Black Angels

By GomitasRojas

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Mia Collins ha tenido que sobrevivir sin sus padres y familia. Vivir con su mejor amigo y la madre de él, le... More

NOTA IMPORTANTE AL PRINCIPIO DE LA HISTORIA
Prólogo
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Capítulo 29
Capítulo 30 "La tentación de un oscuro"
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35 "En mil pedazos"
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40 "Resiste al huracán y no me dejes"
Capítulo 41
Capítulos 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45 "La ultima confesión"
Entrevista
Allen
Redes
¡Segunda Parte!
PRIMER CAPÍTULO DE LA SEGUNDA PARTE

19.

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By GomitasRojas

Echo un vistazo hacia la entrada del comedor y avanzo hasta ahí para asegurarme que en el pasillo no se encuentre nadie. Cuando volví al lado de Max hice una mueca.

—Ante todo quiero advertirte que esta historia incluye a Allen y manipulación.

—Alguien quiere morir hoy.

—Si empiezas con eso no te voy a contar nada.

—No es como si quieres o no, lo vas a hacer.

—Bien —acepté un tanto harta—, hace unas semanas yo me encontré en una penosa situación de la cual Allen se aprovechó y me dijo que si no iba con él a un bar o algo así, le iba a contar a Amie que yo me había montado en la motocicleta de un desconocido.

—Entonces te estaba extorsionando. ¿Y cómo te libraste de esa?

—La situación es esa... no pude conseguir que me dejara en paz y lo que menos quería era que le contara eso a Amie —cuando el rostro de Max se contorsiono molesto, tuve que defenderme—. Max, tú sabes que odio decepcionar a tu madre.

—¿Te das cuenta que te extorsiono con algo malo para que hicieras algo más malo?

—Mira Max, cállate que tú no estabas ahí para medir la situación.

—Si yo hubiera estado...

—Nunca puedo contarte nada sin que te quejes.

—Bueno, ya dime —contestó poniendo los ojos en blanco.

—Fue en un bar llamado Angels. ¿Lo conoces?

—No lo creo.

—Pues... ¿Has notado que Allen y Alex tienen las mismas características físicas?

—Tal vez.

—En ese lugar casi todos son iguales, mismo color de ojos, mismo cabello negro —Max levantó una ceja un tanto confundido—. Y cuando estaba allí, vi a Chris.

Cuando recibió la noticia, optó por permanecer serio.

—Está bien, pero dijiste que era un bar, cualquiera puede ir a un bar.

—Sí, pero él fue a ese bar diferente, como todos allí.

—Espera. ¿Me estás diciendo que Chris estaba allí con ojos azules y pelo negro?

—Sí.

Se lo pensó un momento, desorientado de lo que le decía y luego trato de balbucear.

—Tiene que haber una razón.

—Una razón retorcida, creo yo —le reclamé en un murmullo molesto.

—¿Y por qué no le has dicho a mamá entonces?

Estábamos hablando en susurros fuertes, así que era incomodo comunicarnos así.

—Oh claro... ¿Cómo no se me ocurrió? Vamos ahora a decirle y cuando me pregunté qué demonios hacia ahí le diré que fue magia.

—Eres una tarada.

—Gracias por el apoyo.

—No es mi culpa...

Amie se adentró en el comedor y reaccionamos de golpe, yo tuve que tomar un vaso que había empujado y acomodarlo en su lugar.

—Muy bonitos, ellos aquí hablando y todavía faltan cosas por traer. Apúrense.

Me adelante a salir de ahí, para no verme tan culpable y hui a la cocina de inmediato.

Cuando estuvimos en el comedor todos, me senté frente a Max que parecía estar en otro mundo, le propiné una patada para que reaccionara, lo cual funciono porque me contempló molesto.

Luego me devolvió la patada y Amie apenas nos admiró mientras Chris y ella hablaban sobre que él había estado estudiando gastronomía. Luego cambiaron el tema a uno que yo no quería ni escuchar.

—¿Y porque no tienes coche, Amie? —le preguntó él.

—La verdad nunca tuve la necesidad de uno y además ya hay muchas cosas que pagar para endeudarme con otra cosa. Yo estoy bien con el transporte público. Y como sabes, en el garaje está el auto que era de Joe, pero sin neumáticos y todavía golpeado por el choque.

