Cicatrices

By writermelons_

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"-Tengo mil problemas con esta mierda. Para empezar, yo no soy una de esas... Una de esas animadoras con mini... More

Cicatrices
"Este es el vestuario de las chicas."
"Lo estás haciendo mal."
Es ella... Ella ha vuelto.
Gracias.
Debería retrasarme más a menudo.
Gran fiesta y grandes revelaciones. (I)Flashback.
Sólo somos amigos.
Malas semanas.
Te gusta demasiado la velocidad.
Aunque no lo creas, yo también lo extraño.
Por favor, cena conmigo.
Baile navideño.
Te quiero, Kat.
Cada uno conoce sus límites.
No hace falta que digas nada.
Aunque yo espere por ella, no quiero que ella espere por mí.
¿Ya te vas?
La echas de menos.
¿Novios?
Confía en mí.
Amigos
No puedes irte, no otra vez.
Feliz cumpleaños, Kat.
Hasta los huesos

Gran fiesta y grandes revelaciones. (II)

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By writermelons_

Remarcó la línea de agua de sus ojos con negro, y se pintó los labios de rojo oscuro, casi negro. Acabó de atar sus botas de punta de acero y recogió su cazadora de cuero, la que le regaló Jerry cuando cumplió quince. Estaba un poco raída, pero le gustaba ponérsela cuando salía con él. Bajó los escalones de dos en dos hasta que se topó con una de las figuras femeninas que más odiaba. Su hermana Stacy.

-¿A dónde vas, Katherine?

-No te importó entonces y ahora mucho menos. -salió de casa y dio un portazo.

Jerry estaba apoyado en el coche, sonriente.

-¡Anda, si has sido puntual!- dijo la chica soltando una carcajada, y se acercó al ford.

-Te sorprendería lo que soy capaz de hacer por ti.-Jerry apartó la mirada y se metió en el coche rápidamente.

¿Qué significaba eso? No tenía claro quién era Jerry últimamente, era alguien diferente, más ¿cariñoso? ¿comprensivo? ¿reponsable? No estaba segura, pero desde luego no le defraudaba en absoluto esa nueva parte de él. Tampoco tenía claro qué eran ellos dos. Porque sí, pasaban tiempo juntos, y sí habían estado muy cerca, como ¿algo más que sólo amigos? Y le gustaba aquello. Pero tenía la duda de qué eran exactamente juntos. Sabía que Jerry no era un chico de una sola chica, y también sabía que nunca había tenido una novia. A lo mejor estaba con ella sólo para pasar el tiempo, y luego volver a ser amigos, cosa que, aunque no admitiera, la decepcionaría mucho. Decidió dejar de pensar en tonterías y posibles etiquetas, y subió al coche. Ellos eran eso, ellos.

Jerry conducía rápido, pero firme, llegaron a la casa del lago en apenas diez minutos. A pesar de que habían aparecido pronto, el lugar ya estaba lleno de adolescentes cargados con botellas o vasos con el tamaño de sus cabezas. Marcus estaba a la puerta cargado con barriles de cerveza que movía de un lado a otro.

Jerry miró a Kat fijamente y la chica decidió bajarse del coche.

-Quizás... A lo mejor no ha sido buena idea venir, Kat. -el chico cerró la puerta del ford.

-¿Y eso por qué?

-Esto está infestado de niños de papá, nena.

-Pensé que ese argumento me iba a importar, pero creo que he llegado a un punto en el que pase lo que pase en este pueblo me resbala.

-Bien entonces.

Jerry aceleró el paso y se puso al lado de la chica.

-Oye, ¿sabes si viene Caleb?- el chico formuló la pregunta para callar el silencio que ella había impuesto.

-Me dijo que sí, aunque últimamente le veo poco.

Entraron en la casa y no conocían a nadie, de alguna manera los adolescentes que había en aquella habitación se quedaron en silencio. La gente los miraba y comentaba algunos rumores sobre Jerry.

-¿Y esto es una fiesta? Estos hijos de Jean Paul Gaultier no tienen ni puta idea de cómo divertirse.- la voz de Kat inundó la habitación y Jerry comenzó a reírse. La multitud balbuceó algo sobre la chica, nadie estaba en condiciones de discutir. Ryder puso de nuevo la música y todo volvio a la normalidad, bueno la normalidad que puede haber en una fiesta.

