Jungkook POV
Abrí la puerta de mi casa y entré sin llamar la atención. Si mis padres me veían lo primero que harían sería preguntarme cómo me había ido. No tenía ganas de hablar del colegio, no tenía ganas de hablar, de hecho. Estaba cansado y no tenía muy buen humor que digamos.
Al parecer mis padres no estaban en casa. Subí a mi cuarto y me encerré. Lancé mi mochila al suelo, me tiré en la cama y me cubrí los ojos con el antebrazo. Suspiré. No quería estar aquí. No quería estar en Seúl, al menos no aun. Por supuesto que tenía que mudarme aquí para ir a la universidad, pero quería terminar el instituto en Busan, con mis amigos, y empezar la universidad todos juntos. Si no fuera por ese estúpido negocio de mi padre, ahora mismo estaría caminando por la playa con ellos. Solíamos hacerlo después de salir del colegio para despejar.
Decidí llamar a Yongseok, mi mejor amigo. Tenía ganas de hablar con él. Solo él podía mejorar mi estado de humor, así que le hice una videollamda.
– Pero mira quién es. ¿Cómo le va a nuestro maknae en su primer día en Seúl? – me dijo desde la pantalla.
Sonreí. Por primera vez en el día.
– No me llames así, lo odio. ¿Dónde estás? – le pregunté husmeando por la pantalla detrás de él.
– En casa. No quisimos ir a la playa sin ti. No se siente igual. El instituto se sintió vacío hoy.
– Yo también los extraño. No me gusta aquí. La ciudad es demasiado grande, y se me hace más grande sin ustedes.
– Joder, ¿por qué no me dijiste que dirías algo así? Tenía que haberlo grabado. Mierda, ahora esos idiotas nunca me creerán.
Me reí, como no me reía desde que salí de Busan. Este idiota no cambiaba. Aun sin yo estar a su lado.
– Grábate mis palabras en tu memoria porque nunca volverás a escucharme decir algo así. Y menos mal que no lo grabaste. Tengo una reputación que mantener.
– Y ese es el imbécil que yo conozco – dijo y rió – Ahora saliendo del tema de la nostalgia. Cuéntame cómo te fue en tu nuevo instituto. ¿Hay chicas lindas?
Definitivamente él no cambiaba. Siempre pensando en chicas. Y, sin embargo, nunca había tenido una novia en su vida. Si dejara de perseguir tantas chicas lindas por ahí, tal vez logre conseguirse una.
– Hoy no estaba de humor para chicas. Hoy no estaba de humor para nada, en realidad.
– ¡Venga ya! Alguna debes haber visto. No te puedes haber pasado todo el santo día deprimiéndote como un miserable.
Suspiré.
– Bueno si hablé con una chica pe-
– ¡Lo sabía! – me interrumpió.
– Pero no me gusta. Ni siquiera me cayó bien. Solo era una presumida, niñita de papá. Se nota que es una consentida.
Eunmi me dijo que se llamaba. No me gustaban las chicas como ella. Se creían que, por ser niñas ricas, podían tener todo lo que quisieran y hacer todo lo que se les antoje. Odiaba a las niñas mimadas.
– Y si no te cayó bien, ¿por qué hablaste con ella entonces?
– Por educación – le dije encogiéndome de hombros – Pero no le dije mucho.
– Bueno si tú no la quieres, dile que tienes un amigo en Busan que con gusto la aceptaría.
– Nunca cambiaras – le dije riendo.
– ¿Jungkook? ¿Estás en casa? – escuché la voz de mi madre desde abajo.
– Tengo que colgar. Mis padres están aquí.
– Nos vemos Kook.
Colgué y puse mi teléfono a un lado. Se sintió bien poder hablar con Yongseok. El tiempo que había durado la conversación me hizo sentir que de vuelta en casa. Eso mejoró un poco mi estado de humor. Sentí que alguien tocó mi puerta.
– Jungkook. Cariño, ¿estás ahí? – escuché a mi madre desde afuera.
– Pasa – le dije, aun acostado en mi cama.
Ella entró, dejó la puerta abierta y se sentó en la cama junto a mi.
– ¿Cómo te fue en el colegio? – solo me encogí de hombros. Sabía que eso era lo primero que me iba a preguntar – ¿No te gusta el instituto?
– Es solo un instituto – le respondí mirando al techo.
– ¿Y los profesores? Escuché que son muy buenos.
Volví a encogerme de hombros. Ella suspiró.
– ¿Y qué tal los estudiantes? ¿Has hecho amigos?
– Ya tengo amigos.
– Eso no quiere decir que no puedas tener otros. Jungkook ellos no están aquí.
– Y yo tampoco quiero estar – le dije sentándome y mirándola a los ojos.
– Sabes muy bien por qué vinimos a Seúl. No quiero volver a discutir esto contigo – me puso una mano en el hombro – No quiero que pases el instituto solo. En las vacaciones volveremos a Busan.
– Para después regresar a aquí.
– Jungkook, por favor – me imploró y yo sentí que mi corazón se ablandó un poco – Sabes lo mucho que tu padre necesita cerrar ese contrato, lo importante que es para su trabajo.
Tenía razón. Mi padre era el presidente de una de las fábricas de equipos eléctronicos más importantes de todo Corea. Hace poco se le presentó un hombre que le ofreció ser socio en un proyecto en el que está trabajando. Pero la sede de su empresa está aquí en Seúl, por eso tuvimos que mudarnos para acá. Si todo salía bien lanzarían una marca completa que, si tenía éxito, traería grandes beneficios para mi padre y la fábrica.
– Lo sé. Pero aun así, no me siento cómodo aquí.
– Te entiendo – dijo acariciando mi cabello suavemente. Ese tipo de gesto maternal siempre me calmaba – Puede que al principio te sea un poco difícil adaptarte, pero sé que con el tiempo comenzarás a sentirte más cómodo aquí. A lo mejor hasta te llegue a gustar, y tal vez en un futuro, tus amigos puedan venir a vivir aquí contigo – me dijo con una sonrisa tranquilizadora.
En serio amaba a mi madre. Siempre sabía cómo hacerme sentir mejor. Le sonreí. Segunda persona a la que le sonreía hoy.
– Anda, ve a darte un baño en lo que preparo la cena. Tu padre llegará pronto – me dio un beso en la frente y me dejó solo en mi cuarto.
Tal vez tenga razón. Tal vez no debería cerrarme tanto a las personas. Pero no me gustaba hacer amigos con extraños. A esos chicos los conocía de toda la vida. Yongseok y yo prácticamente crecimos juntos. Odiaba tener que dejarle, a todos. Pero no me quedó alternativa.
Realmente no quería pasar el instituto solo, pero me sentía fuera de lugar. No me sentía cómodo entre esa gente. Y era inútil luchar por encajar. Aunque, en realidad, a mi nunca me interesó mucho eso de encajar en un lugar para que te acepten. Mis amigos me aceptaban tal y como soy y eso era lo que me importaba.
Decidí no darle más vueltas a ese asunto. Busqué ropa limpia en mi armario y fui a tomar una ducha. A fin de cuentas, mañana será otro día.
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