Mi cerebro quiso recordarme unas cosas que rechacé al instante.

—¿No han tratado de ponerlo en uso de nuevo?

Amie me examinó de reojo.

—No es el momento.

—Es mi culpa —me límite a contestar.

Chris tragó saliva.

—¿Cómo practicaron para sacar la licencia de conducir?

—Max práctico con el auto de su padre y Mia, pues...

—Mia no tiene licencia, perdió dos pruebas —soltó Max en un fastidioso aire burlón.

A él esto siempre le causa gracia, lo cual me irrita, así que le vuelvo a dar una patada debajo de la mesa y tiro los pies hacia atrás antes de recibir una de su parte. Es ya suficiente vergonzoso y horrible el hecho de haberlas perdido como para que él venga y lo cuente así.

Había solicitado otra prueba con bastante tiempo como para recuperarme, pero ni siquiera me había molestado en aprender más y me había rendido, ni siquiera recordaba la fecha y ya ni siquiera me importaba.

Se suponía.

—Max —gruñó Amie con advertencia—. Mia no tuvo tu facilidad para aprender a manejar.

—Pero mamá, le pedí varias veces a papá el auto para ayudarle y al final ella lo chocó.

—¡Solo fue un bote de basura!

—Fue contra cinco botes de basura. ¡Gracias a Dios! Papá te hubiera asesinado si le hacías alguna abolladura.

—Basta —le detiene ella.

Yo resoplo obstinada y me obligo a comer algo.

—Pues yo podría ayudarle a Mia —ofrece Chris con interés.

Amie parece iluminarse la mirada ante la idea propuesta.

—¿En serio harías eso? Sería estupendo que Mia tenga ese apoyo.

—Mi auto es fácil de manejar y será mejor para aprender. Mañana tengo libre y podría pasar a recogerla después de clases para enseñarle.

—No, gracias —ni siquiera pude considerar lo que iba a decir porque había salido de mi boca así, sin más.

Mi ser grosero, testarudo y sin consideración, siempre conseguía hacer acto de presencia, lamentablemente. Aunque yo deseara incontrolablemente detenerme frente a Amie.

—Lo siento Mia —prosiguió ella al contemplarme con cierto abatimiento—, sé que no quieres volver a intentarlo pero no puedes rendirte tan fácilmente, tienes que tener más confianza en ti misma y por fin aprender, ahora que Chris sé está ofreciendo y él si será de ayuda.

Ay, maldición, con eso no podía. Aunque quisiera renegar y negarme porque no deseaba seguir intentándolo y porque mucho menos me apetecía pasar tiempo con Chris y su actitud cambiante y confusa, no encontraba la manera de rechazarlo.

—Vamos Mia —me anima Max.

Evito la mirada de todos y oprimo el agarre de mi tenedor. No iba a aceptar porque quisiera, era porque me sentía obligada, pero claramente iba a llenarme de escusas.

—Está bien, pero mañana no puedo. Max y yo iremos a la biblioteca —le di una mirada de que si me traicionaba diciendo que no era cierto iba a matarlo.

Tardó tanto tiempo en contestar, que estuve a punto de darle un puntapié nuevamente y no le hablaría toda la semana, pero él asintió a tiempo.

—Es cierto —objetó desviando la mirada hacia ellos y encogiéndose de hombros—, quedamos en ir a la biblioteca mañana.

—No importa, Chris puede ir a recogerlos cuando salgan ¿verdad? —Él asintió—, está todo listo. ¡Qué feliz que me pone que Mia vaya a aprender por fin!

Primero pensé, que el que él me enseñara no iba a decir que yo fuera a conseguirlo, luego en lo horrible que había sido no haber logrado deshacerme de eso. Maldije una y otra vez en silencio, sin querer agregarme a la conversación en toda la cena.

Al concluir la cena, yo rodé los ojos con hastío cuando mi familia le pidió a Chris que siguiera cenando con nosotros. Luego Max recogió la mesa con ayuda de Chris y yo fui a lavar los platos.

Y si ya era suficientemente malo lavar los platos, tuve la desdicha de tener que hacerlo con la presencia de Chris, que se había ofrecido a secar los platos aunque yo le había dicho que podía sola con tal de no tenerlo cerca, pero él se había rehusado pensando que me hacía un favor cuando era lo contrario.

