Heist [Darks #1] [En librería...

By Ariana_Godoy

91.5M 8.5M 17.9M

El pueblo de Wilson es tranquilo, regido por sus costumbres y creencias religiosas muy estrictas, donde Leigh... More

╋ Sipnosis ╋
╋ Advertencia y Prefacio ╋
(1)╋ Perfección Fragmentada ╋
(2) ╋ Costumbres Rotas ╋
(3) ╋ Mala Reputación ╋
(4)╋ Hogar Perfecto ╋
(5) ╋ Miradas Oscuras ╋
╋ 6 ╋ Sospechas Aisladas
╋ 7 ╋ Conversaciones Necesarias
(8) ╋ Mascaras Quebrantadas ╋
(9) ╋ Compartir Nocturno
(10) ╋ Fría Crueldad ╋
(11) ╋ Domingo Interesante ╋
(12) ╋ Regresos Inesperados ╋
(13) ╋Descubrimiento Sangriento ╋
(14) ╋ Recuerdos Macabros ╋
(15) ╋ Funeral Sombrío ╋
(16) ╋ Ceremonia Impecable ╋
(17) ╋ Palabras Acertadas ╋
(18) ╋ Juegos Retorcidos ╋
(19) ╋ Verdades Imprevistas ╋
(20) ╋ Familia Inusual ╋
(21) ╋ Cruda Sinceridad ╋
[22] ╋ Dulce Recuerdo ╋
(23) ╋ Contacto Incendiario ╋
(24) ╋ Diversión Roja ╋
(25) ╋ Secretos Expuestos ╋
(26) ╋ Miradas Heladas ╋
(27) ╋ Verdaderos Colores ╋
(28) ╋ Monstruo Revelado ╋
[29] Conexión Peligrosa
(30) ╋ Cena Perfecta╋
(31) ╋ Roce Sanguinario ╋
(32) ╋ Percepción Errónea ╋
(33) ╋ Reminiscencia Melancólica ╋
(34) ╋ Distorsión Real ╋
(35) ╋ Monstruos Creados ╋
(36) ╋ Pasado Tenebroso ╋
[37] ╋ Carta Reveladora ╋
[38 ] ╋ Intenciones Dudosas ╋
[39] ╋ Ceremonia Trágica ╋
(40) ╋ Explicaciones Súbitas ╋
(41) ╋ Noche Trágica ╋
(42) ╋ Meine Liebe ╋
(43) ╋ Ich bin ein Monster ╋
(44) ╋ Kalter Dezember ╋
[45] ╋ Betäubte mein herz ╋
[46] ╋ Tödlicher liebe ╋
(47) ╋ Das spiel ist aus ╋
(48) ╋ Ein Monster erschaffen ╋
(49) ╋ Meisterplan ╋
(50) ╋ Nachwirkungen ╋
(51) ╋ LASS UNS SPIELEN ╋
(52) ╋ Schön ╋
(53) ╋ Der richtige weg ╋
(54) ✝ DIE STILLE VOR DEM STURM ✝
(55) † AUF DIE PLÄTZE, FERTIG, LOS! †
(57) † JETZT KÖNNEN WIR WIEDER FREI ATMEN †
(58) † CAPÍTULO FINAL †
+ Epílogo +
¡Heist sale en papel!
¡Estamos en papel! Nueva info de librerías :D
Extra: ☨ Kaia Stein ☨
Extra: ☨ Halloween ☨

(56) † BLUTIGER ZUSAMMENSTOß †

1M 134K 373K
By Ariana_Godoy


† 56 †

LEIGH

Morir...

El concepto de la muerte, del cese de nuestra existencia era uno que no había considerado, que no había cruzado mi mente hasta que pasó lo de mi madre. Esa noche me había dado cuenta de la fragilidad del cuerpo humano, de lo poco que se necesitaba para dejar de existir y del miedo arrollador que podía venir con darme cuenta de esa realidad. Y ese terror se manifestó en ese momento, Heiner tenía su arma apuntada hacia mí y sabía que yo sería su primer objetivo. Mis ojos se cruzaron con los de Rhett y le di una sonrisa triste. Recordé la sonrisa de mi madre, lo bien que la pasaba con mi padre y con tía Lila, recordé a mis amigas, recordé... a Heist.

