[Saga West] RAMÉ #1 [YA EN AM...

By desirealba

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La granja West no era dónde las hermanas Haley planeaban pasar un caluroso verano. Su madre había conocido al... More

PRIMERA PARTE
1. Bambi
2. Leo
3. Bambi
5. Bambi
6. Leo
7. Bambi
8. Leo
9. Bambi
10. Leo
11; Bambi
12; Leo
13; Bambi
14; Leo
15; Bambi
16; Leo
17; Bambi
18; Leo
19; Bambi
20; Leo
21; Bambi
22; Leo
23; Bambi
24; Leo
25; Bambi
26; Leo
27; Bambi
28; Leo
29; Bambi
30; Leo
31; Bambi
32; Leo
33; Bambi
34; Leo
35; Bambi
SEGUNDA PARTE
1; Leo
Me tienes, B.
2; Bambi
3; Leo
4; Bambi
5; Leo
6; Bambi
7; Leo
8; Bambi
9; Leo
10; Bambi
11; Leo
12; Bambi
13; Leo
14; Bambi
15; Leo
16; Bambi
17; Leo
18; Bambi
19; Leo
20; Bambi
21; Leo
22; Bambi
23; Leo
24; Bambi
25; Leo
Epílogo; Bambi.
Historia de Diego West.
RAMÉ EN FÍSICO

4. Leo

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By desirealba

Esᴛᴀ́ sᴏɴᴀɴᴅᴏ Sᴀsʜᴀ Sʟᴏᴀɴ﹣ Kᴇᴇᴘ Oɴ

Paso toda la mañana con Bárbara. Ella habla sin parar sobre su carrera y su guapo novio, aunque admite que es un poco idiota; como todos los hombres. Y creo que tiene razón, todos lo somos.

Me incluyo, por supuesto. Soy el más idiota del mundo y mi hermano es igual que yo. La mayoría de los hombres no solemos pensar mucho las cosas, por eso siempre lucimos tan despreocupados.

Y somos más felices, por supuesto.

— ¿Cuántos años llevas con tu novio? —Le pregunto mientras recogemos las verduras del huerto.

— Cinco años.

— Eso es mucho tiempo. ¿No crees que te estás perdiendo muchas cosas?

— No. Yo salgo con mis amigas y él con sus amigos, no salimos solos todo el tiempo, ni nos vemos todos los días. Creo que eso es lo que quema a la pareja.

Me encojo de hombros porque no tengo ni idea sobre relaciones. No he estado con nadie porque no siento la necesidad de atarme a alguien, ni siquiera me ha gustado una chica lo suficiente como para querer empezar algo.

Solo he sentido deseo por Kelsey y fue a los diecinueve años. Ahora, a los 22 me doy cuenta que nadie llama mi atención. Sí, me gusta mirar, como a todos, pero nada más. Conversaciones superficiales en los bares mientras bebo una cerveza y alguna que otra palabra mientras me acuesto con alguna chica.

Tampoco soy de acostarme con desconocidas. En estos años de universidad solo me he acostado con una chica de la que no recuerdo el nombre y con Elina.

Aunque jamás, nunca, nos hemos acostado en mi cama. Mi cama es un lugar sagrado. Solo me acuesto yo. No quiero tener que quitar pelos de nadie de mi almohada, ni oler a ninguna chica mientras duermo.

— ¿Y tú? —Me pregunta Bárbara.

— No tengo nada, no quiero. Estoy centrado en mi futuro.

— Igual que mi hermana. Qué aburridos. Experimentar el amor a esta edad, es bonito.

Tonterías.

Me bajo de la escalera y muevo mis brazos de delante hacia atrás porque hoy Bárbara ha hecho bien poco.

— ¿Y tu novio ha aceptado que te vengas aquí todo el verano sin cobertura?

— Tenemos que solucionar eso de la cobertura, Leo. Necesito que me lleves al pueblo porque allí se coge señal. ¿Cómo no podéis tener WiFi aquí?

— Porque no llega la red.

— Hablé con Asher el día que fuisteis a enseñarnos el pueblo.

