pogues [jj.m.]

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Un grupo de adolescentes de Outer Banks (Carolina del Norte) descubre un secreto que desencadena una serie de... More

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preface
i. pogues' life
ii. agatha
iii. the grady white
iv. barrel party
v. the compass
vi. the rooster
vii. redfield's lighthouse
viii. bird
ix. the dronne
x. the royal merchant
xii. midsummers
xiii. parcel nine
xiv. ¿friends?
xv. treasure hunt
xvi. open wounds
xvii. unsaid anne
xviii. we all have problems
xix. guilty
xx. be still
xxi. i understand
xxii. the phantom
xxiii. pogue style
xxiv. broken
epilogue
dear reader
¡Season 2 baby!

xi. jj maybank

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For once, I'm going to tell the truth


Anne

Después de la pelea Pogues contra Kooks y de que Kiara prendiera fuego al proyector, decidimos salir de allí cuanto antes para que no cayera sobre nosotros la culpa por lo que acababa de suceder. Así, Kie se encargó de acercar al malherido de Pope a su casa mientras que yo convencí a JJ para que se viniera conmigo. Al menos para que se limpiara un poco las heridas, ya que dudo mucho que a su padre le hiciera especial gracia verlo entrar por la puerta con esas pintas. Finalmente acabó cediendo y aquí estamos, delante de la puerta de mi casa.

— Vale —le dije, ayudándolo a sentarse en las escaleras de la entrada— Quédate aquí. Tía Lydia tiene el sueño muy ligero y, por muy bien que le caigas, si te pilla en casa a estas horas estamos muertos. Los dos —advertí, apuntándolo con el dedo— Voy a por el botiquín, así que no te muevas. Vengo ahora mismo.

— Oído cocina —me contestó.

Abrí la puerta principal lo más lentamente posible que pude para intentar no hacer demasiado ruido. A continuación, me dispuse a subir las escaleras hasta llegar al baño de mi habitación, donde guardaba un botiquín de emergencias para estos casos. No es la primera vez que los Pogues terminamos en una pelea. Tras encontrarlo, me dirigí nuevamente a las escaleras para bajar, pero al pasar por la habitación de tía Lydia, decidí cerciorarme de que aún no se había despertado, así que asomé mi cabeza por el marco de la puerta para comprobar que, efectivamente, seguía durmiendo como un tronco. Aunque lo que me llamó la atención era que tenía un montón de papeles esparcidos por la cama. Lo más seguro es que fueran documentos relacionados con el banco y el préstamo, como siempre.  Finalmente, salí fuera y me senté al lado de JJ mientras abría el botiquín y comenzaba a sacar el alcohol y las gasas sin emitir palabra alguna.

Estaba pensando en nuestra forma de vida, basada en la pura supervivencia, y lo genial que sería que, por una vez en nuestra puñetera vida de Pogues, no saliera algo bien. Como por ejemplo, conseguir encontrar el oro.

— Ann —me llamó JJ, provocando que volviera al mundo real— ¿Estás bien?

— Sí, no es nada —le contesté mientras comenzaba a limpiarle las heridas de la cara— Dios, estás hecho un cuadro —me burlé.

— Esos cabrones siempre se salen con la suya —comenzó a decir, bastante cabreado— Primero os atacan a ti y a Pope, y ahora esto. Tienen que pagar.

— Al final este tipo de gente acaba teniendo su merecido —dije.

— ¿Gente forrada y poderosa? —hizo una mueca ante el escozor del alcohol contra la herida de su labio— No me hagas reír Ann, ni tú eres tan ingenua.

La verdad es que tenía toda la razón. Desgraciadamente, el mundo en el vivimos no es justo: en el momento en el que sueltas unos cuantos billetes a las personas adecuadas, puedes sentirte libre y capaz de hacer cualquier cosa sin pagar las consecuencias. Al final, siempre seremos los Pogues los que paguemos los platos rotos de los Kooks.

— Es cierto —coincidí— Y pensar que tengo que tocar en su estúpida fiesta... —me quejé, pasándome las manos por la cara en señal de desesperación.

