[Saga West] RAMÉ #1 [YA EN AM...

By desirealba

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La granja West no era dónde las hermanas Haley planeaban pasar un caluroso verano. Su madre había conocido al... More

PRIMERA PARTE
1. Bambi
2. Leo
3. Bambi
4. Leo
5. Bambi
6. Leo
7. Bambi
8. Leo
9. Bambi
10. Leo
11; Bambi
12; Leo
13; Bambi
14; Leo
15; Bambi
16; Leo
17; Bambi
18; Leo
19; Bambi
20; Leo
21; Bambi
22; Leo
23; Bambi
24; Leo
25; Bambi
26; Leo
27; Bambi
28; Leo
29; Bambi
30; Leo
31; Bambi
32; Leo
33; Bambi
34; Leo
35; Bambi
SEGUNDA PARTE
Me tienes, B.
2; Bambi
3; Leo
4; Bambi
5; Leo
6; Bambi
7; Leo
8; Bambi
9; Leo
10; Bambi
11; Leo
12; Bambi
13; Leo
14; Bambi
15; Leo
16; Bambi
17; Leo
18; Bambi
19; Leo
20; Bambi
21; Leo
22; Bambi
23; Leo
24; Bambi
25; Leo
Epílogo; Bambi.
Historia de Diego West.
RAMÉ EN FÍSICO

1; Leo

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By desirealba

Está sonando Isak Danielson - Ending

Seis meses después

Entro por el jardín de la hacienda y saludo a las personas que me sonríen con un asentimiento de cabeza, no me apetece parar a saludar a nadie.

Meto las manos en mis bolsillos cuando la organizadora de bodas me hace una seña para que me coloque junto al altar.

Ella está manteniendo la calma mientras intenta que todos los invitados se sienten para dejar paso a los novios.

Diego llega a mi lado y me mira sonriente, palmea mi hombro y carraspea.

Ha mejorado su físico y mantiene su pelo largo, al parecer trabajar como guía turístico en esa empresa de su amigo le está viniendo muy bien, también sus ligues con las chicas, aunque no me cuenta mucho.

Apenas hemos hablado en estos últimos seis meses. Y sé que debería de haberme preocupado más por él, pero no he podido.

Aprobé para el FBI y acabo de terminar mi tiempo de prueba en Chicago, ahora toca volver a casa y esperar a que me den un nuevo destino.

Una mano se pone en mi hombro y me giro para ver a la hermana de pelo corto. Me abraza y paso mi mano por su cintura para estrecharla un poco contra mí.

— Has estado desaparecido —deja un beso en mi mejilla—. ¿Todo bien?

— Sí, ¿qué tal tú, Bárbara?

— Todo bien, no hay mucho que contar —se encoge de hombros—. Oh, ahí está Bambi.

Escuchar su nombre hace que el corazón me de un vuelco en el pecho y miro hacia donde Barb mira. Su pequeño cuerpo va enfundado en un vestido rojo. Su pelo, ahora rubio entero, va recogido en una trenza y su rostro está perfectamente maquillado.

Cuando la organizadora de bodas la coloca en su sitio, ella arruga su nariz y nos mira. Me mira. Siento como si el corazón se me parase, me da un vuelco en el pecho y necesito quitarme la corbata para poder respirar de nuevo, pero ella aparta su vista de mi y Bárbara se ríe.

— No quiere estar en esta posición. Quería sentarse en la última fila, eso de ser el centro de atención no es lo suyo.

— Bambi siendo Bambi —ríe Diego.

Papá se acerca y Bárbara se aparta para que me salude. No he hablado mucho con él, ni siquiera quiero verlo ahora mismo, pero es su boda y tengo que sonreír un poco.

— Me alegra que estés aquí —me dice—. No hay motivo para seguir enfadado.

Me quedo callado deseando que la ceremonia pase y demos paso a la comida y a la maldita barra libre. Estoy deseando beberme una copa porque no puedo aguantar la tensión.

Becky está guapísima y cuando la veo con papá, se le ve feliz. Aunque siempre intento mirar detrás de ella para ver a una sonriente Bambi de labios rojos.

La ceremonia es más lenta de lo que a mí me gustaría y muerdo mi labio incómodo mientras una amiga de Becky le da su bendición. "Nos alegramos que por fin hayas encontrado al amor de tu vida".