Esa sonrisa burlona vino a mi mente, el brillo en sus ojos cuando decía algo arrogante. Mila me giró hacia ella y sostuvo mi rostro entre sus manos.

—¿Estás bien? —Disimuló preguntando para luego susurrarme, —toma el arma. 

¿Qué?

—¿Qué están susurrando? De frente a mí, ahora.

Nos enderezamos y Mila apretó mi mano, la tensión en cada uno de mis músculos se intensificó. 

—¡Rhett, ahora! —Mila ordenó.

Y todo pasó con demasiada rapidez y lentitud a la vez frente a mis ojos. Rhett se agachó para derribar a Jaeda de la cintura, ambos cayendo al suelo. Heiner desvió su atención a ellos para apuntar a Rhett, pero Mila ya se había movido y atacó el brazo estirado de Heiner. Luego vino el sonido de un disparo y luego otro.

Heiner maldijo, Rhett soltó un alarido de dolor y yo me apresuré al lugar donde Mila batallaba con Heiner. El arma yacía a unos cuantos centímetros de ellos y la cogí rápidamente, no sin antes recibir una patada en la cara con mucha fuerza de Heiner que me envió rodando hacia atrás sobre la nieve, mi agarre en el arma no desfalleció para no perderla. Mi cara palpitaba en dolor, pero eso no me detuvo, me puse de pie y tambaleándome, me giré lista para apuntar a Heiner.

Para mi sorpresa, él ya estaba de pie y tenía a Mila como escudo frente a él. Jaeda yacía inconsciente al lado de Rhett quien estaba sentado, recostado contra la pared de un lado de la casa, sosteniendo su hombro, sangre brotaba entre sus dedos. Mi pecho se apretó, estaba herido, uno de esos disparos le había dado a él y el otro disparo...

Mi estomago se retorció al ver como el rojo teñía la parte frontal del vestido de Mila. Heiner la sostenía del cuello y puso su otra mano sobre la herida que ella tenía en el estomago.

—¡Mira lo que has hecho! ¡Lo que han hecho! —Heiner lucía furioso, por primera vez, no había frialdad en su expresión sino descontrol absoluto, —¡Sal de mi camino, Leigh! ¡La llevaré al hospital, la salvaré!

Mila me dio una sonrisa triste y en unos segundos, me di cuenta de que ella no necesitaba decir nada porque todo estaba escrito en sus ojos, tan claro como su decisión y a la vez tan oscuro como lo que eso significaba. Aún así, sus labios se movieron para pronunciar lo que yo ya sabía.

—Mata a este hijo de puta.

La determinación en su voz, en sus palabras me hizo apretar mi mandíbula y levantar el arma con manos temblorosas.

—¡Leigh! —Heiner se escudó aún más con el cuerpo de Mila, —¿Te has vuelto loca? Podrías matarla.

La voz de mi padre resonó en mis oídos y casi podía sentir sus manos guiándome: <<Recuerda, Leigh, cuando dispares no respires porque el movimiento más insignificante de tu cuerpo puede afectar tu puntería. Párate bien, no dudes, exhala profundamente, aguanta la respiración, enfoca tus ojos y dispara>>.

Heiner me observó incrédulo.

—¿Piensas intentar disparar cuando podrías fallar y matarla a ella también?

—No.

—Eso pensé.

—No voy a fallar.

Y jalé el gatillo, el primer disparo le dio en el hombro y del impacto liberó a Mila quien se tambaleó hacia adelante antes de ir hacia Rhett. Yo di un paso hacia Heiner y le disparé de nuevo, esta vez en la pierna. Él cayó de rodillas, haciendo una mueca de dolor. Su sangre brotaba a chorros y manchaba la blanca nieve bajo nosotros. Me paré frente a él, y presioné la punta del arma contra su frente. El bastardo me sonrió y lagrimas de furia llenaron mis ojos.