— De eso hace cuatro días.

— Exacto, ya va siendo hora que le escriba de nuevo.

— Te llevaré esta tarde entonces.

Cojo la cesta y camino hacia la casa. Bárbara me sigue, distraída mientras la risa de su hermana se escucha cada vez más porque estoy acercándome.

Sonrío al ver a Diego apuntando con la manguera a Bambi. Ella está descalza en el césped, se ha quitado mis pantalones pero aún tiene mi camiseta puesta.

Está mojada entera y Diego está hecho un asco. ¿Se han revolcado por el fango o qué?

— Hemos jugado a la lucha libre —dice Diego— He ganado yo —me informa.

Me fijo en ella porque a mi hermano estoy harto de verlo. Algunos mechones de su pelo están en su cara. Mi camiseta de ajusta a sus curvas gracias al agua y dejo de mirarla porque me está mirando. M

— Ahora tú —Bambi coge la manguera y empieza a mojar a Diego, que se quita la camiseta y se frota todo el cuerpo. Cuando veo que va a quitarse los pantalones, Bambi le apunta a la cara—. ¿Qué haces? ¡No te los quites!

— ¿Por qué no?

Entro en la cocina y no tardo en dejar las cestas con las naranjas mientras el olor de la comida inunda mis cosas nasales. Adoro la comida de Betty. A papá le costó aprender a cocinar más cosas. La que guisaba solía ser mamá y él tuvo que aprender a base de hacer mal las comidas. Muy saladas, quemadas o incomibles.

Saludo a monito pellizcando su mejilla y salgo de nuevo hacia fuera para ver a Jack en el porche mirando hacia la cabaña. Diego está sentado en las escaleras mientras se seca por orden de mi abuelo; no va a entrar en casa mojado.

— ¿Por qué han venido? —Pregunta— No es que me molesten, pero no entiendo el motivo de traerlas aquí un verano.

— Mi padre pensó que nos conoceríamos mejor aquí. No hay muchos sitios donde salir y no podemos ir cada uno por nuestro camino.

Jack no contesta y Bárbara sale de la cabaña negando con su cabeza. Su delgado cuerpo se dirige hacia nosotros y la observo. Tiene un pelo bonito y tenerlo corto le hace el cuello mucho más largo. Tiene labios carnosos y la mayoría del tiempo está sonriendo.

Se sienta al lado de Diego y mira hacia el sol con los ojos cerrados. Saco la cajetilla de cigarrillos de mi bolsillo y hago una mueca cuando veo que no me quedan. La arrugo en mis manos y levanto mi vista para ver a Bambi salir de la cabaña. Admito que me había hecho gracia la primera vez que escuché su nombre. ¿Quién demonios le pone a su hija Bambi?

Pero su madre acertó. Es sensual. Su pelo mojado está recogido en un moño y ahora lleva ropa suya. Ropa que se ajusta a sus curvas. No tiene la misma felicidad que su hermana, pero no hace falta que sonría porque sus ojos expresan bastante.

— ¡Ya está la comida! —La abuela se asoma al porche.

Los días son largos aquí, pero intentamos hacerlos los más amenos posibles. En estos últimos días hemos estado también haciendo cosas por la tarde pero hoy vamos a volver al pueblo. Diego ya se ha puesto en contacto con Kenzie y vamos a quedar donde siempre para tomar unas cervezas.

Así que, cuando ya está atardeciendo, vamos al sitio donde hemos quedado con Kenzie, que no está sola, trae a su hermano pequeño: Ronan.

Me siento al lado de Bambi en la roca y ella me mira. Le tiendo una de las cervezas que llevo en la mano y la acepta.

— ¿Te va gustando más esto? —Le pregunto.

— Bueno —se encoge de hombros—, es como un retiro. Ni siquiera miro la hora ya porque da igual, no tengo que ir a ningún sitio ni hacer nada.

— Esa es mi parte favorita de estar aquí. El estrés de la universidad va a acabar conmigo y esto... Es un respiro.

Estamos en un descampado, nuestro sitio. Ponemos troncos cerca de las rocas y nos sentamos, incluso a veces hemos llegado a hacer una hoguera.

