Campamento Rousseau [Larry St...

By geburtsfehler

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×Todos los derechos de autor reservados×. Cuando se ve a punto de ser enviada a un exótico Campamento todo u... More

Vista rápida al mundo de Campamento Rousseau.
Capítulo Uno.
Capítulo Dos.
Capítulo Tres.
Capítulo Cuatro.
Capítulo Cinco.
Capítulo Seis.
Capítulo Ocho.
"Del diario secreto de Pauliena Moliniers".
Capítulo Nueve.
Capítulo Diez.
Capítulo Once.
Capítulo Doce.
Capítulo Trece.
Capítulo Catorce.
Capítulo Quince.
Capítulo Dieciséis.
|AVISO|
Capítulo Dieciséis: Pt. Dos.
Capítulo Diecisiete.
|Despistada se nace, no se hace|
Capítulo Dieciocho.
Capítulo Diecinueve.
Capítulo Veinte.
Capítulo Veintiuno.
Capítulo Veintidós.
Capítulo Veintitrés.
Capítulo Veinticuatro.
Sorry not sorry.
Capítulo Veinticinco.
Capítulo Veintiséis.
Capitulo Veintisiete.
Capítulo Veintiocho.
Capítulo Veintinueve
DESPEDIDA
F i n a l

Capítulo Siete.

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By geburtsfehler

“Demasiado personal”

×Louis×

Noviembre, 01. 2014.

Harry se lanzó al piso, a los pies de su cama y me tendió uno de los audífonos. Me senté a su lado, tomando el dispositivo auricular, y enfocando mi vista en el paisaje lluvioso a través de la ventana.

No dejaba una sola canción. Todas las pasaba, era como si estuviese buscando alguna, o como si ninguna le gustase lo suficiente. Hasta que se detuvo en seco en aquella canción acústica.

— ¿Te gusta Ed Sheeran? —pregunté, atónito.

Harry me miró de soslayo, encogiéndose de hombros—: Me gusta su música.

Asentí, mordiéndome la lengua para no gritarle “¡Es lo mismo!” o algo por el estilo. Harry no desaprovechaba una oportunidad para dejar en claro su heterosexualidad. Así que, estaba rezando porque no se le ocurriese preguntar qué me sucedía en la biblioteca.

Entonces, tendría una razón más para hostigarme.

O bien, si era un poco empático, podría tener una razón más para odiar a Adam Bostwick, o como él lo conocía Adam Stinkler.

You see I’m searching for what use to be mine…—cantó por lo bajo. Sin falsete, ni voces agudas. Sacando provecho de aquella voz ronca que poseía—…So I will try to find another one who suited me… as well… as her…

I’ve moved far away… from you… and I want to… see you here… beside me, dear…

But things aren’t clear —cantamos a la vez. Pero no fue unísono. Harry se encargó de cantar una voz baja que, en contraste con mi voz un tanto aguda, se había oído increíblemente bien.

—Vale…—murmuró, cabeceando—. Sunburn no va.

— ¿Por qué? —intenté preguntar como alguien… normal… pero mi voz había sonado como la de un nene exigiendo más tiempo en el parque de diversiones.  

Harry detuvo la canción, dejando que el sonido de la lluvia golpeando contra el tejado y los truenos retumbando a nuestro alrededor, llenaran el silencio. Me gustaba el silencio. Pero el silencio total. No el silencio ahogado por la tormenta.

—Es muy… personal —respondió, por lo bajo. Ah, eso—. ¿Entiendes? Es como…demasiados… ya sabes…

—Sí, lo sé —quise agregar También lo sentí. Pero sonaría como si quisiera coquetear con él y, por un demonio, eso era lo que menos convenía en este momento—. ¿Qué sugieres?

—Maldición, no lo sé  —dijo, comenzando a gritar. Harry tronó los huesos de sus nudillos y se dejó caer contra su cama, mirando al techo. Su cabello caía hacia atrás, descubriendo su frente y dejando una vista prometedora de su cuello.

Entonces, me sentí sucio.

