||+18|| ADRINETTE...

By Bugginette_7u7

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Félix y Marinette son pareja desde hace dos años. La pareja soñada para algunos, y un completo caos para sus... More

SINOPSIS
PRÓLOGO
1. VOYEUR
2. PROPOSITION
3. DECISION
4. SEXY
5. TEMPT ME
6. PARTY
7. BURNING DESIRE
8. SENSATION
9. ALONE
10. TELL ME YOUR SECRETS
11. EXCLUSIVE
13. I CAN'T STOP IT
14. YOURS
15. HIDDING
16. EPIPHANY
17. LOST AND FOUND
18. WHY?
19. LITTLE LIES
20. IN TROUBLE
21. ASHAMED
22. NO MORE HIDDING
23. THE TRUTH
24. BE MINE
25. FEELINGS
26. FEAR
27. TROUBLE TRIP
28. WILD LOVE
29. MINE & YOURS
EPÍLOGO
ANUNCIO. SEGUNDA TEMPORADA

12. WHAT YOU WANT

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By Bugginette_7u7

« ¿Por qué me siento así? ¿Qué me está pasando? »

Esas preguntas se repetían una y otra vez en la mente de Marinette por lo acontecido ya hacía poco más de una semana con el menor de los Agreste. Desde casi haber sucumbido a la tentación de besarlo, que había decidido eludirlo a toda costa.

Las visitas en la mansión se vieron reducidas, y tampoco pareció que Félix pusiera pegas en el asunto. Aquello le sorprendió un poco a la joven, pero consideró que él estaría ocupado estudiando para los exámenes finales y no le dio más importancia.

Entretanto, en su mente se desataba el caos. Pues por más que quisiera quitarse a ese chico de mirada esmeralda de la cabeza, no había forma humana de que su subconsciente no la traicionara.

En verdad, deseaba verlo. Lo deseaba cómo no lograba hallar explicación a esa necesidad que tenía de él.

Era jueves. Acabadas las clases, decidió dar una vuelta por las calles de la ciudad para así despejar la mente y acomodar sus pensamientos. Tenía que aclarar las ideas y centrarse de nuevo, por lo que en su solitario trayecto, sacó el móvil del bolsillo de su pantalón para marcar el número de su novio.

La idea era quedar e ir a tomar algo. No obstante, cuando creyó que su llamada era atendida, saltó el buzón de voz.

La universitaria resopló abatida, mirando el aparato con porfía al colgar definitivamente. Luego, sus ojos estudiaron el paisaje de su alrededor y reconoció el vecindario.

Estaba cerca del instituto de Adrien. Si quisiera, podría acercarse e ir a verlo. Aquella idea la sobrecogió y aceleró sus latidos en una fracción de segundo, debatiéndose internamente en qué elección tomar.

« Tampoco tendría por qué pasar nada... »

Dudas y más dudas la asaltaban, creando una nube de indecisión. Aún y así, sus pies comenzaron a avanzar por instinto y sus conjeturas iban siendo aplacadas por los dictados de su corazón.

Tal vez se sintiera culpable de no saber refrenar esos nuevos e irracionales impulsos, pero mismamente, anhelaba reencontrarse con el adolescente.

Cuando llegó a sitio, revisó con impaciencia el móvil, fijándose en que ya habían pasado diez minutos de la hora de salida y en cómo varios alumnos abandonaban el centro entre risas y amenas conversaciones.

Ella buscaba entre el gentío, esperando encontrar a ese muchacho de sonrisa de revista. Pero cada segundo que pasaba sin rastro de él, era una tortura para la universitaria.

« Tal vez ya se haya ido a casa. »

Aquel pensamiento la desalentó. Sin embargo, cuando a lo lejos vio a ese rostro conocido, su desilusión fue sustituida por una emergente sensación de alegría. Él aún no se había percatado de su presencia, avanzando en su dirección en un semblante reflexivo y ausente.