— Mañana es Domingo, ¿hay que levantarse temprano?

Sonrío y la miro para después darle un trago a mí cerveza. Siempre hay que levantarse temprano en la granja, pocas veces podemos dormir hasta tarde.

— No, día de descanso —me encojo de hombros y ella sonríe aliviada— Ya tienes mejor la barbilla.

— Y el brazo —me lo enseña—. ¿Crees que tu padre y mi madre durarán?

Suspiro pesadamente porque no tengo ni idea. Mi padre no ha vuelto a salir con una mujer desde que mamá se fue y que ahora saliera con Becky y estuviese ilusionado es increíble. Me alegro de que por fin le haya llegado algo de amor y sinceramente, espero que ella sea la indicada.

— Creo que sí —le doy mí lata de cerveza para que la sujete mientras me enciendo un cigarrillo. Le ofrezco un cigarrillo y ella niega con la cabeza.

— No fumo.

— Mejor.

— Te estás jodiendo los pulmones cuando tienes que hacer unas pruebas físicas para el FBI.

— Puedo dejar el tabaco cuando quiera —miro mi cigarrillo—, y estoy en forma, muy en forma. Voy al gimnasio cada día —le doy una calada—, y cuando no puedo, salgo a correr sea la hora que sea. ¿Qué me estoy jodiendo los pulmones? Sí, puede que sí. ¿No tienes ningún vicio?

— Hmmmm... ¿Dormir se puede considerar uno? —Río un poco y niego con la cabeza—. La marihuana.

— ¿Qué? ¿Fumas?

— No —ríe un poco—, no podría fumar marihuana. Tengo que estar concentrada siempre.

— No tienes ningún vicio.

— No.

— Eso está bien. Al fin y al cabo es una mierda tener uno, sobre todo si es malo —tiro el cigarro dentro de la lata vacía de cerveza.

Ella asiente y nos quedamos callados. Bárbara está un poco alejada hablando por teléfono. Diego está debatiendo con Ronan sobre algo y Kenzie está mirándome. Me sonríe y yo también lo hago.

Supongo que no es como había planeado este verano. Había pensado quedarme en Dallas y disfrutar del verano porque sería mi último verano libre antes de empezar a estudiar para entrar en Quántico. Sé muy bien lo que quiero hacer en mi vida y estoy centrado en ello.

— ¿Tus padres también están divorciados?

— No. Mi madre nos dejó, se fue. No quiero decir que murió, simplemente nos abandonó —me encojo de hombros.

— Lo siento.

— A veces es mejor así. ¿No crees que es bueno que tus padres se hayan divorciado?

— Sí, es un gran acierto. Pienso que la vida solo es una y si no eres feliz... Tienes que cambiar tu vida para que lo sea.

Eso me da que pensar. ¿Mi madre no era feliz y por eso se fue? No lo creo. No le hicimos nada, no vimos discusiones de nuestros padres, simplemente nos dejó. Supongo que no nos quería y nada le ataba a su marido y dos hijos de ocho años.

Sigo teniendo relación con la familia de mi madre porque ellos no tienen culpa de que ella fuese de esa manera. Solo los veo una vez al año, aunque la abuela me llama a veces para saber cómo estoy.

No he preguntado por mi madre en todos estos años y siempre voy de visita el mismo día todos los años para intentar no encontrarme con ella.

Diego a veces ha pensado en buscarla y pedirle explicaciones, pero yo creo que es una pérdida de tiempo. Ella no nos busca, ¿por qué deberíamos hacerlo nosotros?

Ni siquiera sé cómo le va.

Cuando me doy cuenta, ya casi no veo a mi alrededor, solo por la linterna de Ronan  Me acerco a Kenzie y me siento al lado de ella. 

— Te he echado de menos —dice Kenzie apoyándose en mi hombro—. El invierno es demasiado aburrido sin vosotros.

Kenzie fue la primera chica en formar parte del grupo. Al principio me vi reacio a que se uniera a nosotros porque era extraño y bueno, ya tenía trece años. Estábamos en la edad de hablar de las chicas y decir barbaridades, pero Kenzie se adaptó a nosotros bastante bien.

