Cenizas || Después de Sinsajo...

De darkeilishxlwt

145K 6K 555

¿Te has preguntado alguna vez como fue la relación entre Katniss y Peeta después de regresar al distrito 12... Mai multe

I M P O R T A N T E
Parte 1.
Capítulo 1 - Bienvenida al Distrito 12
Capítulo 2 - Reconstruyendo vidas
Editado.
Capítulo 3 - Vuelve conmigo, Peeta.
Capítulo 4 - Carne es comida, comida es vida.
Capítulo 5 - Una de mis tantas culpas.
Capítulo 6 - El lago.
Editado.
Capítulo 7 - Volviendo casi a la normalidad.
Capítulo 8 - Incluso una vida con Gale.
Editado.
Capitulo 10 - Las tostadas.
Fragmento extra no. 1 - Juicio
Fragmento extra no. 2 - Estoy embarazada
Fragmento extra no. 3 - Una familia
Fragmento extra no. 4 - Mamá vuelve al distrito
Parte 2.
Capitulo 12 - ¿Porque Peeta?
Editado.
Capitulo 13 - No puedo perderte
Capítulo 14 - Papá, estas aquí ¿Real o no real?
Capítulo 15 - ¿Qué? Oh, Haymitch
Capítulo 16 - Como en los viejos tiempos.
Capítulo 17 - Haymitch, no puedo moverme
Capítulo 18 - ...porque a Peeta, ya le pertenecía mi corazón.
Editado.
Editado.
Capítulo 19 - Peeta es mío y yo soy suya.
Editado.
Editado.
Capítulo 20 - Ahora era mi turno de susurrar esa promesa.
Capitulo 21 - Seguir con vida
Agradecimientos:
Editado.
Editado.

Capitulo 9 - ¿Real o no real?

5.9K 280 52
De darkeilishxlwt

Una brisa hace que me estremezca mientras observo a Gale alejarse y desaparecer detrás de la puerta de madera. Suspiro para despejar mi cabeza de las voces que me gritan ir con él. Miro mis zapatos enterrados en la nieve, las agujetas desabrochadas y el desgaste en las puntas por tanto uso. No sé qué más hacer. Quiero a Gale, es mi familia, de los pocos que me quedan en realidad, pero todos sabemos que me es tan difícil perdonar.

De pronto, mientras observo la nieve mezclada entre la tierra, un par de botas marrón de hombre se colocan enseguida de mi, muevo mi cabeza hacia arriba para encontrarme con Peeta, observándome con sus ojos azules que tanto reclamo ver cada mañana.

—Hola, ¿escuchaste todo?— le pregunto esperando que la respuesta sea negativa.

—Sí.— me dijo moviendo también la cabeza.

—No me arrepiento de lo que tengo ahora—explico—, solo de una sola cosa.

—Lo sé.

No solo lo sabe, Peeta lo entiende. Me encantaba la forma de ser de Peeta, no te presionaba, era comprensivo, sabía que se lo contaría cuando fuera el momento correcto, sin pedir explicaciones.

Extiendo mis brazos para abrazarlo, su pecho me cobija del frío —Gracias.—susurro.

No sé qué fuerza me llevo a hacer lo que hice después, tal vez lo cálido de su cuerpo y sus palabras o sus ojos azules que pueden llegar a ocultarse en sus pestañas doradas. O su ternura en todo lo que hace. No lo sé, sin embargo me acerqué cada vez más a él, Peeta tomo mi rostro en sus manos y las deslizo hasta tomar mi nuca. Dude unos segundos antes de acercar mis labios, pero después lo beso con necesidad. Profundo y tierno, esas son dos palabras para describir los besos con Peeta. Lo solté después y sentí mis mejillas sonrojarse, aun cuando no era la primera vez que lo besaba.

—¿Por qué dudaste?—pregunta Peeta.

—Estaba esperando que nos interrumpieran con cámaras o que estuvieran observándonos—contesto.

—Jamás se va esa sensación—dice Peeta.

—No. Jamás.

Peeta y yo decidimos entrar a la casa de nuevo, no queremos coger una enfermedad con el frío. Cuando entramos Haymitch todavía sigue en la mesa, aunque ya está por el último bocado.

—¿Terminaron con el espectáculo?—pregunta, dando un sorbo a su café.

