Opuestos En Común. Nomin

By MyLostSoul98

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Jeno no era el alfa bueno que pretendía, Jaemin podía sentirlo. Había algo en sus ojos, cuando le miraba, que... More

Introducción
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31 (segunda parte)
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Epílogo (Taeten)
MarkHyuck (Especial)
Nomin (Especial)
¡Aviso! Nueva historia ♥️

31 (primera parte)

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By MyLostSoul98

Jaemin no había podido responder a las preguntas que Haechan le había estado haciendo pero el único en pie podía notar lo que estaba pasando en el interior del menor a través de sus ojos. Eran expresivos y ahora estaban desbordando de emociones. Le soltó poco a poco y fue hasta su cocina a traerle un vaso de agua para que pudiera calmarse un poco. Notaba las manos temblorosas de este, lo que le hizo sonreír. Le dejó pensar y meditar en su sofá por unos minutos mientras él se dedicaba a escribir en su teléfono. Casi media hora después, con el único sonido de sus dedos golpeando contra la pantalla de su celular, se levantó con una expresión fastidiada.

— Anda, ya es tarde y tengo que llevarte de aquí antes que se haga de noche.

Aún era bastante temprano en realidad y faltaba demasiado para que se pusiera el sol pero debía sacar al otro omega de su casa. Jaemin asintió levemente con su cabeza levantándose con calma. Lo sacó con cautela del lugar para comenzar a conducir. El de cabellos rosados aún se encontraba perdido en sus pensamientos mientras mantenía su cabeza pegada al vidrio del auto. Por ir tan distraído no notó que estaban tomando un camino diferente al de su casa sino alparque de aquella noche en la cual todo se desmoronó. Recién se percató de ello cuando el otro omega le movió por los hombros haciéndole sorprenderse.

— ¿Qué hacemos aquí?

— Él está aquí. Está esperando por mí, le dije que debía hablar con él sobre algo. Evidentemente tiene que ocurrir al menos una última charla pero no necesariamente conmigo.

— ¿Por qué siquiera supones que quiero hablar?

— Porque desde el momento en el cual te dije que estaba aquí has puesto tu mano sobre el seguro de la puerta para abrirla.

Jaemin volvió su vista hacia su propia mano notando que, en efecto, era como este decía. El sonrojo cubrió todo su rostro y la apartó suavemente de allí pensando en si realmente estaba dispuesto a hacerlo. Estaba asustado de saber que estaba allí, de volver a verlo pero no podía asegurar que tampoco estuviera emocionado por lo mismo. Se encontraba demasiado confundido en ese preciso momento.

— Estará cerca de la orilla del lago, bajo el sauce llorón. Por alguna razón ama ese árbol.

Fue lo único que Haechan le dijo antes de darle a entender con sus ojos que debía bajarse del auto o lo haría el mismo a patadas. Decidió ir por el lado menos violento, bajándose en silencio y viendo el auto marcharse luego. Podría haberse vuelto a casa, podría haberse girado y hacer como que no escuchó nada pero allí estaba, caminando en silencio buscando con sus ojos al alfa.

Como si fuera una especie de visión, le vio justo como Haechan había dicho. Sentado sobre una raíz cerca del agua con una pierna flexionada y la otra estirada, siendo iluminado por los pocos rayos del sol que se colaban bajo las hojas del sauce, una ligera brisa movía sus cabellos y las ramas. Su rostro estaba serio, mirando de manera perdida el agua y podía detallar su perfil perfectamente. Era una imagen digna de fotografiar y quiso como nunca tener una cámara para hacerlo pero no encontró una excusa lo suficientemente buena como para ello.

Se acercaba en silencio tratando de pasar desapercibido pero no fue posible cuando el viento cambio de dirección haciendo que su aroma viajara directo hacia el alfa quien rápidamente movió su rostro buscándolo. Estaban a unos diez metros de distancia pero se sentían como kilómetros. Ambos mantenían su mirada fija en el otro, sin moverse ni un milímetro. Jaemin creyó que sería el primero en no poder soportar aquello pero para su sorpresa fue el alfa quien aparto su mirada con una expresión de vergüenza que le dejo sin aliento.

Por puro impulso, siguió adelante hasta que estuvo parado bajo la sombra del árbol a un lado de él. Se sentía tan incómodo pero a la vez era lo que necesitaba. Se sentó a su lado en aquella rama sintiendo el aroma a café inundar sus fosas nasales con fuerza. Inspiró profundamente sintiéndose sorprendido de lo mucho que había extrañado aquel aroma.

— Así que estuviste con Haechan... No sé por qué de cierta no me sorprende para nada.

— Sí, no fue algo planeado de hecho. Seguro no deseaba verme pero menciono que lo hacía por ti.

Jeno suspiró, bajando su cabeza con una expresión decaída. Una de sus manos se enredó en su propio cabello, jalándolo levemente en un gesto de desesperación. A Jaemin le costaba reconocer al alfa que tenía a su lado. No era su compañero de escuela, no era quien fue su novio, no era el chico drogado que le apuntó con un arma. Era un Jeno frágil, cansado y parecía a punto de caerse en pedazos.

— ¿Qué tanto te dijo?

— Muchas cosas, tal vez algunas que no debió decir. Habló de él, de su hermana, un poco de ti ayudándole... habló de tu madre. Me llevó a tu casa, no siento que fuera lo correcto.

— No, no lo fue pero creo que de todos modos, no existía otra forma.

Volvieron a quedarse en un largo silencio, sin mirarse ni tocarse pero el solo hecho de tener la presencia del otro a su lado hacia a sus corazones mantenerse mucho más calmados de lo que hace ya casi un mes estaban. Era extraño que llegaran a necesitarse así.

— Estos días he escuchado muchas historias Jeno, también he creado las propias en mi mente. He hablado con muchos pero en este momento, solo quiero oír la tuya. No buscó una excusa para decir que perdono lo que hiciste pero al menos quiero saber la razón.

El alfa se giró a verlo con una expresión ligeramente dolida, nunca le había gustado hablar de su propia vida frente a desconocidos pero allí se sentía tan expuesto y a la vez creía que se lo debía al hermoso chico a su lado. Asintió levemente antes de comenzar a hablar.

Flashback

Nací y crecí toda mi vida en esa pequeña casa en un terrible vecindario. Para mí, quien no había conocido algo mejor, era un pequeño paraíso formado por mi pequeña familia. Era feliz teniendo poco o al menos durante mi infancia. La ropa vieja y usada estaba bien, cumplían su función. Los juguetes gastados eran suficientes para hacerme sonreír. Jamás tuve un padre, Taeyong tampoco. Éramos solo nosotros con mi madre quien siempre tenía una sonrisa para darnos por mas cansada que estuviera.

Creo haber sido en mis comienzos un niño como cualquier otro. Un poco revoltoso pero nada que en realidad fuera realmente alarmante. Iba a la escuela cada día, debía esperar a que Taeyong me recogiera y luego me llevaba al parque por una hora o dos. Con Haechan jugábamos durante las tardes luego de hacer nuestra tarea. Estaba bien, no puedo quejarme en realidad.

La locura comenzó cuando me presente. No estaba preparado para ello, ni siquiera había comenzado a preguntarme que sería cuando me golpeó tan fuerte como una bofetada en la cara mientras dormía. Esos días fueron un desastre, sabes esa pequeña parte, que huí de casa y Taeyong me persiguió.

Desde antes había escuchado peleas de mi madre con Taeyong pero nunca les hacía caso porque no eran muy frecuentes. Luego de presentarme comenzaron a subir de tono y ser más frecuentes a tal punto que no pasaban un solo día sin gritarse. Había veces en que trataba de verse como un adulto llamándola por su nombre "Lee Sun Mi no podemos seguir así por siempre" le oía decir. Mi hermano tenía 19 años, apenas había terminado la escuela y era impulsivo. Una noche, luego de pelear con mamá, el azotó la puerta de casa. No era la primera vez que se iba, siempre volvía a nuestro cuarto horas más tarde. Recuerdo que en esa época compartíamos mi pequeña cama con el colchón roído, cada vez que llegaba y se acostaba, terminaba por despertarme. Esa noche nadie me despertó, Taeyong se había ido para no volver.