— Anda, si los vas a dejar a todos con la boca abierta —comentó JJ— Pero sí, la verdad que ya me jodería ser el mono de feria de ese puñado de Kooks.

— ¡Oye, a mi no me llames mono! —me quejé, a lo que JJ soltó una buena carcajada, la cual duró más bien poco para ser sustituida por una mueca de dolor— Anda, estate quieto y déjame curarte eso.

A partir de ahí la conversación cesó para concentrarme en mis deberes de enfermera, escuchando de vez en cuando los grititos de JJ a causa de dolor. Quejica.

Después de unos minutos, conseguí terminar y comencé a guardar las cosas, momento en el que la calma de la noche se vio perturbada por la persona sentada a mi lado.

— ¿Qué tal está tu tía? —preguntó de repente, a lo que yo lo miré sorprendida.

— ¿A qué viene esa pregunta? —pregunté de vuelta. Él simplemente se encogió de hombros, así que me di por vencida— Está bien, supongo. Ya sabes que no nos va mucho eso de hablar entre nosotras —respondí, a lo que JJ se limitó a asentir.

— Es dura de roer. Al igual que tú —lo miré y sonreí en señal de agradecimiento. A veces me sorprendía la capacidad de JJ para encontrar las palabras exactas para reconfortarme, aún sin ser consciente de ello— Todo pasará, ya lo verás.

— ¿Prometido? —pregunté mientras alzaba mi dedo meñique.

— Prometido —contestó, enlazando su dedo meñique con el mío para, a continuación, echarnos a reír por lo infantiles que estábamos siendo.

A pesar de lo idiota que pueda sonar, era lo que necesitaba para aguantar un día más. Por mi tía, por el Bora y por los Pogues. Además, gracias a la actuación en la Fiesta Estival, podemos conseguir el dinero suficiente para quitarnos al banco de encima, o al menos de momento. No está todo tan perdido.

— Gracias por todo —susurré, apoyando mi cabeza en su hombro mientras JJ dejaba caer la suya encima de la mia.





****

Al día siguiente, en cuanto me desperté, tomé un rápido desayuno para dirigirme a Heyward y comprobar qué tal estaba Pope, tal y como había acordado con JJ ayer antes de que se marchara. Para nuestra sorpresa, no fuimos los únicos en tener esa idea, ya que Kiara también había decidido pasarse. La verdad era que nos preocupaba nuestro amigo. Entre el tema de la beca, el tesoro y ahora Rafe y su séquito de imbéciles molestándolo, el pobre estaba más estresado de lo normal. Y con razón. Así que lo único que podíamos hacer, como amigos que somos, era estar ahí para él e intentar animarlo.

— No te comas el coco tío —decía JJ mientras jugaba con una lata en su mano. Se podía apreciar una herida bastante fea en su labio, como recordatorio de lo que pasó anoche— Éramos dos contra tres. Es típico de los Kooks.

— ¿Ah sí? —preguntó Kie sarcásticamente.

— ¿Cómo te dio por darle un cabezazo? —siguió JJ.

— Sí. Una lástima haberme perdido eso —comenté.

— Yo que sé tíos. Actué por instinto, ¿vale? —contestó Pope. Se le notaba cansado.

— Normal —dijo Kiara.

— Me vi acorralado —siguió diciendo Pope, pero nuestra conversación se vio interrumpida por su padre.

— Hey, Pope. Alguien viene a verte —dijo, a lo que los cuatro nos miramos bastante extrañados. ¿Quién era? Espero que no sean Rafe o Topper porque juro que los saco a patadas de aquí.

Lo que no me esperaba, ni yo ni ninguno de nosotros, era ver entrar por la puerta al oficial Gary.

— Buenas tardes agente —saludé, intentando ser educada.

— Traigo una orden de detención por un delito grave de destrucción de la propiedad —dijo, provocando que Pope se girara para mirarnos a JJ y a mi con clara preocupación plasmada en su rostro.

— ¿Cómo? —se sorprendió Kiara. Claro, no tenía ni idea de nada.

