Despierto adolorido, frunzo el ceño al sentir que el suelo vibra un poco, abro los ojos con cansina para abrirlos sorprendido al verme sentado en un avión, miro a mi lado y veo a la rubia quien me observa, sonrió cuando esta lo hace, es extraño pero hay algo en ella que se siente como Ariel, escucho las vagas palabras de Safir al decirme algo sobre ser algo más que humano por haber sobrevivido al despliegue de poder del moreno, la razón por la cual no presto atención a lo que dice es que busco con la mirada al moreno, veo a Zard a dos lugares de nosotros y después de mucho buscar me encuentro con la mirada del moreno que solo me mira y vuelve su mirada al frente, el avión aterriza y después de todo el protocolo bajamos, esta ciudad es malditamente caliente, me molesta el hecho que desde que desperté Ariel no me dirige la palabra desde que nos besamos aquella vez y le dije que era tarde para advertirme el sentir algo por el se ha estado comportando así, cada vez que habla lo dice en general , desde el asiento de atrás veo como conduce como si conociera esta ciudad muy bien.
— Hace mucho no venía aquí— dice la rubia a mi lado.
— ¿Dónde estamos?— pregunto al ver que no responden — pregunt...—
— Colombia — dic el moreno deteniendo el auto— barranquilla Colombia para ser más exactos— dice antes de bajar del auto.
— ¿en serio haremos esto?— pregunta Zard junto al mas bajo.
— Si— responde.
— Desde que lucho con ese tipo de pelo blanco está un poco raro— digo hablando más conmigo que con mi acompañante— ¿Dónde vamos?— pregunto observando el alrededor.
— La catedral— dice Safir colgándose de mi brazo.
Entramos en una iglesia grande con vidríales muy bonitos, los mosaicos relatan diferentes historias, es muy bonito todo, el parque frente a esta iglesia es enorme, las personas presentes parecen no percatarse de nuestra presencia, sigo a los ángeles quienes pasando por el altar y bajan unas escaleras, bajamos hasta llegar a unos túneles llenos de pequeñas tumbas, frunzo el ceño al ver que los tres inician a ver los nombres en los osarios, después de un rato veo a Ariel detenerse frente a uno, solo toca el nombre del osario y este se abre, saca un cofre mediano de este.
— Vámonos— dice con el cofre en sus manos.
El moreno no deja de observar la caja en sus manos como si temiera a lo que se encuentra dentro, los otros dos están igual de tensos, empiezo a pensar que no es nada bueno lo que hay dentro de esa vieja caja de madera, es la primera vez que veo al de ojos verdes dudar sobre algo, siempre se hace ver muy fuerte y decidido, siempre es quien sabe todo y no parece temerle a nada, verlo así hace que se me pongan los pelos de puntas.
— ¿estás seguro de abrir eso?— pregunta Zard quien desvía la mirada de la carretera para ver al moreno.
— Esta es la única forma de saber dónde está Caín— habla viendo la caja.
— ¿Qué dijiste?— pregunto haciendo que la rubia me suelte.
— Para poder salvarte necesito a tu padre— responde sin verme, abre la caja y frunzo el ceño l ver una tiara hecha de ¿hueso?
— ¿una corona de hueso?— pregunto.
— Ariel— dice la rubia con expresión de temor.
— Lo sé, pero debo hacerlo— dice cerrando la caja— primero debemos salir de aquí, puedo sentir mucha s presencias demoniacas— dice cerrando los ojos.
— ¿Qué es eso?— pregunto viendo a la rubia quien mira a Ariel— ¿Qué es es....—
— La corona de uno de los más poderosos demonios que existe — habla el moreno cuando el auto se detiene en el mismo terminal aéreo al que llegamos hace pocas horas.
(***)
— ¿Por qué vinimos aquí?— pregunto viendo el edificio donde se encuentra mi antiguo hogar.
— Necesito algo de tu madre— dice el moreno caminando hacia el edificio, lo sigo no sin antes darle una mirada a los otros dos.
— Regresar a esta ciudad plagada de demonios no es seguro— hablo mientras subimos las escaleras.
— Ocultamos nuestras auras, no nos encontraran— responde aun cuando solo fue un susurro, Safir se pega a mi moviendo sus dos grandes pechos contra mi bazo, sonrió, esta chica sabe cómo alegrar a un hombre.
— Safir— la voz cargada de advertencia del más pequeño hace que ambos lo miremos— creo que ya te alimentaste bastante— dice antes de girar no sin antes asesinar a la rubia con la mirada ¿se alimenta de mí?
