Viajar todos en la motocicleta de Taeyong no era una opción por lo que debieron tomar un taxi. Los dos omegas y el debilitado pelinegro iban en el auto siendo seguidos por el alfa desde cerca. Jaemin estaba asustado, no sabía que hacer ahora. Taeyong ya estaba al tanto de la situación y temía por las acciones que pudiera tomar. Jeno no permitiría que le hagan daño, eso lo sabía con certeza pero eso no le quitaba lo asustado que estaba.
Ten a su lado parecía notar su estado de ánimo nervioso, evidente en el tamborilear de sus dedos sobre su muslo mientras miraba por el retrovisor al pelirrojo quien conducía con una expresión temible. El tailandés colocó una mano sobre la suya, mirándole con una pequeña sonrisa y dándole un pequeño apretón.
— No te asustes, no va a hacerte daño. Y aunque lo intentara, tienes a otros dos sujetos en la habitación que no van a permitirlo. Tú solo concéntrate en que Jeno siga enfocado y no vuelva a entrar en pánico.
La voz suave de Ten le calmó, se giró a ver al pelinegro que lucía cansado mirando por la ventanilla aunque en realidad no observara nada. Se notaba que estaba perdido en sus propios pensamientos. Jaemin, como nunca antes, había deseado poder saber que había en su mente.
Al llegar al departamento Jeno aún estaba débil por lo que debieron ayudarle a trasladarse. Jaemin quiso hacerlo pero Taeyong se movió mas rápido, empujándole con su hombro para tomar a su hermano entre sus brazos con una fuerza que no aparentaba tener. Antes no le había cargado de esa manera para evitar llamar tanto la atención pero ahora estaban lejos de las miradas indiscretas y de las lenguas que no tardarían en crear chismes.
Subieron en un nuevo y filoso silencio. El menor de todos tenía su boca y garganta secas, incluso creía que estaba temblando. Sintió una sudorosa mano sujetar la suya, miró a Jeno a su lado quien trató de sonreírle sorprendiéndole.
Aún después de todo y de que apenas podía mantenerse en pie, él estaba tratando de darle apoyo a él. Su corazón se estrujó por ese alfa.
Al entrar lo llevaron directo hasta su habitación, recostándole en la cama. El pelinegro cerró sus ojos apenas sintió la suave superficie, sintiéndose increíblemente cansado. Sin decirle nada a nadie ni preguntar, Jaemin se subió también sentándose a su lado mirándole preocupado y asegurándose de que se mantuviera cómodo. Jeno permanecía con sus ojos cerrados pero por el ritmo de su respiración intuía que seguía despierto.
— ¿Sabes el problema en el que nos has metido Jeno? ¿En las consecuencias que esto va a tener? En el momento en que se enteren deberemos de rezar porque sea solo una bala en nuestra jodida cabeza. Al menos así moriremos sin dolor.
— Taeyong cállate. — El tailandés le regañó, molesto por la actitud que este estaba tomando. No era el momento adecuado para reclamar. No cuando Jeno parecía estar a punto de desmayarse de nuevo en cualquier momento. —
— ¿Qué me callé? ¿Este idiota pone en riesgo nuestra vida por una cara bonita y yo debo callarme?
— Basta, los dos.
La voz de Jeno sonaba extraña, rasposa. Se oía como si no hubiera bebido agua en días y su garganta estuviera seca. El de cabellos rosas creyó que debía de ser una consecuencia por su llanto y gritos desconsolados. Aún así, el alfa parecía tranquilo, con sus ojos cerrados como si estuviera dormido. Claro que cambió cuando sus parpados se separaron y con dificultad se sentó en la cama siendo ayudado por el omega.
— Lo hice, hablé, le conté. Anuncié lo que se suponía debía de hacerle o al menos la gran mayoría. Hice algo que tú nunca hubieras tenido el valor de hacer hermano y es ser sincero. Al menos yo siento remordimiento de toda la mierda que he hecho a diferencia de ti. Así que si vas a golpearme, házlo rápido.
Trató de levantarse para enfrentarle pero Jaemin le sujetó fuertemente de sus hombros, evitando que pudiera ponerse de pie como planeaba. Taeyong estaba fúrico, molesto y quería golpearle. Incluso quiso avanzar hacia él pero fue detenido por el tailandés quien tomó su muñeca y le dio una mirada seria antes de indicarle que salieran del cuarto.
Jeno estaba molesto y quería seguirlos, enfrentarse al pelirrojo pero dudaba de que pudiera caminar en esas condiciones y mucho menos aguantar un golpe del otro alfa. Aunque no lo pareciera, tenía la mano bastante pesada. Miró al omega a su lado y suspiró, volviéndose a recostar en la cama.
