All You Are It's On Your Back...

By Braveisfree

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Gracias al orden alfabético Harry Styles, uno de los chicos más populares del instituto y Louis Tomlinson, un... More

All You Are It's On Your Back || Larry Stylinson
Capítulo 1: A New Beginning.
Capítulo 2: Every Act Has It's Consequences.
Capítulo 3: I am One Of Them.
Capítulo 4: Crazy/Beautiful/Love/Sex/Death.
Capítulo 5: The Notebook.
Capítulo 6: Liquid Night.
Epílogo.

Capítulo 7: Just Five Seconds Away.

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By Braveisfree

(POV Harry)  

Supones que todo tiene un sitio.  

Todo en el firmamento, antes o después, cae donde le pertenece o entonces no crees en nada.  

Pero si eso es así, no sabes cuál es tu lugar ni donde habrá encontrado Louis el suyo, porque a partir de aquella noche no volviste a verlo más.  

Los días pasan, las clases se terminan y en cuestión de un mes pasas de ser un chico de instituto a estar graduado. La toga pesa y da calor y cuando pronuncian su nombre para darle el diploma te da ganas de buscarlo entre los estudiantes, pero no serviría de nada.  

Louis no está ahí, y de todos modos, ya da igual.  

Las caras se suceden como los segundos del reloj, lentos y deformados, haciéndote olvidar lo que tienes alrededor, y ayudándote a que la vida siga.  

Supones que no debería ser tan difícil.  

Lo es.  

****  

Ese verano se supone que debería ser divertido.  

Es tu último verano en Yorkshire porque te marchas a la universidad en Londres en un par de meses. Deberías dedicarte a salir con tus amigos, a pillar borracheras más grandes que el mapa del mundo y a tener lagunas mentales impresionantes.  

No es ni la mitad de lo que esperabas, y es más culpa tuya que de nadie.  

Tus padres tienen tu cuarto recogido y empaquetado, sin despedidas ni palabras bonitas, como si lo único que quisieran es perderte de vista (ni que te vieran mucho). Jade está ilusionada porque se marcha a Escocia y tú solo puedes alegrarte por ella, aunque eso suponga tenerla tan lejos.  

Es de noche y van en tu coche, Jade trasteando la radio mientras  conduces hasta el supermercado más cercano porque Liam va a hacer su fiesta de despedida y había que comprar la bebida.  

No sabes porque te has ofrecido a ir tú.  A lo mejor por salir de allí.  

Cuando aparcas le dices a Jade que ya vas tú y hacer la compra nunca ha sido algo tan automático. No te das cuenta hasta que estás en la caja pero en realidad solo compras cervezas.  

Te sientes como si fueras a cámara lenta mientras vacías la cesta y la chica pasa las cosas con ese pipipíii molesto de la maquina.  

—¿Harry? 

Su voz te atraviesa como el hielo, como un mal recuerdo que vuelve en espiral, sin dejarte nunca descansar.  

Miras para atrás y lo ves, con el uniforme del supermercado, la misma sonrisa de siempre, todo diferente. Louis se ha cortado el pelo, y el traje lo hace parecer un niño bueno.  

—Cuánto tiempo —te dice sin más, con la sonrisa en la boca, toda esa ironía y amargura desaparecida, como un cascarón vacío.  

—Hola —es lo único que puedes decirle, más sorprendido que otra cosa— ¿Qué es de tu vida? —estás metiendo las cosas en las bolsas mientras hablas, porque de verdad, DE VERDAD, que no sabes ni cómo moverte ahora mismo.  

Quieres abrazarlo y decirle que lo has echado de menos. Quieres pegarle puñetazos. Quieres retroceder en el tiempo y volver a tu cama. Parar ahí el reloj y no dejarlo avanzar nunca.  

—Ahora estoy trabajando y… voy a irme de viaje. A América creo. Estaré unos meses fuera.  

Te sorprende que te diga eso, que sea capaz de alejarse del jaleo que tiene en casa y de que quiera salir de ahí. No sabes que más decir y cuando le estás pagando a la chica, Louis se ofrece a llevarte las bolsas.  

Tiene los mismos labios rojos de siempre y quieres olvidarte de ellos, pero es como querer arrancarse un trozo de cerebro. Inútil y doloroso.  

