Black Angels

By GomitasRojas

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Mia Collins ha tenido que sobrevivir sin sus padres y familia. Vivir con su mejor amigo y la madre de él, le... More

NOTA IMPORTANTE AL PRINCIPIO DE LA HISTORIA
Prólogo
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Capítulo 29
Capítulo 30 "La tentación de un oscuro"
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35 "En mil pedazos"
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40 "Resiste al huracán y no me dejes"
Capítulo 41
Capítulos 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45 "La ultima confesión"
Entrevista
Allen
Redes
¡Segunda Parte!
PRIMER CAPÍTULO DE LA SEGUNDA PARTE

23.

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By GomitasRojas


Me obligue a apartar la mirada del local y miré hacia el frente pestañeando varias veces, mientras hacia un esfuerzo de asimilar las cosas. Para comprender porque se encontraba así tan diferente.

Tan dolido.

—Es un idiota…

Al escuchar aquel murmullo molesto proveniente de Alex, la miré con atención y me sentí incapaz de preguntar que había sido aquello.

Ella me observó antes de seguir con nuestro recorrido.

—Es un tonto —alegó  y suspiro—. No te preocupes por él.

—¿Qué es lo que le pasa? —me atreví a cuestionar y di una última mirada al local de Fred, sintiendo una pizca de tristeza también, al no poder ir a saludar a aquel pelirrojo que me había caído tan bien.

—Digamos que Allen tiene una personalidad muy difícil y es mejor no pensar mucho en ello.

¿Personalidad difícil? Era algo obvio.

—Vaya —musité y miré por la ventana mientras seguíamos nuestro camino—. Llevaba dos libros —mencione entonces recordando—, no sé si lo imagine o qué, pero creo que vi que uno era para colorear.

Alex soltó una risita y me sentí algo tonta, tal vez era una completa estupidez mi comentario y en realidad lo había imaginado. Quise retractarme pero ella me gano al contestar.

—Si lo era.

—¿En serio?

—Sí y si lo pensamos bien. Es inevitable no ver un libro para colorear y no querer pintarlo. A Allen le gustan esos libros.

En cierta manera, tenía razón, unas cuantas veces, cuando Max y yo estábamos aburridos en algunas de las visitas que les hacíamos a sus familiares, habíamos robado los libros de sus primos menores para pintar nosotros. Y nos divertía bastante pintar, aunque internamente nos estresaba la tarea de escoger los colores correctos. Así que trate de imaginar a Allen haciendo eso y me fue difícil, aquella imagen desentonaba, como el libro en sus manos hace unos instantes.

—No vamos a tu casa Mia, no por ahora —mencionó Alex entonces, con una expresión más carismática y en definitiva note que ese no era el camino a mi hogar.

—¿A dónde vamos? —le cuestioné alterándome un poco.

—A un lugar menos transitado y más tranquilo… quiero ayudarte con algo —probablemente tenia cara de pánico cuando ella me contemplo de reojo y musito una risita—, tranquila, solo escuche que no has conseguido tu licencia de conducir y yo deseaba ayudarte… bueno, solo si eso te parece.

Me tapé la cara con las palmas de las manos y gruñí, ahora ella también lo sabía. Sabía que no era nada buena frente al volante y eso me avergonzaba.

—Mia, no te preocupes, por eso quiero ayudarte, para que te vaya bien y no te preocupes por eso más. No a todos les va bien a la primera.

—Sigue siendo vergonzoso, de verdad no tienes que hacerlo Alex, yo ya he perdido mis esperanzas.

—No te rindas, mira si esta clase va muy mal, no insistiré más y si va bien, las seguiremos ¿vale?

Suspiré. Quizá no era mala idea, ella solo quería ayudarme y solo tal vez, ella podría ayudarme de verdad. No tenía nada que perder, bueno… tal vez su auto y nuestra amistad. Nuestra extraña y reciente amistad.

—Está bien —acepte y me obligue a sonreír esperando que eso me diera ánimos.