Sentí que había excedido los límites de mirada con un amigo y eso no era aceptable.

Pero, su piel suave, pálida y tersa parecía llamar a mis ojos, como si de una fuerza magnética se tratase.

— ¿Te gusta The Smiths? —preguntó.

Yo asentí enérgicamente, volviéndome hacia él de golpe—: Eran lo mejor… Pero… ¿I am Human? ¿Hand In Glove? ¿Suffer Little Children?

Some Girls Are Bigger Than Others —exclamó, levantándose de repente. Su cabello se sacudió, fugaz, estampándose contra su frente y, con su mano lo detuvo hacia atrás—. ¡Claro! ¡Ésa!

—Pero… Harry…—me crucé de brazos, intentando decir algo como “Es una canción muy superficial y estúpida”, pero él se adelantó a interrumpirme.

— ¿Qué? No me digas que eres tan maricón que no cantarás una canción que hable de chicas.

Basta de sarcasmo, cielos.

No entendía cómo se podía llevar una amistad con alguien tan tóxico. Con alguien que al primer tiro de confianza, te destrozaba. ¿Era un verdadero amigo, ése que disparaba la flecha justo en el talón de Aquiles? Por supuesto que no. No lo era. Así como Harry no era mi amigo.

— ¿Sabes qué? Vamos a cantar Girls Just Wanna Have Fun y a la mierda —solté, enredando mis dedos entre mis cabellos, nerviosamente. El semblante de Harry cambió a sus fachadas divertidas, con la risa gorgoteándole de los labios—. ¿No te parece? Es una canción que habla de tus tan preciadas chicas.

Entonces, se sentó justo frente a mí, rozando la punta de sus pies con los míos y esbozó una sonrisa comprensiva.

— ¿Eres gay?

—Soy Louis Tomlinson, mucho gusto.

El usual frío en mi espina dorsal se hizo presente.

¿Por qué tenían que clasificarnos? ¿Por qué no podemos sólo amar a quien nos dé la gana sin que nos encasillen como gay, lesbiana, bisexual, o heterosexual? ¿Cuál era la puta necesidad que tenían todos de separarnos con etiquetas? La última vez que chequeé, todos éramos humanos.

—Vale… tienes razón —Harry rió por lo bajo—. ¿Te gustan los chicos?

—El hecho de que preguntes eso, quiere decir que ya sabes la respuesta —siseé, bajando la mirada. Harry soltó otra carcajada estridente y me dio un golpe amistoso en el hombro.

—Por Dios, Louis. Levanta la cabeza —me animó, entre risas—. No está mal ser un maricón, ¿sabes? Está mal avergonzarse de ello.

Este Harry si será…

Qué soberano idiota.

A pesar de que seguía utilizando la palabrilla calificativa maliciosa, su tono era amigable. Por primera vez, no había una presencia de algo tóxico en su voz. Parecía aceptarlo, con toda la normalidad del mundo.

—Ahora… me gustaría preguntarte algo…—dijo, apoyando sus manos en el piso, detrás de su espalda. Un trueno sonoro y arrullador retumbó, haciendo vibrar la ventana—. ¿Por qué estabas llorando en la biblioteca?

— ¿Vas a llamarme maricón si te lo cuento, verdad?

—Y si no lo haces, también.

Reí sin muchas ganas, mientras negaba con la cabeza. Debía resignarme a ello. Así era Harry.

—Terminé con mi novio —dejé salir un suspiro cansado, desviando mi mirada hacia cualquier otra cosa excepto los ojos de Harry—. La biblioteca es el único lugar que tiene servicio de datos, así que… fui allí para llamarle y aclarar un… asunto… Él estaba con una chica, ¿sabes? Y no sé qué demonios está mal con él… si… si es bisexual, o si es gay y tiene miedo de decirlo, pero estoy seguro de que es un maldito imbécil. Y siento lástima por esa chica. Y por cualquier otra persona que deba soportarlo en su vida.

Los dedos de Harry se movieron lentamente, rozando los míos de nuevo. Y mi mirada viajó hasta él, cuya vista yacía en el piso.

