Tu partitura | MomoJirou

By ariwatermelon

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Kyouka Jirou es una cantante de gran éxito con millones de fans. Momo Yaoyorozu es una adolescente que se ve... More

0: Introducción
1: Zona de confort
2: Tu partitura
3: El piano
4: Libros, té y matrioshkas
5: Perlas grisáceas
6: Concierto privado
7: Palabras amables
8: Me gustan las sorpresas
9: Algodón de azúcar
11: Un océano lleno de partituras
12: Mejilla ardiente
13: Inseguridades
14: Tu destino
15: Lo nuestro
16: Plumas negras
17: Delantal rosado
18: Cigarrillo
19: Tanque de tiburones
20: Gold Tips Imperial
21: Music in your heart
Epílogo
Nota final
Dibujo

10: Batido con patatas fritas

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By ariwatermelon

Había llegado el día, iba a quedar con ella. Abrí el armario y cogí la ropa que iba a ponerme. Una camiseta negra y unos pantalones azulados. Cogí unos pendientes de aro y una cadena para ponérmelo como complemento.

—¿Kyouka Jirou arreglándose? ¿Quién eres y qué has hecho con mi hija?

Reí ante el comentario de mi padre y negué con la cabeza.

—Quería estar un poco presentable. Hemos quedado en la tienda del abuelo después de comer.

—¿Así que le vas a regalar el libro que te regaló la abuela? Eso es precioso Kyouka.

Mi padre sonrió orgulloso mientras me abrazaba de forma cariñosa.

—Bueno, te dejo tranquila. Supongo que tendrás que irte ya.

Asentí, a lo que él salió de la habitación. Cogí mis cosas y me dirigí a la tienda de mi abuelo, no sin antes ponerme mi "disfraz" de cada día para pasar desapercibida. La verdad es que era un auténtico milagro que ningún fanático me hubiera reconocido todavía.

Al entrar me sorprendí al encontrarme allí con todo el grupo al completo. Kaminari se encontraba sentado en el piano, mientras Kirishima y Bakugou hablaban entre ellos.

—¿Qué hacéis aquí?

No esperaba encontrármelos hoy, aunque no me sorprendía en absoluto que hubieran venido.

—Hemos venido a ver qué no te has vestido con un saco de patatas para ir a tu cita— dijo Bakugou—Bueno, tu "quedada", como lo llamas tú.

—Sois unos idiotas.

Sonreí de lado y me dirigí hacia el mostrador, mirando a Denki, el cual me dedicó una sonrisa. Yo se la devolví. De momento le había perdonado.

—Estás guapísima, Kyouka ¿Ya sabes dónde vais a ir?— me dijo Kirishima, con una sonrisa de oreja a oreja enseñando sus puntiagudos dientes.

Me apoyé sobre el mostrador, mirando a mi abuelo de reojo.

—Había pensado que podríamos ir a tomar algo a un local, y luego a la playa a dar un paseo—suspiré—¿Creéis que le gustará ir a la playa?

Los cuatro me miraron con una sonrisa y asintieron ante mi pregunta, tal vez me estaba preocupando demasiado.

—Supongo que iréis al local de Key, así no os molestarán los fans y podrás quitarte ese sombrero tan feo— comentó Bakugou.

Hice un puchero ante su comentario. En realidad le había cogido cariño a aquel sombrero.

—Así es, ya he hablado con él— respondí.

—Dime que no vas a pedirte un batido con patatas fritas ¡Vas a asustarla!— se quejó Denki.

Le di un golpecito en el hombro, algo molesta. Obviamente que me lo iba a pedir.

—No es raro, está bueno ¿Vale? Además, Kay hace el mejor té y sé que a YaoMomo le gusta. No creo que le importen mis gustos extraños.

El resto de la mañana estuvimos todos juntos ayudando a mi abuelo con la tienda.

Aunque no viniera mucha gente los instrumentos eran delicados y tenían que limpiarse cada día.

Al acabar la mañana hicimos un descanso para comer y antes de que fuera la hora de nuestra quedada se fueron, dejándonos solos a mí y al abuelo.

