El lado rosa de la vida

By Natamarsol

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Constantine Clermont está decidido a enderezar la vida de su hermano menor, aunque eso implique encargarse... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 5
Capítulo 6
capítulo 7
Capítulo 8 (minicapítulo)
Capítulo 9
Capítulo 10 ( minicapítulo)
Capítulo 11
Capítulo 12-Final

Capítulo 4

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By Natamarsol

Dos noches después, Constantine apareció, en el bar , como cliente.

-Creo que voy a tomar el whisky que me ofreciste una vez - dijo sentándose junto a la barra.

-¿Estás bien? -preguntó Maddy mientras le servía.

-Sí, soy un Clermont después de todo.- respondió con sarcasmo. Madeleine le sirvió el whisky , luego le sirvió el segundo y cuando pidió más, se negó.

-No creo que emborracharte sea la solución - lo censuró .

-Es un lugar extraño para decirlo, soy un cliente en un bar que está pidiendo algo para tomar.

-Es mi bar, yo decido si te sirvo o no, si te quedas o te vas.

-¿Vas a echarme?

-No, puedes quedarte , pero sólo bebidas sin alcohol, té o café para ti- le dijo y luego durante un tiempo se distrajo atendiendo a otros clientes. Notó que él se había movido hacia una mesa y cada tanto le echaba una ojeada, pero había mucha gente y cuando volvió a verlo fue cerca de la hora de cerrar, estaba casi dormido sobre la mesa y completamente borracho.

- ¿Cómo sucedió esto?Te dije que no le sirvieras nada - le reclamó a su empleado.

-No lo hice, pero parece ser que compró las bebidas de otros clientes.

- Tanta inteligencia para nada, ahora está completamente perdido - aseveró mientras lo sacudía de nuevo sin que reaccionara.

-¿Qué haremos?

-Esperemos un rato , falta poco para cerrar quizás reaccione- resolvió pero sin mucha esperanza, no parecía que fuera a despertarse pronto. Cuando los últimos clientes se marcharon , volvió hacia él.

-¡Oye, Constantine! - le gritó, pero sólo recibió un pequeño gruñido por respuesta.

-¿Qué hacemos ahora? - preguntó su empleado y ella estuvo muy tentada de decirle que lo echaran a la calle, pero no podía.

-Ayúdame a llevarlo a casa - le pidió tras sopesar todas sus opciones, no podía enviarlo en un taxi porque ni siquiera sabía donde vivía, no podía dejarlo dormir allí porque se enfermaría, ni había a quien llamar. Además se sentía culpable de que él estuviese en ese estado.

-¿Estás segura? Apenas lo conoces.

-Tengo un bate y sé usarlo - respondió pero el chico se veía realmente preocupado - No te asustes, no es peligroso, tengo instinto para distinguir a los malos. Ayúdame - insistió y entre los dos cargaron a Constantine hasta afuera. Madeline cerró el bar y entre los dos lo arrastraron hasta su casa, que estaba junto al bar. De haber estado más lejos no hubiera sido tan buena samaritana, Clermont era alto y pesado, más cuando estaba casi inerte.

-¿Dónde? - preguntó el muchacho y se notaba que estaba dispuesto a dejarlo caer allí, en el umbral.

-En la habitación de Jon.

-¿Segura?

-Sí, es grande para el sofá y no lo dejaré en mi cama- dijo ella y su empleado siguió las indicaciones.

-Maddy, ¿de verdad no quieres que me quede aquí? Apenas lo conoces.

-Ve a casa, estaré bien, prometo llamar si algo sucede.

-De acuerdo- respondió no muy convencido y se marchó.

Madeleine fue hasta la habitación, acomodó un poco a Constantine, que había sido lanzado sobre la cama sin importar su comodidad, y lo cubrió con una manta.