Mamá lloraba desesperada buscándole la primera semana pero luego se hizo la idea de que su hijo mayor no iba a volver. Ella estaba más depresiva, irritada y eso termino por reflejarse en mí. Comencé a meterme en problemas en la escuela, varias peleas en las que terminaban llamando a mi madre. Recuerdo una en particular, en la que un sujeto de ultimo año había estado molestando a Haechan y, como buen alfa idiota, salí en su defensa. Ese día los profesores nos separaron antes de que siquiera comenzáramos una pelea pero no nos íbamos a detener. Quedamos que, al día siguiente, nos saltaríamos la última clase solamente para demostrar quien tenía razón en base de una pelea idiota.

Ese día recibí la primera de mis grandes palizas. Fue por parte de ese alfa aunque, para haber sido un chico de tan solo 13 años contra uno de 18 años no la había sacado tan mal. Estaba magullado pero nada que no pudiera arreglarse con un poco de cuidados. Mamá odiaba que peleara pero no podía detenerme. En una vida sin un padre, Taeyong había sido la única figura paterna que llegue a tener. Me sentía abandonado y solo.

Estaba cerca de mis catorce cuando todo pasó de ser un pequeño problema a un gran desastre. Mis últimas dos clases no las iba a tener por lo que nos mandaron temprano a casa. Estaba lloviendo tanto que llegue empapado a casa. Al abrir la puerta, me quedé congelado en la entrada. Podía escuchar a mi madre teniendo sexo con un tipo en su habitación, fue una de las cosas más traumáticas que llegué a escuchar y quise volver por donde había venido pero me estaba helando. Decidí ponerme unos viejos auriculares que Haechan seguramente había robado por ahí y me los regalo un día, puse música tan fuerte como fuera posible y me fui a cambiar, ellos ni siquiera habían notado que yo estaba en casa.

Una vez cambiado, me senté en el sofá aún con mis audífonos avisándole a Haechan que iría a verle a su casa. Pensé que mi madre tenía un novio del cual no me había hablado, podía comprender eso. Nunca la había visto con nadie, sería normal que ella logrará tener a alguien, no iba a hacer un escándalo. Mi sorpresa fue que ellos terminaron sus asuntos mas rápido de lo pensado. Les vi salir del cuarto y por pura cortesía me quite mis auriculares para saludar a quien pensaba era su pareja. Era un sujeto de apariencia poco agraciada, se veía mal pero no iba a juzgar yo los gustos que ella pudiera llegar a tener. Estaba a punto de abrir mi boca cuando le vi sacar un monto de billetes y dejarlo sobre la pálida mano de mi madre quien solo traía una bata cubriendo su cuerpo. Ellos no me habían notado aún y no tuvieron ningún intercambio de palabras. No sé debe ser muy brillante para saber lo que allí había estado pasando.

Sólo cuando ella se dio la vuelta para volver a su cuarto y me vio allí, sentado en el sofá de la sala con el rostro pálido pude ver su terror. Comprendí rápidamente las peleas de ella con mi hermano o porque él siempre solía llevarme al parque luego de la escuela. Se aseguraba de que yo no supiera sobre el trabajo mamá. Quería mantenerme en la ignorancia de que era el hijo de una prostituta con uno de sus clientes.

Jamás tuve un padre porque ella ni siquiera estaba segura de quien podía llegar a ser serlo.

— Jeno cielo, por favor escúchame.

La vi llorar como nunca antes, perder toda la fuerza que un día tuvo mientras discutíamos. Cayó de rodillas frente a mi llorando, pidiendo disculpas por todo, sintiéndose avergonzada de quien y lo que era. Mi madre siempre había sido una mujer muy fuerte pero aquel día era tan débil como una pequeña niña en una tormenta. Lee Sun Mi jamás se desmoronó así hasta aquel día.

Noticias como esa no son fáciles de digerir y aunque hoy el sentido común me dice que debí de quedarme con ella y abrazarla, decirle que estaba todo bien, en ese momento hice todo lo opuesto. Salí corriendo de casa dejando a una destrozada mujer detrás de mí.

