Opuestos En Común. Nomin

By MyLostSoul98

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Jeno no era el alfa bueno que pretendía, Jaemin podía sentirlo. Había algo en sus ojos, cuando le miraba, que... More

Introducción
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31 (primera parte)
31 (segunda parte)
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Epílogo (Taeten)
MarkHyuck (Especial)
Nomin (Especial)
¡Aviso! Nueva historia ♥️

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By MyLostSoul98

Jaemin mordía sus labios nerviosamente mientras observaba las noticias durante el informativo de la noche. Constantes ataques habían estado ocurriendo en los últimos días calificados en la televisión como "encuentros entre pandillas". Los crímenes eran sumamente crueles, la forma en la que las personas eran asesinadas no era un simple accidente y la policía estaba armando un caso para atrapar a los causantes. Jaemin sabía que eran los hombres de Yang contra los de Park. Una guerra sin sentido entre dos hombres quienes tomaron malas decisiones con el desenlace de la muerte de jóvenes que ni siquiera se conocían. Todos seguían normas, órdenes y si se oponían el castigo era peor que la muerte misma. Jeno le había estado hablando, después de la insistencia del mismo omega por saber que era lo que sucedía, como aquello se desarrollaba.

La lealtad era algo que tenían bien arraigado en ellos y, evidentemente, en los otros. En la mayoría de las situaciones, cuando se veían frente a frente con su enemigo debían de tratar de llevárselos con vida como fuera posible. La información era el arma más poderosa. La tortura a la que eran sometidos volvería loco a cualquiera pero ellos se mantenían sumamente firmes sin traicionar a su jefe. Un traidor era la peor escoria en su mundo.

A Jeno se le revolvía el estómago al recordar algunas de las que había presenciado por órdenes directas de Yang. El olor metálico de la sangre y los gritos de dolor eran el alimento de sus pesadillas nocturnas y diurnas. Incluso había sido obligado a participar en las mismas. Había estado en peleas, vio a sujetos caer inconscientes luego de que él les diera una paliza pero nada se comparaba a aquello. Una pelea mano a mano era justa, ambos tenían la oportunidad de defenderse pero allí, sujetando las pinzas en su mano temblorosa, no sentía la adrenalina en las peleas. Ni siquiera pudo mirar al ensangrentado sujeto de dientes rotos, ojos hinchados y labios partidos mientras arrancaba sus uñas bajo la atenta mirada satisfecha de Yang. En su mente le pidió perdón al desconocido y esperaba que si existiera un Dios en lo alto, le perdonara sus pecados.

El omega sentía que su corazón se detenía cada vez que un nuevo muerto aparecía en televisión, orando internamente porque el nombre que pronunciaran no fuera el de su novio. En cada ocasión exhaló aliviado pero no hacía que se sintiera más tranquilo. Los habitantes de Seúl estaban conmocionados y horrorizados por las recientes noticias exigiendo un aumento en la seguridad que parecía haberse venido abajo en los últimos días. Jaemin suspiró con su labio tembloroso, aquello solo pararía cuando uno de los bandos hubiera caído por completo, incluyendo la cabecilla ¿Cuántos morirían hasta que eso sucediera?

— Deberías dejar de ver esas cosas Jaemin. Solo logran que la sociedad entre en pánico. Es horrible pero innecesario de ser cubierto con tanto detalle.

Jihyun venía bajando las escaleras, observando a su hijo sentado en el sofá con la mirada fija en la pantalla. Suspiró mientras guardaba su celular en el bolso. La madre del omega iba vestida con un elegante vestido borgoña hasta por debajo de las rodillas y de manga larga. Su cabello estaba suelto y el maquillaje impecable como siempre. Jaemin sabía que ella estaba yendo a la fiesta de cumpleaños de una de sus amigas. Cuando fue informado cerró sus ojos resignado, esperando a oír su voz diciéndole que debía de asistir con ella, pero aquello nunca llegó. No quiso hacer preguntas ni tentar a la suerte, solo asintió ante la única orden que le había sido dada, la cuál era no salir aquel sábado pues estaba aún castigado.

Jaemin estaba un poco sorprendido. Esperaba que su madre estuviera llevándole a reuniones o al club para comenzar a buscarle un nuevo prometido. Ella no estaba haciendo aquello, estaba un tanto distante y a veces la sorprendía mirándole en silencio. Era extraño y le asustaba. Como la calma antes de la tormenta. Solo deseaba que su tormenta no se volviera un huracán capaz de arrasar con todo a su paso.