— Lo lamento. Deberías de volver a tu casa. Taeyong está molesto y va a desquitarse contra cualquier cosa que se mueva o simplemente exista.
El pelirosa negó con su cabeza. No necesitaba de disculpas, tampoco le importaba si es que debía aguantar más gritos por parte del mayor de todos, no iba a irse. Se recostó en la cama, acomodándose al lado del pelinegro y abrazándole por la cintura apoyando su cabeza contra el pecho de este.
— Estás loco si piensas que voy a dejarte solo luego de todo lo sucedido. No me iré de aquí hasta ver que estés bien.
Una pequeña sonrisa se posó en los labios del alfa mientras le abrazaba de regresó, pegándole más a su cuerpo. Sabía que eso estaba mal, no debería permitirle abrazarle de esa manera o permitirle quedarse. Debería de estarle echando del departamento, que volviera a su casa y se mantuviera alejado de él pero le resultaba imposible. La cálida sensación que tenía sosteniendo al cuerpo ajeno era indescriptible, no había nada mejor que aquello. No quería soltarle nunca en su vida si era posible. Sin saber cuándo, ambos terminaron durmiéndose envueltos en los brazos del otro.
Fuera de allí, en el balcón del departamento, un pelirrojo se encontraba fumando su cuarto cigarro cuando Ten salió por la puerta corrediza poniéndose a su lado observando el paisaje de Seúl al atardecer. Se sujetó de la barandilla suspirando y pensando bien antes de siquiera hablar. Sabía que el alfa aún estaba demasiado molesto con su hermano, cualquier cosa equivocada le haría estallar en furia y posiblemente terminaría volviendo dentro para darle una paliza.
— No puedes molestarte con él. — Su voz salió tan baja que se preguntó si realmente le había escuchado. El rostro del mayor se deformó en una mueca de enojo demostrando que le había oído perfectamente. —
— ¿Qué no puedo enojarme con él? Ha puesto nuestras vidas en riesgo por ese chico, nos ha puesto la soga en el cuello y ni siquiera se había atrevido a decírmelo.
— ¿Siquiera te has puesto a pensar en lo que él ha estado viviendo?
El pelirrojo arrojó la colilla del cigarro apagado hacia el vacío, esperando a que no le cayera a ningún desafortunado transeúnte. Metió sus manos en los bolsillos sin mirarle, manteniendo su vista al frente pero sin estar mirando a nada en específico.
— Yo he estado viviendo lo mismo que él, Chittaphon. Se la presión que está pasando.
— ¿De verdad crees eso Taeyong? Te recuerdo que tú te metiste aquí por tu propia voluntad. Si, lo hiciste por dinero, porque querías tener una vida buena y ayudar luego a tu familia pero al final ha sido tu elección. Él no tuvo esa elección, no hubo opción. Era eso o morir a golpes. Sin contar que apenas tenía 15 años. Era un niño... aún lo es.
— Un niño que a su edad ya estaba en un club de peleas clandestinas.
Las palabras del alfa salieron de manera seca, filosas y cargadas de furia. Ten le miró molesto unos segundos antes de suspirar y negar con su cabeza, decepcionado. Taeyong a veces podía ser más terco y duro de lo que la mayoría pensaba.
— Un niño que vio morir a su madre, un niño que no sabía qué hacer con todo el dolor en su pecho. No tenía a nadie que se preocupara por él. Servicios sociales debió de hacerse cargo de él luego de tal experiencia pero a nadie le importó, fue abandonado por todos. Tú te fuiste, pero en tu mente tenías la certeza de que si de verdad lo necesitabas podrías volver y tener a tu familia.
— ¿Ahora lo defiendes? Parecías odiarle.
— Supongo que vi al chico asustado detrás de toda la imagen ruda. Comprendí su miedo y lo perdido que esta. Dime una cosa Taeyong ¿Tú conoces a tu hermano? ¿Realmente te importa?
Las preguntas que salieron de su boca fueron dichas tan suavemente, como si no tuvieran un verdadero peso, como si no le estuviera cuestionando aquello que el alfa creía saber. Taeyong le miró con una mirada encendida por el enojo. La expresión en su cara asustaría a más de uno pero no a Ten. Conocía a los hermanos Lee, más de lo que planeó y más de lo que nadie habría imaginado. Observar a las personas era una gran fuente de conocimiento sobre las mismas y Ten había descubierto que los Lee eran dos chicos totalmente rotos.
— ¿Qué carajo estas queriendo insinuar Chittaphon? Claro que conozco a mi hermano y por supuesto que me importa. Por algo estoy molesto de la tontería que ha hecho.
