Opuestos En Común. Nomin

By MyLostSoul98

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Jeno no era el alfa bueno que pretendía, Jaemin podía sentirlo. Había algo en sus ojos, cuando le miraba, que... More

Introducción
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31 (primera parte)
31 (segunda parte)
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Epílogo (Taeten)
MarkHyuck (Especial)
Nomin (Especial)
¡Aviso! Nueva historia ♥️

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By MyLostSoul98

La chaqueta que llevaba en sus manos cayó junto a su celular, era como si todo su mundo se derrumbara a su alrededor. Sabía que ese momento llegaría tarde o temprano, que había debía estar preparado pero una parte de él, una parte de su ser, se había negado a aceptar que se marcharía. Había guardado la profunda esperanza de que se quedara a su lado para siempre y ahora cada parte de sus esperanzas se veían rotas y destrozadas.

Sus piernas no pudieron seguir aguantando su peso y se doblaron dejándolo de rodillas en el suelo con las lágrimas bañando su rostro. Jeno no tardó en acercarse a él y tomarlo entre sus brazos. Lo cargó con cuidado como si se tratara de una delicada pieza de cristal. Se acomodó sobre la cama dejando al omega sobre su cuerpo escuchando los sollozos lastimados salir desde lo profundo de su garganta. Mordió sus labios con fuerza tratando de poder aguantar sus propias lágrimas mientras lo mecía suavemente tratando de ayudarle a que se calmara.

Supo que Johnny y su hermano ya habían vuelto con Haechan mientras tenía al omega en sus brazos. Incluso sintió la presencia de su mejor amigo en la puerta dispuesto a tocar y entrar pero un fuerte gruñido que salió desde el fondo de su pecho le indicó que no tratara de hacerlo. El mensaje fue claramente bien recibido pues nadie le molesto.

Tardó casi una hora en que su pareja se calmara. Al notar que había dejado de llorar lo recostó en la cama a su lado y se miraron en silencio durante largos minutos. El rostro de Jaemin estaba enrojecido al igual que sus ojos los cuales lucían hinchados. Estaba destrozado  tanto por dentro como por fuera sin poder aceptar que el alfa se escapaba de entre sus dedos y estaba incapacitado para hacer algo al respecto. Este no era el final que deseaba para ambos pero quizás era el que tendrían.

Aún había muchas cosas que quería a hacer a su lado, lugares a los que ir, momentos que vivir. Deseaba poder graduarse con él, abrazarlo cuando ambos tuvieran sus diplomas y besarse eufóricos por haber culminado con esa parte de sus vidas. Buscar juntos a que universidades ir y ser simplemente una nueva pareja entre tantas. Lo deseaba tanto en su vida pero tampoco podía pedir el deseo egoísta de que se quedara porque eso significaría poner su vida en riesgo. También sabía que Jeno se quedaría realmente si es que se lo pidiera y aquel deseo bailaba sobre sus labios queriendo ser dicho pero se repitió que no podía cometer tal acto de egoísmo hacia el alfa. Tenía que dejarle partir aunque su corazón se rompiera en pedazos.

— Hay mucho que no se aún de ti Jeno, mucho que quisiera conocer, vivir a tu lado y experimentar. Eres ridículamente misterioso a veces y me encuentro pensando en ti tratando de descifrar que tanto escondes aunque pueda ser algo que me espante.

Jeno tomó una de sus manos, entrelazándolas con calma mientras lo miraba. Sabía que confundía muchas veces al omega. A veces podía ser sumamente cariñoso, luego ponerse frío sin darle una explicación pero ¿Cómo decirle todo lo que su atormentada mente recordaba a cada segundo?

— Creo que como mínimo te debo respuestas ¿Qué quieres saber?

— ¿Qué paso aquel día en el callejón?

Los ojos del alfa se aguaron ante el recuerdo y desvió la mirada para fijarla en el techo. Aquel día una parte de él, un poco de su humanidad se esfumó cuando jaló el gatillo. El cuerpo sin vida ante sus ojos y la acción que había hecho. Había acabado directamente con la vida de una persona.

Flashback

Jeno mantenía fija su vista en el beta que sostenía su pierna herida en el suelo mientras los apresurados pasos que se alejaban del callejón comenzaban a perderse. No dudó en tomar su teléfono para mandarle un mensaje a los lacayos de Yang para que vinieran por este chico. Solo esperaba que llegaran antes que la policía si alguien en las cercanías los había llamado después de escuchar el disparo.

— No lo hagas...

La voz adolorida del beta se escuchó claramente, Jeno levanto su vista del teléfono viendo al sujeto. Las lágrimas que había estado pareciendo contener salieron a flote manchando las mejillas y haciendo a Jeno replantearse la situación. Alguien como ellos no lloraría solamente por un disparo. Gritarían e insultarían hasta que su garganta ardiera y quedara sin voz pero jamás llorarían frente a un enemigo. Algo andaba mal, muy mal.

