Aaron, el semidiós [Yaoi/Gay]

By Star_cat_looks

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Aaron es hijo de Apolo, no tiene bronceado perfecto, es bajo y pertenece al club de Solangelo. Tampoco es bue... More

Prólogo.
1-. "?Qiuser nirute la lcub ed Losagneol¿"
2-. Zotlanyelo.
3-. El secreto para tener las raíces totalmente rubias.
4-. Sacudir la cabeza.
5-. ¿Desagradable?
6-. Apartado de la conversación.
7-. Qué es que te guste alguien.
8-. "El sol lo hace de oro y la luna de plata"
9-. Sueños abiertos al público.
10-. Enterarse de cosas lindas y otras no tan lindas.
11-. Inconsciencia.
12-. Un peso menos, uno más.
14-. La interrupción de Jardín.

13-. "¡Wah, wah!"

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By Star_cat_looks

SI HAY FALTAS DE ORTOGRAFÍA O INCOHERENCIAS INCOHERENTES FELICIDADES POR NOTARLAS.

MARCUS

—¿Marcus?

Volteó al suave llamado de Aaron. Era día viernes, de noche, y el hijo de Ares había estado arrastrando al de Apolo por un largo recorrido sin decirle nada en absoluto. Normal que preguntara, claro, pero es que Marcus aun no se inventaba una excusa para su comportamiento. 

Quería proteger a Aaron. Sin tapujos: el rubio era un inútil, y en esa competencia tan riesgosa para la integridad física de cualquiera, había algo así como un 90% de probabilidades de que el ojiazul saliese herido. En cualquier aspecto. La sola idea espantaba a Marcus. Cuando escuchó el anuncio de Quirón en la cena de hacía... ¿Una semana?, ya había tomado su decisión: haría pareja con Aaron y lo escondería en algún lugar hasta que todo pasara.

Iban con unas esposas que los mantenían unidos, de manera que el castaño realmente iba arrastrando al más bajo (haciéndole doler, pero ignorante de esto). Aaron había estado observando la ancha espalda de Marcus en silencio, maravillado por lo varonil que le resultaba. Pero eso, Marcus tampoco lo sabía. 

—¿Qué pasa?—dijo finalmente el ojiverde. Ralentizó su paso hasta que el otro le dio alcance.

—¿Dónde vamos?—la obligada cercanía de Aaron lo ponía a mil. Todos sus vellos erizados, completamente en guardia. Quizás por eso también guardaba su distancia... En fin.

—A cualquier lugar—balbuceó. El contrario lo miró confuso, con el rostro cubierto de sombras. Aun así, los ojos brillaban y los labios seguían viéndose apetitosos.

"Concentración, concentración".

—¿Ah?—ladeó la cabeza—, ¡pero si tenemos que ir a matar monstruos! ¡Quitarles el collar que traen!, ¿o no?

—Sí, sí. Es que... me pareció escuchar algo por aquí cerca—. Era mentira. Pero Aaron no tenía por qué enterarse. No se esperaba que éste sacara su daga (una muy mala, si le permitían decir) y se agachaba en aquella "posición de guardia" de las películas (casi inútil, en cualquier caso. El cabello de Aaron en la noche era casi tan brillante como un diamante, cosa no natural).

—¿Desde dónde? ¿Era un sonido fuerte?—y le miró, con la rubia ceja enarcada. Que actuara tan valiente casi lo dejó babeando, pero disimuló esto. Aaron le sonrió antes de guardar su arma—. Je, es broma. Sé que no serviré de nada si nos atacan...

—No digas eso—él estaba de acuerdo—, siempre hay algo que puedes hacer.

—¿Huir?

Pareció sensato, y si servía para mantener a Aaron a salvo entonces también era una idea útil.

—Seh. ¿Descansamos aquí?—señaló un árbol un poquitín viejo. Ya se habían alejado bastante del centro de lucha (o, más bien, donde todos los campistas se habían movido golpeando cacerolas para atraer a los monstruos), por lo que podían sentarse en paz.