Estaba demasiado enojado, asqueado y un montón de cosas que hoy ya ni siquiera puedo describir realmente. Era un desastre y me dedique a recorrer las calles buscando algo con lo que poder descargarme, algo para ayudarme a pasar aquel duro momento que no podía salir de mi joven mente. Mis manos picaban por hacer algo, lo que fuera para poder dejarlo ir todo.

Hay lugares a los que uno no debe de ir, de los que debe alejarse porque nada bueno pasa por allí. El puente de la avenida que atraviesa toda esa zona es uno. Los ricos pasan por encima de nosotros, literalmente y debajo, quien se atreviera a cruzar, debía de estar lo bastante confiado como para hacerlo. Era un lugar que olía a orina, humedad, basura y sangre. Yo lo crucé aquel día bajo la lluvia.

Escuché a un sujeto, un alfa que estaría en sus veinte años comenzar a gritar y amenazarme. Me decía que quería mis pocas pertenencias, estaba intentando asaltarme pero cuando me tiró bruscamente fue la gota que derramó el vaso.

Los recuerdos de esa pelea aún están nublosos en mi mente si soy sincero. Era un manojo de adrenalina y furia que se descargaron contra aquel alfa mucho mayor. Todo mi cuerpo se movía por sí solo, no estaba pensando en nada de lo que hacía y solo cuando otras personas nos separaron pude observar al tipo. Su rostro estaba deformado por los golpes, completamente ensangrentado y en el suelo. Los que supuse eran sus amigos trataban de hacerlo recuperar la conciencia. Mire mis manos, mis nudillos estaban abiertos y sangrando también. Mi ropa totalmente manchada y, los que habían visto esa pelea, me miraban asustado.

Era tan solo un niño, un muy joven alfa que había vencido a otro mucho mayor en estatura y peso. Sin contar la experiencia.

Fue ese mismo día que conocí a Park. Era un sujeto de apariencia desagradable completamente. Media menos de un metro setenta y pesaba más de noventa kilos. Su cabello estaba grasoso y se notaba ya los indicios de una calvicie un tanto temprana para estar en la primera mitad de sus cuarenta. Sus dientes estaban algo amarillos y podridos debido al cigarro que siempre llevaba en su mano izquierda. Detrás de él solía estar un sujeto enorme que le funcionaba de guardaespaldas.

Tienes talento hijo, no deberías de desaprovecharlo.

Aún escucho su voz diciéndome eso con la misma mirada que un león ve a su próxima presa. Park era el dueño de un club clandestino de peleas y en mí había encontrado una nueva atracción. Estaba asustado, no dejaba de ser demasiado joven como para ello pero no era lo suficientemente ingenuo como para no saber que eso podría matarme tarde o temprano.

Piénsalo niño, podrías ganar mucho dinero si pelearas para mí.

Tal vez fue una ilusión infantil de querer ayudar a mi madre, tal vez un intento de hacer lo que Taeyong nunca logró hacer por nosotros pero terminé aceptando. Quería ese dinero, quería ser capaz de decirle a mi madre que no debía hacer todo aquello pero ella estaba sumamente molesta por lo mismo. En cuanto lo supo, una nueva pelea se desató en mi casa. Todo el tiempo, cada noche ella me esperaba en la cocina con un pequeño kit de primeros auxilios para curar cada una de mis heridas.

De allí saqué la gran mayoría de las cicatrices que hoy tengo. En las peleas del club de Park, la única regla es que solo uno debe de quedar en pie. No había prohibiciones por lo que termine siendo cortado, apuñalado o similar en más de una ocasión.

Cada noche ella lloraba mientras me sanaba, me despertaba cada mañana suplicando porque fuera a la escuela. Me decía que era la única forma de terminar en un mejor lugar, que debía ser alguien en esta vida y lograr salir de ese infierno. Ella jamás terminó la escuela, deseaba para mí lo que no pudo tener para si.

Cuando tuve quince años, me había hecho de un nombre y fama propia. Era de los mejores peleadores, volvía a casa con grandes sumas de dinero y con heridas mucho menores que las de un comienzo, casi podía decirse que estaba intacto pero mamá paso de estar preocupada a furiosa. Los problemas eran más grandes, las discusiones más fuertes. Recuerdo un día haberle arrojado una cantidad alta de billetes al rostro preguntándole que cuantas veces debería ella de abrir sus piernas para conseguir la misma cantidad. Una bofetada jamás me había dolido tanto y fue sólo porque vino de su delicada mano. La mirada de decepción en sus ojos aún la tengo en mi memoria, está grabada en fuego en mi alma.