—Ah, justicia poética, ¿Leigh?

Despegué el arma de su frente y apunté a su entrepierna.

—Si.

Y disparé una vez. Heiner no pudo controlar su chillido de agonía al caer hacia un lado, sus manos sosteniendo su entrepierna.

—Por mamá, por Sofía, por Pilar, por Jessie, por Mila, por...— recordé la sonrisa de Natalia, —y por Natalia. —Le disparé de nuevo.

Me subí encima de él, golpeándolo con el arma, con las manos, disfrutando su rostro lleno de dolor. Sentí la calidez de las lagrimas que rodaban por mis mejillas porque él me había quitado tanto, que ninguna cantidad de dolor, ni siquiera algo tan definitivo como la muerte podrían devolverme a mi madre, a Natalia, a las chicas de mi iglesia, ni lo que él había destruido en mí.

—¡Bastardo hijo de puta! —Le grité, otro golpe, —¡Mi madre era una buena persona! ¡Nunca le había hecho nada a nadie! ¡Ella no se merecía morir así! ¡Ella no...! —me ahogué con mis lagrimas, —¡Natalia... ni siquiera pude decirle lo mucho que la quería... lo importante que ella era para mí! ¡Destruiste... me destruiste!

Heiner se rio entre jadeos de dolor.

—Eres mi obra maestra, Leigh, mírate.

Eso me hizo detenerme, y observar mis manos ensangrentadas.

¿Cómo se ve un monstruo?

Heiner ya estaba pálido, Rhett y Mila me observaban en silencio, ambos con pedazos rasgados de sus ropas alrededor de sus heridas. Heiner puso su mano sobre la mía en su pecho.

—Siempre viviré en ti, Leigh.

—No, —acerqué mi rostro al suyo y le hablé entre dientes, —nadie te recordará, nadie sabrá de tu monstruosa existencia, eras nada y en eso te convertirás cuando mueras. Emergiste de las sombras y a ellas volverás como lo que eres: Nada.

Y le disparé en la frente.

Me puse de pie y limpié mis lagrimas con la parte de atrás de mi mano para apresurarme a Mila y a Rhett. Las llamas dentro de la casa ardían con ferocidad y sin compasión. Ojeé el hombro de Rhett quien hizo una mueca al moverse un poco, noté las lagrimas en sus ojos enrojecidos y me giré para ver a Mila a su lado. La palidez en su rostro y la cantidad de sangre que manchaba su vestido me devolvió esa sensación de pánico y de miedo y comprendí las lagrimas de Rhett. No, no. Puse ambas manos en su estómago para hacer presión sobre la herida.

—¿Mila?

Ella se lamió los labios y me sonrió.

—Has hecho un buen trabajo, Leigh.

—Tenemos que salir de aquí, —mi pecho se apretó, echando un vistazo hacia los lados, —la camioneta... la que usa Heiner para ir por cosas, quédense aquí, iré a buscarla... esperen, las llaves... mierda. —Quité las manos de la herida de Mila y fui a revisar a Heiner y luego a Jaeda, pero no encontré nada en sus bolsillos, —¡Mierda! Deben estar dentro de la casa. Esperen, iré... intentaré—

—Leigh. —Rhett captó mi atención, —la casa está en llamas.

—Lo sé, lo sé, pero—

—Leigh. —Mila estiró su mano hacia mí, y me acerqué para tomarla y arrodillarme frente a ella, —está bien.

No, no está bien, sacudí mi cabeza.

Ella acarició mi mejilla.

—Incluso si encuentras la camioneta, nos tomará horas en alcanzar el lugar más cercano, —su voz era tan suave, tan gentil, —esperen que las llamas cesen, que amanezca y usen la luz para buscar lo que necesitan y salir de aquí.

