La Clase 09 ©

By ILikeTheNightSky

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"¿Dónde está ella? - Preguntó Rosallie. -Ella... -decía Emily con pavor-, ella murió, Rosallie. -No -Rosallie... More

N° 1 Anes, Amanda
N° 2 Arriechi, Robert
N° 3 Barreto, Jesús
N° 4 Berroteran, José Miguel
N° 5 Coll, Carla
N° 6 Contreras, Santiago
N° 7 Da Silva, Adrián
N° 8 Díaz, Miguel
N° 9 Díaz, Oriannis
N° 10 Figueroa, Alejandro
N° 11 Graffe, Isaac
N° 12 Hernández, Omar
N° 13 Labrador, Cesar
N° 14/15 Leonardo/José Márquez
N° 16 Mendoza, María
N° 17 Mora, Ariadna
N° 18 Morales, Alfredo
N° 19 Nicieza, Ariadna
N° 20 Núñez, Andrea
N° 21 Núñez, Aurelio
N° 22 Ojeda, Emily
N° 23 Oquendo, Marian
N° 24 Pabón, Luis
N° 25 Piacquadio, Marena
N° 26 Quintero, Luis
N° 27 Ramírez, Laura
N° 29 Salazar, Janzu
N° 30 Scholtz, Antonio
N° 31 Sierra, Oriana
N° 32 Socal, Danira
N° 33 Sthory, Arturo
N° 34 Trillo, Fabián
N° 35 Veliz, Juan
N° 36 Vernice, Verona
N° 37 Zerpa, Rosallie
Epílogo

N° 28 Romero, Rosmaurys

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By ILikeTheNightSky

Las piernas de Rosallie y Andy parecían nudos mal amarrados debajo de la sabana de cuadros, sólo los pies estaban descubiertos por la gran manta. Ambos cuerpos desnudos estaban siendo cubiertos por solo una capa de sabana. La cabeza de Rosallie descansaba en el pecho agitado de Andy mientras él observaba el techo.

Rosallie no podía creer lo que había hecho. Esta no era ella. Ella era una chica reservada y no podía creer que había hecho tan apasionado y tan sucio en su propia casa, en su propio techo, con el chico que alguna vez odio.

Todo ese odio se había esfumado como el aire sucio se esparcía al abrir una ventana. Todo se había ido. Rosallie sentía como toda su anatomía estaba siendo tocada por Andy y no sentía vergüenza. Estaba esperando este momento por años, perder su inocencia por él era un sueño. Un sueño realizado, justo como lo esperaba.

— ¿Por qué no me dijiste que era tu primera vez? —Dijo Andy entre jadeos y no sonaba enojado, sino divertido.

— ¿Por qué habría de hacerlo? —Preguntó Rosallie con una media sonrisa e inclinó su cabeza para poder ver los ojos de Andy.

Ambos se observaron por unos segundos. Sus ojos oscuros eran la única claridad en la habitación, se había puesto la luna y ninguno se enteró. Eran dos faros brillando a través de una noche de insomnio. La dulce disposición de Andy y la amplia mirada fija de Rosallie hablaban. El tiempo no pasará volando, es como si se hubiese paralizado por sí solo.

—Te amo, Rosallie. —Dijo Andy en un susurro.

Rosallie se quedó anonadada. Este amor era traicionero, este camino era peligroso, y le gustaba. Su nombre le hizo eco en su mente.

—Yo también te amo. —Dijo Rosallie.

Una planta que se hallaba en la orilla de la mesa del computador de Rosallie cayó en el suelo. El sonido de la cerámica partiéndose era como un despertador de sus mutuos ensueños. Las luces del monitor comenzaban a parpadear y ambos se sentaron en la cama, Rosallie cubriendo sus pechos con la sabana observando la oscura habitación tratando de encontrar una silueta.

Andy sintió la mano de Rosallie tomando sus dedos. Su mano estaba helada que incluso Andy comenzó a sentir frio.

—Rosallie estás helada. —Dijo Andy.

— ¿Qué?

Andy observó como las dos manos de Rosallie estaban ocupadas sosteniendo la tela cubriendo sus partes privadas. Andy sentía como cada vello de su cuerpo se alzaba. Soltó esa mano misteriosa seguida de un grito y las luces iluminaron el lugar y la pantalla se apagó por completo. Todo había vuelto a la normalidad.