—Me alegra ver que estás bien —dices, como un completo gilipollas, pero no lo dejas cogerte las bolsas. Si se acerca demasiado a tus manos, crees que arderas—. Hasta luego, Louis.  

Se queda parado a tus espaldas y se despide con la mano mientras sales de ahí a toda velocidad.  

Cuando llegas al coche Jade te pregunta si has visto un fantasma.  

No del todo, pero casi.  

****  

(Flashforward)  

Llevas un buen rato haciendo llamadas y harto de no encontrar la solución, has decidido tirar de contactos. Odias aprovechar el estatus de tu familia para pedir favores, pero joder, esto es importante.  

Llamas a un amigo policía que te consigue mirar las fichas de Louis Tomlinson y su familia.  

El teléfono está ardiendo contra tu oreja de tanto esperar, pero no te importa.  

—Según esto falleció el mes pasado, Harry. Siento decírtelo yo, pero parece que es cierto.  

No te lo crees pero no se lo dices.  

—¿Y su familia? Tenía hermanos y un padre. ¿Viven donde siempre? 

Hace rato que has decidido no creer en nada, e ir directamente a su antigua casa, preguntar por él tú mismo. Solo así aclararías esto de una vez, y esa era la única alternativa que te dejaría dormir por la noche.  

—Su hermano murió en un accidente de coche hace un año. Su padre en un accidente de caza. Ahora que lo miro, demasiados accidentes. ¿Estás seguro de que Louis no los mató y después se largó?  

Probablemente, piensas, pero no lo dices. No dices nada, y preguntas.  

—¿Y la hermana? Tenía una hermana. 

Oyes el teclado y hay un momento de silencio mientras él busca al otro lado de la línea, pero al final te dice lo que quieres oír.  

Ginny sigue viviendo en la casa familiar.  

Bien, ahí ibas a tener tus respuestas.  

(fin del flashforward)  

****  

Es primavera, tus primeras vacaciones de primavera desde que estás en la universidad y no sabes cómo, pero Jade te ha convencido para que queden cerca del rio, y estás tumbado ahí, haciendo que tomas el sol mientras ella te cuenta que tal le ha ido en Edimburgo.  

Estás haciendo un esfuerzo por escucharla cuando una sombra te tapa el sol y Louis aparece.  

Lleva puesto un vestido de chica encima de los bermudas y una flor oreja, haciendo el payaso. El pelo le ha crecido y está casi como cuando iban al instituto.  

—Mira, mira, quién tenemos aquí —se te acerca y tú quieres huir, pero Jade es una traidora, rueda los ojos y se larga, dejando un sitio libre.  

Louis se sienta a tu lado y mira al río, donde los chicos se bañan y la vida parece ser lo único que importa. Hablarle como si fuera tu amigo de toda la vida es raro.  

—Pensaba que estarías viajando por ahí. 

Louis se encoje de hombros, mucho más él mismo que la última vez que lo viste.  

—No salió del todo bien. 

Se te queda mirando fijamente, el pecho desnudo y por un segundo quieres cubrirte como si fueras una chica. Es raro tenerlo ahí sentado después de tanto tiempo y no poder tocarlo.  

Te pican las palmas de las manos.  

—¿Y qué es de tu vida ahora? —le preguntas por mantenerte ocupado, y no pensar en cómo te está mirando.  

—No mucho, solo estoy con los colegas —los señala de pasada y entonces te pregunta—. ¿Vives aquí otra vez o..? 

—Nah, solo estoy de vacaciones. Empiezo el semestre dentro de dos semanas. 

Louis está sorprendido pero intenta disimularlo. Si está decepcionado no se lo notas.  

Quieres decirle algo más pero por un segundo parece que mirarlo es todo lo que sabes hacer. Quieres decirle que tienes una chica y que quieres casarte. Y quieres decirle que lo mandarías todo a la mierda.  

Pero, como siempre, Louis habla antes que tú.  

—¿Sabes lo fácil que sería fingir tu propia muerte? 

¿Qué?  

—¿Qué? 

Louis se te acerca un poco más, casi susurrando. Te haces instintivamente para atrás, pero él sigue hablando.  

—Me he dado cuenta que no vamos a vivir para siempre ¿Sabes? Pero yo quiero las dos cosas. Estar vivo y muerto a la vez. 

