[Saga West] RAMÉ #1 [YA EN AM...

By desirealba

1.4M 114K 22.9K

La granja West no era dónde las hermanas Haley planeaban pasar un caluroso verano. Su madre había conocido al... More

PRIMERA PARTE
1. Bambi
2. Leo
3. Bambi
4. Leo
5. Bambi
6. Leo
8. Leo
9. Bambi
10. Leo
11; Bambi
12; Leo
13; Bambi
14; Leo
15; Bambi
16; Leo
17; Bambi
18; Leo
19; Bambi
20; Leo
21; Bambi
22; Leo
23; Bambi
24; Leo
25; Bambi
26; Leo
27; Bambi
28; Leo
29; Bambi
30; Leo
31; Bambi
32; Leo
33; Bambi
34; Leo
35; Bambi
SEGUNDA PARTE
1; Leo
Me tienes, B.
2; Bambi
3; Leo
4; Bambi
5; Leo
6; Bambi
7; Leo
8; Bambi
9; Leo
10; Bambi
11; Leo
12; Bambi
13; Leo
14; Bambi
15; Leo
16; Bambi
17; Leo
18; Bambi
19; Leo
20; Bambi
21; Leo
22; Bambi
23; Leo
24; Bambi
25; Leo
Epílogo; Bambi.
Historia de Diego West.
RAMÉ EN FÍSICO

7. Bambi

24.1K 2K 207
By desirealba

Fᴀᴏᴜᴢɪᴀ ﹣ Tʜᴇ ʀᴏᴀᴅ


Los peores días del mes es cuando me pongo con el periodo, por lo que me he llevado toda la mañana en la cama en posición fetal y ahora estoy terminando de limpiar la cocina después de hacer de comer.

La familia West es amable con nosotras. Nos tratan bien, aunque Nancy o como Leo y Diego la llamaban "monito" no había dejado de incordiarme. Ella siempre me miraba mal y ahora estaba limpiando el zumo que había derramado en el suelo sin querer.

Betty está haciendo la colada y miro a Nancy, que está sentada en la silla de la cocina y mueve sus pies de delante hacia atrás con una sonrisa inocente en su rostro.

— ¿No quieres ir a jugar con las cabras? —Le pregunto levantándome del suelo después de limpiar lo que ha ensuciado.

— Es más entretenido verte limpiar.

Le sonrío y me giro porque es repelente y no me cae bien. Sí, tiene unos cinco años y me está comiendo terreno, pero no puedo hacer otra cosa que callarme porque no tengo nada de autoridad sobre ella; ni siquiera soy realmente su prima.

— ¿Por qué estáis aquí? —Me pregunta.

— Créeme, me pregunto lo mismo —murmuro volviendo a fregar.

— ¿Y cuándo os vais?

— Pronto.

— ¿Cuándo es pronto?

— Cuando dejes de hacerme preguntas.

Ella se calla por un momento y solo se escucha la radio que tiene encendida la abuela en el salón. Ella tiene muchos dolores en las piernas y le cuesta mucho moverse. Es muy mayor y pasa la mayor parte del tiempo sentada escuchando la radio.

— ¿Por qué vas así vestida?

Su voz de pito está incordiándome de sobremanera y pienso que lo mejor es ignorarla. ¿No tiene nada que hacer? ¿Jugar? ¿Pintar? ¿Correr detrás de las gallinas?

— Pareces una vagabunda.

— Es mi ropa, ¿no le queda bien? —La voz de Leo hace que mire hacia la puerta y lo veo apoyado en el quicio con sus brazos cruzados.

— Te queda mejor a ti —responde la niña.

Sigo llevando sus pantalones y alterno las camisetas entre él y Diego, aunque siempre intento lavarlas ese mismo día y ponerlas a secar. No quiero abusar porque ellos también tienen que vestirse.

Si lo hubiera sabido, hubiera venido preparada.

— ¿Tú crees? —Él pasa su vista por todo mi cuerpo y me pongo tan nerviosa que se me resbala el plato de mis manos haciendo que el agua que hay en el fregadero me salpique.

