Maratón 2/3: ¿Quién no te gusta?
—¿Estás lista para despedirte de Jungkook?
Me quedo unos segundos en silencio, analizando su rostro y buscando signos de diversión en el. Pero no encuentro nada. Mamá esta seria, ella no está bromeando conmigo. Esto es verdad.
—¿Despedirme? ¿Qué sucede con Jungkook? —pregunto confundida.
—Yo ya estoy aquí para cuidarte, hija.
—No —niego elevando la mirada— No estoy lista.
Me levanto de la silla sintiendo ganas de llorar. Indescriptibles ganas de llorar porque Jungkook se va. Esto sin duda es lo último que esperaba hacer la primera vez que lo vi. Salgo de la oficina de mi madre y busco al estúpido por todos lados. Mordiendo mis labios para no comenzar a llorar allí mismo.
No lo encuentro en la cocina, por lo que comienzo a subir las escaleras apretando mis puños, si los suelto creo que mis lágrimas se liberaran.
Lo molesto es que me tuve que enterar por mi madre y no por él. Vamos, no creo que sea de mucho trabajo decirme "Oye, me voy" ¡Agh! ¡Es un idiota!
Entro en su habitación y allí esta Jungkook junto a mi primo. Ambos están hablando animadamente en cuanto, pero cuando me ven entrar la diversión que había en el ambiente se esfuma tan rápido como el humo.
—Tú —le digo señalándolo y viéndolo con una mezcla de enojo y tristeza.
—Yo mejor me voy —dice Jimin levantándose de la cama y desapareciendo de la habitación con rapidez.
Jungkook se levanta de la cama y levanta las manos en signo de paz. Le quito su celular de las manos y lo arrojo a algún lado de la habitación.
—¿Por qué demonios no me lo dijiste tú? —le pregunto dolida.
—¿Qué demonios te daba a entender el collar? ¿Creías que el "aunque estemos lejos" se trataba de nuestras habitaciones? —pregunta molesto.
—¡Te pregunte de que hablas y no respondiste! —le grito cruzándome de brazos.
—¡Creí que si Sunhee te lo decía no estarías triste! —responde— Solo... no quiero verte triste, Manoban.
Ambos nos quedamos en silencio solo oyendo nuestras irregulares respiraciones.
Jungkook no quiere verme triste. Eso hace que en mi interior crezca una emoción muy amigable, que me hace sentir bien y a la vez mal. No importa quién hubiera dado esta noticia, el sentimiento al oírla siempre seria el mismo. Tristeza.
—¿Por qué te vas? —pregunto sintiendo mi labio inferior temblar.
Él suspira.
—Debo ayudar a mi padre con algunas cosas de la empresa —responde y aprieta sus labios.
—Pero... ¿y la graduación? —pregunto elevando mis cejas— Es en menos de un mes, Kookie.
—Daré los exámenes y me darán el diploma por adelantado —se encoje de hombros.
Al oír eso siento algo romperse en mi interior. No hay más nada que lo detenga, así como así se ira de Los Ángeles. Se alejara de mí.
Esas lagrimas que estaban acumulándose en mis ojos se cansaron de esperar a que este sola para salir. Ahora están deslizándose por mis mejillas. Me hacen un poco de
cosquillas, por lo que las retito con la palma de mis manos.
—No quiero que te vayas —digo con la voz rota.
—No quiero irme.
Sin previo aviso me lanzo a sus brazos. Sus cálidos brazos envuelven mi cintura, mientras los míos se enrollan por toda su espalda. Recuesto mi cabeza sobre su pecho y allí, las lágrimas salen libremente.
—No sé qué hare sin ti, idiota —digo en un susurro.
—Tranquila, Manoban —me dice acariciando mi cabello— Podrás vivir sin mí.
Vivir sin Jungkook.
No me gusta cómo suena eso. Lo abrazo más fuerte.
(...)
—¿Cómo que Jungkook se va? —pregunta Sana asombrada.
Sana y Tae vinieron a visitarme para levantarme el ánimo. Esto de que Jungkook se va me llego mucho. Han pasado dos días desde que me entere pero de todas formas me sigue doliendo.
—Sí, debe volver a Inglaterra —le digo y aprieto mis labios.
—¿Por qué? —pregunta Taehyung.
Rose se mantiene a mi lado, apretando mi mano y dándome fuerzas para seguir hablando. Siento que voy a ponerme a llorar en cualquier momento. Me gustaría decir que estoy exagerando, pero lamentablemente no lo hago. Me encariñe tanto con el estúpido de Jungkook.
