Guardianes: El Legítimo Rey.

By GabrielaZaan

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*HISTORIA COMPLETA* El peligro asecha a Rixtor, el reino de Skander, quien acude a una Asesina para traer de... More

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24 - Último Capítulo
La Espada Ulfberth

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By GabrielaZaan

– ¿Por qué estamos nosotros aquí? – Killian miro a sus padres curioso de lo que pasaba – El problema es de Aiden.

Como en el resto del castillo esa habitación también tenía decoraciones alusivas a las fiestas de temporada; muérdago, listones rojos y muchas cabras de paja.

Su padre se levantó de su silla y rodeó su escritorio – Ayudaremos a su hermano a solucionar este ridículo problema, adem... – Llamaron a la puerta, la abrió y vio a Agatha esperando que dijera algo.

– Para usted – le entrego el pergamino dudando si había hecho lo correcto – Con permiso – se dio la vuelta para caminar a grandes zancadas y alejarse lo más rápido posible.

Volvió a adentro y leyó la carta en silencio, cuando terminó no dijo nada, su esposa se la quitó de las manos – ¿Qué dice?

– ¿Puedes leerla para todos? – Miles se acercó a su madre.

"Lord Kenneth:

He recibido su mensaje "invitándome" a buscarlo en su despacho, pero me temo que debo declinar.

Y me negare hasta que usted se comporte como alguien digno de su título. Debo agregar que no tengo intenciones de ver a ninguno de ustedes por el momento, porque creo firmemente que están todos reunidos en un intento de solucionar algo que no les incumbe.

Una vez que muestre respeto y no solo hacia mí, sino también para las personas de servicio quizás considere hablar con usted, hasta entonces será un honor no encontrarme con usted.

Atentamente La REINA Jade."

Los hermanos se miraron entre sí, conteniendo sus risas por las palabras dirigidas a su padre.

Catherine tenía una sonrisa en su rostro – Me recuerda a alguien – le tocó el hombro a Kenneth y este posó su mano sobre la de ella. – Pueden irse, fue un día largo.

– Tal vez Jade comience a agradarme – Aiden caminó a la salida.

Los trillizos lo imitaron –Buenas noches.

–Debes disculparte – le ordenó antes de irse a la habitación.

***

Por la mañana, antes de que siquiera hubiese luz de día, Eris salió encapuchada del castillo cuidando no ser vista; ir con las Völvas no es algo que debería saberse. Caminó en total silencio por una hora hasta llegar a una enorme cabaña en los adentros del bosque, lejos de todos. Tenía mucho frío y apenas podía respirar de los nervios de verlas, veía su respiración salir de su boca. Abrió el portón y entro. – Lady Eris – una de ellas hablo escondida en las sombras, por lo que se llevó un gran susto, su corazón latía a toda velocidad – Es bueno verla de nuevo por aquí – su voz era totalmente neutra, sin expresión alguna.

Las Völvas le causaban mucha curiosidad igual que miedo – Quiero una poción – fue directo al punto.

– Sabes el precio – odiaba tener que renunciar a sus más alegres recuerdos para conseguir algo de ellas, pero era necesario.

Estiró su mano levantando su manga y dejando al descubierto su brazo. La mujer puso encima su mano, cerró sus ojos disfrutando el poder de arrebatarle aquellas alegrías que jamás podría conocer por su cuenta. Se separó abriendo los ojos grises, casi hipnóticos – Sígueme – Los pasillos tenían un par de velas que apenas brindaban algo de luz, y que hacía que todo se viera aún más lúgubre. La guío hasta un pequeño cuarto lleno de frascos, hierbas secas, fruta podrida y pieles de animales

– Son muchas cosas.

– ¿Acaso no te sirvió la última poción que te di?

Dudo un poco antes de contestar – Si, pero... necesito una más duradera. Que no sea de un solo uso.