—Yo de verdad puedo hacerlo sola, no es nada —le dije deseando que aceptara y se fuera, pero negó con la cabeza.

—Yo quiero ayudarte y además recompensarte la mala impresión que te he dejado mía.

Pensé en una variedad de cosas desagradables, pero me encogí de hombros.

—Estaré encantado de darte clases de conducir, así tendremos tiempo de conocerlos.

—Aja.

Yo ya había terminado de lavar los platos y él de secarlos y ponerlos en su lugar, pero nos habíamos quedado en el mismo lugar. Yo porque esperaba que él se fuera primero para yo poder hacerlo y él seguramente para hacer conversación.

—Si necesitas algo, solo házmelo saber —terminó diciendo al ver que yo no seguía ninguna conversación, cuando asentí, él por fin se marchó y yo pude ir a mi habitación

Poco rato de estar en mi habitación, cuando eché un vistazo a un lado de la mesa de noche, pude notar que la rosa que Allen me había dado en la tarde, estaba tirada allí. Por ser yo, seguramente la habría ido a botar, pero al ver que valía la pena conservarla hasta que se marchitara, la recogí y fui a buscar un vaso de agua, también corte su tallo porque era muy largo y la deje en la mesita nuevamente.

Que fuera de parte de Allen, no quería decir que no fuera hermosa.

En mi habitación hay dos ventanas; la molesta ventana que me ha dado tantos problemas al lado del árbol, a un costado de la casa y la otra está en el frente de la casa, justamente donde tengo la cama colocada. Esta también se vuelve fastidiosa porque el sol a pesar de que tengo cortinas oscuras, logra colarse y pegarme en la cara, esa es una de las razones por las cuales despierto en las mañanas y por la que he despertado hoy. Porque un inoportuno rayo de sol me estaba dando justo en la cara.

Por eso siempre me levanto de buenas.

En clases, tuve la dicha de liberarme de Allen, pues no había llegado. Eso me hizo sentir más tranquila porque ya tenía muchas cosas en las que preocuparme, como el hecho que ahora debía afrontar muchos sucesos que no deseaba en lo más mínimo.

Sufrí eternamente durante todas las clases, hasta que Max y yo salimos.

—¿En serio iremos a la biblioteca? —me cuestionó cuando empezábamos a caminar.

—Sí —le aseguré con una idea en mi cabeza—, lo que Chris va estar esperando es que le enviemos un mensaje cuando salgamos para ir a recogernos ¿Verdad? —Max asintió—. Pues no le enviaremos nada y le diremos que se nos olvidó.

Max pareció pensativo, lo cual me indico que tal vez estaba considerando enviarle un mensaje él con tal de tener una excusa para hablarle.

—Max, no le enviaremos ningún mensaje, ¿entendido? Porque si tú lo haces, te matare.

Él rodó los ojos mientras resoplaba.

—¿Y por qué tenemos que ir a la biblioteca? Debiste decir que íbamos a una cafetería o algo mejor.

—Créeme que no tuve el tiempo suficiente para una mejor excusa.

—Lo noté.

Al entrar, topamos con la suerte de encontrar una zona libre con sofás, yo fui de inmediato a acomodarme y observé a Max acercarse un tanto irritado, que se obligó a sentarse. Él no era de leer, le gustaba más ver las películas y que yo le contara las cosas que no entendía, por eso no le agradaba estar aquí, en un lugar silencioso, donde tenía que acoplarse a un ambiente que no le apetecía en lo absoluto.

Yo había traído un libro, que deseaba terminar con esmero para proseguir con la continuación. Así que lo saque de mi bolso y me limité a encontrar el separador que había colocado en la página en la que había quedado.

—Iré a darme una vuelta —se confinó a informarme Max y tras dejar su mochila en el sillón que había estado ocupando, caminó por la biblioteca para distraerse.

Me concentré en el libro de inmediato, aprovechando que Max no estaba para molestar, aunque no fue por mucho, porque rato después —unas once páginas del libro—, regresó con una sonrisa confusa en su labios y se sentó en el lugar a mi lado, acaparando mucho de mi espacio personal. Me fije en la página en la que estaba, antes de admirarlo.

