Compañeros | Completa

By NonoHache

2.5K 202 257

Tras sobrevivir a su propia ejecución y al ataque de un dragón, Ahrin descubre un emocionante secreto sobre s... More

~ Nota de la autora ~
Capítulo 1: Carrera Blanca
Capítulo 2: Jorrvaskr
Capítulo 3: Sangre de Dragón
~ Paréntesis #1 ~
Capítulo 5: Túmulo del Hombre Polvoriento
Capítulo 6: La Forja Inferior
~ Paréntesis #2 ~
Capítulo 7: La Mano de Plata
Capítulo 8: La maldición de Hircine
Capítulo 9: Las brujas de Glenmoril
~ Paréntesis #3 ~
Capítulo 10: Venganza
Capítulo 11: La tumba de Ysgramor
Capítulo 12: Compañeros
~ Impresiones y comentarios ~

Capítulo 4: Cachorro

141 12 24
By NonoHache

Han pasado casi cuatro meses desde que me marché de Carrera Blanca, y a pesar de que solo estuve allí día y medio, la he echado de menos. Más concretamente, Jorrvaskr. Es el primer hogar que tuve en Skyrim. Y la verdad, después de pasar tanto tiempo en un monasterio en lo más alto del mundo, rodeada de nieve, frío, sin casi ver el sol y con la única compañía de ancianos mudos, incluso agradezco la mirada de asco que me lanza Njada en cuanto cruzo la puerta de Jorrvaskr. Están todos ahí, como si estuvieran esperándome. Supongo que los guardias les habrán avisado. En Carrera Blanca las noticias vuelan.

- ¡Ahrin! - exclama Ría, corriendo hacia mí.

Aunque me alegro de volver a verla, el abrazo que me da delante de todos los miembros del Círculo hace que me muera de vergüenza. Le doy un par de palmaditas amistosas tratando de soltarme. Aela avanza hacia mí y Ría me suelta y se aparta.

- Bienvenida – me dice la Cazadora. - Teníamos fe en que lo conseguirías.

- Gracias – respondo con amabilidad.

Aela es solemne y solitaria. No habla mucho, pero es respetuosa. No dice nada más, pero solo con esa frase ya me ha dicho tanto o más que Ría con su abrazo. El siguiente en venir es Farkas.

- Me alegra verte de una pieza. Has sido valiente. Bienvenida.

Y, de nuevo, me da la espalda y se marcha. Sonrío. Farkas sigue igual. Los siguientes en venir a hablar conmigo son Torvar y Athis, y Ría se une a nosotros. Todos empiezan a preguntarme por mi viaje, qué criaturas he visto, si he matado a algún otro dragón, qué me han dicho los barbas grises... La verdad, deseo que alguien me saque de ahí. Solo quiero ver a Kodlak y descansar. Miro en todas direcciones, buscando a alguien que interrumpa esta avalancha de preguntas. Skjor está sentado en la mesa con cara de aburrido, mirándome, pero sin intención de venir a ayudarme. Farkas y Aela se han marchado. Njada parece divertida por la situación tan incómoda que estoy pasando. Y luego, apoyado en la pared, está Vilkas, también mirándome. Le lanzo una mirada de auxilio. Me parece verlo medio sonriendo. Para mi alivio, se separa de la pared y se acerca a mí.

- Está bien, dejadla respirar.

Mis compañeros obedecen y dejan sitio a Vilkas, que se para enfrente de mí.

- Bienvenida, cachorro – me saluda.

Tuerzo el gesto en una mueca.

- No se te ha olvidado el mote, ¿eh?

Él sonríe con los ojos.

- Kodlak te espera - me informa.

Asiento y enfilo hacia las escaleras. Al no notarlo detrás de mí, me giro.

- ¿No vienes?

No es una pregunta, es una invitación. Vilkas me mira largamente y veo agradecimiento en sus ojos. Sin decir una palabra, me sigue. Avanzamos en silencio por el pasillo de los dormitorios hasta las dependencias de Kodlak. Como siempre, me espera sentado a la mesa, leyendo un libro. Levanta la vista cuando nos oye entrar.