Pasó cerca de una hora cuando escuchó el timbre de la casa sonar. Seguía acostado en el sofá, con sus pantalones de piyama y una sudadera comiendo una bolsa de papas fritas. Se hubiera levantado a atender si no fuera porque la señora Lee se adelantó a él. No le prestó atención concentrándose en la película que se transmitía en la televisión. Oyó vagamente como la puerta era abierta y el aroma a café llenar la sala. Se tensó en el sofá y levemente volteó su vista hacia la entrada donde Jeno estaba parado mirándole con una amplia sonrisa. El omega se sentó rápidamente y trató de acomodar su despeinado cabello con sus manos. Pero cuando recordó que las mismas estaban aceitosas por las papas hizo una mueca de asco.

— ¿Qué estás haciendo aquí?

— Dijiste que tu madre no estaría en casa y no podrías salir. Así que pensé en venir.

— Estoy seguro de que en su castigo también incluía el que no podía venir alguien a la casa y me atrevería a decir que mucho menos tú.

— ¿Importa?

— Realmente no.

Al terminar de decir esas palabras se levantó y abrazó al alfa con fuerza. Hundió su rostro en el cuello de este aspirando su aroma dejando que se deslizara bajo su piel. El último tiempo había sido difícil. Eran de los últimos días que estarían juntos y hubiera podido desear pasar cada momento con él pero su madre y las órdenes directas del jefe de Jeno hacia que las cosas se volvieran más complicadas. Al menos pasaban una hora hablando por teléfono en la noche tratando de hacerlo en el tono más bajo posible pues no quería que su madre pudiera llegar a oírle.

Quiso besar sus labios pero la señora Lee aún estaba allí presente y viéndoles con una pequeña sonrisa divertida. Jaemin se apartó del alfa con un sonrojo abundante en su rostro. Murmuró que iría a ponerse otra ropa, aunque Jeno le dijo que no era necesario, y subió corriendo las escaleras. Jeno lo observó irse con una sonrisa en el rostro. La señora Lee le ofreció algo de beber a lo que automáticamente negó.

El de cabellos rosados volvió apenas unos segundos después con unos jeans y una camiseta. El alfa se rió diciéndole que no era necesario hacer eso pero no peleó contra las sonrosadas mejillas que le pedían no seguir abordando el tema. Comieron unas galletas recién hechas en la cocina bajo la atenta mirada de la mujer quien parecía estar analizando al alfa con sus ojos. Jaemin se sentía un tanto incomodo por lo que tomó la mano del pelinegro y le sonrió diciéndole a su empleada que les llamara para cenar pues irían a su habitación a jugar con la consola.

Trató de no sonrojarse ante la mirada en los ojos de la señora Lee mientras estaban subiendo las escaleras. Tampoco quiso enfocarse en la pequeña risa burlona que salía de los labios del alfa. Una vez en su cuarto, Jeno se dejó caer sobre la cama del otro mirándolo con una sonrisa.

— ¿Crees que se quede fuera esperando a entrar si escucha algún ruido no muy inocente?

La respuesta del omega fue arrojarle un almohadón en la cara totalmente enrojecido mientras escuchaba la carcajada que salía de los labios del otro. Jeno terminó por levantarse y abrazar al omega fuertemente para luego llevarlo a la cama. Cuidadosamente lo dejo sobre las sabanas antes de acostarse a su lado para besarle. Fue algo suave y lento, sin necesidad de apurarse o ir rápido. Era algo casto y casi inocente que no tenía otras intenciones más allá de demostrar afecto. Al separarse, se miraron con una gran sonrisa para darse otro largo abrazo.

— Estamos en tu cuarto y en tu cama ¿Debería tomarlo como una invitación? — Dijo bromeando, obteniendo en respuesta un gran sonrojo por parte del menor antes de ser atacado furiosamente con una almohada nuevamente.—

Fue cómico cuando un par de horas más tarde, la señora Lee entró cuidadosamente al cuarto y se sorprendió al verlos. Estaban en el suelo sobre unos cojines sentados. Jeno tenía la espalda apoyada en la cama del omega y este su propia espalda en el pecho del alfa mientras jugaban unos videojuegos. Ambos voltearon a verla curiosos hasta que ella les comunicó que la cena estaba lista. Asintieron para luego volver su vista hasta la pantalla para terminar esa partida antes de bajar.

