Opuestos En Común. Nomin

By MyLostSoul98

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Jeno no era el alfa bueno que pretendía, Jaemin podía sentirlo. Había algo en sus ojos, cuando le miraba, que... More

Introducción
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31 (primera parte)
31 (segunda parte)
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Epílogo (Taeten)
MarkHyuck (Especial)
Nomin (Especial)
¡Aviso! Nueva historia ♥️

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By MyLostSoul98

Unos leves empujones en su hombro le despertaron de su sueño. Jaemin abrió sus ojos algo perezoso mirando a la mujer del servicio quien le sonreía de manera un poco forzada. Su uniforme blanco y negro lucía perfectamente colocado como cada mañana. El cabello estaba estrictamente peinado hacia atrás totalmente recogido sin un solo mechón fuera de lugar.

— Joven Na, el desayuno ya casi está listo. Su uniforme se encuentra en la tercera percha a la derecha en su clóset. Su madre y padrastro estarán esperándole para desayunar juntos.

Jaemin sólo pudo asentir de manera leve, aún algo somnoliento pero no hacía falta que escuchara de manera atenta el pequeño discurso de la mujer pues era igual al de todas las mañanas. Esperó a que la señora Lee se marchara para levantarse de su cama de sábanas azules. Revolvió su cabello castaño con su mano derecha mientras caminaba hacia su baño privado. No había tiempo de tomar un baño relajante en su tina, debería de hacerlo cuando volviera de la escuela.

Se dio una ducha rápida, saliendo del cuarto de baño con una toalla en la cintura. Se dirigió a la otra puerta de su cuarto, abriéndola y revelando una habitación nueva que era usada como su armario. Se veía como un largo pasillo con las paredes llenas de perchas con su ropa acomodada por estilo, color y temporada, al fondo una estantería dividida en dos. La parte mayoritaria era de zapatos y la otra estaba repleta de accesorios de todo tipo, también había un pequeño asiento en el lugar, además, un gran espejo para que pudiera arreglarse sin necesidad de salir de allí.

Tomó su uniforme con una sonrisa a la vez que buscaba en las gavetas su ropa interior y medias, los zapatos perfectamente lustrados estaban esperando a un lado. El uniforme escolar consistía en unos pantalones de vestir, un chaleco, corbata y saco azul marino junto a una camisa blanca. Todo ello tenía bordado en hilos dorados el escudo de la escuela.

Una vez se colocó todo, peinó su cabello aún ligeramente húmedo hacia atrás y salió de su habitación. Los pasillos estaban decorados con importantes pinturas de artistas que desconocía pero seguramente costaban cientos de dólares, el suelo era de madera que parecía brillar y los pequeños pero deslumbrantes candelabros iluminaban su camino.

Finalmente cuando llegó al extremo superior de las escaleras imperiales aguantó el aire unos segundos antes de soltarlo suavemente y comenzar a bajar tratando de ser silencioso. Cada nueva mañana debía de darse ánimos para poder tener algo tan simple como un desayuno con su madre y el esposo de la misma.

Porque sí, Jaemin parecía tener una vida perfecta a los ojos ajenos. Casa perfecta, ropa perfecta, hasta muchos dirían que su rostro era perfecto. Pero había una cosa en él que no lo era y podía ver la decepción en su madre con cada día que pasaba y aquello se hacía más palpable.

Era un omega, no debería de ser uno.

O eso es lo que ellos creían al parecer.

Aún no se había presentado, lo cual agradecía, pero había formas de prever lo que el destino tenía preparado para él. Existían costosos exámenes médicos que podían dar una pista sobre que categoría sería la persona. Exámenes a los que su madre lo sometió más de una vez en su vida. Los resultados no eran exactos, pero mientras se aproximaba la fecha de la presentación de la persona, más exacto era el resultado. Seis veces se los realizó, seis veces donde le dijeron que sería un omega.

Su madre era una beta, su padre también lo fue. Era el primer omega en varias generaciones, casi una burla genética de la vida. Su madre estaba más que decepcionada. Un omega, según muchos, era una triste carga que quitarse de encima. Si tan solo pudiera cambiar su destino, si tan solo las pruebas se equivocaban y quedaba como un simple beta, si tan solo eso pasaba, todo sería perfecto.