- Bienvenida, Ahrin – me saluda. - Te hemos echado de menos.

- No estuve aquí ni un día... - murmuro.

- Pero eres de los nuestros, eso es suficiente como para echarte en falta. ¿Cómo ha ido tu viaje? ¿Eres el Sangre de Dragón?

Le miro a los ojos.

- Sí.

Hay un largo silencio. Ni Kodlak ni Vilkas dicen nada, y yo tampoco veo la necesidad de hacerlo. Además, no sé qué decir.

- Te lo dije – dice Kodlak. - Que lograrías grandes cosas.

- Es una gran responsabilidad – digo.

- Es un don, no una maldición – replica Kodlak, y noto un deje de melancolía en su voz. - En eso tienes suerte.

Asiento.

- ¿Has informado al Jarl? - me pregunta, y su voz ya no suena nostálgica.

Vuelvo a asentir.

- Bien. Entonces deberías descansar. Vilkas te acompañará a tu cuarto.

Hago una leve inclinación de cabeza y salgo de allí. Caminamos en silencio otra vez. Miro de reojo a Vilkas, parece que está sumido en sus propios pensamientos. Me siento un poco incómoda, así que decido hablarle:

- Gracias por los consejos que me diste, me fueron muy útiles.

Él sigue sin contestarme. Está claro que no tiene ganas de hablar. Bajo la cabeza y sigo caminando en silencio. Tengo ganas de preguntarle por aquel entrenamiento que me prometió cuando me fui, pero me parece que no es el mejor momento. Parece que algo le carcome, así que decido quedarme callada. Cuando llegamos frente al cuarto de las chicas, Vilkas se detiene a un par de metros de la puerta.

- Córtate el pelo – me dice.

Me quedo sorprendida por el comentario. Es cierto que me ha crecido el pelo en este tiempo, pero no entiendo por qué debería cortármelo.

- ¿Por qué? - le pregunto.

- Si vas a entrenar conmigo, el pelo largo te resultará un inconveniente.

Se me ilumina la cara.

- Entonces, ¿vas a entrenarme? - pregunto, contenta.

- Te dije que lo haría, ¿no?

Sonrío.

- Mañana al alba, en el patio – ordena. - Con el pelo corto.

Asiento.

- Ahí estaré.

- Descansa, cachorro – se despide.

Sonrío ampliamente a su espalda. Intento controlar mis emociones cuando estoy frente a él, mostrarme disciplinada y respetuosa, pero cuando no me ve, mis expresiones me delatan. Doy un par de saltitos de alegría, y entro en la habitación. Me lavo y me cambio de ropa, y después subo al comedor para comer algo. Athis, Torvar y Ría se me acercan para escuchar el relato de mi viaje. Los tres parecen realmente interesados. Incluso Njada, sentada algo más lejos, presta atención aunque finja no hacerlo. Cuando anochece, el cansancio me obliga a levantarme de la mesa la primera.

- Ría, ¿puedes hacerme un favor? - pregunto.

- Claro, ¿cuál?

- ¿Me puedes cortar el pelo?

Ella me mira un instante y luego sonríe. Es una sonrisa misteriosa, que sé que guarda algo escondido.

- Claro – acepta.

Regresamos a la habitación. Me siento en una silla y Ría se coloca detrás. Me pasa los dedos por el pelo para desenredarlo y lo deja caer al otro lado del respaldo. Entonces oigo las tijeras, y el crujir de mi pelo al encontrarse con la hoja.

- Así que Vilkas va a entrenarte – comenta.

- ¿Ya te has enterado?

- Las noticias vuelan en Jorrvaskr.

Hago un gesto. Tiene razón.

- ¿Estás contenta? - me pregunta.

- Sí – respondo con honestidad.

Puede que Ría sea la única persona de Jorrvaskr con la que pueda ser completamente sincera. Poco a poco voy notando como el peso del pelo disminuye y, al cabo de un rato, mi amiga me informa que ha terminado. Me tiende un pequeño espejo y me miro. Vuelvo a tener el cabello, de un castaño claro, a la altura del cuello, sin llegar a tocar los hombros, como cuando llegué hace unos meses. Mis ojos, de un dorado intenso, me devuelven una mirada cansada. Ayudo a Ría a recoger los mechones de pelo del suelo y, cuando terminamos, no puedo evitar bostezar.