Lo dice tan serio que te da la risa.  

—¿Y cómo piensas hacer eso? 

Se encoje de hombros otra vez  

—Todo lo que necesitas es un certificado de defunción y sé donde conseguirlo. Lo demás es historia. 

Lo miras giñando un poco los ojos porque el sol está empezando a darte de frente y Louis ha perdido la cabeza. Intentas calcular cuánto alcohol lleva encima para decir esas barbaridades pero parece sobrio.  

—¿Y por qué querrías hacer eso? 

Ahora se ha puesto serio. Como si estuvieras preguntándole el color de sus ojos. Como si fuera algo que deberías saber.  

—Creo que lo sabes. 

—No, no tengo ni idea, Louis. Y creo que nadie se creería que estés muerto. 

La rabia que ves en sus ojos te trae de vuelta al pasado, al cuaderno y a los poemas. Es TAN de Louis, que la nostalgia casi desaparece de golpe y el alivio la sustituye.  

—Todo el mundo espera que muera joven —dice, escupiéndote las palabras, porque es verdad. ¿Un niño problemático que vive en los suburbios y coquetea con las drogas? Solo puede esperarse de él que sea una causa perdida y muera en algún trágico accidente.  

Y se ha puesto tan serio con eso, que de golpe te ha cabreado.  

—¿Pues sabes qué? Yo lo sabría. Sabría que es mentira. 

Suspira, mirándote como si hubieras dicho que el cielo se abría por la mitad. Sonríe y se inclina hasta ti, por un segundo casi crees que va a besarte.  

Pero Louis solo sonríe, sonrisa de maniaco, de niño que tiene un secreto.  

—No, no lo sabrías. 

Y se marcha.  

Se levanta y te deja ahí tirado, el sol quemando demasiado y la idea que te acaba de contar pesándote en la conciencia.  

No importa lo que él diga, estás seguro de que sabrías la verdad.  

****  

Esa noche estás en el cine de verano, pero la película no te interesa.  

El cine está pegado al rio, cerca de un pequeño parque de atracciones que hacen en las vacaciones y todo el mundo parece estar ahí.  

Hay demasiada gente y demasiado ruido, las palabras de Louis aún te dan vueltas en la cabeza desde esa mañana y por un momento, no lo puedes soportar.  

Quieres decirte a ti mismo que a ti no te engañaría, que tú eras diferente a los demás y nunca creerías que esté muerto. Pero es mentira.  

Todo el mundo espera eso de Louis, y tú no eras distinto.  

Con esa verdad haciéndote una ulcera, te levantas y vas hasta el baño.  

Cuando entras te echas agua en la cara y te apoyas en el lavabo, dando gracias a Dios porque no hay nadie y no tienes que dar explicaciones. Respiras un par de veces e intentas tranquilizarte, porque los ataques de pánico no son tu deporte favorito.  

De repente, se oye un golpe en la puerta y tú pegas un salto.  

Louis está en el umbral, camiseta negra y la misma flor en la oreja, pareciendo ridículo y comible a la misma vez. Un recuerdo y una visión, todo junto.  

—¿Te he asustado? 

—Si… mira, me tengo que ir —intentas marcharte, pero Louis entra del todo y se interpone en tu camino.  

—No. 

—Para, ¿Qué haces? alguien podría entrar —lo empujas un poco, pero a Louis se la suda a niveles estratosféricos. Te hace para atrás y antes de que te des cuenta te tiene pegado en la pared.  

—¿Qué que hago, Harry? Esa es una buena pregunta… todo esto parece como… un flashback extraño ¿sabes? 

Te sientes incómodo por la cercanía y no sabes si lo que te ha dicho no tiene sentido o eres tú que te estás volviendo gilipollas.  

—¿Un qué? 

Te contesta, a su manera.  

—Estaba en el rio hoy y te he visto. Y eras el mismo chico de siempre, y todo lo que hemos vivido me vino de golpe, como un flash. 

Ahora sí que te ríes. Está perdiendo la cabeza.  

—Es gracioso, porque yo estaba en el rio hoy, y todo lo que he visto a sido a un tío con un vestido, hablando sobre vivir para siempre —ruedas los ojos—. Te has vuelto loco, Louis, en serio. 

—Sí, puede ser. 

