Cuando los ángeles merecen mo...

By tormentadelluvia

51.9K 4K 337

Mi único propósito es informar sobre el trastorno bipolar, las pérdidas de personas muy cercanas y la depresi... More

Sinopsis
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
El final

Capítulo 20

811 73 11
By tormentadelluvia

No puedo escribirte siempre sobre buenos momentos, ¿sabes? No puedo pretender que aquí está todo bien, que yo estoy bien, que tú estuviste bien.

Parecía que aquel día era el mejor día del mundo. No lo digo porque fuese así, lo digo porque el cielo estaba soleado sin que ninguna nube lo cubriese. El cielo era celeste, tan celeste, que se contrastaba con el universo. Era una temporada de otoño, que normalmente siempre lloviznaba, ¿recuerdas?

Ese día, el clima era espléndido.

En los noticieros no dejaban de decirlo.

Pero después de todo, el día no terminó siendo tan espléndido.

Tenía dieciséis años. Y tú tenías doce. Te habías tomado tu medicamento, uno que no recuerdo su nombre. Tantos nombres de drogas y píldoras que debías tomar regularmente era exasperante hasta para mí.

La cuestión era, que el medicamento te había dado un efecto secundario. Estabas muerta de sueño. Mamá no dejaba de decir que resistieras, que era un gran momento familiar para salir a pasear e ir de compras.

Tú te esforzaste por mantener los ojos abiertos, pero te quedaste dormida. Te llevé a la cama en brazos, te tapé hasta por encima del cuello y planté un pequeño beso en la sien de tu cabeza. La expresión en tu rostro era relajada, no podía evitar sentir admiración por ti, todo lo que habías hecho para atravesar aquellos caminos que amenazaban con hacerte sangrar.

Cuando bajé hacia el piso inferior, mamá y papá me miraron con sorpresa.

—¿Dónde está Clementine? —habían preguntado.

—Se quedó dormida.

Mamá estaba enojada. No contigo. Con los medicamentos. El psicólogo que te los había recetado iba a recibir un gran sermón en la próxima sesión.

No te perdiste de nada aquel día, Clementine, porque todo lo que hicimos fue fingir estar felices entre la multitud y comprar cosas que jamás iban a ser de gran utilidad.

Me había esforzado por sonreír, realmente lo había intentado. Todavía, en aquellos tiempos, éramos una familia que fingía estar feliz.

Fingíamos que todo estaba en orden.

Y cuando volvimos a casa, todo era un caos.

La verdad es que yo no recuerdo el estado de la casa. Yo te recuerdo a ti, tirada en el suelo. Mechones negros brillantes de tu cabello estaban a tu alrededor. Algunos parecían haber sido arrancados por la fuerza, otros con la tijera que yacía inerte a tu lado. Tenías un corte irregular en tu cabello, algunos rincones exhibiendo tu cuero cabelludo con círculos perfectos. Luego vi la posición de tu cuerpo. Tenías las rodillas pegadas al pecho, la cabeza escondida entre las piernas. Pero tus brazos... tus brazos se desplazaban a tus costados.

Un tajo perfecto en cada brazo, desde la parte donde comienza el antebrazo hasta la muñeca, líneas perfectas en forma vertical. El corte en tu brazo izquierdo lucía más inclinado que el derecho, porque tú eras zurda. No habías podido hacer la línea tan perfecta con tu brazo derecho.

La sangre era una estela oscura que te rodeaba. Casi habías muerto desangrada. Los medicamentos nuevos que te habían recetado no habían funcionado. Se suponía que te estabas recuperando, se calculaba que menos dosis de droga te iba a mantener controlada, porque se creía que eso era suficiente. 

Nunca te habías recuperado, nunca lo ibas a hacer.

Llegar al hospital fue la cosa más lenta y dolorosa que jamás tuve que soportar. La ambulancia era inútil, jamás llegaba. Estabas inconsciente, pálida, tan pálida como una hoja de papel.

Parecía que la espera nunca terminaba.


En aquel momento, sentía que el mundo era maldito, el clima se estaba burlando de nosotros, porque el sol brillaba aún más que antes. En las películas, los momentos más tristes eran acompañados por un clima feo, con nubes grises y lluvia torrencial. Pero no, aquel día, el sol se reía de ti.

Y de mí.


Cuando los médicos por fin te habían atendido, nosotros tuvimos que esperar por horas hasta que nos comunicaran que todavía seguías perdiendo sangre, que debías recuperarla rápidamente o ibas a morir.

