The Little( ̶B̶i̶g̶) Cookie [...

Від RikaAyanami

49.5K 7.3K 5.9K

❝Cansado de ser invisible para su crush, JungKook decide profundizar en las artes oscuras para volver a obten... Більше

00
01
02
03
05
06
07
08
09
10
11
12
13
14
15
16
17
18
19
20
21

04

2.1K 344 305
Від RikaAyanami


Algunos sueños pueden generar la duda en nuestra mente por lo reales que llegan a ser, más incluso cuando, aún despierto, te preguntas si realmente fue un sueño o la realidad. Ese pensamiento no dura demasiado cuando te ves en pijama dentro de tu cama y ves la hora que es; signo de que no ha sido más que un sueño demasiado cercano a la realidad. El subconsciente creando maquetas en nuestros sueños.

He llegado a tener sueños en los que soy perseguido por algún ente, ya sea con forma humana o no; de sentir el horror pegado a mi espalda mientras corro y busco un lugar donde esconderme. Incluso he llegado a sentir estrés porque a veces se me dificultaba el correr, como si pies fueran de plomo o caminara por fango. Otros sueños, más agradables, han sido más fantástico; como el volar o poder saltar a grandes alturas, de llegar a sentir incluso el cosquilleo en el pecho por el vértigo. También los hay más cotidianos y los que se acercan más a la realidad; incluyendo personas que conocemos, fusiones de varias en una sola e incluso personajes anónimos. Podemos soñar incluso con lares faltos de detalles, pero es la primera vez que sueño con algo como esto.

La falta de detalle no es que llegue a ser una preocupación, porque, a pesar de no haber absolutamente nada a mi alrededor, lo que de verdad me inquieta es sentir que realmente estoy ahí. Que mi cuerpo no descansa en la cama de TaeHyung y de verdad estoy caminando por un sendero indefinido que hiela mis pies descalzos. No puedo ver nada a uno o dos metros de mí, pero sí veo mis pies y manos, los cuales muevo para cerciorarme más de que todo parece real pues llego a sentir incluso el peso y el esfuerzo que ejerzo en mis articulaciones. No obstante, me detengo cuando veo mi palma derecha con esa herida que antes de dormir me he hecho. Está roja, reciente y hasta diría que puedo sentir el escozor aún. Cuando la muevo una vez más, me fijo en el halo que dejo con el mismo movimiento, como si pudiera ver a cámara lenta pero al mismo tiempo todo transcurre en tiempo normal; el tiempo no está detenido ni parece que va a detenerse. Cuando doy unos pasos más ignorando lo demás, me fijo en el objeto que está tirado en el suelo.

Lo recuerdo perfectamente, es el anillo que YuGyeom robó para mí y que pertenece al chico que me gusta. Sin dudar, lo guardo en el bolsillo de mi pantalón deportivo y continúo en línea recta, encontrando en esta ocasión mi camiseta de Iron Man y que también me llevo. Por extraño que parece, a medida que avanzo, no dejo de encontrarme con esos objetos que tenía atado a mi mano antes de dormirme, pero el hecho de que esté todo esparcido por ese espacio sin forma me produce inquietud. Como si algo o alguien estuviera jugando conmigo y obligándome a encontrar todas las piezas. Cuando por fin tengo todo y más adelante encuentro un extremo de lo que parece un lazo negro, camino hasta él y lo agarro. Recuerdo que los lazos que TaeTae y yo usamos no eran tan largos, sin embargo, ese lazo negro, y el cual me representaba, es más largo de lo que creo en un primer momento. Lo voy recogiendo cuando avanzo para llegar a ver el final, pero no es un final lo que encuentro cuando doy con el otro extremo, éste está atado por otro extremo más, en este caso por un lazo rojo.

El corazón parece desbocar a medida que sigo avanzando y el lazo que recojo ahora es rojo. Lo siento tan largo e interminable que no dudo en mirar hacia atrás pero sigo sin ver nada. Siento que ya no hay marcha atrás y por ese mismo motivo continúo, pensando que el pesado sueño no debe de durar mucho antes de poder despertarme. Y estoy en lo correcto, un extraño impulso agita mi cuerpo, como si el lugar donde me encuentro se viera amenazado por destruirse. No me detengo, mis deseos de poder salir de aquí y despertar me animan a seguir y es por eso que camino con más brío y sin dejar de recoger el lazo rojo. Llego a sentir incluso que ya no lo recojo del suelo sino del mismo aire. Mi garganta se seca y comienzo a temblar, ahora no soy yo quien recoge el lazo, por si solo parece tirar del mío y me obliga a continuar. Mis pies dejan de sentir la sequedad del suelo y en cambio el frío aumenta y hasta humedece, mis pies salpican con cada paso que doy, siendo consciente de que es agua porque no tardo en sentirlo incluso cayendo sobre mí. La inestabilidad aumenta al sentir otra fuerte sacudida y cuando comienzo a correr por el terror que me inunda, tropiezo con algún objeto desconocido y caigo.