El rubio ladeó la cabeza—. ¿Eh? ¿Estás cansado, Marcus?—. Le sonrió socarrón. "Mierda, quiero comerle la boca".

—Sí. ¿Te sientas?

Ambos se tendieron en la hierba. Sobre sus cabezas se extendía un frondoso follaje que impedía el paso de la luz. Estaban a oscuras (a excepción del cabello de Aaron), por lo que Marcus sacó su lanza, con punto de bronce celestial, que fue capaz de iluminar un área pequeña. El ojiazul lo imitó sacando su daga, pero ésta se atoró en el cinto y estuvo bastantes minutos forcejeando con este. Concentrado se veía realmente bonito.

Lizzi ya le había dicho a Marcus sobre Aaron. Ahora, el hijo de Apolo sabía de sus sentimientos. Quería confesarse, ver cómo reaccionaba, pero la chica de Afrodita casi lo había hecho jurar por el río Estigio que no lo haría. La curiosidad lo carcomía, y estaba a diario paranoico sobre cualquier gesto de Aaron. ¿Por qué le había mirado por más de dos segundos? ¿Qué significaba esa sonrisilla? ¿Estaba bamboleando las caderas para seducirlo?

Demasiadas preguntas que, a un hijo de Ares, le daban un dolor de cabeza como el Hades.

—Es primera vez que noto el tamaño de tus manos—Aaron levantó la tostada extremidad y la examinó, acercándola a su rostro. Sintió la leve respiración, y el latido de su propio corazón. ¿Por qué era tan endemoniadamente lindo? Su sorpresa fue gigantesca cuando, contra todo pronóstico, el chico entrelazó sus dedos y le sonrió ligeramente—. Es... Es más cómodo, ¿no?

Estudió sus labios, que se contraían en una mueca nerviosa. Sexy. Ya el muy tonto se había perdido en sus pensamientos (que antes ni sabía que existían) y habría vagado mucho rato en ellos de no ser porque Aaron le tocó la mejilla.

—¿Estás ahí?

—... Sí... 

—¡Ah, vale! Es que... me mirabas muy raro—se había ruborizado—, aunque a la vez no me mirabas... ¡Qué curioso!, ¿estabas pensando?

—... Sí... 

En un gesto de iniciativa propia, apoyó su cabeza en el hombro del rubio e inhaló la vainilla que desprendía. Vainilla y mar, pues Aaron se había estado bañando en el océano horas antes. Yacían apoyados en el viejo tronco, y de haber mirado hacia arriba habrían notado a las ninfas del bosque mirándoles con curiosidad, hasta emocionadas. Un par de horas después ellas serían las primeras miembros del "Club de Schlachnnei" (Schlacht  x Sunnei, sus apellidos) dirigido por Afrodita. Pero eso es otra historia...

—¿Te quedas en el campamento todo el año?—preguntó Marcus, mirando por el rabillo del ojo al contrario. Este asintió lentamente, intentando recordar algo mas sin resultados.

—Tú... ¿Tú también?

—Sí, claro. Daremos nuestros paseos todo el año, ¿vale?—Aaron le sonrió. El hijo de Ares esperaba que, por lo menos en un par de meses, dichos paseos sean de pareja y no de amigos. El de Apolo también quería eso, pero aun con ciertas dudas.

—Si llueve, cuando el señor D deja que llueva, ¿qué haríamos?—cuestionó el rubio. Marcus se pensó la respuesta, porque no tenía ni puta idea, antes de encontrar una buena solución.

—Tomamos chocolate caliente en algún lugar techado.

Aaron se enderezó con emoción—. ¡¿Te gusta el chocolate caliente?!—asintió lentamente. ¿Qué tenía de especial?—. ¡A mi me encanta! ¡Dioses del Olimpo, eres tan perfec...! ¡Eh, eh, creo que escuché algo desde...!