— Las manos sobre el mostrador, donde pueda verlas —siguió diciéndole el oficial a Pope, quien cumplió con la orden y extendió sus manos sobre la superficie, permitiendo que Gary le esposara. Pero yo no podía permitir eso.

— Alto, alto —comencé a decir, intentando alejar al oficial de Pope, pero evidentemente el tenía más fuerza que yo y no estaba dando resultado alguno.

— Usted apártese, señorita —me dijo intentando ser educado, pero se notaba que estábamos comenzando a sacarlo de quicio, así que simplemente me apartó para comenzar a llevarse a Pope fuera del local.

— ¿Qué ha hecho? —le preguntó Heyward al oficial, muy confundido con que su hijo, una persona que nunca se mete en líos, esté siendo arrestado frente a sus ojos.

— Échele un vistazo a la orden —contestó simplemente, queriendo salir de allí con Pope cuanto antes. Pero no le íbamos a dar el gusto de llevárselo sin pelear.

El camino hacia la salida parecía durar una eternidad. Kiara, Heyward, JJ y yo íbamos detrás de Gary gritándole todo tipo de insultos y de súplicas para que soltara a Pope, quien parecía estar en estado de shock, asimilando lo que estaba ocurriendo. Incluso JJ intentó arremeter contra el oficial para ganar algo de tiempo, pero no salió bien.

— ¡No puede llevárselo así sin más! —grité. Estábamos a escasos metros del coche patrulla.

— Por favor, agente —suplicaba su padre— No se lo lleve y hablemos las cosas.

— Si quieren hablar, les sugiero que llamen a un abogado —sentenció Gary. Hijo de puta.

Cuando ya parecía que nada iba a funcionar, que Pope sería llevado a comisaría y que perdería su beca en cuanto el programa se enterase de lo que había ocurrido, ocurrió algo que ninguno de los allí presentes vimos venir.

— ¡No fue él! —todos los ojos se clavaron en JJ— Fui yo.

Me quedé de piedra, ¿qué cojones está haciendo?

— Intentó que no lo hiciera —prosiguió, acercándose a Gary— pero estaba cabreado porque a él y a Anne le acababan de dar una paliza, y estoy tan harto de esos cabrones de Figure Eight que se me fue la olla —a continuación, miró a Pope para dirigirse a él— No puedo dejar que cargues con la culpa, tienes mucho que perder.

— JJ, ¿qué estás haciendo? —le dije, no dando crédito a que estuviera haciendo esto. Joder, yo tampoco quiero que Pope termine entre rejas, pero esta no es la solución, sobre todo si tenemos en cuenta el largo historial delictivo de JJ.

— Decir la verdad —me contestó, con una sonrisa que expresaba de todo menos alegría— Por una vez en mi vida, voy a decir la verdad —yo no sabía qué decir o qué hacer. Parecía que habían clavado mis pies en el suelo. Tras eso, se dirigió nuevamente al oficial— Le cogí el barco a su padre.

— ¿Qué me estás contando? —intervino Heyward. No sé si cabreado porque se estaba creyendo la historia o sorprendido porque no estaba dando crédito.

— JJ, ya vale —intenté convencerle de nuevo.

— ¡Cállate Anne! —me gritó, a lo que yo enmudecí. Sabe que odio que me griten, especialmente él, y parece que se dio cuenta de su error— Por favor, cállate —me repitió, esta vez más calmado. Ahí me di cuenta de que no tenía nada que hacer, que ya había tomado su decisión— Es un buen chico — dijo, mirando al oficial mientras señalaba a Pope— Y a mi ya me conoce.

— Sí... —respondió Gary. Parecía que sus palabras le estaban convenciendo.

— Fue cosa mía —siguió insistiendo JJ.

— ¿Es la verdad? —le preguntó el oficial a Pope, quien no había abierto la boca en ningún momento. Estaba totalmente petrificado y asustado.

Di que no, di que no, di que no.

— Es la verdad, lo juro por dios —contestó JJ en su lugar.