— Tengo que mantener nuestras auras ocultas, necesito energía— dice esta con cierto tono de burla.
— ¿podrías conseguir algo de tu madre?— pregunta Ariel hablándome directamente, me adentro en mi destruido apartamento y me dirijo hacia la habitación para tomar lo único que tengo de mi madre.
— Toma — digo entregándole un rosario de cornalinas y oro que mi madre me dejo antes de desaparecer, nuestras manos se rosan al recibir el rosario, sus ojos cambia de color, pasan del verde intenso a hazel, sus ojos hermosos de ángel me miran por un par de segundos.
— No creo que debas hacerlo— dice el más grande de todos.
— Lo hare— dice guardando el objeto.
— ¿pagaras el precio?— pregunta Safir viendo al moreno.
— Vamos a un lugar santo— dice pasando junto a la rubia.
El camino se hace largo al salir de la ciudad, creí que un lugar santo podría ser una iglesia o un cementerio pero parece que no todos los cementerios son santos eso fue lo que me explicaron, el auto se detiene en un feo, horripilante y tétrico cementerio en medio del desierto estatal, caminamos por entre las tumbas hasta llegar a una al final de este horrible lugar, Ariel se sienta en forma de indio y Safir y Zard lo hacen a cada lado de él, Ariel toma el rosario y la corona en sus manos, enrolla el rosario en su mano dejando solo la cruz colgando.
— No lo hagas— lo miro, siento que esto es malo, siento que si hace esto algo malo sucederá.
El solo me mira, el miedo en mi desaparece, el ambiente terrorífico del lugar desaparece y todo se siente lleno de paz, las ropas de Ariel cambian poco a poco por una túnica blanca con algunos adornos dorados y piedras preciosas, en su frente un cordón de oro con una gema de color verde como sus ojos cae entre medio sus cejas, la luz que desprende es brillante y pura, como si fuera tela desenvolviéndose veo salir de su espalda tres pares de alas hermosas y blancas, cada una de sus plumas con su punta dorada, mi mirada y la suya se cruzan, trato de decir que no es necesario pero mis palabras no salen, con un movimiento que apenas y alcanzo a ver coloca la corona de hueso en su cabeza, doy un paso atrás al ver sus ojos puros y divinos volverse completamente negros como la más profunda tiniebla Astarot, todo inicia a sacudirse con violencia cuando el moreno dice ese nombre, la tierra tiembla, las tumbas se abren.
— AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH— Ariel suelta un grito fuerte y agudo que nos obliga a retroceder y acubrirnos los oído, siento como si mis tímpanos estuvieran por ser reventados, mis ojos se abren con miedo al ver como sus alas son consumidas por llamas negras que tiñen sus hermosas plumas de negro hasta volverlas ceniza— el precio a sido pagado— sui voz es débil, Zard se lanza hacia el y saca la corona de su cabeza lanzándola al suelo, así cual hoja al viendo la corona se desintegra siendo arrastrada por el viento.
— ARIEL— grito al ver al Serafín caer inconsciente en los brazos del mulato.
Ariel
Sin abrir los ojos llevo una de mis manos a mi pecho sintiendo que algo pesa allí, todo está en silencio y la sensación de paz me embarga, es como si estuviera en cas.... Abro los ojos viendo solo luz, todo blanco resplandeciente, recorro el lugar con la mirada entrando poco a poco en pánico al reconocerlo, el tribunal blanco, levanto la mirada, retrocedo levantándome en el acto al ver su mirada iracunda sobre mí, me dejo caer de rodillas, frente a EL quien me observa desde lo alto, puedo sentir todo el peso de mis actos posarse en mis hombros, sé muy bien lo que sucederá ahora.
— Ariel— su voz suave suena como mil truenos haciéndome encoger en mi lugar— ¿sabes lo que has hecho?— pregunta cierro los ojos antes de responder.
— Lo sé— respondo sin levantar mi mirada.
— ¿sabes que has dado tu pureza?— pregunta haciendo que todo resuene, su voz ya no tan suave es mucho más estruendosa— has perdido tu pureza — repite molesto.
— Lo se— digo esta vez tomando suficiente valor de levantar mi mirada y verlo— se lo que he hecho— digo con firmeza y respeto.
— Ya no puedes estar aquí— dice con pesar, ya no soy un celestial.
— No dejare de protegerlo— digo con voz rota.
