||+18|| ADRINETTE...

Av Bugginette_7u7

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Félix y Marinette son pareja desde hace dos años. La pareja soñada para algunos, y un completo caos para sus... Mer

SINOPSIS
PRÓLOGO
1. VOYEUR
2. PROPOSITION
3. DECISION
4. SEXY
5. TEMPT ME
6. PARTY
7. BURNING DESIRE
8. SENSATION
9. ALONE
10. TELL ME YOUR SECRETS
11. EXCLUSIVE
12. WHAT YOU WANT
13. I CAN'T STOP IT
14. YOURS
15. HIDDING
16. EPIPHANY
17. LOST AND FOUND
18. WHY?
19. LITTLE LIES
20. IN TROUBLE
21. ASHAMED
22. NO MORE HIDDING
23. THE TRUTH
24. BE MINE
25. FEELINGS
26. FEAR
27. TROUBLE TRIP
28. WILD LOVE
EPÍLOGO
ANUNCIO. SEGUNDA TEMPORADA

29. MINE & YOURS

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Av Bugginette_7u7

Pasados unos minutos, Marinette y Adrien se reunieron con el matrimonio Dupain en el recibidor del hotel, saliendo a dar una vuelta por la ciudad costera. Daba la impresión de que todo iba a pedir de boca; no más miradas aprensivas entre suegro y yerno, además de una conversación cordial durante su tranquilo paseo.

Aquello sorprendió a la universitaria, pues el cambio de actitud de su progenitor fue de lo más repentino. Aún así, y aunque los ánimos estuvieran boyantes, algo no terminaba de encajar.

El semblante de su novio era sereno, y la sonrisa y respuestas a los temas que se debatían eran de lo más correctas y amables; sin embargo, sus esmeraldas denotaban tristeza y eso era un aspecto que tenía a la azabache con el corazón en vilo.

A decir verdad, ya en la habitación lo notó distinto. No sabía describirlo, pero tenía la sensación de que la situación no era tan idílica como parecía; más al no tener la mínima idea sobre lo que el rubio y su padre habían discutido a solas.

Después de recorrer el centro de la metrópoli, los cuatro se detuvieron en uno de los distintos establecimientos para tomar algo. Acomodándose en una de las mesas que se ubicaban en la acogedora terraza tras ordenar en el mostrador sus correspondientes pedidos.

Marinette se colocó al lado de su chico, ambos quedando frente a sus mentores.

- Dinos Adrien...- inició Sabine con una sonrisa simpática-. ¿Ya tienes pensado qué harás después del instituto?

El muchacho torció el gesto pensativo.

- Pues... Mi padre quería que estudiara administración y dirección de empresas como mi hermano, pero siendo sincero... No es mi pasión.- se encogió de hombros-. Igual ya tengo la plaza en la Universidad, así que... Probaré suerte.

- Vaya.- lamentó la mujer-. ¿Y no sería mejor que hicieras algo que te gustara?

- Esto... Sí, supongo.- se relamió-. Pero mi padre no lo aceptaría...- suspiró-. Él quiere que yo y mi hermano sigamos con el negocio familiar, y si llegara a desobedecerle, no le haría mucha gracia.

- Pues yo creo que deberías oponerte.- animó su pareja, dando un sorbo de su bebida-. Además, si Félix ya se ocupa de la empresa, tú eres libre de hacer cualquier otra cosa que te plazca.

El adolescente la miró de refilón con una media sonrisa.

- Estaría bien.- se pasó los dedos por la cabellera-. A decir verdad, yo siempre he creído que se me da mejor la música.

- ¿La música?- preguntó con curiosidad su suegra-. ¿Es que tocas algún instrumento?

Él asintió con la cabeza, tomando con discreción la mano de su novia.

- Desde pequeño que me gusta tocar el piano, y... Estaría genial poder dedicarme a ello.- sus verdes se enfocaron en los azules de su doncella-. Es algo que me apasiona y que mi madre me animó a perfeccionar en su momento...

La universitaria le dio un suave apretón, sonriéndole con ternura al discernir la nostalgia en sus gemas.

- Yo pienso que deberías hacer caso a tu padre.

En ese instante, todas las miradas se dirigieron al responsable de esa contestación tajante y un silencio incómodo los envolvió.

- Tom, ¿qué es...?