— Ya sé tu opinión. Le pregunto a Pope —sentenció Gary, haciendo que todas las miradas quedaran clavadas en nuestro amigo.

Di que no, di que no, di que no.

— Emm... —comenzó, sin tener muy claro si decir la verdad y perder la beca o si mentir y cargar con el marrón a su amigo. Finalmente, eligió la opción más sencilla. Para él— Sí, es la verdad.

A continuación, todo pasó demasiado deprisa. O al menos bajo mi punto de vista. Cuando me quise dar cuenta e impedir que se llevaran a JJ, este ya estaba dentro del coche y Gary se estaba subiendo en el asiento del conductor para llevarlo a comisaría. Así que corrí hacia el vehículo y comencé a darle golpes.

— ¡No, no, no! —gritaba— ¡No es verdad!¡No puede llevárselo!¡Es inocente! —pero nada evitó que el coche arrancara, provocando que me apartara de él para no salir lastimada.

— Pope... —le llamó su padre, haciendo que me girara a observarlo. El pobre estaba hecho polvo, tirándose de los pelos.

— Pope, ¿qué has hecho? —dije, mirándolo con una mueca de tristeza plasmada en mi rostro. Sé que no estaba pensando con claridad y que se arrepiente más que nadie de lo que acaba de hacer. Por eso no estoy enfadada. Pero me decepciona bastante ver cómo ha dejado que nuestro amigo se sacrificara de esa manera.

— ¡Mierda! —estalló Pope, dándole una fuerte patada a uno de los contenedores.

No podía creer lo que acababa de pasar. Parecía que salíamos de un problema para adentrarnos en otro aún peor, y la verdad es que el optimismo que pareció embriagarme la noche anterior comenzaba a disiparse poco a poco. Por lo visto, un Pogue siempre va a ser un Pogue: lo último de la cadena alimentaria.

En cuanto recobré un poco la compostura y mi cerebro dejó de ir a mil por hora, eché a correr en dirección a la comisaría, dejando que Kiara y Heyward se encargaran de tranquilizar a Pope. Yo tenía que comprobar que JJ estaba bien. El muy imbécil iba a acabar matándome de un disgusto un día de estos.






****

Tardé alrededor de casi media hora, pero ahí estaba, frente a la puerta de la comisaría intentando recuperar el aliento. Definitivamente tenía que aceptar la invitación de Kiara de ir juntas al gimnasio, porque doy bastante pena ahora mismo. Sacudí mi cabeza para eliminar esos pensamientos y centrarme en el presente. Así, me decidí a entrar y me acerqué a la recepción.

— Hola, buenos días. Soy Anne Sink y estoy buscando a JJ Maybank —le dije a la policía que se encontraba allí.

— ¿El pequeño Maybank? —preguntó, a lo que yo simplemente asentí— Está siendo interrogado por la oficial Peterkin, así que no puedes verlo por el momento. Puedes sentarte ahí a esperar —dijo, señalando las sillas que se encontraban a mi espalda.

Sabía que no iba a servir de nada si me ponía ahora a discutir o no con ella sobre la legalidad de estar interrogando a un menor sin un adulto delante, así que por una vez en mi vida decidí comportarme y hacer lo que me sugirió. Me senté con los brazos cruzados esperando a que la puerta del despacho de Peterkin se abriera de un momento a otro, lo que ocurrió minutos más tarde.

— Y a ver si conseguimos que no vayas a Wadesboro —escuché decir a la oficial en el momento en el que se disponía a salir de su despacho, cerrando la puerta tras de sí y dejando al rubio dentro. ¿Wadesboro?¿El centro de menores? Joder, voy a matar a JJ— ¿Puedo ayudarte en algo? —esa pregunta llamó mi atención. La policía me observaba en busca de una respuesta.

— ¿Puedo verlo? —le pregunté, señalando hacia su despacho. Sabía a quién me estaba refiriendo.

