Sin ver atrás ✔ (EN LIBRERÍAS)

Galing kay CMStrongville

8.9M 570K 110K

Está historia se encuentra publicada con Nova Casa Editorial. --- Kara tiene un pasado del que no se siente m... Higit pa

Publicación con editorial
SINOPSIS
_EPÍGRAFE_
PRÓLOGO
01 [Inédito]
02 [Inédito]
03 [Editado]
04 [Editado]
05 [Editado]
06 [Editado]
07 [Editado]
08 [Editado]
09 [Editado]
10 [Editado]
11 [Editado]
13 [Editado]
14 [Editado]
15 [Editado]
16 [Editado]
17 [Editado]
18 [Editado]
18 [Plus]
19 [Editado]
20 [Editado]
21 [Editado]
22 [Editado]
23 [Editado]
24 [Editado]
25 [Editado]
26 [Editado]
27 [Editado]
28 [Editado]
29 [Editado]
30 [Editado]
31 [Editado]
32 [Editado]
33 [Editado]
Epílogo
EXTRA

12 [Editado]

213K 14.4K 1.9K
Galing kay CMStrongville

OWEN

Vi cómo Kara inhalaba profundo y luego exhalaba con lentitud. Parecía... nerviosa, supongo. Pero yo me quedé en cuclillas frente a ella, que estaba sentada en la taza del baño, esperando a que me dijera lo que había pasado, que me contara qué le había ocasionado esa fea herida.

—Hoy fui a la universidad a hablar con la rectora —comenzó. Sus mejillas enrojecieron de vergüenza. Ella sabía que yo estaba enterado de lo que había pasado y parecía estar arrepentida—, después de eso no me sentí muy bien que digamos y decidí no entrar a tu clase. Yo...

—¿Te sentías mal? —la interrumpí. Kara asintió sin dejar de mirar los azulejos que cubrían el piso.

—Sí, pero no... No como tú crees; no físicamente. Era algo más, como si mi conciencia estuviera molestándome, diciéndome que lo que había hecho no estuvo bien. No creía poder mirarte durante toda la clase sin sentirme peor, por eso decidí irme al gimnasio y despejar mi cabeza un poco. Nadar siempre me ha relajado y pensé... Bueno, imaginé que me ayudaría a aclarar la mente o algo parecido. —Elevó sus tristes ojos y los fijó en los míos—. Perdóname, Owen. No sé por qué hice lo que hice —susurró.

De verdad se escuchaba arrepentida o, mejor dicho, culpable. Aunque deseaba creerle, no podía perdonarla tan fácil por eso. Había puesto en juego mi trabajo, el único que tenía, y ella debía saber lo difícil que era conseguir uno bajo la situación económica tan fea en la que vivíamos, pero no le había importado.

Sacudí la cabeza y fue mi turno de desviar la mirada al suelo.

—Sigue —pedí. Solo unos segundos pasaron en silencio antes de que comenzara a hablar de nuevo.

—Entonces fui al gimnasio, pero... no desayuné antes —admitió. Le lancé una mirada de reproche al escuchar aquello, pero ella hizo como si no la hubiera visto—. No tenía hambre. Nadé unas horas, o minutos, no estoy segura, y cuando salí después de haberme cambiado, comencé a sentirme demasiado cansada. Me mareé, sentía que me iba a caer en cualquier momento... y eso fue lo que pasó. Me desvanecí. Por fortuna estaba conversando con Dan antes de desmayarme y fue él quien me llevó al extraño intento de enfermería que tienen en el gimnasio.

—¿Hay una enfermería? —pregunté asombrado. Casi cuatro años yendo a ese lugar y ni siquiera sabía que tenían una de esas. Kara sonrió e hizo una mueca de dolor al mismo tiempo. Llevó su mano a su frente, pero la detuve antes de que pudiera tocarla y la coloqué sobre su regazo de nuevo—. No la toques —solicité. Ella parpadeó confundida por mi orden.

—Mmm... Sí. Yo no lo sabía tampoco, pero apenas llevo tres días, así que no puedo decirte que me haya sorprendido.

—Bueno, a mí sí —admití—. Llevo cuatro años ahí y jamás había escuchado sobre un minihospital en las instalaciones.

