||+18|| ADRINETTE...

By Bugginette_7u7

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Félix y Marinette son pareja desde hace dos años. La pareja soñada para algunos, y un completo caos para sus... More

SINOPSIS
PRÓLOGO
1. VOYEUR
2. PROPOSITION
3. DECISION
4. SEXY
5. TEMPT ME
6. PARTY
7. BURNING DESIRE
8. SENSATION
9. ALONE
10. TELL ME YOUR SECRETS
11. EXCLUSIVE
12. WHAT YOU WANT
13. I CAN'T STOP IT
14. YOURS
15. HIDDING
16. EPIPHANY
17. LOST AND FOUND
18. WHY?
19. LITTLE LIES
20. IN TROUBLE
21. ASHAMED
22. NO MORE HIDDING
23. THE TRUTH
24. BE MINE
25. FEELINGS
26. FEAR
27. TROUBLE TRIP
29. MINE & YOURS
EPÍLOGO
ANUNCIO. SEGUNDA TEMPORADA

28. WILD LOVE

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By Bugginette_7u7

Adrien no sabía cómo demonios se le había ocurrido aceptar la proposición de su ceñudo suegro, ya sin poder dar marcha atrás al llegar al bar y sentarse junto al fortachón en la barra, mientras lo acompañaba bebiendo con moderación un poco vermut.

La conversación entre ambos varones apenas existía, sin contacto visual que valiera al dar pequeños sorbos de sus vasos en un semblante serio.

El adolescente se carcomía la cabeza en busca de un tema que sacar, pero la verdad era que cuanto más pensaba, más estúpidas sonaban sus ideas.

- ¿Te digo algo, chico?- intervino el panadero con voz espesa, captando la atención de su acompañante-. No me gustas.

« Como si no fuera evidente... »

- Supongo que de eso ya me había dado cuenta.- añadió con una sonrisa torcida, contemplando el líquido de su recipiente-. Al igual que puedo entender el por qué.

Tom lo miró a la defensiva por el rabillo del ojo.

- Ah, ¿sí?- inquirió al ladearse con una expresión burlesca-. A ver, sorpréndeme.

El menor se relamió ansioso, observando con discreción al castaño.

- Bueno, tampoco es que lo sepa cien por cien seguro, pero... Imagino que es debido a su instinto protector.- comentó prudente, zarandeando su bebida-. Marinette es su única hija y lo más probable es que tenga miedo de que algún sinvergüenza pueda hacerle daño.

El silencio los envolvió en los segundos posteriores y una sonrisa se dibujó en los labios del hombre.

- No vas desencaminado.- apoyó los codos sobre la barra-. Aunque no es lo único que me preocupa.- el joven escuchó activamente en su posición, esperando por más detalles-. Tú eres muy joven, Adrien, y... según lo que tengo entendido, también eres el menor de la relación...

El muchacho arrugó el entrecejo al mirar al adulto.

- ¿Y eso qué tiene de malo?- indagó el zagal-. ¿Cree que la edad es algo negativo?

- En depende qué casos, sí.- afirmó con sequedad-. Tú aún no vas a la Universidad, por no hablar de que estás en una época en la que los gustos cambian a menudo, y por ello...- suspiró-. No pienso que lo tuyo con Marinette vaya a durar.

Esas revelaciones no hicieron más que enfurecer al Agreste, sobre todo al ver a aquel hombre soltar esa sarta de sandeces mientras bebía tan tranquilo de su vaso.

- ¿Cree que para mí todo esto no es más que un juego?- espetó con rabia contenida-. ¿Que solo estoy con ella por capricho?

- No digo eso, yo... Te comparto mi opinión.- terminó el contenido de su recipiente con la vista puesta en la nada, luego pidiendo al camarero que volviera a servirle-. Puede que en verdad la ames mucho ahora, pero dentro de unos meses, o incluso semanas...- sostuvo aborrecido su vaso y lo acercó al de su acompañante-. Las cosas pueden cambiar.