— ¿De verdad crees en tus palabras? Por como yo lo veo, tú conoces al Jeno de tus memorias, cuando su madre aún vivía y no te habías ido. También conoces la fachada que se creó para cuando debió btrabajar para Yang, un chico sin sentimientos y sádico. Ese es el Jeno que tú conoces pero no al real. No al chico asustado y temeroso, quien solo quiere que su mayor preocupación sea el aprobar un examen o poder terminar la escuela. No conoces al Jeno que tiene pesadillas cada noche con los recuerdos que le atormentan. Tú no lo has visto pero yo sí y que él ni siquiera te lo haya dicho me dice mucho de su relación contigo. El niño esta traumatizado y todo lo que está haciendo no le ayuda.
— No tenía ni idea... — Susurró el pelirrojo con la voz un poco más apagada. —
— Hay mucho de lo que no tienes ni idea Taeyong. No pudo ni comentarte sobre lo del show y realmente, creo que hace mucho él dejo de importarte. Siempre hablas de que querías cuidarlo en un comienzo, no deseabas que terminara vendiendo su moral ¿Y ahora? Estas más interesado en que haga su trabajo a que realmente este bien. En alguna parte del camino, entre la violencia y la sangre, olvidaste que era tu hermano y solo le ves como otro de tus asquerosos compañeros pero él aún te necesita, aunque quiera lucir como si pudiera solo. Jaemin es mi amigo, se a lo que le están exponiendo pero aún así les apoyo. Si, preferiría que tú y él se fueran para no volverles a ver pero también veo que Jeno es el único que hizo a Jaemin sonreír de manera brillante desde la muerte de su padre. La única persona por la cual él enfrentaría a su madre. Y para Jeno... Nana fue la persona que le hizo replantearse su vida y volver a sentir. Tal vez ahora sufra por un destino incierto pero al menos siente algo que no sea odio o desinterés. En Jaemin encontró algo que hace mucho no tenía, la esperanza de ser feliz. Si de verdad eres su hermano y quieres ayudarle, apóyale cuando más lo necesita aunque eso conlleve el tener que arriesgar la vida.
El tailandés no le dio tiempo a responder al otro, simplemente volvió a entrar a su hogar yendo hasta su cuarto. Por parte del mayor, se quedó mirando a la ciudad oscurecerse mientras fumaba. Odiaba el tabaco, su sabor era desagradable, su aroma le mareaba y le traía recuerdos de los clientes de su madre que apestaban a lo mismo pero allí, en su soledad con la fresca brisa que enredaba sus cabellos, era lo único dándole consuelo. Cuando ya tuvo el último de la cajetilla entre sus dedos, lo miró consumirse en silencio. Él también lo estaba haciendo pero a diferencia del pequeño pedazo de cáncer en su mano, iba mucho más lento y doloroso. Se preguntó cuántos más de esos debía de fumar para poder terminar de consumirse él.
Cerca de las diez de la noche, Jaemin se despertó un poco confundido mirando a su alrededor notando que no estaba en su cuarto y tampoco estaba solo en la cama. Sonrió al ver a Jeno dormir tranquilo, con la respiración acompasada y su expresión totalmente relajada. Se veía tan bien así, como una especie de ángel. Pero el buen ánimo que tuvo al despertar se acabó cuando vio su celular con las múltiples llamadas perdidas de Jaehyun, su madre e incluso la Señora Lee había estado llamándole. Maldijo mientras se levantaba de la cama, buscando el pequeño bolso que había llevado aquel día a la escuela. Se aseguró de que tenía todo antes de volver a la cama y dejar un pequeño beso sobre la mejilla del alfa antes de salir.
Cerró la puerta de la habitación con suavidad para no hacer ruido y despertar al chico dormido. Cuando se giró vio a Ten con una taza de café en sus manos mirando hacia la ciudad con una expresión casi vacía. Pareció darse cuenta de su presencia por lo que se volteó para verle.
— Veo que ya despertaste, había comenzado a pensar que pasarías toda la noche aquí.
— Lo siento, no fue mi intención pero termine quedándome dormido. Debo irme pero... no estoy seguro de hacerlo.
Jaemin había comenzado a mirar hacia todos los rincones visibles del lugar con un poco de nerviosismo, buscando a la otra persona que no parecía estar en aquel lugar por el momento. El tailandés sonrió hacia él con calma, negando con su cabeza antes de volver a beber un poco de su café.