— ¿Por qué no debería? Tu gente ha matado a muchos de mis amigos.

— Si quieres una oportunidad para ser libre, no lo harás.

Jeno dudó un segundo, bajando el arma por unos segundos sintiéndose genuinamente confundido por lo que estaba pasando. Rápidamente recordó que no debía de dejarse engañar y menos por uno de ellos por lo que levantó su arma, apuntándole sin temor para que este no hiciera ningún movimiento raro. Su arma había caído y estaba a un par de metros del herido pero este no parecía tener intenciones de tomarla en sus manos de nuevo.

— No sé de qué hablas, estoy bien aquí. Me gusta mi trabajo y no traicionare a mi gente.

— ¿No estas planeando escapar con tu hermano y dos omegas?

Un sudor frío recorrió su cuerpo, sus manos temblaron ante sus palabras. No sabía cómo es que este podía estar al tanto de tal cosa, de cómo es que la gente de Park lo sabía y porque aún no lo habían entregado como el traidor que había estado siendo este último tiempo. El beta a pesar de su dolor sonrió al verle tan afectado.

— Yang es un idiota por no darse cuenta pero es que tienes suerte de tener quien cubre tus errores Lee. Y no estoy hablando precisamente de tu hermano mayor. De verdad parece que estas cosas vienen en la sangre.

A cada segundo, el alfa se encontraba más nervioso y confundido. Sus manos picaban por llamar a sus jefes para que se encargaran de este tipo aunque no quisiera verlo. Con dedos temblorosos comenzó a marcar un número en su celular. Había ciertos contactos que no podía tener guardados en la agenda del celular por lo que debía de memorizarse los números.

— ¡No!

El gritó del beta fue de completa desesperación. Jeno lo miró nuevamente sorprendido mientras que este se levantaba herido y se apoyaba en una de las paredes para poder acercarse al chico. Estaba perdiendo mucha sangre y a ese paso no duraría mucho en el mundo de los vivos si no recibía la atención médica necesaria.

— No los llames, no aún por favor.

— Dame una razón por la que no deba hacerlo.

— Mataran a mi hijo si lo haces.

Bien, esa era una maldita buena razón por la que no debía de llamar a los hombres de Yang aunque no estuviera muy seguro de si era cierto. Relamió sus labios con nerviosismo viendo cómo es que el beta sacaba de sus bolsillos una billetera y de la misma una pequeña foto que se manchó con su sangre. Con dedos temblorosos le extendió aquella foto del alfa cargando a un pequeño que no pasaría de los cinco años.

— Mi pequeño Seungmin, creí que si era listo lo podría tener escondido, que con ser discreto en sus visitas y teniendo el apellido de su madre nadie se enteraría. Es irónico que no sea el único padre idiota que falló en esconder a su hijo.

El pelinegro estaba ridículamente confundido, las palabras que este decía, la forma en la que hablaba. No era el mismo que había tomado a su novio por el cuello y amenazado con su vida. Su forma de actuar ahora, parecía muy frágil y débil más allá de la pérdida de sangre que manchaba el sucio suelo del callejón.

— ¿Por qué Park amenazaría al hijo de uno de los suyos?

— Porque fui quien estaba a cargo de la seguridad de su hija.

Un error que nunca sería perdonado, una falla que se pagaría seguramente con la vida pero el sujeto aún estaba ahí frente a sus ojos. Park no sería tan benevolente con un hombre que estaba involucrado, activamente o no, con la muerte de su niña.

— Hay destinos peores que la muerte Jeno y escuchar a mi hijo llorar del miedo es uno de ellos.

— ¿Qué haces aquí?

— Ofrecerte un trato en el nombre de Park. Tu libertad a cambio de una traición. Park no te buscará y esta guerra terminará sin más gente muerta de por medio.

El beta volvió a llevar a las manos hasta sus bolsillos sacando en esta ocasión un pequeño papel doblado que le extendió al alfa. Jeno lo tomó un poco desconfiado para abrirlo y leer aquella nota. Estaba siendo citado frente al mismísimo Park Jin Young. La respiración escapó de su boca por unos segundos y quedo sin aire. Aquello no podía ser verdad, le matarían en un abrir y cerrar de ojos o tal vez era una trampa de Yang para probar su lealtad ante él. No confiaba en nadie a estas alturas de su vida, estaba preparado para desconfiar de cuanta persona existiera.

— ¿Si quiera piensas que voy a aceptar algo como esto? ¿Qué tan idiota creen que soy? Puedo ser un adolecente pero he vivido lo suficiente en este mundo como para saber que nadie quiere un traidor.