Adrien apretó los dientes, sin saber qué cara poner al interceptar la mirada de aquel que entonces veía como a su enemigo.

- Si eso es lo que cree, no puedo hacer nada, sino respetar su punto de vista.- aseveró sus rasgos-. Pero de ya le aviso que está equivocado.- se incorporó de golpe-. Yo amo a Marinette, y mis sentimientos hacia ella no van a cambiar.

Esa terquedad en parte le arrebató una risotada al mayor, quien después de terminarse su bebida se puso de pie y pagó la cuenta de los dos.

- Eso no es algo que pueda asegurarse.- colocó una mano sobre uno de sus hombros-. De todas maneras, espero que realmente sea así y no lastimes a mi pequeña.

Uno y otro se miraron con seriedad, sin ninguno dando el brazo a torcer hasta que al final Tom sonrió y le ofreció su mano de forma amistosa.

- Y ahora, ¿qué te parece si vamos a buscar a nuestras mujeres y salimos a pasear?

El muchacho tensó la mandíbula y estudió receloso a su contrario.

- Claro.- encajó su mano con la del panadero y sonrió desganado-. Será divertido.

Tras unos instantes sin decir nada, los dos deshicieron el gesto y abandonaron el establecimiento de regreso al vestíbulo del hotel, deteniéndose antes de llegar a la zona de ascensores.

Adrien titubeó, mirando en todas direcciones en un estado meditativo.

- ¿Ocurre algo, chico?

- No, nada.- contestó en el acto, pasándose los dedos por la cabellera-. Es solo que quería comprar algo antes de ir a por Marinette...

- ¿Ahora? ¿No puede esperar?

« No, si quiero que me abra la puerta y no me golpee con ella... »

- Será solo un segundo.- se excusó con apremio-. Usted puede ir subiendo a su habitación, y... Nos vemos en un rato aquí mismo.

Tom lo vio inexpresivo, pero igual comprendió y asintió sin objeciones, retirándose a un paso tranquilo mientras que el rubio esperaba porque el adulto desapareciera de su campo de visión.

Al cabo de un rato, y ya sin rastro de su suegro, el adolescente buscó en su cabeza la respuesta a sus incógnitas, centrándose en la recepcionista que permanecía absorta en la pantalla de su ordenador.

Entonces, y como si una idea reluciera en su mente, se aproximó con presteza a la joven empleada.

- Señorita.- llamó el zagal, provocando que los ojos de la aludida se encontraran con los de él-. Disculpe, pero tengo una pregunta.

- Oh, usted es... Adrien Agreste, ¿cierto?- inquirió con una sonrisa tímida y el mencionado parpadeó perplejo-. No esperaba verlo tan pronto.

Él tardó un deje en reaccionar, aclarándose la garganta y disponiéndose a hablar.

- Sí, esto... Verá, necesito que me ayude.- sonrió brevemente-. He tenido una pequeña discusión con mi chica, y...

- Vaya, ¿de veras?- interrumpió con falso pesar, acercando una mano hacia la de él-. Cuánto lo siento...

Esa osadía dejó al chico con la incertidumbre evidenciándose en su mirada, apartándose sutilmente de ese descarado contacto.

- Bueno, no ha sido nada del otro mundo, pero de todas formas me gustaría recompensarla.- murmuró sin andarse por las ramas-. ¿Sabe si hay algún puesto de flores o alguna chocolatería por aquí cerca?

Aquello no le causó demasiada gracia a la recepcionista, adoptando una pose más evasiva.

- Algo habrá, pero no estoy segura.- rebatió con la vista puesta en la pantalla de su ordenador.

- Entonces, ¿no conoce algún sitio donde pueda comprar algún detalle, o...?

- Señor, si necesita asesoramiento sobre lugares que visitar, le puedo recomendar a uno de nuestros guías.- explicó apática-. De no ser así, me temo que no podré ayudarle.

Adrien resopló con pesadez, llevándose las manos a la cara.

- Genial, pues estoy jodido.