—Qué mal, hombre —suspiró, sin levantar la cabeza. Parecía no encontrar las palabras para expresarse—. Aunque ser tu novio no ha de ser un trabajo fácil…—comenzó, volviendo a ser el Harry de siempre—…el tipo no debió hacer eso.

—Ya lo sé.

— ¿Y… cómo supiste que estaba con una chica?

No podía decir “Evan me lo dijo”. Porque entonces, sabría que Adam Stinkler era gay… o bisexual… o lo que sea. Y luego Evan lo sabría. Y toda su familia. Y…era un secreto suyo. No quedaba de parte mía desmentirlo.

—Uh, pues… yo… bueno, cuando lo llamé, oí a la chica —mentí.

Harry asintió, volviendo a mirarme, se encogió de hombros y sonrió infantil—: Piensa en lo triste que debe ser pasar toda tu maldita vida estando con alguien que en realidad no te hace sentir nada.

—Pero… ¿y si en realidad era yo quien no le hacía sentir nada? —murmuré, sintiendo el típico escozor en la nariz que antecedía mi llanto.

Harry se deslizó hasta mí y me dio un codazo—: Vamos, hombre, ¿por qué otra razón estaría contigo?

—No lo sé… ¿experimentar?

—Louis, eres un genio, muy sensible…divertido. Y estás como un tren —puntualizó, riendo por lo bajo—. Si ése tipo quería experimentar contigo, es más que comprensible.

—Cuidado, Harry. Podría malinterpretar tus palabras.

—Hazlo —soltó. Mecánicamente, giré mi rostro hacia el suyo. Y la vista de Harry se desorbitó, como si no hubiera pensado lo que acababa de decir—. Digo… si te va a hacer sentir mejor.

No pude contener la carcajada que había estado guardando desde que le vi asustado ante mi disfraz de payaso. La risa salió de mi garganta, dejando una leve presión en mi estómago, casi un minuto después de continuar riendo.

Esas caras… cuando Harry hablaba sin pensarlo. No tenían precio.

—Vale, ¿qué te parece Asleep? —sugerí. Él frunció el ceño, dubitativo.

— ¿La que es terriblemente suicida? —preguntó. No entendía cómo podía tomar una de las mejores canciones de la historia de la música y apodarla “terriblemente suicida”.

Sing me to sleep… sing me to sleep —canté, chasqueando los dedos—. Claro, que tú harías algo como… Sing me to sleep…—reí, esforzando mi voz a bajar unos cinco tonos. Harry me fulminó con la mirada y se levantó, para abrir el armario de madera junto a su cama.

Dentro, pude ver una guitarra. Una guitarra cuya madera estaba manchada por los años, pero brillante, pulida, con diseños psicodélicos alrededor de la boca y cada traste de color bronce. Harry rasgó las cuerdas, comprobando la afinación casi perfecta, y luego se volvió hacia mí.

— ¿Sabes tocar? —preguntó, sentándose en su cama.

—No mucho…

—No hablo de tu experiencia sexual, me refiero a la guitarra —se mofó, cruzando su pierna izquierda debajo de la derecha, que extendió fuera de la cama. Apoyó la guitarra en su pantorrilla y su antebrazo en la curva de la misma—. Ésta fue la primera guitarra de mi padre.

—Apuesto a que tiene un gran valor sentimental —dije, forzando una sonrisa. Harry hizo una mueca amarga.

—Sí, claro. Ni siquiera quería aprender a tocarla al principio… —Parecía mirar aquel instrumento con cierta adoración. Como si fuese algo sagrado, y no quisiera aceptarlo—. Pero al final lo hice, y entonces comencé a obsesionarme con los guitarristas. Ya sabes… Slash… Marr… Jimi Hendrix… —Entonces, a pesar de que él pareciera una de las personas más insensibles que conocía, esbozó una sonrisa nostálgica, sin despegar la mirada de aquella guitarra vieja—. Cuando me llevaba bien con mi padre…

— ¿Y entonces qué pasó?