—No, —dije, mis labios temblando, lagrimas ya rodando por mis mejillas, —no hables como si no estarás con nosotros.

—Leigh, —ella suspiró, —la muerte no me asusta, estoy lista así que está bien.

—No... no es justo —susurré, —no puedo perder a nadie más, no podría soportarlo. 

Mi mente estaba llena de todas las veces que Mila había hecho de mi tiempo en este infierno algo pasable. Ella era alguien especial, alguien que no merecía morir así. Recordé su sonrisa amable y sus sabias palabras cuando tenía días difíciles, cuando querían rendirme.

—Si puedes, —sus ojos emanaban tanta paz, —eres más fuerte de lo que crees.

Ella rasgó una parte de su vestido y me la pasó, la miré confundida.

—Tienes que hacer una atadura muy fuerte alrededor del hombro de Rhett, —Ella me recomendó, —afortunadamente, la herida tiene agujero de salida así que la bala salió, la mayor preocupación es... —ella sonaba cansada, —que se desangre así que tienes que parar el sangrado y mantenerlo.

—Podemos hacer lo mismo contigo.

Ella se lamió los labios, ya resecos por el frío.

—Leigh, está bien, hazlo.

Obedecí, mis ojos encontrándose con los de Rhett. Y me di cuenta de que él también estaba en peligro, dos personas que me importaban estaban en peligro mientras yo estaba a salvo. Ellos se habían arriesgado para que pudiéramos matar a Heiner y de alguna forma ambos terminaron heridos de gravedad y yo solo golpeada. Lo menos que podía hacer era no desmoronarme frente a ellos, no ahora, cuando ellos me necesitaban más que nunca. Así que tragué con dificultad y me moví a hacer la atadura sobre el hombro de Rhett, cuando hice el nudo y apreté, Rhett soltó una maldición.

—Lo siento —murmuré. Rhett me dio una sonrisa ladina.

—Estaré bien.

En la adrenalina de la situación, no había notado los pequeños copos de nieve que caían a nuestro alrededor. La vista era contradictoria, la casa estaba en llamas y copos danzantes de nieves caían a su alrededor, era la visión de un infierno congelado. Me arrodillé frente a Mila.

—Mila...

—Fleur... —ella me susurró, —mi nombre es Fleur Dupont.

Ella levantó su mano, dejando que los copos de nieve cayeran sobre su palma. Una sonrisa melancólica curvó sus labios.

—Esa noche también nevaba —comenzó. —La noche en la que asesiné a mis padres y a mi hermanita. —Ella cerró su mano, —nací en un pueblo francés, y creí que fui feliz, que mi familia era perfecta. Estaba tan lejos de la realidad, mientras yo me creía las mentiras que mi mente creaba, la Reina roja nacía y soportaba los abusos sexuales de mi padre. —Ella abrió su mano, dejando ver lo que quedaba de la nieve, —supongo que la nieve siempre supo cual sería mi final.

—Este no tiene que ser tu final, Fleur.

Ella se giró para verme a los ojos.

—Ya he tenido suficiente, Leigh. Estoy bien con que este sea mi final. —Ella limpió una lagrima de mi mejilla, —estoy bien con irme y llevarme arrastrados a los monstruos que creé sin querer. Es justo.

—No lo es. —Negué con la cabeza.

—Estoy cansada, Leigh, —su rostro se contrajo en tristeza y sus ojos se enrojecieron, —muy cansada, tuve una vida más larga de lo que esperaba y una familia hermosa, pero ya no puedo más. Quiero descansar, quiero estar en paz. Así que, aunque sé que mis esposos no lo entenderán ni mis hijos, ni siquiera Rhett, necesito que tú lo entiendas porque tú eres la única que podrá darles mi mensaje.

—Tú... has sido tan buena conmigo, has pasado por tanto... —respiré profundo para poder hablar, —no te mereces esto, no—

—Leigh, —lagrimas silenciosas rodaron por sus mejillas, —necesito que tú, mis esposos y mis hijos entiendan que no hay nada que pudieran haber hecho para evitar esto. El único responsable está muerto, y eso es lo que importa. Diles... —su voz se rompió, —que son maravillosos y que yo me fui en paz, que no se martiricen, que no necesitaba ser salvada, no esta vez.

