Guardianes: El Legítimo Rey.

By GabrielaZaan

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*HISTORIA COMPLETA* El peligro asecha a Rixtor, el reino de Skander, quien acude a una Asesina para traer de... More

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24 - Último Capítulo
La Espada Ulfberth

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By GabrielaZaan

El sudor caía sobre su frente mientras peleaba contra sus oponentes.

—¿No vas a preguntar nada?

Beth apartó la vista de su libro.

—¿Qué? —Las flechas desaparecían en cuanto salían del límite del patio. —Pero... te voy a distraer.

—Ese el punto —no entendía —En batalla no importa la distracción Beth, tu único deber es ganar para sobrevivir —su voz era entrecortada, le faltaba aire debido a esfuerzo —Pero si te dejas distraer, pierdes y mueres.

Pensó por varios minutos y entonces recordó algo que le había causado mucha curiosidad.

—¿Por qué no puedo mencionar a... ÉL? —la distrajo y recibió un golpe en el rostro. Su sonrisa le dio una sensación de miedo, llena de sangre como si quisiera provocar más golpes.

—Excelente pregunta —se levantó. —Intentaré resumirlo —deshizo a uno de los soldados, pero este se volvió a formar —¡Carajo!

A Beth le parecía que Jade era más poderosa de lo que realmente mostraba y mucho más sabía para su edad, solo diecisiete años, solo un año menor que ella y era quien le enseñaba.

—¿Estas bien? —asintió. Desaparecieron los soldados de humo dejándola a ella sola practicando sus movimientos.

Tomo aire pensando en cómo comenzar.

—Para los ángeles, el proteger a los humanos era la cosa más importante de su existencia, para los demonios era el de destruirlos. En algún punto, los ángeles perdieron el control de los demonios de menor rango, básicamente los subordinados y los demonios de mayor jerarquía entendían que sin humanos no habría equilibrio, tú sabes; el bien y el mal. Un pensamiento que compartían con los arcángeles. ¡Una locura! —se burló. Le encantaba como Jade contaba las historias, sin volverlas aburridas —Ya te contaré todo el preámbulo. El punto aquí, es que ellos se unieron para crear seres a partir de la apariencia humana, pero con el poder de ambos; arcángeles y demonios.

—¿Y qué pasó?

Suspiró.

—Los Guardianes, eso pasó. —levantó su espada frente a sí —Cinco descendientes directos de ellos, dos hombres y tres mujeres. Sus órdenes fueron mantener a los humanos a salvo de los demonios sueltos. —e movía de un lado a otro —Fueron aceptados entre los mortales, pero los humanos con el tiempo quisieron más, quisieron ser igual a ellos. Qué raro... soberbia.

Beth mantuvo la mirada en ella.

—Un defecto que parece estar arraigado a muchos de nosotros.

—Hubo muchas batallas en contra de estos seres, lo que molesto a sus creadores y no con ellos sino con los humanos. —Se detuvo y se acercó a ella —La única solución que Él tenía era destruir a los Guardianes para mantener a salvo a la humanidad, algo así como El Arca de Noé, acabar con lo malo y eso —comparó con cierto descaro —pero sin ahogados. —Beth no sabía si ofenderse o reír de nervios —Claro que esto no les gustó ni los arcángeles y mucho menos a los demonios así que de nuevo y por última vez se unieron para proteger a sus "hijos", creando este mundo para que pudieran vivir en paz lejos de los humanos. —de rio —Por supuesto, que Él —señaló hacia el cielo —se enteró de esta situación y al ver que se negaban a acabar con ellos los expulsó. —ahí entendió —Para Los Guardianes significó libertad, Él nos niega y nosotros a Él. —Levanto los hombros quitándole importancia —Yo creo que fue lo mejor, no más responsabilidad con respecto a los humanos. Al paso de los años aprendimos de otros humanos, de otras creencias y culturas, una de las que predominó fue la nórdica.

—Por eso las runas —Comprendía más las cosas.