— ¡Claro que sí! —Exclama la niña.

— ¿Por qué no vas a ver a Diego? Creo que ha encontrado un montón de caracoles.

Miro hacia atrás para ver a Nancy saltar de la silla y salir, por fin, corriendo de la cocina. Un suspiro de alivio se escapa de entre mis labios y aprieto la bayeta entre mis dedos para enjuagarla.

— A veces es un poco pesada —me dice abriendo la nevera.

No contesto y paso la bayeta por la encimera después de echar el producto para limpiar toda la superficie. Miro de reojo a Leo, que se ha abierto una cerveza y está apoyado en la nevera mirándome. Odio que haga eso porque me pone nerviosa.

— Deberíamos ir a la ciudad —sugiero—, podría comprarme algo de ropa.

— No me molesta dejarte ropa.

— Pero así tendría algo de mi talla.

Y que no oliese a él, claro. Leo no olía como los otros chicos, a la misma jodida colonia: One million. Leo huele a menta y almizcle. Su ropa tiene su aroma y cuando estoy alrededor de él, también huele a tabaco.

— Podríamos ir, si eso es lo que quieres.

Muerdo mi labio inferior con fuerza y paso la bayeta por la encimera con rapidez. Grito y me separo de la encimera mientras siento mis dedos entumecidos. ¡Casi me electrocuto!

— ¡Joder! —Lloriqueo mirando mis dedos.

— ¿Qué te ha pasado? —Se acerca a mí y sujeta mis dedos para observarlos.

— La tostadora me ha dado calambre —hago una mueca mientras aún siento el dolor en mi mano.

— La has tocado con las manos mojadas, y está enchufada.

Deja ir mis dedos y los abro y los cierro. Ni siquiera me he dado cuenta de eso porque me estaba sintiendo observada por él. Llevo mi mano al botellín de cerveza antes de que se lo lleve de nuevo a la boca y me apoyo en la encimera para darle un largo y refrescante trago.

— Creo que tienes que dejar de quitarme las bebidas —se apoya a mí lado—. ¿No te gusta estar en la cocina?

Muevo mis dedos de nuevo y lo miro. Sus ojos bonitos están mirándome, esperando una respuesta mientras sus bíceps se marcan porque está cruzado de brazos, ligeramente inclinado hacia mí.

— No es eso, no me quejo.

— No deberías beber alcohol si estás medicándote —Betty me quita la cerveza de mis manos y se la da a Leo—. Gracias por echarme una mano, Bambi —me sonríe—. Puedes ir a hacer lo que quieras, todo está bien por aquí.

— ¿Puedo llevármela entonces? —Pregunta Leo.

— Pero no muy lejos, no vamos a tardar en comer.

Leo abre la nevera de nuevo y saca una botella de agua. Lo sigo hasta salir de la cocina y cuando salimos, me pone un sombrero sobre mi cabeza. Él se pone otro y lo observo caminar con confianza y gracia.

— Vamos, sensual Bambi, no te quedes detrás.

Doy largas zancadas hasta ponerme a su lado y frunzo el ceño. Estamos pasando por toda la granja, llegando al trigal.

— ¿Dónde vamos? —Pregunto escuchando solo el sonido de nuestras pisadas en la tierra.

— Voy a enseñarte algo por lo que merece la pena estar en la granja.

— ¿Hay un McDonald's oculto?

— Oh no —se ríe—, para mí es mejor.

Leo se mete entre el trigal y yo me quedo quieta porque no voy a meterme por ahí. A saber los insectos y culebras que hay por ahí a sus anchas. Su mano se estira, para que ponga la mía encima, animándome a seguirlo.

— Si te siguiera la cabra, ¿correrías dentro del trigal?

Había visto mi lamentable escena, qué vergüenza.

— Supongo que sí, pero no es el caso.

— No, no es el caso. Confía en mí. No te haría caminar por un sitio peligroso lleno de bichos sabiendo lo poco que te gustan.