—Debe ayudarle a su padre con algo de la empresa —me encogo de hombros.
Sana abre la boca para decir algo, pero agradezco que el timbre la haya interrumpido. No quiero responder más preguntas sobre esto. Los invite para que me levanten el ánimo, no para que lo bajen más.
Me levanto con rapidez, soltándome del agarre de Rose. Debe ser el repartidor de pizza. Fue muy rápido, lo llamamos hace solo diez minutos. Le daré propina, bueno, en realidad siempre lo hago. Es admirable como traen una pizza entera a la casa de uno, yo en su lugar seguramente ni habría llegado a la esquina sin comérmela.
—Jisoo... —digo sorprendida al abrir la puerta de mi casa— ¿Qué... haces... aquí? —pregunto confundida.
—Si quieres me voy, solo pasaba para visitarte un rato —sonríe sin ánimos.
—Oh... yo... —me hago a un lado— Puedes pasar —le digo sonriendo un
poco.
—Gracias.
Si, en otro tiempo no habría dejado a Jisoo entrar a mi casa. Pero en estos dos días ha sido realmente amable conmigo (y todos los estudiantes), creo que quizás no está planeando nada en contra de nadie. Por el momento la mantendré bajo mi vista y en cuanto veo algo raro la alejare de mi vida.
Cierro la puerta y ambas vamos a la sala donde mis amigas están riendo como focas retrasadas hasta que ven a Jisoo. Ambas quedan en modo Poker Face. Yo río al verlas así, esa también hubiera sido mi expresión si dos enemigas de toda la vida están juntas sin pelear ni nada.
—¿Y Tae? —pregunto arqueando una ceja.
—Se... fue a... donde Jimin y Jungkook—responde Rose y aclara su garganta recuperando la postura— Esta con Jimin y Jungkook.
Sana se cruza de brazos y observa con cara de pocos amigos a Jisoo.
—¿Qué haces tú aquí? —pregunta Sana molesta.
—Visito a Lisa —responde cortante.
—¿Y dónde está Nayeon?
—No me interesa en lo más mínimo donde este esa perra.
Wow, ¿qué paso aquí?
Hasta donde tengo entendido. Sana, Jisoo y Nayeon eran las mejores amigas desde primer año de secundaria. Pero este año comenzaron los problemas en el paraíso y el grupo de las zorras del colegio se fue separando; primero fue Sana, ahora al parecer Jisoo.
La pregunta del millón es ¿Por qué?
Rose y yo nos miramos con el ceño fruncido.
—¿De qué hablan? —preguntamos Rose y yo al mismo tiempo.
Ambas se miran.
—Les explicaremos —dice Sana.
Nos cuentan que Jisoo estaba enamorada de un chico, y no, no es Sehun. El tema es que Nayeon le dijo a Jisoo que Sana estaba coqueteándole a él, y ella le creyó. Se supone que es su mejor amiga, ¿por qué le mentiría? Jisoo le dijo cosas horribles a Sana y eso hizo que ella dejara el grupo de las zorras para convertirse en una persona genial y venir a nuestro grupo. Pero la historia no termina allí porque luego de eso más tarde a Jisoo le mostraron un vídeo de Nayeon besándose con el chico misterioso y allí fue donde Jisoo se dio cuenta de que todas las veces que Sana le dijo que era Nayeon la que le coqueteaba y no ella era verdad. No mentía.
Esto parece la temática de alguna novela.
—Como sea —dice Sana— Cambiemos de tema. Hablemos de Jungkook.
Y allí otra vez.
—¿Qué sucede con Jungkook? —pregunta Jisoo con curiosidad.
—Él volverá a Inglaterra —le responde Sana.
¿Es en serio? ¿Con todo lo que acaban de contarnos quieren que hablemos de Jungkook? ¡Por Dios!
—Eso es horrible —dice Jisoo llevando una mano a su pecho— Debe ser feo no volver a ver al chico que te gusta.
No pensé en eso, ¿no volvería a ver a Jungkook? Yo no sé qué haría si... Esperen, ¿acaba de decir "el chico que te gusta"?
—Jungkook no me gusta.
Todas ríen.
—Claro linda, dinos otra mentira... —dice Rose riendo.
—No me gusta
Jungkook—repito molesta.
—Esa mentira otra vez no, dinos otra —dice Sana riendo.
—¡Que él no me gusta!
—¿Quién no te gusta? —dice una voz masculina a mis espaldas.
Todas sonríen y cruzan sus brazos dándome a entender quién está detrás de mí.
Oh, oh.
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