—Así es, somos tan paganos como ellos. —sonrió ante su comentario. Jade regresó al centro —No lo mencionamos porque lo odiemos, no. Solo... no tenemos nada que ver con Él, porque nuestras plegarias, súplicas de protección o alguna otra cosa no van dirigidas a Él sino a los Guardianes —giró momentáneamente para verla —inclusive en ocasiones a los Dioses —tomó posición —Hay mucha más historia de la que te cuento, pero tú querías una respuesta y ahí la tienes.

En una de las estatuas que adornaban el lugar vio a Foux posarse, respiró aliviada de verlo a salvo. Volvió a formar a sus soldados para continuar con su entrenamiento. Al poco rato llegaron varios guardias para entrenar, pero se quedaron quietos observándola y solo unos cuantos se animaron a enfrentarla.

***

Al llegar al castillo Aiden bajó de su caballo y sin esperar a su familia caminó hacia la entrada.

—¡Llévenlos a sus habitaciones! —ordenó al personal, su paso era veloz.

—¿Aiden? —Su madre lo miró mientras bajaba del carruaje —Cariño, ¿A dónde vas? —la ignoró y ella miró a su esposo.

—Está furioso. —Zeth sonrió y comenzó a seguirlo —Yo quiero ver esto.

Luego de obtener información de varios guardias ya sabía a donde ir exactamente, así que apresuró el paso. A lo lejos vio a esos soldados de humo, la encontró.

Beth veía lo fluido de sus movimientos, pero algo a la derecha, por detrás de Jade llamo su atención. Una mancha que se hacía más grande atravesó el humo y vio a Aiden con su espada en mano. Su corazón se agitó.

—¡Jade! —gritó.

Giró para atacar al soldado, pero se encontró con un rostro conocido. Su espada chocó contra la de Aiden con fuerza haciéndola caer sobre una de sus rodillas, aguantado aún con el arma en alto, estaba sorprendida, pero eso no la detendría. Él se alejó unos pasos para que ella se levantara.

Beth caminó hacia uno de los hombres.

—Busca al Rey. —Pidió y luego recordó —Está en las caballerizas —este se fue.

Tenía la respiración agitada, estaba fúrico.

—¡¿Qué?! ¡¿Crees que no puedo solo?! —sus padres y hermanos llegaron sin entender nada y sin saber quién era ella.

—¡¿Qué?! —sujetaba con fuerza su espada.

—¡Enviaste a Foux! —Estaba molesto por la ayuda. No espero una respuesta y atacó de nuevo.

***

—...No estoy listo para casarme —ponía heno suficiente —al menos no con Lyssandra. —se acercó al caballo soltando el aire —Soy un idiota.

Ian pensó en Beth, en su relación y lo grosero que se estaba portando con ella.

—Somos —corrigió. Llenaron de agua los recipientes.

—¡Majestad! —Escuchó mientras cepillaba a su caballo. Miró a Ian debido al tono del llamado.

—¿Qué pasa? —Se acercó al hombre.

Hizo reverencia mientras hablaba.

—El Capitán Noth está atacando a la Reina Jade en el patio del ala este —informó.

Los tres corrieron al lugar. Al llegar vieron a sus tíos, primos y varios guardias observando la escena

—¡¿Qué demonios pasa aquí?!

Jade tenía sangre en la nariz y Aiden tenía varias heridas a lo largo de su cuerpo

—¡La ira te vuelve estúpido, te ciega! —Se burló de él haciéndolo enojar más, pero ella tenía razón no lograba tener fluidez.

—¡Aiden! —Skander lo llamó —¡Ya basta! —Ordenó, pero no lo escuchó.

De pronto su espada se prendió fuego y la sostenía sin quemarse, no se detendría. Emanaba demasiado calor y sus ojos bailaban al compás de su fuego.

Jade lo aceptó. —Bien, si eso quieres —puso un muro impenetrable —Será entre nosotros.

Su padre dio un paso adelante, pero chocó contra algo y sus hermanos lo intentaron e igualmente fallaron.

—¡Jade abre el escudo! —Skander de nuevo era ignorado.

Al igual que Aiden hizo con su espada, ella hizo lo mismo con la suya, la diferencia fue que su fuego era azul, lo que sorprendió a cada persona ahí presente, incluyéndolo.

—No eres el único.