° ° ° ° °

Se terminó de arreglar rápidamente, habían sido los cinco minutos más tranquilos del día. Tara llevaba toda la tarde con su hermano y su prima en casa. No paraban de armar. Eran como dos bichos que no paraban de moverse de un lado para otro. Cameron, su hermano pequeño, acababa de irse a dormir a casa de un vecino que era su nuevo amigo del cole.

Había conseguido calmar a la pequeña Melanie, poniéndole los dibujos en la tele, mientras ella se intentaba poner un poco decente. Había elegido un vestido negro, ceñido de cintura para arriba y unos tacones del mismo color. Los ojos oscuros y en los labios un tono carmín claro. No era mucho de ponerse maquillaje, pero era su primera fiesta, y no tenía mucha idea de cómo iría la gente.

Melanie seguía viendo la tele, y Tara no paraba de dar vueltas por el salón con su móvil en la mano. Su padre se había ido de madrugada por un problema de negocios de última hora, y le prometió que llegaría a tiempo para cuidar a su prima y que ella pudiera ir a la fiesta.

Pero pasaba el tiempo y el teléfono no sonaba. No sonaba. No sonaba. De repente el ruido del timbre la sobresaltó y fue corriendo hacia la puerta. La abrió rápidamente, y formó una notable expresión de disgusto en su rostro.

-Vaya, no te alegras de verme tanto como la última vez.-Saludó Caleb, entrando en la casa.

-No... O sea sí... Es que estoy esperando a mi padre. No puedo dejar a mi prima sola, ¿sabes? Mierda... Vete tú tirando, si quieres... Cogeré un taxi.

-No tengo ninguna prisa, Hayle. Espero contigo.-El chico se sentó en el sofá al lado de Melanie. La niña apartó la mirada de la televisión y la centró en él.

-Hola, yo soy Melanie.-La niña le estendió una mano, para presentarse formalmente.

-Encantado, Melanie. Ayer no nos presentaron, yo soy Caleb.-El chico estrechó la diminuta manita de la niña.

-Sí, lo sé. El novio de Tara.-La niña los miró a ambos con una sonrisilla malvada, alzando sus cejas.

-Melanie, es hora de cenar.-Tara asesinó a su prima con la mirada, mientras la cogía en brazos y la llevaba a la cocina. Caleb las siguió.

Tara sentó a la niña en una silla y cuando iba a sacar la cena de la nevera el móvil comenzó a sonar.

La chica salió de la cocina para atender a la llamada, dejando a Caleb y Melanie retándose con la mirada en la cocina.

-Tengo hambre.-Se quejó la niña.-Dame la cena porfi.

-Espera un momento que vuelva Tara, yo no sé dónde está...

-Tercera balda de la nevera a la derecha. Hay una bandeja con unos filetes que Tara hizo antes. Deberías saber dónde guarda tu novia las cosas en su casa.

El chico prefirió ignorar la mención a Tara y sacó la comida de la nevera. Echó uno en un plato, y cortó la carne en la mesa bajo la atenta mirada dela niña.

-Gracias.

-De nada, ahora cómete la cena rapidito, duendecilla.-El chico se rió mientras contemplada a la niña con su gorro verde de duende.

-Caleb.-La niña le habló cuando terminó de masticar uno de los trozos de carne.

-¿Hmmm?

-¿Quieres jugar al escondite con Tara y conmigo después de cenar?

-Me encantaría, Mel. Pero tu prima y yo tenemos una fiesta esperando. Otro día, ¿vale?

-¿Lo prometes?

-Por supuesto.

De repente, la chica entró en la cocina hecha una furia.

-Era mi padre. No llega hasta mañana.-Dijo enfadada.-Siento haberte hecho esperar para nada, Caleb...

-Bueno, fiestas habrá muchas. Pero al escondite hace mucho que no juego.

Tara se sorprendió por la afirmación del chico y alzó una ceja, mirándolo.

-Caleb me ha prometido jugar conmigo al escondite.-Sonrió Melanie, abrazándose a uno de los brazos del chico.

-¿Enserio?-Tara lo miró y él sonrió con su implacable sonrisa, asintiendo.

-¡Te la quedas, Caleb!-La niña lo apuntó con su dedo índice.-Tienes que contar hasta cincuenta en el sofá.

Caleb se levantó de la silla y salió de la cocina pasando al lado de la chica.

-Gracias.-Le dijo Tara, cuando salía por la puerta en dirección al salón.