Lo observo con cierto recelo, aunque no parece importarle mucho.

—Si así se hubieran besado antes, no hubiéramos tenido que pasar por los segundos Juegos— bromea, terminando su plato.

Peeta se ríe, pero a mi no me parece gracioso, es un poco pesado.

—Éramos un par de chiquillos, Haymitch, no sabíamos lo que hacíamos—dice, Peeta.

—Sí sabían, lo que no sabían era a que se enfrentaban. Y aun son un par de chiquillos. Tal vez hayan librado batallas y guerras pero siguen siendo la misma testaruda Katniss y el mismo amigable Peeta. Con más cicatrices pero permanece.

—Te levantaste inspirado hoy—comento, sentándome en la mesa. Peeta me sigue.

—Bueno, ya no tengo nada que hacer más que beber alcohol y aguantarlos.

—No suena muy diferente a lo que hacías antes.—bromea Peeta.

—Cierto. Deberías conseguirte un trabajo o algo que hacer.—concuerdo, pellizcando un poco de pan de la mesa, aunque ya haya comido.

—Oh, denme un descanso—exclama.

Comienzo a sonreír y ellos también cuando el cacharro de toda la vida comienza a proyectar a la Presidenta Paylor. Esta vez dice algo sobre nuevas reglas o como las hacen llamar ahora, leyes puestas en una constitución, todo para llegar a una democracia que nos hará un país libre. Suena difícil, pero ahora sabemos que lo que parece complicado no es imposible de hacer.

Viéndonos así, conviviendo no por alianzas forzadas, sino por gusto, hizo que las siguientes palabras simplemente las dijera.

—Gracias Haymitch.

Volteo a verme sorprendido, al igual que Peeta. Aunque no dijo nada, sonrió.

Ninguno se movió de la mesa, nos quedamos ahí hablando y Haymitch no pidió o necesito alcohol. Peeta se dedicaba a preparar panecillos de canela y de queso.

De pronto, no puedo evitar tener recuerdos en mi mente de todos a los que perdimos. Finnick; con su extrovertida actitud y su obsesión por los azucarillos.

—¿En qué piensas?— pregunta Peeta, metiendo la última tanda de pan en el horno y acercándose a la mesa.

—Finnick— conteste, y Peeta levanta una ceja—. En el desfile de tributos.—explique.

—Lo recuerdo. — dice, sonriendo —, quería saber tus secretos—Suelta una pequeña carcajada.

Haymitch también se ríe.

—Son solo recuerdos, los que se pueden considerar buenos, en realidad.

—Mmmh—concuerda Haymitch pensativo—, mi favorito es cuando Peeta confesó ante Ceaser que estaba enamorado de ti y te fuiste contra él. —Suelta una carcajada.

Mis mejillas se tiñen de rojo, aun me acuerdo y me sigue dando pena, sobre todo por la herida que le deje a Peeta, volteo a ver la ligera cicatriz que se ha quedado en su brazo, como un recuerdo más de Los Juegos, Peeta acerca su mano a la mía y la acaricia con suavidad.

—¿Alguien sabe dónde está Effie?—pregunta Peeta, desviando el tema.

—Seguramente eligiendo papel tapiz o muebles de caoba—dice Haymitch de forma sarcástica.

De pronto escuchamos la puerta de la entrada abrirse, junto con ella los murmullos de Effie.

—Oh, ¡pasen, pasen! Es una maravilla ¿no creen?—se le escucha comentar alegre.

—Creo que la invocamos—dice Haymitch y se levanta para acercarse al escándalo.

—Tenemos visitas—dice Peeta, quien también se va.

No me queda más remedio más que también hacerlo, así que camino hacia la sala de estar donde veo a Effie animada presentando a Peeta a dos personas totalmente desconocidas, pero que de lejos se ve que provienen del Capitolio.

—Estás casas son excelentes–dice Effie emocionada. Las dos personas sonríen asintiendo con la cabeza. —. Ya verán que con unos pequeños retoques quedarán como nuevas ¡oh, miren, Katniss, ven, acércate! Quiero presentarte a Oriana y Zair.

Me acerco al lado de Peeta con recelo, traen abrigos de colores chillantes y distintos anillos y demás joyas puestas. Definitivamente son del Capitolio. La mujer que ahora sé que se llama Oriana me mira con cierto temor, aunque el hombre parece contento. Estrecho mi mano a los dos.

