Guardianes: El Legítimo Rey.

By GabrielaZaan

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*HISTORIA COMPLETA* El peligro asecha a Rixtor, el reino de Skander, quien acude a una Asesina para traer de... More

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24 - Último Capítulo
La Espada Ulfberth

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By GabrielaZaan

—¿Estás seguro de esto? —preguntó el chico mientras caminaban rumbo al salón privado del Rey. Giraron a la derecha para seguir por un largo pasillo hasta la entrada. El piso y las paredes eran todas de piedra con algunos cuadros a la vista, al llegar a la puerta se detuvieron.

Tomó el picaporte —¿Y tú? —Skander lo miró con una gran sonrisa en su rostro, como retándolo a contestar por los dos antes de entrar.

Iluminado por la luz del día y unas velas esparcidas bastaban para poder apreciar el salón con un enorme escritorio de madera; sillones y sillas tan finas y limpias que uno dudaría en sentarse. El lugar estaba completamente vacío contrario a lo que esperaban.

—¿No debería haber llegado ya? —Aiden miraba a su alrededor buscando con cautela, pero sin éxito. —Poco le interesa trabajar para su Rey. No debiste llamarla. —Le reclamó a su primo, que ya lo miraba con molestia.

—De hecho, he estado esperando trabajar para él. —Una voz femenina los sorprendió, sobre todo cuando salió de las sombras; justo al lado de uno de los armarios. Aiden observaba el lugar de donde ella había salido, jurando haberlo examinado bien. El Rey tenía los ojos en el rostro de la chica. Tenía una máscara de humo mágica que le daba apariencia de calavera; su frente, pómulos y dientes superiores eran hueso; mientras que sus ojos eran de luz rodeados de la más pura oscuridad; su nariz, mandíbula y cuello no eran más que sombras, tan oscuras que acentuaban el color blanco de los huesos y que daban algo de vida a su rostro muerto; vestida completamente de negro y con el cabello oculto. En conjunto era alguien que indudablemente infundía miedo; en especial si era lo último que veías antes de morir. —Siempre curiosa de saber el porqué de tu posible llamado. —caminó hacia la silla detrás del escritorio y se sentó disfrutando el momento.

—Levant... —Aiden apenas tocó la empuñadura de su espada cuando su primo lo detuvo.

Skander se alejó de él y se acercó a ella sentándose del otro lado de su escritorio como si fuera cualquier otra persona; pensando en todos aquellos que habían estado para él, dispuestos a obedecerlo, sentados en esa misma silla esperando una orden, se sintió igual a ellos estando frente a ella. No tenía el control.

—¿Me llamaste para mirarme? —Se recargó acercándose a él —Solo dime lo que quieres. —la chica miró al Capitán, que aún estaba de pie vigilando cada moviendo que ella hacía.

Skander tomó aire y habló —Quiero que traigas a mi primo Ian de vuelta a Rixtor.

—¿Te refieres al desertor?

—Caído. —Aiden la corrigió.

Miró del Rey al Capitán y de vuelta.

­—Claro, caído. —rectifico —¿Y por qué no va él? —señaló al Capitán con la mirada. —Se ve que es perfectamente capaz.

—Lo es, de hecho, irían los dos. —informó —Como ya sabes hay un asesino suelto, además de ti, —ella sonrió ligeramente lo que les provocó escalofríos —pero está persona no solo mata nefilims, va más allá y va por los Caídos.

—Son presa fácil; también lo haría si matar fuera para mí solo diversión.

—¿Acaso no lo es? —le reprochó y ella simplemente lo ignoró.

La asesina los miró con atención pensando en sí debería aceptar el trabajo o no.

—No sé si lo sabes, pero yo soy una ASESINA, no una niñera; así que ¿por qué yo? —parecía irritada. Skander se levantó intentando verse más amenazante, ella no se inmutó, solo subió sus pies al escritorio dejándose caer más en la silla —¿Y bien?