Las Völvas jamás sonreían y esperaba no tener que ver algo así. El rostro de la mujer tenía no solo la particular tinta sobre sus ojos como un antifaz, también tenía la mandíbula cubierta solo con el labio inferior, dejando el superior libre en su tono natural, pálido y sin vida.

Tomo varias cosas que Eris no reconoció y las vacío en un tazón de madera desgastada – Será gradual el efecto que tendrá en la persona, poco a poco sucumbirá y es ahí donde tú deberás "ayudarle" – agrego un líquido, revolvió y finalmente escupió en la mezcla – Listo. – La vacío en un frasco – Solo dos gotas diarias – quiso tomarlo pero ella se alejó.

La mujer estiró la mano – Claro, lo olvidé.

– Olvidar algo aquí no es una buena idea, hacerlo te llevará a la perdición. – Le entrego una bolsa llena de monedas de oro – Aquí tienes – le dio la pócima.

– Gracias – la acompañó a la salida.

Antes de abrir la puerta le dijo – No vuelvas más – se acercó ella – Se te están acabando los recuerdos – la dejo irse. Le temblaban las manos y piernas pero no del frío, cada vez que caminaba a la salida sentía que se quedaría atrapada, perdida en un laberinto del cual jamás encontraría salida, sentía pánico pero ahora estaba afuera y solo tenía que volver al castillo. Respiró lo más que pudo tratando de relajarse y emprendió su camino de regreso.

***

Ya había pasado demasiado tiempo evitando a Ian y él a ella así que lo solucionaría. Sabía dónde estaba por lo que fue a buscarlo. Él estaba sentado en la nieve frente al lago, perdido en sus pensamientos. Dudo tener que interrumpirlo.

– Hola – se sintió tonta al decirlo

Se sorprendió de verla ahí, se levantó sin moverse de ahí – Hola – saludo. Estaba nervioso.

Se mordió el labio – ¿Podemos hablar? – él asintió. Se acercó a él despacio, no quería perder el valor y hablo antes de arrepentirse de haber venido, se detuvo frente a él – Eres un idiota. – Se le salió – Vine hasta aquí, y no me refiero al lago sino hasta tu mundo por qué confío en ti, pero tú... por una pregunta, qué tal vez te incómodo te alejas de mí. – Se quedó en silencio escuchando cada palabra – Jade me contó sobre tu madre – la miro, tal vez por primera vez – pero sigo sin entender tu comportamiento hacia mí.

Respiró profundo pensando sus siguientes palabras – ¿Caminamos? – Pidió antes de empezar, siguieron por la orilla – Mi madre hizo cosas malas y siendo su hijo me siento avergonzado. – Se restregó el rostro con sus manos – Cuando decidí irme y ser un humano me juzgaron. Muchos me llamaron traidor y decían que era igual a ella, pero no lo soy – se mantenía a distancia.

–No lo eres, eras un niño cuando todo eso pasó – intento tomarle la mano, poco a poco él acepto. Se quedaron en silencio por varios segundos pareciéndoles una eternidad.

–Perdóname, no quería herirte. Creí que todo sería diferente, pero apareció Jade recordándome todo aquello y ella en si... – Se acercó a ella. – No quería nada de esto, quería pasar tiempo contigo, mostrarte el lugar pero...

Ambos se detuvieron – Aún puedes hacerlo, me encanta caminar contigo. – Le sonrió – Solo deja de pensar que yo te juzgare por qué te juro que no lo haré. – La beso. No podía pedir una mejor persona con quién estar. Al separarse su sonrisa se hizo más grande – Te amo.

Podía sentir sus mejillas calientes y seguramente estarían rojas –Yo también te amo – respondió.

Caminaron en silencio, tomados de la mano hasta que Beth frunció el ceño, oliendo algo muy apestoso – ¿Qué es eso? – se cubrió la nariz.