Pasamos alrededor de dos horas practicando, esencialmente ella trato de enseñarme las cosas más básicas, de algunas ya era consciente y otras fueron aclaradas. En cierta manera estuve un poco ida, pensando en que habría sido de Allen y porque se encontraba así. Pero trate de rechazar ese pensamiento y concentrarme de lleno en lo que Alex me decía y trataba de enseñarme con esfuerzo.
El final de ese rato que estuvimos, fue muy provechoso. Seguía sin sentirme preparada, pero eso me había dado cierto ánimo, un consuelo de que todo no estaba perdido aun.

Ella condujo hasta mi casa, aunque me dijo que debía hacerlo yo, le pedí que fuera ella quien manejara a casa. Necesitaba un descanso de tantas cosas.

—¿Mañana estas libre? —me interrogó mientras rodaba el anillo que Chase le había regalado, con sus dos manos unidas en el volante.

—Pues tengo que estudiar.

—¿El examen es pasado mañana?

—No.

—Entonces no es tan necesario. Chase se ofreció a ayudarte mañana con las clases. Después de la secundaria pasara a buscarte.

Oh no.

—Se están tomando muchas molestias conmigo y no tienen que hacerlo.

Apenas me acostumbraba a la presencia y amistad de ambos. Y había conseguido llevar una clase con ella. Pero ahora iba a ser Chase. Y yo no quería estar siendo una carga, no quería tener aspecto de penosa chica que necesitaba ayuda urgente, aunque era esa patética chica.

—Mia, nos encanta ayudarte. Los amigos se ayudan entre ellos ¿no?

Sí, eso me costaba asimilar, que de verdad estaban siendo mis nuevos amigos y yo no tenía experiencia con ello. No sabía cómo reaccionar.

—Supongo que si —contesté algo confusa.

Ella se rio jovialmente.

En el camino hablamos sobre otras cosas y finalmente cuando estacionó frente a mi casa, yo me sentí un poco desanimada, estaba siendo entretenida su presencia.

—Nos hablamos después —manifestó contenta.

—Sí —afirme formando una ligera sonrisa amable de mis labios y abrí la puerta del auto—. Hasta luego Alex.

Hice el ademán de salir de auto, pero fui devuelta de un golpe sordo hacía el asiento. Había olvidado quitarme el cinturón antes de salir.

Cerré los ojos avergonzada mientras superaba el bochorno.

—Para algo son las clases —atinó a decir ella aguantándose la risa.

Me desabroché el cinturón con torpeza y no pude ocultar aquel sonrojo mientras salía por fin con éxito del auto. Evite la mirada de Alex mientras cerraba la puerta.

—Adiós Mia —alcanzó a decir ella en tono burlón antes de marcharse. Y yo tan solo me despedí agitando la mano.

     

Mi poder para olvidar ciertas cosas por tiempo ilimitado, tenía sus consecuencias.

El resto del día después de Alex, transcurrió tranquilo y con el privilegio de que no debía toparme con Chris, solo con la presencia de la constante mención con la que Max decía su nombre y eso podía evitarlo si simplemente evitaba a Max o mencionaba algo que atrajera un poco más su atención. La cena fue tranquila, pues él no había ni llegado a casa y en la mañana del siguiente día, tampoco vi presencia alguna. Y era algo relajante no tener que lidiar con él.

Sin embargo, el problema que había sido evitado unos cuantos días en clases, decidió volver sin aviso alguno.

Cuando entré a clases ese día, mi ánimo cotidiano, se vio en picada al notar que entre los pocos estudiantes que ya se encontraban en su asiento, él estaba al final. No me había preparado para ello. Después de llegar a casa, apenas había evocado su nombre en mis pensamientos unos cuantos segundos y jamás imaginé —considerando el hecho de su estado de ánimo del día anterior y que había faltado a clases fechas pasadas— que iba a topar con su persona hoy.

Desvié mi mirada de él, para buscar un asiento al frente y posiblemente lo más lejos que encontrara. Y me senté, sin ser consiente de si me había notado y repasé mi impresión apenas advertí su presencia.