La fémina lo ojeó con curiosidad, de nuevo actuando con picardía al dirigirse a ese atractivo rubio de gemas verdes.

- Oiga, no tiene por qué venirse abajo.., estoy segura de que todo se solucionará.- se humedeció los labios, tratando volver a las andadas con astucia-. Y, de no ser así, yo podría ayudarle a sentirse mejor...

Esa contestación hizo que las esmeraldas del adolescente se focalizaran en la empleada, agrandando los ojos al discernir la manera en que lo miraba con descaro.

- Perdone, pero... ¿Qué?

Ella anotó en un trozo de papel su número y nombre, luego extendiéndolo hacia el huésped.

- Mi turno termina a las cinco.- le dedicó un guiño y él observó el recorte estupefacto.

« Mierda, Mari tenía razón... »

Sin dar una respuesta en concreto, el joven reculó urgido hasta donde se encontraba el ascensor, subiendo a su planta mientras se maldecía internamente por lo idiota que había sido.

Marinette estaba en lo cierto, y necio de él, le llevó la contraria y acabó por pagar los platos rotos.

- Tonto, más que tonto...- arrugó el papel en la palma de su mano y salió al pasillo cuando las puertas se abrieron, caminando hacia su habitación. Dando varios golpes en la puerta-. Marinette, ábreme.- pidió insistente-. Por favor, Princesa, necesito que hablemos.

Al principio, no se escuchó nada proveniente del interior de la estancia, haciendo que el rubio se sintiera más ansioso por tal de captar la atención de su chica.

Sí, había metido la pata, pero tampoco era justo que le estuviera haciendo pasar por aquel calvario a raíz de un malentendido.

- Vamos, Bichito...- suplicó en un tono abatido, soltando un largo suspiro al apoyar la frente contra la puerta-. Oye, yo... Siento no haberte hecho caso con lo de antes, tú...- se mordió la lengua y cerró los ojos-. Tenías razón con lo de esa chica, yo...

- ¿Qué has dicho?

En ese momento Adrien quedó paralizado, ladeando el rostro y vislumbrando a sus espaldas a la bella azabache ataviada con un vestido color pastel que le llegaba por encima de las rodillas.

- Princesa...- una sonrisa esperanzada se dibujó en sus labios-. ¿Qué haces aquí? Pensaba que estabas en la habitación y...

- Fui a ver a mi madre.- explicó con elocuencia y una mirada dudosa-. Luego llegó mi padre y nos dijo que íbamos a dar una vuelta, que había estado hablando contigo y que quedábamos en el vestíbulo para una salida familiar.- se arrimó a él con los brazos cruzados y un semblante contrariado-. Pero al bajar y no encontrarte, decidí regresar a la habitación, y... En fin... Aquí estás.- él quiso abrazarse a ella, pero la universitaria lo frenó-. Aunque antes de ir a ningún sitio, me gustaría que me explicaras a qué venía todo ese discurso que le estabas soltando a la puerta.

El muchacho se frotó la nuca con nerviosismo, tratando mantener la compostura frente la pose retadora de su novia.

- ¿Es necesario? Podríamos dejarlo para lue...

- Adrien.- nombró tenaz y firme-. Habla ya.

Él tragó saliva con dificultad, asintiendo en silencio a la vez que desplegaba el recorte que la recepcionista le dio instantes previos.

- Yo... Este...- frunció los labios y se brindó ánimos para hablar-. Básicamente venía a decirte que estabas en lo cierto; sobre la empleada del mostrador.- ella aguardó expectante e igual iracunda-. Después de la charla con tu padre, quería regalarte algo para que pudiéramos hacer las paces, así que fui a preguntarle a la recepcionista si conocía algún lugar donde poder comprar, y... Bueno...- apretó los dientes y extendió el papel hacia su pareja-. Digamos que se me terminó insinuando y me dio su número.- la mayor se mostró más molesta, pero silenciosa, leyendo lo que había escrito en ese pedazo de folio-. Lo siento, Bichito, tendría que haberte hecho caso en vez de...