El sonido llega a mis oídos mucho más real, siento el agua de la lluvia caer por todo mi cuerpo. Un dolor en mi tobillo me hace jadear y por eso continúo con mi ojos cerrados con fuerza. Mi mano herida sobre lo que parece ser barro, se intensifica y el frío cala muy hondo en mis huesos, haciéndome temblar. Entonces abro poco a poco mis ojos, teniendo aún mi cabeza agachada y viendo los objetos que recogí en mi regazo, siendo todo sostenido por mi izquierda, pero pronto olvido eso y me fijo que estoy en el suelo, rodeado de barro y empapado por completo.

No, espera.

Siento algo más, más profundo y que tiene que ver con mi cuerpo. Un hormigueo se pasea de pies a cabeza y, por extraño que parece, siento los dedos de mis manos más cortos, mis brazos menos largos y hasta mis piernas y pies más acortados. Observo el pantalón deportivo que llevo y parece ser diez tallas más, al hacerlo, me detengo ahora en mis brazos, los cuales acabo de mover y mis ojos captan el horror una vez más. Antes de que pueda reaccionar siento un tirón en mi mano derecha la cual aún sostiene esos lazos unidos y, el extremo que en mi sueño intenté buscar, ahora lo sostiene otra mano.

— Ey, pequeño, ¿estás bien? —¿pequeño?

No digo nada, sólo alzo mi rostro y veo a un chico que se ha agachado para quedar a mi altura y que en su mano aún sostiene el extremo del lazo rojo. Con la otra aparta su oscuro cabello empapado del rostro y lo echa hacia atrás, dejando su rostro completo al descubierto.

— ¡Dios mío, estás herido! —exclama al notar el corte en mi mano entre ese largo lazo que torpemente está rodeado por todo mi brazo—. Vamos, te ayudaré a levantarte —sigo sin responder porque aún sigo sin poder procesar nada—. ¿Estás herido en alguna otra parte?

— ¿Estoy soñando? —musito pero mi rostro palidece al oír mi propia voz.

— ¿Dónde está tu mamá? —ignora mi extraña pregunta y me duele cuando oigo la palabra mamá salir de sus labios. Quiero llorar porque no entiendo nada, quiero despertar porque todo parece muy real pero el dolor en mi mano, tobillo e incluso en mi pecho comprimido no dejan de sacarme esa idea de la cabeza. Quiere mantenerme ahí, sin despertar.

— Ta-TaeHyung... —la voz se me quiebra y me vengo abajo, las lágrimas comienzan a salir tan rápido que mi vista se empaña y ni siquiera noto cuando el desconocido chico alza mi cuerpo y camina.

— Te llevaré al hospital —dice y niego, aunque él parece no notar mi gesto. Siento que se detiene pasado los minutos y abre la puerta de un coche para dejarme sentado sobre el asiento del copiloto, en ese momento siento el impulso de volver a abrir la puerta y salir corriendo, pero no me da tiempo cuando escucho la otra puerta cerrarse a mi espalda y entonces me giro para encarar a ese chico mientras pone mi cinturón.

— Ten-tengo que v-volver —tiemblo y él me mira con lástima, no es difícil leer sus facciones y quizá pensando en cosas horribles, pero no tengo fuerzas para hacerle pensar diferente. Sólo quiero volver, desencaminar todo y abrir los ojos en la cama de mi mejor amigo.

Él baja sus ojos y mira con detenimiento todo lo que llevo conmigo, observa con más profundidad el enorme lazo que incluso él ha llegado a sujetar y que ahora ese extremo está en mi regazo. Quiero abrir mi boca para preguntar por qué él tenía sujeto el otro extremo pero rápidamente vuelve su vista al frente y enciende el motor del coche. Momento que aprovecho para observarme a mí mismo.

