xii. midsummers

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We play again for the gold

We play again for the gold

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Anne

En cuanto pusimos un pie dentro de la casa donde se celebraría la Fiesta Estival, me fue inevitable detener la mueca de fastidio que se formó en mi cara. Había Kooks por todas partes y lo cierto es que no sé que odiaba más, si estar entre ellos o que de verdad pareciera que formara parte de su séquito de niños ricos. Lo verdad es que el vestido que me había prestado Kie era simplemente precioso: largo, de un color azul cielo y decorado con un cinturón de flores en distintas tonalidades de azul, pero no podía evitar sentirme incómoda. Entre lo formal que iba con este vestido, y lo arreglada que estaba con mi pelo ondulado, el maquillaje y toda la bisutería que ''amablemente'' me obligó a ponerme la señora Carrera, me sentía totalmente alejada de mi naturaleza Pogue.

Lo que hay que hacer para sobrevivir.

Tras soltar una larga exhalación y contar hasta cien, me agarré al brazo de Kiara y nos dispusimos a atravesar esa especie de salón en el que nos encontrábamos para ir directas al jardín donde tendría lugar el eje central de la fiesta. Al llegar allí, ambas nos quedamos mirando la bonita decoración del lugar: un montón de guirnaldas con luces aún sin encender adornaban todo el exterior e incluso el pequeño escenario que habían montado en uno de los laterales, el cual, además, tenía una preciosa decoración floral a juego con la temática de la fiesta. Punto para los Kooks.

Decidí acercarme al escenario, seguida por Kie, para dejar mi guitarra en uno de los extremos. Una de las cosas que tenía claras es que sí o sí iba a tocar con mi bebé y no con una de esas lujosas guitarras propias de gente rica. Una tiene que ser fiel a sus principios. Mientras terminaba de sacarla de su funda y de colocarla en el soporte que había justo al lado del micrófono, sentí unos golpecitos en mi espalda.

— Ann, mira —me dijo Kie, señalando hacia el otro lado del jardín— Allí está Pope con su padre —y efectivamente, ahí estaban, padre e hijo preparándose para servir marisco.

— Ven, vamos a fastidiarle un poco —le dije, cogiéndola de la mano entre risas y echando a correr en su dirección. Cuando llegamos, Pope nos estaba de espaldas, así que me dispuse a vacilarlo un poco— Disculpe joven —comencé, intentando poner mi mejor acento pijo. Le di un codazo a Kiara para que me siguiera el juego.

— ¿Tenemos que abrirlas nosotras? —le preguntó, procurando hacer su mejor imitación de un Kook. Me tuve que tapar la boca con una mano para evitar reírme y arruinar la broma— Podría mancharme el vestido.

En cuanto Kiara terminó de decir eso, Pope se fue girando en nuestra dirección con una cara de fastidio bastante notable, la cual cambió por una gran sonrisa al ver que simplemente éramos nosotras y los tres nos reímos ante eso.

— Y sería una auténtica pena —contestó, respondiendo al comentario de Kie sobre mancharse su vestido. Tras eso, nos dispusimos a saludarnos al estilo Pogue. Sí, somos tan frikis que tenemos hasta nuestro propio saludo— Qué mal hacéis de pijas —añadió Pope.

pogues [jj.m.]Where stories live. Discover now