— Claro —contestó, provocando que me levantara rápidamente de aquella incómoda silla para ir a ver qué tal estaba JJ. Pero antes de que pudiera tomar el pomo de la puerta, Peterkin me detuvo, poniendo su mano en mi hombro— Pero no puede salir de aquí hasta que su tutor venga a recogerlo —añadió para, a continuación, mirarme fijamente a los ojos— Y haz que entre en razón. No es un caso perdido —asentí, dándole la razón, y esa fue la señal que necesitaba para quitar su mano de mi hombro y dejarme vía libre.

Abrí la puerta rápidamente para encontrarme a un JJ sorprendido. No sé si por verme allí o por el ruido que hice al abrir la puerta, pero me daba igual. Antes que de pudiera decirme algo, me arrodillé al lado de la silla en la que estaba sentado y le abracé con todas mis fuerzas. A los pocos segundos, él me devolvió el abrazo, un poco dubitativo.

— ¿Ann? —preguntó mientras rompía el abrazo para mirarme a los ojos— ¿Qué mierda haces aquí?

— ¿Cómo que qué mierda hago aquí? —repetí cabreada, dándole un buen golpe en el brazo— Me tenías preocupada imbécil, ¿cómo se te ocurre hacer semejante idiotez? Ahora Peterkin habla del correccional, ¡de Wadesboro! Es que me dan ganas de arrancarte la cabeza —volví a darle un puñetazo. Estaba realmente cabreada por la idiotez que acaba de hacer.

— ¡Oye, para ya! Que haces daño —me dijo, deteniendo mi mano justo cuando le iba a propinar otro manotazo— Sabes tan bien como yo que Pope se ha dejado la vida para conseguir esa beca, no podía dejar que se la arrebataran los putos Kooks.

— ¿Y qué hay de ti? Joder JJ, deja de pensar por un momento en los demás —le solté— Por una vez en la vida, piensa en ti.

— Anne, déjalo estar, ¿vale? Pope tenía mucho que perder, yo no —dijo, a lo que le iba a replicar, pero se me adelantó— Fin de la discusión, por favor, solo quiero salir de aquí.

— Está bien —suspiré mientras me ponía en pie y le extendía mi mano para que se levantara— Vamos, tu padre tiene que estar a punto de llegar.

— ¿Mi padre va a venir? —preguntó. Alcé mi ceja en señal de confusión al notar cierto...¿temor? Ante la mención de su padre.

— Eh...claro —no sabía muy bien que contestar— Eres menor y tu padre es tu tutor, ¿pasa algo? —me atreví a preguntar.

Por la expresión de su cara, parecía estar debatiéndose entre decirme algo o no, lo cual no dejaba de desconcertarme cada vez más, pero finalmente se limitó a negar con la cabeza y salir rápidamente del despacho de Peterkin, sabiendo que su respuesta no había sido para nada convincente. Fui detrás de él con la intención se intentar que me dijera qué coño pasaba con su padre, pero para mi sorpresa, el señor Maybank ya estaba allí. Y al parecer de no muy buen humor.

— ¿Es su tutor? —preguntó la oficial que estaba en la recepción.

— Me temo que soy su padre —soltó, echándole una mirada desaprobatoria a JJ, quien simplemente llevó su mirada al suelo, no queriendo hacer contacto visual con su padre. Le cogí la mano, dándole un apretón en señal de apoyo. ¿Qué cojones estaba mal con el señor Maybank? ¿Su hijo es la única familia que tiene y le trataba así? Menudo miserable.

— La vista será dentro de dos semanas —comenzó a informar la policía al señor Maybank— Si no se presenta, perderá la fianza. La indemnización se calculará según la media de tres estimaciones del coste del artículo deteriorado.

— ¿Indemnización? —preguntamos el padre de JJ y yo a la vez, a lo que me echó una mirada que si pudiera matarme, estaría a treinta metros bajo tierra.

— Por lo que ha roto. Ese es el acuerdo —informó la mujer— Ahora firme aquí —añadió, extendiendo una serie de papeles que debía de firmar. En cuanto su padre terminó de firmar todos los documentos, se dirigió hacia la salida.

— Venga —le dijo a JJ, quien comenzó a caminar siguiendo los pasos de su padre, pero antes le agarré del brazo, provocando que se detuviera y que me mirara con una interrogación plasmada en su rostro.