Abro mi mano izquierda sujetando aún el trozo de papel ahora hecho bola junto con el trozo de tela ensangrentado, sobre mi antebrazo descansa mi camiseta que ahora parece ser de mi talla, mi cuerpo cubierto por la ropa que ahora me está enorme y que incluso me impide ver mis pies. Siento un frío recorrer uno de mis hombros y nuca y giro mi cabeza para ver mi hombro desnudo a causa del cuello de la polera que ahora es enorme. No quiero admitirlo pero mi cuerpo ha cambiado, he perdido tamaño, peso y densidad. Tengo espejos en el coche que pueden corroborar todo pero tengo tanto miedo con lo que puedo ver que me niego, es por eso que mi cuerpo sigue temblando y confuso. Nuevas lágrimas humedecen aún más mis mejillas y el chico a mi lado me escuchar sollozar porque gira su cabeza hacia mí pero sin perder de vista la carretera.

— No llores, pequeño, todo estará bien —intenta tranquilizarme pero la palabra que usa para dirigirse a mí me asusta más—. Pronto estarás con tus padres, te lo prometo.

—No —niego entre sollozos—. Me va a m-matar —su cara se descompone y acaba desviándose del camino y aparca a un lado de la carretera, entonces quita su cinturón y se gira hacia mí.

— ¡Nadie te va a hacer daño, ¿me oyes?! —sus manos acunan mis mejillas empapadas y siento la calidez de éstas— Sea lo que sea que te haya pasado, estás a salvo. Nadie va a dañarte, te lo prometo —veo una bonita sonrisa marcar sus gruesos labios y me pierdo en ellos, no por un detalle en específico, simplemente porque me transmite lo que sus palabras dicen.

— No puedo ir al hospital... —susurro con la voz aún quebrada, incluso susurro porque escuchar este cambio de voz sigue aterrándome.

— Pero tengo que hacerlo, estás herido y ellos pueden ayudarte —niego—. Entonces te llevaré con la policía —niego con frenesí—. ¡Vale, vale, tranquilo! —suspira sin saber qué hacer— ¿Qué quieres que haga? —pero yo tampoco tengo una respuesta y por eso me encojo de hombros sin responder verbalmente— Está bien —es lo último que pronuncia antes de volver a ponerse el cinturón y arrancar el coche.

Pasan los minutos y él no vuelve a hablar, yo tampoco lo hago y simplemente me aferro a todo lo que tengo en mis manos, pronunciando en mi mente palabras de súplica porque deseo fervientemente volver. Cierro mis ojos y vuelvo a pronunciar frase por frase el conjuro, incluso me atrevo a invertir el orden de las frases por si tiene algún efecto reversible, pero nada ocurre y no puedo evitar volver a llorar en silencio en lo que queda de trayecto. El chico a mi lado es amable cuando, aún conduciendo, lleva su mano a los asientos traseros buscando una prenda que luego coloca sobre mí. Quiero agradecerle pero no lo hago, necesito continuar con mi búsqueda de arreglar esto, de encontrar la falla en todo y deshacer el error para que pueda romper con esta maldición, porque sí, no tengo otra palabra en mi repertorio para llamar a lo que me está pasando.

O puede que simplemente esté soñando y mañana despierte donde debería, buscando luego a mi amigo para contarle el sueño tan extraño y realista que tuve.

Con ese pensamiento dejo de llorar y noto que hemos llegado al final del trayecto porque comienza a aparcar. Sale él primero rodeando el coche y llega hasta mi puerta, el chico es tan considerado que incluso quiere volver a cargarme y yo no me niego, el tobillo sigue doliéndome y seguro que acabaré en el suelo en cuanto ponga mis pies sobre el suelo. Y no porque el tobillo sea el problema, sino porque cualquier fuerza en mi cuerpo se ha esfumado. Coloca la chaqueta que antes me puso encima para cubrir mi cabeza y parte de mi cuerpo para que la lluvia no vuelva a empaparme tanto. Corre tanto como puede después de cerrar el coche y llega hasta el portal de un edificio, abre con rapidez y el interior me acoge con más calidez. Aparta la prenda sobre mí y por un momento me vuelve a sonreír.

Veo como abre la puerta de su casa y entonces ingresamos dentro, deja la puerta abierta para primero dejarme sobre el sofá y entonces va a cerrarla. Echo un rápido vistazo al lugar y no veo más que un pequeño salón unido a una humilde cocina, también tres puertas que están cerradas y nada más. Eso es todo de aquel concurrido hogar.

— Traeré ropa seca —dice entrando en una de las habitaciones.