—Estaba caminando, viendo ciertos libros, ya sabes. La situación es que cuando levanté la vista un chico me observaba y me guiño un ojo, yo primero observé a mí alrededor para ver si era alguien más, pero no había nadie cerca.

—¿Y qué hiciste?

—No pude reaccionar.

—Seguro tenía un tic.

—No me arruines el momento... pero la verdad también lo pensé por eso me fui sin hacer nada. ¿Y si de verdad lo hizo? ¿Y si es el amor de mi vida y no hice nada al respecto?

—Deberías ir a buscarlo, a ver qué pasa.

Se ilumino su expresión y con un regocijo renovado, se marchó nuevamente.

Volvió poco después, conmovido.

—¿Y ahora? ¿Lo encontraste?

—No —contestó negando con la cabeza y volvió a tomar asiento con cierto drama—, pero una chica me encontró a mí. Me dio su número y yo solo pensé en decirle "yo no pateo para ese lado".

Me reí imaginando la escena.

—¿Y era linda?

—Sí, era linda, pero no tenía lo que necesito.

No tenía pene, repasé, pero no se lo dije porque no quería decir esas cosas en voz alta menos con él, que amaba hacer desastre con nada.

—¿Y él chico?

—¡No lo encontré!

—Es una verdadera lástima —proseguí a decirle con cierto deje de ironía. Luego abrí el libro para intentar leer, pero con Max en medio drama, iba a conseguir leer algunas palabras sin siquiera entenderlas.

—Debería de ir a buscarlo de nuevo, pero ya no quiero encontrarme con la chica —expresó mientras hacía para atrás su cabeza como si fuera a desfallecer.

Entonces mi celular sonó indicándome que tenía un mensaje y cerré el libro, rendida, consciente que ya no iba a conseguir ojear nada. Luego consideré quien sería el remitente y al momento que estuve por averiguarlo, Max me arrebato el teléfono antes de tiempo.

—Dámelo.

Con una mano me indico que esperara mientras leía y rogué que si era Allen no dijera nada idiota —aunque viniendo de él era poco probable que no fuera así—, que molestara a Max, pero el mensaje que yo había recibido pareció emocionarlo.

—Lo siento, Mia, pero Chris dice que está afuera esperándonos en cuanto salgamos y claramente no estamos haciendo nada ahora, así que adiós —me lanzó el celular y yo con gran esfuerzo y mi clara torpeza apenas pude tomarlo. Max agarró su mochila y se marchó casi corriendo.

Yo gruñí al revisar el mensaje y confirmar lo que él me había dicho y con un resoplido exasperado, guarde mis cosas y me levanté para seguir a Max, que para sorpresa me esperaba todavía dentro del lugar.

—Pensé que ya estarías con Chris, besándole los pies —le reclamé porque se había ido sin siquiera esperarme en el momento.

—Mira, en la puerta está el chico que me guiño el ojo.

—Él de tic en el ojo —le contradije para molestarle y él me empujo de venganza.

—Necesito que camines hasta él y salgas, quizá pueda descubrir si es gay.

—¿Y cómo vas a comprobarlo haciéndome pasar cerca de él?

—Yo sé lo que te estoy pidiendo, solo hazlo y se coqueta discreta.

No tuve tiempo de cuestionar lo que me había ordenado, porque se atrevió a empujarme y no quise devolverme. Seguí caminando dudosa y por lo que me había mencionado, debía ser coqueta pero no tan obvia. Recordé algunas películas en donde las chicas pasaban las manos por su cabello para apartarlo de su cara y se veían muy bien, así que trate de hacer lo mismo. Entonces cuando ya estaba cerca di un extraño manotazo que no contaba me diera en la cara. Al momento me tape con ambas manos avergonzada y conseguí salir sin más incidentes.

La verdad esperaba que me fuera peor. Siendo yo, había sido un milagro solo haberme golpeado el rostro. Me deje una mano en la mejilla, mientras a un lado de la salida esperaba que Max saliera. Ojala no me hubiera visto nadie y agradecí no ser yo la que quería impresionar al chico, porque tal vez lo había impresionado de la manera no correcta.

Cuando Max por fin salió, no pareció haber conseguido mucho.

—¿Te golpeaste en la cara?

—Quizá.