—Son del Capitolio—comente.

El hombre sonrió y sacudió su cabeza—Un gusto conocer al Sinsajo—dice animado—. Gracias a ti y a los rebeldes las cosas por fin serán diferentes para Panem.

—Disculpe, ¿estaba a favor de la revolución?—pregunta Peeta sin entender.

—¡Por supuesto que sí! —contesta la mujer, Oriana, hablando por primera vez —. No puedo quejarme de la vida que teníamos pero nunca estuvimos de acuerdo con Los Juegos.

—Ni con la forma de vivir con los Distritos con su gente muriéndose de hambre—dice Zair. —Fue algo bueno.

Unos minutos después hablando, o más bien escuchándolos maravillados con el Distrito; lo que me molesto bastante, entiendo a la opresión que todos estábamos sometidos, pero porque demostrar apoyo ahora cuando pudieron haberlo hecho antes. Los dos se despidieron con la promesa de que volverían para comprar una de las casas, con una sonrisa falsa les dedique un par de palabras y extrañando ya los tiempos de silencio en la Villa. Effie se le veía con una sonrisa y los ojos brillantes.

Cuando Oriana y Zair se despidieron, se escucharon más mormullos fuera en la Villa, puse los ojos en blanca, dispuesta a no aguantar más gente del Capitolio que podrían ser nuestros futuros vecinos, lo que quería era tomar un baño de agua caliente, di la vuelta y comencé a subir las escaleras, cuando estaba en el último escalón, la puerta principal se abrió junto a la alegría de varias voces.

—¡Katniss!—me grita Peeta.

—Venimos y ella ni siquiera está aquí para saludarnos—dice una de las voces con un toquecito de desprecio que se reconocer muy bien.

—Era un sorpresa, querida.—le dice Effie.

Decido unirme a los murmullos y para mi sorpresa, al bajar las escaleras estaban Annie y Johanna paradas en la entrada. Annie sostenía una pequeña carroza de azules colores que meneaba de vez en cuando, supuse que el pequeño Finnick estaba en ella y lo arrullaba para dormir.

—Hola Katniss— saluda Annie asomando sus ojitos verdes tristes a través de la cortina de cabello rojiza.

—Hola descerebrada—saluda Johanna, se le ve más saludable que nunca y con el cabello crecido y corto, un corte que le daba vida a su rostro y su mechón rojo seguía destacando entre el tono negro.

—Se te ve bien, Johanna— la saludo. —. El mechón rojo volvió.

—Es mi marca personal.

Me acerco a Annie, que sigue teniendo su encanto y conservando lo desalineada, la abrazo y aunque nunca tuve un acercamiento con ella, siento que se lo debo por Finnick, fue tan importante para él que tener a Annie cerca es como sentir sus bromas coquetas y la energía de vida que siempre irradiaba.

—Hola, Annie—la saludo, después de soltarla.

Me dedica una pequeña sonrisa, que se ve interrumpida por los llantos del bebé, Annie rodea la pequeña carrocita y toma en brazos al niño de cachetes regordetes, grandes ojos verde mar iguales a los de su padre y con los cabellos rojizos desalineados de su madre.

—Ese es el niño—dice Peeta con emoción.

Volteo a verlo y sus ojos se iluminan mientras observa a Annie arrullar al niño. Hace caras extrañas y termina haciendo reír al querubín.

—Se llama Finnick, como su padre.—Sonríe tímida Annie.

—¿Puedo cogerlo?—pregunta Peeta.

Annie asiente y él con cariño lo toma entre sus brazos, de inmediato el bebé comienza a agarrarle el rostro a Peeta, jugando con él. Peeta sonríe y se ríe contento, es como ver al viejo él revivir, sin ninguna cicatriz, sin ninguna herida, sin rastros de esa lucha. Me pone incomoda y me llena de mariposas el estómago.

—Bueno, ¿acaso no hay nada de comer en esta casa?— pregunta Johanna, rompiendo con el pequeño ambiente de ternura, que agradezco.

Suena un pequeño cacharro que Peeta compro en el pueblo, que le ayuda a saber el tiempo de cocción de los panes.

—Justo a tiempo—exclama Peeta, regresando al bebé a los brazos de Annie —. Hice panecillos de queso.

—Claro, el panadero—comenta Johanna con sarcasmo, pero divertida.