Constantine se despertó con mucho dolor de cabeza, no recordaba donde estaba o qué había sucedido, hasta que la lucidez lo golpeó casi físicamente.Había bebido en el bar de la chica de pelo rosa hasta emborracharse, y no estaba acostumbrado a beber. Pero había necesitado anestesiarse, llevaba dos días sintiéndose mal, y necesitaba calmar el remolino en su interior. La revelación de Elliot lo había sacado de eje completamente, había trastocado su vida, antes se había sentido agradecido, ahora se sentía usado. Él había sido un sucio secreto para Jerome Clermont, jamás se había interesado por él, de hecho no recordaba haberlo visto antes del orfanato. Nunca había aparecido cuando su madre vivía, y de hecho dudaba que le hubiera brindado algún apoyo ya que apenas les alcanzaba para vivir ¿Y luego? ¿Por qué lo había buscado? ¿Culpa? Ya jamás podría preguntarle, pero al adoptarlo de aquella manera lo había tenido en sus manos, siempre. Él adoraba a Clermont, se sentía profundamente agradecido y hacía todo lo posible por complacerle, no había dado pasos en falso, era un buen chico, sentía que le debía eso. Era su salvador. Pero ahora estaba enfadado, no era su salvador, era su padre y era él quien estaba en deuda, y lo estaría siempre. Sí, era cierto que le había dejado la mitad de sus bienes, ahora entendía porque, incluso el día anterior había hablado con el abogado quien había terminado confesando que el vínculo era cierto, que él era un Clermont. Todo por lo que había vivido era falso y ya no había a quien reclamar, ese enojo, ese dolor se quedaría con él. Y Elliot era su hermano, su verdadero hermano, pero no quería pensar en eso ahora. No quería pensar en nada, por eso había terminado yendo al bar. Y ahora ni siquiera sabía dónde estaba. Se incorporó y todo le dio vuelta, tardó unos instantes en recuperarse, se sentó al borde de la cama, mientras intentaba pensar donde estaba, ¿en la cama de quién? ¿Cómo había terminado ahí? Al menos estaba vestido aún, eso parecía una buena señal. Miró a su alrededor, era una habitación masculina, los colores y los muebles así lo indicaban. Se levantó despacio y recorrió el lugar, había portarretratos y se acercó a mirar. Había un hombre, alto, corpulento con una niña flacucha y seria, había otras fotos donde se la veía mayor y sonriente, ahí la reconoció, era Madeleine. Había otras fotos, eran imágenes de graduación, una de secundaria y otra de la universidad ¿Había ido a la universidad? Sintió ruidos y se alejó de las fotos para salir de la habitación, ahora sabía dónde estaba, en la casa de ella. Se asomó despacio y la vio , parecía estar cocinando.

-Hola ...- dijo sin saber muy bien que decir.

-Buenos días, ¿te duele la cabeza?

-Sí - respondió escuetamente.

-El baño está por allí - le indicó- puedes lavarte, en el botiquín hay un cepillo de dientes nuevo, puedes tomarlo, luego ven a desayunar. Te preparé algo para la resaca.

Constantine dudó un instante, como si no supiera qué hacer, luego obedeció. Se lavó la cara y los dientes y regresó al comedor cocina donde Madeleine ponía la mesa.

-¿Cómo llegué aquí?

-Te trajimos con Mick, mi empleado. No sabía qué otra cosa hacer contigo.

-Gracias - respondió escuetamente mientras ella depositaba un vaso con algo verde delante de él.

-Es un batido especial, tiene jugo de vegetales, te ayudará con la resaca - explicó. No seas quisquilloso y bébelo, te hará sentir mejor. Después podrás comer algo, hice tostadas y unos sándwiches.

Él asintió y bebió obedientemente. Cuando terminó, ella se llevó el vaso y volvió con una bandeja con comida y unas tazas de café humeante.

-Puedes tomarlo ahora o en un rato. No deberías beber si te emborrachas fácil. Imagino que ya te sientes bastante mal así que te evitaré el discurso.

- Gracias, de nuevo - dijo tomando una tostada, estaba empezando a sentir hambre.

- Voy a ponerte en la lista negra de clientes- le respondió mientras bebía su café, eso hizo que Constantine recordara algo que había visto.

-Estudiaste en la universidad.

-Sí, digamos que me obligaron. Y hasta tengo un título, ¿qué te parece?

-¿Qué estudiaste?

-Menos mal que estás sentado, Constantine Clermont porque no vas a poder creerlo. Soy abogada - dijo y vio la cara de sorpresa de él- ¿No lo esperabas, verdad?

-No, yo creí...

- Eres una oda a los prejuicios.

-¿Entonces por qué diriges el bar?

-Hay muchas razones, porque era de mi padre, bueno del hombre que eligió ser mi padre en realidad, y yo quería resguardar su legado, también es mi forma de lidiar con el hecho de que él ya no esté. Y porque amo ese bar, fue mi salvación, no quiero verlo desaparecer - contó y él la miró interrogante, era obvio que quería preguntar muchas pero no se animaba -Pregunta si quieres.

-La habitación donde dormí era de él, ¿verdad? Había fotos de ustedes.

-Sí, era la habitación de Jon.

-¿Hace cuánto...?

-Dos años, murió hace dos años - respondió y se le estrujó el corazón, siempre pasaba, estaba acostumbrándose a qué siempre sería así.

-¿Y nunca trabajaste como abogada?

-Lo hice y aún lo hago, trabajo pro bono con una organización.