Colocó un dedo sobre los labios del rubio y enarcó una ceja—. ¿Estás mintiendo?—Aaron negó—. ¡Por el Hades, Aaron, se te nota en la cara!

El rubio del chico de Apolo fue encantador. Ser pillado en sus mentiras le avergonzaba.

—Entonces, ¿soy tan qué? Me parece que ibas a decir perfecto—le guiñó el ojo, solo por si acaso. Aaron evitó mirarlo clavando sus claras orbes en la hierba, nervioso—. Venga, que es broma. Vuelve aquí, que quiero apoyarme en ti.

El más bajo hizo caso en silencio, a gusto con que a Marcus le gustase algo de él (aunque sea apoyarse). También él dejó caer su cabeza sobre las castañas hebras, permitiéndose un corto relajo. Casi se habían olvidado ya de que, en fin, se encontraban en algo así como un evento peligrosísimo con monstruos también peligrosísimos quizás rondando cerca.

Pero lo que los encontró fue peor que un monstruo. Alguien, de hecho, que hacía que estos huyeran.

—¡Vaya!—los dos adolescentes dieron un respingo—, pero, ¿qué veo aquí? ¿Una pareja escaqueándose de sus responsabilidades?

El señor D los miraba desde la altura. Como era costumbre, levitaba unos centímetros del suelo (para no manchar sus zapatos con diseño de leopardo) y su mirar era tan despectivo, que el hijo de Ares palideció en el acto. Aaron, en cambio, estaba ya medio adormilado y le costó lo suyo reconocer al dios. 

—Nosotros... Estábamos descansando—consiguió balbucear Marcus, soltando lentamente la mano del rubio. Que los confundiese con una pareja le enorgullecía, pero en ese momento no era lo más recomendable parecerlo. Un par de tortolitos, de noche, en el lugar equivocado, era excusa perfecta para convertirlos en uvas y exprimirlos.

"¿Cómo sabrá Aaron de uva?". La idea le perturbó, pero la curiosidad perduraba. 

—¡Ah! Aparte de rebeldes, estáis hechos unos mentirosos, ¿no? Llevo aquí más de una hora, y os he observado todo el tiempo—hizo aparecer una lata de Coca-Cola, con la cual los amenazó—. ¿Qué debería ser? ¿Convertiros en cucarachas y pisarlos?

—Eso... Eso ensuciaría sus zapatos, señor D—balbuceó Aaron, mirando al suelo. El dios sopesó sus palabras.

—Me gusta esa forma de pensar, chico. Quizás deba ser un poco más bondadoso.

—Por favor.

Miró feo a Marcus. ¿Tenía algo en contra de él? Podían arreglarlo en una batalla justa. Recalquemos lo justa. No quería morir sin antes besar a Aaron.

 —¡Ah!—chasqueó los dedos—. Ya sé. Por los siguientes seis meses, quitarán los yerbajos molestos de la zona de cultivo, y también donde tengo planeado plantar algunas flores.

"¿Seis meses?". Quiso golpearlo. ¡Aquello era un abuso! Aaron, en cambio, asintió varias veces.

—¡G-Gracias por ser tan bondadoso, señor Dionisio!

—Lo sé, muchacho, lo sé. Chicos como tú me inspiran a ser más caritativo. Ten, una Coca-Cola—le pasó la lata a Aaron, que la aceptó gustoso con una linda sonrisa—. Diría ya que a la competencia le queda media hora, así que ninguna gracia que os incorporéis ahora. Si no desaparecen de mi vista en un minuto, no me hago responsable.

Antes de que el hijo de Apolo pudiera despedirse, como tenía previsto hacer, Marcus se lo echó encima como a un saco de patatas y se fue corriendo hacia donde estaban las cabañas. Llegando a la de Apolo, lo dejó en el umbral. Solo entonces cayó en la cuenta de que aún estaban esposados.

"¡Qué lástima! Tendremos que dormir juntos..." sonrió encantado con la idea. 