Ignoró el sentimiento. Ambos corrieron uno contra el otro, listos para estrellar sus espadas de fuego y al hacerlo fueron empujados lejos, debido a la fuerza del golpe. De sus espaldas salieron sus alas lo que les ayudaron para frenarse. Las alas de él eran de fuego puro, llamas tras llama, cortas y largas tomando el lugar de las plumas. De su cinturón, Aiden tomó varias dagas y se las arrojó directamente. Al verlas ella se cubrió con sus alas al mismo tiempo que estás cambiaron de la suave pluma a duro y frío metal, haciendo que las cuchillas al estrellarse contra ellas sacaran chispas y se doblaran las puntas.

Beth estaba anonadada al igual que los demás, pero ella se sintió abrumada por lo que sucedía. Foux quería entrar, pero tampoco podía atravesar el escudo, solo les quedó ver impotentes como se repartían golpes y heridas. Miraban como caían y se levantaban, ninguno se rendiría fácilmente. Ya había demasiada gente observando, incluyendo a la princesa Lyssandra y a su dama Eris.

Comenzó a nevar, fue Skander quien notó que solo sobre ellos y no en el resto del lugar como debería de ser.

El corazón de ambos latía a toda velocidad. El sudor en sus cuerpos ayudaba a no sentir el intenso frío. Con las mejillas rojas, manchados de sangre sin saber bien si era suya o del otro y listos para terminar se miraron a los ojos con la respiración agitada. El cabello de Jade ahora estaba suelto con algunos mechones pegados en su rostro por el sudor. Con sus espadas en sus manos derechas iban hacia el otro.

Los dos tenían un plan, pero solo uno ganaría.

Justo antes de llegar a él, Jade cambio su arma de mano y dio un paso a la izquierda pasando junto a él quitándole su espada, cambiando el color del fuego de amarillo a fuego azul. Él intentaba concentrarse debido al movimiento veloz de su contrincante. Para ambos todo parecía ir lento, para el resto todo iba demasiado rápido, apenas comprendiendo lo que pasaba.

‹‹Perdió››, pensó Beth al verla y recordar sus palabras ‹‹si te dejas distraer, pierdes››. Él giró buscando su arma y ella igual sólo para quedar frente a él. Ya no tenía salida, su propia espada lo amenazaba con cortarle el cuello y la de ella con ayudarle en la nuca; estaba en medio de las dos. Quitó el escudo dejando que se acercarán. Aiden ya no podía hacer nada, así que levantó sus manos en rendición.

Jade dudó unos segundos, pero apartó las espadas dando un paso atrás.

—Solo quería ayudar —su respiración estaba agitada. Le ofreció su espada, pero él no la tomó así que la clavó en el suelo aún estando en llamas. —Estaban a punto de morir —se excusó.

—¡Puedo cuidar de mi familia!

Apretó su mandíbula.

—¡Claro, a ti te iban a degollar y el resto se convertiría en ofrendas! —su madre se acercó a él, pero Aiden no la notó del enojo —¡Te ayude a mantener a tu familia con vida, a protegerlos! —Estaba cansada. ¿Cómo es que no entendía?

Escupió la sangre de su boca y soltó una risa.

—¡Por favor! ¡¿Qué sabes tú se eso?!

Su madre había logrado identificarla durante la pelea y sabía a lo que su hijo se refería.

—¡Aiden basta! —Quiso detenerlo, pero él no la escuchaba.

—¡Tu familia está muerta! —Todo quedo en silencio, dejando a todos sorprendidos ante su comentario.

Jade lo sintió como una puñalada en el corazón. Las heridas que le había causado no eran nada comparado con eso. Apenas podía respirar y sus ojos le quemaban por aquel recordatorio que tanto intentaba esquivar. Dejó de nevar de golpe, como si jamás hubiera pasado.

Los ahí presentes miraban de uno al otro, esperando una reacción de cualquiera de los dos.

—Por eso lo hice... —salió de su boca con voz apagada, se acercó a él para susurrarle —por qué no tengo una. —Apagó su espada y se alejó de todos ellos, del espectáculo. Se detuvo para volver a verlos —¡Oh! Lo siento no me he presentado. Lord Kenneth, Princesa Catherine y por supuesto los famosos trillizos Miles, Killian y Zeth Skuret, soy Jade Blashwood —se inclinó acentuándolo y estirando los brazos como burla, plegó sus alas.