Nos acercamos a los sillones para sentarnos a charlar, Johanna se acerca con tres panecillos calientes en un plato y Peeta me trae un té de menta, la tomo con una sonrisa de agradecimiento, esto calmará mis nervios.

—¿Cuándo llegaron?—pregunte, aunque la respuesta era un poco obvia, no quería que hubiera silencio.

—Hace quince minutos, creo—contesta, cortando un trozo al panecillo y acabando con él.

—¿Y se quedarán?

Johanna suelta una carcajada —Bueno, si nos reciben sí, no creo que vayamos a dormir al aire libre, ¿o sí? Estos no son Los Juegos para andar buscando refugio en los árboles o durmiendo en cuevas.

Todos vemos a Johanna incómodos. No sé cómo puede soltar comentarios como esos y verse tan calmada.

—Lo que Johanna quiere decir...

—Sé lo que quise decir, o me tomo las cosas con humor o me pierdo—dice, interrumpiendo a Annie.

—Ya hice que limpiaran una de las casas para que puedan quedarse— dice Effie, algo nerviosa.

—O pueden quedarse aquí—susurre, tomando un sorbo del té caliente.

Peeta aprieta mi hombro con suavidad y repite con seguridad lo que había dicho.

—Pueden quedarse aquí.

Tocan la puerta y cuando se abre, Gale se deja ver, aprieto con fuerza la taza que casi la quiebro.

—Effie, ha llegado un cargamento—anuncia.

Effie se levanta emocionada —¡Deben de ser los tapices que pedí!

Veo a Gale hacer una mueca, apuesto que está tarea de hacer los mandados no le este sintiendo bien. Se va junto con Effie después de saludar con un escueto hola a Annie y Johanna.

Johanna suspira. —Se ve igual de bien que siempre.

—Haymitch se está quedando en la habitación de abajo—dice Peeta—Así que pueden quedarse en las otras dos junto a la de nosotros.

—Te estas volviendo menos amargado ¿eh, Haymitch?—bromea Johanna.

—Es el alcohol—contesta.

—Genial, ¿ y qué más se hace en este distrito aparte de sacar carbón?—pregunta Johanna acabando de una vez con los panecillos.

—Te equivocas, las minas están destruidas—le contesta Haymitch. —. Ya no sacamos más carbón.

Effie apareció después de un rato con una sonrisa radiante en el rostro.

—Creo que podríamos ir al lago— dije, mientras volteaba a ver a Peeta —Pero es un viaje largo, así que tendríamos que salir ahora mismo.

—Por mi no hay problema, después de todo el viaje de Distrito a Distrito no es nada con esos tren bala— dice Johanna —, pero ¿está el tiempo para un chapuzón?

—A medio día hace un buen tiempo para eso, el problema es en las mañanas.

—¡Perfecto!—exclama Effie.

En la pradera, los demás observan con recelo el bosque, pero nos siguen a Peeta y a mí porque somos los que más conocemos el camino, y Gale, que para mi sorpresa se no unió, pero se mantiene a una distancia considerable de mí. Annie ha cargado al niño es su brazos todo el camino, rehusándose a dárselo a alguien, se aferra a él como si fuera lo que la mantiene cuerda, y tal vez sea así, ese bebé le ha devuelto la vida. Effie hace lo que puede, aunque se ha quejado todo el camino, recalcando que hubiéramos llegado en un par de minutos con un aerodeslizador mientras Haymitch le hacía bromas sobre su atuendo, para el final del camino ya me tenías bastante cansada.

En el lago, me aleje de ellos y me senté en una roca junto al lago, donde metí las manos al agua e hice un pequeño cuenco con ellas para refrescarme el rostro y la nuca.

—Es un bonito lugar—dice Johanna, acercándose.

Después se pierde en sus pensamientos mientras observa el agua con miedo, como un desconocido y todavía estuviera tratando de decidir si era bueno o no. Me atrapa observándola y se revuelve incómoda para después sentarse junto a mí.

—Todavía le temo— comenta.

La entiendo, es su propia pesadilla.

Annie le ha dejado a Finnick en brazos a Peeta y luego se ha metido al agua a nadar hasta lo más profundo, sin importar nada más.

—Alguien ya está aprovechando el tiempo.—comenta Johanna.