Él embozó casi una sonrisa mientras negaba con la cabeza.

—¿Era gay? —le pregunté entonces.

—Ni idea.

—Pues ahora que lo pienso, debiste salir tú primero y yo debía asegurarme si se te quedaba viendo.

—Demonios, no lo consideré dentro.

—Y ya es muy tarde para hacerlo.

—Sí —contestó mirando hacia un punto en específico—, lo bueno es que esta Chris para compensar lo perdido. Que guapo se ve esperándonos fuera del auto.

Seguí la mirada de Max hasta donde Chris se encontraba, como mi mejor amigo había relatado, estaba recostado en el auto, mirando en nuestra dirección esperando a que llegáramos.

Alcancé a Max con desgana, andando hacia el auto, maldiciendo que él estuviera allí. Debió esperar a que yo le llamase o algo, no debió haber venido, porque había arruinado mi plan por completo de deshacerme de él.

Al acercarnos, Chris tenía una sonrisa en sus labios que me desagrado.

—Hola —nos saludó con agrado.

—¿Cómo estás Chris? —Saludó mi amigo con alegría—. Hoy te ves muy bien. Me encanta tu auto. Que linda camisa.

—Eh, gracias Max —contesto sin más respuesta para tanto parlamento.

—¿Nos vamos? —prosiguió a preguntar Max.

—Oh si —reaccionó Chris—. Entren al auto.

Max abrió la puerta e intenté pasar primero, pero él no me permitió.

—Las damas primero —le dije para que me dejara pasar.

—Exacto, por eso entro yo primero.

—Tarado —maldecí cuando él entró.

—Oh Mia —me detuvo Chris—, tú vas a conducir. Así que adelante.

Max salió del auto rápidamente.

—¿Saben qué? Creo que olvide algo así que los veo en la casa —pero lo meditó nuevamente—. No, espera, no sé porque no quiero herir tus sentimientos, solo no quiero morir al manejo de Mia. Así que Chris, yo dejaré flores en tu tumba.

Le di una mirada de disgusto, consciente de que en cierto modo tenía razón.

—Ella lo hará bien —confío Chris y aunque era apoyo para mí, no fue bien recibido.

—Chris, querido —esté se quedó aturdido al escuchar eso de Max—, no conoces a Mia, no lo suficiente para saber que ella te va a dejar sin auto.

Chris se quedó sin habla durante unos instantes, estaba dudando.

—Yo... emm... yo me ofrecí a enseñarle a Mia, supongo que confiare en ella.

—Bueno, no digas que no te advertí.

Inseguro, subió al auto en el lado del copiloto. Max lo observó apenas, con la intención de irse.

—Te vas a montar al auto y me vas a apoyar mientras conduzca —le ordené a Max con furia.

Se encogió de hombros.

—No tengo opción.

Entonces ingresó de nuevo atrás del auto y cerró la puerta, yo suspiré temiendo lo peor. Luego me obligué a entrar al auto, de conductora y puse las manos en el volante con mucha fuerza.

Por un momento espere que el auto arrancara solo, pero cuando Chris me habló supe que no iba a ser así.

—¿Sabes arrancar?

Le observé y cuando Max abría la boca para burlarse, me voltee en su dirección para lanzarle una mirada asesina.

Yo no sabía que sabía hacer, así que puse a prueba mis instintos.

Arranque el auto y pise el freno y luego me di cuenta que no era el correcto, también que debía quitar el freno de mano.

—¿En serio puedes?

Asentí, sabiendo que era lo contrario, que necesitaba un poco de ayuda, pero mi orgullo era molesto.

Cuando conseguí moverlo, me quedaba llevarlo a la carretera, pero en el intento casi conseguí darle a otro auto que iba pasando, tan solo pito y yo frené repentinamente.

—¡Wow! —farfulló Chris aterrado.

—Lo siento, lo siento —me disculpé.

—Tranquila, está todo bien intentó tranquilizarme él.

—Deja de mentirle —le reclamo con histeria Max—, ella nos va a matar.

—Claro que no, ella lo va hacer bien. Sigue —me indicó y yo aproveche el momento en que no venía ningún vehículo para poder meterme a la carretera.

El trayecto no fue lo mejor, conducía muy despacio y me costaba hacer más que una acción. Chris tuvo que darme varias indicaciones para ayudarme y yo de milagro no atropelle ni choque el auto.