Miro mis propias prendas, no sólo mojadas también manchadas de barro y bajo la vista al sofá ahora manchado por mi culpa. Siento que estoy dando muchas molestias y solo con ese detalle quiero levantarme para cojear hasta la salida y así desaparecer, dejando a ese chico en paz y sin un dolor de cabeza por mi culpa, pero nuevamente no tengo tiempo a poner en acción mis objetivos porque vuelve con prendas entre sus manos.

— Lo siento, no tengo ropa pequeña así que... todo te quedará tan grande como lo que llevas puesto ahora, pero al menos estarás seco —habla con suma amabilidad, evitando asustarme por cualquier detalle y es algo que aprecio.

Intenta agarrar algunas de las cosas que tengo conmigo cuando se arrodilla frente a mí con la intención de ayudarme a cambiar mi ropa mojada pero no lo dejo e intensifico todo contra mi pecho. Él alza sus manos con la intención de no querer hacerme daño o asustarme, así que lo vuelve a intentar pero esta vez lo dejo. Desenreda primero el largo lazo de mi brazo y mano, lo deja sobre la mesa baja que está en el centro y continúa ahora con mi camiseta, la cual mira y ríe al ver que es de Iron Man, pregunta si me gusta y simplemente asiento con la cabeza. Agarra ahora el trozo de camiseta y observa con cierto pánico al ver que hay sangre en la tela, vuelve a sonreírme para despistar sus propios nervios y, cuando quiere indagar más en mi izquierda porque nota que hay algo más, la cierro con fuerza.

— ¿Quieres bañarte antes? —niego y dejo que saque la polera para dejarme con el torso desnudo. Mi cabeza baja cuando él se gira para coger la prenda seca y cuando vuelve hacia mí ve que vuelvo a llorar— Por favor, no llores.

— Soy... soy un niño —rompo en llanto y él se asusta, sin saber qué hacer.

— ¡E-eres un niño muy lindo y fuerte! —exclama en un intento inútil de tranquilizarme porque esa palabra nuevamente me oprime e intensifica mi llanto— ¡Lo digo en serio! Por favor, detente...

— ¡No! —grito sin importar su reacción. Quería seguir engañándome del notorio cambio en mi cuerpo, continuar con la idea del sueño pero era alargar más el impacto. No sé cómo, pero he provocado algo muy gordo y el principal afectado no soy más que yo.

— Quiero ayudarte, pequeño...

— ¡Deja de llamarme pequeño!

— Está bien —su voz tiembla por mi repentino cambio de personalidad—, estoy seguro de que eres un niño grande que ha pasado por mucho.

— Dios santo... —cubro mi rostro con mi manos y sigo con mi lamento que parece no querer acabar— No soy un niño.

— Lo sé, eres todo un hombre, ¿vale? —el pobre ya no sabe qué decir para controlarme pero yo tampoco sé que hacer para que esto no parezca una mentira en su cabeza.

— Pero mírame —abulto mis labios en un intento de contener el siguiente sollozo que llega—, soy un niño...

— Un niño muy bueno.

— ¡Que no soy un niño, joder! —agranda sus ojos por la impresión y gira el rostro para no mostrar su pérdida de paciencia, la cual parece agotarse cada vez que abro mi boca para contestarle. Por esa misma razón guardo silencio y absorbo mi nariz mientras él vuelve a su tarea.

Debato sobre qué hacer, si contarle que jugué a cambiar los hilos del destino y acabé atrapado en un cuerpo que no es el mío. Porque no tiene lógica que sea mío, quizá, por muy loco que sea, mi alma se entrelazó con otra y acabé en un cuerpo pequeño que, muy seguramente, pertenezca a un niño. Suena a fantasía pero no tengo otra explicación para lo que ha pasado, así como tampoco la tengo para relacionar el ritual con esto. Se supone que la finalidad del conjuro era allanar el camino hacia la persona escogida, sé, aunque esta parte omití contarla en voz alta para que TaeTae no se preocupara, que el mayor sacrificio debía hacerlo yo. Él no tenía que hacer nada, como tampoco entregar nada. Todas mis preocupaciones sobre obligar a la persona amada no eran más que suposiciones mías, en ningún momento eso queda reflejado en el libro, pero sí que el mayor esfuerzo sería mío.

Pero esto... no tiene ningún sentido.

Estaba dispuesto a hacer cualquier cosa, pero nada de lo que había imaginado ha sucedido. No entiendo absolutamente nada.