—Tiene el mar en su Distrito y viene a disfrutar el agua en un lago del 12.

—Es una sirenita.

Sonrío un poco, aunque luego es reemplazado por recuerdos de Finnick y en la arenas del Vasallaje de cuando se sentaba en la orilla de la playa porque las olas lo reconfortaban y la arena le recordaba a casa.

—Eres menos quejumbrosa que todos ellos—dije, señalando con un gesto de cabeza a Effie y los demás.

Ríe un poco, olvidando la tensión. —Estamos acostumbrados, Effie fue privilegiada toda su vida, hace el esfuerzo.

—¡Katniss!—grita Peeta, mientras trae al niño en brazos— ¿podrías cuidar al bebé? Iré a la cabaña para preparar a comida.

—Pero...—Y antes de que pudiera negarme, ya tenía a Finnick en mis brazos.

Me acomode de modo que mis piernas quedarán frente al lago y mis pies tocarán el agua. El lago estaba tibio bajo los rayos del sol, así que senté al pequeño en medio de mis piernas y sus pies también tocaban el agua. Finnick dejaba caer sus pies sobre el agua, que salpicaba por todas partes, con risas que llenaban todo el aire libre, donde incluso las aves paraban a escuchar la alegría de Finnick.

De hecho, estaba pasando un buen momento, Annie se acercaba de vez en cuando a tomar un piecito del niño y darle besitos, además de jugar con él. El pequeño Finnick nació junto al nuevo Panem, si tan solo su padre hubiera podido conocerlo.

Mis pensamientos comenzaron a nublarse sin sentido alguno y observe al lago como algo peligroso, como si fuera a tragarnos a mí y al niño o algo fuera a jalarnos, mutuos enviados por el Capitolio para arrancar ese pequeño pedazo de esperanza que había logrado crecer en tantas lágrimas.

—Johanna, ¿podrías sostener al niño?—pregunte, mientras sacaba los pies del agua, junto a Finnick, quien se queja inconforme de haberlo alejado de la diversión.

—Claro, dame al mocoso—Ella siempre tan linda.

Trato de concentrarme en el cielo azul y ver a las nubes correr con tranquilidad para olvidar las pesadillas que siempre vuelven y nos atormentan a todos.

—Tienes que tratar de respirar—escucho a Johanna, mientras tiene al niño entretenido. La miro sin entender. —Es más fácil si te concentras en la respiración.

Asiento y trato de contar cada exhalación e inhalación hasta que siento que todo pasa y estoy con los pies en la tierra de nuevo.

Con los nervios más calmados me metí al agua a nadar y recordar aquellos días con mi padre en este lago, mientras me alejaba de todos, hasta el otro extremo del lago, pude ver a Effie tratando de descifrar si el agua era completamente segura, dando pasos pequeños y Haymitch haciendo bromas sobre dejarla caer. Annie tomo al niño en sus brazos y nado con él, le daba besitos en la nariz y lo hacía reír. Gale se rezagaba pero podía observar por sus movimientos que estaba cómodo, pasando un buen tiempo y casi pude escuchar lo que podría haberme dicho:

—Esto fue gracias a la revolución.

—¿A qué te refieres? —Me imagino a mí preguntando.

— Jamás imagine poder ver este cuadro. La gente peleo por esto.

Siento la pesadez en el ambiente que está por venir después de preguntar:

—No fue algo justo.

—Las guerras jamás serán justas. La gente quería pelear.

Me metí de nuevo al agua cuando Peeta se acercó a la orilla con un par de panecitos. Tome uno y lo sujete entre los dientes mientras aprovechaba para pescar y cazar. Gale se nos unió, tomando el arco mientras soltaba una red en el lago.

Para el final ya teníamos una dotación de dos pavos silvestres y cinco pescados grandes que servirían para toda una semana de comida. Junto con Peeta cortamos del agua un par de Katniss.

—¿Y ahora qué hacemos? —pregunto emocionado, mientras le enseñaba a hacer más nudos en la red.

—Vamos a encontrarme. —le conteste.

No la entendió al principio, como yo no le había entendido a mi padre, pero cuando vio las plantas acuáticas, no dejo de recolectar hasta que tuvimos la bolsa llenas de ellas.

—¿Crees que pueda hacer algún relleno para el pan con esto?

—Tal vez un estofado.