Algo le desconcertó a ambos. La puerta estaba manchada con sangre con la oración marcada en mayúscula. “¿Ya te olvidaste de mí?”. Quizás lo de ellos fue una obra maestra hasta que la destruyeron todo con unas garras llenas de suciedad y con el nombre de Kristen escrito por todas partes.

 ***

Verona se encontraba en su habitación leyendo el diario de Kristen en su cama. Estaba boca abajo apoyándose con sus codos para poder leer las escrituras. La letra de Kristen era oscura y ondulada, difícil de descifrar pero ya era algo normal para Verona, el leer mucho.

Había descubierto tanto en ese libro. Había descubierto la muerte de Laura en la página que estaba leyendo ahora.

Querido diario, hoy iba camino a la escuela caminando porque mi padre se reusaba a llevarme y mi madre debe de estar trabajando. En el camino me encontré con Laura persiguiéndome junto con otras chicas, creo que estaban Rosmaurys y Oriana Sierra. Las tres me gritaban cosas a mis espaldas. Escuche a Laura gritarme “Estoy harta de todas esas putas respirando mi oxígeno”. Me acorralaron contra una verja haciendo que las puyas se enterraran en mi piel aunque creo que no lo sabían. Me arrebataron todo lo que tenía en mi mochila y reprobé en las materias del día porque todo mi trabajo se lo llevaron ellas. Soy como un pedazo de papel roto tirado por ahí.

—Verona —gritó su madre desde planta baja evitando terminar su lectura—, baja a comer.

—Más tarde. —Gritó Verona y pasó la página.

Verona esperó un segundo grito pero nunca llegó. Continuó leyendo esa página a cada que leía cada palabra su expresión se asentaba más alertada. Era el mal que le había hecho ella a Kristen. Cerró el libro de golpe al leer todo el libro.

Se apartó del libro como si fuera un animal repugnante. Se sentó en la cama sin apartar la vista del cuaderno sellado, colocando sus brazos abrazando sus piernas. Sus ojos se comenzaron a llenar de lágrimas pero se inmutaba a brotarlas por sus mejillas.

Aún podía memorizar ese pensamiento después de todos esos días. Ese recuerdo la había perseguido desde la muerte de Amanda y pensaba que no iba a ser descubierta por Kristen. Su error.

—Lo siento —dijo Verona con la voz quebrada y no pudo desistirse. Las lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas—. Lo siento mucho.

Sabía que estaba siendo observada por Kristen y no le sorprendía. Tomó su teléfono que se encontraba a su costado y marco el único número que se sabía de memoria. Sabía que lo necesitaba en tiempos como estos.

Contestó la operadora después de tanta espera. Verona maldijo en sus adentros y se limpió las lágrimas con el dorso de su mano. Se levantó de su cama y tomó el chaleco negro que colgaba en el pobo del armario.

***

—Escucho el sonido de mi propia voz pidiendo que te quedes. —Dijo Rosallie apoyada en el marco de la puerta viendo a Andy en frente de ella, fuera de su casa.

Andy estaba a punto de irse, pero ambos no querían soltar la mano del otro. Andy sentía que esa era su casa. Sólo por estar Rosallie.

—No puedo —dijo Andy tambaleando la mano de Rosallie como si se tratara de una cuerda—. Aunque puedo quedarme si me lo pides.

—Lárgate —dijo Rosallie con una sonrisa. Había olvidado lo que era sentirse de esta manera. Tan esperanzada y añorada. Tan deseada—. Antes de que mi madre se entere de que dejé entrar a un chico a mi habitación.

— ¿Un beso de despedida?

Rosallie rió entre dientes y tiró de Andy acercándola a ella. Se colocó de puntas y tomó de la nuca acercando su rostro a la de ella. Andy tomó a Rosallie de sus caderas y sus labios se tocaron. Un beso era todo lo que ambos anhelaban desde hacía mucho tiempo. Todo lo que somos es piel y huesos los cuales están capacitados para llevarse bien.

Era la primera vez que Rosallie agradecía ser tan jodidamente pequeña y Andy alto. Rosallie sentía que sus pies no tocaban la tierra, sino el cielo. El paraíso eterno. Rosallie se separó.

—Te odio. —Le dijo con una sonrisa.

—Yo también te odio. —Le respondió Andy y esta vez le dio un beso corto.

—Fuera de aquí. —Dijo Rosallie riendo entre dientes.