—Enciende la radio —pidió Max al rato.

—Tengo un disco de música de los noventas. Tal vez le gusten —al reproducir la música, la canción que sonó se me hizo conocida pero no recordé su nombre.

—Está bien —dijo al final Max, que a pesar de no ser muy fan de ese tipo de música, a veces solían gustarle algunas de las canciones.

Cuando por fin llegamos a casa, después de muchas indicaciones y dos posibles colisiones que evite por los pelos, deje mal estacionado el auto a un lado de la acera y lo apague.

—Es un milagro que estemos vivos, si deciden hacerlo de nuevo, no los acompañó —admitió Max y sin esperar alguna respuesta salió del auto. Chris me observó.

—Ni pienses que voy a estacionarme bien, ya fue mucho por hoy y... eh, gracias por la lección.

Abrí la puerta y salí casi de un saltó, aliviada de haber sobrevivido al viaje y de haberlo finalizado.

No supe si aquella lección había sido un avance o una pérdida de tiempo total, solo esperé que no se volviera a repetir.

El viernes llegó rápido, pero con mucha calma. Allen no había asistido a clases, brindándome cierta paz en clases y Chris había estado calmado, sin hacer cosas extrañas. Así que después de días donde se había prolongado una locura y muchas cosas desagradables, era bueno tener un poco de tranquilidad.

Pero fue malo considerarlo, pues en ese momento sonó mi teléfono. Estaba escuchando música mientras leía un libro en mi habitación, sentada cómodamente en mi cama, así que al escuchar el tono de un mensaje de entrada, deje el libro en mi mano izquierda y con la derecha tome mi celular. Rodé los ojos al notar que el culpable del mensaje era "Alíen".

Quiero invitarte a un lugar mañana. ¿Tienes algo que hacer?

Le contesté de inmediato, desconfiando de él por completo.

Allen, ya no vas a lograr conseguir que salga contigo mediante extorsiones. Déjame en paz.

Seguí leyendo el libro, aun con el celular en la mano y volví a recibir un mensaje pero lo leí hasta que terminé de leer la página en la que estaba.

Lo intentaré de esta forma, yo te prometo tratar de no volver a obligarte a salir conmigo, en serio. Pero esta vez tienes oportunidad de decir sí o no (lo lamento, creo que esta vez también te obligue). Mañana festejaremos el cumpleaños de Alex y será una fiesta sorpresa. Nos encantaría que fueras, más cuando Alex te tiene un especial aprecio. Puedes invitar a Max, si así lo deseas, pero por favor di que sí, no quiero obligarte de nuevo.

Si quieres obligarme de nuevo y lo sabes, pero está bien, acepto, solo porque Alex me cae muy bien.

Que bien que aceptaste por las buenas, pensé que debía usar el cloroformo y las cuerdas para amarrarte y traerte a la fiesta sin tu voluntad. Mañana te digo los detalles de la hora y el lugar. Buenas noches.

No bromees con eso. Buenas noches, Alíen.

Por un momento, no cuestioné mucho todo porque el libro parecía estar mucho más interesante. Cuando por fin me obligue a dormir, me percaté de que convencer a Max de ir sería muy difícil y que tampoco tenía nada para regalarle a Alex. Tendría que ver que hacer en la mañana.

—Max, por favor —le suplique.

—No. —volvió a decir y me dio la espalda.

Tratar de rogarle a Max, era insoportable, pero sabía que debía de intentarlo.

—Por favor.

—No y punto. No iré a esa fiesta porque ninguno me agrada, pero tranquila, puedes ir con tus nuevos amigos, yo me quedaré en casa.

—Max, pensé que habíamos hablado de esto.

—Sí, este tema se acabó entonces, puedes irte.

Tocaron la puerta y me di cuenta que ya no podía seguir insistiendo y tampoco es que quería rogarle más a Max, que estaba siendo injusto.

—Está bien.

Me dirigí hasta la entrada, fastidiada de Max y abrí la puerta para encontrarme a Chase.

—Hola Chase.

—Hola Mia —me saludó alegré—. Vine yo a recogerlos.

—Creo que seré solo yo, a mi hermano no le dio la gana de venir —admití irritada.