Él se rio de su expresión – Son las Gupias – recordaba haber escuchado esa palabra y antes de que preguntara ¿Qué era eso?, él respondió – Se consideran plagas, están siempre en las orillas de cualquier cuerpo de agua. Tienen cuerpo de gato sin pelo y su piel es completamente gris, rugosa y áspera. – Hacía gestos de asco – Su cara es muy parecida a la de los murciélagos pero su hocico es más prominente. Viven en el lodo juntando plantas, carne y pescado podrido, que es de lo que se alimentan. – Explicó – Son criaturas realmente asquerosas y aparatosas y más cuando las queman, desprenden un olor a... perdón, pero a mierda con alguna otra cosa.

Ahora ella era quien hacía gestos – Que asco.

–Vamos – se alejaron de eso sitio.

Después de unos metros recordó – ¿Cómo estuvo la cena? Lamento no asistir pero estaba agotada.

–No te preocupes, no hubo cena. – El viento comenzó a soplar haciéndolos sentir el frío – Nadie quería ir y dudo mucho que Jade hubiese aceptado, creó que la únicas dos personas que asistieron fueron Lyssandra y Eris – se río – pero hoy intentarán de nuevo o quizás no, de cualquier forma ¿Me acompañarías? – Ella sintió y le dio un pequeño beso.– ¿Crees que asista Jade?

Ian la abrazo y la envolvió con su capa – Mmm... no lo creo – lo rodeó con sus brazos.

– Pareces muy segura – se miraron – ¿De qué me perdí?

Le contó sobre la carta y su contenido. Él se sorprendió tanto como ellas, pero le parecía divertido – No puedo creerlo.

– Tu tío me da miedo.

–A todo el mundo, pero es una buena persona. – Respiro profundo – Después de lo de mamá, fueron mis tíos quienes me ayudaron. Me cuidaron como a uno más de sus hijos y eventualmente Skander se unió a este extraño grupo familiar. Nos dieron todo, nos amaban, básicamente se volvieron nuestros padres y Aiden y los trillizos nuestros hermanos – contó – Fue una buena infancia, jugábamos todos juntos a pesar de las edades.

– No se llevan por mucho o ¿Si? – preguntó.

El negó pensando en sus primos – Skander es el mayor con veintiún años; luego Aiden y yo con diecinueve; aunque él es mayor por unos meses y finalmente los trillizos Miles, Killian y Zeth que tienen dieciocho, de hecho son mayores que Jade por dos meses.

Recordaba haberlos visto durante la pelea; tres chicos completamente idénticos, con cabello rubio ligeramente oscuro, como el de su madre y casi tan altos como Skander. Vio a Ian pensando que en esta familia era normal tener los ojos azules a excepción de Aiden.

Ian acompañó a Beth hasta su habitación donde se encontraron con Vrid – Hola – saludo con una pequeña reverencia hacia él. – Te traje un vestido – se lo entrego y al verlo se sorprendió.

– Pero... ¿Y esto? – era un leotardo con una falda rosa claro y unas zapatillas de ballet.

– Jade lo pidió hace unos días para que pudieras practicar – mencionó con una sonrisa al ver su reacción.

Estaba feliz por su novia pero tenía cierta inquietud – ¿Ella pago por eso?

– Jade ha pagado por cada vestido de Beth y de ella – dijo pero inmediatamente se arrepintió – No. ¡Mierda! – ambos están confundidos por esa información. – Perdón.

– ¿De qué estás hablando? Skander se encargaría de eso – Vrid se quiso ir pero Ian la detuvo – ¿Qué está pasando?

No tuvo más opción que contarles –El Rey me ordenó gastar lo mínimo o de preferencia usar telas sobrantes – confesó – al darse cuenta, Jade me dio dinero suficiente para que ambas tuvieran vestidos de calidad y tantos como quisieran. – Se sintió mal por contarles cuando había prometido no decir nada – Por favor no le digan que les dije, a nadie, si se puede. – Les pidió.

– Tranquila, no diremos nada – ella se alejó rápidamente de ellos. – ¡Vaya!, no sé qué pensar.

– En nada – le dijo – No hablaremos de eso, te veré en la cena– le dio un beso y entro en su habitación, ya ella se sentía rara al saberlo.