—En serio, Louis, me tengo que ir. 

—Ah, ah, ah —Te aprisiona contra la pared y te sujeta de las muñecas. Estás asustado y emocionado a la misma vez. Lo quieres y lo odias—. Necesito que esto se acabe ahora mismo, Harry. Ahora. 

Respiras, casi sin respirar  

—¿Qué quieres que haga? —estás desesperado, suenas desesperado y no sabes qué hacer con Louis.  

—Quiero que lo escribas. 

Lo dice como si fuera la solución al hambre en el mundo.  

—¿Qué? 

—Escríbelo, Harry. 

No lo entiendes. No entiendes nada. ¿Qué mierda quiere que escribas? ¿Qué supone que va a hacer, desaparecer el miedo y la angustia? ¿Un trozo de papel?  

—Louis, si estás hablándome del cuaderno, lo siento, pero eso paso hace siglos. Hace años… 

—No. 

—Louis, eso fue hace siglos —se lo repites porque no parece entenderte. Ese parece ser el quit del juego, que ninguno de los dos se entienden.  

—Mentira. Fue hace cinco segundos, ¿vale? Uno, dos… —Louis cuenta murmurando, acercándose cada vez más a ti.  

Niegas con la cabeza y estás seguro que con los labios también, pero a Louis le importa todo una mierda. Parece estar dispuesto a descoserte, remendarte y quemarte vivo. Una muñeca de trapo.  

—Tres, cuatro… 

Te mira fijamente, y se agacha sobre ti, quiere besarte y se lo ves en la cara. Y tú solo estás asustado.  

—Cinco. 

Te besa y lo abrazas porque lo has echado de menos. La boca le sabe dulce, como si hubiera estado bebiendo coca-cola, y solo puedes lamerlo por dentro mientras él te abraza fuerte, pegándote contra sus costillas, casi sin dejarte respirar.  

Quieres llorar de alivio.  

Quieres llorar de pena.  

—Lo siento, ¿vale? Lo siento mucho, Louis. Siento todo lo que te hice… siento lo del cuaderno… pero todo es demasiado diferente ahora… no puedo…  

—No es eso de lo que hablo y lo sabes —pega su frente a la tuya—. Sabes de lo que te estoy hablando, Hazza —agachas la cabeza porque no tienes ni idea de que quiere que le digas. Si no quiere que le pidas perdón, ¿Qué necesita de ti?  

Te coge la cara con las manos.  

—Mírame. ¡Mírame! —te obliga a mirarlo, cogiéndote la cara, pero cierras los ojos. Todo es negro detrás de tus parpados, más seguro ahí.  

—Solo dilo. Dilo ahora, y te dejaré marchar. 

Y entonces lo entiendes.  

Quiere que le admitas lo que no eres capaz de decirte ni en sueños. Quiere que lo digas en voz alta y que eso de alguna manera cambie el rumbo de las cosas.  

Supones que cuando eres alguien como él, que no tiene nada que perder, es difícil tener miedo.  

Abres los ojos y lo miras.  

—No sé de qué me hablas. 

Mentira, lo sabes y lo sabe. Te suelta con asco, como si ya no valieras la pena y te deja marchar.  

Cuando eres alguien como tú, el miedo es lo único que te mantiene vivo.  

****  

(flashforward)  

Ir a la casa de Louis después de tantos años es como volver a abrir una caja que llevaba mucho tiempo cerrada. Al principio todo es raro, pero después la familiaridad te envuelve y te preguntas por qué cojones la cerraste.  

Llamas a la puerta y esperas, rezando porque Ginny esté ahí, necesitando saber verdades más de lo que necesitarías nunca saber tu propio nombre.  

—¿Quién es? 

Una voz de mujer, rota y frágil. No ha abierto la puerta.  

—Soy Harry… Styles. Yo era amigo de tu hermano en el instituto —quieres añadir más, pero entonces Ginny abre la puerta y te mira con el ceño fruncido.  

—¿Qué hermano? 

—Louis… yo solo… querría preguntarte algunas cosas sobre él, si no te importa… 

Ginny se aparta y te deja pasar, el corazón te late en la boca y hay puertas que desearías no haber abierto nunca.  

Hay verdades que es mejor no saber.

_____

Link de descarga a la película en el vínculo externo :) xx-

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