—Will tenía una llave para abrirla...—murmuró Aaron percatándose del detalle—. Debe estar en la enfermería...

A regañadientes, Marcus de dejó arrastrar por el más bajo hasta la edificación. Will les puso una cara de perro hecha para una burla, pero el hijo de Ares no tenía ganas de ello. Con el "click" que hicieron las esposas al abrirse, su humor empeoró más. Vaya ganas tenía de compartir la noche con Aaron...

—Nico dijo que no te vio en el evento—dijo el hijo de Apolo, mirando a su hermano. Aaron iba a inventarse una mentira, pero el rojo de su rostro lo expuso primero—. ¡Dioses!—volteó hacia Marcus amenazante—. ¿Qué le hiciste a mi hermano?

Marcus no era malo mintiendo, pero al rebobinar todo lo que habían hecho también se ruborizó. A Will se le vino el mundo encima. Parecía a punto de abalanzarse sobre el castaño y apuñalarlo con un bisturí. 

—¡Will! ¡Las vendas están empapadas!, ¿me las cambio?—gracias a los dioses, Nico di Angelo entró en la enfermería con una musculosa y el brazo vendado, pero con la gasa totalmente roja.

—¡Por el infierno!, ¿qué clase de monstruos habían allá?—el médico, por fortuna, ya había dejado a Aaron y a Marcus en segundo lugar. Preocupado se acercó a su novio (le dio un beso en los labios) y pasó a revisar su brazo—. Siento que ya te he dado suficiente ambrosía... 

—Solo fue un cubito, Will—el rubio frunció los labios.

—Vale. Ven, te cambio las vendas.

"Seguro...". Cuando el más alto rodeó con el brazo la cintura del hijo de Hades, para Marcus se hizo notorio que no solamente iban a cambiar las vendas.

—¡Vaya, parece que fue peligroso lo de esta noche! Menos mal no nos topamos con algún monstruo, ¿no, Marcus?—Aaron lo codeó en un intento de llamar la atención, cosa que consiguió al instante.

—Sí. Somos afortunados. Deja, te acompaño a tu cabaña.

Salieron de la enfermería rozando sus hombros. Aaron iba un tanto feliz, dando saltitos y ojeando de vez en cuando al más alto. Luego de mirarlo, sonreía sin percatarse de ello. Una escena adorable, sin duda, ver a Marcus con el ceño fruncido y al alegre del hijo de Apolo contento de caminar a su lado.

—¿Sabes? La semana que viene me toca ayudar en la enfermería para el captura la bandera.

—¿Ah, sí?

—¡Sí! 

"Quizás deba dejarme acuchillar o algo por el estilo" pensó sin pena alguna. Joder, qué desesperado estaba por compartir tiempo con Aaron.

—¡Mira, son Clovis y Butch!—señaló emocionado a la parejita, que venía tomada de la mano y en el paraíso. Apenas y se percataron del adorable hijo de Apolo—. ¿Cómo les fue recién?

—Pues—Butch tomó la palabra—, Clovis se durmió apenas quedamos a oscuras, por lo que lo llevé a rastras al claro donde estaba Quirón, y de ahí no salimos.

—Jeje—avergonzado, Clovis rascó su nuca—, ¿y a ustedes? Los vi al principio nada más...

—Es porque te quedaste dormido, imbécil—respondió Marcus cruzado de brazos. No quería compartir su momento de intimidad con el rubio, con ellos. Con nadie, realmente. Clovis lo miró feo, pues él era amigo de Aaron y presentía que algo bueno había pasado. Butch se preguntó el por qué del Marcus antipático—. Nosotros nos vamos ya.

Aaron frunció el ceño—¿Ya?—en realidad ya estaba siendo arrastrado hacia la séptima cabaña. Lo dejo de espaldas a la puerta, con un par de centímetros extra pues estaba sobre el último escalón.

—Bueno, yo me voy—dijo Marcus palmeando los rubios cabellos. Fue grande su sorpresa cuando Aaron agarró su mano y no la soltó, mirándolo un poco suplicante.

