N° 20 Núñez, Andrea

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Rosallie estaba acostada en su cama con las cobijas cubriéndole todo su cuerpo a excepción de su cabeza. Su laptop se encontraba encima de su abdomen, ella observaba el monitor con la esperanza de recibir un nuevo mensaje. Era de noche y las luces encendidas iluminaban la habitación, su alrededor era completamente blanco como la nieve que rodeaba los arboles en el exterior. Ella vio la esquina inferior derecha mostrando la hora. Eran las 10:01pm.

Rosallie liberó un suspiro. Sus manos de igual manera estaban cubiertas por la enorme manta. Su cabello era un pajar seco color carbón encima de las almohadas. 

En un movimiento de reflejo, ella vió la puerta de reojo y volvió la mirada a su laptop. Frunció el ceño. Comenzaba a crear una guerra entre ella misma por el hecho de haberle creído a Andy, de nuevo. Mentiras, de nuevo. No había ido a buscarla, era tarde. Sabía que llegaría lamentándolo y ella le creería de nuevo. Rosallie sabía que Andy era lo suficientemente orgulloso como para admitir que cometió un error, era un cobarde. Admitía que ambos no iban a funcionar así sea de amigos.

Las personas te apuñalarán por la espalda y luego te preguntaran por que sangras.

La puerta del baño se abrió y de ella emergió Verona envuelta en una toalla blanca y el cabello mojado.

—¿Has visto a Nicieza? —Preguntó la rubia mientras tomaba unas prendas del armario.

—No —habló Rosallie sin apartar la mirada de la laptop.

—Oye —Verona se detuvo y la vio por encima de su hombro—, ya Morales no existe, ¿Crees que Nicieza...?

—No —dijo Rosallie frunciendo el ceño. Ahora estaba muy frustrada como para pensar lo peor—. Debe de estar con Laura o Marian.

Verona tomó aire y asintió. Lanzó la toalla al suelo revelando su cuerpo de arena y colocándose una camisa ajustada color blanca con rayas rosadas junto con unos shorts color negro rebelando sus largas y delgadas piernas. Sus rodillas eran rosadas por lo nívea que era su tono de piel.

—Si, tienes razón —dijo Verona con una sonrisa amortiguadora.

La puerta recibió unos pequeños golpes. Rosallie saltó de la cama lanzando la laptop encima de la cama al igual que el cobertor revelando su vestido. Verona giró sobre sus talones para observarla, ese salto la había hecho estremecer. Era la primera vez que Verona encontraba a Rosallie con un vestido tan encantador. Se ajustaba a su figura y no era revelador. La parte de arriba eran lineas lilas mezcladas con el negro del vestido, mientras que en el volado era completamente oscuro con algo de brillos plateados.

—No sabía que Obama vendría de visita —dijo Verona con una voz burlona.

Se sentó encima de la cama para ver quién estaba detrás de esa puerta. Se cruzó de piernas observando como la mano de Rosallie se posaba en el pobo de plata.

Rosallie rió colocando los ojos en blanco y abrió la puerta. Las miradas de Andy y Rosallie se encontraron en cuestión de un segundo, ella abrió el pórtico de par en par revelando el nuevo huésped. Andy llevaba puesto una camisa de botones blanca y unos vaqueros. Su cabello negro siempre se encontraba desordenado, algo que lo hacía lucir siempre tan despreocupado.

—Hola —habló Rosallie con una sonrisa.

—Hola —respondió Andy de la misma forma.

—¿También te depilaste las cejas? —preguntó Verona fingiendo una gran impresión colocando sus manos en sus mejillas.

Rosallie giró su cabeza para verla por encima de su hombro mientras la asesinaba con la mirada. Volvió con Andy con una sonrisa torcida.

—Ella es Verona —reveló Rosallie con una sonrisa amortiguadora—, mi compañera de cuarto.

La Clase 09 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora