||+18|| ADRINETTE...

By Bugginette_7u7

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Félix y Marinette son pareja desde hace dos años. La pareja soñada para algunos, y un completo caos para sus... More

SINOPSIS
PRÓLOGO
1. VOYEUR
2. PROPOSITION
3. DECISION
4. SEXY
5. TEMPT ME
6. PARTY
7. BURNING DESIRE
8. SENSATION
9. ALONE
10. TELL ME YOUR SECRETS
11. EXCLUSIVE
12. WHAT YOU WANT
14. YOURS
15. HIDDING
16. EPIPHANY
17. LOST AND FOUND
18. WHY?
19. LITTLE LIES
20. IN TROUBLE
21. ASHAMED
22. NO MORE HIDDING
23. THE TRUTH
24. BE MINE
25. FEELINGS
26. FEAR
27. TROUBLE TRIP
28. WILD LOVE
29. MINE & YOURS
EPÍLOGO
ANUNCIO. SEGUNDA TEMPORADA

13. I CAN'T STOP IT

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By Bugginette_7u7

Llegado el sábado, Marinette había quedado en la mansión Agreste con su novio después de días sin verse. Siendo sincera, sus ánimos no estaban en su mejor momento, pero aún y así, llevaba días posponiendo su reencuentro y, en cierta manera, necesitaba aclarar sus pensamientos.

Desde esa tarde en compañía de Adrien, que su corazón parecía debatirse indeciso. Llenándola de dudas e inseguridad que no sabía cómo aplacar, ni hallar solución.

Entretanto su mente no cesaba de sopesar diferentes incógnitas y conjeturas, Félix seleccionaba una de las películas de Netflix mientras la azabache se acurrucaba en su torso en un estado abstraído.

- Pensaba que después de tantos días querrías hacer otra cosa que no fuera ver una película.- murmuró ella en un tono monocorde, mirando el televisor.

Él la observó de refilón, repantigándose en el sofá y sonriendo con pillería.

- ¿Quieres que subamos a mi habitación?- inquirió al acariciar con suavidad su hombro.

Ella se removió, apartándose levemente para afrontar con una mueca incrédula a su pareja.

- En realidad, pensaba en dar una vuelta.- comentó apacible-. Algo así como... ¿Pasear por el parque? ¿O ir a tomar algo?

El rubio enarcó ambas cejas, regresando su foco de atención en la pantalla.

- Eso es aburrido.- masculló con sorna-. Mejor vemos la película.

« Y eso es muy divertido... »

La joven se rindió en sus reclamos, resignándose a tener esa cita hogareña que no ayudaba favorablemente a sus confusos pensamientos.

- ¿Cómo te ha ido el estudio?- el varón la ojeó con incertidumbre-. ¿Pudiste repasar para los exámenes estos días, o...?

- Oh, sí. Cierto.- se encogió de hombros, acariciando la cabellera de su chica-. No ha ido mal.

La euroasiática asintió, después atendiendo a la filmación por la falta de palabras llenando el silencio entre ambos. Él permaneció absorto, surcando con los dedos el brazo de la fémina en una suave caricia.

Por su lado, ella se dejó mimar con esas acciones que se le hacían frías y monótonas. Dejando que los minutos transcurrieran, y que con ello, la muchacha aprovechara la distracción del zagal para tomar una manta que había en el extremo del sofá, y taparse con ésta. Marcando una prudente separación del uno con el otro.

Estaba cansada y algo incómoda. Apenas fijándose en lo que se reproducía en la pantalla.

- Hola.

Los dos universitarios viraron el rostro a un lado, identificando al menor de los Agreste asomándose por la puerta en un semblante inescrutable. Marinette sintió su corazón azorarse sin explicación alguna, instándose a mantener la calma al mirarlo directamente a los ojos.

- Hola, hermanito.- saludó el mayor con una sonrisa amable-. ¿Ya en casa?

- Esto... Sí.- murmuró en dirección hacia ellos, dejando en el butacón la mochila-. ¿Estáis viendo una peli?

- Así es.- extendió los brazos en el respaldo, sonriendo de lado-. ¿Te apuntas?

El adolescente intercaló la mirada con la azabache y su hermano, tensando la mandíbula con indecisión.

- Yo... Creo que mejor os dejo a solas.- argumentó en un tono lineal-. No me gustaría molestaros.

- No molestas.- intervino ella de repente, dejando perplejos a los dos rubios.

Después de aquello se hizo un largo silencio. Siendo Félix quien se pronunció con sosiego y una sonrisa dispersa.

- Mari tiene razón.- se acomodó mejor en el sofá-. Puedes quedarte y acompañarnos.

Al principio, Adrien dudaba de si aquello era una buena idea. Sin embargo, al interceptar los luceros de esa enigmática chica, terminó por no resistirse y hacer oídos sordos a sus objeciones.

- Está bien.

El menor se dirigió al sitio que quedaba libre al lado de la fémina. Respetando las distancias, aún y quedar los tres bastante apegados. Acto seguido, el universitario reanudó la reproducción de la película, y los otros dos jóvenes se miraron con disimulo.

El tiempo transcurría a cuentagotas. El pubescente se sentía ansioso, sin comprender cómo había aceptado esa invitación que solo hacía que desquiciarlo.

« Aceptaste porque quieres estar con ella. » Le reprochó su subconsciente.

Y así era, aunque preferiría que su hermano no estuviera y poder disfrutar de la única compañía de esa bella ninfa.

Absorto en sus pensamientos, apenas se daba cuenta de la filmación. Tampoco viendo a venir la sutil acción de la chica; la cual aprovechó estar tapada con la manta, para acercar su mano donde reposaba la del menor sobre su propio muslo.

El ojiverde la observó por el rabillo del ojo, fijándose en cómo ella parecía concentrada en la pantalla, mientras sus dedos se aferraban a los de él y lo animaban a corresponder a su gesto.

Félix no veía más que el televisor con un deje de aborrecimiento. Luciendo distraído, e incluso se podía decir, que un poco alterado; hecho que no pasó desapercibido por su novia.

- ¿Ocurre algo?- preguntó ella, mirando irresoluta a su pareja.

El aludido levantó la vista hacia la muchacha, resoplando con pesadez.

- No, es solo que...- se relamió-. Tengo el estómago un poco revuelto.

- Deberías tomar algo.- respondió en el acto el de gemas esmeraldas-. Ya sabes; alguna infusión que te alivie el malestar.

- Exacto.- intervino la aspirante a diseñadora-. Deberías tomar algo antes de que puedas llegar a sentirte peor.

El de orbes grisáceos sopesó brevemente el consejo de ambos acompañantes, al final asintiendo e incorporándose con una sonrisa relajada.

- Iré a prepararme un poco de manzanilla.- rodeó el sofá, caminando hacia el pasillo a un paso brioso-. ¿Queréis que os traiga algo?

Tanto su novia como su hermano negaron con la cabeza, oteando a Félix abandonar la estancia y dejarlos a solas. En cuanto tuvo la oportunidad, el adolescente se arrimó más a la chica, la cual aún sostenía su mano y lo miraba con curioseo.

- ¿Qué ha sido eso, Bichito?- susurró con una sonrisa traviesa.

- No sé de qué estás hablando.- respondió con una expresión divertida, viendo cómo él alzaba sus manos entrelazadas y ella reía por lo bajo-. Oh, bueno... Eso...- suspiró-. Si quieres puedo soltarte.

El varón reforzó el agarre, tirando de ella para propiciar que su cuerpo se recostara en el suyo.

- Preferiría que no lo hicieras.- rebatió con pillería, causando el acercamiento inminente de sus rostros.

- ¿Aunque Félix pueda vernos?

- Empezaste tú invitándome a ver la película.- acercó la mano libre a una de sus mejillas, acariciándola con delicadeza-. Al igual, que fuiste tú quien me tomó de la mano.

La azabache tragó saliva, contemplando con embeleso los finos rasgos del menor y esos labios que la atraían a niveles insospechados.

- Supongo que... ¿No me pude resistir?- bisbiseó con voz suave.

Él la contempló con fascinación, resiguiendo el contorno de su faz, para después tomar su mentón y lograr un mejor ángulo de visión.

- ¿No pudiste?- tanteó con pillería, rozando con el pulgar su labio inferior.

La universitaria tragó saliva con dificultad. Quedando abducida por esa mirada esmeralda, que calaba en su ser de una manera de lo más abrumadora.

- Adrien...

El susodicho juntó su frente a la de ella, percibiendo su cálido aliento entremezclándose con el suyo. Atrayendo esos carnosos carmesíes a su boca. Rozándose aún sin catar ese elixir prohibido, que tan gratamente se les ofrecía.

El varón se sorprendió al ver que la chica no se distanciaba, sino que permanecía quieta y, en cierta manera curiosa, por esas sensaciones que afloraban en su interior.

- ¿No vas a apartarte?- preguntó en un bisbiseo.

Marinette restó a la expectativa. Notando como, aún y saber que continuar no era correcto, algo la impulsaba a querer cruzar esa fina línea que imponía los límites entre ellos.

- Tú... ¿Quieres que me aparte?- expresó con el calor subiendo por su cuerpo hasta su cabeza, notando como el rubio acercaba una mano a su cintura y la apegaba a su silueta.

La respiración de la fémina fue retenida en sus pulmones. Silenciando un jadeo al sentirse presa de ese abrazo que él había forjado a su alrededor.

- Lo que quiero... Es algo mucho más... Egoísta.

Esa voz que él utilizaba al hablar, y las caricias con las que acompañaba sus palabras, estaban condenando la razón de la joven. Sobre todo, cuando los dedos del menor se infiltraron por debajo la camiseta para surcar directamente su piel en un contacto atrevido.

- ¿Por qué?- curioseó en un susurro anhelante.

En esa candente atmósfera, ambos tuvieron que detenerse al oír los pasos que se acercaban desde el pasillo. Separándose bruscamente y fijando sus luceros en la pantalla del televisor.

- Creo que iré a acostarme un rato.- comentó el universitario al irrumpir en el salón, luciendo cansado al mirar a los otros dos integrantes.

La muchacha viró el rostro hacia su novio con facciones pesarosas.

- ¿Ya te has tomado la manzanilla?

- Sí, pero aún así, no me acabo de sentir bien.- se pasó la mano por la frente-. Lo mejor será que vaya a echarme en la cama.

- Oh...

La azabache compartió una mirada fugaz con el adolescente, ya temiendo el siguiente escenario que podía presentarse en esa situación. Adrien intentó relajarse, apretando los puños al no querer interferir en la conversación de la pareja.

- Entonces... ¿Quieres que te acompañe?- preguntó no muy convencida.

- Estoy bastante cansado.- confesó al aproximarse al encuentro con su chica, sonriendo débilmente-. Iré a dormir, y... mañana ya te digo cómo me voy encontrando.- excusó apesadumbrado.

- ¡Genial!- exclamó aliviada, enseguida rectificando al sorprenderse a sí misma con ese inesperado énfasis.

Los dos hermanos miraron a la euroasiática con leve asombro, fijándose en cómo a los pocos segundos, recuperaba la compostura y sonreía con simpatía.

- Qu-quiero decir que es genial que descanses; así no tardarás en mejorarte.- se corrigió en un semblante compasivo hacia el mayor, tomando una de sus manos con delicadeza-. Lo importante ahora es tu salud.

Félix contempló a la parisina con relajo, luego inclinándose sobre sus labios, para robarle un beso fugaz.

- Gracias, Ratoncita.

Ella se forzó a mantener esa actitud empática ante su pareja, y él observó después al Agreste menor.

- ¿Te ocupas tú de despedir a mi novia?- el ojiverde asintió y su contrario le agradeció con un educado asentimiento.

Después de aquello, el varón de gemas grisáceas se retiró tras depositar un último beso en los carmesíes de la muchacha; encauzándose a las escaleras principales y subiendo hasta su habitación.

Pasados unos instantes, el silencio predominó entre Adrien y su invitada. Los cuales se miraron con un deje de incertidumbre, y una inusual timidez por parte de la fémina.

- Parece que nos hemos quedado a solas.- comentó él con tranquilidad.

La aspirante a diseñadora de modas rio por lo bajo.

- Eso parece.- su acompañante hizo un amago, por tal de volver a acercarse, solo consiguiendo que ella reculara y se pusiera de pie-. A-aunque lo ideal sería que me marchara.- argumentó con nerviosismo, avistando la expresión enrarecida del zagal-. Ya has oído a Félix; tienes que... Despedirme.

Él suspiró desganado. Levantándose del sofá en una postura compungida.

- Debo decir que... Preferiría no tener que despedirme de ti.- ella notó su corazón brincar bajo su pecho, y sus pómulos ruborizarse-. Sé que es lo que tengo que hacer, pero... A mí... Me gustaría estar contigo.

« Y a mí me gustaría estar contigo. »

Ese débil pensamiento tomó a la joven con la guardia baja. Parpadeando con desconcierto por esa propia traición a lo que supuestamente debía sentir.

- Seguro que tienes mejores cosas que hacer que matar el rato conmigo.- se encogió de hombros y rio ansiosa-. Al fin y al cabo, no soy una chica muy divertida o...- su móvil comenzó a sonar, interrumpiendo el diálogo que los dos mantenían.

Marinette sacó el aparato del bolsillo de su pantalón, revisando la pantalla con una mueca engorrosa que no pasó desapercibida por el blondo.

- ¿Va todo bien?

Ella levantó el rostro con una sonrisa improvisada.

- Eh... Sí, sí.- negó con la cabeza-. Es solo que... Mañana tengo que ayudar a mi padre a preparar unos recados en la pastelería, y... Bueno...- suspiró-. Digamos que me puse una alarma para recordarme que tengo que ir a comprar unos ingredientes que me pidió.

- Y... ¿Tienes que ir ahora?

- Podría ir mañana por la mañana, pero...- se mordió el labio inferior, guardando el teléfono-. Supongo que es más sensato no esperar hasta el último momento.

Adrien confirmó inescrutable, después acompañando a la azabache hasta el recibidor con calmos andares. Ambos respetando una prudente cercanía el uno con el otro.

Al detenerse enfrente de la entrada principal, el adolescente quedó cara a cara con esa ninfa de tez de alabastro. Contemplándola con su pulso cabalgando desbocado al sumergirse en sus brillantes zafiros.

- En fin, yo me voy ya.- enunció la ojizarca, colocándose un mechón detrás de la oreja-. Acaba de pas...

- ¿Puedo acompañarte?- formuló de forma espontánea, dejando a la chica asombrada-. A hacer los recados, yo... ¿Puedo ir contigo?- ella pareció confusa, instándolo a adoptar una actitud más perseverante-. Te ayudaría con las bolsas, y... No estarías sola de camino a casa.

La azabache sabía que aceptando obraba erróneamente, pero la tentativa oferta que él le presentaba, era algo a lo que le costaba resistirse. Pues en verdad, deseaba estar y pasar el rato con ese chico de ojos verdes.

- No... ¿No te hago ir mal?- titubeó, cruzándose de brazos-. No me gustaría ocasionarte ninguna molestia, o...

- Soy tuyo.- ella lo miró enmudecida y el varón rio antes de rectificar-. L-lo que quiero decir es que no tengo ningún plan, y que... Si quieres... Yo... Estoy para ti.

La mayor lo estudió con una sensación cálida expandiéndose en su interior. Sonriendo con amabilidad.

- Está bien, entonces... ¿Vamos?

Él no dudo ni medio segundo, siguiendo a la chica hasta el exterior de la casa mientras intentaba alentar sus latidos descarrilados. Tenía que aprender que no le afectara tanto. Tenía que aprender a no dejarse arrastrar por ese embrujo en el que ella lo atrapaba; aún y así, era irremediable.

Cuando los dos abandonaron la edificación y caminaron hasta el final de la calle, se permitieron arrimarse un poco más entre sí. Con la vista puesta en el horizonte y sus manos no tratando ninguna maniobra indebida.

- Gracias.- murmuró ella en un tono recatado-. Últimamente da la impresión de que tengas que hacerme de niñero.

- ¿Niñero?- alegó el con una tenue risita.

- Sí, ya sabes.- lo ojeó de refilón-. Por tener que llevarme a los sitios, y... Soportarme.

Adrien le devolvió la mirada con perspicacia.

- Lo dices como si fuera una obligación.- se inclinó sobre su oído, a la vez que dirigía su mano a la de ella-. Cuando si lo hago, es porque verdaderamente quiero hacerlo... Bichito.

En cuanto sus dedos se entrelazaron, el son del corazón de la azabache se apresuró. Aún no acostumbrándose a esos gestos que, lejos de incomodarla, la orillaban más hacia ese chico de grácil apariencia.

Al cabo de unos minutos, llegaron al supermercado. Adentrándose en el local y recorriendo los amplios pasillos.

- ¿Sabes qué es lo que necesitas?- se interesó su compañero, revisando los distintos estantes.

- Huevos, harina, azúcar y chocolate negro para fundir.- contestó automáticamente, inspeccionando los productos que se exhibían en sus correspondientes secciones.

- El azúcar y el chocolate están en el pasillo del fondo.- contestó el varón-. Puedo ir a buscarlos mientras tú te encargas de la harina y los huevos.

Al pensar en ese inminente distanciamiento, ella apretó la mano del rubio de forma inconsciente. Captando la atención del muchacho, antes de que ella intentara zafarse de su agarre.

- Claro.- contestó ansiosa, desprendiéndose nerviosa de su mano-. Tú ve al pasillo del fondo, y yo... Buscaré los otros dos ingredientes.

Esa faceta que ella reflejaba, le sonsacó al pubescente una sonrisa veraz. Reduciendo nuevamente la separación con la universitaria, para deslizar una suave caricia por su faz que la desarmó.

- Enseguida vuelvo contigo.- le dedicó un guiño coqueto.

En el preciso instante en que él se alejó, la joven notó el aire abandonar abruptamente sus pulmones. Tardando inicialmente en reaccionar. Después, se dispuso a hallar los productos faltantes, a la par que el rubio iba en busca de los que le habían sido encomendados.

Algo en ese panorama tenía al chico en un contento estado de humor. Apenas atinando en lo que acontecía a su alrededor mientras inspeccionaba los diferentes surtidos de chocolates.

« Idiota, solo la estás ayudando a hacer unos recados. No es que tengas una cita con ella o algo así. »

Ese apunte de su conciencia no fue de gran ayuda. Sin embargo, no lo desanimó; mucho menos al recordar los recientes sucesos que se habían ido desencadenando entre ellos.

- ¿Necesitas ayuda?

Adrien ladeó el rostro al oír una voz suave proveniente de sus espaldas. Encontrándose con una atractiva dependienta de orbes marrones y corta melena azabache.

- Esto...- sacudió internamente la cabeza y sonrió con simpatía-. No, no es necesario. Yo...- alcanzó una de las tabletas de chocolate y se la mostró-. Ya tengo lo que andaba buscando.

- Oh, buena elección.- aduló la chica de rasgos asiáticos-. ¿Planeas preparar algún postre?

- Pues... No exactamente.- contestó con voz dubitativa-. Esto es para...

- ¿Adrien?

El mencionado se dio la vuelta. Identificando el semblante enrarecido de la Cheng al posar su mirada en la otra azabache.

- ¡Hey!- saludó el rubio, aproximándose a su acompañante-. Ya tengo el chocolate.

Marinette no pareció atender en primera instancia. Mirando furibunda a esa desconocida de apariencia resultona, para acto seguido jalar del brazo del menor y tirar de él.

- Vámonos.

- ¿Qué? Pero aún falta el azúcar.

- Tengo suficiente para mañana.- replicó con la vista puesta.

Esa brusca intervención sorprendió al zagal; quien con las dudas asaltándolo, se dejó guiar por la muchacha hasta el mostrador. Posteriormente, ella colocó los productos sobre la cinta y esperó por su turno.

« Me he perdido algo... »

Sin tener que esperar mucho, la cajera pasó los artículos y los sirvió en una bolsa, que la universitaria sujetó mientras sacaba el dinero para pagar del billetero de su bolso. Tan rápido como acabaron, los dos jóvenes salieron del establecimiento en dirección al hogar de la mayor.

El adolescente aún no entendía el por qué de esa actitud arisca que ella había adoptado, siguiéndole el paso a la vez que la examinaba con curioseo.

- Bichito, ¿está todo bi...?

- Perfectamente. Anda.

« Perfectamente y un cuerno. »

Él se interpuso habilidoso en su trayectoria, provocando que ambos se detuvieran en medio de la acera y se miraran a los ojos.

- ¿Qué haces?- exigió saber ella. 

- Eso debería preguntarlo yo, ¿no crees?- rebatió él con determinación-. ¿Se puede saber qué ocurre?

Ella rio incrédula, cruzándose de brazos en una pose evasiva.

- No ocurre nada.- él enarcó una ceja y la joven resopló-. Es enserio, yo... Solo tengo prisa por llegar a casa.- bajó la mirada-. Nada más.

Adrien la examinó en silencio, no muy convencido del testimonio de la chica. Después, ya sin querer meter más leña al fuego, sonrió amablemente y le quitó la bolsa que ella acarreaba con gentileza; captando los focos de la mayor.

- Yo la llevo.- le hizo un guiño y reanudó su andar.