Marinette aguardó quieta en su posición. Esperando a que el joven la viera al irse aproximando donde ella se encontraba, con los nervios instalándose en la boca de su estómago.

Ya poco faltaba para que se encontraran. Solo unos pocos metros de separación. Pero en ese momento que parecía nunca llegar a su fin, la entrada en escena de una chica de larga melena oscura y un mechón violeta en el flequillo lo hizo trastabillar todo.

La euroasiática observó a esa desconocida hablar con el rubio de una forma de lo más amistosa. Sin que las risas faltaran en esa indeseable imagen que estaba haciendo añicos a la mayor. Entonces, se miró a sí misma, sintiendo pena y vergüenza de cómo estaba actuando.

« Dios, qué tonta soy. »

Echando un último vistazo al joven, se dio media vuelta con los ánimos por los suelos. Dándose por vencida cuando, antes de voltearse del todo, él logró identificarla a la distancia, y el asombro predominó en su rostro.

- ¿Marinette?- dudó abstraído.

- ¿Qué dijiste?- preguntó su compañera de gemas marrones.

Él parpadeó fuera de sí, mirando a la chica con impaciencia.

- Lo siento, Juls, tengo que irme ya.

La muchacha se quedó con la palabra en la boca, viendo al varón alejarse con apremio y esquivando a los alumnos que se interponían en su trayectoria.

- ¡Marinette!- exclamó desde sus espaldas, no tardando en darle alcance y tomarla del hombro.

En ese contacto, la fémina se estremeció, ladeándose recelosa para ver esa sonrisa risueña con la que aquel apuesto chico la miraba.

- Hey, Adrien, ¿qué tal?- simuló con fingida tranquilidad-. Vaya sorpresa, ¿qué te trae por aquí?

El rubio arqueó ambas con incertidumbre.

- Esto... Es mi instituto; estudio aquí.

« Brillante, Marinette. Te luces. »

- ¡Sí, claro! ¡Ya lo sabía!- le dio un toque amistoso en el brazo-. Solo estaba tomándote el pelo, nada más.

El menor se extrañó de esa reacción inusual en ella. No obstante, no le desagradó, más bien todo lo contrario. Por no decir, que verla después de tantos días era como un sueño hecho realidad para él.

No había día en que esa chica no se apareciera en su cabeza. No había día en que no deseara volverla a tener entre sus brazos. Al sumergirse en sus fantasías, se obligó a regresar al presente; negando de lado a lado al afrontar a la aspirante a diseñadora de modas.

- Bueno, y... ¿A qué has venido?- se interesó con voz calma-. ¿Querías algo, o...?

- No, nada.- se apresuró en aclarar-. Yo... Solo estaba dando una vuelta por la zona, y... Me acerqué a saludar.

- Oh... Bien.

- Pero tranquilo, ya me iba.- explicó con presteza-. Además, no quisiera interrumpir los planes con tu... Novia.

Aquella alusión desconcertó totalmente al zagal, quien con una expresión incrédula buscó la mirada de la azabache.

- ¿Has dicho novia?- preguntó con sorna-. ¿De qué novia estás hablando?

Ella se cruzó de brazos y acomodó uno de sus mechones.

- Pues... La chica con la que estabas hace un rato.- indicó sin querer reflejar interés-. La de pelo largo y look gótico.

Frente a esa confesión, el adolescente no pudo evitar soltar una carcajada jactanciosa. Hecho por el que la fémina lo estudió con el ceño fruncido.

- ¿Y ahora de qué te ríes?- exigió saber ella, torciendo el gesto-. ¿Se puede saber qué he dicho que sea tan gracioso?

- Perdona, perdona. Ya paro.- suspiró profundo, pasándose los dedos por las guedejas-. Es solo que... Ella no es mi novia.- la mayor aguardó dubitativa y él prosiguió-. La chica con la que estaba es una buena amiga mía.

Marinette no terminaba de tenerlas todas consigo, abrazándose en una faceta desconfiada.