Harry levantó su vista hacia mí, y frunció el ceño—: Nunca había hablado de esto con nadie…

—Oh, está bien si tú…

—La cosa fue que… crecí. Mi padre me presionaba para que leyera libros que no me gustaban. Y me hacía escribir ensayos sobre temas que me importaban una mierda… Eso me enfurecía. Tenía catorce, y me escapé de casa. Estuve deambulando un rato. Hasta que llegué al barrio. Y… pues… vi el Cuadrilátero de Randy.

— ¿Comenzaste a boxear para descargar tu rabia?

—Sí, exactamente —Su vista se perdió en un punto imaginario frente a él, y antes de hablar, se sacudió ligeramente. Y volvió en sí. Al Harry que no decía mucho sobre él—. Entonces, ¿Asleep?

Él tomó los audífonos y los incrustó en cada una de sus orejas, para comenzar a oír, pausar y marcar en la guitarra.

Y pensé, ¿cómo demonios no ha subido al ático?

El Campamento entero sabía lo bien que se le daba escribir, y no de manera literaria, no inventando una historia, sino más bien, como un pensamiento filosófico plasmado en el papel. Dominaba aquellas dos partes casi a la perfección. Y si era capaz de reconocer una nota al oírla y podía imitarla en la guitarra con tal facilidad, tenía buen oído musical.

Entonces… ¿qué le impedía entrar al ático?

Probablemente, que él mismo no quisiera.

Aunque, en algún punto de su vida, todo esto le pertenecería a él. Y podría hacer con ello lo que le viniera en gana. Demolerlo. Convertirlo en un prostíbulo. Cualquier cosa que pasara por su retorcida y misteriosa mente.

Pero… por ahora, era sólo otro campista.

Como yo.

Praga. Agosto, 2034.

××

—Así que te quedaste observándome como un jodido acosador —siseó Harry, llamando la atención de su familia.

Julietta, cuya expresión permanecía dubitativa, frunció el entrecejo—: ¿Cómo es que pudieron pasar todo ese tiempo a solas y no estar besuqueándose todo el rato?

No todavía —aclaró el rizado, Louis le miró como si acabase de decir la peor de las blasfemias.

—Apenas nos conocíamos —respondió el mayor. Y aquello sonó más como una excusa.

—Se conocían hacía dos meses, papá —insistió Julietta.

Eran otros tiempos…—dijo Louis, incitando a las carcajadas burlonas de Harry.

— ¿Otros tiempos? ¡Venga, ya! ¡La gente del 2014 se besaba días después de conocerse! —contradijo.

—Ya sabes por qué no sucedió nada aún meses después de conocernos —murmuró Louis, mirándole de soslayo.

—Porque eras un maricón tímido, por eso.

Julietta suspiró, reclinándose en el espaldar del sofá para observar mejor la escena. El mayor, Louis, se lanzó hacia el menor, tomando su rostro entre sus manos y, amenazando con besarle, mordisqueó su nariz.

— ¡Por favor! —Julietta hizo un ruido de vómito, lanzando un cojín a sus padres—. En serio, no entiendo cómo pueden hacer eso…

— ¿El qué? —preguntó Harry, aclarándose la voz.

—Eso… pasar de pelearse a estar todos… melosos… Ugh. 

—Esqueatupadreleexcitaqueloinsulte.

— ¡Harry, por el amor a Dios, cállate! —exclamó Louis, intentando recuperar la compostura.

Y Julietta, cuyas mejillas estaban tan rojas como las de pa inteligente, ya había comenzado a enojarse. Su carácter siempre había tendido a ser más parecido al del mayor de sus padres. Más explosiva que agresiva. Volátil. Pero… no flanqueaba así de fácil. No cedía así de rápido ante el “enemigo”.

Al parecer, no importaba qué tan idiota fuese Harry, Louis siempre iba a terminar sonriéndole como estúpido.

—Sinceramente… no sé cómo haces eso, pero me lo vas a enseñar, ¿vale? —señaló a Harry, que aún no entendía de qué hablaba—. Quiero aprender a controlarlo así.