Las cosas fueron aún más tensas desde allí, lo que ganaba, si ella lo encontraba, lo hacía trizas. No importaba si es que necesitábamos o no el dinero. Ella lo cortaba en cientos de pedazos gritándome que no aceptaría dinero manchado de sangre en esa casa. Mi mamá no lo quería, si ella no quería usarlo, yo tampoco así que gran parte de eso termino siendo destinado para los supresores de Haechan. Al menos cada golpe habría valido la pena si es que terminaba por ayudar a alguien. Viví de esa manera por mucho tiempo con una relación de amor-odio con ella.

Un día volvía de la escuela con mi mejor amigo, estábamos hablando de algo sin mayor importancia mientras me acercaba a casa. Desde fuera pude escucharla gritar, era un grito tan desesperado y asustado que me heló la sangre. No traté de abrir la puerta con la llave, rompí la cerradura de una patada. El olor a la sangre, sudor y semen me llenaron las fosas nasales. Sus gritos desesperados me aturdieron. Corrí hasta su cuarto en donde un sujeto la tenía sobre su cama a la fuerza mientras la marcaba de manera violenta y contra su voluntad. Era un cliente habitual de SunMi pero no era uno normal, el tipo había logrado obsesionarse con mi madre de manera enfermiza, no toleraba la idea de quien creía que era su omega se acostara con otros sujetos. Había logrado arrancarle el collar de protección que usaba y enterró sus dientes de forma brutal contra su fino y pálido cuello. Ella gritaba del dolor y miedo. Me arrojé sobre el maldito, logrando apartarlo de su cuerpo. Como aquella primera vez en el callejón, me deje llevar por mis impulsos desconectando mi cerebro con solo una idea en mente "Matar al hijo de puta"

Lo hubiera hecho si no fuera que Haechan comenzó a gritarme. Voltee a verlo y la imagen frente que tenía frente a mis ojos me dejó sin dormir por largas noches. Hasta el día de hoy tengo pesadillas con ello.

Mi madre estaba sobre la cama, mi amigo atinó a cubrir su cuerpo con una sábana apenas la vio pero con la poca piel expuesta lo pude ver. Su piel estaba pálida, mucho más de lo normal, temblaba y todas sus sábanas estabas manchadas con su sangre. La mordida de aquel infeliz fue tan brutal, tan salvaje y ella luchó tanto por separarse, que desgarró la carótida. Un pedazo de piel y músculos habían sido arrancados, la piel estaba destrozada y ella poco a poco perdía el color. En un intento desesperado traté de presionar la herida mientras le gritaba a Haechan que llamara una ambulancia. Sin embargo, mi amigo sabía que no había salida, ella tenía segundos de vida para ese momento.

Mamá por favor, no me dejes mamá. —Mi voz estaba ahogada por el llanto, siendo casi inentendible.— Te lo suplico, haré lo que quieras mamá. No cierres tus ojos, la ayuda está en camino ¿Si? Solo mírame, vamos a estar bien. Dejaré las peleas, me haré un estudiante ejemplar, voy a lograr darte la vida que mereces pero no me dejes por favor.

Las lágrimas caían de mis ojos directo hasta su rostro que me miraba con ojos vidriosos, ella no podía ni llorar para ese momento. Casi como si ocurriera en cámara lenta, pude ver la vida irse de su rostro dejando un cuerpo inerte. La tomé entre mis brazos, gritando tanto como mi garganta me lo permitió. Lloré desesperado abrazándola pidiéndole que vuelva. No había caso, ella se había ido de este mundo.

Para cuando la ayuda llegó, ya era más que tarde. Prácticamente tuvieron que arrancarla de mis brazos para poder llevársela. Como un niño, deseé poder acurrucarme a su lado en la cama, que ella acariciara mis cabellos y besara mi frente diciéndome que todo era una pesadilla.

Pero en realidad, mi pesadilla recién estaba empezando. 

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