° ° ° ° °

No le gustaban las fiestas, demasiados excesos, todo lo contrario a Mona, adoraba salir por la noche y marcar su territorio con sus bonitas piernas de animadora. A veces le parecía que no eran lo suficiente para salir juntos, pero ni de coña le estaba engañando con Mike. Eso era ridículo. No sabía si Scar estaba celosa o no, pero sabía que mentía. Mike era su amigo desde los siete, nunca haría algo así, y Mona fue su primer beso, su primera novia, el pilar en el que se apoyaba, definitivamente no.

Dejó todos sus pensamientos de lado y decidió aparcar el coche en frente de la casa.

-¡Alan, tío, te he llamado mil veces! ¿Dónde coño te metes?- Sean apareció de la nada, con un botellín de cerveza en su mano derecha.

-Lo siento, se me ha ido la hora.

-¿Vienes solo?

-Mona ya está aquí, ¿no?

-No, he ayudado a Ryder a preparar todo y no la hemos visto, bueno vendrá en cualquier momento.

En dos segundos un vaso de vodka llegó a las manos de Alan y se encontraban en la cocina.

-¿Y tú no habías quedado con una chica?- al formular la pregunta, Alan se apoyó en la encimera.

-Se supone que si... Pero me temo que no va a venir. Habíamos quedado hace una hora.

-Lo siento, tío. -Sean se encogió de hombros y forzó una sonrisa.

° ° ° ° °

Después de unos cuantos bailes y unas copas que le había traído Jerry, Kat se encontraba en el porche fumando un cigarro con el chico. Caleb le había mandado un mensaje diciéndole que al final no iría. No le había dado muchas explicaciones, pero le había asegurado que mañana quedaría con ella, hacía mucho tiempo que no pasaban una tarde juntos. Últimamente quedaba con Jerry, y Caleb con aquella chica, Tara.

-¿Qué, entramos?-preguntó Jerry, apagando su cigarro contra la barandilla de madera.

-Vete a buscar un par de cervezas, yo voy al baño, ahora vuelvo.-Kat lo imitó aplastando el cigarro.

La chica entró en la casa y atravesó el gran salón abarrotado de gente sudorosa que bailaba y bebía. El baño estaba ocupado. Se dio la vuelta para sentarse en las escaleras a esperar, y se sorprendió al descubrir a una chica sentada en ellas. Parecía de primer curso, a medida que se iba acercando a ella, le parecía más pequeña. Inmediatamente se sintió identificada con ella.

-Hey, ¿Cuántos años tienes?-Kat se sentó a su lado y le sonrió.

-Ehm, trece.-La niña parecía tímida.

-¿Qué haces aquí?¿Con quién has venido?

-Con mi hermanastro, me ha dicho que me quedara aquí.

-¿Aquí? ¿Sola?

-Sí, ¿son así todas las fiestas?

-No he ido a muchas... Levanta. No puedes estar aquí, eres muy pequeña. ¿Cómo se llama tu hermano?

-Ethan. Hermanastro. No soy tan pequeña. Todo el mundo me trata como si fuera una niña.

-Vale, mira, vamos a buscarlo y luego me discutes tu edad y esas cosas.- la pequeña se levantó de mala gana e indicó a Kat el lugar donde se encontraba él. Se acercaron a un chico alto que estaba en el equipo de fútbol. El supuesto Ethan se giró cuando Kat le dio un golpe en la espalda con su dedo índice. -Tú. Llévatela de aquí.

-¿Perdón?

-Que te la lleves, capullo.

-No le hago caso a mi madre, te lo voy a hacer a ti, no te jode.

-Tiene trece años, a esa edad tú te comías el pegamento.

-Vete a tomar por culo un rato, tía.

-Vale, te lo diré de otra forma.- Kat sonrió mirando al suelo, e incó su rodilla derecha en la entrepierna del chico. -Mira, gilipollas, o te llevas a esta chica a tu puta casa o te dejo estéril delante de todo el instituto. -La multitud se centró en el chico de pronto, Kat soltó una carcajada mientras el chico se encogía del dolor.

-¿Pero tú quién coño te crees, eh? -aparecieron otros dos chicos, uno moreno y alto y otro con el pelo más claro y unos centímetros más bajo.

-¿Pero es que aquí nadie tiene cerebro? -el chico alto alzó la mano dispuesto a pegarle una bofetada a la chica, cuando otra mano lo frenó.