-Dijiste que el bar fue tu salvación, ¿por qué? - preguntó con curiosidad. Maddy no ocultaba su historia, tampoco la andaba contando a cualquiera, sin embargo el hombre que le preguntaba era alguien que aún estaba sangrando por sus heridas, así que aunque le costara no le molestaba mostrar sus cicatrices.

- Escapé de casa cuando tenía quince años porque mi padrastro abusó de mí, mi madre no me creyó, o mejor dicho me acusó a mí cuando el dije que me llevara a un médico y fuéramos a la policía, así que me fui...- dijo ella y se detuvo un momento para mirarlo. Estaba pálido.

-Yo...no tienes que contarme si no quieres, lo siento...yo...-balbuceó confundido, no había esperado aquello y no sabía que decir.

-Está bien, tiene final feliz. Porque aún cuando todo se derrumba hay lugar para los finales felices - dijo ella y continuó - Realmente no tenía a donde ir, ni a quien pedir ayuda, así que vagué por las calles hasta que se largó a llover. Era la madrugada y el único lugar que estaba abierto, era el bar, supongo que estaría por cerrar porque había muy pocos clientes. Entré y me quedé en un rincón, pero Jon me vio y se acercó, instintivamente retrocedí unos pasos y me acurruqué contra la pared. Me dijo que no podía quedarme, que era menor, que debía regresar a casa, le dije que no tenía donde ir, que me dejara quedarme hasta que pasara la lluvia. Me pidió que le diera información de mis padres, que los contactaría o si no debería informar a la policía. Para ese momento yo tenía en claro que no podía contar con mi madre, que jamás quería volver a ver al monstruo que vivía con ella y que nadie me creería, empecé a llorar y a decir que no podía volver, creo que gritaba, no recuerdo muy bien. Jon me pidió que me calmara, pero ya no podía, así que solté todo, dije que me habían violado que no podía volver, él se acercó a mí y me abrazó. Era muy alto y grandote, me envolvió como un oso, por lo sucedido yo no toleraba el contacto con alguien, pero aquello fue distinto, me sentí aliviada y segura, lloré hasta quedar agotada. Mis recuerdos no son muy claros, sólo sé que despidió a los clientes, que buscó una manta y me envolvió. "Tranquila, todo va a estar bien" dijo despacio y le creí. Luego hizo llamadas telefónicas sin parar, creo que usó todos los contactos que había hecho a lo largo de su vida, un rato después aparecieron una amiga asistente social, un amigo abogado y un par que parecían los reyes del bajo fondo. Esa noche me quedé allí, la amiga de papá, Clara, cuidó de mí y logró que yo le diera información sobre mi madre. Al día siguiente, me informaron que podía quedarme allí. "Serás mi hija", declaró Jon y así fue. Un año después logró mi adopción, nunca sabré qué hilos movieron todos juntos, pero lograron que mi madre cediera mi custodia, que yo no tuviera que verla e incluso un par de años después mi padrastro fue preso aunque no por lo que me había hecho a mí, sino por otros delitos que tenía en su haber. Él lidió con lo peor de mí, con mis miedos, con las pesadillas, con la depresión, él me salvó. Me dio un hogar, amor, tratamiento psicológico y apoyo cada vez que me caía, me prestó a su grupo de amigos motoqueros que me acompañaron a mi primer día en la escuela para que yo no estuviera intimidada, me dio educación, me obligó a tener un título universitario para que me defendiera en la vida, fue amable pero amenazador cuando traje un novio para presentárselo, le dejó en claro que debía tratarme bien. Me enseñó a no tener miedo. Fue mi padre porque eligió serlo y porque yo lo elegí.

-Yo, no sé qué decir. Lo siento.

-¿Por qué?

-Por ser un idiota la primera vez que te vi. No deberías aguantar a ningún imbécil por el resto de tu vida - dijo con sinceridad porque no encontraba qué más decir. Había visto las fotos en la habitación, había visto a la jovencita que había sido, y había visto como había florecido. La había prejuzgado sin saber su historia.

-Sí , fuiste un idiota. Intenta no serlo en el futuro y evita que deba cargarte borracho. Y no siempre podemos elegir lo que nos pasa, pero sí cómo seguir. Sé que necesitas tiempo, pero aunque mintió y fue horrible, tu padre te mantuvo a su lado. Fue una basura cobarde, pero fue por ti. Y tal vez con Elliot puedan empezar de nuevo.

-Creo que debo irme ya.- dijo porque aún se sentía muy confundido sin saber qué hacer con su propia vida, pero sabía que no podía causarle más molestias a ella. No lo merecía. Y tampoco sabía que decirle, se había conmovido con lo que le había contado, se había enojado con la injusticias, se había alegrado de que encontrara a alguien como Jon, hasta se había sentido orgulloso de ella, de que sobreviviera.

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