— Porque es mi vida el seguro a cambio.

Volvió a quedarse sin habla, observando al beta que volvía a dejar salir amargas lágrimas. Era un hombre que estaba condenado, muerto en vida y resignado a que sus días se encontraban contados. Que alguien tenía en sus manos la opción de cuando y como matarlo. Era su fin, estaba acabado y lo aceptaba lo mejor que podía.

— ¿Qué?

— Por mi culpa la hija de mi jefe fue asesinada, no pagué con mi vida pero si con algo peor. Tienen a mi hijo y, como sea, yo no saldré vivo de esta. Mi castigo es alto porque mi error fue grande. No estamos solos aquí Jeno, nos vigilan.

Jeno empezó a hiperventilar, observando en todas direcciones hasta que vio a los sujetos del otro lado de la calle sobre una cornisa viéndoles. Entendía bien el mensaje, él no sería asesinado pues muerto no les iba a servir pero mantendrían a cualquier curioso fuera de la vista.

— Mi destino esta en tus manos Lee Je No. Si aceptas significa que hice algo bien, que podré tratar de tener una muerte piadosa. Si nos rechazas, pasaré por el infierno de Park y peor. Lo que le hicieron a su hija, le harán al mío, frente a mí y solo luego de ver su pequeño cuerpo sin vida es que me quitaran la mía. Salva a mi niño por favor.

El dolor en la voz de aquel no dejaba lugar a dudas de que realmente era cierto. Estaba entre la espada y la pared. Él no conocía al sujeto frente a sus ojos, tampoco a su hijo pero en su conciencia no podría llevar la carga de un niño muerto. La idea de su supuesta liberación era también tentadora pero su vida se ponía aún más en riesgo. Le tomó unos instantes el decidir. Por su bien, el de sus seres queridos y el del pequeño que ni conocía.

— Acepto.

Su voz salió temblorosa pues sería meterse en un gran embrollo más grande del que ya estaba. El beta se acercó lentamente a él y, en un acto que le puso los pelos de punta, sujetó la mano de Jeno que llevaba el arma. La puso justo sobre su frente y miró expectante diciéndole un pequeño "gracias" que no pudo responder. Se alejó de él negando con su cabeza y las piernas débiles.

— No, yo no lo haré.

— Es el trato Jeno. Estoy bien con ello, ya lo acepté. Si lo aceptas, debes disparar. Es una prueba.

— Tienes tu arma, disparate tú.

El beta le miró con una sonrisa triste mientras se daba la vuelta y caminaba como podía con su pierna herida. Tomó su arma del suelo y la desmontó haciendo ver que no había ni una bala en ella. Ellos no hubieran dejado que el alfa se suicidara, en un terrible acto de tortura final y morboso debía de ver a su verdugo a los ojos luego de que entregara su vida por la de su pequeño.

— Solo puedes ser tú, no hay más salida para mí. Si yo me quito mi vida, Seungmin va a pagarlo.

Jeno llevó sus manos a su cabeza, caminando en pequeños círculos por el lugar sintiendo el pánico llegar a su cuerpo. Él no podía hacer algo como eso. Jamás había cometido un acto de esa índole y era algo que lo dejaba dormir en las noches. Había dejado a muchos inconscientes, había molido a golpes a cientos y disparado a un incalculable número de personas pero jamás de una forma en que pudiera matarlos. No tenía ese peso en su alma.

El sonido de un celular sonando lo hizo saltar casi como un gato asustado. El beta le miró pidiéndole calma mientras tomaba su teléfono para contestar la llamada. El "señor Park" que salió de su boca había sido uno lleno de miedo y angustia. Miró de reojo al más joven antes de asentir hacia lo que estuvieran diciendo a través de la línea.

Pronto se quitó el celular y lo puso en altavoz haciendo que el sonido de un llanto infantil penetrara en los odios del alfa. El mayor se acercó un poco, para que pudiera oír lo que estuviera pasando allí.

— Parece que no vas muy bien con tu misión Jaebum. Es otra decepción que me estás dando, realmente eras un mejor agente que esto en el pasado, hubiera podido confiarte mi vida pero te has vuelto un jodido fracaso.

— Señor Park, Lee JeNo ha aceptado su trato.

— ¿Y cómo es que aún estas respirando Im? Teníamos reglas y no puedes desobedecerlas.

El grito del niño salió tan fuerte del teléfono que hizo la sangre de Jeno helarse en sus venas. El pequeño gritaba y lloraba pidiendo por sus padres. Jaebum mordió sus labios aguantando un sollozo al escuchar a su pequeño angelito llamarlo de esa manera.