-Yo que tú, tendría las manos quietecitas en los bolsillos, colega. -Jerry apareció de la nada, con su tranquilidad de siempre.

-Y viene aquí el gallito de turno...- el chico bajo le propinó un puñetazo a Jerry, que se mantuvo en el sitio, y se lo devolvió. Kat continuó gritándole a Ethan y diciéndole que se llevara a la niña. Los dos chicos del equipo de fútbol continuaban peleándose con Jerry. El alto acabó en el suelo, vio que le sangraba la nariz y decidió alejarse.

-¡Peleas como mi hermana!- espetó el más bajo.

-Entonces...-Jerry sonrió de lado, y le dio una patada en las costillas, y empujándole contra la pared. El chico cayó en la tarima y Jerry sonrió con suficiencia. -Ten cuidado con tu hermana.

Kat sonrió a la pequeña y se acercó a Ethan de nuevo.

-Más te vale llevártela antes de que acabe con el equipo entero.

Ethan asintió. La gente comenzó a murmurar y a ayudar a los chicos que habían sufrido la derrota mientras Jerry agarró a Kat por el brazo y la empujó hacia fuera, más allá del aparcamiento.

-¿Se puede saber qué demonios haces?- la sujetó por los hombros con gesto serio.

-¡Jerry!

-¡¿Te das cuenta de que te podían haberte reventado a hostias si no hubiera aparecido?!

-¡Tenía trece años! ¡¿Qué clase de narcisista dejaría entrar a una niña en una fiesta como esta?! -el chico miró al suelo y suspiró.

-¡Eres una puta cabezota! ¡No es tu problema!

-¡¿Me estás diciendo que no importa que metan a una niña donde hay más droga que gente?!

-¡Joder Kat! ¡Hay otros métodos diferentes a pegarle una patada a un gilipollas en la entrepierna!

-¡Pues este es mi método!

-¡Pues es una mierda!

-¡Me lo dice el que nunca se ha peleado con nadie! ¡El hijo bueno de papá! ¿No es eso, Jerry? ¡Tú nunca le has pegado un puñetazo a nadie! ¡Tus cicatrices son maquillaje! ¿No? ¡Es que no tienes ni puta idea, Jerry!

-¡¿Sabes qué?! ¡Tienes razón! ¡No tengo ni puta idea de qué cojones se te pasa por la cabeza para que le pegues una patada a un tío en los huevos porque te apetece!

-¡Había traído a su hermana pequeña!

-¡¿Y qué?!

Kat se sentó en el suelo y apoyó la cabeza en sus rodillas. Jerry quería decírselo, quería decirle que lo sabía, que la entendía, que comprendía que aquella niña le recordaba a ella misma, pero no podía, las promesas se cumplen. Se sentó junto a ella.

-Siento no ser como todos queréis que sea.- la chica apoyó su cabeza en el hombro de él.

-¿Aburrida? Al final me gustan tus ataques de bipolaridad, son entretenidos.

-Jerry.

-Lo que intento decirte es que... Que no seas tan impulsiva, ¿vale? Bueno, que no seas impulsiva a veces, ya sabes, no me van las monjas, pero tampoco me gustan las que están llenas de golpes por meterse en asuntos que no son suyos. -tras un silencio incómodo, Jerry se icorporó y le tendió su mano derecha a la chica. -Mmm... Creo que es hora de irnos.

° ° ° ° °

Alan se sentó en el capó de su coche. Había llamado a Mona tantas veces que había perdido la cuenta. Llamó de nuevo. "Hola, estás en el contestador de Mona Campbell, probablemente esté haciendo algo importante, o quizás no, ¿quién sabe? Pon un mensaje después del bip, muack". Empezaba a preocuparse. Echó un vistazo a los coches que había aparcados. Cogió su botella de cerveza y se paseó entre todos ellos, intentaba despejarse de alguna forma. Había uno con las intermitencias encendidas. Se acercó al vehículo con pase firme, y en seguida lo reconoció. Era el coche de Mike, en el que habían ido a tantos sitios juntos, en el que habían cenado muchas veces, el coche que él mismo había conducido tantas ocasiones, un coche tan reconocible como las personas que se hallaban en su interior. Mona y Mike. Contempló la escena por un segundo, no podía continuar con esa traición ante sus ojos, miró al suelo, salió corriendo de allí. Y de repente cayó en la cuenta de que ni siquiera ellos le habían traicionado, sino que había sido él, el que había sido tan sumamente estúpido de dejarse traicionar por las dos personas en las que más confiaba delante de sus narices, culpa suya por haber sido tan vulnerable e inocente como siempre.