—Él no me controla —replicó Louis.

—Ajá, sí, claro —bufó el rizado, dándole un empujón suave en el hombro.

—Vale, vale… ¿dónde habíamos quedado?

Louis intentaba eliminar aquellos pensamientos indebidos de su cabeza, pero gracias a Harry, era todo en lo que podía pensar.

Aunque Julietta nunca fuese a escuchar los detalles más sucios de su historia, y era probable que nunca entendiese por qué seguían a flote, aquel que tuviera el poder de indagar en la cabeza de aquellos dos tortolos, podría enterarse de cualquier cosa.  Como un narrador que sabe todo, como una fémina de trece años, sentada frente a su ordenador, narrando una historia acerca de una realidad alterna, podría saber cada pequeña cosilla sobre sus propios personajes, cada acto indebido, cada cita clandestina, y así lo podría saber todo aquel que leyera su historia, ahora narrada omnisciente.

El escritor tiene el poder infinito, si de su universo creado se trata.

El escritor es Dios.

Porque así como el supuesto ente sagrado cuenta con el poder de hacer y deshacer a su gusto, un escritor crea, moldea y controla el desenlace de la vida de un personaje que él mismo puede acabar si en algún momento lo quisiera. Y lo inmortaliza.

Porque a diferencia de la vida real, quien una vez vive en una historia, vive para siempre.

La pareja continuaba relatando aquella húmeda tarde de noviembre, reservando los pensamientos para sí mismos. No contaron el minuto en el que Harry observó, depravadamente, la curva en la espalda baja de Louis. Ni el momento en el que el más bajo se sorprendió a sí mismo lamentándose de que aquel voluble muchacho de cabellos rizados no le encontrara atractivo.

Y mucho menos relataron lo que había sucedido al día siguiente, una vez que consiguieran los puntos extra para subir al ático a la larga.

Paula estaba sentada en el sofá de siempre, en la Sala de Siempre, con la compañía de siempre… y alguien más.

El ojiazul que ahora acompañaba a Harry, estaba callado. Y cada que hablaba era para contradecir al más alto, o para insinuar algo con doble sentido, que podía hacer que el rizado le insultara. Sí, extraño.

Pero Paula se preguntaba… si Louis estaba tan disgustado siempre que hablaba con Harry, ¿por qué no parecía abandonarle en ningún momento?

—Insisto: eres muy inmaduro —dijo Louis, cruzándose de brazos. Paula estaba de acuerdo, pero prefirió no decir nada.

— ¿Por qué no vas a buscar a Lola y te quedas… hm… para siempre, con ella? —sugirió Harry, mirándole con un claro desdén.

En el fondo, Louis se había ofendido. Pero ya estaba cansado de ser la gacela asustadiza que siempre huía cuando le dejaban fuera de combate. Además… Lola estaba en una clase extra, con el guía. Y a pesar de que era casi ilegal que estos dos se coquetearan, Lola era mayor de edad, y Dan no era su profesor.

— ¿Entonces, Louis? ¿No vas a irte?

Si no iba a ser la gacela asustadiza que huía malherida, podía tener un poco de dignidad, y decir aquello que estaba pensando.

—Suerte intentando abrir la puerta de la habitación cuando subas.

— ¿Qué, vas a encerrarte a llorar como nenita deprimida?

Harry era un idiota.

Y tenía esa clase de poder que sólo los bullys poseen, para hacer sentir a alguien aquella mezcla de humillación, dolor y rabia que sólo puede descargarse de una manera. Contraatacando.

Pero Louis, impulsivo como era, prefirió usar la menor de sus fuerzas. La bruta.

Dio un golpe firme a la quijada del agresor, haciendo que Paula contuviera el aliento y el resto de las personas se volvieran a mirar. Harry se levantó, y dando un puñetazo en el centro del pecho de Louis, le envió directo a la mesa de madera que tenían frente a ellos. Un buen gancho, digno de un boxeador. El mayor flexionó su rodilla, dando un buen golpe fuerte en la entrepierna de aquel que estaba a punto de cernirse sobre él, para terminar con aquello que el debilucho había empezado, pero…

— ¡Ya basta, joder! —gritó Paula, cuya tolerancia ante las peleas era mínima, haciendo para atrás a su amigo rizado—. ¿Pretenden dar un espectáculo? ¡Harry, por Dios! Y tú… Louis, remarcándole todo el tiempo que es inmaduro, fuiste quien dio el primer golpe. Ninguno de los dos es mejor que el otro.

