lo que Alhena estiró la mano por puro instinto—. Soy Kagaho, mi señor, uno de sus leales seguidores.

—Ah, eres tú—suspiró la chica aliviándose que no se diera cuenta que no estaba ante el gran rey. Sonrió por puro compromiso al ver el rostro del joven que se inclinó ante ella—; estos largos pasillos son realmente confusos.

—Usted casi nunca ha salido de su palacio—contestó el juez ayudándola a no perder el equilibrio—; este camino conduce a los estrados de los Templos Malignos que creó en la guerra santa—Alhena no comprendió, había cosas que no sabía y con ello le era difícil interactuar como si nada le sorprendiera—. De hecho, el humano Alone había creado esos lugares para protegerse, ahora mismo estamos en Neptuno.

—Creo recordarlo, mi mente aún sigue en las sombras.

—Es por la humana que ha tomado, y sé que estuvo muy relacionada con los caballeros de Athena.

—Creyendo que era la inútil Athena, mientras que aquí usurpó mi trono el cretino de Zeus, ustedes fueron tan ciegos que ni siquiera se dieron cuenta—la chica se tapó la boca al oírse a sí misma expresarse de esa manera, ¿acaso era otra vez el efecto de ser Hades? Sin tenerlo en su ser, no podía frenar esas sensaciones de querer insultar a quien sea—. Lamento expresarme así, estoy muy agotado.

Kagaho parpadeó un par de veces, pero no dijo absolutamente nada, no era propio que el gran rey Hades se disculpara por soltar cualquier palabra ya sea para bien o para mal, más eso no le permitió cuestionar pues era seguro que la presencia humana de esa chica influenciaba en él. Por otra parte, Alhena se puso muy nerviosa, así sintió el sudor frio que deslizaba por la parte baja de su espalda, Radamanthys le prohibió totalmente hablar con otros de allí si no fuera él quien estuviera presente, pero ese espectro era, de alguna manera, diferente a los demás.

—Estoy seguro que usted no tiene intenciones de castigar a Minos—habló Bennu mirando la delgada y pequeña mano humana que seguía sobre su antebrazo—, pero es lo que la mayoría espera. Un castigo por la muerte de la señora Perséfone.

—¿Y cual hubiera sido tu veredicto, Kagaho?

—Eso no me compete responder, mi señor.

—Minos es un juez muy poderoso, no minimizaré su fuerza por un error que cometió Perséfone—respondió a la vez que acumulaba la calma para no causar más sospechas—. Ya lo han dicho ¿recuerdas?, ella eligió a una humana antes que la curandera del Santuario, y ella murió por culpa de Zeus así que poniendo en la balanza los pro y contra, Minos y esa humana fueron víctimas de la estupidez de otros.

—No soy quién para refutarle.

Era un punto lógico para Kagaho, así como el hecho de que Hades se mantuviera sereno pues no recordaba que fuera un dios que manifestara sus sentimientos por su diosa de modo que si él accedió a tomar otras medidas entonces estaba en todo su derecho y deseo; así ambos caminaron hacia la salida del templo, el espectro de postró ante la chica, la cual llevó las manos hacia la nariz y la boca conteniendo el olor repugnante que percibió.

—Es natural que se sienta así, el humano Alone también le costó adaptarse a este ambiente cuando salió de Neptuno.

—Necesito que me lleves al castillo de Minos.

—Pero deseo pedirle algo, si no es mucha molestia—Alhena enarcó una ceja, pero asintió—; permítame estar a su lado para protegerlo, en las condiciones que se halla Minos es posible que tenga la osadía de ofenderlo.

—Minos es tan solo un niño en medio de un berrinche.

—Los niños también atentan contra sus padres.

Alhena frunció el ceño no sabiendo lo que en realidad quería Kagaho. ¿Es que acaso la estaba poniendo a prueba? ¿Se había dado cuenta que era ella y no Hades? Sin Radamanthys que la proteja era claro que estaba a merced de cualquiera que deseara saber la verdad, porque hasta donde su rubio representante le comentó, Hades jamás pensaba dos veces para destruir la vida de alguien aun así por puro capricho.

No. No podía ponerse en plan de paranoica así que mantuvo su perfil serio a pesar de las grandes ganas de vomitar.

—No te interpondrás, ni refutarás mucho menos dirás nada de lo que veas en Ptolomea ¿lo entiendes, Kagaho? —él asintió poniéndose de pie a la vez que le ofrecía la mano—. Partamos antes de que los dioses gemelos vuelvan a exigirme un juicio.