***

Evitar a todo el mundo había sido lo principal para Aiden durante los siguientes dos días. Había tenido tiempo suficiente para pensar en sus acciones, en lo que había hecho y lo estúpido que fue. En varias ocasiones se despertaba sobresaltado con la imagen del rostro afligido de Jade y siempre era con la misma sensación de culpa.

Durante la noche era el momento perfecto para caminar por el castillo sin temor de encontrarse con alguien. Iba lentamente por el pasillo cuando la vio ir sin rumbo con un libro en mano y la vista fija en el; perdida en su contenido. ‹‹Seguramente venía de la biblioteca››, pensó y no era la primera vez que la veía. Sabía que tenía que hablar con ella, pero aún no tenía el valor para hacerlo, además de no tener idea de cómo acercarse. Se había comportado como un idiota frente a ella y los demás. Varios pasillos después vio a Agatha dirigiéndose a la cocina, corrió a ella con una idea y con la esperanza de que le ayudara.

***

– ¿Té? – Lyssandra se acercó a la mesita para servir agua en la taza.

Skander revisaba cartas y documentos de los reinos que dependían de él – Por favor – Se sentó frente a él del otro lado del escritorio.

Esperaba que la mirará pero no lo hizo – Aquí tienes – se lo entrego – ¿Algo interesante?

Pensó en aquel chico que Jade habia matado, era joven pero no era a quien buscaba. Tenía que encontrarlo antes de que este lo encontrase a él o lo perdería todo. Esperaba que Jade no se diera cuenta de su mentira para ayudar a encontrarlo. Él negó tomando de su té – Parece que todo va bien en los demás reinos, a excepción de los asesinatos, siguen apareciendo cuerpos. – Dio otro sorbo, su vista se nublo uno segundos – Ya no sé qué hacer – Tal vez había pasado demasiado tiempo leyendo y no descansando.

Se mordió el labio – Skander, dime por favor que has pensado en lo que te dije – sabía que le molestaba, pero debía insistir.

–No sigas.

Se frustró pero no se rindió –¿Me vas a decir que no lo has pensado?, ¿aunque sea una vez? Que Jade es la culpable de todos estos asesinatos y de lo que pasa en el castillo.

Golpeó la mesa –Lyssandra, ya te dije que no hay fundamentos para lo que dices, no insistas.

Se levantó de su silla – Cuando encontraron aquel cuerpo, ella dijo que había muerto en el bosque, por no sé qué cosas que vio en su ropa. Enviaste centinelas a revisar el área y hallaron sangre, qué coincidencia. – Caminaba de un lado a otro mientras él escuchaba – Luego la amenaza, es muy obvio, te guste o no, los Nefilims ayudaron a DESTRUIR – enfatizó – a los Puros y tu bien sabes que fue Zofira Skuret la que inició con ello y ahora Jade quiere venganza. Será ella quien DESTRUYA – lo volvió a hacer recordando las palabras de aquel hombre – en especial con esta familia.

– No creo qu...– no lo dejo continuar.

–Como supo dónde estaría la familia de Aiden y casualmente ese animal, Fix o como sea que se llame, estaba cerca para ayudarlos. – De nuevo su vista fallo y comenzaba a dudar – Ella sabía lo que pasaría – lo miro directamente – ¡Una cuartada! – Se acercó – Nos hizo pensar que no tenía nada que ver, que estaría con la Caída, ocupada. Además ha estado saliendo del castillo sin decir nada a nadie.

Él se quedó en silencio asimilando sus palabras, se recargó en su respaldo cerrando los ojos para descansarlos; quizás estaba en lo correcto, Jade tenía todas las razones para atacarlos – Pero... es una Reina ¿Qué se supone que debo hacer? – Y sin embargo, también sabía que sus salidas eran su culpa.

– Debes encerrarla en el calabozo – no parecía una simple sugerencia. Se sintió raro al escucharla hablar con ese tono de exigencia, parpadeo varias veces intentando concentrarse.