Sus labios temblaron mientras de su boca escapaba un sollozo, pero se enderezó, haciendo una mueca de dolor por la herida y continuó.

—Dile a Mayne que ninguna terapia o medicación habría marcado una diferencia, —ella suspiró, —dile a Peerce que yo me voy adelantar a subirme en ese columpio donde solíamos imaginarnos que podíamos viajar por todo el mundo y escapar nuestros problemas cuando éramos niños. Dile que fue un honor recibir toda la calidez que él escondía detrás de su frialdad. —Ella se cubrió la cara para llorar un poco y yo la abracé con cuidado.

—Se los diré, lo prometo —dije en su hombro. 

Ella se separó.

—Dile a Valter que su amor y su dedicación me dieron mucha paz a lo largo de mi vida. Y a mis hijos... —su voz se quebró de nuevo, —diles que no podría irme en paz sino supiera que ellos van a estar bien por si solos, son chicos muy inteligentes y he sido tan afortunada de tenerlos, —ella bajó la mirada, —quiero que ellos sepan que está bien recluir a Frey en una institución por un tiempo si no pueden manejarlo. Está bien que él reciba la ayuda que necesita de profesionales, no quiero que se sientan culpables por hacer eso, a veces amamos con tanta intensidad que creemos que eso es suficiente para salvar aquellos que amamos, pensamos que podemos con todo. Frey es... —ella apretó sus labios con tristeza, —es un chico muy especial, pero puede ser violento y no quiero que haga cosas de las que se arrepentirá toda la vida porque ya no estaré ahí para ayudarlo, para prevenir. Dios, —ella suspiró, —los amo tanto. Leigh, —ella tomó mis manos, —¿les dirás? —su voz ya se estaba debilitando.

—Lo prometo, Fleur Dupont. —yo ya estaba llorando abiertamente, —lo prometo.

Ella volteó su rostro para ver a Rhett cuyas lagrimas silenciosas le habían humedecido las mejillas.

—Eres un gran chico, Rhett, —ella cogió su mano y la apretó, —eres la prueba de que todo lo que hice no fue en vano. —Rhett no se contuvo y la abrazó con su brazo no herido.

Mama, ich liebe dich so sehr. —Rhett susurró en su hombro.

—Ich weiß —Ella le sobó la espalda con suavidad, —yo también te quiero mucho, Rhett.

Al separarse, Fleur parpadeó lentamente y exhaló con debilidad. Ella dejó caer su cabeza de lado para recostarla en el hombro no herido de Rhett.

—Cuéntame algo, Rhett, un recuerdo feliz. —Ella murmuró, cerrando sus ojos.

Rhett inhaló profundamente y yo aparté la mirada, sostuve mi boca y lloré silenciosamente.

—El día que conocí a Heist, a Kaia y a Frey fue uno de los recuerdos más felices de mi infancia, —Rhett comenzó, —nunca había podido jugar con niños de mi edad, ni había podido interactuar con nadie más que no fuera el núcleo enfermizo de mi hogar. Y recuerdo estar tan nervioso al conocerlos, pero ellos no me miraron con lastima a pesar de que mis moretones eran visibles, tampoco se apartaron. Heist... me sonrió y me dijo <<¿Quieres que te patee el trasero en videojuegos?>> —Rhett se rio con tristeza y una sonrisa se formó en los labios de Fleur.

—Suena como él. —Su voz no era nada más que un murmullo.