— Hey, JJ —comencé— No sé que ocurre con tu padre, pero sé que está pasando algo. Te conozco —en ese momento iba a decirme algo, pero continué— No tienes por qué decírmelo si no quieres, pero tampoco tienes que irte con él.

— Eh... Yo... —tartamudeó JJ, no sabiendo muy bien qué decir. Tampoco tuvo tiempo de pensarlo, ya que la voz de su padre volvió a resonar con fuerza en la comisaría.

— ¡Muévete! —le gritó a su hijo, quien me miró con una mueca de lástima y, seguidamente, se soltó de mi agarre.

— Lo siento Ann, tengo que irme, ¿sí? —me dijo, comenzando a caminar hacia donde le estaba esperando su padre— Ya me contarás que tal tu primer concierto. Lo vas a bordar —añadió alzando sus pulgares y dedicándome una amplia sonrisa para, finalmente, darse la vuelta y salir de allí.

Todo este tema de JJ y su padre me estaba produciendo verdadera angustia. No quería ponerme en lo peor, pero como bien dicen: piensa mal y acertarás. El comportamiento de JJ ante la mención del señor Maybank, su inseguridad cuando saco el tema, lo que le había dicho al señor del desguace... Hay demasiadas cosas que no pintaban nada bien, pero no podía hacer mucho más si JJ no me contaba qué estaba pasando. Así, por el momento, decidí centrarme en mi actuación de hoy por la noche, la cual tenía que salir genial para no decepcionar ni a mi tía ni a la señora Carrera, quien tuvo la amabilidad de contar conmigo y ayudarnos al pagar por mi actuación toda esa cantidad de dinero.

Soy una persona que se sobrepreocupa por aquellos que más quiere, pero creo que es el momento de dedicarme a mí misma unas cuantas horas para disfrutar de lo que más quiero en este mundo: la música.





****

Di unos toques en la puerta y rápidamente comencé a escuchar ruidos, gritos y voces procedentes de las personas dentro de la casa. Después de que JJ se fuera con su padre, decidí pasar por mi casa para coger una de mis guitarras (la otra siempre la dejaba en casa de JB) y acercarme a casa de los Carrera para que Kie me ayudara a practicar un poco y así estar lista para esta noche. Entre artistas nos entendemos, así que sabía que iba a serme de mucha ayuda. Además, así después podríamos ir juntas y no tendría que verme allí sola repleta de Kooks.

De un momento a otro, la puerta se abrió, dejándome ver a mi amiga con una cara de fastidio increíble.

— Vaya, yo también me alegro de verte —bromeé.

— Vamos rápido a mi habitación —me contestó, cogiéndome del brazo para arrastrarme escaleras arriba hasta su cuarto— Necesito escapar de mi madre y su todo tiene que salir perfecto esta noche —dijo, haciendo una imitación pésima— No la soporto más —finalizó, lanzándose bocarriba en su cama. Yo me limité a observarla divertida mientras me apoyaba en el marco de la puerta.

— Menos mal que yo era la dramática del grupo.

— ¡Oh, cállate! —soltó para, después, lanzarme uno de sus cojines, el cual conseguí esquivar en el último momento. La miré con cara de indignada— Sabes que no soporto todo este pijerío, y menos sabiendo la situación en la que se encuentran las personas del Arrabal.

— No sé qué te sorprende a estas alturas de la película querida Kie —le dije, sentándome a su lado y comenzando a sacar mi guitarra de la funda— Vamos a centrarnos ahora en que mi actuación salga de diez, que queden satisfechos y que yo me lleve mi pasta. Todos salimos ganando así que, dime qué te parece esta cover.

Así, comencé a tocar los primeros acordes, a los cuales le siguieron otros y otros hasta pasar horas y horas probando e improvisando mil canciones diferentes para dar con el repertorio ideal, todo ello entre risas, burlas y chistes con Kiara. Sin duda necesitábamos unas horas de chicas para poder desconectar de todos los problemas que hemos tenido desde la obsesión de John B por encontrar el Royal Merchant. Debíamos recordar que seguíamos siendo adolescentes.