Resignado ante su reacción contestó: —Serias solo un... respaldo.

—¿No confías en tu primo?

—Ciegamente, pero si se llegan a encontrar con el asesino prefiero que mueras tú y no ellos. —atacó.

Ella bajó los pies y recargó los brazos en el escritorio con la mirada fija en el Rey pensando bien su siguiente respuesta. Trabajar para reyes nunca es una buena idea, sus problemas siempre tienen un trasfondo. Un error de su parte la incluiría automáticamente en el juego de la monarquía y sus oscuros secretos; aunque, por otro lado... Sonrió ante sus palabras dejando ver una cara realmente siniestra y dio un pequeño golpe en la mesa con sus manos.

—¡Está bien! —se levantó y caminó por detrás de la silla ­—¿Cuándo nos vamos? —Aceptar este trabajo no era solo por el dinero, también por la curiosidad hacia la familia real y sus escándalos, como el hecho de que un miembro de esta se convirtiera en un caído, un humano; lo que para muchos era la máxima traición.

—Esta tarde. —Aiden respondió molesto, no la quería a su lado —Te veré en el portal, le diré a los guardias que te dejen entrar.

—Ni siquiera sabrán de mí, así que por favor no me menciones. —Dio un paso atrás. —Te veré ahí. —tocaron la puerta, ambos, el Rey y el Capitán desviaron la mirada solo un segundo y al volver hacia ella ya no estaba con ellos, desapareció como entró, sin rastro alguno.

—Ya está, —Skander juntó sus palmas entrelazando sus dedos mientras caminaba a la salida sin darle importancia a lo sucedido ­—prepárate. —ordenó y se fue dejando solo a su primo.

***

Ir a Midgard; el mundo humano, jamás fue del agrado de Aiden. Rixtor siempre ha sido su hogar; el lugar donde nació y creció, los humanos le eran indiferentes. Al formar parte de la familia real sus únicas preocupaciones siempre fueron su familia y su pueblo. Aiden mantenía su título de nacimiento como príncipe, pero se encargó de ganarse a pulso el título de Capitán de la Guardia Real, a diferencia de su primo Ian que con el tiempo sintió que no embonaba en el mismo mundo y prefirió ir con los humanos, que siempre le parecieron interesantes. Skander por otro lado, tomó el trono a muy corta edad; debido a la muerte prematura de su padre. A los dieciséis años se volvió el soberano de todos los reinos conquistados por el suyo.

Al tener que ir por Ian debía pasar desapercibido por lo que tendría que usar ropa del estilo humano; a pesar de no tener contacto con los humanos se mantenían bien informados sobre la situación de su mundo.

El portal no era más que un simple portón en medio de un jardín. Lo que lo hacía especial era la llave con la que se abría y cerraba; una llave llena de tanta magia que al insertarla en el picaporte abría el portal para poder ir de un mundo a otro. El portal estaba ubicado en uno de los jardines más seguros del castillo, siempre resguardado. Aunque, no era el portón lo que se protegía sino la llave, ya que sin ella no habría forma de cruzar.

Al llegar al jardín y luego de pasar a los cuatro guardias de la entrada por fin vio el portal, solo le quedaba esperar a la asesina.

—Creí que nunca llegarías. —Ella se quejó detrás de él. De un solo movimiento Aiden dio un giro sorprendido, no había escuchado ruido alguno indicándole su presencia —Vamos. —paso a su lado, pero él la detuvo tomándola del brazo.

—¿Quién eres? —preguntó observándola cuidadosamente. Una chica alta, varios centímetros por encima de lo común, pero no lo suficiente para alcanzarlo; con dificultad encontrarían a otro chico de su altura. Vestida de negro con un extraño cabello blanco; ojos cafés verdoso, quizás ámbar; tenía una mirada firme y dura, aunque juguetona. —¿Cómo entraste?