Negó levantándose y rodeando su escritorio –Debo pensarlo bien –había algo que lo hacía dudar, que lo hacía sentir que no tenía la voz para replicar o decidir.

– No puedes dejarla ir y venir, caminando libre por los pasillos de tu propio hogar.

***

Esperaba de verdad que esto funcionará. Llamo a la puerta; mientras del otro lado Jade se preguntaba quien la molestaría a esta hora de la noche. Abrió sorprendiéndose al ver a Aiden ahí parado.

– ¿Qué haces aquí? – Estaba confundida.

Se tensó por lo que no supo que decir. Miró aún lado, hacía Agatha que se escondía de la vista de Jade. Su vista iba de una a la otra, ella quiso ver de qué se trataba pero él la detuvo – ¿Podemos hablar? – se apresuró a preguntar. Se sentía tan tonto, su Nana le hacía señas que no entendía para apoyarlo. Se dio cuenta que estaba por rechazarlo – Por favor – insistió.

La hizo dudar, que ya era algo – ¿Por qué debería?

Vio de nuevo a la mujer que le señalaba algo en el suelo – Espera – se sintió insegura por su comportamiento. Se agachó y recogió una charola, se puso frente a ella de nuevo mostrándosela – Traje chocolate caliente – dudaba de lo que hacía porque tal vez no funcionaría.

Jade miraba de las tazas a Aiden, se mordió el labio. Quería el chocolate, pero no quiera hablar con él; desafortunadamente venían juntos. Lo pensó un poco –Está bien – se dio vuelta para volver a adentro con Foux, que estaba sobre la cama como un puma ocupando todo el espacio, pero viendo con atención cada movimiento que hacía el Capitán y cuidando de Jade.

Aiden le sonrió a Aggie y ella a él, orgullosa de que lo hubiese logrado, mostrándole los pulgares arriba.

Dejo la charola en la mesita y sirvió en las tazas el líquido que logró convencerla – ¿Fue idea de Aggie? – dijo cuándo tomo la suya.

Negó – No – sabía que mentía – Si...y no – Espero en silencio sus explicación –Sé que te gusta el chocolate. Recuerdo que cuando éramos niños lo robabas de la cocina y bueno...Aggie lo preparo porque yo no sé hacerlo, pero ya aprendí – Bebió un poco – Se me quemo la leche dos veces – Confesó.

Quería reír pero se contuvo –¿De qué quieres hablar? – camino de vuelta a su lugar, sentada en el suelo junto al balcón. Él esperaba sentarse en una de las acojinadas y cómodas sillas pero la imitó sentándose frente a ella, llevando el resto del chocolate. Al dejar la charola en el piso vio su mano que estaba vendada.

Respiró varias veces. Jade espero pacientemente que dijera algo – No es que no quiera decirlo o que me cueste trabajo es solo que... Siento que no es suficiente. – Dejo su taza en el suelo –Lo lamento y no solo por mis acciones, también por las...– estaba nervioso – horribles palabras que dije – su pecho subía y bajaba intentando contener algo de aire – De verdad lo lamento.

En realidad no esperaba nada de eso pero debía saber – ¿Por qué lo hiciste? Y no me refiero a tus palabras sino a tus acciones, como tú dices ¿Por qué peleaste conmigo? ¿Qué te llevo a hacerlo?

Apartó su vista hacia las afueras del balcón, intentando ir más allá de lo que se dejaba ver. Queriendo no pensar demasiado en sus errores. –Llegar a la posición de Capitán de la Guardia Real, Capitán de los ejércitos y en ocasiones Consejero Real, no fue fácil como la mayoría cree. La gente piensa que por qué soy parte de esta familia y por el simple hecho de ser Príncipe me dieron el puesto – negó – no lo fue. Luche mucho por ello, me entrene día y noche y estudie demasiado.

Escuchaba con atención su historia esperando la explicación de todo. – ¿Y qué pasó?