- Trabajar en una empresa es algo estable y que te asegura unas ganancias cada fin de mes.- argumentó el de bigotes en un tono solemne-. En cambio, siendo músico no tienes la certeza de que vayas a tener un sueldo con el que subsistir.- las facciones del rubio se turbaron, atendiendo en tensión lo que el panadero decía-. Tal vez seas bueno con el piano, pero que intentes vivir de ello, es una completa estupidez.

Los presentes no daban crédito a la dureza con la que Tom se expresó al dar su punto de vista, haciéndose una atmósfera cargada que el Agreste no supo asimilar.

- Una estupidez.- masculló a regañadientes el menor, frunciendo el ceño-. Así pues, que yo quiera dedicarme a la música le parece algo absurdo...- el adulto escuchó imperturbable y el chico prosiguió-. De la misma manera que le parece absurdo que yo pueda llegar a amar de verdad a su hija.

- ¿Qué?- inquirió incrédula la aludida, mirando con incertidumbre a su novio-. ¿De qué estás hablando?

La respuesta no fue inmediata, dejando unos segundos de suspense en ese duelo de miradas entre los dos varones.

- Nada.- murmuró sin desatender su principal objetivo-. Sólo digo lo que tu padre cree.- sonrió escéptico-. Que soy un crío inmaduro y con sentimientos cambiantes...- tensó la mandíbula-. O, en otras palabras, que lo que siento por ti no es más que un mero capricho.

- ¿Tom? ¿En serio eso es lo que piensas?- insistió su mujer con una expresión contrariada.

Sin ánimos de seguir interpretando un papel de indiferencia, Adrien se incorporó de su asiento ante el atónito mirar de sus acompañantes.

- Disculpen, pero... Regresaré al hotel.- intervino el joven con voz calmada-. Lamento las molestias que les haya podido ocasionar, y... Espero que terminen de disfrutar del día.

- Adrien, no tienes que...

- Bichito.- interrumpió en un tono seco y ella enmudeció al verlo-. Está bien...- aseguró con una sonrisa fingida, acariciando una de sus mejillas con delicadeza-. Iré a descansar un poco y luego nos vemos.- se inclinó sobre sus labios, robándole un casto y dulce beso antes de separarse y marchar.

Marinette se había quedado perpleja, poco a poco regresando en sí y comenzando a reaccionar al adherir sus zafiros a los verdes prados de su mentor.

Por su parte, y sin alterar la postura, Tom se mantenía quieto y apacible en su silla mientras que su esposa lo analizaba mismamente de forma acusatoria.

- Ya deja de mirarme así, cielo.- aborreció el mayor.

- Mirarte, ¿cómo?- exteriorizó con rabia la universitaria-. ¿Como si me sintiera defraudada por mi propio padre? Porque, en ese caso, ¡he de decir que así es como me siento!

- Marinette...

- ¡No!- azotó la superficie de la mesa, poniéndose de pie-. Estoy harta de tener que contenerme delante tuyo, papá.- arrugó el entrecejo, denotando enfado-. Nunca te he pedido nada, ¡siempre he intentado comportarme y hacer las cosas a tu manera por tal de no desilusionarte! ¿Y qué haces tú? Joder lo único que tiene sentido en mi vida.

- Estás exagerando.- comentó con displicencia-. Anda, siéntate y deja el drama, ¿quieres?

La muchacha apretó los puños y aseveró más sus rasgos.

- Aquí tú eres el que exagera.- tragó saliva y sostuvo el contacto visual con el mayor-. Adrien es importante para mí... ¡Lo amo, papá!- él revoleó los ojos-. Y aunque te niegues a creerlo, él también me ama a mí...

- Tiene dieciocho años...

- ¿Y?- exigió con exaspero-. Que yo sepa, mamá y tú estáis juntos desde los quince...

Tom se cruzó de brazos en una pose defensiva.

- Eso es distinto.- rebatió cabezota-. Nos conocíamos desde que éramos pequeños...

- Eso no es excusa.- continuó la menor-. Lo que pasa es que te niegas a creer que alguien pueda quererme.

- Cielo, no...

- Es así.- dijo sin dejarlo terminar de hablar-. Con Félix podía comprenderlo, al fin de cuentas, apenas hubo intención de que un plan como el de este fin de semana pudiera llevarse a cabo...- respiró profundo-. Pero con Adrien...- frunció los labios-. Tú sabías la ilusión que me hacía que os conocierais y lo que significaba para mí esta escapada...- negó de lado a lado-. Ahora veo que me equivoqué al querer reunirnos...

Tomó su bolso y se lo colgó en el hombro, siendo el punto de mira del matrimonio de panaderos.