—Te dije que nadie me notaría. —se soltó de su agarre y continuó su camino al portal. Él la siguió cautelosamente.

Le era familiar la voz —¿Asesina? —la alcanzó. Ambos estaban frente al enorme portón.

No lo miró —Bueno ese no es mi nombre de pila y tampoco mi apellido, pero si así lo prefieres. —tocó la madera siguiendo los relieves de las figuras talladas en ella; diseños con runas nórdicas antiguas, apreciando cada detalle con el roce de sus dedos sobre ellas. Volvió a tomarla con fuerza exigiendo una respuesta. —Soy Jade —dijo al mirarlo. Antes de que pudiera hablar ella continuó —y sí, yo soy la Asesina. —se soltó —Tenemos cosas que hacer, así que ¿vas a quedarte a hacerme preguntas o nos iremos?

Claro que tenía preguntas, pero también tenía razón debían irse; resignado continúo con la misión. El Capitán metió la llave en el cerrojo y la giró; la luz comenzó a salir de las ranuras de la puerta indicando que el portal estaba abierto, listo para que cruzarán.

—¿Sabes a dónde vamos? —sabía que irían a Midgard, pero no a qué lugar con exactitud.

Usar el portal requería de entrenamiento mental, una vez que la llave se insertaba, ya se debía saber a dónde se deseaba llegar. El pensamiento de la persona que manejaba la llave debía ser fuerte y sin ningún tipo de titubeó sobre su destino, ya que, si la duda llegaba a existir al momento de cruzar, la persona se perdería en un limbo tanto físico como mental.

Abrió el portón dejando ver solo luz —Por supuesto que sí. —cruzó con seguridad dejándola atrás, sin dudarlo ella lo siguió. Para poder seguirlo al mismo lugar, ella debía tener la mente en blanco, dejándose llevar por la energía de la persona que cruzó primero.

Al atravesarlo llegaron a la puerta de un cuarto de conserjería, Aiden se cercioró de que no hubiese nadie en el pasillo y así pudieran salir tranquilamente, cerraron la puerta tras de sí para poder sellar el portal

—¿Habías venido antes al mundo humano? —Él solo asintió sin intención de decir más sobre ello. Jade miró por una ventana observando todo e intentando ubicarse, lo que no tardó en hacer —¿Nueva York?, ¿en serio? —salieron del edificio y se posicionó a su lado —Habiendo muchos otros países, provincias y estados en este mundo, no se... —pensó —Michigan, Chicago o qué tal California. —caminaban por la acera.

Se detuvo en seco, ya con molestia reflejada en su rostro, la miró de frente —No me importa en qué país o es- ta-do estemos, solo quiero encontrar a Ian. —apartó la vista de ella.

Solo rodó los ojos —¿Y cómo quieres hacerlo? —él abrió su chaqueta y sacó de su bolsillo interior una pluma de colibrí y se la mostró.

—Él nos guiará. —acercó la pluma a su boca y en susurro dijo: «Quiero ver a mi primo, llévame a Ian».

En cuanto terminó de hablar sopló hacia la pequeña pluma para luego dejarla volar en el viento. La pequeña pluma comenzó a caer, pero Aiden puso la mano impidiendo que terminará en el suelo. Antes de que tocará su mano, la pluma comenzó a brillar y a soltar chispas de colores, está parecía querer explotar de tanta energía; de ese círculo de luces quedo un pequeño colibrí de hermosos colores que ya volaba alrededor del Capitán.

«Llévame a él.» Le pidió amablemente.

Los humanos no pudieron ver el hermoso espectáculo, pero si al ave. El colibrí comenzó a volar hacia una dirección en concreto, el ave ya sabía a donde ir y ambos lo siguieron sin dudarlo. El hechizo del colibrí no requería de mucha magia, sino de deseo o amor para poder crearlo y de la intensidad de estos sentimientos dependería la capacidad del animal para encontrar a quien se busca.