Los cinco sentían cierta culpa por lo dicho a pesar de no haber hablado. Jade se fue alejándose de todos, arrastrando sus enormes alas que de nuevo eran de suave pluma.

Beth miró a Ian y este a ella, pero ninguno se acercó al otro. Pensó en ir con él o ir con Jade; aunque quizás ella no querría compañía en estos momentos. Vio por donde se había ido, luego a su novio y de vuelta, dejo salir el aire y siguió a Jade.

—Es idéntica a Max —Kenneth fue el primero en hablar —pero tiene la fuerza de Luna. —miró a su hijo y luego se fue.

Aiden sabía que ahora él era el que estaba enojado o quizás decepcionado.

—¿Por qué hiciste eso? —su madre lo cuestionó ya que no podía entender la situación.

Al querer tomar su espada se quemó la palma de su mano, debido al fuego azul que seguía emanando, el calor era diferente al suyo, su piel estaba lacerada. El fuego se apagó y con la otra mano la tomó guardando sus alas.

—Ya no importa —se alejó de ella —Quiero estar solo.

Skander se acercó a su tía.

—Vamos —le ofreció su brazo —la llevaré a su habitación —no tenía más opción que aceptar, la guio hacia el interior del castillo.

—Me dirás lo que pasa ¿Verdad? —Los trillizos se sumaron a ellos.

—Me temo tía que estoy igual de perdido que usted.

Zeth se acercó y rodeó con su brazo a su primo.

—¿Y qué hay con Jade?

—¿A qué te refieres?

—¿Viste esos movimientos tan precisos? —Suspiró —No hay nada más atractivo que una mujer guerrera, sin ofender madre.

El rostro de ella era serio.

—Como podría hijo.

***

—¿En qué piensas? —Eris iba solo un paso atrás de ella.

Acomodó su cabello quitando la nieve que había caído sobre este.

—En lo que pasa en este lugar —ni siquiera la miró —En lo que yo haría si fuera la Rein... — un pensamiento cruzó por su mente.

La princesa se detuvo y Eris la alcanzó —¿Qué harías?

—No, yo no. —ella sonrío —Skander lo hará —su dama no entendió del todo, pero de igual forma haría lo que le ordenara.

***

Ignorar los golpes en su puerta cuando eran incesantes era realmente difícil, así que la abrió para deshacerse de aquella persona. La abrió de golpe encontrándose con su padre.

—¿Vienes a sermonearme? —le dejó el paso libre.

—Tu comportamiento no es digno de un Príncipe —entró. Notaba en su voz la severidad de siempre.

—¡Oh! ¿Y tú me vas a decir cómo comportarme? —Quiso cerrar su mano en un puño, pero solo se lastimó debido a la quemadura —Ni siquiera uso ese título, soy Capitán y nada más.

Kenneth dio un paso hacia él.

—Lo llevas en la sangre, tanto Ian como tú, no importa que tan humano o Capitán sean. —A pesar que hace unos años había logrado rebasar en altura a su padre, él aún lograba imponerse —son y siempre serán príncipes, forman parte de esta familia así que... —se dio vuelta para irse, pero antes lo volvió a mirar —Compórtense como tal —cerró de un portazo.

Estaba enojado, frustrado e irritado todo al mismo tiempo. Había perdido el control de sus emociones, un error de novato que lo llevó a cometer errores y su padre no ayudaba. Respiró intentando relajarse para calmar su mente.

Pensó en lo que había pasado, en sus palabras, en las horribles que cosas que había dicho. Caminó hasta su escritorio y arrojó todo a su paso y soltó un grito de frustración, sintió una punzada en su mano, el simple roce le lastimó la quemadura. Jade tenía razón, su ira hizo que perdiera la cabeza. Estaba cegado por el enojo; era un estúpido.

***

—Déjame ayudarte —Agatha preparaba el agua para que Jade pudiera asearse.

Se quitó sus botas y caminó descalza hasta el cuarto de baño.

—Te lo agradezco, pero... puedo hacerlo sola.