- Es decir, que es tu follamiga.

- ¿Qué? Ni hablar.- se jactó-. Es solo una amiga.- se metió las manos en los bolsillos del pantalón-. Y debo decir que, de ser por ella, te follaría antes a ti que no a mí.

La joven continuó mirándolo incomprensiva.

- ¿Qué quieres decir con...?- el semblante pícaro que él le dedicó fue suficiente para conocer la respuesta-. Ah... Ya entendí.

« Debería aprender a mantener la boca cerrada. »

- Bueno, igualmente debes tener tus cosas por hacer, así que...

- Bichito.- ella lo miró a los ojos en el acto, enmudeciendo y sintiendo su pulso azorarse al oír ese apelativo-. ¿Tienes... Algún plan?

- Esto... ¿A qué te refieres?- indagó irresoluta.

El muchacho redujo la distancia con la euroasiática, acercando una mano a una de sus mejillas.

- Me refiero a que si tienes la tarde libre o has de hacer algún recado.- ella atendió en silencio, sumergiéndose en las esmeraldas del blondo.

- Esto... ¿Por qué quieres saberlo?

- Curiosidad.- sonrió fugazmente-. Y... Porque en parte me gustaría pasar el rato contigo.- los latidos de la joven emprendieron un ritmo más constante, relamiéndose a la expectativa-. Pero si estás ocupada, podr...

- No lo estoy.- intervino sin un ápice de vacilación, dejando al rubio medio aturdido-. Es decir, que... Hoy estoy libre. Así que...

Aquella contestación brindó esperanza al Agreste. El cual sin carcomerse demasiado le ofreció su brazo.

- En ese caso, ¿nos vamos?

Ella lo contempló sin poder decir nada, meditando a conciencia antes de decidirse a ir por su propio pie hacia la calle. Percibiendo la presencia del varón escoltándola a sus espaldas.

El silencio los acompañó unos minutos, deambulando sin un rumbo fijo que seguir.

- Y... ¿Dónde tenías pensado ir?- curioseó con la mirada puesta en el horizonte.

- La verdad, es que no me lo había planteado.- murmuró con una sonrisa simpática, ojeando de refilón a la mayor-. ¿Dónde te gustaría ir?

- ¿Cómo?- preguntó desorientada.

- Pues que... a dónde te haría ilusión que fuésemos.- expresó en un tono monocorde-. ¿Hay algún sitio al que te haría ilusión ir o algo que quisieras hacer?

- Esto... Pues... Yo... No lo sé.- bajó la vista al suelo-. Hace tanto tiempo que nadie me pregunta qué es lo que me gustaría, que sinceramente, ya no sé qué es lo que quiero.

Adrien no podía creer lo que escuchaba, quedando anonadado por esa revelación. Si últimamente su estima hacia su hermano pendía de un hilo, con aquella confesión, no es que la situación mejorara.

Ella había adquirido una postura compungida, que provocó que un instinto de protección floreciera en el adolescente; quien con una sonrisa optimista, se interpuso en el camino de la joven y captó su mirada perdida

- Adrien, ¿qué estás...?

- Dime qué es lo que deseas.- intervino en una actitud entusiasta-. Pide lo que sea, que yo me encargaré de cumplirlo.

Marinette permaneció patidifusa, sonriendo sarcástica al observar a su compañero.

- Anda, déjate de tonterías.- se mofó, revoleando los ojos-. Elige un sitio y...

- Creo que no me he expresado con suficiente claridad.- se acercó peligrosamente a ella, suprimiendo la separación que los dividía para tomar su barbilla con gentileza-. Esta tarde es para ti; por lo que de aquí no vamos a movernos, hasta que me digas qué es lo que te apetece hacer.- ella fue a protestar, pero él se apresuró en interferir-. Y no intentes llevarme la contraria o te llevo a cuestas por toda la ciudad.