El amor de su vida... No sé si papá es el amor de su vida, pero lo que sí sé es que no soy el único que ve esta boda una auténtica locura. Sólo llevan un año y medio juntos y ya se han casado.

Bambi se niega a hablar, pero su hermana Bárbara si dice unas palabras de ánimo para su madre en esta nueva etapa de su vida.

Y yo, aprovecho para mirar a la chica que ha ocupado mis pensamientos cada maldito día desde que la conocí.

La he echado tanto de menos... Pero ella no quiere estar cerca de mí y la entiendo, ya que huye de mi lado cada vez que vamos a hacernos alguna foto en familia.

— Es normal que no quiera verte —dice Diego dándome una cerveza—. Te fuiste y no le diste ninguna explicación.

— Sabes que era lo mejor.

— Lo sé, pero lo hiciste mal.

— No hubiera podido irme si ella me pedía que no me fuera, Diego, es complicado.

Y fue complicado irme y dejarla en la puerta de casa confusa.

— Intenta pasarlo bien y deja de mirarla —carraspea. No puedo, está preciosa.

— Está más delgada —observo el escote abierto de su vestido y temo porque se le caiga un tirante y se le vea el pecho.

— Dice que el catering de la residencia ha cambiado y no es muy bueno. Deberías hablar con ella.

Chasqueo mi lengua y Jack aparece con otra cerveza en su mano. Al parecer, su hermana ya ha olvidado que nos vio besándonos porque no lo ha vuelto a mencionar más, o quizás él no lo ha mencionado.

— Estoy muerto de hambre —dice—. Necesito comer ya.

— Queda poco para sentarnos, ¿qué tal todo? —Le pregunto.

— Muy bien. Ginger quería venir pero no ha podido.

Frunzo el ceño y miro a mí hermano, que me mira con la misma expresión.

— ¿Ginger? ¿Qué Ginger? —Pregunta Diego mientras yo me llevo la copa de cerveza a mis labios.

— Vuestra amiga.

Casi me ahogo mientras Diego suelta un "¡¿Qué?!". ¿Jack con Ginger? ¿Desde cuándo? ¿En qué momento? Mi primo suelta una carcajada y carraspeo.

— ¿En qué momento? —Me atrevo a preguntar.

— El año pasado en verano.

Así que la chica con la que Jack quedaba no era del pueblo de al lado, si no Ginger.  Jamás me lo hubiera imaginado, Jack y Ginger son como el agua y el aceite.

— Me alegro —dice Diego y yo asiento.

Jack nos sonríe y mira hacia donde yo no he dejado de mirar en toda la tarde. Bambi, que está hablando con una chica a la que desconozco porque aún no conozco a toda su familia.

— El rojo le sienta bien —dice y me mira.

Si quiere tener una reacción de mi parte no la tendrá esta vez, pero disimulo y la miro de soslayo para después encogerme de hombros y darle un gran trago al vaso.

— ¿Y qué colores no le sienta bien? —Ríe Diego.

Todos le sientan bien.

Miro mi copa vacía y decido ir a por otra. Me acerco al chico que sujeta su bandeja y cuando pongo mi mano en el vaso, unos pequeños dedos se encuentran debajo de los míos.

Nos miramos y ambos apartamos la mano de la copa, que es la última. Me mira indiferente y me lo merezco, pero me duele.

— Puedo traer otra —dice.

— Oh, está bien —habla—. Que espere él en ese caso.

Sus delegados y pequeños dedos cogen la copa y se gira. El camarero me mira y sé que tengo que dejar de mirar a Bambi.

— Las damas primero, ¿no? —Se ríe un poco— Ahora mismo le traigo una cerveza.

— Gracias.

— Me gusta las flores que lleva en su pelo —la voz de la abuela me hace sonreír y miro hacia abajo para verla en su silla de ruedas, el abuelo va detrás con cara de agrio.

— ¿Qué flores? —Le pregunto.

— Bambi. Lleva el pelo muy bonito.

— Oh, sí.

— ¿Cómo te va en el FBI? —Pregunta el abuelo.

Él no quiere estar aquí, no apoya la boda de papá porque cree que Becky no va a hacerlo feliz a largo plazo. Para el abuelo, su debilidad es mi madre a pesar de todo lo que hizo.

— Muy bien, estoy esperando destino.

