Ratita, un simpático pikachu...

By Edu-pikachu

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Fernando descubre que morirá antes de cumplir la mayoría de edad si no mata a Ratita, un pikachu adoptado por... More

1.Una mala manera de comenzar los días
2. El juego de la estrella sangrienta
3.El comienzo
4.El techo
Hola lectores
6. Control mental
7. La primera trampa
8. El cuchillo carnicero
PARTE II: 1.Eevee y Trabish
PARTE II: 2. Perder la cabeza
PARTE II: 3. Trabajo sucio

5.Enfadarse por tonterías

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By Edu-pikachu

Pikachu no creía en absoluto aquel sueño que tuvo, pero jamás sintió dolor en un sueño, no como el que había sentido aquella vez. La vez en la que Estrella sangrienta apareció amenazando con asesinarle, y que por poco lo consigue. Pero eso era imposible, por muy real que pareciera. Si no ¿por qué había desaparecido la sangre? ¿Por qué no estaba estaba herido en lo más mínimo? Lo único extraño en todo aquello era el simple hecho de haber dormido junto aquel niño que se dirigía a él como Ratita. Qué le empujo a ir allí era el único misterio. Porque a él no le gustaba dormir fuera de su cojín en la esquina, el prefería eso a cualquier otra cosa y jamás renunciaría a ello por un sitio más amplio, o un sitio más cálido, o un sitio más cómodo...nada de eso le haría cambiar de opinión. Después de todo allí dormía cuando estaba con ella, su antigua dueña...Ojalá estuviera bien, eso era lo único que deseó una vez ante aquella estrella fugaz. Qje fuera feliz allí donde estuviera, el resto daba igual...él amaba mucho a Miriam. Los motivos eran: en primer lugar, que fueron muy buenos amigos; segundo, ella era hermosa con sus ojos castaños y su pelo color café; tercero, su voz era la más dulce del mundo. De hecho, él se acordaba de cuando cantaba la canción de aquel anime...sobre un entrenador y su pokemon. Cambiaba un poco la letra y se la susurraba: "Pikachu va a ser el mejor, el mejor que habrá jamás...(no recuerda la letra)......eres mi amigo fiel...". Sobre todo le gustaba cuando le llamaba amigo, era lo único que probablemente no se borraría jamás de su cabeza. Si tan solo pudiera escucharla una vez más, podría restaurar las partes perdidas de la letra y la melodía. Lástima que no se pudiera. Al igual algún día emitían ese anime por la tele y por lo menos conseguía aprenderse la original...aunque siempre será mejor la versión de Miriam. O mejor aún, tal vez se reencontraba con ella y conseguía que ella misma se la cantara. Pikachu no paraba de recrear ese momento, y sería tan genial poder recitarse la canción a si mismo para representar aún mejor aquella escena...

-Pikachu va a ser el mejor...el mejor que habrá jamás...(no recuerda la letra)...mi amigo fiel...-cantó la Miriam de la imaginación de pikachu sin afinar demasiado. No era fácil recrearlo-¿Quién es mi pikachu bonito? ¡Pero si eres tú!

Pikachu se acostó en el cojín de siempre y lo regó con sus lágrimas ¡Qué tonto!...ni que hubiera un jardín con flores y todo de verdad, pensó. Daba igual, el cojín absorbía las gotas que caían como si lo fuera, y daba un fruto amargo que le consumía, pero no estaba dispuesto a dejar de probar. Acabaría enloqueciendo si no dejaba de pensar en ella, porque los rastros de aquella canción nunca dejaba de sonar cerca del oído, se la cantaba a sí mismo una y otra vez. Seguro que todo eso de la Estrella sangrienta significaba que ya había empezado. Pikachu no se durmió, comenzó a dormitar reflexivo y otra vez regó el cojín, alimentado el fruto que acabaría con su sobriedad.

El caso es que el niño ese se había ido con su hermano mayor afuera, a la calle. Era domingo, y el sábado hicieron lo mismo, salieron afuera, solo que sin desayunar. Cuando volvieran, le gustaría poder preguntarle al niño ese sí había visto lo mismo, lo que había ocurrido aquella noche del...¿viernes?. Sí, debió ocurrir el viernes. Por desgracia no podría, ese niño no entendía nada de lo que intentaba decir. Si así hubiera sido, ya le abría pedido (suplicado) que dejara de llamarle de ese modo, era un mote ridículo "Ratita"...puej. Pikachu seguía dormitando, como antes, entre el sueño y la meditación. Imaginando otra vez la voz de su dueña «Pikachu va a ser el mejor...jamás...am.....amigo fiel» más lágrimas se le escapaban y pensó que era natural; no obstante, aún nada estaba del todo perdido.