—Buenas tardes— sonrió mirándome para después mirar a mí abuelo—Buenas tardes señor, espero que se encuentre correctamente.

—Sabes que puedes llamarme Sun, Yaoyorozu— dijo él con una pequeña risa.

Su melodiosa voz hizo que recobrara la compostura. Al verla tragué saliva, estaba preciosa, más de lo normal. El conjunto de ropa que llevaba le sentaba fenomenal y su pelo suelto era precioso, como la misma seda.

Vamos Kyouka, cierra la boca.

—Eh...—la miré con una sonrisa—Buenas tardes.

No debía estar nerviosa, no lo había estado demasiado ninguno de los otros días, pero hoy todo parecía ser diferente.

—Te ves bien YaoMomo.

Ella desvió la mirada algo avergonzada por mi comentario, hasta que me sonrió con cierta confianza.

—Tu también Jirou— observó el lugar para luego volver a mirarme—¿Dónde vamos a ir?

—Sorpresa, sígueme.

Ambas nos despedimos del abuelo para salir de la tienda. Noté que me estaba mirando mientras caminábamos.

—Siento tener que llevar este sombrero y estas gafas tan horribles. Pero dónde vamos ahora podré quitármelo.

Ella rió, alargando su mano para colocarme mejor el sombrero.

—Solo tú podrías verte bien con un sombrero de paja y unas gafas en forma de estrella—entreabrí los labios—Aunque no es lo más desapercibido.

—Estaban de oferta— dije soltando una leve carcajada.

Ella rió. Su risa conseguía relajarme, era una risa calmada, pero a la vez contagiosa.

El lugar no quedaba muy lejos así que llegamos en unos minutos. Ella observó el sitio y entramos. El propietario me conocía, al verme nos llevó a ambas a una mesa apartada, donde los fans y reporteros no podrían vernos, y así poder comer tranquilas.

—Me gusta este lugar, es muy acogedor— sonrió—Nunca había ido a lugar como este—dijo emocionada, casi como una niña pequeña.

—¿Y eso por qué?— la miré preocupada, tal vez no le gustaban.

—Mis padres. Prefieren otro tipo de lugares—suspiró—A mí me gustan. Sobre todo de este tipo, con decoración ambientada en los ochenta.

Siempre había querido preguntarle sobre la relación con sus padres, pero parecía un tema delicado.

—YaoMomo, en este lugar tienen una carta de tés muy extensa, por si querías probar alguno.

Ella me miró con una sonrisa y negó con la cabeza. Ladeé la cabeza desconcertada.

—Me gustaría probar cosas nuevas ¿Tú que te vas a pedir?

—No creo que te guste.

—Vamos, dímelo.

Ella me dedicó una dulce sonrisa. No podía resistirme ante eso. Acabé cediendo ante su pregunta.

—Batido de vainilla con patatas fritas, separado claro. Pero para mí es una buena combinación—ella me miró—Aunque hay un cincuenta por cierto de posibilidades de que acabes con dolor de barriga.

Esperaba no haberla asustado con mis gustos extraños.

—Entonces me pediré lo mismo que tú— sonrió divertida.

—¿De verdad?

—Claro.

Iba a decir algo pero el camarero nos interrumpió. Le pedimos lo correspondiente, dos batidos y dos raciones de patatas fritas.

—Oye, gracias por venir— la miré—Sé lo que pasó con Denki, y lo siento mucho. Todo lo que te dijo no es verdad, he hablado con él y ya está todo arreglado, espero que puedas perdonarle.

—Claro, siento no haber ido a la tienda esos días. Tendría que haber sido más fuerte, no me tendrían que afectar tanto ese tipo de comentarios— ella me dedicó una sonrisa algo entristecida.

—Eres fuerte, no digas lo contrario. Solo has de creer en ti misma, has de tener confianza.

Ella me sonrió. Ante eso el camarero nos dejó los batidos y las patatas. Momo observó la comida maravillada.

—Pruébalo.

Ella asintió introduciendo la pajita de cartón entre sus labios y sorbiendo en el acto. Su cara de felicidad en aquel momento fue lo mejor que había visto en mucho tiempo.