— Me alegro mucho —la abuela coge mi mano y la aprieta— Tenemos a un agente del FBI en la familia.

El camarero me trae mi copa y no tardo en darle un trago mientras la abuela me dice que no beba mucho.

Cuando llega la hora de sentarnos, estoy en una mesa con mi hermano, mi primo y los primos de nuestras hermanastras.

Tengo a Bambi frente a mí en la mesa redonda y apenas come, pero si bebe. Quiero decirle que coma pero no me corresponde a mí decírselo, es más ella es lo suficientemente grande para saber que debe comer si está bebiendo tanto.

Me meto un trozo de pescado en mi boca y casi me atraganto cuando la miro y veo que el tirante de su vestido ha caído. Su pecho blanco y su rosado pezón me saludan de nuevo y nadie se da cuenta porque toda la atención está puesta en mi hermano, que está contando una anécdota graciosa a la que no estoy pendiente.

Ella, con sus mejillas sonrojadas, mira hacia su pecho y se apresura a subirse el tirante. Su mirada se levanta para mirar a los comensales y saber si alguien la ha visto.

Yo, y lo sabe porque no he dejado de mirarla. Ella, se pone recta y sé que debo hablar con ella, por lo que cuando empieza la barra libre, busco el momento para tenerla solo para mí, pero no lo encuentro, hasta que va al baño.

Así que, la sigo. Ella se tambalea ligeramente de un lado a otro y espero pacientemente fuera del lavabo de señoras vacío hasta que ella salga del cubículo.

Cuando escucho el grifo, es mi oportunidad de entrar y cerrar la puerta. Ella me mira y frunce el ceño.

— No puedes estar aquí —dice—. Lavabo de chicas, ¿eres una chica?

— Tenemos que hablar.

— No puedo hablar con un hombre en un lavabo de chicas.

— B...

— Me llamo Bambi —sacude sus manos en el lavabo—, pero tú puedes llamarme hermana.

Junto mis labios en una fina línea y gruño.

— Bambi, lo siento.

Ella no habla, y se cuelga su pequeño bolso negro. Me esquiva para salir del baño y pongo mi mano en su brazo. Cuando lo levanta para zafarse de él, escucho a gente hablar y la arrastro hasta uno de los cubículos.

— ¿Qué haces? —Me golpea en el pecho.

— Cállate.

Ella mantiene su boca cerrada y yo la miro mientras esas mujeres hablan de lo animada que está ahora la boda. Nuestros padres se han casado pero Bambi me sigue atrayendo como el primer día.

Está pegada a la pared y me acerco a ella, a su oreja. Aspiro su perfume y oh, huele tan bien... Cojo un mechón que se ha escapado de su trenza y paso mi nariz por su mejilla.

— No he podido olvidarte, he pensado en ti cada día —le susurro.

— ¿Y por qué te fuiste? —Susurra con dolor— ¿Por qué no has aparecido en seis meses?

Miro sus ojos brillantes y pongo mi mano en su mejilla. Junto mi frente con la suya y cierro los ojos.

— Mi padre vio tus fotos en mi teléfono.

— ¿Bambi? —La voz de Bárbara suena entre la de esas mujeres y Bambi se tensa— ¿Bambi?

— ¿Qué? —Responde la rubia lo suficientemente alto como para que ella se entere.

— ¿Estás bien? —La voz de Bárbara se escucha ahora desde más cerca—. Déjame entrar.

Bambi me mira, está borracha y ahora mismo asustada, por lo que pone una mano en su frente y cierra los ojos con fuerza mientras yo me mantengo completamente callado.

— Me ha sentado algo mal, estoy bien. Tengo aquí mi móvil, sí necesito algo te llamo.

— ¿Estás segura?

— Sí, de verdad, vuelve a la fiesta.

— De acuerdo, estaré pendiente al teléfono por si me necesitas.

Esperamos a que el baño se quede en silencio de nuevo y ella me empuja para que me aparte de ella. Apoyo mi espalda en la pared del cubículo y la miro, metiendo mis manos en los bolsillos.

— ¿Tu padre vio nuestras fotos? ¿Qué fotos? Dime que no vio las fotos en ropa interior —me quedo callado y ella mete los mechones de su flequillo detrás de su oreja— Oh, qué vergüenza. Eres idiota Leo West —pone una mano en el pomo de la puerta y yo la pongo encima.