- ¡Será zorra!- exclamó celosa, señalando acusadora al adolescente-. ¡¿Ves?! ¡Te lo dije! ¡Esa fulana barata quería que te metieras entre sus piernas!

Esa reacción dejó al blondo sin palabras, haciendo un amago de calmar a su pareja con una sonrisa titubeante y la predisposición de ofrecerle un refugio entre sus brazos.

- Mari, tranq..

- ¡Ni se te ocurra decirme que me tranquilice o te bien juro que te corto los huevos con las tijeras de podar!- él se frenó en seco, viendo a la muchacha tomarlo de la mano con firmeza y tirar de él hacia la habitación.

Seguidamente, Marinette abrió la puerta con la tarjeta magnética y condujo al zagal hacia el interior de la estancia.

- Princesa, ¿puedo saber qué estamos haciendo?

Al llegar a la cama, ella lo empujó de espaldas sobre ésta, haciendo que Adrien quedara tendido y expuesto a su merced.

- Tú no.- bajó la cremallera de su vestido, provocando que la prenda se deslizara hasta el suelo y que únicamente un diminuto conjunto de ropa interior de color rojo fuera todo cuanto la cubría-. En cambio, yo voy a hacer que no desees a nadie más que no sea yo...

Las esmeraldas del rubio escudriñaron de arriba a abajo el escultural cuerpo de aquella diosa de la seducción, quedando prendado de la sensualidad que rebosaba mientras ella se arrodillaba en el suelo y se colocaba entre sus piernas.

- Marinette, no tienes por qu... Ah-ah...- notó como la universitaria mordisqueaba su miembro por encima de la ropa, robándole un jadeo al inclinarse para verla en esa tentadora posición-. Bugaboo...

La azabache lo miró maliciosa, paseando las manos por la cara interna de sus muslos en dirección hasta sus ingles.

- Tengo mucha hambre...- tanteó el cierre de su pantalón, desabotonándolo y luego deslizando la prenda por sus piernas-. ¿Crees que podrás darme de comer?

« Joder, esto tiene que ser el cielo. »

- ¿Estás... segura?- preguntó con el poco sentido común que entonces le quedaba, acomodándose mejor al sentir una corriente eléctrica sacudiéndolo por dentro con las caricias que aquella ninfa le brindaba-. Tus padres nos deben estar esperando...

Ella sonrió victoriosa por el efecto que sus acciones producían en el varón, tironeando de la tira elástica de su bóxer con una expresión vivaracha.

- Eso es lo de menos...- murmuró en una faceta pícara, rozando con los labios la extensión de su creciente erección-. Lo importante ahora es que el bichito quiere su leche...- bajó la prenda inferior, liberando así su miembro erecto-. Y no pienso dejarte ir hasta que la haya conseguido.

Adrien se relamió deleitado de aquel prometedor escenario, confirmando en silencio y observando como su doncella lo sujetaba del falo y comenzaba a estimularlo con una presión liviana.

- Mmph... Marinette...- se aferró a las sábanas y sus facciones se turbaron con la sombra de la lujuria-. Qué bien la aprietas, mi amor...

- ¿Te gusta, Gatito?- acercó los labios al glande, resiguiéndolo con la lengua-. ¿Lo disfrutas?

Él echó la cabeza hacia atrás al notar el tacto de su lengua.

- Más que nunca...- alzó la pelvis, buscando más de esos agasajos que desquiciaban su autocontrol, mientras ella jugueteaba granuja con su erección-. Te ves tan sexy...

- Así que... Sexy...- hizo un puchero adorable y él no pudo más que sonreírle, animándola a continuar y estimularlo con esa envidiable maña que lo tenía encandilado-. ¿Tan sexy como para dejar que te la coma?- lamió la extensión de su sexo, haciendo gemir a su pareja-. Porque eso mismo es lo que voy a hacer, Chaton.