Para Jaemin era gracioso y también le daba un poco de vergüenza el cómo es que sus empleados le miraban mientras se sentaban en la mesa. Seguramente los pensamientos del personal se habían ido a escenas totalmente diferentes a las que realmente pasaron. No podía culparlos en realidad. Eran una pareja de adolescentes que debería tener las hormonas alborotadas pero hasta para su propia sorpresa su relación era una bastante... inocente. En el ámbito sexual claramente. No era como si le molestara pero sí que tenía una pequeña curiosidad por lo mismo. En un par de ocasiones había intentado ser un poco más "intimo" pero para su propia sorpresa era el alfa quien le detenía con sonrisas cortas y sin muchas explicaciones. Si alguien le preguntaba, lo negaría, pero aquello le hacía sentir un poco inseguro sobre sí mismo. Sabía de sobra que Jeno no era virgen, a diferencia de él, no sabía que podía ser lo que le estaba frenando en ese sentido.

Comieron hablando de trivialidades con los sirvientes que, como no estaba su madre, comían con ellos. Era un ambiente sumamente agradable. Hace años que no se sentaba en la mesa familiar y cenaba riéndose sobre tonterías dichas. Era bueno volver a vivir algo como ello, sin sentir sus hombros tensos o preocuparse de mantener una buena postura y los codos fuera de la mesa. Estaba relajado.

— ¿Tú trabajas Jeno?

La curiosa voz de Seulgi, una de las mucamas, se alzó sobre las risas. Había sido una pregunta inocente pero los músculos del cuerpo de Jeno se habían tensado. Su mirada paso a ser analítica mientras miraba a la chica un poco mayor que ellos aún con una sonrisa en su rostro pero Jaemin podía identificarla como perfectamente actuada.

— Si, algo así ¿A qué se debe la pregunta?

— Tus manos. No lo tomes a mal pero he trabajado con esta gente rica durante mucho tiempo y he visto a muchos. Tus manos están algo deterioradas. Ha sido simple curiosidad. La gente de dinero no suele tener sus manos así, son suaves y perfectamente cuidadas. Me disculpo si mi pregunta ha estado fuera de lugar.

Jeno se rió suavemente diciéndole a la chica que no tenía nada de lo cual preocuparse. Soltando sus cubiertos se dejó caer hacia atrás en la silla apoyándose en ella mientras frotaba sus manos para después verlas con una expresión vacía. Jaemin relamió sus labios, sabía a lo que Seulgi se refería. Las manos de Jeno tenían callos, la piel no era tan suave y algunas cicatrices eran visibles sobre las mismas. Esas manos que pasaron por interminables peleas, entrenamientos y maltratos. Manos que seguramente habían hecho cosas horribles, las cuales Jaemin prefería no saber.

— Me siento decepcionado Nana, pensé que les hablaste de mi pero ya veo que no. — Soltó una pequeña risa falsa para pretender aún ser encantador.— Pero si, eres muy observadora y tienes razón. A diferencia del niño rico a mi lado — Dijo bromeando.— Yo no tengo mucho dinero. Un amigo muy cercano de mi madre nos dio trabajo a mi hermano y a mí. Soy algo así como su chico multiusos. Hago lo que me pide, si necesita que arregle algo, lo hago. Si necesita dar un mensaje, allí estoy. Si solo quiere que vaya a comprar algo a unas pocas calles también estoy. Suelo hacer muchas cosas con mis manos, arreglos y reparaciones así que no puedo darme el lujo de tener unas manos perfectas. El señor Yang me ha apoyado muchísimo y es quien ahora paga mi educación. Estoy sumamente agradecido y no me importa el tener que trabajar como agradecimiento.

Jaemin casi podía sentir las ganas de Jeno de vomitar en ese momento al pronunciar tales mentiras. Admitía estar sorprendido por la capacidad rápida del alfa de tergiversar la verdad de tal forma en la que todo parecía tan bueno y desinteresado. Ni siquiera titubeó al hablar o se vio nervioso, era tan natural que si no le hubiera conocido, se lo habría creído. Aquello fue lo que paso con sus sirvientes quienes miraron con ojos un poco dolidos y enternecidos al chico. El pelinegro ahora lucía como un joven agradable y agradecido no solo con la vida, sino con aquel sujeto que le había dado tantas "posibilidades".

Al finalizar con la cena, volvieron a subir al cuarto del pelirosado. Esta vez se acostaron sobre la cama y pusieron una ridícula película de terror porque Jeno había bromeado con que seguramente las únicas películas que el omega veía eran esas románticas para adolescentes. El resultado terminó siendo con el menor abrazado al pelinegro fuertemente pero sin quitar la vista de la pantalla porque "Yo no tengo miedo" mientras el alfa se reía por lo irreal que le parecían las situaciones o acciones que los actores representaban.