Zayn, que minutos atrás había estado en una guerra de cosquillas con Liam, justo en la Sala de Estar, se volvió para comprobar con sus propios ojos aquello que había escuchado.

En efecto, Louis estaba tumbado sobre la mesa y Harry estaba a punto de golpearlo. Pero Paula estaba justo en el medio.

Cuando se disponía a acercarse, para terminar de separarlos, Louis se levantó y se alejó a toda prisa, seguido de Harry.

Liam suspiró, recostándose en el espaldar del sillón que estaban compartiendo, y pasando su brazo alrededor de los hombros de su novio, dijo—: ¿Tú crees que ellos…?

—No…—aseguró Zayn, anteponiéndose a aquello que Liam iba a preguntar—. Harry es heterosexual.

—Al principio, tú también —aquello había sido un susurro, mientras acercaba sus labios lentamente a la mejilla del moreno—. Y, míranos ahora.

—Todos nos están mirando, Liam…—murmuró, soltando una risita ante las cosquillas que los labios del castaño hacían en su quijada—. Oye…

—Te amo, Zayn —suspiró contra su oído, con una voz sincera y solemne que fue capaz de erizar sus vellos. Zayn deslizó su mano hasta encontrarse con la de él, y entrelazó sus dedos.

—Yo te amo a ti, Liam.

Y no fue necesario un beso, para demostrar todo aquello que sentían. Sus manos entrelazadas, la cabeza del castaño sobre su hombro, sus respiraciones sincronizadas. Todo era perfecto. Todo estaba bien.

Totalmente contrario a lo que ocurría escaleras arriba.

— ¡Eres un maldito loco, Louis Tomlinson! —gruñó Harry, cerrando la entrada a la habitación con un portazo.

— ¿Yo? ¿Quién está gritando como un frenético ahora mismo? —desafió el más bajo, alzando el mentón. Con un coraje que le quedaba, francamente, grande.

— ¡Es que, maldita sea, tú sigues provocándome y provocándome todo el jodido tiempo! —bramó, tirando de su cabello hacia atrás. Empujándole contra la pared, se cernió sobre él, y cuando sus torsos rozaron, era demasiado tarde para aclarar que se refería a provocarle a golpearlo.

Era demasiado tarde para desmentir aquello que tal vez no era una mentira.

—H-Harry…—Louis bajó la vista a sus labios. Demasiado cerca, pensó. Y no sabía si la impotencia que le embriagaba era por no tener el coraje necesario para besarlo, o por no tener la fuerza suficiente como para quitárselo de encima.

—Tú… ¡Siempre eres tú quien comienza con todo, joder! ¡No quiero golpearte! —gritó con todas sus fuerzas, sin importarle estar a centímetros de los oídos del más bajo. Tiró de su cabello de nuevo, atrayéndole más cerca de nuevo, a punto de rozarse de nuevo, y le estampó contra la pared, de nuevo.

—Entonces no lo hagas —balbuceó Louis, cuya voz ahora era un susurro ahogado por el dolor que sentía en la parte trasera de su nuca.

Ahora, era demasiado tarde para disculparse…

… ¿O no?

Retrocedió unos pasos, observando fijamente aquel cuerpo pequeño y delgado que una vez había magullado. Y ahora le embargaban las mismas ansias por golpearlo que sentía la mayor parte del tiempo, excepto cuando no era él quien le lastimaba. Harry pensó que tal vez quisiera preservar la salud de aquel castaño petizo, sólo para poder atentar contra su estado físico él mismo. El cabello de Louis estaba despeinado, por sus propias manos, y la sangre acumulada en las mejillas le hacía ver más joven, como un chico de quince, cuyas hormonas se descontrolan con facilidad. Harry pensó en sus tatuajes, y en que ahora apenas era visible la frase en su pecho, por el suéter tejido que llevaba.