Más los sueños son eso, sueños. No se vuelven realidad.

Relamió sus labios cuando terminó de bajar las escaleras y se encaminaba hacia el comedor de la casa. Abrió la puerta con cuidado y vió a los dos adultos sentados con la espalda totalmente recta bebiendo sus cafés en silencio. Su madre llevaba su cabello recogido en una coleta alta y un formal vestido negro. Su padrastro tenía el cabello tan corto que no se podía peinar, vestía con camisa, corbata y pantalones formales, observó que su saco descansaba en el respaldar de la silla.

Con la mirada baja se acercó en silencio sentándose en su lugar,  a la derecha del hombre en la punta de la mesa, pero dejando un asiento vacío en medio de ellos, ya que ese lugar le correspondía al perfecto hijo alfa del esposo de su madre. Siwon era un buen chico, le llevaba tal vez demasiados años pero eran hermanastros. Se sentía un poco mal en comparación. Y es que el sujeto era la definición de la perfección que él nunca sería. Alto, atractivo, alfa y como si todo eso ya no fuera poco, tenía el corazón más bueno de la tierra, pasaba sus días viajando a distintos países ayudando a los necesitados. Era casi ridículo y, si no fuera porque le conocía personalmente, diría que alguien así no podía existir de verdad. La vida siempre supera a la ficción.

— Jaemin ¿Has estado viendo los institutos de clases extracurriculares que te indiqué? Necesito que te decidas por uno cuanto antes. Tenemos que hacer la reservación con al menos un mes de antelación.

— No lo he hecho... quiero asegurarme de estar escogiendo el correcto.

Le respondió en voz baja a su madre. "Institutos de clases extracurriculares" que nombre tan interesante a una escuela de artes destinada únicamente a omegas para convertirlos en la creación perfecta con la cual poder comercializar. Luego de que su implacable destino omega había sido exhibido, su madre buscó la forma de "encargarse" de ello. Haría que le conviertan en un omega exquisito, perfecto, sumiso, virtuoso y dulce. Seguramente planeaba comprometerlo con algún socio de gran importancia, con algún futuro sucesor de alguna compañía o algo por el estilo.

Cada día sentía más desesperación. Su vida se escapaba de sus manos y no podía hacer nada para evitarlo. La perfección era tan dolorosa que le costaba respirar al sentirse abrumado por ella. Se estaba derrumbando por dentro aunque su rostro se mantuviera sereno, como si la charla no le afectara en lo más mínimo. Agradeció cortésmente a quien fuera que le trajo el desayuno y se dispuso a comer en silencio. Oía a los adultos discutir sobre ciertas inversiones que estaban siendo favorables pero no les prestaba verdadera atención. Procuró terminar todo rápido antes de levantarse, saludarles con una reverencia y correr escaleras arriba para cepillar sus dientes. Tomó su mochila y corrió escaleras abajo hacia el auto donde el chófer le llevaría a su escuela.

El trayecto, igual al de cada día, fue en silencio total. Se dedicó a observar el ya conocido camino. Las calles, las casas, los árboles. Todo estaba tan calculado que le producía náuseas. Parecía una película en donde cada mínimo aspecto era cuidado... pero aun así en las películas había fallas. Comenzaba a preguntarse si la única falla en su historia, era él mismo.

Bajó del auto con una sonrisa pequeña en los labios, en la puerta de su institución le estaban esperando Chenle, Mark y Renjun. Saludó a cada uno de sus amigos antes de que los cuatro entraran al lugar hablando sobre banalidades. A veces sus conversaciones eran extrañas pues, cuando se distraían, todo terminaba en una mezcla algo confusa de idiomas. Coreano, inglés y chino se veían entremezclados y, si no fuera porque sabía perfectamente los tres idiomas, sería algo imposible de comprender. Ellos se entendían entre ellos, a su muy extraña manera pero lo hacían.

— ¿Qué harán después de la escuela? Escuché que hoy traerían unos nuevos juegos de realidad virtual al centro comercial. Podemos ir y ver que tal.