— Los dones y virtudes que tienes no los quitare, el poder que te di es tuyo úsalo sabiamente— sentencia, el suelo a mis pies desaparece, desplego mis alas quedando en shock al ver que ya no son blancas, puras como antes, ahora son de un color hueso.
(...)
El molesto sol golpea mi rostro haciendo que abra y cierre los ojos, frunzo el ceño al ver que me encuentro en una lujosa habitación, es bastante decorada y un poco ostentosa, me pongo de pie, y me miro en un espejo, no hay nada diferente y tampoco me siento diferente aunque puedo sentir las emociones humanas mas a flor de piel, la puerta se abre y por esta entra Zard quien me sonríe.
— Despertaste— dice llegando a mi lado.
— ¿Dónde estamos?— pregunto al ver por la ventana.
— Antes de perder la conciencia dijiste Rusia, así que estamos en Rusia— responde pasándome una botella con agua.
— Necesito comer algo— digo después de dar un sorbo a la botella.
— ¿Qué sucedió?— pregunta viéndome— tu aura sigue siendo fuerte y brillante pero siento algo diferente, incluso siento ms tu poder— dice con su ceño fruncido.
— Ahora soy como tú, tengo un asunto pendiente y aparte de eso no puedo volver— respondo, me siento agotado, usar la corona de Astarot me dejo agotado.
— Parece que el ha pedido a un gran ser— se lamenta viendo al techo.
Después de descansar y comer lo que el mulato me trajo a la habitación me levanto nuevamente de la cama y salgo de la habitación, hay es cuando me doy cuenta que estamos en lo que parece ser una gran mansión, camino para bajar las escaleras, me detengo al sentir dos auras en la habitación a mi lado, observo la puerta sin entender lo que sucede, hay quejidos pero no se oyen como si fuera por sufrimiento, avanzo hacia la puerta para ver qué es lo que sucede, una mulata mano detiene la mía cuando pretendo tomar el pomo.
— Son gemidos — dice Zard cuando lo miro— lo digo por tu cara — dice con una medio sonrisa.
— ¿a qué se deben?— pregunto poniendo mi atención en el hombre grande frente a mí.
— Tienen sexo— responde, frunzo el ceño— lo hacen todo el tiempo— dice viéndome.
El hecho de que no respetan que hayamos más personas en la casa y ellos hagan esas cosas y a tan alto volumen me molesta, bajo las escaleras y me dirijo directo a la cocina, ser un terrano tiene algunas cosas, puedo comer comida humana aunque no me sacie si mantendrá bien este cuerpo, la esencia de los demás es mucho mejor, tomo lo que parecen ser frutas y las cómo, el sabor es raro, no es dulce ni salado, termino eso y tomo lo que si se es una manzana, el sonido de pasos me hace girar veo como los dos rubios se comen literalmente a besos.
— Deberían respetar que hay más personas aquí— los dos se separan al escucharme, Joe me mira con los ojos muy abiertos.
— Despertaste— dice el humano mientras la rubia me mira con una sonrisa de satisfacción.
— Tienes ojeras, te vez fatal— digo acercándome — deberías dejar de darle de tu esencia— digo para salir de la cocina.
Bajo las escaleras listo para salir, me detengo al escuchar un quejido provenir de la sala, termino de bajar sigilosamente y me encamino, observo y veo como Safir devora la boca del rubio mientras esta sobre este quien está sentado en uno de los sofás, siento mi cuerpo ponerse caliente y las ganas de arrancarle el cuero cabelludo a los dos me embarga ¿Cómo pueden pasar todo el tiempo así?
— Hola Ariel — escucho la voz de la rubia quien me mira, cruzo mi mirada con ella, su sonrisa se hace más grande.
— Sigue así y me darás el placer de borrar esa sonrisa tuya — esta se levanta inmediatamente alarmada.
— Desde que despertaste estas raro— dice el rubio viéndome—Como si la ira fuera tu estado natural— dice viéndome.
— Y debe estar airado, no es común que un serafín sea expulsado del cielo— habla Zard pasando junto a mí.
— ¿QUE? ¿Cómo que te expulsaron? ¿ya no eres un celestial?— Joe se acerca haciendo preguntas.
— Si creo que así es, ahora vístete y muévete— digo empujando su cuerpo a un lado para pasar.
— ¿Ariel? — pregunta Zard, lo miro y este frunce el ceño, se que debo controlarme.
— Solo larguémonos ya — digo saliendo de la casa.
HERMOSA SAFIR