- Deberías descansar. Mañana te espera un día duro.

- Sí... - sonrío, y las dos nos metemos en la cama.

Las sábanas me reciben con un abrazo, y siento que en cuanto cierre los ojos, caeré profundamente dormida. Sin embargo, antes de hacerlo, escucho a Ría hablar.

- Además, puede que mañana te lleves una sorpresa.

- ¿Por qué? - pregunto.

- Ya lo verás.

En cualquier otro momento, hubiera insistido. Puede que con otra persona no, pero sí con Ría. Sin embargo, estoy tan cansada que me siento incapaz de hacerlo y me duermo casi al instante.

Abro los ojos temprano, sin necesidad de que nadie me despierte, acostumbrada ya por los días pasados en Alto Hroghar, y me sorprendo de no encontrar a nadie en la habitación. Estaba segura de que no vería a Njada, pero me extraña no ver tampoco a Ría. No le doy demasiadas vueltas, puede que esté desayunando o que haya ido a una misión. Me pongo la armadura de acero que me dio Aela y subo rápidamente a desayunar algo antes de ir al entrenamiento. Un par de bollos de canela con un vaso de leche es suficiente. Me levanto y voy hacia el patio. Sin embargo, antes de salir, escucho a Njada hablar con Aela.

- He oído rumores... sobre ti y Skjor.

- Y si quieres seguir conservando las orejas, fingirás que no lo has hecho – le advierte Aela.

Njada se encoge de hombros y se aparta. La Cazadora me lanza una mirada, consciente de que las he oído, pero yo aparto la mía y salgo de allí antes de que decida amenazarme a mí también. Nada más salir al patio, veo a Vilkas. Está apoyado en el muro de piedra, junto a las dianas de tiro con arco, esperando. Avanzo hacia él, impaciente por empezar.

- Buenos días – saludo, sonriente.

- Te veo con energía - comenta.

Sonrío levemente, tratando de contenerme.

- De acuerdo, empezaremos en un minuto - me informa Vilkas. - Falta alguien.

Eso me desconcierta y arrugo la frente.

- ¿Quién...?

- ¡Ahrin!

La respuesta viene antes de que pueda acabar la pregunta. De las escaleras de la Forja de Cielo aparece Ría, cargando con dos mandobles. Tiene una sonrisa en la cara, la misma que hasta hace un momento tenía yo. Llega hasta nosotros y me ofrece uno de los mandobles.

- ¿Qué...? - empiezo.

Pero, de nuevo, Ría no me deja terminar la pregunta.

- Vilkas también me va a entrenar a mí. ¿No es estupendo?

Sonrío. Pero no es una sonrisa sincera. Debería alegrarme pero, por algún motivo, no lo hago. Supongo que creía que Vilkas solo iba a entrenarme a mí. Al fin y al cabo, antes de irnos, me dijo que era especial.

- Coge el mandoble, cachorro – ordena Vilkas.

- No me llames cachorro – murmuro casi para mí misma, cogiendo el mandoble que me ofrece Ría con mala gana.

Él frunce el ceño. No estoy muy segura de si me ha oído o no, o de si ha entendido lo que he dicho, pero me da igual. Hace un momento estaba contenta de que me entrenara, pero ahora mismo desearía estar de vuelta en Alto Hrothgar.

***

El primer entrenamiento es sencillo. Vilkas nos pone a ambas a practicar movimientos con el mandoble, para acostumbrarnos a su peso y ganar velocidad. Ría pone entusiasmo, está realmente feliz. Yo, en cambio, no. Debería estarlo, pero me siento estafada. Y no puedo evitar que mi cara lo demuestre. Hago todo lo que Vilkas me manda, pero de mala gana. Al final del día, Vilkas nos manda a Ría y a mí que peleemos entre nosotras para poner en práctica lo aprendido. Nos quita los mandobles y nos da unos de madera, pero que pesan prácticamente lo mismo. Aso la empuñadura con ambas manos y me pongo en guardia. Ría parece divertida.