El espectro asintió y junto a ella se teletransportaron hacia los dominios de Minos, donde dos grandes estatuas de Grifos parecían custodiar las enormes puertas que, en esos momentos, yacían cerradas, casi parecía a la casa de Géminis. La chica se tocó el pecho de solo recordar ese término y con ella la trágica sensación que vivía desde que estaba en el Inframundo, pero no era momento de volver a llorar por lo sucedido y menos aún ante un espectro, de modo que las puertas se abrieron tan solo al sentir su presencia como las veces que había ido a visitar a su exjuez, Kagaho la acompañó en sumo silencio, no había ni siquiera una monja oscura o alguien que atendiera el palacio, únicamente un silencio descomunal se extendió por todo el lugar.

Alhena movió los dedos en señal de que la siguiera, conocía ya el camino así que se dirigió hasta el único lugar donde podía hallarse Minos, pero no estuvo lista para asimilar lo que vio tras abrir las puertas de ese lugar donde el albino pasaba su encierro. Inmediatamente el látigo se desenredó de su brazo al quedar de pie, mirando todo ese pequeño jardín completamente desecho, ese escenario que tal vez fue testigo de alguna batalla que ni siquiera sintió, pero más llamó su atención ver a Minos tirado sobre los escombros con heridas considerables.

—Minos—llamó Alhena corriendo hacia él, se postró al suelo e inmediatamente lo movió para ver que su rostro impasible y orgulloso yacía con manchas de sangre, su torso desnudo poseía múltiples cortes, y apenas los pantalones podían cubrir su intimidad—. ¿Qué has hecho? —cuestionó al poner sus dedos sobre el cuello del hombre para saber si tenía aún pulso.

—Han querido arrancarle el corazón—dijo Kagaho al ver la macha negra y la herida que estaba marcada en el pecho del albino—, los cortes parece haber sido dado por lanzas u objetos de los repugnantes Skeletons.

—Minos, Minos—Alhena lo movió lentamente, pero él no parecía reaccionar—. Despierta, Minos.

—Es inútil mi señor—el espectro frunció ligeramente el ceño al ver una ligera mordedura en la comisura de esos delgados labios—. Al parecer, robaron el alma de Minos.

—¿Robar su alma? ¿Quién haría algo así cuando di orden de que yo reprendería a Minos?

—No tengo idea, no conozco los poderes de todos sus siervos, maestro.

—Llama a Radamanthys y Pandora, ahora mismo—ordenó la chica manifestando un enojo que Kagaho percató tan solo al sentirla emanar ese cosmos abrumador—. ¡Obedece!

El tono con el que le ordenó causó inquietud en el joven que salió aprisa de esa sala para cumplir el recado del cual suponía era su amo. Mientras Alhena trató de aguantar el gemido de pena, al menos con él había compartido más tiempo que sabía que estaba sufriendo por algo que no era su culpa, oyó en algunas ocasiones su alma triste.

—Minos, Minos—lo estrechó a su pecho, besó su frente y no pudo evitar llorar—. ¿Quién te ha lastimado de esta manera? No puedes rendirte ahora, tienes una hermosa niña a la cual proteger, ¿acaso no cumplirás tu promesa que le hiciste a Agasha?

—A-Agasha—lo oyó balbucear, casi un susurro, pero lo suficiente para captar el nombre—A-Agasha.

—Si Minos, levántate por ella, si de verdad la amaste entonces despierta.

Los ojos del albino apenas se abrieron para contemplar la cara llorona de la chica que estaba tan apegado a él, con lo poco que podía ver logró contemplar esos ojos que, a pesar de los oscuros que se notaban, existía un brillo de vida en ellos.

—Al-Alhena—musitó tratando de estirar la mano para tocarle la mejilla—. No te-tengo fu-fuerzas.

—Calla, ahora mismo te llevaré a tu habitación y te compartiré del cosmos de Hades.

—Es-estúpida.

Una ligera sonrisa se manifestó en el ensangrentado rostro del juez por lo que ella tuvo temor, sus manos le temblaron al verlo cerrar completamente los ojos y no pudo evitar abrazarlo. Muchos odiaban a Minos por lo sucedido, pero ella jamás tuvo deseos malos contra él, hasta pensó en algún punto de su vida que quizás era el único juez que realmente se vio afectado por el sentimiento más puro y humano: El amor.

.

.

.

Antes que me de el Covid (sí, ando mal de salud) les dejo el capítulo correspondiente. Espero sea de su agrado y pues nada más que ya en mi IG coloqué portadas para ese especial hot que pedían asi que si gustan me pueden ayudar a elegir la portada.

Gracias a todas por leerme, de verdad, me hace sentir bastante bien sus comentarios/teorias en momentos tan fregados en que pasamos (sí, mi país está aun paso de irse al Meikai XD)  Trataré de responder sus dudas.

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