— Me lo imagino, estoy esperando que el día en el que puedas salir de aquí.

— No puedo dejar a mi tio solo —hace una mueca.

— No sé cómo puedes seguir cuidándolo.

— No puedo irme sin Ronan, Leo. Y no tengo dinero suficiente para huir de aquí con él.

— ¿Ha vuelto a tocarte? —Siseo entre dientes.

— No, gracias —besa mi mejilla.

Su tío empezó a abusar de ella desde que se mudó aquí con su hermano. Me enteré el año pasado, cuando vino con un ojo morado. Ella solo tiene diecisiete años y ha estado aguantando todo eso para tener un techo en el que dormir, junto a su hermano, todo por su hermano de diez años.

Fui a darle junto con los chicos una jodida paliza a su tío y lo amenazamos. Solo es un viejo verde que ni siquiera me llega a los ojos.

Por eso Kenzie está la mayor parte del tiempo fuera de casa, como ahora, que a pesar de que su hermano tiene hambre, no quiere irse.

— Ojalá pudiera sacaros de aquí, Kenzie.

— Ya has hecho demasiado, algún día lo haré y seré la mejor cantante del mundo.

— Seguro que sí —la miro y rodeo su cuerpo con mi brazo.

Kenzie tiene una voz que nos dejó a todos pasmados mientras la escuchábamos cantar. Es una chica con un bonito pelo pelirrojo, su rostro lleno de pecas y con una dulce voz.

— Será mejor que nos vayamos —dice levantándose—. Tengo que preparar la cena.

— ¡Por fin! —Celebra Ronan y se abraza a la cintura de su hermana para empezar a caminar.

— Por aquí, pequeño cervatillo, no vayas a volver a caerte —escucho la voz de Diego y me levanto para ver a Bambi agarrada a su brazo.

Bárbara está agarrado al otro y va feliz a su lado, imagino que el motivo es que habrá hablado largo y tendido con su novio.

— Tienes que conducir esta vez —me dice Diego dándome las llaves del coche— He bebido demasiado.

— ¿Puedo montarme delante? —Pregunta Bambi.

— No, voy yo —dice mi hermano.

Empiezo a caminar hacia el coche mientras escucho su conversación.

— ¡Vas borracho! No vas a disfrutar el camino.

Mi hermano suelta una sonora carcajada y abro la puerta del coche para después despedirme con la mano de Kenzie.

— ¿Qué camino vas a disfrutar?

— Te toca ir detrás y punto —termina la chica rubia.

La veo rodear el coche y montarse en el asiento del copiloto y Diego niega con la cabeza a mí lado.

— Recuérdame por qué tenemos hermanastras.

— Me pregunto lo mismo —responde Bárbara—. Será mejor que te montes antes que te dejemos aquí.

Diego lo hace y yo también me monto.

Bambi ya está sentada y con el cinturón puesto, preparada para el viaje, así que, no tardo en ponerme en marcha. Bambi tiene la ventana abierta y la miro de reojo de vez en cuando para observar cómo su pelo revolotea, desordenado. Su perfume me entra por mis fosas nasales y lo asocio a ella porque es el perfume que llevaba cuando la conocí.

Apoya su cabeza en la puerta y saca un brazo por la ventana. No voy muy rápido. Aquí ni siquiera hay policía, tienen que venir del pueblo de al lado, así qué, voy un poco más lento porque ella verdaderamente está disfrutando de todo esto, como si nunca antes hubiera sacado la cabeza por la ventana, o una mano.

Bambi. Diecinueve años, estudia ingeniería en Princeton y estudia quince horas diarias. Apenas tiene amigas y nunca ha tenido novio.

Pero sé que hay algo más de ella que no conozco y quiero conocerlo.

••

Triste vida la de Kenzie.
¿Por qué los hermanastros tienen que llevarse mal? Todo lo hacen por sus padres, porque es lo importante.

Y las chicas están acostumbradas a la vida de ciudad y ahora están viviendo en una granja durante todo un verano.

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