Cuando todas mis prendas mojadas han sido sustituidas por las suyas, dejo que se aleje a pesar de las tantas preguntas que quiero hacerle. Lo veo desde el sofá ir de un lado a otro, ofrecerme un vaso de agua que deja sobre la mesa baja y volver a la cocina para sacar una lata de cerveza de la nevera y dar un gran sorbo. Con un segundo sorbo, estruja la lata y es depositaba en la basura. Sé que no deja de observarme de reojo porque yo tampoco puedo hacerlo y las veces que intenta verme fijamente las evita porque entonces conectaría conmigo. Casi puedo leer los nervios y el miedo por tener un niño sentado en el sofá de su salón, de leer los pensamientos preocupantes y la disputa que se ve reflejada en sus gestos.

Suspiro cuando lo veo con la intención que sacar otra cerveza pero se detiene cuando escucha el timbre de su puerta. Cierra la nevera y camina dubitativo esperando unos segundos antes de abrir y dejar sus hombros caer al escuchar un grupo de niños disfrazados pedirle caramelos. Sonríe más calmado y mostrando una cara confianzuda, no queriendo asustar a esos niños, entonces corre hacia el mueble de su cocina y saca algunos dulces para repartirlos entre esos chicos y advertirles de que tengan cuidado por andar bajo la lluvia. Entonces se marchan dando las gracias y gritando de emoción.   

Parece que ese choque a la realidad ha activado sus neuronas porque se olvida por completo de la cerveza que estaba a punto de coger y, en cambio, vuelve a mi lado, clavando sus rodillas frente a mí y recordando que estoy herido.

— Perdona —se disculpa pero sé que quién debe disculparse no es él sino yo—. ¿Puedo ver tu mano? —asiento y se la extiendo— ¿Cómo te has hecho esto? —pregunta curioso porque el corte es demasiado perfecto para ser accidental, pero al ver que no respondo alza su vista— ¿Te... lo hizo tu mamá o papá? —cuando niego parece tranquilizarse— Traeré para limpiarla y curarla.

Tengo que admitir que el chico es bastante dulce y atento –a pesar de haberse olvidado de mis heridas por un momento–, ni siquiera ha dudado en ayudarme al verme en aquel parque, como tampoco lo ha hecho a la hora de tener en cuenta mis palabras y buscar otra forma de ayudarme. Quizá traer a un niño herido y, a sus ojos, abandonado a su casa no es la opción más viable porque podría desencadenar en varios líos y problemas graves, pero a él sólo le ha bastado una frase mía para cambiar todos sus planes y pasar del hospital y la policía.

No sabría decir si he tenido suerte o no, pero quiero creer que sí porque mi problema habría aumentado con creces. Ahora sólo tengo que llegar a TaeTae y que me ayude a solucionar esto.

— ¿Te sientes mejor? —se atreve a secar mis mejillas húmedas con sus manos y decide que, ahora que mi mano está curada y vendada, echarle un ojo a mi tobillo.

— ¿Qué hacías allí? —me atrevo a preguntar y me sorprende ver su rostro un poco arrugado, aunque no sé si exactamente por la pregunta que he hecho o por otra cosa.

— Es de mala educación responder con otra pregunta, además, ¿dónde está tu formalidad? —parece algo desubicado, lo cual debo darle la razón. No dejo de verme como un niño, según él.

— ¿Qué hacía allí? —rectifico.

— Salí a comprar algunas cosas.

— ¿Al parque? —enarco una ceja.

— Cerca de allí hay una tienda abierta las 24 horas, la tormenta me cayó cuando llegaba y... —se detiene por un momento— es extraño porque no es necesario cruzar el parque para llegar a la tienda pero... —vuelve a hacerlo, esta vez alzando las comisuras de sus labios por un momento— sentí que debía hacerlo. Cuando me di cuenta ya estaba bajo la lluvia y caminando por el parque —finalmente ríe viéndose un poco estúpido ahora que lo dice en voz alta.

— ¿Cómo encontró el lazo rojo? —pregunto señalando el lazo sobre la mesa aún.

— De casualidad, supongo. Estaba en mi camino —se encoge de hombros y termina de aplicar la pomada en mi tobillo—. ¿Qué hacías tú allí? ¿Vives cerca del parque?

— No.

— ¿Cómo llegaste ahí con la tormenta que está cayendo? —alza por un momento su cabeza para ver a través del cristal de su terraza— Bueno, estaba, ahora parece que se ha calmado un poco.

— No... no lo sé.