- ¿Qué estás haciendo?- preguntó el adulto en un tono monocorde.

La muchacha lo miró dolida a los ojos.

- Me voy tras Adrien.- se aferró a la tira de su bolso-. Lo alcanzaré de camino al hotel y luego recogeremos nuestras cosas y nos regresaremos en tren a París.

- Cariño, no tienes por qué.- intervino a la desesperada su madre-. Tu padre se disculpará con él y todo estará bien.

Marinette sonrió apesadumbrada a su mentora.

- Te lo agradezco, mamá, pero... Creo que lo mejor será dejarlo estar.- pasó por el lado de la mesa, apenas dirigiendo un último vistazo al mayor-. Que terminéis de pasar buen fin de semana.

La pareja observó a su hija alejarse a un ritmo apresurado hacia la salida del local, después compartiendo una mirada seria entre ambos que vaticinaba una próxima reprimenda de la mujer hacia su apático marido.

Entretanto, la aspirante a diseñadora de modas aceleró más el paso cuando en la calle vislumbró a lo lejos a su compañero. Notando su pecho estrujarse por la impotencia que le embargaba en relación a su padre, y el trato y poca comprensión respecto a su noviazgo con aquel que creía el chico de su vida.

- ¡Adrien!- exclamó desde sus espaldas, viéndolo avanzar aún ignorante de su presencia-. ¡Adrien, espera!

En esa segunda llamada, el susodicho se detuvo en medio de la acera. Sin voltearse y aguardando cabizbajo en su posición, hasta que ella logró alcanzarlo y contemplarlo recelosa desde una prudente distancia.

Él no se movió un solo ápice, haciendo que las dudas asaltaran sin misericordia a la bella fémina.

- Adrien, yo... Siento todo lo que ha ocurrido.- musitó con el rostro acongojado-. Mi padre es un idiota, él... Siempre ha sido así de cabezota y no puede aceptar que yo esté bien.- inspiró hondo-. Pero no tienes que hacerle caso, de hecho, no tienes por qué soportarlo...- extendió una mano y la colocó sobre uno de sus hombros-. Iremos a la habitación a recoger las maletas y nos volvemos a París, ¿sí?

No se escuchó ninguna respuesta. Ni un solo atisbo de reacción a la propuesta de la muchacha. Solo silencio.

La azabache ya temía lo que pudiera suceder, sintiendo un miedo demoledor de perder a ese adolescente de gemas esmeraldas que la había enamorado como nunca nadie antes lo había hecho. Por lo que, armándose de valor, y con el pulso temblando, se arrimó más a él y se atrevió a posicionarse delante suyo, apreciando sorprendida como su mirada lucía apagada y empañada en lágrimas.

A priori, el asombro no permitió que Marinette hablara, teniendo que concentrarse por tal de tratar con dulzura a aquel entonces ángel de alma rota.

- Gatito...- susurró con ternura, reposando las manos en sus mejillas-. Eh, ¿qué pasa, mi amor?- apartó unos mechones de su frente, intentando que sus propias lágrimas no emergieran-. ¿Hay algo que pueda hacer? ¿Quieres que vayamos a pasear por algún lado, o...?- él negó despacio, capturando sus manos con las suyas-. Entonces... ¿Vamos al hotel, y...?

- No te convengo, Marinette.

Aquella confesión paralizó de pies a cabeza a la mayor, quien totalmente desorientada, se obligó a no derrumbarse hasta conocer exactamente los desencadenantes de esa insensatez.

- ¿Qué quieres decir con que no me convienes?- cuestionó con un ligero temblor en el timbre, sonriendo forzosamente-. Anda, deja de soltar tonterías...

- Hablo en serio.- afirmó con su mirada inyectándose en la de ella-. Yo... Te amo con toda mi alma, y... Quiero estar contigo, pero...- se relamió-. Para tu padre...

- Ah, no, eso sí que no.- reprochó frustrada, llevándose las manos a la cabeza-. Mi padre no sale contigo, yo sí; así que ya te estás olvidando de las paranoias mentales que te pueda haber causado.

- Mari...

- ¡Adrien, no!- vociferó testaruda, viendo como él esperaba en desasosiego-. Entiendo que te puedas sentir mal por lo imbécil que ha sido mi padre contigo, pero no por eso tienes que dar por sentado que él lleva razón.- el varón bajó la vista al suelo y ella lo tomó del rostro para que sus ojos se volvieran a encontrar-. Adrien, yo te amo con toda mi alma... Eres...

- Un crío.