- Venga Ahrin, atácame tú – me ofrece.

No me lo pienso demasiado. Alzo el mandoble de madera sobre mi cabeza y lo descargo sobre ella, pero Ría interpone el suyo y logra parar mi estocada. Hacemos distancia.

- Vale, ahora voy yo – dice ella.

Pero antes de que pueda atacarme, le atesto un golpe lateral. Ría no logra detenerlo del todo y el golpe la hace desequilibrarse.

- ¡Ahrin! - se queja.

El hecho de ganarle en el combate me sienta bien, hace que se me pase el enfado, así que vuelvo a lanzar otro golpe, está vez acompañado de un giro sobre mí misma para que vaya con el doble de fuerza. A Ría no le da tiempo de pararlo ni de esquivarlo, por lo que lo recibe y cae al suelo con un gemido de dolor.

- ¡Ya basta! - ordena Vilkas.

Me detengo y le miro.

- Es una pelea de entrenamiento – me reprende, con voz y ojos serios. - Atacar y defender.

- He atacado – replico.

- Pero no defendido – responde Vilkas.

Va hacia Ría y le ofrece la mano. Ría la toma y Vilkas la ayuda a levantarse. Aparto la mirada, incapaz de verlos.

- Es suficiente por hoy – dice Vilkas. - Nos vemos mañana.

Tiro el mandoble de madera al suelo y me dispongo a entrar de vuelta al salón, pero Vilkas me llama.

- ¡Cachorro!

Me giro con ojos furibundos.

- Quieta ahí.

Siento la rabia correr por mis venas, pero me paro en el sitio. Ría pasa a mi lado hacia el salón y me mira con preocupación y tristeza, sin entender mi comportamiento. Cuando desaparece dentro de Jorrvaskr, Vilkas habla.

- ¿Qué te pasa?

- Nada – respondo secamente.

- Algo te ha enfurecido. Ayer irradiabas entusiasmo y hoy lo único que irradias es rabia.

- Estoy bien – miento.

Vilkas me mira.

- Eres miembro de Los Compañeros, y lo que nos hace compañeros es la confianza. No me lo digas si no quieres, pero no me mientas.

No digo nada.

- Puedes irte.

Me doy la vuelta sin decir nada.

- Pero ten en cuenta una cosa - añade Vilkas.

No me giro. Él habla igualmente:

- El hecho de que seas Sangre de Dragón no te hace mejor ni peor que Ría.

Ese comentario sí que me hace girarme hacia él.

- Tú dijiste que era especial.

- Y lo eres – dice Vilkas. - Pero ser especial no significa ser mejor.

Frunzo el ceño. Esas palabras me dejan clavada en el sitio, pensando. Vilkas me sortea y entra de nuevo en el salón. Suspiro, tratando de tranquilizarme. No sé qué me pasa. Debería estar contenta de poder entrenar con Ría, es mi amiga. Pero algo dentro de mí tiene celos. Si soy el Sangre de Dragón, debería tener ciertos privilegios. Soy la única persona de todo Skyrim que puede matar dragones, eso debería bastar para tener derecho a un entrenamiento selecto. Pero Ría, ¿qué es ella? Nada.

Para cuando quiero darme cuenta, ha empezado a atardecer. Las sombras del muro se alargan y me alcanzan los pies. El mandoble de madera sigue tirado en el suelo. Lo recojo y lo coloco en su soporte, junto al mandoble que ha utilizado Ría. Entro en Jorrvaskr, voy a mi habitación, me lavo y me cambio de ropa. Subo al comedor, solo para encontrarme a Vilkas y Ría sentados juntos, conversando. Se me hace un nudo en el estómago. No quiero presenciar esa escena, así que salgo del salón y me dirijo a La Yegua Abanderada.

Me siento en uno de los taburetes de la barra y pido un vaso de aguamiel. Puedo pagarlo. En mi viaje a Alto Hrothgar, hice algún que otro trabajillo y me gané unos cuantos septims. Me bebo el vaso prácticamente en dos tragos, y pido otro. Cuando me lo sirven, noto una presencia a mi lado y una voz conocida habla.

