-¡Achuuuuuú!- estornudó ruidosamente Javi a mi lado.
-¡Edto ed tú cudpa por avednos…- soné mi nariz que estaba totalmente obstruida- lanzado al agua congelada en plena lluvia!
Con una voz nasal, contestó- ¡Y tuya también por no haber arreglado la Renoleta de inmediato!
-¿Me vas a decir que te arrepientes?- lo miré inquisitiva.
-Mmmm aunque tenga que estar acostado, al lado de tus ojos hinchados, tu nariz llena de secreciones, tus estornudos constantes y tu cara totalmente deslavada, ¡no!, no me arrepiento.
Soltamos unas carcajadas que se escucharon por toda la casa. Estábamos absolutamente resfriados después de la tarde de ayer. Agostina nos dio un tirón de orejas a cada uno, al vernos llegar mojados de pies a cabeza.
-¡Ustedes están locos! ¡Mañana los quiero ver! ¿Y quién va a tener que cuidarlos? ¡La vieja Agostina por supuesto!- Gritaba mientras nos daba empujoncitos para meternos a cada uno en bañeras diferentes de agua casi hirviendo.
Tenía toda la razón, a la mañana siguiente, amanecimos así, agripados, con rastros de fiebre, mocos colgando y ojos llorosos, porque, por más que Javi me molestara, él se encontraba en las mismas condiciones que yo.
Llevábamos puestos unos pantalones tres tallas más grandes que la nuestra al igual que unos chalecos que nos cubrían hasta el cuello, todo proporcionado por la viejita que nos cuidaba, porque aunque regañaba contra nosotros, sabíamos que nos quería mucho.
Habíamos estado toda la tarde aburridos en cama, viendo uno que otro programa de la televisión. Mientras tomábamos una sopa de pollo- típica de enfermos- Javi, entre risas, me propuso un juego.
-¿Qué tal si jugamos a la verdad o reto?
-Estás realmente aburrido Javi ¿ah?
-Dime que sí, ¡Juguemos!- decía, mientras picaba mis costillas a modo de cosquillas.
Removiéndome casi sin fuerzas acepté- Está bien, tú partes, ¿verdad o reto?
-Mmmm- pronunció pensativo- Verdad.- Declaró seguro.
-Está bien, veamos- pensé por un instante- ¿Hasta qué edad te orinaste en la cama?- le pregunté soltando una risotada.
-¡Oooooh!- exclamó- Golpe bajo- Dijo riendo y comenzando a sonrojarse- Aunque me cueste admitirlo, la última vez que me hice, fue… a los 15- Aceptó apenado.
-¡¿Qué?!- chillé entre risas- Eras casi un adulto Javi ¿Cómo te pasó eso?
-¡No te burles!, lo que pasa es que… estaba soñando que hacía en el escusado y todo se sentía tan real, cuando desperté, el colchón estaba empapado. Este es un secreto que guardo bajo siete llaves, nadie más que tú lo sabe.
No podía contener las carcajadas que su relato me provocaba- ¿Y tu madre nunca lo supo?
-No, lavé y sequé todo escondido, así es que nunca se enteró.
-O eso es lo que tú crees.
-Bueno, sí- dijo soltando una risita- Está bien, es tú turno ¿Qué eliges?
-Elegiré… reto.
-Okey, anda a la despensa y escondida de Agostina, róbale esas trufas rellenas de chocolates que preparó anoche.- No podía más de la risa.
-¡Noo Javi!, no puedo hacer eso, me matará si lo descubre.
-Tú elegiste reto, debes cumplirlo- dijo sin un rastro de compasión.
-En este momento te odio ¿Lo sabes?
-Ve, ve, ve, rápido.
Me levanté de la cama, arrastrando suavemente los pies- en los que llevaba solo calcetines- para no hacer ningún ruido. Bajé peldaño por peldaño, custodiando que Agostina no se encontrara cerca. Escuché la risa de Javi desde el balcón. Me escabullí hasta la cocina, abrí el compartimiento, donde sabía estarían las trufas y tomé solo dos. Regresé por el mismo recorrido que había hecho, respirando un poco más aliviada al no divisar ni rastros de ella. Repentinamente, escucho su voz al lado de mi oído.
-¿Qué llevas ahí muchacha? – preguntó curiosa.
-¡Agostina!- grité dando un respingo del susto- Nada, no llevo nada- le dije mientras intentaba esconder las delicias que le había robado. Lamentablemente, de ellas desprendía el aroma que me delató.
-¡Son mis trufaaaas! ¡Pequeña ladronzuela!
No me quedó más remedio que correr, mientras le gritaba a mis espaldas- ¡Javi me obligó, él es el culpable!
-¡Me las van a pagar!- gritaba en tono de amenaza, pero claramente divertida con toda la situación.
Llegué al dormitorio, le lancé una trufa a Javi y al unísono las metimos en nuestras bocas masticando exageradamente. Agostina al ver nuestro acto, se tiró sobre nosotros, dándonos pequeños golpes por todo el cuerpo. Ya no podíamos más de la risa, con decir que casi nos ahogamos por tener la boca llena.
-Te ha quedado delicioso Agostina, eres la mejor chef de Italia, deberían darte un premio- la alagaba Javi, mientras ella acomodaba sus ropas.
-Ustedes me volverán loca ¡Loca!- repetía mientras se alejaba.
Corrí a cerrar la puerta, para que Agostina no nos regañara más. Javi decidió que era hora de continuar con el juego.
-Elijo reto.
-¿Quieres continuar con esto?
-¿Ves otra forma de pasar el tiempo?