La miro – Tú – frunció el ceño – Mi trabajo es mantener la seguridad del castillo y la de mi familia. Al llegar aquí Skander te confío todo mi trabajo. – Comenzaba a entender – Ni siquiera me preguntó como me sentía, ni si era una buena idea, no me escuchó y sé que también te confió el de cuidar a la familia, no soy tonto.

Él tenía miedo que ella fuera a remplazarlo, que le quitará todo aquello por lo que había luchado –No estoy aquí para quedarme, sabes que me iré en algún momento – intento calmarlo – pero entiendo tu pesar.

Se quedaron en silencio tomando chocolate. Jade miraba la luna pensando en lo que Aiden le había dicho, sobre su lucha para llegar hasta donde estaba ahora, en las razones de por qué lo hizo. Pensó que ella hubiera hecho lo mismo, aunque quizás hubiese terminado diferente; ya había pasado por algo similar y no se detuvo a hablar ni a escuchar razones, siguió hasta acabarlo. Una vez fue suficiente para aprender de su capacidad de lastimar y para usarlo solo estando en control de sí misma, básicamente cuando era aquella Asesina a la que todo el mundo teme encontrarse.

– Tenías razón, la ira me hizo estúpido – Le sirvió más bebida.

– No tanto, al menos trajiste chocolate – levantó su taza sonriéndole. – ¿Así que recuerdas cuando venía al castillo a jugar? – miro su pulsera y vio unos de los cráneos de diferente color, era naranja, no era de mucha preocupación, pero era para pensar en por qué había tomado ese tono.

Levanto la comisura derecha de sus labios – Recuerdo que Agatha se molestaba cuando te veía venir al final del día con tu vestido manchado de lodo y tu cabello revuelto. – Pensó en aquellos días – Eras la única niña entre todos nosotros y aun así a los seis nos daba miedo hacerte enojar. Era divertido por qué no eras como las otras niñas que evitaban a toda costa ensuciarse.

– Sí, todo era diferente entonces – suspiró – éramos amigos y míranos ahora.

– Todo era más fácil. – Dijo – Nuestros padres se encargaban de todo.

Ella sonrió – Y ahora todo recae en nosotros.

Todo había cambiado mucho más de lo que cualquiera hubiera imaginado, Skander y ella ahora eran Reyes; Aiden tenía una carga enorme sobre él intentando ser perfecto en su trabajo, Ian ahora como humano, además de la muerte de muchos seres queridos.

Vio su rostro fijando su mirada en su pómulo derecho, donde la había lastimado, dejándola herida y ahora ya no tenía nada. Intento acomodarse pero solo lastimó su mano, hizo una mueca.

– ¿Qué te pasó? – Señalo su mano con la venda.

No se le ocurrió nada – Me quemé.

–Creía que uno no podía quemarse con su propio fuego – dijo sabiendo que mentía, entonces recordó que había dejado su fuego en su espada – Yo te quemé ¿Cierto?, fue mi culpa.

Él se lo había causado – No, fue mía. – Jade tomo su mano antes de que el la apartará y comenzó a quitar la venda – ¿Qué haces? – No contesto. Foux bajo de la cama y se acercó a ver curioso lo que pasaba y que no podía ver desde donde estaba.

Al terminar de quitarla vio la quemadura y lo lastimada que estaba su piel, hizo que la extendiera y puso sobre ella su mano; palma con palma y luego lo miro – Te perdono – la vio a los ojos sorprendido.

Comenzó a sentir alivio – ¿Qué estás...? – Jade apartó su mano lentamente sintiendo el rose sin dolor, miro su mano, ya no había nada – ¿Cómo?

Ella sonrió satisfecha –Solo alguien con el mismo poder, en este caso fuego, puede curar las heridas del otro. – Explicó – Los Puros se ayudaban entre sí.

– Gracias.– Le sonrió, quizás la primera sonrisa que era dirigida a ella, miro su mano –Por todo – la vio a los ojos.

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