Su vista perdida en un punto bajo y sus brazos cruzados sobre su pecho.

Cuando terminaron las clases, después de casi el mismo mecanismo de todo el día. Solo lo vi en un destellante momento hasta que desapareció de mi vista cerca del estacionamiento.

En casa trate de repasar un poco la materia, mientras esperaba alguna señal de Chase, entre más tiempo pasaba, más me hacía a la idea que al final no iba a llegar. Y eso se volvía en un alivio desilusionante.

Al final Allen retornó a mis pensamientos y consideré que había sido de él después de clases y que había provocado aquel ánimo sombrío suyo.

Finalmente, después de perder la esperanza de una señal de Chase, mi celular sonó con la llamada de un teléfono desconocido. Lo tomé y después de repicar tres veces, decidí contestar.

—¿Hola?

—Mia, soy Chase, ya estoy acá abajo. Se me hizo un poco tarde...

—Lo he notado —respondí levantándome del asiento donde me encontraba para dirigirme hacía la ventana, donde, por supuesto, se encontraba aquel auto negro y con alguien que divisé era Chase apoyado en la puerta del copiloto.

—¿Bajas? —preguntó entonces y su mirada dio con la mía a través de la ventana.

—Si, en un instante... solo espera un minuto.

—Aquí estaré —indicó y yo me aparte de la ventana colgando la llamada.

Di un rápido recorrido a mi habitación tomando las cosas importantes para luego salir con prisa y tocar la puerta de Max, pero él no estaba, así que grite su nombre.

—¡En la cocina! —lo escuché responder en la primera planta y me dirigí de inmediato a donde se encontraba.

Estaba buscando algo en la nevera cuando lo encontre. Levantó la mirada y se vio algo de consternación ante sus ojos.

—¿Estas de broma? ¿A dónde vas?

—Chase se ofreció a darme clases hoy.

—Debes llevarme —contestó de inmediato.

—No, Max.

—Por favor —me suplicó y cerró la puerta de la nevera para acercarse.

—Max, va a darme clases de conducir, no es una salida de amigos o algo así.

—Solo déjame verlo, dile que si me puede llevar a la tienda porque debo de ir a comprar... —miró a su alrededor—, no se… dile que debo ir a comprar algo.

—Max, no lo creo.

—Por favor —me imploró tirándose de rodillas al piso y abrazándose de mi cadera.

—Max, no hagas esto.

—No te cuesta nada, hazlo por  tu hermano. No me falles.

—Oh Dios. Está bien. Le preguntaré. Espérame en la puerta.

—¡Oh Gracias! Te amo. ¡No podía haber pedido a una hermana/mejor amiga mejor en la vida!

No fuimos destinados a ser hermanos de sangre, pero lo fuimos de corazón. Eso era lo más importante, porque los que realmente no eran de corazón y espíritu, no eran nada. Y yo no podía resistirme a él y a cosas que le hicieran feliz.

Salí de casa en dirección al coche y me destiné a Chase pensando en que iba decirle y si iba a estar de acuerdo con ello.

—¿Lista? —dijo enseñando las llaves del auto.

—Sí, pero quería preguntarte si podíamos dejar a mi hermano en la tienda, tiene que ir por unas cosas —para todos, Max es mi hermano.

—¡Max! Por supuesto que si —manifestó con una sonrisa—, eso sí, conduces hasta ahí. ¿Te parece?
Al principio no me fue una buena idea, pero luego mis labios se curvaron en una sonrisa y asentí para afirmarle.

Corrí hacia Max, le advertí primero que se comportará normal —cosa imposible— y luego le conté que si podía venir. Saltó de emoción y tomó sus cosas, olvidando que debía esperarme mientras salía a toda prisa por la puerta principal.

Me dediqué a cerrar con algo de exasperación, pero con cierto regocijo cuando pensaba en cómo iba a reaccionar al ver que yo iba a ir volante. Avancé hacía el coche mientras Max saludaba a Chase animadamente y entonces al acercarme, Chase en su actitud amable y risueña me paso las llaves. La sonrisa de Max se congelo ante la mía y su vista se clavo en las llaves en mis manos.