—¿No es muy temprano...?

—Son casi las doce. Deberías dormir—recibió un puchero. Joder, justo en su lado enamoradizo. Con la misma mano, delineó el rostro bronceado embelesado por la suavidad de la piel, y el ligero tinte rojo que se apoderaba de las mejillas. Con el pulgar, tocó los rojos labios. Tan apetecibles. Al notar que sencillamente, estaban en público, alejó la mano como si quemara Aaron, sorprendiéndolo—. Me marcho.

—¿Qué? ¡Marcus!

AARON

Terminó de colocarse su pijama, se sentó en su litera (la parte de abajo) y comenzó a acomodar su almohada con los puños. Cuando estaba confundido, tenía a hacer eso. Era parecido al actuar de los gatos cuando, con las patitas, "amasaban" el superficie. Aaron planeaba dedicarse un buen rato a ello.

—Pssst.

Volteó hacia la ventana. Ese siseo no era natural, en definitiva. La abrió y asomó la cabeza encontrándose con Clovis.

—¡Hey! ¡Hola, Clovis!—el rubio se llevó un dedo a la boca indicándole silencio. Asintió.

—Estoy una hora pasado del toque de queda—explicó. Aaron sí que había notado esto, y estaba sorprendido de que el hijo de Hipnos no estuviera roncando a pierna suelta en su cabaña—. Necesito tu ayuda.

Emocionado, se encaramó en el borde de la ventana. El chico pocas veces tenía problemas, pues siempre estaba durmiendo, y menos veces aún recurría a Aaron para solucionarlos. Salvo si ya no veía opción. O por lo menos así lo notaba el chico de Apolo.

—Es que creo que Butch quiere besarme, pero yo no sé. No sé besar—balbuceante, no miró al rubio bronceado a la cara. Jo, sí que estaba nervioso.

Aaron, por su parte, enarcó las cejas—. ¿No se han besado ya? ¡Pero si llevan más de una semana!

—¡E-Es que no he tenido ni tiempo para pensarlo, jo! He estado tan feliz últimamente que me pongo a mil con tomarle la mano—comenzaba a jugar con sus dedos, cosa que ponía nervioso a Aaron. Él también empezó a tamborilear en el vidrio. Intentaba ponerse en la situación del más relleno, reemplazando a Butch por Marcus, cosa que dio nulos resultados. 

Recordó que se habían tomado de las manos, en un gesto osado del mismísimo Aaron. 

¡Agh! ¡Qué vergüenza! 

—¿Aaron? ¡Oye, pero tómame en cuenta!—se quejó el rubio de Hipnos—, ¿qué me recomiendas?

—Eh... Eh... ¿Y si lo hablas con él?

—¡Me da miedo que me rechace!

—¡Imposible! Si te rechaza, entonces... Entonces, ¡no es tan bueno como parecía! 

Clovis pareció considerar sus palabras. Aaron realmente se estaba esforzando en aconsejarlo, pero su mente se desviaba cada dos por tres a la grata noche que había pasado con el hijo de Ares.

—¡Vale, lo hablaré con él! Y... Esto, Aaron, ¿no hay algo que quieras contarme?—meneó las cejas en un intento de cara pervertida. El chico sonrió cómplice. 

—¡Sí, pero mañana!—susurró, y gritó a la vez—. Es que tengo mucho sueño, y quiero dormir...

—¡Vale, vale! ¡Yo también tengo sueño! Estoy que me desmayo aquí mismo. ¡Adiós!

No esperó a que Clovis se marchase. Cerró la ventana (fuertemente, pero fue sin querer...) y se echó sobre su cama dando vueltas de emoción. ¡Wah, wah! ¡Marcus era tan guapo y varonil! ¡Lo había cargado! Como un saco... ¡Pero cargado al fin y al cabo!

¿Eso decía algo respecto a sus sentimientos? ¿Lo quería Marcus?

¡Jo, qué nervios!

***                  




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