— Tranquilo, no está aquí. Salió hace ya tiempo, creo que necesitaba algo de tiempo para pensar pero no debes preocuparte, no va a terminar golpeando a Jeno y si lo intentara, yo lo mataría antes de que eso pasara. Vuelve a casa antes de que se haga más tarde Nana. Yo le voy a cuidar.
El menor le miró unos segundos antes de suspirar y asentir con su cabeza. Sujetó con más fuerza el bolso y salió del lugar en silencio. Aún no quería irse pero era bastante tarde y podía anticipar que su madre no iba a estar nada feliz de ello. Tomó el primer taxi que encontró dando su dirección. En otro tiempo, hubiera pasado todo su viaje pensando en una buena excusa que decirle a la beta en cuanto llegara. Pero ese día su mente solo estaba concentrada en lo que había sucedido, en el terror del alfa, en lo frágil que este se había visto frente a sus ojos y en lo mal que se puso.
También había otro pensamiento en su cabeza y era que jamás había podido superar sus sentimientos por él. Que aún le gustaba y mucho más de lo que había sido en un comienzo. Se insultó por ello, por seguir encantado por esos ojos brillantes y sonrisa deslumbrante. Le hubiera gustado decir que solo se preocupaba por él como un amigo pero no podía mentirse de esa manera. Sabía que siquiera estar interesado en alguien como el alfa era peligroso pero no podía evitarlo, era un sentimiento mucho más fuerte que él.
Había estado tan concentrado que no se dio cuenta cuando llegó frente a su casa, el conductor debió llamar su atención carraspeando de forma bastante exagerada para que este volviera a la tierra. Pagó lo que le indicaba y bajo asegurándose de no olvidarse nada en el vehículo. Entró a su casa, que ya estaba en un total silencio y con luces apagadas, tratando de no hacer ruido pero no funciono ya que la luz de la cocina se encendió y escucho las pisadas apresurarse hacia la sala. Hizo una mueca tomando una respiración profunda tratando de juntar fuerzas para lo que sabía no iba a ser una conversación bonita.
— ¿Se puede saber dónde es que estabas Na Jae Min? Llame a Yoon Oh pensando que estarías con él pero parece que ni siquiera sabía cuándo te habías ido de tu presentación esta tarde.
— No es de tu verdadera importancia madre.
La forma insolente en que las palabras salieron de su boca sorprendieron a la mujer quien se acercó más a él ajustándose la bata rosada que tenía envuelta en su cuerpo. Se frenó a tan solo un par de pasos de su hijo, olfateando el aire a su alrededor y luego mirándole con una mirada que despedía fuego.
— Hueles a ese alfa, al muchacho de tu clase. Apestas a él ¿Desapareciste por andar con ese? Por Dios Jaemin ¿Qué pasa por tu cabeza? Estas comprometido santo cielo, no puedes actuar como si fueras un cualquiera yendo detrás de cualquier alfa. Si la gente supiera esto ¿Qué crees que dirían de ti? Yo te eduqué mejor que esto.
Una risa sarcástica salió de la boca del de cabellos rosados para luego mirar a la mujer completamente cansado. No tenía los ánimos suficientes como para poder seguir soportando a esa mujer por demasiado tiempo y de hecho, ya estaba sobrepasando toda la poca paciencia que le quedaba.
— Pues la verdad, lo que diga la gente o mejor dicho, las personas de tu exclusivo e importantísimo círculo social, me tiene sin cuidado. Lo que haga o deje de hacer no debería de importarles. Ni siquiera a Yoon Oh le importaría siendo sinceros, hasta preferiría que hablen mal de mí para que sus padres no quieran casarlo conmigo.
Volvió a reír pero esta vez era de forma seca, sintiendo las lágrimas agolparse en sus ojos. Estaba tan cansado de cruzarse constantemente con personas que solo buscaban atravesarse en su vida para sacar provecho de él. Cansado de sujetos que no podían ver más allá del interés propio importándole poco el sí dañaban a otro en el proceso.
— ¿Y tú educarme? La única persona que realmente me crió fue mi padre y él estaría muy en contra de todo lo que tú estás queriendo hacer conmigo. Papá solo desearía que yo fuera feliz. Realmente deseó que fueras tú quién hubiera muerto.
La última frase que salió de su boca dejo a su madre sin nada que decir, mirándole solo con una expresión dolida y los labios entreabiertos. La había lastimado, lo sabía pero en ese momento no le importaba lo dolida que ella podía estar. Las palabras habían salido de su boca y no se arrepentía de las mismas por más cruel que hubieran sido. Cerró sus ojos con fuerza, notando como un par de lágrimas salieron de sus ojos. Corrió hacia las escaleras para encerrarse en su cuarto queriendo que todo simplemente desapareciera.