Comentó Mark mientras se sentaba en su lugar. Jaemin iba a su lado y frente a ellos RenJun y Chenle. El castaño mordió sus labios algo indeciso, si bien su madre se suponía que no llegaría hasta la noche no estaba seguro de asistir. Los sirvientes no dirían nada, eran ellos quienes motivaban al futuro omega a salir y divertirse un poco mientras les mantuviera informado por alguna posible eventualidad pero las cosas estaban algo tensas en casa. Temía que su progenitora volviera antes de tiempo y no lo encontrara por ningún lugar, podría ganarse un buen castigo. Sus amigos parloteaban emocionados ante la idea aunque él se había perdido en sus pensamientos hace unos minutos, imaginando todos los posibles escenarios que llegarían a suceder si le descubrían.

Claro, hasta que un golpe en el hombro le hizo reaccionar. 

— ¡Jaemin! Diablos chico, deja de desconectarte por un segundo ¿Iras esta tarde?

— No lo se Mark. Mi madre...— Mas no pudo seguir hablando pues fue interrumpido por Chenle.—

— Oh vamos Jaemin... tu madre jamás, en años, ha vuelto temprano a casa. Ni cuando te fracturaste hace dos años en educación física por esa mala caída de las gradas.

Suspiró sabiendo que de hecho, tenía razón. No había razón para preocuparse por ello. Sólo estaba siendo paranoico con todo lo que estaba sucediendo a su alrededor y es que su pronta presentación lo tenía bastante alterado. Sus amigos eran betas, aún no había hablado con ellos sobre que sería un omega. Estaba avergonzado de lo mismo aunque no fuera nada malo. Una pequeña parte de él le decía que decepcionaría a sus amigos y a todo aquel a su alrededor. Tener un omega cerca solía ser problemático. No había muchos en su escuela, de hecho eran pocos y tomaban altas dosis de los mejores supresores del mercado para ahorrarse problemas. Los alfa, que eran unos pocos más que los omegas, no tenían los mismos problemas aunque si usaran supresores de vez en cuando a pesar de que para ellos no fuera estrictamente necesario.

— Está bien, iré.

Habló mientras sacaba su teléfono de su bolsillo derecho apresurandose a textearle a su chófer, avisándole de la salida y de que no debía de ir a buscarlo cuando terminaran las clases. Irían caminando al centro comercial y luego volvería a su casa en un taxi o algo similar.

Las clases pasaron sin más acontecimientos interesantes. No era como si sucediera mucho en esa escuela tan aburrida en realidad. Lo más entretenido que puede recordar es cuando en la clase de química uno de sus compañeras accidentalmente tiro unos compuestos que reaccionaron y debieron de evacuar el lugar.

La campana del fin de clases era casi milagrosa de oír. Era viernes, lo que le hacía aún mejor. Dos días de descanso de la prisión a la que llamaban escuela. Recogieron rápidamente todas sus cosas sonriendo un poco emocionados por el hecho de por fin marcharse de allí.

Mark iba hablando sobre lo genial que debía de ser el dichoso juego, Renjun le secundaba con algunos comentarios sobre las expectativas que tenía del mismo y Chenle de vez en cuando reía por lo que fuera, como era costumbre. Estaban cerca de la salida del edificio cuando observaron como la puerta del despacho del director se abría, lo que no hubiera sido extraño si no hubiera aquella persona que salía de allí dentro.

Tanto Jaemin como sus amigos se detuvieron a ver al sujeto, no mucho mayor que ellos, abandonar el despacho con una sonrisa encantadora y complacida en su rostro. No sabían que aspecto de aquel tipo les había llamado más la atención. Si su rostro, ridículamente atractivo, su cabello rojo vibrante o que pudieran observar múltiples tatuajes en sus brazos asomándose por la camisa que tenía las mangas arremangadas hasta los codos. Se notaba que había tratado de vestirme formal pero todo en él gritaba "Peligro"

Y la duda de que es lo que hacía alguien como aquel sujeto en su escuela, que tenía una estricta norma de vestimenta que no permitía exhibir cosas como tatuajes, piercings o similar, les duró unos minutos en los que se miraron confundidos. Mas el tema quedó abandonado allí pues ninguno tenía las respuestas, no al menos en ese momento.

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