Ni siquiera se ha terminado de despertar y Jimin sabe que se encuentra en el hospital.
A penas recuerda cómo llegó allí, pero tiene vagos recuerdos difusos que son seguidos de algunas largas lagunas mentales donde lo único que puede recordar es dolor y algunos sonidos intermitentes que dejan mucho que desear. Incluso tenía pequeños flashes donde él puede sentir o, más bien, creer que siente miedo y ansiedad y que seguramente estaba huyendo de algo.
El olor a antiséptico es mucho más fuerte de lo que él recordaba que era y el sonido del monitor cardíaco le hace, de alguna forma, sentir como la sangre llegaba en oleadas a su cerebro y aquello, inevitablemente, le duele horrores.
Sus ojos se sienten secos y busca su antebrazo con la mirada, notándolo vendado y con sangre. Una sangre bastante oscura que huele mal y le provoca querer vomitar.
Su cuenta regresiva de seis meses ha comenzado.