— No he acabado Bambi Haley. La conversación con mi padre no fue muy bien, tuve que alejarme.

— No me sirve lo que me estás diciendo.

— B...

— No me llames B —separa de forma brusca su mano de la mía—. Maldita sea, Leo —deja caer su bolso al suelo.

Puedo ver el dolor en su rostro y quiero golpearme la cabeza con la pared una y otra vez. Quiero que ella me dé ese dolor y hacerlo mío, no quiero que sufra. Ojalá no hubiera sufrido cuando me fui pero me inevitable. Aunque más duro fue para mí bloquear su teléfono para no recibir llamadas.

Papá fue claro y duro. Tenía que alejarme de ella, tenía que ignorarla y seguir con mi vida. Pero no iba a poder hacerlo si la veía, y me alejé.

— No quería hacerlo, pero era lo mejor.

— ¿Lo mejor? ¿Para quien?

— Para nuestros padres. No podía hacerle eso a mí padre cuando al fin había encontrado una mujer a la que amar —me acerco a ella y su cuerpo se pega a la pared porque no quiere que la roce si quiera.

— ¿Y qué pasa con nosotros? ¿Tu padre decide sobre nosotros?

Cierro los ojos con fuerza y pongo mis manos arriba de su cabeza en la pared.

— Mierda, Bambi,  no sé qué decirte. Ya sabes por qué lo hice. No quiero que vaya algo mal, no quiero ser el culpable, no me lo perdonaría.

— ¿Y lo que yo siento?

— Me lo pones difícil, B.

— Bambi.

— Bambi —chasqueo mi lengua y la miro. Sus ojos brillantes me miran suplicantes, sé lo que quiere, pero no sé si debería.

Me muero de ganas de besarla y tenerla entre mis brazos. Necesito un poco de su amor, joder, necesito todo el amor que tiene para mí y yo quiero darle a ella todo.

— Te bajaría la luna si me lo pides, Bambi, lo sabes.

— Eso ya está muy oído, tienes que esforzarte más

— Shhhh... —La mando a callar porque estoy intentando no lanzarme a ella y devorarla como quiero— Lo hice porque era lo mejor para la familia.

— Deberías haberlo hablado conmigo.

Llevo mi dedo a su gran escote y acaricio el centro de su pecho hasta llegar a su cuello y poner la mano en él. Bambi pone su mano en mi muñeca y su respiración se acelera.

— No hubiera sido capaz de alejarme si me hubieses dicho que no lo hiciera —paso mi nariz por su mejilla.

— No lo hagas si no vas a volver —su voz suena como una súplica y la miro, aún con mi mano en su cuello.

Se ve tan vulnerable y tan preciosa que quiero alejarme y dejarla que haga su vida con un chico que la merezca más que yo, pero no puedo.

Mis labios rozan los suyos sutilmente y la miro, esperando aceptación. Ella se queda ahí, callada, con los labios entreabiertos.

No puedo más.

Acerco mi boca a la suya de nuevo y está vez, la devoro. Su lengua no tarda en entrar en mi boca y me siento en la novena nube.

Tengo que sentarme en la tapa del inodoro y ella se sienta a horcajadas sobre mi cuando levanta su vestido.

Toco su trasero y ella empieza a moverse encima de mí. Gime cuando empieza a moverse y no deja mi boca.

— Bambi...

— Te he echado tanto de menos —jadea contra mi boca.

La estrecho más contra mí y gimo en su boca porque maldita sea, yo también, pero no podemos dejarnos llevar aquí, a pesar de que ella me tiene ya jodidamente caliente y preparado para todo.

— Eh, eh, eh, Bambi, cariño, sé que lo sientes debajo de ti y si sigues moviéndote de esa manera me vas a llevar a la locura y no podré controlarme.

Ella, con los ojos brillantes cierra los ojos y vuelve a moverse encima de mí, poniendo sus dos manos en mi cabeza. Llevo mi cabeza a su pecho y dejo pequeños besos.

Bajo uno de sus tirantes, y cuando veo su perfecto pecho...

— Vayamos a casa.

••

No podía esperar más a subirlo.

Aquí tenéis el primer capítulo. Espero comentarios a ver qué os parece.

Gracias por el apoyo 💛

Instagram: redmoonlightx

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