Una pequeñísima sonrisa tiró de sus labios al escucharme y sus ojos bajaron de nuevo a su regazo. Seguí su mirada al punto donde estaba clavada y observé que todavía no soltaba su mano desde que la había desviado de tocar la herida en su frente. Como si sujetarla quemara, quité mi mano y me puse de pie en un intento por poner más distancia entre nosotros.

—Uh, ya está desinfectada, solo es cuestión de ponerte una pomada y gasa. ¿Tienes algo de eso aquí? —inquirí nervioso con voz insegura y algo brusca.

¿Por qué me había puesto así su contacto? Solo era una mano que había estado sosteniendo. Una suave, pequeña y delicada mano, pero al fin y al cabo nada del otro mundo.

Kara asintió y señaló un pequeño mueble blanco detrás de mí.

—La caja azul tiene varias cosas que pueden servir —dijo. Asintiendo, me di media vuelta y comencé a hurgar dentro de la pequeña caja. Tampones, toallas sanitarias, pastillas anticonceptivas... ¿crema antiverrugas? Hice una cara de asco y solté el tubo como si quemara. Parecía más un kit de emergencias femenino que un botiquín médico.

—¿Kara? No encuentro nada que... Uh, pueda servirte para... el golpe —dije vacilante después de revisar dos veces el contenido para asegurarme de que no se me pasaba nada.

—¿Qué? Pero si yo... ¡Esa caja no! Dios, Owen. Era la azul, no la verde. —Giré mi rostro para verla cubriendo sus mejillas enrojecidas con las manos y sus ojos abiertos con horror. Quise sonreír por su evidente vergüenza, pero preferí no hacerlo. Hasta yo me había avergonzado al ver lo que guardaba ahí.

—Oh, lo siento. —Saqué la otra caja azul (porque yo las miraba del mismo color) y rebusqué en ella hasta encontrar lo que quería. Alcohol, bolas de algodón, pomada y gasas—. Ahora siéntate de nuevo para poder ponerte esto —exigí esquivando su mirada.

¿Crema antiverrugas? Seguía sin poder creerlo.

Ella obedeció; tomó asiento en el váter y luego comencé a limpiar la herida con alcohol, ya que agua y jabón no eran suficiente y lo sabía. Ignoré sus quejas y protestas y pronto me encontré aplicándole la pomada con suavidad. No quería lastimarla después de todo. La esparcí por toda su frente, ceja y parte del cuero cabelludo sin pronunciar palabra, antes de colocar una gasa y asegurarla con un poco de cinta blanca.

—La crema no es mía —confesó rompiendo el silencio una vez que terminé de poner todo en su lugar. Me alejé un poco para poder ver su rostro que seguía colorado y sonreí elevando las cejas.

—No importa.

—Pero no es mía, de verdad. Es de una... Eh... Compañera del trabajo. Modelo, quiero decir, no camarera. Me pidió que se la guardara porque no quería que su novio se enterara y que...

—Kara, ya. Está bien, de verdad —dije riendo para cortar su diatriba. No sabía por qué trataba de convencerme de que no era suya—. No me importa si es tuya o no. No me importa de quién sea, ¿sí? Así que para el discurso.

Su rostro cayó. Asintió poniéndose de pie y dándome la espalda.

—Lo siento. Yo... Uhm, gracias. Por curarme y eso.

—No hay de qué.

—Creo que me empezaré a cambiar para irme al trabajo ahora. Eh... Gracias otra vez —dijo en voz baja.

No entendía el porqué de su repentino cambio de humor, pero supuse que fue por haberle dicho de una manera tan cortante que no me interesaba saber quién era la propietaria de la crema escalofriante.

—De acuerdo —solté dubitativo, un poco arrepentido de la manera dura en la que la había cortado—. Estoy al lado por si necesitas cualquier cosa, ya sabes. Lo digo en serio —esta vez mi tono fue suave.

—Sí, gracias.

—Ya deja de agradecerme, no fue nada. —Abrí la puerta del baño y di dos pasos fuera antes de asomar mi cabeza por la puerta y ver a Kara recargada en la pared; su rostro inclinado hacia arriba y sus ojos cerrados—. Y no te olvides de comer algo.