—Y jugamos toda la tarde y cuando cayó el sol... —Rhett pausó, su voz cargada con nostalgia, —tú entraste a la sala con bocadillos y malteadas. Nos dijiste que teníamos que comer algo si queríamos seguir jugando y pausamos para comer. Y ese momento... nos recuerdo comiendo y bromeando, y recuerdo pensar si era un sueño porque yo nunca había tenido algo así. Esa fue la primera vez que sentí que podía tener esperanzas de nuevo, que podía tener una vida normal, y la tuve. Los Lombardi son maravillosos, me dieron amor de más, y aunque estoy lejos de ser perfecto, creo que crecí para ser relativamente normal. —Terminó con una risa triste, —Gracias. —Él besó el cabello de Mila.

Mila sonrió, pero no dijo nada, sus ojos cerrados y observé con dolor como la mano que ella tenía sobre su herida caía a un lado inerte y algo en mí se quebró.

—No, no, no —murmuré, recordando a mi madre, a perderla así, sin poder hacer nada en una noche que nevaba. Rhett se cubrió la cara para sollozar y yo me puse de pie, mi pecho subiendo y bajando, aire frío se colaba en mis pulmones con cada inhalada y me apretaba el pecho. Sin embargo, eso no se comparaba con el dolor que hundía mi pecho porque estaba perdiendo alguien más, otra noche oscura con nieve a mi alrededor, —no puedo respirar.

Rhett se destapó la cara.

—Leigh...

—Yo... no puedo respirar... —el rostro sin vida de mi madre vino a mi mente, la nieve cayendo sobre su cuerpo, los lobos acercándose, —Rhett...— apreté mi pecho, retrocediendo, —no puedo... —mi voz se quebró. El cuerpo inmóvil de Mila seguía ahí, la mancha sangrienta en su estomago, su rostro lucía lleno de paz, pero sin rastro de vida. Y por segundos, su rostro se intercambiaba con el de mi madre y les di la espalda, cerrando mis ojos.

<<¡Leigh, preparé tu favorito! ¡Baja!>>

La voz de mamá llenó mis oídos y me los tapé, sacudiendo mi cabeza. Traté de controlar mi respiración sin éxito alguno. Abrí mis ojos y las sombras del bosque detrás de la casa se desplazaron y formaron figuras: lobos. Grité abiertamente y caí sentada sobre la nieve, arrastrándome hacia atrás.

—¡No! ¡No! ¡Aléjense de mí! ¡Por favor! —Les imploré, se habían llevado a mi madre, ¿qué más querían de mí?

Un brazo me envolvió desde atrás, presionándome contra un pecho cálido.

—Leigh, Leigh, —la voz de Rhett sonaba tan lejana.

—Lobos, Rhett, hay lobos, no podemos dejar, —hablé entre respiraciones aceleradas, —no podemos dejar que se... acerquen a Mila. Otra vez no, Rhett, no otra vez, no puedo.

—Leigh, escúchame, quiero que te enfoques en mi voz, ¿de acuerdo? —él susurró en mi oído, —cierra tus ojos.

—No puedo, no podemos bajar la guardia, los lobos—

—Leigh, cierra tus ojos, confía en mí, no dejaré que los lobos se acerquen, ¿de acuerdo?

Contra todo miedo, cerré mis ojos.

—Enfócate en mi voz y repite conmigo: todo está bien, estoy a salvo y no estoy sola.

Lo repetí una y otra vez, la frase que más se quedaba en mi cabeza era: no estoy sola. Porque esa horrible noche no tuve a nadie.

—No hay lobos, Leigh, estás a salvo.

Abrí mis ojos, las sombras volvieron a ser sombras normales y rompí en llanto porque mi mente era un desastre. Me volteé y abracé a Rhett. Él soltó un quejido adolorido y yo me separé.

—Lo siento, lo siento.

Él tomó mi rostro con una mano.

—Está bien, vamos a estar bien, Leigh. —La oscuridad de su mirada estaba opacada por lo rojo que estaban sus ojos, sus mejillas aún húmedas por las lagrimas y no me podía imaginar lo que estaba sintiendo, Mila significaba mucho para él, para Heist, para Kaia y Frey, y sus esposos. Me sentí egoísta al sentirme tan mal ante la muerte de Mila cuando había otras personas a las que esto les afectaría mucho más. Perder una madre... se llevaba una parte de ti que nunca podrías recuperar.