Se sentó de nuevo en el capó de su coche y acabó su cerveza, observando la escena tan deprimente que se presentaba ante sus ojos.

° ° ° ° °

Jerry y Kat caminaban hacia el coche cuando se toparon con Alan Carter.

-¡Scar! ¡Tengo que hablar contigo!- el chico se acercó y miró fijamente a Kat.

-¿Ahora tienes que hablar conmigo? ¿Después de decirme que soy una mentirosa que solo busca meter mierda entre la pareja debut del instituto? No, gracias, hoy estoy menos hundida que de costumbre, no me hacen falta tus insultos.

-Scar. Necesito decirte algo y...

-Te he dicho que no, Carter. Me la suda tu vida.

-Por favor...

-¡Joder Carter! ¿Cuántos litros de alcohol has bebido?

-No los suficientes.

-Oye, te ha dicho que no quiere hablar...- Jerry dio un paso adelante hacia el chico.

-¡Tú no te metas! ¡¿Vale?!

-Pide un taxi, y vete por donde has venido, anda.

-¡¿Y si no me da la gana?! ¡¿Y si quiero hablar con ella?! ¡¿Qué pasa?! ¡¿Vas a llamar a tu mafia o algo así?!

-¡Que dejes en paz a mi novia de una puta vez! ¡No quiere hablar contigo! -tras decir estas palabras se avergonzó de sí mismo y tragó saliva, intentó no mirar a la chica, su orgullo esta vez había fallado.

-¡Eres un completo capullo! ¡¿Cómo te pueden gustar tipos así, Scar?! -Alan respiró hondo y le pegó un puñetazo a Jerry.

-¡Carter para!- Kat intentó detenerle pero Alan volvió a repetir el mismo movimiento, hasta que Jerry se defendió. -¡Parad los dos! ¡¿Tenéis tres años?!

-¡Solo quiero hablar con ella!- a Alan le sangraba la nariz.

-¡Que no quiere hablar contigo, niñato! -Jerry le pegó de nuevo una patada y el otro chico cayó al suelo de rodillas, tosiendo, aunque en pocos segundos se levantó de nuevo, y le propinó el último golpe a Jerry, que lo tiró sobre la acera.

-¡Carter!- Alan salió corriendo, y Kat se arrodilló ante Jerry.-¿Estás bien?

-Sí... Estaba mejor hace unos minutos... Sí, sí estoy bien. -el chico se levantó y se llevó la mano a su pómulo, y más tarde a su ojo.

-Estás sangrando. Es asqueroso.

-Vaya, gracias.

-¿Tienes botiquín en el coche?

-No... ¿Sabes conducir?

-De pena. ¿No estás en condiciones de hacerlo tú mismo?

-Te recuerdo que tu compañero de clase alias el quarterback me acaba de pegar un puñetazo en el ojo derecho, y no, no veo una puta mierda por un ojo.

-Está bien. Vamos allá. Apóyate en mí.

-Las piernas van bien, no hace falta que uses esa excusa para que te abrace.

-Te debería dejar aquí, en medio de la calle, sangrando de un pómulo y tuerto.

-Me reiría pero ese capullo me ha dado una buena hostia en la tripa.

Caminaron hacia el ford, y por primera vez en su vida, Jerry se sentó en el asiento del copiloto. Kat lo imitó y giró la llave en el contacto.

-Ponte el cinturón, te advierto de que soy mala.

-Vamos no debes ser tan mala. - Kat dio marcha atrás casi haciendo zig-zag. -¡La intermitencia!

-Mierda, lo había olvidado, la gente utiliza estas luces sí.

-Intenta que lleguemos sanos y salvos a la taberna.

-Ando en ello.

Llegaron a su destino en media hora, un poco menos de lo que ambos habían esperado. Jerry sacó las llaves y abrió la puerta metálica.

-Fred se acaba de ir... El botiquín está detrás de aquella estantería.

Kat se acercó al sitio indicado mientras el chico se sentó encima de la barra.

-Con un poco de alcohol es suficiente.

-¿Qué dijiste antes?

-Que Fred no está... Que el botiquín estaba detrás de...