Sus ojos se abrieron con sorpresa y sentí una punzada de algo desconocido al verlos irritados por lágrimas contenidas. Ella trató de esconderse, pero ya era tarde para hacerlo. Ya la había visto con los muros abajo.

—Sí, claro.

Dio un paso adelante y sacudió su corto pantalón negro. Quiso pasar a mi lado para poder salir del baño, pero la detuve colocando una mano sobre su codo. Se giró a verme con la duda pintada por todo su rostro.

«Solo vete, Owen. Ya has hecho demasiado aquí», me dije. Pero había algo en las reacciones de Kara que me hacían creer que su vida no era tan fácil como había pensado en un principio.

¿Por qué solo un puñado de palabras podía lograr que reaccionara así? Yo la había conocido cuando tenía puesta una coraza de acero que la protegía de todas las palabras hirientes, insultos y puñaladas por la espalda de sus supuestas amigas. ¿Por qué había cambiado eso? ¿Por qué ahora?

Suspirando, alivié un poco en el agarre de su brazo, pero no la solté.

—Yo... lo siento. No quería hacerte sentir mal, herirte u ofenderte. Perdóname si eso fue lo que hice. No sé por qué... Yo solo... Lo siento —me disculpé. Las palabras se agolpaban en mi cabeza, pero no podía encontrar las correctas, por lo que mi disculpa terminó sonando rara, forzada.

Kara escuchó con atención lo que decía, y de repente su rostro se transformó. Su mirada cambió con rapidez de confusión a... nada. Su expresión se cerró en banda y ya no fue posible para mí saber lo que ella estaba sintiendo.

«Esa es la Kara que conozco».

—No sé por qué pides perdón, Owen. No me has ofendido y mucho menos me has herido. No sé de dónde sacas esas tonterías. Ahora, si me disculpas, tengo que cambiarme para ir al trabajo. —Se soltó de mi agarre y elevó la barbilla antes de pasar frente a mí.

Sin querer decir nada más, asentí a pesar de que ella no podía verme, di media vuelta y salí de su lugar para entrar al mío. Me dirigí a mi habitación, donde comencé a guardar las cosas que usaría en el gimnasio en una pequeña maleta. Necesitaba liberar todo este peso que tenía instalado encima y no había mejor manera de hacerlo que boxeando o levantando pesas.

Pocos minutos después, bajé las escaleras del complejo y me dirigí al estacionamiento. Arrojé mi mochila en el asiento del pasajero de mi auto y lo encendí antes de salir del aparcamiento con rumbo al único lugar donde podía relajarme: mi amado santuario, el gimnasio. El trayecto no duró mucho tiempo, en unos pocos minutos ya me encontraba bajando de mi coche y entrando al gimnasio donde Dan rápidamente me abordó.

—Hola, Owen. ¿Por casualidad no has visto a Kara? —preguntó. Parecía estar preocupado y podía notar algo parecido al arrepentimiento en él.

—Sí. De hecho, vengo de su departamento. ¿Por qué?

—Es que... —Rascó su nuca, nervioso, y desvió la mirada a los chicos que levantaban pesas detrás de mí—. Digamos que la cagué con ella. Le dije muchas cosas sin pensar antes y ella se molestó, y con toda la razón del mundo. La juzgué sin saber en realidad lo que pasaba y yo solo... quiero disculparme con ella, ¿sabes? Me agrada y no quiero que algo tan tonto y sin sentido me quite la oportunidad de conocerla mejor —concluyó.

Lo miré por lo que pareció una eternidad, sopesando sus palabras, sin embargo, no sabía qué decirle. No sabía qué era lo que quería de mí, por qué me decía esto.

Y, sobre todo: ¿Qué le había dicho a Kara?

—¿Y quieres que yo...?

—Bueno, sería de gran ayuda si me dijeras dónde vive —explicó. Yo me reí y sacudí la cabeza.

—No me quiero meter en problemas con ella. Si tú metiste la pata, entonces arréglalo solo. Espera a que venga al gimnasio o yo qué sé, pero no me metas a mí en esto que ya estoy en su lista negra. —Acomodé la mochila sobre mi hombro, escaneé que no hubiera nadie a nuestro alrededor y luego me acerqué un poco más a él—. ¿Puedo...? Quiero decir, ¿se puede saber qué es lo que pasó para que la molestaras? —inquirí, la curiosidad pudiendo conmigo. Dan resopló y pasó una mano por su rostro.