Aquella amenaza, si bien a priori sorprendió a la chica, luego terminó por robarle una sonora risotada. Relajando los hombros al incrustar sus zafiros en las esmeraldas del rubio.

- Está bien. Tú ganas.- puso los brazos en jarra, escrutando esos rasgos pilluelos que se apreciaban en la faz del chico-. Ya que insistes, diré que quiero... Dar un paseo en barco.- él arqueó una de sus cejas escéptico-. ¿Qué? Nunca lo he hecho, y... Siento curiosidad.

Sin darle más vueltas al asunto, el varón accedió con grato gusto. Retomando su posición inicial al lado de la azabache, para después extender una mano y entrelazarla sorpresivamente a la suya en un gesto espontáneo.

La Cheng se dejó guiar por el menor al reanudar la marcha, sonrojándose al fijar su mirada donde sus manos se encontraban unidas.

« ¿Esto es normal? »

Ojeó a las personas de su alrededor, quienes los miraban con interés.

- Oye...- musitó ella en un hilo de voz, captando los focos de su acompañante-. No piensas que sería mejor si no... Bueno... Ya sabes...- zarandeó levemente la muñeca, y el ojiverde se carcajeó.

- ¿Te da vergüenza que andemos de la mano?

- ¿Cómo? ¡No! ¡Claro que no!- se exaltó de repente, eludiendo el contacto visual-. Solo lo digo porque todos nos están mirando; por nada más.

Adrien echó un vistazo a la gente que merodeaba cerca de ellos, y enseguida volvió a ojear a su compañera.

- ¿Y? No tiene nada de malo.- se inclinó levemente hacia ella-. ¿O es que acaso te sientes incómoda? Porque si es así, puedo...

- No.- apretó su mano con firmeza, fijando su mirada en el horizonte-. Yo... Está bien así.

Él sonrió ladinamente, conduciendo sus pasos hasta la orilla del Sena, donde turistas y parisinos aguardaban por el próximo embarque. Tras esperar por su turno, el rubio se encargó de pagar los tiques para los dos, y seguidamente se los entregó a su acompañante.

- ¿Una rosa para la señorita?- preguntó un hombre que acarreaba con varias flores, ofreciendo una de ellas a la azabache.

- Eh, no, graci...

- Póngame dos.- intervino el adolescente, dejando a la chica anonadada al extender un billete de diez euros al comerciante.

El mayor aceptó el dinero y con una sonrisa amable dio a elegir a la joven las rosas que más fueran de su agrado. Ya habiendo decidido, ella las miró con incerteza, pero igual ilusión.

- Buena elección.- ella sonrió, y el hombre contempló a su compañero-. Y felicidades.- tanto el menor cómo la fémina observaron dudosos al individuo-. Hacen muy buena pareja.

Los aludidos quedaron desprovistos de palabras, mirándose con un ligero rubor en sus mejillas. Al cabo de un rato, la gente comenzó a subirse al barco y ellos los siguieron aún sin decirse nada.

Una extraña atmósfera los rodeó, dirigiéndose a una de las barandas para tener unas mejores vistas del paisaje parisino. Admirando los contrastes de colores que pintaban el cielo de tonalidades anaranjadas.

El muchacho miró de refilón a la euroasiática, la cual alternaba su mirada entre ese escenario romántico y las rosas que él le hubo regalado.

Cuando el barco zarpó, la joven se aferró por instinto al barandal. Fijando la vista en las apacibles aguas en las que navegaban.

- No mires al agua.- advirtió el zagal, captando los iris de la azabache-. A no ser, que quieras marearte.

- Oh, no lo sabía.- murmuró con voz recatada, relamiéndose al ojear con disimulo a su acompañante-. Tú... ¿Ya habías ido en barco?

Él inspiró profundo, recargando los codos en el metal de la baranda.

- Cuando era pequeño.- alegó con nostalgia-. A mi madre le gustaba, y solía traernos a mí y a mi hermano con ella.