Hago una mueca y él mueve su mano. No estoy convencida, pero me encuentro poniendo mi mano pequeña sobre la suya, grande y varonil. Sus dedos se cierran alrededor y lo miro para verlo sonreír.

Tira suavemente de mí y camino detrás de él, apartando las plantas de trigo con mis manos, no mirando abajo porque no quiero ver nada, no quiero saber dónde estoy pisando. Si Leo ha pisado antes, significa que todo está bien.

— ¿Falta mucho?

Él no me contesta y sujeto el sombrero con mi mano libre. Por una parte, no quiero llegar al final porque su mano se alejará de la mía y es la primera vez que un chico camina conmigo así; aunque solo sea para que cruce el trigal. Por otra parte, necesito volver a tener espacio porque las plantas son más altas que yo y estoy empezando a tener ansiedad.

Salimos del trigal y Leo suelta mi mano. Me siento libre. Miro hacia atrás para ver de dónde he salido y suspiro pesadamente porque después tendré que pasar de nuevo. La hierba es alta por esa zona y sigo a Leo. Veo una casa en un árbol.

— No me jodas —murmuro impresionada.

— Mi padre y mi tío la construyeron cuando éramos unos niños. Veníamos a jugar todos los días junto con los chicos.

Llegamos a la escalera y Leo pone sus manos en ella para asegurarse que no va a caerse. Me mira y después empieza a subir. Hago una mueca y me aparto un poco de la escalera.

— ¡No me mires el culo, B!

Bufo y me cruzo de brazos. Sí, vale, estaba mirándole el culo, es inevitable no hacerlo. Cuando sube, mira hacia abajo y me anima a subir.

— ¿Es seguro? —Pregunto alzando un poco mi voz.

Leo salta y cierro un poco los ojos esperando que todo se derrumbe.

— Es seguro, sube.

Me acerco a la escalera y pongo mis manos en ella. Empiezo a subir con cuidado y cuando llego arriba. Veo que Leo está mirando hacia la pequeña puerta.

— Creo que se te ha quedado pequeña —observo.

Se acerca a la puerta y la abre. Chillo cuando algo sale corriendo y doy un paso atrás, asustada. Leo sostiene mi mano y tira de mí hacia él antes de que me precipite al vacío. Pongo mi mano en su pecho con mi corazón bombeando con fuerza.

— Por poco —susurra con voz agitada—. Era solo una ardilla.

— Casi muero.

Una pequeña sonrisa tira de la comisura de sus labios y me pierdo en ella, aún pegada a él.

— Eres una exagerada, entremos.

Se separa lentamente de mí y se agacha para poder entrar por la puerta. Yo solo tengo que agachar mi cabeza un poco para entrar. El lugar está sucio, bueno, más bien, abandonado. Es pequeño pero sería acogedor si se limpiara y se añadiera algo de decoración.

— Es bonita —digo.

— Y pequeña —añade.

Se quita la camisa de la cintura y la pone en el suelo. Se sienta en ella y me mira. La temperatura es agradable debido a la sombra y me agacho para mirar por la pequeña ventana.

— Era nuestro lugar secreto.

— ¿Secreto y vuestros padres conocían la existencia del sitio?

Leo se echa un lado y palmea el sitio que me ha dejado libre. Apoyo mi mano en su rodilla y me dejo caer a su lado hasta que mi culo da en la madera.

— Nos gustaba pensar que sí. Traíamos comida y juegos de mesa. Tampoco había videoconsolas en ese tiempo.

Intento ignorar el hecho de que estamos tan cerca que nuestros brazos se rozan. El silencio nos inunda y me siento un poco incómoda porque no sé qué me ha traído aquí.

— ¿Hay algo que no sepa nadie? Algo que solo sepas tú —me mira.

— ¿Un secreto? —Pregunto y él asiente— Hmmm... No lo creo. ¿Tú tienes alguno?

Leo mira hacia el frente y pasa una mano por su barbilla. Lleva varios días sin afeitarse y no le queda nada mal.

— Sí.

— ¿Y? —Alzo una de mis cejas esperando que diga algo. Por eso ha sacado el tema, ¿no?