— Oh vamos Nana. Hasta es predecible cuando algo va a salir gritando en pantalla. Solo tienes que guiarte por la música y notaras como algo está a punto de saltarte en la cara. Es bastante previsible y hasta da risa, sobre todo cuando los protagonistas no corren como una persona normal lo haría, sino que se ponen a hacerle una entrevista de preguntas al espectro como si este fuera a responderles.

Jeno volvía a reírse haciendo que Jaemin mostrara un pequeño puchero en sus labios sintiéndose molesto de que él si se asustara y el alfa no. Le dio una pequeña palmada en el pecho para volver a recostar su cabeza en el mismo lugar. La mano del pelinegro pasaba suavemente por la espalda de este, delineando su columna con los dedos por encima de la ropa.

— ¿Cómo es que no tienes miedo? Casi todas las personas que conozco se han asustado con esta película.

— Cuando comprendes y vives el hecho de que los verdaderos monstruos son los seres humanos, no hay fantasma que asuste.

No volvieron a hablar quedándose mirando fijamente la pantalla en una película que ahora casi parecía absurda. Jaemin quería poder decirle palabras de aliento pero no sabía que podría ayudar por ello optó por quedarse callado.

La tranquilidad fue rota cuando escucharon el sonido de un auto entrar a la propiedad. El omega palideció tomando su teléfono para ver la hora notando que efectivamente pasaba de medianoche pero su madre había vuelto mucho antes de lo planeado. Se levantó asustado, mirando al alfa con ojos llenos de pánico haciendo que este se riera. Salió de la cama como si nada pasara caminando hasta las puertas que daban al balcón para luego mirar hacia abajo.

— No esta tan alto, dolerá un poco al aterrizar pero nada que no pase en unos minutos.

— ¿Estás loco?

— Puede que sí.

Fue su respuesta antes de sujetarle por la nuca para darle un último beso y susurrar que lo vería mañana. Lo siguiente que Jaemin pudo ver fue al alfa subiéndose al barandal para acomodarse y saltar de este. Casi corrió para ver que de hecho, Jeno estaba bien en el suelo mostrándole una sonrisa confiada antes de desaparecer por la pequeña galería que conectaba el jardín con el frente. Tuvo el impulso de correr y ver que este saliera sin ser visto pero no podía arriesgarse a que su madre le viera actuar de manera sospechosa. Rápidamente se quitó su ropa y se metió en el baño para ducharse tratando de quitar el aroma del alfa de su cuerpo.

Jeno en cambio estaba muy calmado, dirigiéndose a la salida con total calma. Ni siquiera se molestó en ocultarse, captando rápidamente la mirada de Jihyun quien le observaba sorprendida y conmocionada de verle allí. Él le mostró una gran sonrisa a la beta y asintió con su cabeza saludándola con tanta confianza que la dejo sin habla por unos segundos.

— ¿Qué se supone que haces aquí? Esto no es una actitud para nada apropiada. No sé qué pretendas hacer pero...

— No pretendo nada señora Na. Sé que bajo sus términos no es lo que debería de haber hecho pero esto no sería así si no hubiera actuado de la manera en la que lo hizo. En realidad ni tiene que culpar a su hijo, fue mi idea venir y llegué de sorpresa.

— Ni siquiera tienes la decencia de haber estado avergonzado y tratar de que no te viera.

— Si por mi hubiera sido, créame que salía por la entrada principal y hasta le preguntaba de su elegante fiesta pero Jaemin lucía tan aterrorizado de que nos viera y no iba a hacerle pasar por aquello ¿De quién cree que es realmente la culpa de que tema ser sincero con usted? Porque puedo asegurar que mía no es.

Casi se rió de la expresión tan tensa de la mujer. Le volvió a sonreír susurrándole un "Buenas noches" antes de salir de la propiedad caminando con calma.

Jihyun inhaló profundo tratando de calmar la furia hacia el chico. "No puedes odiar a un adolescente" se dijo a sí misma. Recompuso su rostro y alisó su vestido para caminar hasta la casa. Al entrar fue recibida por sus sirvientes y, aunque estos la atendían tan bien como siempre, notaba el nerviosismo en ellos. Buscaban en ella un indicio de que se hubiera enterado de la presencia del chico en la casa pero sólo actuó como si no supiera nada.

Preguntó por su hijo, obteniendo la respuesta de que posiblemente estuviera durmiendo para esa hora. Ella asintió diciendo que quería descansar y subió las escaleras con manos ligeramente temblorosas. Se detuvo frente a la habitación del adolescente y suspiró antes de abrir la puerta. Se encontró con el omega cambiándose después de lo que parecía haber sido una ducha.