***

Los dos hermanos estaban pasando aquella mañana tan agradable. Fernando no recordaba habérselo pasado tan bien junto a su hermano en años, o como poco en meses; y eso que solo caminaban por las calles de la ciudad que había odiado hasta ese momento. Eric podía ser un pesado y un poco ruin a veces, pero tuvo que reconocer que esa mañana y la anterior se había comportado genial con él. Y de alguna manera consiguió que él le mirara de una forma muy distinta, como si le acabara de conocer de nuevo tras muchos años sin poder verle. Era mucho mejor ese nuevo hermano mayor que le sacaba a pasear y hacía que se divertieran hablando de un millón de cosas.

-¿Vamos yendo de vuelta? -preguntó Eric en una calle del casco antiguo despues de haberse doblado de la risa junto a su hermano por un chiste algo verde que contó.

-¡Jo, noooo! yo quiero que caminemos más. -se quejó Fernando- ¡Porfa!

-Lo siento, pero se hace tarde. De todas formas no te preocupes, aún queda un buen trecho hasta casa.

-Vaaale. -suspiró con resignación.

Los dos hermanos pusieron rumbo a su casa sin pronunciar palabra alguna. Ninguno supo por qué, pero ya no habrían más risas, ni más chistes verdes, ni nada...un aburrimiento. A mitad de camino el rostro de Eric se apagó, se convirtió en una cara preocupada. Y no es que su hermano no se percatara de ello, sino que no se atrevía a preguntarle porqué estaba así. Eric miró que no hubiera nadie en la calle en la que estaban, y al ver que estaba desierta, se detuvo y cogió con suavidad el brazo de su hermano.

-F...Fernando, creo que debo...ehm...debería contarte algo. -dijo con cara de preocupado.

-¿El qué? -preguntó de un modo raro, como una rana croando, y se aclaró la voz.

-¿Recuerdas lo que no te dije sobre papá? -preguntó Eric, se puso serio.

-No puedo recordar algo que no me dijiste ¿No?

-Bueno. Ayer en la cafetería estuvimos hablando, no sé, de mi viaje como entrenador pokemon y entonces tu preguntaste sobre algo relacionado con papá, y yo no te lo dije ¿te acuerdas? -aún le sujetaba del brazo.

-Sinceramente...no.

Eric era incapaz de explicarse en ese momento, su frustración crecía a cada segundo. En otras ocasiones cambiaría de tema, pero lo que iba a degir era demasiado importante , era posible que equivocado; pero sin otra intención que la de no estar solo guardando el secreto de su padre, quiso que lo supiera.

-Verás, antes tengo que saber si de verdad quieres que te lo diga, porque puede ser que te resulte incómodo...y de ser así tienes que prometer que nunca hablarás de esto con nadie que no sea yo ¿Entendido? -dijo Eric.

-Eric, esto se está volviendo demasiado raro.

-¿Quieres que te lo diga?

-Yo...

-Contesta de una vez -le soltó del brazo.

-No, no quiero saberlo. Me estás asustando.

Eric asintió y se puso en marcha hacia casa.

-Entonces olvida todo lo que he dicho y vamos a casa...todo está bien...bien... -dijo Eric.

(En realidad no estaba nada bien; estaba solo)