- Ese lo pago yo, Hulda.

Me giro y veo a Torvar. Lleva un pichel de cerveza en la mano y parece que no es el primero. Hulda, la tabernera, asiente y se aleja para dejarnos tranquilos.

- Bienvenida a mi mundo – dice Torvar.

- ¿Tú mundo? - repito. - ¿Cuál? ¿Bardos y cerveza?

- Celos y cerveza.

Torvar da un trago a su pichel y yo me quedo contemplándole. ¿Celos? ¿Celos de quién? ¿De Ría? Imposible.

- No sabes lo que dices - murmuro.

- Lo sé muy bien – asegura Torvar.

- Estás borracho.

- Por eso digo la verdad. Por eso y porque soy un Compañero.

- Ya...

Doy un trago de aguamiel. Torvar no me quita la mirada de encima.

- ¿De verdad no te das cuenta? - pregunta.

- ¿De qué?

- De que estás celosa.

- No estoy celosa - afirmo.

- Entonces, ¿por qué atacaste a Ría?

- Era una pelea de entrenamiento.

- ¡Venga, Ahrin! ¿Me vas a decir que no estabas cabreada en ese momento?

- ¡Tú qué sabes!

- Claro que lo sé. A mí me pasa lo mismo.

Me separo el vaso de aguamiel de los labios y le miro. Él asiente. Suspiro.

- Bueno, vale, sí, tienes razón – cedo, y Torvar hace un gesto de "ves cómo tenía razón". - No me ha gustado nada que Vilkas nos entrenase a las dos. Soy el Sangre de Dragón. Esperaba un entrenamiento personal.

- ¿Sangre de Dragón? - repite Torvar, y actor seguido rompe en carcajadas.

Le miro, al igual que la mitad de la clientela de la posada. Me da un poco de vergüenza. Pero más importante que eso, no entiendo por qué se ríe.

- Ese no es el motivo, y tú lo sabes - dice Torvar entre carcajada y carcajada.

- ¿Qué otro motivo puede haber?

Torvar sigue riéndose. Le miro, algo mosqueada. Entonces, de repente, empieza a toser: se está atragantando.

- ¡Torvar!

Le doy varias palmadas en la espalda, tratando de ayudarlo. Al cabo de unos segundos, Torvar deja de toser, se limpia la boca y me mira.

- Sí que eres un cachorro... - murmura.

Y cae en redondo al suelo, inconsciente.

Me toca cargar con un inconsciente Torvar de vuelta a Jorrvaskr. Al cruzar la puerta, me topo de bruces con Skjor. Nos contempla a los dos. No dice nada, pero su mirada habla por él. Ahora mismo, no somos más que un par de niños tontos y borrachos. Gracias a Dios, Athis acude en mi ayuda, y entre los dos cargamos a Torvar hasta su cama. Cuando vuelvo a mi habitación, me encuentro a Ría sentada en el borde de la cama. Parece sumida en sus propios pensamientos. Al verme, levanta la mirada. Yo se la aguanto un segundo, pero luego la aparto y, sin decir nada, me meto en la cama.

***

Los siguientes días, semanas y meses son parecidos. Ría y yo seguimos entrenando con Vilkas. Con el tiempo, nos acostumbramos a los mandobles y llegamos a pelear entre nosotras usándolos. Poco a poco, voy controlando mi rabia, y soy capaz de mantenerla a raya en los entrenamientos, pero en la habitación y en mi tiempo libre, evito hablar con Ría. No me siento cómoda en su presencia. Siempre suelo verla hablando con Vilkas, y eso me quema por dentro.

Por suerte, hay temporadas en las que no tengo que preocuparme por eso. Farkas y Aela han empezado a mandarnos misiones. Farkas nos manda dar lecciones a ciertas personas del Llano, personas que han molestado a los ciudadanos. No matar, pero sí dar alguna que otra paliza. Aela, en cambio, nos ordena cazar animales que aterrorizan a los habitantes de Skyrim. Un día, escuché a Ría decirle a Vilkas que había matado a un gato sable. Al cabo de una semana, ella me escuchaba a mí decirle a Vilkas que había matado a una bruja cuervo.