Los guio por las calles recibiendo miradas; ver un colibrí de esos colores en la ciudad y en temporada de frio era extremadamente raro. Sin importar quien los observaba, ellos continuaron caminando hasta que la pequeña ave se detuvo revoloteando frente a una cafetería de fachada roja y blanca.

«Gracias amigo.» El colibrí voló a su alrededor dejando un rastro de luces hasta apagarse.

A través de la puerta de cristal del local vieron a Ian sentado en uno de los taburetes azules junto a un gran ventanal. Entraron a la cafetería caminando directamente hacia la mesa donde se encontraba junto a una chica. Recibieron una que otra mirada de las personas en el lugar, caminaban con tanta seguridad que llamaban la atención, la gran altura de Aiden y el color de cabello de Jade no ayudaban; además de la extraña sensación que ambos irradiaban, era como ver la elegancia y ferocidad de un depredador, era esa extraña necesidad de ver esa aterradora belleza.

—¡Ian! —llamó el Capitán a su primo mientras llegaba a su mesa.

Reconocía esa voz, pero le pareció imposible que el dueño estuviera ahí, se giró para ver quién le llamaba. Al ver a su primo ahí parado junto a él, esperando que reaccionara, inmediatamente sonrió contento de verlo y se levantó.

—¡Aiden! —lo abrazó con fuerza.

—Me alegra verte primo. —Aiden terminó con el abrazo y lo miró aun sujetándolo —¿Cuánto paso? —Jade se mantuvo a distancia, observando la situación al igual que la acompañante de Ian.

—Un año. —respondió —Por favor —le señaló el taburete frente a ellos, invitándolo a sentarse y lo hizo olvidándose por completo de Jade, pero ella se encargó de hacerse ver.

Aiden tomó asiento y antes de acomodarse Jade lo empujó hasta la pared y así poder sentarse con ellos.

—Al ser quién eres, tu caballerosidad deja mucho que desear. —lo miró unos segundos antes de desviar la mirada.

—¿Quién eres? —Ian preguntó.

Jade se preparaba para contestar, pero fue interrumpida por Aiden

—No importa. —antes de poder hablar la mesera del lugar llegó para atenderlos.

—Hola, ¿desean ordenar algo? —se dirigió a los nuevos comensales en la mesa ya que tanto Ian como la chica tenían su comida.

Una rápida mirada a la carta bastó para Jade

—Una hamburguesa y una malteada de chocolate por favor —el Capitán la miró irritado —¡¿Qué?! Tengo hambre.

—¿Y para ti? —preguntó con una enorme y coqueta sonrisa.

Ignorando su coqueteo él hizo su pedido —Solo agua por favor.

Al irse la mesera, hubo un silencio incomodo, pero Ian lo terminó recordando que no estaba solo.

—Amm... Beth, él es mi primo Aiden. —lo señaló. —Aiden, ella es Beth... mi novia —los presentó.

Beth miró al chico sentado frente a ella, era visiblemente más alto que Ian; tenía el cabello negro; su rostro perfilado con mandíbula marcada; una mirada fuerte y penetrante, y sus ojos eran toda una maravilla que ella no podía dejar de ver.

Jade y Aiden la miraron estudiándola; probablemente una más que el otro. Su cabello era castaño realmente claro como la miel; su rostro tenía ese extraño gesto de permanente inocencia; sus ojos azules les daban más vida junto a sus mejillas rosadas; era más pequeña que todos en esa mesa, incluso comparándola con Jade.

—Mucho gusto. —dijeron Aiden y Beth al mismo tiempo.

Jade miró de Ian a Beth y agregó:

—Vaya, creí que por ser parte de la familia real respetarías más tu situación.

—¿A qué te refieres? —preguntó Aiden.

Beth sonrió divertida por su comentario

—¿Familia real? —preguntó a su novio.

Tomó aire —Cualquier Caído sabe que puede visitar su hogar cuando lo desee siempre y cuando ningún humano se involucre.