— ¡Mamá! ¿Por qué no tocaste antes de entrar? Si me hubiera distraído unos segundos estaría desnudo.

— Soy tu madre, no tienes nada que no haya visto antes. — Dijo observándole con atención. Sólo llevaba sus pantalones y, para su calma, no parecía haber una marca de cualquier tipo sobre el cuerpo de este. Podía notar que había un muy poco causal aromatizante de ambiente en la habitación tratando de esconder el aroma del alfa. — ¿Tomas una ducha a esta hora? Es un poco tarde para eso.

— Si pero es que... me entretuve con un libro y una serie policial. Cuando vi la hora casi caigo de la cama. Sabes que no me gusta irme a dormir sin haberme bañado durante el día.

— Está bien. — Su mano aún aferrada al picaporte de la puerta lo apretó un poco más. — Seca bien tu cabello antes de acostarte. Vas a enfermarte y arruinaras las sabanas. Hasta mañana.

Salió del cuarto de su hijo para meterse en el propio. Con dedos temblorosos sacó la cajetilla de cigarros que llevaba en su bolso. Encendió uno y lo llevó a sus labios ansiosamente. No era una ingenua, sabía que todos los adolescentes les mentían en una u otra cosa a sus padres, ella misma lo había hecho en su juventud en alguna ocasión pero jamás se habría esperado que Jaemin le mintiera tan descaradamente viéndole directamente a los ojos. Su pequeño Jaemin, el niño con la sonrisa más hermosa que alguna vez vio y que se enorgullecía de llamar hijo. El fruto del amor de su vida, el vergonzoso pequeño que confesaba haber hecho alguna travesura merecedora de un castigo, su niño que odiaba mentir. Había sido un golpe en el estómago que no se había estado esperando aunque fuera obvio. Ahora no sabía dónde había quedado aquel pequeño pero para ser sinceros, ni ella misma sabía donde se encontraba parada. Se sentó en el borde de la cama matrimonial que ahora parecía demasiado grande y vacía. Le dio una profunda calada a su cigarrillo con la angustia llenándole el pecho y manifestándose como gruesas lagrimas que caían sobre la costosa alfombra. "¿Qué estoy haciendo?" fue el susurro que brotó de su boca antes de tomar un nuevo cigarro cuando el viejo se acabó.

Taeyong se movía en su lugar bastante nervioso. Miraba constantemente sobre su hombro para ver si es que había algún rostro conocido en aquel bar, alguien que pudiera delatarle. Era ridículo pues, por más que alguien le viera, no levantaría sospecha alguna. Pasó una mano por su cabello peinándolo hacia atrás para tratar de mantener la misma ocupada y que no estuviera tamborileando constantemente sobre la barra.

Volvió a mirar hacia la gente de aquel bar notando como es que la persona esperada entraba por la puerta. Su rostro se endureció en ese momento tratando de ocultar su nerviosismo. Hizo una señal con su cabeza indicando hacia la salida de emergencias que daba a un callejón. Se levantó del taburete en el que estaba sentado para caminar hacia allí saliendo del establecimiento. No hacía falta asegurarse de que aquel sujeto le seguiría, lo sabía de sobra.

Esperó unos minutos apoyado contra la fría pared del callejón hasta que le vio aparecer. Era imposible no observarle atentamente y ver las similitudes. Le revolvía el estómago un poco.

— Nunca esperé recibir una llamada tuya y menos para citarme en un lugar como este.

Lee Donghae estaba parado frente a él, con las manos en los bolsillos y mirándole tan seguro como siempre. Para ser la mano derecha de Yang era sorprendente que se manejara sin su propia seguridad aunque, por otro lado, seguramente no la necesitaría. El tipo no por nada era cercano a Yang. Era un asesino a sangre fría, había matado más personas de las que el pelirrojo podría pensar o cualquiera imaginaria, con ese maldito rostro inocente que lucía tan bien.

— No te emociones tanto Lee, sabes que no pediría verte si no tuviera un motivo ¿Le dijiste a alguien que viniste hoy?

— Fuiste bastante insistente con que no lo haga y eso me tiene intrigado ¿Vas a matarme niño bonito?

Una sonrisa temblorosa se posó en los labios del menor de los dos. Su sangre ardía en sus venas y realmente deseaba poder golpear aquel rostro pero no tendría oportunidad de ello. Si tan solo hacía un movimiento contra él, los años de experiencia que este tenía serían devueltos como una patada en el rostro.

— Quisiera pero no. Vengo a ofrecerte un acto de redención.

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