Sin embargo, la monotonía empieza a pasarme factura. A ojos de todos, yo sigo siendo un cachorro. Y Vilkas no parece tener intención de permitirme dejar de serlo.

- ¡Otra vez!

Descargo el mandoble sobre Ría, y ella para mi estocada. Rápidamente, me ataca de vuelta, pero hago distancia y esquivo el golpe. Sin perder tiempo, vuelve a atacarme. La esquivo. Me ataca. Me agacho. Me ataca. Detengo el golpe. La ataco. Detiene el golpe. Vilkas nos observa en silencio, con los brazos cruzados. La ataco. Me esquiva. Me ataca. Detengo el golpe. La ataco. Pierde el equilibrio.

- ¡Vilkas!

La voz nos hace detenernos, tanto a Ría como a mí. Es Skjor. Vilkas nos mira.

- Seguid – ordena.

Y avanza hacia Skjor. Me gustaría quedarme mirando, pero Ría me ataca de nuevo y no me queda más remedio que continuar luchando. Pero no por mucho tiempo, pues Vilkas me llama.

- ¡Cachorro!

Al principio me molestaba que me llamara así, después me gustaba, porque me hacía especial. Después volví a odiarlo. Ahora ya me he resignado. O acostumbrado. Pero me gustaría que, por una vez, me llamara por mi nombre. Como hace con Ría.

Dejo de pelear y le miro.

- Skjor quiere verte.

Abro los ojos como platos. ¿Skjor? ¿A mí? Si me odia.

- No le hagas esperar - me aconsejo.

Miro a Ría, pero ella únicamente contempla algún punto del suelo. Desde hace tiempo, es como si no hubiera amistad entre nosotras. Dejo el mandoble en su soporte y me apresuro a entrar en Jorrvaskr. Skjor está sentado en una mesa aparte, solo. Con cierto temor, me acerco a él.

- ¿Querías verme? - pregunto, al llegar a su lado.

- Así es. Parece ser que tu momento ha llegado.

Arrugo la frente.

- ¿Qué quieres decir?

Skjor mira en derredor, como si no quisiera que nadie nos escuchara. Pero todo el mundo parece estar a sus asuntos. A excepción de Aela. Sin embargo, la mirada que ambos cruzan me hace sospechar que ella está al tanto de lo que Skjor está a punto de contarme.

- La semana pasada vino a vernos un erudito. Decía que sabía dónde podíamos encontrar el último fragmento de Wuuthrad.

Los ojos se me abren solos. Wuuthrad, el arma legendaria de Ysgramor, el fundador y primer líder de los Compañeros. Un arma sagrada y letal.

- Si lo que dijo es cierto, el honor de los Compañeros nos exige que vayamos en su busca.

No digo nada, porque tengo miedo y, a la vez, deseo escuchar lo que viene a continuación.

- Esta será tu prueba definitiva, cachorro. Recuperarás ese fragmento. Compórtate con honor, lucha con valor, ten éxito, y te convertirás en un auténtico miembro de los Compañeros. Fracasa, y no volverás a poner un pie en Jorrvaskr.

Trago saliva. Llevaba tiempo deseando un cambio en mi rutina, una misión que les demostrara a todos, en especial a Vilkas, de lo que soy capaz. Pero no una misión cuyo fracaso significara despedirme de todo esto.

- Farkas será tu hermano de escudo en esta tarea.

Miro a Skjor, sorprendida.

- No te equivoques - añade él. - No va a ser tu canguro.

Lanzo una rápida mirada a Farkas, que conversa con su hermano. Probablemente estén hablando de lo mismo que Skjor y yo.

- No me decepciones, cachorro – me advierte mi otro jefe. - Si Farkas muere por tu culpa, probarás el filo de mi espada.

Vuelvo a tragar saliva.

- ¿Qué haces todavía aquí? Ve a hablar con Farkas y partid de inmediato – ordena Skjor de mala gana.