—Una lástima. ¿Nos vamos?

—Sí, solo necesito un momento para traer mis cosas.

Al adentrarme en la cocina, Max iba saliendo de ella, al verme se detuvo en la entrada y se cruzó de brazos.

—¿Llego el imbécil de Alíen? —preguntó de mal humor.

Yo tomé las cosas que había dejado en la cocina y procuré salir luego.

—No. Vino su amigo.

Me observó levantando una ceja y me siguió lo suficiente como para fijarse en quien era él que esperaba en la puerta. Entonces se detuvo de golpe y me agarró del brazo.

—¿Qué pasa?

—Está bien, iré, solo porque no quiero dejarte ir sola. Voy a acompañarte solo para protegerte.

—¿Que?

—Espera, voy por mis cosas y nos vamos.

Subió corriendo las escaleras y yo me quedé confundida, luego observé hacia Chase que miraba hacia sus zapatos y me dirigí hacia él.

—Mi hermano va a venir, solo tenemos que esperarlo.

—Oh, qué bien.

Poco después, al escuchar los pasos en la escalera, me fijé en Max que venía muy emocionado y comprendí al fin porque había cambiado de opinión tan extrañamente.

Era un idiota.

—Él es Max —le presente a Chase cuando mi mejor amigo por fin llegó—, Max, él es Chase.

—Mucho gusto, Chase —murmuro Max, con una sonrisa en sus labios, le tendió una mano para saludarle y vi como sus ojos se iluminaban cuando Chase la estrecho.

—Él gusto es mío, es una dicha que nos acompañes.

—Yo estoy muy feliz de acompañarlos —contestó cuando se soltaron la mano. Chase le sonrió amigablemente y nos indicó que lo siguiéramos al auto, deje que se adelantara un poco para tomar el brazo de Max y detenerle.

—Eres un hipócrita, vienes solo porque te gusto Chase —le susurré con cólera.

—Si me hubieras dicho que él amigo de Alíen era tan guapo desde antes, hubiera aceptado desde el principio, por supuesto.

Le solté el brazo y seguimos caminando hasta el auto, donde tomamos los asientos traseros y escuchamos los relatos de Chase de cómo habían preparado la fiesta.

Al llegar al lugar donde se llevaría a cabo la fiesta, descubrimos que era en un pequeño bar. Chase dijo que tal vez se veía un poco mal, pero eran lo que se necesitaba y se veía mejor con la decoración. Cuando entramos, había globos por muchos lados, especialmente en el suelo y a un lado, sentado en una silla, se encontraba Allen inflando globos con el ceño fruncido.

Al notar nuestra presencia, el globo lila que había estado inflado, salió volando de su boca con un chillido y fue a caer lejos. Sin darle importancia a lo que había pasado, se levantó y anduvo hacia nosotros.

—Que bien que vinieron, necesito apoyo moral —y al llegar a nosotros me abrazo, lo cual me sorprendió tanto como para no apartarlo de inmediato—. He inflado un montón de globos solo.

Cuando conseguí apartarlo, no se quejó y se alejó. Asintió en dirección de Max de forma de saludo y luego suspiró.

—Olvide que para organizar fiestas necesitas mucho tiempo y creatividad, en las anteriores solo ayudaba y en esta debí hacerme cargo, es horrible.

—Es lo que queda —respondió Chase a su amigo y le dio un golpe de apoyo en el hombro—. Iré a traer a Alex, pero haré tiempo suficiente para que termines.

Allen asintió un poco desanimado y se pasó la lengua por los labios.

Cuando Chase se marchó, Allen nos pidió apoyo y como Max no quería quedar mal por Chase, no tuvo más remedio que ayudar. De cierta manera le dimos ideas para decorar, ordenar y colocar los adornos que faltaban.

Le ayude a terminar de inflar los globos y tuve que recuperar el aliento luego. Me vi tentada a robar de la comida que tenían alineada en una mesa, envidiando el hecho de que habían conseguido una pequeña fuente de chocolate. También había una variedad de golosinas, especialmente gomitas que no podía dejar de comerme. Y algunos bocadillos salados.

Había un pequeño escenario, que Allen tuvo que barrer pues dijo que tal vez lo usarían. Luego colocó unas mesas frente a él y le agrego unas sillas.