—¿Qué esperabas? —le dije, mientras por primera vez, estaba ansiosa por conducir, aunque esos ánimos no me perduraron mucho.

Ya poniéndome algo nerviosa después de poner las llaves con éxito, noté como Max se subía al coche con un deje de inseguridad y Chase con serenidad esperaba que diera marcha al viaje.

Pero a pesar del nerviosismo, conseguí llevar un viaje sin incidentes. Chase apenas y me dio algunas indicaciones, entonces durante el recorrido solo tuve que recordar el máximo de cosas que pude y disimular mis errores, lo cual fue fácil porque ellos se la pasaron hablando entre ellos. Me fue interesante como Chase había conseguido llevarse con Max, sin sentirse presionado por tanta platica de parte de mi mejor amigo. Y solo pude pensar en que esto le daba alas a Max, que no debían ser.

No debía crearse esperanzas donde no hay ninguna posibilidad.
El viaje no fue largo, en unos minutos estuvimos ahí y yo solo pedí algunas indicaciones a Chase de cuales carreteras debía tomar para poder llegar ahi. Fue una desdicha para Max que el viaje terminara y se vio desanimado en una sonrisa dulce mientras observaba a Chase.

—Gracias por traerme —agradeció sin querer bajarse del coche.

—De nada —contesté consiente que ese agradecimiento no era para mí.

—Fue un placer, si necesitas otra cosa no dudes en pedirla —le respondió de forma carismática Chase.

—Gracias. Lo tendré en cuenta —alegó con cierta felicidad y luego dudo al bajarse del auto, porque solo deseaba quedarse.

Cuando por fin desapareció en el Supermercado, Chase aún estaba sonriendo.

—Es un tipo genial tu hermano.

—Oh si —asentí rodando los ojos—, ¿y ahora?

—Sigue, yo te doy las indicaciones de hacia dónde seguir.

—Vale —con el carro en marcha y con todo sutilmente bien, me permití hablar de forma tranquila con él—. ¿Porque tardaste tanto en recogerme?

—Digamos que no fui consiente que se me había hecho tarde, estaba haciendo algo importante y perdí la noción del tiempo.

Su expresión era suave mientras miraba hacia la carretera.

—Vaya.

—Ve a la derecha.

Seguí su indicación con cuidado y a una velocidad muy baja.

—¿Y pues… y Sophie? — indagué luego de un rato.

Aquella interrogación lo hizo fruncir el ceño ligeramente.

—Pues ahora espero que muy lejos, sea donde sea, pero lejos.

—Oh, veo que no van bien las cosas.

—Depende de donde lo veas.

—¿A qué te refieres? —le cuestioné sin apartar la vista de la calle.

—Porque si dices que las cosas entre pareja no fueron bien, pues ella nunca fue mi novia. Ni siquiera puedo decir que estábamos saliendo exactamente. Solo era algo extraño… Además yo solo he tenido una novia.

—¿Una novia? ¿Y qué paso con ella?

—Murió —dijo de manera dura sin inmutar su expresión.

Ay no. La había cagado de manera increíble y eso me hizo sentir de lo peor.

—Yo lo siento Chase, no quería hacerte recordar eso, perdona por ser entrometida.

—No te preocupes… son cosas que pasan en la vida. La ame más que a nada y ella me dio cosas grandiosas que no podrías imaginarte —suspiró mientras repasaba en sus pensamientos—. Su ex novio… yo se la quité a él y él me la quito a mí, le arrebato la vida. 

Era inquietante, me partía el alma tan solo imaginarlo y no podía ni considerar cuanto dolor podía sufrir él. La persona que amaba, fue asesinada y por su ex novio que no pude superarla. Y ahora él debía cargar con ese sufrimiento.