— Hasta que no tengas un secreto que contarme, no voy a contarte el mío —se levanta y parpadeo un par de veces.

— ¿Me vas a dejar con la curiosidad?

— Sí.

Me tiende su mano y la acepto para que me ayude a levantarme. Este lugar es mejor que McDonald's, cuando lo arreglemos un poco, claro.

— Podríamos arreglar todo esto —sugiero.

— ¿Te gusta?

— Nunca había subido a una casa en un árbol —agacho de nuevo la cabeza para salir y Leo cierra la puerta.

Baja primero y yo espero a que esté en el suelo. Después, me toca a mí y bajo poco a poco, mirando hacia abajo para no caerme.

— No me mires el culo, Leo.

— ¿Qué culo? -Se burla.

— El que voy a patearte cuando baje.

Cuando bajo, corro detrás de Leo y este me esquiva. Empieza a correr mientras se ríe porque jamás voy a alcanzarlo. Sus piernas son largas mientras que las mías son cortas, y su condición física es un diez mientras que la mía es un cero.

— Ingeniera pero no deportista.

— Guapo pero idiota —respondo agitada por la carrera.

— ¿No es lo que os gusta a las chicas? —Me tiende su mano, ya que hemos llegado al trigal.

— No a todas —vuelvo a poner mi mano sobre la suya y me sonríe una última vez para empezar a caminar.

Vamos en silencio y miro hacia atrás una última vez para ver la casa del árbol. Su compañía me agrada. Cada día agradezco que no sean los típicos hermanastros engreídos que te hacen la vida imposible. Estoy a gusto con ellos y hacen que intentemos pasar unas vacaciones agradables a pesar de estar aquí.

—Debería haber una piscina por aquí —digo mientras cruzamos el trigal.

— Llevo pensando eso desde que era un niño. Mi abuelo nos compró una pequeña piscina cuando éramos niños. Si quieres puedo buscarla para ti, creo que cabes perfectamente —me mira de soslayo con una sonrisa cruzando su rostro.

— No me molesta que te metas con mi altura.

— No me estoy metiendo con tu altura, creo que eres adorable.

— Lo sé.

— ¿Que eres adorable?

— Sí.

— ¿Cómo puedes tener tanto ego en ese cuerpo tan pequeño?

No contesto porque me ha costado mucho quererme. Bárbara es la guapa de las dos, la que siempre se ha llevado las miradas y a los chicos. Siempre he envidiado su manera de hacer amigos o lo bien que le queda toda la ropa. Mi hermana es elegante y guapa, se ponga lo que se ponga.

••

Hay que amarse a uno mismo; seamos como seamos. Y no soy la más indicada para decirlo, pero ahí lo dejo.

Hay que intentarlo.

Leo le ha enseñado a Bambi un lugar especial. ¿Arreglarán la cabaña? ¿Qué secreto guardará Leo?

¿Intercambiarán algún día algún secreto?

A Nancy no le cae bien Bambi. ¿Por qué? 🌚

Muchísimas gracias por seguir votando y comentando la historia, por darle una oportunidad. Espero que os esté gustando. Nos leemos en el próximo capítulo 🖤

Adelantos y más:
Instagram: @redmoonlightx
Twitter: @redmoonlightxx

🌹

Continue Reading

You'll Also Like

4.3M 193K 52
-(...)Y debo admitir, eres hermosa Annie. Y algún día serás mía. Se acerco aún más y me tomó por la cintura. -Ni en un millón de años.-Reí con sorna...
81.9K 6.5K 49
TERCERA PARTE DE: MI EX FUCKBOY 🔥 -No es algo que se pueda arreglar, Mateo...-siento el vómito en mi garganta. -No me refería a eso y lo sabes. -Lo...
2.7K 93 36
Este es mi trayecto durante la secundaria la cuál me llevo una impresión de todos y dónde el final de todo es muy feliz en especial, con mi chica que...
1.9M 207K 61
Cuando la locura se convierte en un arma poderosa. **...