El grupo sanguíneo de mamá y papá no te correspondía. Por lo tanto, ellos no podían donarte sangre, porque no eran compatibles. Yo sí podía.

No recuerdo cuántos litros me habían quitado. Pero le había dicho a las enfermeras que sacaran lo que pudieran, porque mamá me había llenado de comida ese día. No sabía si eso tenía algo que ver con que tuviera más sangre corriendo por mis venas o no, pero estaba atónita y en estado de shock para ser consciente de lo que decía. Lo único que quería era que mi sangre llegase a ti y te salvara la vida cuanto antes.

 

Mi sangre había hecho un gran trabajo. Ante esto, nos permitieron verte y fue doloroso. Pero tú seguías con vida. Tu aspecto me aceleraba el pulso, tenías sombras oscuras rodeando tus ojos, los labios y las mejillas que siempre estaban llenas de color ruborizado estaban blancos, pálidos y sin vida. Quebradizos. Nuestros padres estaban parados al lado de la camilla, mirando a la enfermera y al doctor que les indicaba las condiciones de vida que tenías, lo que había ocurrido, lo que se podía hacer al respecto. Comenzaron a preguntarles sobre cosas, decir palabras que encubrían a lo que en realidad querían referirse; «padres irresponsables». Papá se había dado cuenta de ello, por eso estaba rojo como un tomate de la rabia.

No me importaba lo que ellos hablaran. Un pitido estruendoso me zumbaba en los oídos. Escuchaba el sonido de mi respiración, y los sonidos de tu corazón en el monitor.

Pip... Pip... Pip... Pip...

Parecían lentos, débiles, como si estuvieran reflejando lo mal que lo estabas pasando. Me senté a tu lado, tratando de respirar con normalidad.

Hasta que abriste los ojos.

Se suponía que tú estabas adormecida, que te habían dado una gran dosis de anestesia para que pudieras descansar. Quise abrir la boca para decirlo en voz alta, pero me quedé en silencio. Lo que tus ojos reflejaban me dejó sin aliento.

Tus ojos parecían oscuros y llenos de súplica, con una mezcla de terror y locura. Brillaban demasiado, habías abierto tus ojos de color esmeralda de par en par. Percibí algo frío en mi muñeca. Eras tú. Me sostuviste la muñeca con fuerza, con tanta fuerza que la sangre no me circulaba correctamente. Tu piel estaba fría, fría como la muerte. Se me aceleró el corazón, tan rápido, que parecía que el monitor reflejaba los latidos de mi corazón.

Pero no, eran los tuyos.

Pip. Pip. Pip. Pip. Sonaban rápidos y ligeros.

Nadie se daba cuenta. Mamá y papá seguían concentrados en la conversación que entablaban con el doctor.

Arrastraste mi mano hacia ti. El pecho me subía y bajaba con violencia. No parpadeaste en ningún momento.

Apoyaste mi muñeca en tu pecho. Bajaste los dedos hacia mi mano, obligándome a rodear tu cuello. Presionaste. Presionaste mi mano en tu garganta.

Abriste la boca. Soltaste un gran gemido que se intensificó con las voces de mamá.

Dijiste algo. No pude entenderte, no logré comprender lo que estabas tratando de pronunciar con tus labios agrietados por la sequedad.

Pero sabía perfectamente lo que decían tus ojos. 

Querías que te estrangulara.

El terror que sentí en aquel momento, no se puede comparar con ningún sentimiento similar que haya sentido en la vida. El espanto, el pánico que corría por mis venas, parecía de hielo, me dolían las venas por el hielo que corría por ellas.

 

—Mátame —susurraste con un gran esfuerzo.

«Te lo suplico», decía tu mirada.


Continue Reading

You'll Also Like

281K 28.1K 46
[LIBRO 1] No respires cerca de él. No lo mires a los ojos. No le preguntes por su collar. No busques las razones. Es él, la imagen de la perfección m...
79.9K 4.9K 18
LIBRO TRES DE LA SAGA ÁMAME. Summer ha estado enamorada de Nikolai desde que tiene memoria, ella siempre ha estado consciente de que nunca pasaría a...
Nobilis By YinaM

Science Fiction

352K 32.2K 68
En un régimen estable, donde la calidad de vida es alta y la guerra es solo un mito de antaño, Aletheia es una adolescente a puertas de un compromiso...
70.3K 3.6K 52
Eva, una talentosa fotógrafa en ascenso, y Jase, un apuesto modelo, se cruzan en una fiesta caótica donde Jase, tras beber en exceso, cuenta con la i...