Ella infló los cachetes, luego propinándole una bofetada que lo dejó fuera de sí.

- Repite lo de crío y juro que te meto por el culo mis muñecas de preescolar.- él enarcó una ceja y la joven persistió enfurruñada-. Y no, no estoy bromeando...- colocó los brazos en jarra y lo miró inquisitiva-. Que seas menor que yo, no te convierte en un crío.

- Tengo dieciocho...

- Y dentro de unos días diecinueve, ¿y?- resopló con pesadez-. Lo que te diferencia de ser un niño o un adulto no siempre va atado a la edad, sino también a tu forma de ser.- sus facciones se suavizaron y una sonrisa apacible se dibujó en sus labios-. Y en eso yo puedo asegurar que no tienes nada de crío...- acarició sus cabellos con los dedos-. Porque es gracias a ti que yo he podido deshacerme de una relación tóxica que no hacía más que consumirme y anular mi personalidad...- se arrimó a su torso, sin romper el contacto visual-. Al igual que has sido tú quien me ha enseñado el verdadero significado del amor...- tomó una de sus manos, colocándola sobre su pecho con decoro-. Por eso mismo, tú no eres un crío, Adrien...- sus azules se comenzaron a cristalizar-. Y aunque lo fueras, yo esperaría porque dejaras de serlo, porque tú...- apretó su mano-. Tú eres el amor de mi vida.

El adolescente escudriñó con fascinación a la azabache, no pudiendo estarse de recortar los centímetros que los delimitaban a ambos y así robar un beso desenfrenado de los carmesíes de aquella princesa con cara de muñeca.

La adoraba. No solo eso, la amaba por encima de todo y no concebía un futuro sin ella. Rodeó su cuerpo en un férreo abrazo, guiando los dedos por su espalda hasta que estos se hundieron en sus hebras y la mantuvieron apegada a su anatomía y labios.

Podría pasar una eternidad besándola, deleitándose de la calidez de su boca o de la peculiar manera en la que ella se negaba a romper esos contactos apasionados y devotos. No obstante, transcurridos unos segundos, los dos se pusieron de acuerdo en separarse lo justo y verse con detenimiento y embeleso.

Sin aún decir nada, él resiguió con las yemas el contorno de su faz de ninfa. Percibiendo su respiración irregular mezclándose con la suya.

- Tú también lo eres...- ella lo miró con especial interés-. El amor de mi vida.

La muchacha rio por lo bajo, con una diminutas gotas desprendiéndose de sus zafiros.

- Tardaste en darte cuenta.

- No más que tú, Princesa.- indicó dándole un toque en la nariz-. Yo al menos lo tuve claro desde el primer día que te vi...

- Oh... Pues mira que ese día estaba de lo más horrible.- aborreció con una mueca engorrosa-. Además, el disfraz de Sailor Moon no es que me favoreciera demasiado...- sonrió con picardía-. En cambio, a ti el de Trunks te quedaba increíble...

Adrien se humedeció los labios divertido.

- Me alegra ver que lo recuerdas, pero... Ese no fue el primer día que te vi.- ella lo observó irresoluta, dándole pie a continuar-. Quizás... Aquella fiesta de disfraces fue nuestro primer encuentro formal, pero... En realidad... Yo ya te conocía de antes...

Los ojos de la joven se agrandaron en un semblante anonadado.

- ¿Có-cómo?- titubeó-. Así pues, si no fue entonces... ¿Cuándo...?

- Fue unos meses antes de que empezaras a salir con mi hermano.- sonrió sin ganas-. De hecho, fue la noche en la que lo conociste... En aquel bar del centro...- la fémina entreabrió los labios con miles de preguntas en su cabeza-. Tú estabas sentada en la barra con Alya, y... Reías mientras hablabas con ella...- suspiró y dejó que las memorias lo asaltaran-. Llevabas un vestido negro con brillantes y el pelo recogido en una coleta alta... Realmente te veías preciosa...- su mirada se tornó más sombría-. Pero luego, hubo un momento en el que te quedaste sola y te pusiste triste...- apretó los dientes y bajó el rostro-. Entonces pensé: ¿qué puede ser aquello que haga que una chica tan hermosa esté así? ¿Qué podría yo hacer por tal de hacerla sonreír?- soltó una corta risotada-. Sinceramente, estuve a punto de acercarme a ti y tratar hablarte, pero no me decidí y... Félix se me adelantó.- ella no daba crédito a lo que estaba oyendo, mostrándose de lo más perdida-. Él se fijó en ti y yo decidí irme a casa, y... Bueno... El resto ya lo sabes...