—Chase…

—Ella no estaba, tal vez, destinada a estar conmigo y la vida me la quito por eso —se quedó en silencio unos segundos y luego sacudió la cabeza, como queriendo eliminar todo lo malo. Entonces sus labios se curvaron en una media sonrisa—. Me dejo grandes cosas en esta vida y yo estaré eternamente agradecido. Así que no te preocupes… Al final Sophie solo fue una piedra en el zapato y solo espero que no moleste más.

—Parece una chica muy psicópata —comenté algo incomoda, temía decir algo malo u otra cosa que lo hiciera sentir mal.

—Sí, lo es, ella te hace considerar seriamente la opción de matarla con tal de que deje en paz, pero al final eso no va conmigo.

Eso no debía de ir con nadie…

La clase fue corta, debido al poco tiempo que teníamos a disposición. En poco rato estuvimos de nuevo en casa y antes de despedirme de Chase, me preguntó si tenía tiempo para una clase mañana a lo cual respondí que probablemente.

—¿Vendrás de nuevo tú? —cuestioné bajándome del auto, pero sin cerrar la puerta para escuchar su respuesta.

—No lo sé, no sabemos quién será mañana, pero te avisaremos ¿está bien?

—Pues sí.

—Vale, nos vemos pronto Mia.

—Nos vemos pronto —repetí.

Luego entré en casa, pensando en que iba contarle a Max, puesto que sabía que iba a estar ansioso por información y me pregunté en que lugar de la casa se encontraría. Decidí buscar en la sala, pero mientras cerraba la puerta para hacerlo, al voltearme hacia el pasillo principal, vi a Chris que salía del pasillo que dirigía hacia el cuarto de lavados, el baño del primer piso y la cochera. Venia cabizbajo y al percatarse de mi presencia se paralizo de sorpresa.
En su rostro se apreciaba un golpe en su ojo derecho y apartó la mirada con brusquedad mientras retomaba su caminar con prisa, luego desapareció tras la puerta del sótano.

Me vi sumamente desconcertada, ante su reacción y la herida en su cara, cuestione la razón del porqué. Entonces corrí en busca de Max, me fije apenas en la sala, donde no estaba y me apresure hacia las escaleras para ir a su habitación, pero no está allí ni en mi habitación, entonces al decidir bajar de nuevo, escuche el televisor del cuarto de Amie y me acerqué a observar el porqué. Cuando entre, Max estaba acostado en la cama, mirando televisión.

—No me di cuenta que habías llegado ¿cómo te fue? Quiero saber cada detalle de Chase —exigió con una sonrisa de descaro.

—Ah sí, este… ¿viste a Chris?
—¿Cuando? —preguntó de forma confusa.

—Ahorita.

—¿Esta en casa?

—Sí, me lo acaba de encontrar en el pasillo y tiene una herida en el ojo derecho, cuando me vio huyo al sótano sin decir nada.

—Demonios ¿en serio? Ni siquiera sabía que estaba en casa. ¿Estará bien?

—No lo sé, pero algo grave tuvo que haber sido, además ayer no lo vimos en casa. ¿Tendrá que ver eso?

—Probablemente… Ay Mia, tuvo que pasarle algo muy malo —alegó angustiado.

Yo arrugue la expresión. Él estaba preocupado por Chris y yo estaba ahí especulando en qué demonios estaba haciendo Chris para que le pasara eso. Quise sentirme un poco mal por no preocuparme por él sino por lo que hacía. Pero caí en la cuenta de que no podía ser algo bueno, no con las cosas de las cuales yo era consiente.

—Pues —me encogí de hombros mirando hacia otro lado—. Yo me pregunto cuál fue la razón por la que tiene eso.

Nos quedamos charlando sobre eso, Max  inquieto por la salud de Chris y yo por las razones. Terminamos cambiamos de tema y Chase fue el privilegiado. Le conté a Max sobre lo que había pasado y de las cosas que me había enterado. Con eso esperé que entendiera que con aquel relato no debía de hacerse esperanzas de ninguna forma.

Pero aquello tan solo hizo más que animarlo, dándole mucho más interés a Chase y su alma rota.