— ¿No lo sabes? —sonríe extrañado— ¿Cuántos años tienes? —trago al sentir mi garganta seca.

— Tampoco lo sé —respondo porque decir la verdad es una auténtica locura. Él, sin decir nada, se toma la libertad de agarrar con sus manos mi cabeza e inspeccionar si tengo algún golpe o herida—. No me he golpeado la cabeza —suspira y se detiene algo avergonzado.

— Antes pronunciaste un nombre.

— ¿TaeHyung?

— Sí, ¿es tu nombre? —niego— ¿Cómo te llamas? Aún no me lo has dicho.

— Jeon JungKook.

— Es un nombre muy bonito —sonríe con amplitud y acaricia mi cabeza de forma tierna—. Mi nombre es Park Jimin.

¿Qué?

Asustado, mis ojos reflejan un rostro que no tiene ninguna conexión con el nombre que me ha dado, mi respiración comienza a cortarse porque sus facciones no encajan con la persona que yo tengo en mi mente y por ese mismo motivo comienzo a perder el color en mi piel. Mis mejillas pálidas crean un notable contraste con mi nariz aún roja y mis ojos, los cuales se detuvieron minutos antes de personificar mi estado, ahora vive en un estado de letargo, no reaccionando como debería. Es como si todo se hubiera detenido para que mi mente tenga el tiempo suficiente para digerir el nombre que no va acorde con la persona.

En mis oscuras pupilas se ve un chico con una sonrisa singular, una que no deja de acompañar su rostro cuando me mira para hacerme sentir más seguro. Sus pequeños ojos parecen ser su encanto porque cuando sonríe, se forman dos líneas que parecen sonreír sin necesidad de que sus labios lo demuestren. Sus gentiles manos no dejan de recordarme que no debo tener miedo, que sus intenciones son buenas y sólo busca ayudarme y reconfortarme, por eso, no deja de acariciar mis manos ahora, siendo precavido en mi herida. Sin embargo, a pesar de su esfuerzo, no puedo evitar ser contagiado por el miedo y la incertidumbre. La falta de pigmentación lo alerta y esa bonita sonrisa cae conmigo pero no llega a tanta profundidad, él no entiende mi cambio como tampoco lo ha entendido a lo largo de la noche y por eso, quizá, piensa que estoy teniendo otro de mis repentinos ataques de pánico. Veo su intención de volver a reconfortarme con palabras y gestos pero sin darme cuenta ya estoy negando.

Él no puede ser Park Jimin.

Él no es Park Jimin.

Pestañeo porque, a pesar de sentir las lágrimas volver a caer, los ojos me duelen al desconocer el tiempo que he estado congelado. Rápidamente borro algunas lágrimas y hago el amago de querer levantarme del sofá, cuando él lo nota intenta detenerme con gestos y palabras que hago oídos sordos y también aparto; lo escucho incluso caminar detrás mío cuando, sin importar el dolor en mi tobillo, camino desesperado en busca de mi reflejo.

Y ahí estoy.

No soy un niño cualquiera, soy yo cuando tenía ocho años porque la cicatriz en mi mejilla parece reciente y me hace recordar cuándo y cómo sucedió.

¿Qué está pasando?




--------------------------------

Por jugarle al verga u.u

xD...

Awwww, Kookie de 8 años <3

Bueno, como hay muchas fotos de JungKook de pequeño pero no sé qué edad tiene en ellas, pues he escogido esta que parece rondar esa edad, el resto, lo dejo a vuestra imaginación. Tenéis que imaginar a un JungKook de 8 añitos :3

SI ES QUE ES PARA COMÉRSELO ><

Y Jimin... pues, él se vería así jiji.

Oh yeeess, ¡queríais Jimin con cabello negro y aquí está! 7u7

Y bueno, sé que aún no os estáis enterando de mucho pero ya iréis comprendiendo <333

Продовжити читання

Вам також сподобається

217K 14.9K 86
Todas las personas se cansan. Junior lo sabía y aun así continuó lastimando a quien estaba seguro que era el amor de su vida.
159K 1K 11
Relatos Lesbicos. (Todas las historias seran con Futas) Mommy and baby Lesbianas futas y más
343K 54.9K 27
Park Jimin, un padre soltero. Por culpa de una estafa termina viviendo con un completo extraño. Min Yoongi, un hombre solitario que guarda un triste...
374K 54.1K 39
Una sola noche. Dos mujeres lesbianas. ¿Un embarazo? ¡Imposible!