— Sabes lo que pasa si no cumplías con tu parte Im. Has vuelto a decepcionarme.

Un fuerte golpe se escuchó, los gritos y llanto del infante se volvieron más fuerte. El beta ya no podía seguir ocultándolo, lloraba fuerte sintiendo que su pecho se desgarraba. Miró suplicante al alfa que estaba a menos de dos metros de él.

— Él estará allí señor Park, lo juro. Por favor no le haga nada a Seungmin, yo me entregaré a sus hombres. Jeno ira a verle y yo moriré como se suponía, no lo lastime por favor.

— Ese no era nuestro trato.

Más golpes fueron oídos junto a los sollozos del pequeño pidiendo a gritos un poco de ayuda. Jeno para ese momento estaba llorando al igual que el padre del pequeño quien se acercó casi con furia al alfa tomando la mano de este volviéndola a poner sobre su frente.

— ¡Dispara maldición! ¡Se un hombre!

Jeno no podía hacerlo. Él no era un hombre, era solo un niño asustado que no podía con las cosas que sucedían a su alrededor. Se estaba desmoronando a pedazos y esos sollozos, tanto del padre como los de su hijo jamás podría olvidarlos.

— ¡No por favor! ¡Papá! ¡Papá! No me toquen. — La voz infantil gritaba.—

— Seguro que esas también debieron de ser las palabras de mi hija mientras era abusada por los hombres de Yang. Tú hijo va a recibir el mismo trato que la mía.

Los gritos eran cada vez más altos, podía oír otras voces además de la de Park y el pequeño. Por lo menos otros tres adultos eran en ese lugar en el que el niño estaba viviendo la peor experiencia de toda su vida. Jeno tuvo ganas de vomitar en solo pensar las posibilidades de lo que podían llegar a hacerle.

— Por favor, te lo suplico.

Las palabras rotas por el llanto del beta calaron profundamente en su cuerpo y sin saber en que momento lo hizo, jaló el gatillo. El sonido del disparo lo ensordeció y vio el cuerpo caer inerte al suelo con lo que pareció casi una sonrisa. Jeno también cayó al suelo mirando al ahora difunto. Lo había hecho, había matado a un hombre. Había sido él quien disparó y metió una bala en su cerebro causándole una muerte instantánea. No supo cuánto tiempo estuvo mirándolo en silencio hasta que una voz llamándole desde el teléfono lo trajo de nuevo a la tierra. Tuvo que sacar el aparato entre los dedos de Jaebum y trató de no mirarle para evitarse el vómito.

— Parece que finalmente lo hiciste Jeno. Créeme que no soy un monstruo como ahora lo estás pensando. Esto no ha sido más que una pequeña demostración para ti.

— Una demostración... ¿De qué?

Estaba asqueado de que un ser como aquel realmente existiera, que habiendo perdido una hija de forma tan sanguinaria expusiera a otro niño a lo mismo. No era más que un monstruo, alguien sin alma que disfrutaba del dolor ajeno casi con regocijo.

— De que todos pueden ceder ante la presión adecuada. Esperaré a verte en unos días Jeno. No me falles o ese lindo Omega con el que sales se verá envuelto en esto.

La llamada fue colgada dejándolo con la palabra en la boca. Comenzó a llorar, patalear contra el suelo como si fuera un niño pequeño. Lloró hasta que su garganta ardía, solo entonces recordó que debía de llamar para que vinieran por el cuerpo del beta. Observó hacia la cornisa donde había visto a los hombres de Park vigilarles, ya no estaban allí. El hecho de que la policía no hubiera aparecido aún debía de ser obra suya por igual.

Apenas y pudo hablar por teléfono con los sujetos. Les rogó que llamaran a su hermano por él porque sentía un nudo en su garganta que no le dejaría hablar más de eso. Lo siguiente fue como un gran borrón en su mente. Personas yendo y viniendo, sabía que había momentos en los que le hablaban pero no reaccionaba y la gente solo seguía haciendo lo suyo. Solo recuerda cuando Taeyong vino y lo sacó de aquel trance en el que estaba metido.

La visita a Yang era algo que no recordaba del todo bien tampoco, solo que había tenido demasiado miedo de ser descubierto por él y sus hombres.

Fin del flashback

Jaemin miró al alfa luego de que este le relatara los crueles detalles de lo que en realidad había pasado. No podía culparle por disparar aquel día, por haber matado a ese beta bajo la presión. Posiblemente él habría hecho lo mismo. Se acurrucó más a su lado, dejando su oreja cerca del pecho del alfa escuchando el sonido de su corazón acelerado al igual que su respiración irregular.

— ¿Qué paso el día que fuiste a ver a Park?

— Curiosamente, descubrí que tenía un padre y que este sabía perfectamente de mi existencia. 


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