-mmmm no, ¿seguro que quieres reto?
-Sí, seguro- confirmó.
-Debes hacerme un striptease bailando muy, pero muy sensualmente.
-Fácil- dijo haciéndose el confiado.
Muy divertida, me paré a buscar el reproductor de música, indagué entre las canciones y decidí que “Sexy and I Know It” deLMFAO sería la ideal. Acomodándome nuevamente sobre la cama lo apuré para que comenzara.
-Dale Javi, tienes toda mi atención- le dije burlándome. Él se veía algo nervioso y a decir verdad, nada de sexy.
La música comenzó y se transformó. Salto sobre la cama y empezó a moverse muy graciosamente, yo por mi parte reía sin parar. Primero se sacó la camiseta, le dio vueltas en el aire, para luego ponerla entre sus piernas moviéndola como si fuese un barco; en ese momento sacó de su bolsillo un pañuelo, para limpiarse la nariz, hizo un ruido estruendoso y continuó. Subió de nuevo y ahora daba saltitos por toda la cama haciéndome rebotar en ella.
-¡Wiggle! ¡Wiggle! ¡Wiggle! ¡Wiggle! ¡Wiggle! ¡Yeah!- Cantaba para animarlo, mientras me retorcía carcajeándome y él… bueno me hacía caso y se meneaba.
Me levantó de un brinco y continuamos bailando hasta que la canción terminó. Fue verdaderamente entretenido.
-Está bien, he hecho todo el ridículo que se me ha ocurrido, continuemos.
-Ahora quiero verdad, no me arriesgaré a otra aventura como la de la trufa de nuevo.
-Bueno, si es lo que quieres- dijo riendo- Quiero que me cuentes con detalles, cuál fue tu borrachera más grande de todas.
-¿Realmente quieres saberlo?, es muy vergonzoso- le pregunté.
-¡Si quiero! ¡Cuéntame! ¡Cuéntame!
-Fue el año pasado. Hicimos una pequeña reunión en mi departamento junto a Fran y otras amigas. Compramos un tequila, de esos que tienen el gusano abajo y nos sentamos todas en la alfombra mientras bebíamos y reíamos por la conversación. Iba todo bien hasta que terminamos la botella y llegó la hora de comer el insecto, todas gritaron para que yo lo hiciera. Mi cabeza ya estaba dando vueltas y mis piernas parecían dos hilos de lana, sin pensarlo lo metí en mi boca y lo tragué. Lo sentí viscoso correr por mi garganta, ha sido una de las cosas más asquerosas que he hecho. Bueno, después de eso la borrachera fue inminente, reía y bailaba, mientras jugaba con el pelo de las chicas. Como estábamos en mi casa, llevábamos puesto nuestros pijamas, pero yo… lo olvidé, bajé por el ascensor y salí a la calle abrazando a quién se me cruzara por enfrente, Fran me acompañaba, haciendo el mismo ridículo, mientras las demás gritaban como hienas por la ventana. Luego de eso, caí inconsciente en mi cama, jamás supe como llegué.
-¡Tengo que verte ebria alguna vez!- gritó muerto de la risa.
-¿Solo para reírte de mí?
-¡Sí! Y para que me des muchos abrazos también.
-No es necesario que me embriague para darte abrazos- Y sin más me lancé hacia él.
Después de un rato, volví a hablar- ¡Ya! Tengo otro reto para ti.
-Pero yo quería verdad.
-No, no, reto es lo que vas a tener.
Sonrió- Okey, como tú digas.
-Debes contarme una historia, peeeeroooo, reemplazando todas las letras o por una e.
-¿Qué? ¿De dónde sacas esas ideas?- Preguntó riendo.
-No lo sé, solo lo pensé- contesté con mi cara angelical.
-Está muy difícil.
-Solo inténtalo.
- Había una vez, tres hermanites chanchites querían tener su prepia casa. El mener decidié hacerla de pajitas, perque eran más livianas y era más fácil de hacer.- ¡Uuufff! Resopló- El segunde la hize de maderitas, demeré un peque más pere quedé muy feliz. El hermane mayer demeré más pues la hize de ladrilles. Quería que fuese muy segura ya que había un lebe que hace tiempo se les quería quemer.
Yo, que ya me dolía el estómago tanto reír, lo detuve- ¡Perdisteee! Dijiste "tiempo" con o.
-¡No! ¡No lo dije!
-Si lo dijiste, ¡Lo dijiste!- le gritaba entre risas.
-Es que era muy difícil
-Ni tan difícil.
-A ver hazlo tú- Me desafió
-Ne quiere hacerle perque era tú desafíe
Ya no pudimos más, reímos tanto que nos dio un ataque de tos por el resfriado que teníamos. En eso, escuchamos el encaje de una llave y acto seguido Agostina entró a la habitación.
-¡Se acuestan ahora mismo! O los separo de dormitorio.
A esa última orden, nos metimos bajo las frazadas, prendimos el televisor y regresamos a lo que estábamos antes de toda la locura.
-Me siento como en mis años de niño haciendo tanta chifladura junta.
-No sé quién de los dos está más loco.
-Definitivamente tú.
-Tú no te quedas atrás.
Reímos nuevamente.
-¿Te sientes mejor?- Le pregunté a Javi.
-Creo que el resfriado ya pasó a la historia.
-¿Tan rápido?
-Absolu… ¡Aaaaaachuuuuuú!
-Así veo.
Tomándonos el té que nos trajo Agostina, decidimos que no habría más juegos, así que nos tapamos hasta el cuello y continuamos estornudando una y otra vez.