La fémina se humedeció los labios, imitando la pose del adolescente.

- Lo siento.- se disculpó en un tono afligido-. No quería hacer que te sintieras mal.

El varón sacudió la cabeza, simulando una sonrisa tierna.

- Tranquila, no pasa nada.- enfocó sus verdes donde se alzaba la Torre Eiffel-. Igual, es imposible que me sienta triste con estas vistas.

Ambos intercambiaron una mirada improvisada que produjo que a ella le brincara el corazón bajo el pecho. Obligándola a mirar las rosas que sostenía con una sonrisa cínica.

- ¿Qué hay de las otras chicas?- cuestionó con voz tenaz-. ¿También las llevas a pasear en barco y les regalas flores bonitas?

Adrien contuvo la risa, arrimándose a ella y tomando una de sus rosas para inhalar su aroma.

- No salgo con otras chicas; solo follo con ellas.- contestó en un tono monocorde, observando las facciones circunspectas de la mayor-. Yo no soy como mi hermano, Marinette.- le devolvió la flor, adhiriendo sus esmeraldas a los océanos de la universitaria-. Si me... Enamoro de una chica, no puedo estar con nadie más.

Los latidos de la azabache se encabritaron, sin poder esquivar el contacto visual.

- ¿Por qué... me estás diciendo esto?- titubeó-. ¿Qué tiene que ver estar enamorado, o que tú seas o no como tu hermano?

El rubio deslizó los dedos por el contorno de su faz, provocándole un estremecimiento que la hizo suspirar entrecortada.

- ¿Crees querer conocer la verdad?- ella dudó y luego negó temerosa, quedando fascinada por esa paz que él le transmitía a través de sus gemas-. Lo suponía.- apartó la caricia que depositó en su cara y la mayor sintió un vacío en su interior.

- Adrien...

- Mira.- interrumpió de sopetón, señalando hacia el reconocido monumento francés-. Están iluminando la Torre Eiffel.

Marinette bajó el rostro con aflicción, de nuevo contemplando esas flores que la hacían sentir miserable. No solo por lo que hacía con el menor, sino también por cómo estaba conduciendo su vida.

Sus zafiros se enfocaron donde el rubio le indicaba, presenciando la belleza de aquel espectáculo de luces del que ella era espectadora. Un escenario que debería disfrutar junto a su novio, y no junto a su hermano.

« ¿Acaso con Félix aquí te sentirías mejor? »

Una lágrima surcó uno de sus pómulos, haciendo que se diera cuenta de su lamentable situación. Adrien continuaba con la vista puesta a lo lejos, sin percatarse de la tristeza que empañaba los azules de su compañera.

Quizás era egoísta lo que su corazón anhelaba. Quizás era ruin lo que pretendía. Aún y así, y con suma sutileza, se arrimó al chico y se abrazó de improviso a su torso. Ocultando el rostro en su pecho mientras él la observaba irresoluto.

- ¿Marinette?

- Abrázame, Adrien.- suplicó en un tono susurrante-. Por favor.

« Bichito... »

Correspondió a ese abrazo sin dudarlo siquiera. Rodeándola y acariciando su cabellera con delicadeza, a la vez que ella intentaba no echarse a llorar. Únicamente los dos contagiándose de la calidez de sus cuerpos, bajo ese plácido anochecer.

El aroma a vainilla se filtró en las fosas nasales del pubescente, quien depositó un casto beso en la coronilla de esa chica de alma rota, al mismo tiempo que estrechaba su silueta.

- ¿Te encuentras bien?- susurró sobre su oído.

- No lo sé.- sollozó quejumbrosa-. Supongo que... Me siento confundida.

Apartó levemente a la fémina, tomando su mentón para escrutar sus decaídos rasgos.

- No llores.- sonrió con embeleso, escurriendo una lágrima en su dedo índice-. Nada ni nadie merece tus lágrimas... Princesa.

Ella rio sin ganas, atrapando su mano.