—Mmm, como el del Capitolio, no creo que haya cordero en el Distrito.

—De todas formas no sabría cómo cocinarlo—dice Peeta, tomando la bolsa con los tubérculos —. ¿Crees qué Effie sepa cocinarlo?

—Yo creo que Effie en su vida ha pisado una cocina. —bromee y él se rio.

Cuando faltaban pocas horas para anochecer, nos dispusimos a tomar camino hacia el distrito. Gale cargaba los pavos que había cazado, además de tres conejos colgados en la cinturilla de su pantalón, sentía de alguna forma que todo caería por su propio peso. Peeta cargaba contento un par de ardillas que él mismo había cazado.

Cuando llegamos a la Villa, unos soldados se acercaron a Gale y él se dirigió a Effie que dio saltitos de emoción, los dos se desviaron y los demás continuamos. Haymitch entro a su casa y por un momento pensé que dormiría allá, pero en un segundo salió con una manta y una botella en la mano, dio un sorbo y otro lo dedico a echarlo en la chimenea para avivar el fuego y sentarse.

Subo las escaleras para tomar una ducha rápida en lo que Peeta acomoda a Annie y Johanna en sus habitaciones, cuando salgo, Peeta está en la habitación, me cepillo el cabello mojado y él entra para tomar la ducha también. Me acuesto en la cama, pero no es hasta que estoy rodeada de los brazos de él y el arrullo de su corazón como mi canción de cuna, que puedo conciliar el sueño.

Sin embargo duro poco, porque mi cabeza comenzó a bombardearme con un mar de fuego y recuerdos de los niños del Capitolio que fueron víctimas inocentes y después Prim, con una trenza dorada de lado y su blusón siempre saliendo de la falda como una colita de pato, todos envueltos por fuego.

—No, los niños no, por favor—Siento que murmuro, mientras me revuelvo en las sabanas. —. Los niños ¡no!

Siento una mano en mis mejillas y abro los ojos para ver a Peeta preocupado.

—Hey, todo está bien, estás aquí—me dice para calmarme, pero no puedo dejar de temblar. Siento como lágrimas calientes comienzan a salir de mis ojos. —. Todo está bien.

—Era Prim—murmuro mientras intento respirar pero acordarme del sueño hace que quiera llorar más, ya no me importa llorar frente a Peeta.

—Katniss, mírame—Niego con la cabeza—. Katniss—repite con más fuerza hasta obligarme a hacerlo.

Clava su mirada en la mía, esos ojos azules que siempre me parecieron honestos tratan de calmarme, me abraza contra su pecho hasta que mi respiración vuelve a la normalidad y dejan de caer las lágrimas.

Siempre será así. Yo despierto gritando de pesadillas sobre mutos y niños perdidos. Pero sus brazos están ahí para confortarme. Y finalmente sus labios. En la noche en que siento esa cosa de nuevo, el hambre que me controló en la playa, sé que esto habría pasado de todas formas. Que lo que necesito para sobrevivir no es el fuego de Gale, encendido por la rabia y el odio. Tengo bastante fuego en mí misma. Lo que necesito es el diente de león en la primavera. El amarillo brillante que significa renacer en vez de destrucción. La promesa de que la vida puede continuar, sin importar lo malo de nuestras pérdidas. Que puede ser buena de nuevo. Y sólo Peeta puede darme eso.

Así que después, cuando él susurra:

―Tú me amas. ¿Real o no real?

Le digo:

―Real.

Estado: editado.

La última parte, pertenece al libro de Sinsajo, de la escritora Suzanne Collins.

Continuă lectura

O să-ți placă și

444K 45.2K 113
La verdad esta idea es pervertida al comienzo, pero si le ves más a fondo en vastante tierno más que perverso. nop, no hay Lemon, ecchi obviamente, p...
185K 22.3K 52
Elladora Black es la hija menor de Orion y Walburga criada para ser una sangre pura perfecta, sin embargo no es lo que planearon. Narcisista, egoíst...
3.8M 395K 35
Kim TaeHyung le pide a Jeon JungKook que sea su novio. Aunque el pelinegro está catalogado como la peor pareja del Instituto, decide no rendirse. ...
150K 12.3K 34
Lara pensaba que Toni era el amor de su vida, pero dejó de serlo hace mucho, después del primer golpe que recibió por su parte cuando estaba embaraza...