—¿De qué están hablando?, ¿es de algún video juego? —fue totalmente ignorada y sin ninguna intención de parte de Ian por aclararle la situación.

—¿Y? —el Capitán no entendía.

Jade lo miró como si fuera idiota.

—Beth, su novia, es una humana. —le hizo saber. Aiden los miró, pero Ian desvió la mirada.

—Aquí está su orden. —todo quedó en silencio. Dejó el pedido sin que nadie le pusiera atención, se quedó unos segundos ahí parada esperando algo, lo que solo desesperó a Jade, que lo único que quería era morder su hamburguesa —Si necesitan algo más háganmelo saber. —jugaba con su cabello intentando llamar la atención del Capitán.

Molesta respondió: —Sí, gracias —dijo con fuerza —ya te puedes ir. —no le quedó más que retirarse.

—Sabes que las relaciones con humanos dificultan las cosas para los Caídos. —su voz dejaba en evidencia lo molesto que estaba —En especial para ti. —se restregó las manos en el rostro —Ian, por los Guardianes ¿cómo se te ocurre? —se sentía frustrado —¿Acaso no pensabas en volver?, ¿no quieres ver a tu familia?

—Por supuesto que sí, pero... —miró a Beth que se veía pérdida con esa conversación, que para ella carecía de sentido, a diferencia de Jade que disfrutaba su hamburguesa mientras escuchaba su pequeña discusión.

—Ian, ¿de qué están hablando? —lo miró en busca de respuestas —¿Que está pasando? —se dio cuenta de que hablaban de cierta manera que parecía real para ellos.

—Hay que hablar. —Aiden los miró a ambos —A solas —pidió, levantó la mano hacia la mesera que llegó a gran velocidad —La cuenta por favor. —casi atragantándose Jade logró terminar con su comida.

Al salir de la cafetería ellos se apartaron de sus acompañantes.

—Quiero volver y poder pasar las fiestas con mi familia, pero también quiero estar con ella. —confesó y su mirada cambió, se quedó callado unos segundos —Quiero que venga conmigo o no iré. —amenazó quedando en silencio mientras se ponía los guantes.

Ya estaba frustrado debido a lo complicado que se había tornado la situación, cuando se suponía que sería algo sencillo. Tenía las mandíbulas apretadas.

—¿Qué tan importante es ella para ti? —fue lo único que dijo.

Él miró a su novia y sin dudarlo contesto: —Demasiado.

—¿Confías en ella? —Ian asintió —¿Lo suficiente para confiarle nuestras vidas? Y sabes a qué me refiero.

Ian tomó una gran bocanada de aire.

—Escucha, si ella ya lo supiera todo; la verdad de quién soy, de lo que soy —enfatizó —sé que guardaría ese secreto, incluso si por alguna razón ya no estuviéramos juntos, ella no diría nada. —debía convencer a su primo de que podía confiar en ella.

—¿Y no puedes decirle que vas a ir de visita? —hizo un último intento, pero Ian negó rápidamente. —Bien —aceptó resignado —A ella no le gustará. —miró a Jade que se mantenía a distancia de Beth. La humana moría de frío, pero su acompañante no parecía siquiera notarlo.

—¿Quién es ella? —quiso saber.

—Skander la contrató para protección. —podía ver en el rostro de su primo la confusión —Ella está aquí para cuidarnos y algo me dice que no le gustan los humanos. —se acercaron a ellas.

—Vamos a casa de Ian. —informó.

La asesina se giró hacia el tránsito.

—¿Dónde está tu auto?

—No tengo. —Jade lo miró sorprendida.

—¿Iremos a pie? —sus ojos se centraron en el Capitán casi sin poder asimilar la respuesta del desertor —¿acaso no le dan dinero?

—Sí, lo suficiente para que pueda vivir. Tiene que aprender a ganar dinero por su cuenta si lo que quiere es ser un humano más. —explicó.

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