—Gracias por la ayuda —nos agradeció Allen sentándose después de haber pasado algo por la fuente de chocolate, se lo metió a la boca y yo me robe un bocadillo.

Max pateo uno de los globos que habíamos dejado en el suelo y busco una silla, yo fui a sentarme en sus regazos, pero él resoplo fastidiado. Entonces casi lo obligue a comerse una golosina.

—Todo tu esfuerzo será recompensado —le dije mientras el masticaba rodando los ojos—, vas a ver que Chase te agradecerá por haber ayudado tanto.

—¿Él tiene novia? ¿Alex es su novia?—me preguntó con curiosidad, Allen estaba lejos y tan distraído viendo hacia el escenario, que ni nos prestaba atención.

—Que yo sepa no, ellos no son novios y él no tiene novia.

—Un por ciento de posibilidades —murmuro triunfante.

Rato después, Chase llegó con Alex tapándole los ojos al entrar y cuando le quito las manos de la cara, ella se vio muy sorprendida.

—Sorpresa —le dijo Chase y ella dio brinquitos de felicidad, lo abrazó muy fuerte y Allen que se acercaba a ella con cinta pegada en la mejilla sin darse cuenta, fue abrazarla.

—Estoy tan feliz —dijo ella y al notar que estaba allí, dio un chillido y se acercó corriendo a abrazarme—. ¡Mia!

—Feliz cumpleaños Alex, siento de decir que no pude traerte un regalo, supe muy tarde, así que te lo debo.

—Que estés aquí es lo mejor, así que no te preocupes y trajiste a Max. Hola Max —le saludo ella.

Max que estaba sentado aun, sacudió la mano.

—Hola y felicidades.

—Gracias —contestó ella aun tan alegre, sin importar que él hubiese dado un saludo tan neutral.

Allen y Chase se acercaron, nos indicaron que debíamos ir a sentarnos en las mesas frente al escenario, pero primeros podíamos llevar algo de comer. Me percaté que Chase desapareció, al igual que Allen, pero no importo porque me concentre en llevar la mezcla perfecta entre lo salado y lo dulce y un buen vaso de gaseosa.

Al rato nos acomodamos en una sola mesa y aunque Max se negaba a ser más amigable y sociable, pude hablar muy bien con Alex.

—¿Que se abran echo los chicos? —cuestionó al no verlos. Me encogí de hombros y Max dio un recorrido al lugar con la mirada.

Entonces Allen apareció, con un sombrero de copa y una capa puesta, dándole un aire de mago. Se subió al escenario y acerco una mesa con unas cosas que había a un lado, luego se presentó al centro.

—Bienvenidos esta noche —anunció elevando una sonrisa.

—Aún no es de noche Allen —le corrigió Alex.

—Alex, aquí el mago soy yo, por favor —ella sonrió y él prosiguió con la presentación—. Hoy los vamos a honrar con una espectacular presentación de magia y para eso necesitamos a la mejor asistente en tiempo limitado, por favor recíbanla con un fuerte aplauso, que es penosa.

Empezamos a aplaudir, buscando el sonido de tacones que se acercaban a nosotros y Alex pegó un grito de sorpresa, yo me tapé la boca entre risas y Max quedo boquiabierto ante la asistente de Allen. Que subió al escenario con unos tacones plateados, su vestimenta era un vestido rojo corto pegado a su cuerpo y con un labial rojo fuerte en los labios.

Alex volvió a pegar un chillido, de emoción y siguió aplaudiendo junto a con Max, que seguía sin creérselo.

—¡La mejor asistente del mundo por siempre! —gritó ella y saco su celular para tomar unas fotos.

—Nada de fotos —le dijo Chase, que al final terminó posando para molestar.

Max apartó la vista de Chase un momento, para contemplarme con la sorpresa y el encanto reflejado en su rostro.

—Esto es lo mejor de mundo —me dijo y volvió a admirar a Chase de vestido en el escenario.

Yo sonreí, tan emocionada y también observé a Chase.

—Mi asistente, Chase, fue lo mejor que pude encontrar en tan poco tiempo ¡Así que ignoren sus piernas y el bulto entre su entrepierna!

Su amigo levantó una ceja y Allen se encogió de hombros.

Y comenzó el mejor acto de todos los tiempos.

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