—Está muy bueno, Jirou.

—Te lo dije— dije orgullosa—Ahora prueba las patatas.

—¿Lo que tú haces es bañar las patatas en batido?— ella arqueó una ceja.

—Sé que suena asqueroso, pero te prometo que para mí es el cielo.

Me miró pensativa, cogió una patata y la mojó en el batido, introduciéndola en la boca.

Estaba preparada para cualquier tipo de reacción desagradable. A nadie le gustaba, era como la pizza con piña.

—Me gusta— la miré sorprendida—El sabor salado de la patata queda en segundo plano al contrastar con el sabor dulce y delicado del batido, además, resalta la vainilla.

Parpadeé varias veces procesando lo que había dicho.

—Oh, lo siento. A veces me pongo a analizar las cosas— rió—Pensarás que soy extraña.

—¿Extraña? Me gusta el batido con patatas fritas, la extraña soy yo.

Ella rió, siguiendo disfrutando de su batido, mientras de vez en cuando pasaba su lengua por las comisuras de sus labios.

—Dime YaoMomo ¿Cuál es tu mayor sueño?

Aquella pregunta pareció sorprenderla, dejó el batido encima de la mesa y me miró.

—Casarme con un hombre y tener hijos, un buen matrimonio.

Casi me atraganto con el batido al oír aquello.

—¿Qué?

—Solo bromeaba—ella me sonrió de forma divertida—Supongo que superarme cada día, no lo sé del todo, es una pregunta compleja—hizo una pausa durante unos segundos mientras revolvía el batido con su pajita—¿El tuyo?

Suspiré aliviada ante su contestación. Aunque a la vez me gustaba que se abriera más conmigo en ese sentido.

—Tener auriculares en las orejas ¿No sería genial? Podría escuchar música todo el tiempo y nunca se me enredarían.

Ella rió de nuevo ante mi contestación dedicándome una dulce sonrisa.

—Es un buen sueño, de eso no cabe duda—sonreí—Oye, me gustaría preguntarte algo.

Sus ojos oscuros me miraban fijamente, asentí sin dejar de mirarlos.

—¿Cómo supiste que querías dedicarte a la música?

La miré pensativa intentando contestar de manera más corta posible.

—Con la música me siento libre y disfruto a cada segundo. Sé que es lo que me hace feliz, es algo que podría hacer siempre y nunca dejaría de aburrirme. Es una sensación difícil de explicar.

Ella no dijo nada durante unos segundos, solo le dio un sorbo a su batido para volver a mirarme. La miré de la misma forma, era complicado dejar de mirarla.

—A veces siento eso cuando toco el piano, algo que no he sentido ni siquiera leyendo. La música me hace sentirme libre, desaparecer de este mundo por unos segundos.

—¿Entonces por qué no te dedicas a la música? Serías una pianista fantástica.

Colocó su dedo índice en su barbilla, gesto que hacía cuando pensaba. Me miró y suspiró.

—Mis padres no me lo permitirían. Además, desaprovecharía una oportunidad como lo es estar en la Yuêi.

—YaoMomo— tragué saliva, y cogí su mano—Te mereces ser feliz, no ser una marioneta. Haz aquello que te guste, y si no lo consigues a la primera inténtalo una y otra vez.

Ella miró nuestras manos y luego a mí de nuevo, luego, se giró de golpe. Solté su mano avergonzada y la miré con preocupación.

—¿Uh? ¿Qué ocurre?

—N-Nada, solo vayámonos de aquí.

Parecía nerviosa.

—¿He dicho algo malo?

Ella se giró lentamente, dedicándome una gran sonrisa.

—Es que...—su sonrisa hizo que un cosquilleo recorriera todo mi cuerpo—Tus palabras me han hecho verdaderamente feliz.

Le devolví la sonrisa, agarrando su mano de nuevo con suavidad.

—Te mereces ser feliz, YaoMomo.

Espero que os haya gustado, gracias por leer. Ya sabéis, si queréis preguntarme algo referente a la historia o cualquier cosa no dudéis en hacerlo <3

Por cierto #teampatatasfritasconbatido ✌️😔👊

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