No tenía por qué disculparse. Louis había comenzado con todo.

—A eso me refiero, no lo hago. Hasta que tú me lo haces —bramó, levantando las manos, como quien se rinde ante una situación. Harry, debes dejar de decir esa clase de cosas¸ pensó, una vez que se percató del doble sentido de sus palabras—… Golpearme. No… te golpeo… hasta que tú me golpeas.

— ¡Te golpeé porque me insultaste! ¡Una vez más! —Louis apretó sus puños con tal fuerza que pensó que los rasgaría, y Harry tensó la mandíbula, viéndose malditamente muy masculino.

— ¿En realidad te afecta tanto que te insulte? ¡No soy tu jodido novio!

No, desgraciadamente, no.

— ¡Que Dios me libre!

—Ay, sí, claro. Ahora hazte el grandísimo y soberano, Louis, adelante.

—Cállate, Harry.

—Oblígame.

El ambiente podría cortarse con un cuchillo. Pero eso no era exactamente malo. La testosterona flotaba  a su alrededor, llenándoles de una tensión sexual abrumadora.

Sabían cómo alivianar el ambiente, pero, ¿estarían dispuestos a hacerlo?

— ¿Qué hora es? —preguntó Harry, enredando sus propios cabellos, como le hacía cuando estaba nervioso. Era la manera de notarlo. Eso y lo tembloroso de sus labios.

Louis giró los ojos, levantando sus manos al aire—: ¿Te parece que tengo un reloj?

Maldito Louis Tomlinson.

Harry quiso golpearlo de nuevo. Odiaba esa actitud de niñita malcriada haciendo un berrinche, porque eso era exactamente. Así reaccionaba Louis cuando notaba que las cosas estaban saliéndose de sus manos. El rizado quería saber qué tanto faltaba para dormir, sólo para ir darse una ducha fría con una buena excusa y cultivar la esperanza de que aquello que sentía entre sus piernas no fuera más que una subida de adrenalina por la pelea.

—Si cenamos a las siete… y cenamos hace como una hora… deben ser las ocho, más o menos —dijo el más bajo, intentando excusar su anterior respuesta grosera.

El menor asintió, volviéndose a indagar entre sus cosas. De ellas, extrajo una toalla, ropa interior, un pantalón de pijama y una camiseta vieja.

— ¿A dónde vas? —preguntó Louis, antes de que cerrara la puerta.

— ¿A dónde coño se va con una toalla y ropa limpia?

—Podrías ir a la playa…—murmuró.

Harry le dedicó una mirada incrédula, y bufó, procediendo a salir.

A pesar de que la mayoría de los campistas estuvieran durmiendo, o a punto de ir a dormir, aún no eran las nueve. Así que aún podía ir a darse un baño sin encender el calentador.  Un buen baño con agua helada, para despojarse de aquel calor inmundo que había embargado su cuerpo como una plaga.

Y esa extraña sensación que cosquilleaba en su entrepierna, no era puramente adrenalina, y él lo sabía, sólo que no quería aceptarlo.

Se sorprendió de lo vacías y tranquilas que estaban las duchas a las ocho y media de la noche en el Campamento Rousseau, y pensó que ir allá abajo y bañarse antes de dormir era algo que debería hacer más seguido.

Tal vez, desde esa noche lo necesitara.

El agua templada se deslizaba por cada curva de su cuerpo, empapando sus cabellos, su nuca, su espalda, sus piernas, todo aquello que había estado hirviendo, ahora se tensaba bajo su temperatura. El frío, tal vez, sólo le hacía pensar en que necesitaría calor. Y necesitar calor le hacía pensar en que Louis, tal vez, no fuera una compañía tan mala.

Pero entonces, recordó aquella regla ridícula que Antoine tenía en su Campamento.

