Jimin vuelve a vomitar y decide que lo mejor sería quedarse sentado en el suelo del baño y no moverse de ahí sólo por si acaso.
Su cuerpo había comenzado a rechazar la comida a un nivel increíble. Si bien antes él no tenía apetito alguno, podía comer algunas cosas y sólo tener un pequeño y casi imperceptible malestar; ahora, apenas sí podía tomar agua sin tener que devolverla a los minutos.
Jimin se observó la herida y suspiró, los alrededores de esta estaban entre negros y rosados y sabía que aquello era porque lo único que él sabía hacer era rascarse. Sentía una incomodidad creciente ahí en su antebrazo y de alguna forma u otra, ya ni siquiera lo sentía como suyo. A él mismo le daba repulsión sólo observarse la herida y cuando lo hacía, tenía el fuerte impulso de ir por un hacha y cortarse todo el brazo.
Su piel había comenzado a verse mucho más pálida de lo que a él le gustaría y sus venas ahora eran muchísimo más visibles gracias a que comenzaban a teñirse de un color negro desagradable. Se mordió el labio cuándo la imagen de cómo se vería en unos meses llegó a su cabeza.
Jimin podrá aparentar calma frente a su situación, pero aun así, y pese a que no quiere dejar a sus seres queridos, él no se sentía con la capacidad de soportar los seis meses de transformación llenos de dolor.
Físicos y emocionales.
Y sabía que tarde o temprano, él se estaría quitando la vida antes de que el virus lograra quitarle su humanidad.