—Adiós, novia. —Dijo Andy entonando más la palabra “novia”.

Rosallie quedó totalmente conmovida. No se esperaba algo como eso. Andy se alejó de la casa de su chica y escuchó como la puerta se cerraba detrás de él. Al terminar de cruzar la cera voy algo no muy peculiar y muy horrible.

Un chico de sobre peso se encontraba en la autopista. Marcas de cauchos se marcaban sobre su camiseta y su boca era extremadamente larga. Su mandíbula parecía quebrada y baba roja sobresalía por su comisura. Sus dientes torcidos estaban a la vista. Era Jesús Barreto. Su piel era gris pero lo que más le llamaba la atención a Andy era su gigantesca mandíbula.

Un coche atravesó el lugar entre Jesús Barreto y Andy. Al terminar de cruzar, Barreto se había ido. Andy sentía la sangre helada y caminó a grandes zancadas hasta su casa. En el camino no paraba de pensar en lo que había visto. ¿Un estudiante de la clase 09 y no Kristen? Le desconcertaba.

Al llegar a su casa se dirigió directamente a su habitación. Para su suerte sus padres no se hallaban en su camino. Cerró la puerta de su habitación detrás de él cuando creía que tendría tiempo para sí solo. Una chica rubia se encontraba sentada en el pie de la cama con una sonrisa.

— ¿Verona? —Dijo él frunciendo el ceño.

—Tú mamá me dejó entrar. —Dijo Verona y se acercó a Andy.

Tomó a Andy de sus hombros y le dio un tierno beso. Andy no lo disfrutó del mismo modo que ella y le dolió como el infierno. Separó a Verona de forma delicada mientras que ella lo observaba confundida.

— ¿Andy? —Preguntó ella.

—Verona —comenzó a hablar Andy tratando de buscar las palabras menos hirientes para decirle la verdad—, sólo te veo como una amiga ¿De acuerdo? Yo, lo siento si te hiciste una idea errónea pero no era mi intención.

Verona sentía como un nudo se formaba en su garganta. Sabía que eso se había ido hace tiempo y la magia ya no estaba ahí. Y ella podría estar bien, pero no lo estaba en absoluto. Se rompió como una promesa.

—Otra más de tu colección —dijo Verona observando sus manos. Las lágrimas se comenzaron a filtrar en sus ojos como hacía unos minutos—, eso es todo lo que siempre seré.

—Verona, por favor —dijo Andy. Sabía que iba a llorar pero no sabía cómo consolar a una mujer. Después de tantos años de romper corazones no sabía cómo tratar a una chica quebrada en frente de él—. En serio lo siento.

A Verona le gustaría ser su vieja yo otra vez, pero seguía intentando encontrarla. La Verona pasada hubiera terminado con él y no sentiría nada en lo absoluto. Nunca estará bien.

Todo lo que tenía miedo de que pasara, pasó.

—Soy una tonta —dijo Verona reteniendo las lágrimas—. Odio dejarme llevar por un maldito sentimiento.

—Si quieres grítame todo lo que quieras —dijo Andy tratando de calmarla—, haz lo que quieras.

—Ese es el problema, Andy —dijo Verona y con sus ojos humedecidos lo observó. El corazón de Andy se estrujó al ver a esa chica tan linda a punto de ser destruida—. Lo que quiero hacer es besarte hasta que tus labios se pongan rojos o sangran, lo último que suceda.

—Eso no podrá ser. —Dijo Andy negando con la cabeza.

—Me siento tan perdedora. —Dijo Verona con la voz quebrada—. Por dios. Te besé sin si quiera saberlo. Necesito tiempo a solas.

—Pero —dijo Andy antes de que Verona atravesara la puerta de la habitación—, ¿Qué era lo que me querías decir?

Verona ya no se sentí preparada para contarle esa clase de recuerdos. Cerró los ojos y vaciló por unos segundos. Los abrió de nuevo y esta vez las lágrimas ya no se encontraban en sus ojos.

—Ya no importa. —Dijo Verona y cerró la puerta detrás de ella.

Andy se quedó solo en su habitación y se sentó en el pie de la cama donde, anteriormente, se encontraba Verona. Entrelazó sus dos manos y se las llevó a su cabeza. Estar enamorado no era fácil y más si lo estabas de dos chicas diferentes.