Así que destrozados, volvimos a Mila. Yo me arranqué parte del vestido y até las manos de Jaeda quien seguía inconsciente, revisé su pulso y le encontré con vida. La necesitábamos para que dieran su testimonio y declaración sobre todo el plan de Heiner.  Llevamos a Mila y a Jaeda al frente de un pequeño deposito que la casa tenía detrás, Rhett y yo nos sentamos en la orilla de la puerta. Las llamas ardían sobretodo en la parte frontal de la casa, no se había propagado tanto a la parte de atrás. Supusimos que eventualmente eso pasaría. Hacía frío, el calor de las llamas que emitían la casa lo hacía un poco más pasable.  Ojeé a Rhett, su mirada estaba perdida en las llamas, su cabeza recostada contra el marco de la puerta del deposito. No supe cuanto tiempo pasó, nos quedamos en silencio viendo las llamas, llorando silenciosamente. No tenía idea de la hora o cuanto tiempo llevábamos aquí.

Hubo momentos en los que me dormí y cuando despertaba quería pensar que esto era una pesadilla y al darme cuenta de que esta era nuestra realidad, cerraba los ojos con fuerza, deseando desparecer. Amaneció, la casa ya solo era un humo, unas pocas llamas aquí y allá. El frío del amanecer se volvió insoportable ya que el calor de las llamas se había ido. Rhett y yo como pudimos cargamos a Mila dentro de la parte frontal de la casa que no se había quemado tanto y luego hicimos lo mismo con Jaeda. Nos sentamos cerca de la puerta principal, el interior estaba carbonizado, pero dentro de la casa había calor por el reciente fuego.

—Iré a ver si consigo algo —murmuré a Rhett, pero entonces la luz matutina me permitió notar lo pálido que estaba y lo morado que se estaban poniendo sus dedos y su brazo por el fuerte nudo alrededor de la herida en su hombro, —Rhett...

—Estaré bien, —ambos sabíamos que esa era una mentira y la cruel realidad de nuestra situación me golpeó de nuevo, ¿íbamos a morir aquí? Después de todo lo que habíamos hecho, del sacrificio de Mila, ¿moriríamos en medio de la nada?

Y entonces, lo escuché: el ruido de un motor. Me asomé a la ventana y mis piernas se debilitaron mientras lagrimas de alivio nublaban mi visión. De una camioneta se bajó Heist, alto y fuerte, y me puse a llorar porque sentí que el peso de todo lo que había vivido esa noche cayó sobre mí con todo, ya no me escudaba en el modo supervivencia así que lo sentí todo y fue demasiado.

Lo logramos, Fleur Dupont. Gracias...

Luego se bajaron los padres de Heist y sabía que esto iba a ser tan difícil. Di un paso a la puerta y me detuve, no podía enfrentarlos, no cuando sabía que enfrentaría el dolor que la muerte de Mila les causaría. Rhett pareció leer mi mente porque con dificultad y quejidos de dolor, él cargó a Mila fuera de la casa y solo pude escuchar las negaciones de Heist. Me armé de valor y salí lentamente, cada paso me hundía el corazón porque Heist se veía completamente destrozado mientras lloraba.

—Madre... 

Le escuché susurrar, y las ganas de abrazarlo me hicieron apresurarme hacia él, pero me paralicé al encontrarme con su fría mirada.

—Heist...

Mi voz apenas se escuchaba, me estaba quedando sin voz. Él no dijo nada. Mayne se levantó con Mila en sus brazos y la cargó con gentileza para llevarla a Peerce y a Valter. Heist se puso de pie y limpió sus lagrimas con rabia. Yo me acerqué y toqué su brazo, él se soltó de un manotazo.

—No.

—Heist.

—No. 

—Lo siento tanto, Heist, de verdad—

—¡Cállate! —Me gritó, sorprendiéndome, mis labios temblaron mientras ahogaba un sollozo, —tú... ¡Todo esto es tu culpa!

