xi. jj maybank

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For once, I'm going to tell the truth

For once, I'm going to tell the truth

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Anne

Después de la pelea Pogues contra Kooks y de que Kiara prendiera fuego al proyector, decidimos salir de allí cuanto antes para que no cayera sobre nosotros la culpa por lo que acababa de suceder. Así, Kie se encargó de acercar al malherido de Pope a su casa mientras que yo convencí a JJ para que se viniera conmigo. Al menos para que se limpiara un poco las heridas, ya que dudo mucho que a su padre le hiciera especial gracia verlo entrar por la puerta con esas pintas. Finalmente acabó cediendo y aquí estamos, delante de la puerta de mi casa.

— Vale —le dije, ayudándolo a sentarse en las escaleras de la entrada— Quédate aquí. Tía Lydia tiene el sueño muy ligero y, por muy bien que le caigas, si te pilla en casa a estas horas estamos muertos. Los dos —advertí, apuntándolo con el dedo— Voy a por el botiquín, así que no te muevas. Vengo ahora mismo.

— Oído cocina —me contestó.

Abrí la puerta principal lo más lentamente posible que pude para intentar no hacer demasiado ruido. A continuación, me dispuse a subir las escaleras hasta llegar al baño de mi habitación, donde guardaba un botiquín de emergencias para estos casos. No es la primera vez que los Pogues terminamos en una pelea. Tras encontrarlo, me dirigí nuevamente a las escaleras para bajar, pero al pasar por la habitación de tía Lydia, decidí cerciorarme de que aún no se había despertado, así que asomé mi cabeza por el marco de la puerta para comprobar que, efectivamente, seguía durmiendo como un tronco. Aunque lo que me llamó la atención era que tenía un montón de papeles esparcidos por la cama. Lo más seguro es que fueran documentos relacionados con el banco y el préstamo, como siempre.  Finalmente, salí fuera y me senté al lado de JJ mientras abría el botiquín y comenzaba a sacar el alcohol y las gasas sin emitir palabra alguna.

Estaba pensando en nuestra forma de vida, basada en la pura supervivencia, y lo genial que sería que, por una vez en nuestra puñetera vida de Pogues, no saliera algo bien. Como por ejemplo, conseguir encontrar el oro.

— Ann —me llamó JJ, provocando que volviera al mundo real— ¿Estás bien?

— Sí, no es nada —le contesté mientras comenzaba a limpiarle las heridas de la cara— Dios, estás hecho un cuadro —me burlé.

— Esos cabrones siempre se salen con la suya —comenzó a decir, bastante cabreado— Primero os atacan a ti y a Pope, y ahora esto. Tienen que pagar.

— Al final este tipo de gente acaba teniendo su merecido —dije.

— ¿Gente forrada y poderosa? —hizo una mueca ante el escozor del alcohol contra la herida de su labio— No me hagas reír Ann, ni tú eres tan ingenua.

La verdad es que tenía toda la razón. Desgraciadamente, el mundo en el vivimos no es justo: en el momento en el que sueltas unos cuantos billetes a las personas adecuadas, puedes sentirte libre y capaz de hacer cualquier cosa sin pagar las consecuencias. Al final, siempre seremos los Pogues los que paguemos los platos rotos de los Kooks.

pogues [jj.m.]Onde as histórias ganham vida. Descobre agora