Al principio, la azabache quedó desprovista de palabras. Siguiendo con la mirada la silueta del rubio alejarse, hasta que ella se decidió en darle alcance y posicionarse a su lado.

Odiaba lo mucho que tanto le costaba controlar sus emociones cuando estaba junto a él. Aún y así, el efecto de una sonrisa o caricia suya, era algo que no podía comparar a ninguna otra sensación experimentada antes.

Aquello la asustaba, pues no comprendía esa fragilidad e inseguridad que la invadía entorno al adolescente. Sembrando la duda en lo que sentía y anhelaba para sí.

- Bichito...- la aludida viró el rostro para ver a su acompañante con expectación-. Estaba pensando que... Si no tienes otro plan...- se humedeció los labios-. ¿Querrías quedar conmigo mañana?

La euroasiática se frenó en seco y el varón se giró a verla con los nervios en el estómago. Sabía que las posibilidades de que accediera a su petición eran escasas, pero aún y así, no podía silenciar los dictados de su corazón.

- Yo... Tengo que ayudar a mi padre con los recados.- se excusó pesarosa y las esperanzas del pubescente quedaron por los suelos-. Pero... Por la tarde estaré sola en casa, y... Si no te es aburrido...- él la contempló con el pulso azorado-. Podrías venir, y pasar la tarde... Conmigo...

La alegría volvió a predominar en las facciones del rubio, quien sin poder contenerse, sonrió ampliamente con alivio.

- ¡Claro! A mí me... encantaría...

Marinette se aproximó a él, sacando su móvil del bolso para después marcar la llamada de uno de los contactos. El joven la observó dubitativo, escuchando a los pocos segundos la melodía de su teléfono sonar brevemente.

- Sí, tengo tu número.- colgó la llamada y guardó el artilugio-. Mañana te digo la hora.- le quitó la bolsa de la compra y reculó dos pasos, dejando al chico desconcertado.

- Aún no hemos llegado a tu casa.

- Solo son dos calles.- se encogió de hombros-. Puedo ir yo sola.

- Pero...

- Tranquilo, que estaré bien.- inspiró profundo-. Ya hablamos.

Adrien asintió resignado, metiéndose las manos en los bolsillos del pantalón.

- Acaba de pasar un buen día, Bichito.

- Lo mismo digo.

Sin volver a cruzar una palabra, la fémina se dio la vuelta y encaminó en su dirección a un paso relajado. Dejando al chico oteándola alejarse con una sensación cálida expandiéndose bajo su pecho.

Tal vez, estaba siendo un iluso al sentirse de esa manera en relación a Marinette. Pero aún y deber rectificar, algo en su interior lo instaba a continuar insistiendo en ese amor destinado al fracaso.

« Además, ella dijo que dudaba de su relación con Félix... »

Esas manifestaciones de su subconsciente lo alentaban, pero mismamente, no aclaraban las incógnitas que rodeaban a la joven. El sonido de su móvil interrumpió ese sinfín de divagaciones; tomándolo en su mano, para luego revisar el mensaje que se apreciaba en la pantalla.

Marinette_19:45
¿Hablabas enserio cuando dijiste que eras mío?

Él dudó. Meditando para sí en qué o no contestar. Podía ser que se equivocara en su respuesta, o quizás resultaba ser la idónea; fuera como fuera, no tardó en enviar su contestación y guardar el artilugio. Guiando sus pasos por las calles de la ciudad en ese bello anochecer parisino.

××××××

Continuará 👀

Tenemos a estes dos que como sigan así los van a descubrir (? 😂

Mari poco a poco va bajando la guardia con Adrien y él va sintiéndose más confiado... Pero igual Félix siendo una constante 🤔

Y bueno, Adrien no pierde oportunidad de estar con ella... De ir a comprar hasta quedar al día siguiente en su casa...

Eso sí, da la impresión que nuestra protagonista le pueden los celos(? 👀

En fin, veremos cómo vaya evolucionando, pero... Poco a poco todo se irá solucionando? O aparecerán más obstáculos? 🤔

A todo esto, ¿qué habrá contestado el rubio? 🤔

Espero que os haya gustado el capitulo y aguardo por vuestros comentarios 😊

El domingo subire el siguiente (se pasa a actualización semanal, ya que antes terminaré el fic de Cursed Kiss, y también estoy editando para publicar novela original🙈)

En fin, ya os iré informando!

Un besooo😘

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