La puerta se abrió sin aviso, dejando ver a Beth.

—¿Jade? —las vio a las dos. —¿Estas bien? —se acercó.

—Aggie, ya conoces a Beth —se dio vuelta —La humana.

Ella abrió los ojos por completo, sorprendida por lo que había dicho.

—No yo... soy una Caída —corrigió.

—Agatha es de mi entera confianza. —La mujer tomó la mano de la chica —No hablara sobre esto, además es mejor, si llego a estar ocupada o simplemente no quiero contestar las preguntas, ella responderá por mí y te ayudará en lo que pueda —las dejó a solas mientras ella se aseaba.

Se sintieron un tanto nerviosas.

—Tranquila, puedes confiar en mí.

Tal vez era bueno tener a alguien más que le ayudara, pero eso no era de lo que quería hablar sino de Jade

—¿Cómo es que no se ve afectada? —cambio el tema.

La mujer negó mientras acomodaba las botas.

—Es igual a su madre, nunca mostraba cuán afectada estaba por algo —levantó apenas las comisuras de sus labios recordando a Luna —pero dejaba en claro si se encontraba molesta o alegre.

—Debió haber sido horrible para ella —se sentó en la cama —perder a sus padres.

Agatha tomó asiento junto a ella.

Jade no solo había perdido a sus padres, también a sus hermanos mayores, uno de ellos su mellizo. Perdió a todo su pueblo; todo lo que conocía dejo de existir, y aun después de tantos años le costaba lidiar con el dolor que le provocaba recordarlos.

Foux estaba recostado en la cama apenas ocupando espacio como una pequeña rata, fingiendo estar dormido, pero estando completamente atento a su alrededor y escuchando todo.

El baño en su totalidad estaba iluminado con velas; una enorme tina dorada circular en medio de la habitación, de paredes blancas con flores y enredaderas creciendo en ellas. Terminó por quitarse el brazal, sin mirar aquella marca que tanto odiaba tener. Entró en la tina disfrutando de la calidez del agua. Limpió de su cuerpo la sangre, cerró los ojos al sentir en su espalda y brazo varias punzadas de dolor provenientes de sus cicatrices, odiaba cuando eso pasaba, sin embargo, era algo a lo que ya se había acostumbrado. El dolor era constante y aumentaba, parecía que las cicatrices le quemaban y sabía lo que tenía que hacer, enfrió el agua y se sumergió en ella, aliviando aquella sensación de ardor.

Escuchaba la conversación de Agatha y Beth sin darle mucha importancia. Sacó la cara del agua dejando el resto de su cuerpo sumergido. Jugaba con las velas prendiéndolas y apagándolas; cambiando el color del fuego, distrayendo su mente y tratando de no pensar en las hirientes palabras de Aiden.

Al terminar salió de la tina y se cubrió con telas gruesas, soporto la irritación que sentía debido a que estás rosaban con sus cicatrices.

—Hola —saludó.

—Mi niña —la mujer se levantó nerviosa por temor a que hubiese escuchado su conversación —Le decía a Beth que creía que los humanos eran diferentes —improvisó.

No las miró

—Criaturas ignorantes, crueles y codiciosas —dijo sin importarle la chica —¿no te es suficiente diferencia? —no respondieron —¡Oh!, ¿te referías físicamente?

Tocaron a la puerta, pero antes de que alguien atendiera, está se abrió

—¿Vrid? —Beth se acercó a ella.

—Hola, solo vine a ver cómo está Jade, es decir... su majestad —aventó un vestido en una de las sillas.

Aún envuelta en las telas Jade vio la prenda.

—Por favor dime qué eso no es para mí.

Ella negó rápidamente.

—No, no para nada. Esa cosa es para la Princesa —se cubrió la boca —Perdón... me refiero a que...

—Todos entendemos el horrible gusto de Lyssandra —se fue detrás del biombo —¿Qué te trae aquí? además de mi bienestar que por cierto estoy bien.