-Antes de todo eso. Antes de la pelea. -Kat mojó algodón en alcohol y lo acercó suavemente a la cara del chico, cuyo primer impulso fue contraer los músculos de su cara.

-Escuece. No me acuerdo de lo que dije.

-Me pareció oír... Pensé... Por un momento creí que habías dicho que yo era tu novia.- aproximó su cara a la de él y le miró a los ojos.

-Puede que dijera eso.- la chica volvió a empapar el algodón, y acercó su rostro aún más.

-Habría estado bien que lo hubieras dicho.

-¿Te habría gustado?- Jerry sonrió de lado.

-Me gustó que dijeras que yo era tu novia.

Jerry la besó posando sus manos a los lados de la cara de ella, y bajándolas hasta la cintura. Se incorporó y se puso de pie junto a ella.

-Bueno, creo que es hora de que te lleve a casa, tu novio ya no está tan tuerto.

° ° ° ° °

-Uno, dos, tres, cuatro...-La voz de Melanie era lo único que se escuchaba en la casa.

Llevaban jugando un buen rato al escondite. Tara se había escondido detrás del sofá, de las cortinas, en la ducha... había recorrido toda la casa, menos... Dió un brinco y se dirigió silenciosamente hasta un pequeño trastero debajo de la escalera que daba al segundo piso. Sólo lo utilizaban para guardar la lavadora. Abrió la puerta en la oscuridad y entró rápidamente chocándose con alguien.

-¿Caleb? Ay.-La chica se quejó frotando su frente con la mano, donde se había estrellado contra el pecho de él.

-Shh.-El chico la miró con su dedo índice sobre los labios indicándole silencio. Alargó su mano libre por encima del hombro de Tara y cerró la puerta de la pequeña habitación, si a eso se le podía llamar habitación.

Era un espacio muy pequeño, además estaba la lavadora, y los instrumentos de limpieza, por lo que casi no había hueco para los dos. Estaban pegados, pecho con pecho. Tara con la espalda en la puerta, y Caleb en la máquina.

-Cuarenta y nueve...¡Cincuenta! ¡¡YA VOY!!-Su prima chilló en el salón, anunciando que había terminado de contar.

Tara comenzó a sudar. Hacía mucho calor allí dentro, y a la temperatura había que añadirle el hecho de que estaban pegados.

-Hac...-La chica fué interrumpida por Caleb, que le tapó la boca con su mano rápidamente. Acercó su cara a la de ella.

-No querrás que nos pillen, ¿no?-Susurró el chico en su oreja. Tara negó con la cabeza.-Caleb retiró su mano, y volvió a su posición inicial.

La chica lo observó. Era muy alto, comparado con ella. Y eso era raro, porque Tara siempre había sido una chica de gran estatura, y estaba acostumbrada a lidiar con amigas mucho más bajitas.

Pero él le sacaba una cabeza, y eso era...raro, pero a la vez le encantaba.

Levantó la cabeza con disimulo y lo miró a la cara, se sorprendió al comprobar que él la estaba mirando y se puso nerviosa. Se frotó las manos e intento moverse, pero estaban demasiado apretados.

Se volvieron a mirar, esta vez no apartó ninguno la mirada. Ambos podían ver los ojos del otro iluminados en la oscuridad. Él tenía un mechón de pelo rebelde que le caía por la frente, chocando con su ceja izquierda. Tara alzó su mano derecha y se lo retiró despacio, recreándose mientras miraba sus ojos.

El chico se acercó más a ella (si eso era posible) y la presionó contra la puerta. Ya no estaban nerviosos, esa no era una tensión incómoda. Tara se sostenía únicamente por la presión del chico y la puerta. Jugueteó con algunos mechones de la nuca del chico, mientras ambos se ¿acercaban? Simplemente se estaban dejando llevar. Caleb acarició la mejilla de la chica acercándose cada vez más.

-¡PILLADOS!-La puerta se abrió de golpe, y Tara que estaba totalmente apoyada en ella cayó al suelo de culo.

Caleb reaccionó rápido y le tendió su mano con una sonrisa.

Hoooooola, por fin, nuevo cap, lo sentimos, nos cuesta mucho arrancar.

CADA DÍA SOMOS MÁS Y EL FANGIRLEO ES REAL.

Muchísimas gracias por leernos y por los votos y los comentarios, son muy importantes para nosotras, en serio. Beeeeeeeeeesos ♡♡♡

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