Y Harry, de antemano, sabía lo ruidoso que él era. Y sería tremendamente vergonzoso que en medio de una sesión de besos y caricias húmedas, brindándose calor humano el uno al otro, su padre les interrumpiera y les hiciera saltar desnudos al Lac Lemán frente a todos los campistas.

Sería fatídico que, luego de haber conseguido besar sus finos labios y coger su abultado trasero, su padre les detuviera abruptamente.

—No puede ser…—murmuró, dejando caer la pasta de jabón.

¿Estaba fantaseando? ¿De verdad, eso estaba haciendo?

Tal vez Antoine tenía razón. Tal vez pasar cierto tiempo privado de aquellos placeres podía hacerle alucinar. Ajá, era eso.

Se enfundó los pantalones de pijama y la camiseta —éstas dos como un acto de respeto ante los campistas, dado que no era correcto pasear desnudo, por mucho que le gustara—, y terminó secando sus cabellos con brusquedad, mientras se convencía a sí mismo de que aquellas locuras que estaba imaginando era todo el producto del síndrome de abstinencia.

Con los pies dentro de las botas que llevaba antes del baño, sin atar los cordones, se encaminó de vuelta a la habitación, esperando a encontrarse con un Louis profundamente dormido. Pero, en lugar de eso, le vio tan preocupado como él mismo.

—Harry… yo… lo siento —murmuró, bajando la mirada hacia sus pies. Y verle tan indefenso no ayudaba a su plan de abstinencia.

—Vale.

Louis levantó la vista de golpe, incrédulo ante la inexpresividad en el rostro del más joven. ¿Vale? ¿Eso era todo lo que diría? ¿Ni siquiera “yo también”? Harry era un idiota inmaduro, nunca dejaría de decirlo.

—Eres imposible —balbuceó Louis, dejándose caer sobre la almohada. Se tapó con el edredón y suspiró, mordiendo su labio inferior—. Buenas noches.

Buenas noches…

Y Harry, una vez cubierto bajo las sábanas, llevó su mano depravadamente hacia su propia entrepierna. Y aunque aquello no era lo que en realidad necesitaba, al menos le apaciguaría un poco. Al menos sería suficiente.

Por ahora.

_______________________________________________

Hallo (:

En el capítulo anterior no dejé nota porque, loca como estoy, se me olvidó. Y pues… ahora volvemos con las notas de Geburtsfehler donde siempre dice lo mucho que odia su propio capítulo. Pero… desde éste, la historia comienza a agradarme un poco. Sí, sí, me caía mal mi historia. Soy un desastre, ya lo sé. La cosa es que… en el capítulo anterior, me di cuenta de que, me veía privada de las versiones de los otros si narraba personalmente. Y luego pensé, que no podría narrar el smut como si Harry o Louis se lo estuviesen contando a Julie, y fue algo que la bella de Seawenten me dijo hace tiempo, entonces decidí comenzar a narrar yo misma la historia. Ya ven, lo digo en serio, los escritores somos dioses en nuestros propios universos alternos.

PD: Liam y Zayn son demasiado adorables, ¿vale?

PD2: Este capítulo es un poco más corto bc yolo (?).

PD3: Me tardé en subirlo por fallas técnicas llamadas estar en casa de tu abuelita, sin wi-fi.   

PD4: La foto que adjunté de la diosa Collins y el Hazza, es porque así la imagino interpretando a Alexia. ¿Saben? Estaba yo muy tranquila buscando alguna foto que adjuntar y de repente aparece esa y fue whoa. Pero me molesté, porque vi unas ediciones comprometedoras y era como que "Asco, él es de Lou y son hermanos", ahq. 

PD5: La canción del Soundtrack me parece una de las canciones más sexys del universo, señor, amo Kings of Leon, y Closer es demasiado, demasiado hot. No puedo. Y probablemente la ponga de nuevo en algún capítulo no tan lejano, ya saben, como LA canción. Bueno, pues… tal vez es que estoy demasiado loca, y que, nada, son las 04:42 a.m. y ya estoy delirando.

Se despide,

Geburtsfehler, xx.

    

 

 

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