Al final, a la hora de la cena, nos reunimos con Amie a cenar en la mesa que se hallaba en la cocina. Nosotros tratamos de hacer la comida, pero Amie dijo que ella iba a llevar algo para más facilidad, así que ahí estábamos los tres comiendo lo que ella nos había traído. De inmediato, en balbuceos, le contamos lo de Chris, que estaba encerrado en el sótano desde que lo había visto al regresar a casa.

—Lo sé —agregó ella al instante—, tuvo un accidente y llego hoy al trabajo a pedirme algo que lo ayudara, yo lo referí a la enfermería.

—¿Pero si está bien? —quiso saber Max.

—¿Que accidente? —interrogué al instante.

—Estaba ocupada cuando él llegó, así que no pude cuestionar que le había pasado —respondió mirándome mientras levantaba una ceja, luego miró a Max—. Si está bien, se va recuperar, no es tan grave. Ahorita baje a ver como se encontraba y solo se sentía indispuesto. No tenía ganas de comer nada.

—Pobre Chris —murmuró mi mejor amigo mortificado.

Me encogí de hombros cuestionando aun el hecho de que había sucedido para que Chris tuviera ese accidente. Luego seguimos hablando de otras cosas y finalmente mencionamos mis clases de conducción. Mencionamos que Chase era amigo de ambos, eso resulto mejor que hubiese dicho solo amigo mío. Y contamos un poco sobre lo que sabíamos de él.

—¿Y qué tal ese Chase? —preguntó Amie dirigiéndome una mirada picara. Yo reí.

—Pues pregúntale a Max, él es el que está loco por él.

—Mamá, es que en serio, es guapísimo, amable y súper atento —alegó Max, mientras ella rodaba los ojos.

Luego de comer, Amie se fue a su habitación y yo me quedé con Max en la sala. Al final él igual se marchó a su habitación y yo me quedé un rato más terminando de ver un programa. Cuando por fin acabó, yo apague el televisor, me fije si la puerta principal estaba con seguro y luego me dedique a subir a la segunda planta, mientras andaba, noté como se iluminaba el pasillo de arriba. Escuche una puerta abrirse y también algunos pasos, la luz se apagó de nuevo y cuando ya estaba por llegar al final de las escaleras, vi a Chris saliendo del baño y se quedó inmutable al reparar en mi persona.

Yo no había terminado de subir, me faltaron tres escalones, simplemente me quedé allí un instante contemplándolo en medio de la penumbra mientras él hacía lo mismo sin moverse.

Apenas pude examinar su rostro, su mirada se concentró en mí y fue entonces cuando comenzó andar, yo subí un escalón cuando él bajo uno. Aparte la mirada mientras permanecía quieta.

—Las cosas que a uno le importan vale la pena protegerlas ¿no? —Murmuró en voz ronca. Me estremecí—. Aunque el trabajo sea duro y uno salga lastimado. Las personas importantes lo valen.

Me atreví a observarle directamente a los ojos.

—No lo sé. Tú dime.

Y subí los últimos escalones que me quedaban, cuando viraba hacia el pasillo de mi habitación escuche su voz como un débil susurro.

—Tú lo vales...

Me quedé paralizada en ese momento, asimilando aquellas palabras. Comprendiendo si realmente era lo que había escuchado, entonces reaccione y me devolví para contestarle, pero él ya no estaba.

      

Volver a clases y notar nuevamente a Allen a final del aula, me provocaba una presión en el pecho. Era extraño. No lograba comprender porque estaba así. Porque paso de estar constantemente molestándome a apartarse por completo. A esa actitud tan lamentable.

A la hora del almuerzo, me tardé en mi casillero, más por distracción, que por otra cosa. No había mucha gente en el pasillo cuando cerré la puerta y me colgué bien el bolso antes de empezar a andar hacia el comedor donde debía estarme esperando Max.