- No deberías ser tan amable conmigo.- suspiró-. No lo merezco.

El varón la examinó con más seriedad.

- Discrepo en eso.- recorrió sus pómulos con meras caricias, que eran cómo un bálsamo para ella-. Lo que no mereces es sufrir cómo lo estás haciendo.- la joven entreabrió los labios, sin que ningún sonido emergiera de ellos-. Sé que no soy quién para decirte lo que has o no de hacer con tu vida, pero... Si hay algo que te hace sentir mal.... Creo que deberías ponerle fin antes de que empeore.- sonrió fugazmente-. Al igual, que si hay algo que quieras y que te haga sentir bien... Debes creerte libre de poder expresarlo.

Esas palabras se grabaron en la mente de la chica. Lo mismo que esa expresión benevolente que él reflejaba frente a ella y que la colmaba de paz.

En cuanto quiso contestar a su consejo, el barco se detuvo en la orilla del río y la gente fue desembarcando a un paso ligero. Adrien miró a ese par de zafiros con detenimiento, resoplando con pesadumbre.

- Me temo que se acabó el paseo.- enunció él con un encogimiento de hombros.

- Nada es para siempre.- susurró con pesar.

Él no se opuso a sus argumentos, apartándose despacio para luego tomarla de la mano y guiarla a la salida. Marinette no quiso pronunciarse, sujetando las rosas en la mano libre y contemplando pensativa a su acompañante.

Realmente, y aunque en algo se asemejaran, Félix era muy distinto a su hermano. Por más que intentara compararlos, eran como el día y la noche. Puede que quisiera a su novio y que estuviera dispuesta a todo por él, pero en ese entonces, esa entrega y devoción que siempre le debía, daba la impresión de que comenzaba a desequilibrarse.

Ya caminando por las calles, las luces de las farolas fueron alumbrando sus pasos. Apenas percatándose de cuando ya habían llegado frente al hogar de la chica, hasta que ella frenó en seco.

- Aquí nos decimos adiós.- comentó la muchacha, quedando cara a cara con el confuso rubio-. Este... Aquí vivo yo.- indicó al identificar el desconcierto en el rostro de su escolta-. Es por eso que digo que... Tenemos que despedirnos.

- ¡Oh, bien!- torció una sonrisa-. Así pues, me marcharé para que puedas... Descansar.

Ella asintió conforme.

- Gracias por esta tarde.- murmuró de forma sentida, alzando luego su presente-. Y por las flores.

- Oh-eh... De nada. Me alegro que lo hayas pasado bien.- se metió las manos en sus bolsillos con un ápice de nerviosismo-. En fin... Yo... Solo me queda desearte las buenas noches, y... Ya nos veremos.

La azabache no respondió al momento. Sino que redujo considerablemente el espacio entre ambos, para luego plantarse a escasos centímetros de su rostro.

- Buenas noches, Gatito.- se puso de puntillas, acercando sus carmesíes a los labios del chico, para depositar un tímido beso en la comisura.

En cuanto ella reculó hacia atrás, la mirada del varón no podía desenfocarse de su risueña expresión. Luciendo aún desconcertado al verla marchar hacia el portal de su casa, mientras él se llevaba una mano a la zona donde esos carnosos lo habían besado.

×××××××

Continuará 👀

Bueno, al final Mari no se pudo estar y fue a visitar al rubio... Aunque por poco que vuelve a huir al pensar cosas que no son🤣

Y bueno, vemos más de como se siente ella respecto a su relación y... Suerte que Adrien está por ella y para animarla?

Con la tontería al final se puede decir que han tenido una cita tranquila, y... Ha habido más acercamiento entre ellos👀

Eso sí, aún sigue habiendo obstáculos y prejuicios... Pero... ¿Se superarán? ¿O empeorará la situación?

Espero que os haya gustado el capítulo y aguardo por vuestros comentarios 😊

Un besooo 😘

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