La joven estuvo unos instantes en los que no supo qué cara poner, regresando al presente para verse en los verdes iris de su pareja.

- Y... ¿Por qué no lo hiciste?- indagó incomprensiva-. ¿Por qué si querías acercarte a mí no lo hiciste?

- Pues... Supongo que por miedo.- la universitaria permaneció expectante-. Tú eras como la chica más perfecta que jamás conocí, y yo... Solo un chico de dieciséis con poco que ganar y mucho que perder.

Marinette relajó los hombros y su expresión se transformó en una de más dócil, entrelazando las manos en su nuca.

- De haberlo hecho, estoy segura de que habría accedido a tomar una copa contigo.- se alzó de puntillas y besó sus labios-. Y... ¿Hasta me atrevería a decir que te hubiera metido mano aunque no fuera del todo legal?

La sonrisa en el rostro del zagal se tornó más perversa.

- Mm... Eso sí que hubiera sido arriesgado.- se aferró a su cintura con firmeza-. Me encanta...- apoyó su frente en la de ella-. Una lástima que no podamos volver a atrás y cometer esa locura.

La fémina se amarró a su cuerpo en una actitud mimosa.

- Puede que no podamos cometer esa locura, pero sí podemos cometer otras... Como bien sería...- mordió su labio inferior, tironeando de éste con pillería-. ¿Hacerlo en los servicios del tren?

Adrien correspondió a esa provocación con una mueca descocada.

- Eso suena de lo más prometedor, pero... Creo que lo dejaremos para otra ocasión.- ella lo vio confundida-. Te amo, Marinette, y aunque tu padre no me acepte, no pienso que marcharnos ahora sea la solución.

- Entonces... ¿Quieres que nos quedemos?

Él la besó de improviso, luego cargándola cual doncella entre sus brazos mientras ella se abrazaba a su cuello y lo admiraba indecisa.

- Lo que quiero es llevarte al hotel y hacerte el amor.- enunció con convicción-. Y en cuanto al resto del fin de semana... Ya veremos qué es lo que sucede.- regresó a sus carmesíes, rozándolos con su boca-. Sea como sea, no pienso huir... Ni de tu padre, ni de nadie.

La azabache se estrechó más contra su torso, notando su aliento atraerla.

- Eso significa que... ¿Vamos a portarnos mal en el jacuzzi de la habitación?- coqueteó vivaracha.

El adolescente sonrió ladinamente ante la invitación indecente de la mayor.

- Si es lo que mi chica quiere... ¿Quién soy yo para decirle que no?

Ambos se fundieron en un cándido y ferviente beso, depositando esos sentimientos que se profesaban en uno de tantos contactos que siempre se sentían como a especiales e inigualables a los anteriores.

No había motivos por lo que entrar en pánico. No había razones por las que temer. Sólo estima y afecto del uno hacia el otro.

Cuando el beso llegó a su fin, Adrien empezó a andar en dirección al hotel, sosteniendo a su chica mientras ella se acurrucaba mimosa contra su pecho.

- Mi Gatito...- musitó con los ojos cerrados.

Él continuó con su marcha y sonrió con franqueza, besando la frente de la joven con estima.

- Todo tuyo... Mi Princesa.

Las palabras que se dedicaban eran la melodía que amansaba sus temores. Los besos que compartían eran el símbolo que defendía que sus labios no tenían otro dueño merecedor de su amor; pues aunque su relación iniciara con tabú, entonces los dos se pertenecían. Siendo el complemento perfecto del otro en esa unión de sus corazones.

🐾 FIN 🐾

................

Pero falta el epílogo :v

No pensaba publicar hoy, pero... Me vino inspiración y aproveché (? 🙈

Bueno, aquí acaba esta historia... O no🤔 depende lo que suceda en el epílogo 🤔

Papá Tom tiene todo el odio ganado, y nuestro gatito ya estaba por tirar la toalla, pero suerte que Mari lo hizo entrar en razón (?

Ahí también hemos visto que Adrien ya conocía a Mari de antes, y... Los dos son el amor de la vida del otro🥺🥺🥺

En fin... Por ahora, y hasta acabar de ver el desenlace de la historia, espero que en verdad os haya gustado este fic! Muchas gracias por el apoyo y por haberlo seguido!

Como siempre, aguardo por vuestros comentarios y... Ya queda menos para el adiós definitivo🥺

Un besooo 😘

Fortsett å les

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