—Bueno en realidad lo que pasó con el Capitán Noth ya se sabe en todo el castillo. En el cuarto de costura siempre somos los últimos en enterarnos y cuando llegó la noticia vine hasta aquí con la excusa del vestido —lo señaló —y la verdad... —dio un paso al centro —¡Tus alas! Dicen que son... wow —Jade soltó una pequeña risita —¿Cómo es posible?, ¿acaso todos los Puros podían hacer eso? Todo el mundo habla de la increíble guerrera que eres y eso no es lo mejor —saltaba y hablaba al mismo tiempo. Había tanto entusiasmo en ella. Las tres la miraban y escuchaban pendientes a que no se les escapara algún detalle por lo rápido que pronunciaba todo. —Lo mejor es que ya eres toda una leyenda. Bueno ya lo eras... pero ahora más por haber derrotado a Aiden Noth. —Junto sus manos —Que por cierto esta guapísimo.

—Vrid —Agatha le llamó, pero ella solo le sonrió.

—Yo también quiero saber lo de tus alas —Beth se animó —porque sinceramente fue fantástico. Dejaste a todos con la boca abierta.

Probablemente lo que Jade realmente quería era estar sola, pero de cierta forma le alegraba no estarlo. Estas mujeres le hacían compañía, algo que normalmente haría Elliot. Tenía puesto uno de sus vestidos flojos.

—Fue obra de los demonios. Un gran regalo si me lo preguntan —Le pidió a Vrid que le ayudará a ajustar unos listones —Antes cuando aún había guerra con los humanos, estos atacaban con flechas y eventualmente con una que otra bala. Se debía cuidar el estado de las alas para seguir en batalla y poder protegernos, así que ellos lo hicieron. Claro, que con los Demonios siempre hay algo oculto, ellos querían que nosotros ganáramos, básicamente destruir humanos. —Acomodó sus mangas —Gracias —dijo y luego miró a Aggie que ya se preparaba para irse —Cenaré aquí está noche.

—Pero... darán la bienvenida a la familia de Aiden.

Se negó —Muy tentador e incómodo; aunque admito que sería divertido molestarlos, no estoy de ánimos para verlos.

—Me gusta tu pulsera —se la quitó y Vrid la vio mejor —¿Son calaveras? —llena de curiosidad las tocó, pequeños cráneos uno tras otro.

Se la devolvió.

—Sí, están hechas de hueso de Gupia. Tarde mucho en tallarlas —volvió a ponérsela. Tocaron la puerta interrumpiéndolas, Jade dio un paso atrás y Vrid la imitó —No estoy para nadie —susurro.

Agatha abrió la puerta.

—Lord Kenneth —se sorprendió —¿En qué puedo ayudarle?

Él vio hacia dentro de la habitación, pero solo se encontró con Beth. Al cruzar miradas, ella bajó la suya.

—Quiero ver a Jade —ordenó. Ella dudó unos segundos.

—Ella está aseándose mi Lord —la excusó —¿Desea que le de algún mensaje?

Soltó su aire irritado —Dile que quiero hablar con ella. Que me busque en mi despacho —no espero una respuesta y se fue.

—Él me da miedo —confesó Beth.

Jade caminó hasta su mesita, tomó un pequeño pergamino, una pluma, tinta y escribió. Lo enrolló y se lo entrego a Agatha.

—¿Podrías entregárselo? —le pidió.

Ella dudó, pero leyó lo que había escrito.

—No —se lo devolvió —Como... ¿Por qué escribiste eso?

Las dos chicas fueron y le quitaron el papel para hacer lo mismo que la mujer, leerlo. A Jade no le molestó que lo hicieran, se cubrieron la boca.

—Yo lo haré —se ofreció Vrid —Bueno... mejor no, él me da miedo, lo siento.

—Entonces le diré a Foux —intentó tomar la carta, pero Agatha se las arrebato.

—De acuerdo, pero no lo volveré a hacer. —Jade sonrió.

Al quedarse sola supo de inmediato que sería una noche larga, no solo por la molestia de las cicatrices, también porque no podía dejar de pensar en su familia y en la última vez que los vio. Se sentó en el suelo frente al balcón observando las luces el pueblo, las estrellas y la luna que era lo único que le daba luz a su habitación.

Foux se acurrucó a su lado como un lobo acompañándola, pero a pesar de tenerlo con ella se sentía nostálgica y sola.

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