El adolescente no pudo responder que ella se introdujo su erección en la boca, comenzando a succionarla de una manera que lo hizo sujetarse a las sábanas, al mismo tiempo que sus esmeraldas contemplaban esa visión deliciosa que ella le ofrecía.

Aún se le hacía increíble que algo como aquello estuviera sucediendo; tantas noches que hubo fantaseado con esa chica que creía imposible, y entonces ahí estaba. Robándole la cordura y la decencia al gratificarlo de una forma que le hacía perder el oremus.

Adrien notó su miembro estremecerse, gimiendo con la respiración agitada y sus músculos entrando en tensión.

- Joder...- masculló en un murmullo, escrutando el bello rostro de su chica a la vez que aproximaba una mano a su cabellera y enredaba los dedos en ésta-. Así... Chúpala...

Ella se humedeció los labios, estimulándolo manualmente e impregnando con un poco de saliva el glande.

- Se te ha puesto tan dura...- murmuró con una sonrisa pilluela, dando una larga lamida a la longitud de su sexo-. Me encanta...- reanudó sus succiones, acariciando con las yemas de los dedos su escroto.

- ¡Ahhhh! ¡Maldición!- se inclinó hacia adelante, quedando sentado y acompasando el ritmo de ella al orquestar sus movimientos-. Como sigas haciendo eso... No tardaré mucho en correrme...

Esa advertencia no alentó a la universitaria, sino que la incentivó a continuar mientras que sus ojos se incrustaban en las gemas colmadas de lujuria de su amante.

- No pensaba que fueras tan sensible...- musitó con falsa inocencia, apretando su hombría y alzándose para rozar su boca con la de él-. ¿Tan caliente te pongo, Gatito?

Él apretó los dientes, secuestrando después un beso de esos apetitosos carmesíes que lo enamoraban con su labia viperina.

- Sabes de sobras que sí...- recargó su frente con la de ella-. Eres la única que me hace perder la cabeza...

- ¿La única?- indagó perversa, notando sus respiraciones mezclarse al estimular habilidosa su palpitante falo-. ¿Solo yo?

El muchacho torció una sonrisa, inhalando profundo y disfrutando del placer que estaba experimentando con las acciones de su compañera.

- Solo tú, Marinette...- jadeó contra sus labios, acercando una mano a una de sus mejillas-. Tú eres... Todo lo que deseo...

Una sensación de alivio abrazó por dentro a la fémina, quien con el corazón brincando dichoso aprovechó en volver a besar a su pareja sin cesar sus sacudidas.

- Y tú eres todo lo que yo deseo, Adrien...

Sin darle oportunidad de reaccionar, la azabache bajó el rostro y lamió con afán el sexo del rubio, luego procediendo a succionarlo mientras él gemía cada vez más excitado.

Las extremidades del joven se fueron entumeciendo, así como su mente quedaba en blanco al estar por alcanzar su liberación.

- Mari-nette...- jadeó con anhelo, hundiendo los dedos en los mechones de la fémina y alzando la pelvis con ansia-. Voy a... Correrme...

Esmeraldas y zafiros se encontraron con un brillo pícaro y la euroasiática sonrió con regocijo.

- Córrete...- bordeó con la lengua su dureza, estimulándola con brío-. Dame tu leche, Gatito...

Él la contempló con sumo deseo y sus rasgos se perturbaron por las sensaciones que lo abordaban.

- ¿En verdad lo deseas?- instó consumido por un oscuro sentimiento-. ¿Quieres mi leche, Bugaboo?- ella asintió con lascivia y el adolescente no pudo estarse de mover las caderas al son que ella le marcaba-. En ese caso...- gruñó audiblemente, incrementando la cadencia al enredar los dedos en su melena y embestirla con impaciencia-. Tómala toda... Mi amor...

Una oleada de placer planeó sobre él en cuestión de segundos, notando como el calor se concentraba en su sexo y luego comenzaba a eyacular en la boca de su novia; vaciándose en su cavidad mientras que gemidos de gozo se escuchaban por toda la habitación al abandonarse a ese orgasmo abrumador.