— Bueno, creo que ya lo tienes —sentenció Kie— Sin duda lo vas a bordar.

— Eso mismo me dijo JJ —dije, soltando un suspiro al recordar todo lo sucedido en la estación policial.

— ¡Es cierto! ¿Qué tal está JJ?¿Lo han soltado?¿Va a ir a la cárcel?¿Le han hecho daño? —comenzó a bombardearme con preguntas.

— Lo soltaron a las pocas horas, cuando su padre se presentó en la comisaría —la informé— Y está bien, bueno, dentro de lo que cabe supongo. Tiene la vista dentro de dos semanas. Puede que lo manden al centro de menores, Kie.

— Joder —soltó sin más, no dando crédito a lo que estaba escuchando— Bueno, algo se nos ocurrirá. Como siempre —intentó animarme mientras acariciaba mi brazo.

— Lo sé, no tengo ninguna duda de eso —contesté y miré a Kie dubitativa. No estaba segura de si debía decírselo o no— El problema... es otro.

— ¿Otro problema? ¿De qué hablas? —preguntó Kiara, bastante confundida.

Allá va.

— CreoqueteníasrazónyestoysintiendocosasporJJ —solté a una velocidad increíblemente rápida para, acto seguido, taparme la cara con uno de los cojines, muerta de la vergüenza.

Desde que Kiara me lo había insinuado aquel día en el restaurante de sus padres, no he dejado de darle vueltas al asunto. Lo único que consiguió fue confundirme un montón y, con todo el tema del oro, del padre de John B y del Royal Merchant, tampoco es que hubiera tenido demasiado tiempo para meditarlo. Pero después de todo lo que ha pasado en el día de hoy, y de cómo me sentí cuando vi que JJ podría estar en auténtico peligro (tanto por el correccional como por su padre), comprendí que no tenía que pensar nada ni darle vueltas a las cosas: me gustaba JJ, o bueno, al menos creo que mis sentimientos hacia él van más allá de lo que se entiende por una simple y bonita amistad.

— Ann, no he entendido una palabra de lo que me has dicho —me dijo Kiara, riéndose— Habla más despacio, por dios —añadió, quitándome el cojín de la cara. Allá va (otra vez).

— Creo que tenías razón y estoy sintiendo cosas por JJ —dije, esta vez más calmada.

Y ese fue el detonante para que mi amiga se convirtiera en un torbellino que arrasaba todo lo que encontraba a su paso: primero gritó, chilló de la emoción, comenzó a reírse y saltó en la cama para luego acabar en el piso y, finalmente, tirar de mis piernas para que acabara en el suelo junto a ella. Es una escandalosa, así que no pude evitar reírme del espectáculo que estaba montando por eso.

— No sé si estoy más feliz porque lo hayas admitido o porque por una vez en tu vida me hayas dado la razón —dijo al fin.

— Más bien por la segunda —contesté— Que lo haya admitido no quiere decir que algo tenga que cambiar. No quiero perder a mi mejor amigo desde que tengo uso de razón por algo que ni sé lo que es —intentó interrumpirme, pero yo continué con mi argumentación— Además, te recuerdo una de nuestras pocas reglas: nada de líos entre Pogues.

— No te escudes en esa ridícula regla —me señaló amenazadoramente con el dedo— Descubre lo que sientes y habla con él. No des sus sentimientos por sentado cuando ni el propio JJ sabe lo que pasa por su cabeza —ahí tengo que darle la razón.

Iba a contestarle que no me acababa de convencer su consejo, pero justo en ese momento entró en la habitación la señora Carrera, sujetando entre sus brazos un precioso vestido color lavanda y una corona de flores de la misma tonalidad. Supongo que será el atuendo de Kie para la fiesta.

— Hola chicas, siento interrumpir —nos dijo mientras nosotras nos levantábamos del suelo— Kie, vete preparándote. Aquí tienes —añadió, dándole las cosas a su hija, quien las aceptó de mala gana— Luego veremos qué hacemos contigo —dijo, esta vez dirigiéndose a mi. Oh, no.