—No sé si sabes que sufrió un desmayo hoy. —Asentí—. Bueno, fue porque no comió nada y yo pensé que... Pues, que era anoréxica o algo así, después de todo es una modelo. —Volví a asentir para que supiera que prestaba atención a sus palabras. Dan tomó una profunda respiración y la soltó en un lento suspiro—. Yo... no sé qué es lo que está pasando, las circunstancias que la rodean, pero no parecen ser muy bonitas. La acusé de ser una vanidosa y ser igual a las demás en su oficio —explicó resoplando.

Hubieras visto su rostro, Owen. Fue como si la hubiera abofeteado o algo peor. No sé por qué no comió, no sé por qué reaccionó así, pero sí sé que su vida no es fácil. Solo ver sus ojos... Dios, tengo ganas de golpearme a mí mismo por la mirada que puse en su rostro.

Dan sacudió su cabeza y yo me quedé pensando en lo que me había contado sobre Kara. Ella me había dicho que no había tenido hambre, pero al parecer Dan pensaba que era por otra situación diferente. ¿Acaso estaba enferma? ¿No tenía tiempo? ¿No tenía dinero? Había tantas opciones y era difícil escoger solo una como la correcta.

—Eh, bueno yo... Si quieres puedo hablar con ella. No es que seamos buenos amigos o algo así, pero es mi vecina y alumna, algo debo de poder hacer por ti —ofrecí. Dan asintió ante mi oferta y se relajó visiblemente.

—Me harías un gran favor. Gracias, amigo.

—No hay de qué. —Le mostré una sonrisa y me dirigí a cambiarme antes de ir a mi casillero para dejar mis cosas. Mientras hacía mi calentamiento, mis pensamientos divagaron por muchos temas. Kara. Lena. La universidad. Mis padres.

Tenía que ir a visitarlos, no quería ser un hijo malagradecido, pero tampoco quería exponerme a sus preguntas y a que quisieran presentarme a otra candidata para novia. Bastante vergüenza había pasado la primera vez. Solo recordar el feo incidente hacía que mi carne se pusiera de gallina.

Me encontraba bastante concentrado levantando una barra demasiado pesada, que no noté el cuerpo que se acercaba a mí.

—Hola, tú.

Levanté mi mirada a la persona que proyectaba una sombra sobre mí y sonreí, dejando la barra sobre su soporte. Me puse de pie y sequé mi sudor con una toalla que tenía a mi alcance.

—Marien, ¿cómo estás? —Me encontraba sorprendido de verla ahí teniendo en cuenta que no la miraba desde hacía dos años atrás. Cuando terminó conmigo.

La pequeña y linda rubia se encogió de hombros y me mostró una sonrisa tímida.

—No me quejo. ¿Cómo estás tú?

—Bien —murmuré. No sabía qué más decir. Había tantas cosas que quería confesarle...

Nos quedamos un momento en silencio, la tensión instalándose entre nosotros por la última vez que nos habíamos visto, antes de que me animara a dar un paso adelante y abrazarla estrechamente contra mi pecho, casi con desesperación. Ella me devolvió el abrazo sin importarle la humedad en mi piel y yo suspiré, contento por tenerla otra vez así de cerca.

Joder, cómo la había extrañado.


Instagram: cmstrongville
Twitter: cmstrongville
Grupo en fb: Leyendo a Cee

Ipagpatuloy ang Pagbabasa

Magugustuhan mo rin

3.9K 335 13
«Él le enseñará a rezar y ella a pecar. ¿Quién aprenderá primero?» *** «Dime qué quieres y te lo daré» «Déjame tocarte, déjame darte placer, déjame e...
8.5K 906 7
🫐🌪️🥇❙ ❛ cause i don't want you like a best friend. only bought this dress so ...
357K 30K 46
Acusado de numerosos crímenes y homicidios, Justin Bieber deberá contarle a su abogado la historia detrás de los hechos que lo condenaron a prisión...
19.8M 1.4M 58
Las imprudencias se pagan y eso es algo que, por desgracia, Alex sabe muy bien... Un hombre atormentado por una mala decisión, una promesa cada día m...