Aprieto los labios y me voy de su lado. Una nueva avalancha de sentimientos me invaden. En parte miedo, en parte emoción. Farkas sigue hablando con Vilkas. Me acerco despacio a ellos. No quiero interrumpirles, por lo que me quedo a un par de metros, esperando a que terminen. Vilkas me ve y se calla. Farkas se gira hacia mí.

- Hola, hermana de escudo – me saluda.

- Ho-hola – tartamudeo.

- Procura causar buena impresión – dice Vilkas, y nos deja solos.

Frunzo el ceño.

- ¿Tienes todo preparado? - me pregunta Farkas.

- Todavía no.

- Date prisa. Debemos salir antes de que se haga de noche.

Asiento. Me apresuro al patio a por mi mandoble y luego de vuelta a mi habitación. Me lavo y preparo mi petate. Estoy a punto de salir cuando me topo de bruces con Ría en la puerta.

- He oído que por fin van a darte tu prueba... - comenta.

- Sí... - respondo, sin saber qué decir.

- Sabía que pronto te ofrecerían la oportunidad.

- ¿Y eso por qué? - pregunto.

- Porque eres mejor guerrera que yo.

Nos quedamos las dos calladas sin decir nada.

- Que tengas suerte. Sé que lo conseguirás – me dice mi antigua amiga.

Noto cómo algo se estremece dentro de mí.

- Gracias, Ría.

Ella asiente. De haber ocurrido esto hace un par de meses, me hubiera abrazado. Pero incluso ella sabe que las cosas entre nosotras han cambiado.

- Adiós – me despido.

Y salgo de allí, pensando que ojalá no sea la última vez que vea a Ría.

Cuando llego al salón, Farkas me está esperando. Lleva su armadura, de acero, igual que la mía, y un mandoble a la espalda. Es parecido al mío. En cualquier caso, no más grande que el de Vilkas, que está parado junto a él. Nos acompaña fuera de Jorrvaskr.

Tengo la sensación de haber vivido esto antes. A punto de partir en un viaje peligroso, con Vilkas despidiéndome. No sé por qué, espero que me vuelva a dar algún consejo, pero esta vez no lo hace. Solo me desea suerte. Suspiro tristemente, aunque intento que no se me note. Respondo con un suave "gracias" y empiezo a bajar los escalones. A mi espalda, escucho el inconfundible sonido de las armaduras entrechocando en un  abrazo. Normal, por otra parte. Farkas y Vilkas son hermanos. Al cabo de unos segundos, escucho a Farkas hablar con su acostumbrado tono de voz alto y seco.

- Lo haré.

Me giro y les miro. Ambos me dirigen una fugaz mirada. Supongo que Vilkas le habrá pedido a su hermano que vuelva con vida. Farkas empieza a bajar los escalones, me sobrepasa y tras un apremiante "vamos", sigue su camino. Me quedo mirando a Vilkas, que no aparta la mirada de mí.

- Hasta pronto, Ahrin - se despide.

El corazón me da un vuelco. Me ha llamado por mi nombre. Por primera vez, Vilkas me ha llamado por mi nombre. Vuelvo a sentir la misma sensación que cuando me fui a Alto Hrothgar. A pesar de que no ha habido ni palabras, ni consejos, algo en mi interior me dice que Vilkas se preocupa por mí. Y el hecho de que me haya llamado por mi verdadero nombre lo corrobora. Por fin he dejado de ser un cachorro para él.

- Hasta pronto, Vilkas.

También es la primera vez que me dirijo a él directamente por su nombre. Vilkas no deja de mirarme. Incluso cuando me doy la vuelta y me alejo, sé que me sigue mirando.

Sigo a Farkas, rumbo a mi primera misión oficial de Los Compañeros.



Próximamente... Capítulo 5: Túmulo del Hombre Polvoriento

Continue Reading

You'll Also Like

2.8K 120 11
Michelle una joven de diecisiete años, recibe una llamada equivocada, pero a la misma vez no tan equivocada. Después de esa llamada comenzó todo. Ell...
18K 1.7K 30
relatos de todo tipo sobre Bospa
181K 24.3K 103
Un huérfano se reencarna como el Hijo de Hades y una bruja poderosa, con un linaje tan poderoso como será su viaje en el Universo de Percy Jackson...