Pero mi trayecto tranquilo fui interrumpido cuando tope con un pasillo ocupado por unos chicos con los cuales no deseaba encontrarme para nada. Unos integrantes del equipo de futbol con los que había tenido algunos problemas ya.
Quise pasar desapercibida pero fue imposible cuando uno poso su atención en mí.

—¡La chica que se tiñe el pelo de rojo! —grito uno de ellos. Tragué saliva mientras los demás reparaban en mi presencia, luego tuve un escalofrió que me indico que eso no iba a estar bien.

Trate de huir como cobarde, pero rápidamente se acercaron y de un instante a otro, me sentía rodeada.

—El tinte de pelo de está quemando el cerebro, rojita —dijo Steve, el mariscal de campo. Su voz era áspera—. Te estamos hablando, no es para que te vayas sin contestar.

—Solo quiero llegar al comedor, por favor —supliqué buscando la manera de irme, pero hacia donde me moviera, él estorbaba.

—¿Cuál es la prisa rojita? ¿Algo que ocultar?

—Nada. ¿Puedo marcharme?

Su risa salía con brusquedad y los demás le siguieron. Yo solo bajé la mirada ya muy aterrada.

—Tanta prisa ¿Vas a ir a buscar a tu amiguito? ¿A tu único amiguito? ¿Sabes que solo él es tu amigo porque eres una mentirosa? —gruñó con aquella sonrisa perversa—. A mí no me engañas…yo entiendo porque tus padres y tu familia te abandonaron, por ser una farsante en busca de atención. A la mamá de Max no le quedó de otra que cuidarte a la fuerza, por eso Max es tu único amigo, porque no le queda de otra.
Sentí un dolor punzante y cerré los ojos con fuerza, mientras apretaba los puños. Sabía que de nada valía tratar de explicar la verdad, ellos se iban a burlar más e iban a insistir con estas cosas de todos modos.

—Pero… ¿no era que su madre murió hace años? —Cuestionó uno—, además su padre murió hace unos meses. Sus padres no pudieron abandonarla…

Con mis ojos cerrados, todas aquellas imágenes de los recuerdos de la muerte de papá volvieron, sus recuerdos evocaron de manera dolorosa. Así que abrí los ojos y contuve las ganas de echarme a llorar

—No me hagas golpearte —le amenazó Steve, pero luego artículo con desprecio—, seguro se suicidó.

Aguante la respiración, ya no podía aguantarlo, ya había sido demasiado.

—¿Puedo marcharme ya? —conseguí articular con dificultad por el nudo en la garganta que se había formado.

—¿Tan deprisa? Apenas estamos empezando —su mano se acercó y yo me paralice, entonces me aparto el cabello de hombro. Mi instinto habría sido golpear su mano con fuerza, pero aquello no era buena opción—. A nosotros nos gusta la caridad y queremos hacerte un favor. Te vamos a dejar escoger con quien vas a acostarte.

—La mejor oferta de tu vida —mencionó otro.

Me sentía tan humillada y herida, que se me resbalo una lagrima sin poder evitarlo. Yo nunca les había fastidiado ni nada, pero ellos siempre se esmeraban en molestarme y no solo a mí, sino ya a varios estudiantes. Pero hoy yo había sido su presa.

Los comentarios vulgares comenzaron a darse entre ellos, mientras se alentaban, pero fue entonces cuando uno de ellos me tomó del brazo y yo solo cerré los ojos un momento y trate de negarme, pero fue un jalón muy fuerte y me arrastro por el pasillo. Cuando decidí deshacerme del agarre y salir corriendo, escuche que los demás se quejaban y abucheaban molestos.
Entonces levanté la mirada y me encontré con su ceño fruncido, sus ojos azules ardían de cólera y no se volteó a mirarme mientras me jalaba por el pasillo. Yo quise detenerme, pero parecía estar muy decidido como para pararse, simplemente le seguí, confusa de hacia dónde me llevaba.

Su mano aflojo su agarre unos momentos después mientras se deslizaba de mi brazo hasta mi muñeca y luego de un apretón estaba tomando mi mano y me llevó con más prisa en el camino.


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