Fernando pensó en su redacción (descriptiva) lo que les quedaba de trayecto. Y sacó ideas estupendas para mejorarla, y una de ellas fue muy buena. Dudó un segundo de que Ratita fuese la mejor opción, también estaba su hermano. Se lo pasó bien al principio, pero la vuelta había sido mucho más que desagradable, aun así, se quedó con lo positivo. Lo decidió en apenas segundos. Después de que la rehiciera, y si salía bien, se la dejaría a Eric para que la viera y opinara. Seguro que le encantaría, y ¿por qué no? Se la enseñaría a sus padres, y a ratita se la leería en voz alta, para que pudiera disfrutarla como los demás. Él también formaba parte de aquella redacción. Hasta le gustaría a Lorena, la profesora, cuando la corrigiera. A ella normalmente le gustaban las redacciones de Fernando, y en más de una ocasión afirmó que era el mejor redactando de la clase. Las notas que sacaba eran sietes y ochos, y encima le bajaba puntos por las faltas de ortografía. Odiaba ver la hoja devuelta con un montón de tachones rojos. Y odiaba todavía más que le bajara la nota por esa tontería de las faltas, ya las mejoraría algún día, para él era más importante el contenido de un texto. Pues tenía toda la razón...sin embargo eso de la ortografía era una cosa muy importante, para dar a entender que sabía escribir, es decir, para que le tomaran en serio por allá adonde iba. Lo único que se le ocurrió era procurar ser cuidadoso cuando la escribiera, y detenerse ante alguna palabra "difícil" para meditar o preguntar. Daba igual cómo, pero el escrito debía estar lo mejor posible antes de llegar a Lorena. Y tal vez llegara a un nueve o un diez. Se engañó haciendose creer que nada más llegar a casa se pondría manos a la obra, y que para la hora de la comida ya habría terminado por lo menos la mitad.

-¡Hola Ratita! -saludó Fernando irrumpiendo en la habitación.

Ratita estaba echado en su cojín mojado, no se movió del sitio, y Fernando decidió no decirle nada, porqué parecía dormido. Miró su mesa de escritorio y vio papeles, no tuvo ganas de ponerse a hacer la tarea y al final la pospuso para después de comer. Como se aburría, se dirigió a la habitación de Eric y después de llamar a su puerta le prohibió la entrada de mala manera, habría pasado igual, pero estaba atrancada por dentro.

-¡Déjame! -gritó Eric

-¿Te pasa algo? -preguntó Fernando.

-¡No! ¡Te he dicho que te largues! -gritó otra vez Eric.

-Tú eres un gilip... -se lo pensó un segundo, notaba como se enfadaba, debía controlarse- Tu eres un tonto...-se fue a su cuarto, con Ratita, con la certeza de que sabría relajarle.

Se acercó al cogin y se percató de que Ratita no estaba dormido. Lo tocó ya sin acordarse de su enojo y...

-¡Piih! -gruñó Ratita enseñando los dientes, al parecer tampoco estaba de muy buen humor.

Fernando fue a su cama, se echó y comenzó a contar mentalmente, pero antes de llegar a diez desistió aun sin haberse apagado su enfado.

-Hoy es un día horrible, pero lo que más me jod..., bueno, molesta, es que prometía ser uno de los buenos esta mañana. -miró triste el techo liso y blanco como otras muchas veces.

Al rato el pikachu comenzó a lloriquear, y Fernando tuvo ganas de gritarle de mala manera "¡Callate de una vez, rata asquerosa!", pero se contuvo y en su lugar dijo:

-¡Callate ya! ¡¿se puede saber que demonios te pasa?!

Él no lo entendía, no escuchaba la eterna canción del anime reproduciéndose dentro de sus oídos, ni la imagen de ella, una falsa ella que estaba junto a él en frente de aquel televisor imaginario pequeño, de ¿menos de 30 pulgadas?...él no podía entenderlo, ni siquiera saber lo que pensaba sobre ese es tupido mote que le había puesto. Nada de eso saldría jamás de él, no solo porque los que le rodeaban no se enteraran de lo que significaban sus "pikas", eso era aparte, el motivo era que no existían palabras para describir lo que produce. Pikachu va a ser el mejor, el mejor...eres mi amigo...

***

Eric estaba en su habitación, encerrado para que nadie le descubriera nunca. Se sentó en cama, recostado en el cabecero de su cama y envuelto en una manta, como si fuera una momia. Incluso tenía su cabeza cubierta, dejando caer parte de la manta como la capucha de la muerte cuando tapa su rostro cadavérico. Pensaba en lo de papá, que estaba engañando a mamá; y en lo que pasaría si mamá se diera cuenta de eso. Seguro que se enfadaría. Pero lo que más miedo le daba era aquella pregunta que le formularía su madre después: "Dime cielo, ¿Quieres ir con papá, o con mamá? Ya sabes que no me voy a enfadar...". Comenzó a balancearse hacia delante y luego hacia atrás, y lo volvía a repetir. El cabecero metálico de la cama chirriaba por los golpes de su espalda. "Di tesoro, ¿tu padre o yo?". Eric estalló en un lloro inevitable.