Mientras madre e hija comenzaban a discutir sobre el vestido seleccionado, yo simplemente me limité a guardar mi guitarra y las partituras para, a continuación, prepararme para disfrutar de mi entretenimiento personal patrocinado por las mujeres Carrera. Así al menos me reiría un poco y podía dejar de pensar sobre el tema de JJ.

— Es horroroso —soltó Kiara mientras se miraba en el espejo de su habitación. Yo solo me limité a observarla desde su cama con una sonrisa burlona.

— Lo sé, no tiene nombre —le contestó sarcásticamente su madre. Me estaba divirtiendo mucho con esto— ¿Cómo se me ocurre pedirte que vayas a una fiesta?

— Parezco una burguesa asquerosa —siguió quejándose Kie.

— ¿Podrías dejar de preocuparte por las injusticias sociales por una noche? —inquirió su madre mientras iba de un lado para el otro recogiendo y sacando cosas.

— Mamá, vive gente a cuatro kilómetros de aquí que no tiene luz, ni agua potable. Y nosotros yendo a una fiesta... ¡Pero qué insensibles!

— ¿Sabes lo que nos costó que nos aceptaran en el Club de la Isla? —le preguntó su madre.

— Sí, mamá, ¿cómo olvidarlo? —respondió Kie— Os tuvisteis que arrastrar durante diez años.

— Doce —corrigió la señora Carrera. Esto era como un partido de tenis, viendo la pelota rebotar de un lado a otro— Y tuvimos que soltar un auténtico pastizal, ¿y sabes por qué lo hicimos?

— ¿Para ser cómo los demás?

— No, para que tú pudieras vivir las mismas experiencias que yo —eso me enterneció hasta a mi— Cielo, ¿sabes lo que es el Club de la Isla?

— Una fábrica de imbéciles —juego, set y partido.

— Es un sitio agradable, con gente agradable y donde puedes hacer cosas divertidas —contestó su madre mientras le acariciaba el brazo con una mano y con la otra le arreglaba un mechón rebelde. Toda una escena entre madre e hija.

— Con gente rica que va a su bola mientras la isla se va hundiendo en el océano —insistió Kiara.

— Oye —le paró su madre. Se notaba que ya comenzaba a cansarse de la actitud de su hija— Más vale que te animes si quieres seguir con vida —la amenazó para, a continuación, salir del cuarto de Kie. Pero al segundo volvió a asomarse por la puerta— Anne cariño, si necesitas cualquier cosa, Kiara tiene miles de vestidos sin estrenar y cogiendo polvo en el armario. Estoy segura de que alguno te sentará bien —mierda, pensé que se había olvidado de mi.

— Muchas gracias señora Carrera pero no pued... —antes de que pudiera terminar la frase, la madre de Kie se dio media vuelta para irse definitivamente, dejándome bien claro que no aceptaba un no por respuesta. Miré a mi amiga en busca de consuelo. No quería ir vestida como una Kook, no podía denigrarme de esa manera.

— Si yo caigo, tú caes conmigo —me dijo mientras comenzaba a buscar entre su ropa algún vestido que pudiera ponerme para la fiesta. Bufé. Sin duda me esperaba una noche demasiado larga para mi gusto.






______

¡Hola a todos!

Por fin, he tenido tiempo para escribir y he vuelto con un nuevo capítulo! Y encima largo y con mucho contenido, para que no haya queja (Isa, eso va por ti 😛).

¿Qué os ha parecido la confesión de Anne 😳?¿JJanne tendrá futuro o triunfará JJiara?¿O JJPope 🤭? O ninguno, quién sabe, aquí ninguna puerta se cierra hasta el final 👀 👀.

Espero que disfrutéis mucho del capítulo y que me lo hagáis saber dejando vuestros votos y comentarios justo aquí debajo 👇🏼💖. Con un poco de suerte, el próximo capítulo no tardará mucho en llegar.

Muchos abrazos cibernéticos,
A.

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