—Heist...

—Si tu no hubieras aparecido en mi vida, si no me hubieras atraído a ti como un maldito idiota, si no me hubieras engañado esa noche, habría estado ahí.

Cada palabra quemaba más que la anterior porque ya yo me sentía lo suficientemente culpable por la muerte de Mila. Pero no bajé la cabeza.

—¡Y te hubieran drogado como a todos los demás! —Se me quebró la voz, —no te atrevas a culparme por protegerte, por—

—¡Cállate! —Se acercó a mí, la furia danzando en la frialdad de su mirada, y con una mano apretó mi mandíbula con desprecio, —No quiero volver a verte en mi vida. —Dijo entre dientes. Mi pecho ardió, sentí como si me hubieran sacado todo el aire de un golpe.

A mi mente vino todo lo que pasé: los juegos en el laberinto de Heiner, el dolor, los abusos, la agonía en la mirada de Mila, el hambre, el miedo contaste y asfixiante, ese cuarto oscuro y lleno de pesadillas, la muerte de mi madre, de mi mejor amiga, del líder de mi iglesia cuando era inocente. Había tenido suficiente, y cuando finalmente sentí algo positivo, una pizca de alivio, Heist estaba frente a mí diciéndome cosas hirientes. Y sabía que hablaba desde el dolor por su madre, pero él no era el único que había perdido algo o alguien en todo esto. Con decepción, arranqué su mano de mi mentón de un tirón.

—¡No eres el único que perdió algo! —Grité con tanta fuerza que cerré los ojos, —¡No eres el único, maldita sea!

Heist se quedó callado.

—Me han secuestrado, torturado y abusado de mi por meses. Yo también perdí a mi madre por culpa de ese monstruo. No eres el único...— mi voz se rompió de nuevo, —que ha perdido algo.

Heist seguía sin decir nada.

Abrázame, dime que todo va a estar bien, que ya no debo tener miedo, que ya estoy a salvo, que sobreviví, Heist, por favor.

Pero él no dijo nada y mi corazón se quebró aún más, cada estilla rasgando partes de mí. Lo miré a los ojos.

—Y durante todo este tiempo, no sabes lo mucho que pedí sobrevivir, volver a casa y poder verte otra vez para decirte que... te quiero, —pausé porque mi voz me fallaba, —pero fui una idiota por pensar que podía ser reciproco y que te alegrarías al verme con vida después de toda la mierda que he pasado.

Y con eso, le pasé por un lado y seguí hasta donde se acababa de estacionar la camioneta de mi padre.  Cuando papá se bajó y vi el alivio y el amor esparcirse por su rostro, rompí en llanto porque alguien se alegraba de verme, porque alguien me amaba, porque por fin tendría ese abrazo que tanto necesitaba.

—¡Leigh! —Él vino a mi encuentro y me abrazó.

—¡Papá! —Lo abracé con fuerza.

No supe cuanto tiempo pasé llorando en sus brazos, pero cuando me separé, pude sentir ojos sobre mí y me giré para ver a Heist en el mismo lugar donde lo dejé, su mirada sobre mí, su expresión helada ya se había agrietado. Sin embargo, ya yo no tenía nada que decirle así que miré hacia el lado opuesto donde Rhett estaba siendo revisado por Mayne. Rhett me dio una sonrisa triste antes de hacer una mueca porque Mayne le cambió el vendaje y se lo estaba apretando. En los ojos oscuros de Rhett vi reflejados el dolor y el miedo, lo que habíamos pasado juntos en esa casa. Pero esta parte trágica y dolorosa había llegado a su final y ahora nos quedaba lidiar con las consecuencias, con los escombros y con las perdidas. Recordé al monstruo causante de todo esto y sentí tanta satisfacción de haberlo matado que una pequeña sonrisa curvó mis labios.

Una vez que entras al juego de Heiner, la única salida es la muerte. Eso te incluye, Heiner.

Game over, hijo de puta.

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