-Contigo mamá, pero es que papá me da mucha pena... -dijo con la voz rota dentro de esa manta.

El chirrido del cabecero se escuchaba mucho, así que paró ese balanceo constante. Entonces volvió a la realidad, eso todavía no había pasado, y existía la posibilidad de que aquello nunca pasara. Y si pasaba, ¿que más daba? Él iba a ser entrenador pokemon e iba a viajar por todas las regiones del mundo. No haría falta que respondiera a esa horrible pregunta formulada por mamá. Eso nunca. Claro que les enviaría cartas a los dos diciéndoles las medallas que ha ganado. Y a Fernando también, era su hermanito al fin y al cabo, y quería una barbaridad a ese renacuajo gruñón de 12 años de edad. O mejor, si se lo llevaba a vivir aventuras con él y sus pokemones, lo pasarían en grande y además Fernando no tendría por qué responder a la pregunta. "Elige ¿con cual de los dos te quieres ir a vivir?"

-Con los dos mamá...no me odieis -cogió aire entrecortadamente- No me obligueis por favor.

La comida debía estar haciéndose, porque un guiso de mamá se olía en el aire. A Eric se le hizo la boca agua y la baba se le caía por la comisura de los labios. Se desenvolvió de la manta, se inclinó hacia un lado para alcanzar el primer cajón de la mesilla de noche, lo abrió, sacó una barrita de chocolate que se llamaba "chocosnake" y que tenía una serpiente dibujada en el envoltorio, y cerró el cajón. Eric comió con fruición la barrita, él chocolate le encantaba y siempre tenía reservas escondidas por los cajones de su habitación. Mientras devoraba la chocosnake, todo eso de papá y la pregunta de mamá parecía estar a un millón de años luz.

***

A terminar la redacción, pensó Fernando ya sentado en la silla, frente al escritorio y con un lápiz y papel a mano. Al sacarle punta al lápiz con el sacapuntas, se cortó y una gota de sangré calló sobre la mesa, formándose así una figura similar a una estrella.

-¡Ay!...u..una estrella de sangre...-dijo- Lo qué me recuerda en algo a esa pesadilla tan horrible, puff, se me ponen los pelos de punta.

Pikachu estaba jugando con un muñeco verde sobre la cama y se detuvo al escuchar el comentario del niño. Aquello no era bueno, pero al menos, el pokemon estuvo seguro de cuan sanguinario y trágico destino les aguardaba en el futuro.

-Oye, Ratita...luego, cuando tenga hecha la redacción esta que tengo que entregar mañana, jugaremos en el parque ¿Vale? -su humor había mejorado.

Pikachu bostezó, lo que quedaba del domingo ya no era un misterio. Se imaginó que comerían, saldrían al parque y harían el resto de cosas que solían hacer en su rutina semanal; o mejor dicho, pasarían un domingo muy aburrido hasta la noche. Sin embargo, él hasta lo disfrutó, desde que comenzó a vivir allí, había aumentado su cariño por él. Y eso que solo había estado una semana, y corta...

Por la noche, antes de dormir después de una tarde agotadora jugando, el joven y el pokemon se miraron.

-¿Por qué llorabas antes? -preguntó el chico sentado sobre la cama.

La habitación estaba iluminada por un pequeño farolillo a pilas que antes había estado en alguna parte de la buhardilla, lo había colocado en su mesilla de noche, al lado de la cama; así no tendría que ir a oscuras a su cama.

-Dimelo, porfa. -pidió.

Pikachu asintió desde el cojín y comenzó un incomprensible relato en el que explicaba su historia :

-Pika, pikapikapii...pikachuuu. Pik..pika...pika, pika pii. Pik Pikapika pika pikachu...-decía el adorable ratoncito, y continuó durante unos cuantos minutos en los que Fernando casi se duerme por culpa de su dulce sonido.

-Desgraciadamente no me he enterado de nada, pero estoy seguro de que eres un excelente narrador jaja, ¡Anda que no..! -dijo.

Pikachu se dio la vuelta para intentar dormír, pero un pensamiento apareció poco después...

¿voy a morir?, se preguntó.

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