Marinette se tragó su semen, continuando con las succiones hasta que los jadeos del zagal fueron en descenso de intensidad, y sus ojos se cruzaron de nuevo con los de él en medio de aquel éxtasis que lo inundaba.

Momentos después, ella se apartó con una expresión granuja que cautivó a su pareja y lo hizo relamerse gustoso.

- Recién hecha...- se apoyó en sus rodillas para así acercarse a sus labios y besarlos-. Tal y como a mí me gusta...

Adrien la observó con ternura, acariciando el contorno de su faz con delicadeza.

- Eres asombrosa.- ella ensanchó su sonrisa, sin llegar a separarse que él la retuvo para sostenerle la mirada en un semblante más serio que la llenó de dudas.

- ¿Pasa algo, minino?

El adolescente escudriñó fascinado sus bellos rasgos, reduciendo de nuevo la distancia con su boca.

- Nada.- contestó en un susurro, apoyando su frente con la suya-. Es sólo que... Te amo mucho, Marinette.

Esa confesión sobrecogió a la azabache, quien tras incorporarse del suelo, se sentó sobre las piernas del rubio y lo abrazó por el cuello de forma mimosa.

- Y yo te amo a ti, Adrien.- lo besó fugazmente, perdiéndose en sus gemas verdes-. Mi dulce chaton...

Antes de que sus bocas volvieran a reclamarse, unos golpes provenientes del pasillo los interrumpieron e hicieron regresar al presente.

- ¿Marinette? ¿Estás ahí?- preguntó la voz de Sabine desde el otro lado de la puerta-. ¿Has podido encontrar a Adrien?

La universitaria sonrió a su chico y luego recogió su vestido del suelo.

- Sí, mamá, ya lo he encontrado.- enunció mientras se iba vistiendo.

- Estupendo, cielo.- se alegró la mujer-. ¿Al final vendréis a dar una vuelta con nosotros? Lo digo por si queréis que os esperemos...

- Claro.- terminó de subirse la cremallera y removerse la cabellera, mientras que el rubio la observaba acomodándose sus ropas-. Cinco minutos y nos vemos en la entrada del hotel.

La mujer confirmó desde el descansillo y después se retiró sin necesidad de volver a interferir, dejando a ambos jóvenes terminando de arreglarse en la habitación.

- Tu madre es muy comprensiva.- indicó el muchacho, peinándose con los dedos-. Me refiero por lo de dejarnos compartir habitación...

- Sí, bueno... Digamos que es una mami enrollada.- añadió divertida.

- Ya veo.- sonrió con un matiz nostálgico-. En parte, me recuerda a la mía...

La azabache lo estudió por el rabillo del ojo con algo de pesar.

- La echas de menos, ¿cierto?- él no dijo nada, dando a entender su respuesta con esos ojos tristes que acongojaron a la universitaria y la incitaron a cambiar de tema con rapidez-. Será mejor que bajemos ya, no sea que acabe por venir mi padre y tengamos que huir del país.

Adrien suavizó sus facciones y asintió en silencio, acompañando a la joven hasta la puerta tras asegurarse de que ya tenía todo cuanto necesitaban para su pequeña salida familiar.

.......

Y... Falta un capítulo para el final y el epílogo!🥺

Hagan sus apuestas(? :v

Hemos visto que papá Tom no tiene mucha fe en el amor de Adrien y Mari... ¿Debemos temer que esté en lo cierto?

A todo eso parece que nuestro rubiales vio que en efecto la recepcionista estaba coqueteándole... Al menos se percató a tiempo 🤔

Y cuando le va a decir a Mari las cosas se ponen candentes y ella tiene que defender lo que es suyo 7u7

Eso sí, falta ver qué ocurre en la salida familiar... ¿Podemos estar tranquilos? ¿O mejor rezamos?

Espero que os haya gustado el capítulo y aguardo por vuestros comentarios!😊

Un besooo! 😘

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