***

Rosmaurys se paró en una silla y observó la soga que tendía en una de las tuberías oxidadas. Se encontraba en el sótano de su casa. Aprovechó que se encontraba sola en su hogar y decidió morir por su cuenta con la posibilidad de poner un pie en el paraíso antes que estrechar las manos con Kristen. Sólo un bombillo se encontraba encendido y la lavadora repiqueteaba de manera estruendosa.

Cerró los ojos mientras se colocaba la soga en el cuello. Respiró hondo. Se despidió de su familia y conocidos en sus pensamientos, incluso dejó una nota en la cocina diciendo lo mucho que sentía el acabar su vida.

Sin más, lanzó la silla para atrás y sentía como la soga impedía que el aire atravesara sus pulmones. Su cara comenzó a enrojecer perdiendo el oxígeno. Comenzó a agitar sus extremidades tratando de que ellas tocaran una superficie plana, pero estaba muy alto.

El tubo que pendía la cuerda cayó. Rosmaurys cayó en el suelo junto con el tubo a su lado, tomó aire poniéndose de rodillas y sustentándose de sus manos. Por un lado estaba aliviada de haber tenido otra oportunidad. Y por otro estaba totalmente aterrada porque sabía que Kristen no la dejaría ir de ese modo.

Se escucharon como gotas caía cobre el suelo. Rosmaurys solo levantó un poco la cabeza y vio como pies mugrientos y grisáceos se hallaban frente a ella. Mojados, al igual que sus piernas. Rosmaurys levantó más la cabeza y vio como u rostro conocido se hallaba viéndola a los ojos.

Oriannis.

Oriannis lo observaba con grandes ojos, como si sus parpados no se hallaran allí. Su piel estaba completamente azul y su cabello negro estaba mojado. Cada parte de su cuerpo estaba bañada y sus manos traían hongos debido a tanta humedad.

De la impresión, Rosmaurys se alejó de ella gateando hacia atrás. El miedo le impedía mover sus piernas. Oriannis aun la miraba neutra de una manera escalofriante con sus gigantescos ojos negros. Rosmaurys golpeó su espalda con la esperanza de que hubiera sido la pared, pero no lo era. Giró su cabeza y vio como un cadáver la observaba.

La chica de cabellos castaños la observaba como si su cuello hubiera sido fracturado. Un ojo guindaba fuera de su órbita como un clave a un bombillo. Su piel era grisácea como la de Oriannis. La cabeza de la chica era sesgada y esto hizo temblar más a Rosmaurys.

Se alejó también del cuerpo, que suponía que era Marian Oquendo. Gateó nuevamente a la pared más cercana sintiendo como pequeñas piedras se enterraban en la palma de sus manos.

Ambos cadáveres observaban a Rosmaurys sedientas de almas, pero ninguna se movió. El pecho de Rosmaurys se movía descontroladamente. Ambos cadáveres giraron la mirada donde se hallaba puro oscuridad. Rosmaurys observó a la misma zona que observaban ellas pero no había nada más que penumbra. Era un lugar donde la luz del bombillo no podía ser penetrado.

Rosmaurys vio como un rostro fue iluminado por la penumbra. No parecía un rostro sino una montaña de cabello negro y lacio. Marian y Oriannis observaban a la chica como si se tratara de una reina o algo muy preciado. Era Kristen con su largo vestido blanco. Se acercó a Rosmaurys y ella no tenía escapatoria.

Kristen se movía de forma tan lenta que hacía a Rosmaurys perder el control y llorar a cantaros. Gritaba pidiendo ayuda pero no era escuchada. Kristen se colocó de cuclillas mientras que las lágrimas de Rosmaurys aumentaban de intensidad. Kristen tomó la cabeza de Rosmaurys con sus manos llenas de mugres y sangres. Las uñas largas y filosas se clavaron en su cien y gotas de sangre cayeron por su cabeza.

Kristen abrió la boca de forma tan extrema que parecía que su mandíbula que había quebrado. Insectos de todo tipo salieron de su cavidad bocal arrastrándose por todo su cuerpo hasta llegar a la anatomía de Rosmaurys. Mientras lloraba y gritaba, varios insectos entraban a cada concavidad que se encontraba disponible, contando la boca, nariz, orejas y su parte intima.

Oriannis observaba como su amiga estaba siendo cruelmente tratada pero no le importaba, lo mismo hacía Marian, a excepción de su ojo. Gritos provocaban eco chocando con todas las paredes y el bombillo explotó.

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