Capítulo 31

271 15 2
                                    

¿Se ha ido?  Sentía que las piernas no podían sostener más el peso de mi propio cuerpo, lloré vaciando cada lágrima que tenía en mi ser, hasta que la consciencia se apiadó de mí y me envió a otra dimensión haciéndome caer estrepitosa al suelo.

Veo el reloj, eran las tres de la mañana, desperté exaltada, una capa de sudor frío recorría todo mi cuerpo, sollozaba incontrolablemente y sentía, me faltaba la respiración. Llevé la mano a mi pecho, el corazón latía desbocado, era un ritmo que no estaba acostumbrado, no lograba controlarme.

Miro a mi lado y ahí estaba Tomás, durmiendo profundamente.

Estaba confundida, totalmente aturdida  ¿Esto ya lo viví? Revisé el teléfono, pero nada nuevo sucedía.

Me levanté, tambaleante, a tomar un vaso de agua, hasta que súbitamente los recuerdos se agolparon en mi cabeza. ¿Javier? Corrí por el teléfono nuevamente.

Temblorosa marqué. Sonó varias veces y mi ansiedad aumentaba con cada tono.

Su voz soñolienta atravesó el auricular- ¿Flo?- silencio- ¡Flo, háblame!- ¿Era él?, sacudí mi cabeza, confusa, ecos de su voz, llegaban a mis oídos que no lograban interpretar que estaba más vivo que nunca.  Lloré, pero ahora de felicidad.

-Javier, ¿eres tú?- pregunté temerosa de que mi subconsciente me estuviera engañando nuevamente.

-Por supuesto que soy yo ¿Qué pasa Flo? - No podía creer que todo fue producto de una horrible pesadilla. ¡Pero qué real se había sentido!, nunca tuve más pánico en mi vida como hasta con ese maldito sueño que creí real.

-Dime algo que me compruebe que estás aquí, por favor- le imploraba.

-No estoy entendiendo nada, ¿Puedes decirme que ocurre?

-Necesito verte, voy para allá.- tenía que comprobarlo, debía saber que era verdad.

-Pero, ¿a esta hora?

-Estoy saliendo- Corté sin esperar respuesta, necesitaba verlo, tocarlo, creer en serio que era él y estaba aquí, conmigo.

Al abrir la puerta, golpeé sin querer la llave contra el picaporte, giré para mirar la reacción de Tomás, efectivamente se removió por el ruido y luego volvió a acomodarse en la cama. Esto sí era real. Tal como me encontraba salí en su búsqueda. Estaba nerviosa, necesitándolo con urgencia.

Manejé con la ventana abajo, para sentir la brisa sobre mi cara.

Toqué desesperada su puerta, anhelando verlo frente a mí. Y así fue, tenía una expresión de preocupación marcada en el  rostro. No esperé a dejarlo reaccionar y me abalancé sobre él.

Lo besé descontrolada, tocando cada parte de su rostro, enredando mis dedos entre su cabello suave y despeinado. Despojé de él todo rastro de ropa,  amándolo desbocadamente.

Nos vimos envueltos en un deseo profundo, intenso, fundiendo nuestros cuerpos con el calor urgente de este encuentro que no podía prolongarse un minuto más.

-Te amo tanto- le confesé, mientras de mis ojos  brotaban lágrimas, para continuar acariciando su cuerpo.

Ahí, en la alfombra de su sala de estar, nos amamos hasta enloquecer. Me acarició tiernamente, solo como él lo sabe, erizando sin remedio, toda mi piel. Me besó devorando hambriento partes de mi cuerpo jamás descubiertas, recorriéndolo por el mapa que él mismo grabó. Y tal como lo dijo alguna vez, mi cuerpo reaccionaba a su contacto, como con nadie más. La memoria táctil que dejó en mí, revivió tal como si hubiese inserto una clave en el.

Cuando por fin nuestros cuerpos saciaron de momento la necesidad del otro, levanté la mirada para hablar de una vez.

-Te amo como jamás he amado a nadie, no quiero separarme nunca de ti. No permitiré que nada se interponga entre nosotros nuevamente. Perdóname por todo lo que te hice, por no haberte creído, por cuando supe la verdad, no haberme quedado aquí.

Abre los ojos y descúbremeWhere stories live. Discover now