Tuve un sueño:
Caminaba entre las tumbas del cementerio general de Chincha Alta, (una ciudad al sur de Lima, Perú) el sol se ocultaba detrás de las montañas que solo se muestran con el sol poniente.
Iba en busca de la sepultura de mi madre, el lugar se tornaba oscuro y quizás hasta un poco lúgubre, caminaba insistentemente en busca de ella y no la hallaba, tuve miedo de no encontrarla.
Di la vuelta por el pabellón que recordase que fue sepultada, repase cada una de las sepulturas cercanas buscándolas, hasta que por fin al llegar al lugar en el que debía, su sepultura estaba vacía, me quedé mirando el espacio que ocupaba y que no estaba.
El brillo del sol en determinado momento se libró de la tinieblas, de las nubes y las montañas que la ocultaban para darle paso hasta mi rostro, un rayo contemplativo, fue el momento en el que gire para retirarme sin esperanzas acongojado y triste, grande fue la sorpresa que al levantar la mirada, la vi, ¡Era ella! Estaba vestida de blanco, tal cual como una ángel. A solo unos escasos metros de mí.
No espere ni un segundo desde que la vi para correr hacia sus brazos como un niño que se reencuentra con su mamá después de su primer día de clase.
Corrí a toda velocidad, y aún que haya sido tan solo un sueño, ¡Era ella!.
Al estar a un paso de alcanzarla mis lágrimas se desbordaron y al estrujarla entre mis brazos ese rayo de sol se hizo inmenso, cubriéndolo todo, dando paso otra vez al adormecimiento del descanso y del sueño.