Déjame hacerte feliz (ACABADA...

By luxaeterna_

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Adam Johnson y Brooke Wells se odian tanto que acaban amándose, pero... ¿será fácil superar los obstáculos, l... More

Déjame hacerte feliz.
I.
II.
III.
IV.
V.
VI.
VII.
VIII.
IX. (Capítulo especial)
X.
XI. (Capítulo especial)
XII.
XIII.
XIV.
XV.
XVI.
XVII.
XVIII.
XIX.
XX.
XXI.
XXII.
XXIII.
XXIV.
XXV.
XXVI.
XXVII.
XXVIII.
XXIX.
XXXI.
XXXIV.
XXXVII.
XL. Final.
Agradecimientos.

XXX.

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By luxaeterna_

El tiempo pasó. Muy rápido. Rapidísimo. Sin apenas notarlo.

Terminé el instituto, me gradué (tuve la suerte de compartir aquel día especial con mi madre y con Amy) y empecé la carrera de psicología.

Pero eso no era todo. Jack y yo éramos novios. 

Respirad.

Era un chico excelente y creí enamorarme de él. Solo fue un destello, la huida o el intento de olvidar a Adam Johnson.

Pero, os contaré como fue...

"Habían pasado semanas desde el intento de violación de aquel tipo que ahora se encontraba en la cárcel.

Nadie lo sabía. Nadie, excepto Jack. Y dado el hecho de que no quise preocupar a nadie con aquello, fue el único que lo supo.

Yo había cambiado. No al extremo de caer en depresión y pensar que la vida era solamente un lugar horrible y repugnante en el que la mayoría de las personas son un trozo de mierda y la dispersan alrededor como una bomba. Aunque eso último si lo pensaba, pero no por nada de aquello.
Había dejado de salir (si era posible dejar de salir aún más) y estaba centrada en los estudios, ahora sí, al extremo de acostarme a las tantas y saltarme comidas.

Quizá lo de estudiar tanto era una excusa para aislarme, pero me iba bien así. A pesar de que Thom y Lucy estaban preocupados, Jack se centró en mí y no me dejó ni un solo momento en todas aquellas semanas que se convirtieron en meses.

Todo pasó un sábado por la noche. Lucy y Thomas habían salido en una de sus habituales salidas de fin de semana en la que, prácticamente, se comían la boca en el coche y se querían toda la noche.

No hacía frío, pero tampoco calor. Me puse mi pijama, me hice un moño en lo alto de mi cabeza y me dispuse a tener una noche tranquila tirada en el sofá viendo una película.

Y un rato después sonó el timbre de la puerta.

Y maldije por lo bajo mientras abría.

Y luego se me pasó cualquier resquicio de enfado que tuviera cuando le vi allí de pie.

Obviamente levantarme del sofá cuando estaba en modo 'no-me-toquéis-las-pelotas-mientras-yo-me-las-toco' era una razón para el enfado. Una razón de peso.

—Eh... hola, Jack —susurré mientras él me miraba de arriba a abajo e intentaba no sonreír—, si hubieras avisado que vendrías no te recibiría con un pijama de jirafas bebés.

No pudo soportarlo y sus carcajadas llenaron la calle, la entrada, la casa entera y algo dentro de mí que me hizo automáticamente sonreír.

—En realidad... —dijo mientras se rascaba la nuca—, me llamó Thomas y me dijo que querías verme.

Abrí mis ojos. Mucho. Muchísimo.

Iba a matar a Thomas. Lo iba a matar con mis propias manos, iba a destrozarle.

Pero, ¿qué iba a hacer? ¿Decirle 'no quería verte, estaba empezando mi noche solitaria'? Si se lo hubiera dicho, habría dado énfasis a la palabra solitaria.

Pero no lo hice, porque sería de mala educación y porque su presencia nunca me molestaba.

Nunca.

—Si quieres me voy... —dijo apenado al ver que yo no respondía y que tenía una mueca de confusión en el rostro.

—¡No! —casi grité, y cuando me dí cuenta tosí un poco— Quiero decir... no, no, quédate.

Jack sonrió un poco y le dejé pasar.

Solo sé que mi noche solitaria se convirtió en una no tan solitaria, y que él estaba muy cerca. Lo noté cuando empezó a acariciar mi dedo meñique con su mano. Y luego, cuando me miró. Después se acercó a mi y me besó.

Sí. Me besó.

Y yo le seguí el beso.

Notaba como el dolor que había albergado en mi corazón durante todo ese tiempo de nostalgia, se iba disipando un poco.

Y creí que era amor.

No lo era pero no lo sabía todavía, así que todo el amor que Jack me procesaba, se lo devolví de la forma que podía y sabía.

Por un par de años."

Y allí íbamos de nuevo todo aquel tiempo después.

Estábamos en casa de Jack, sus padres habían salido por dos días y tenía la casa para él solo.

—Te mereces unas vacaciones, cariño —dijo de repente.

Jack se levantó del sillón y se puso detrás de mí y, después de darme un beso en el cuello, noté sus manos en mis hombros, relajando toda la zona con sus hábiles dedos.

Gemí involuntariamente y me hundí en el cómodo y suave sillón.

Resoplé.

—Estás muy tensa, Brooke —dijo preocupado—, ahora que has terminado las clases y tenemos vacaciones... vayámonos a Londres.

Abrí mis ojos de golpe y me aparté del respaldo para mirarle.

—¿Londres...? —susurré dudosa.

Hacía dos años y algunos meses que no volvía a Londres, a mi hogar.

Las cosas allí también habían cambiado mucho; mi madre y Ben se casaron meses atrás.

No pude ir a la boda porque estaba muy liada con los exámenes de la universidad y mi madre lamentó de verdad no haber podido cambiar la fecha, pero no me importó, porque ella estaba tan feliz que era imposible no sentirse de la misma manera.

—Sí —asintió mientras me acariciaba la mejilla—, es tu hogar. Y a mi me encantaría ver el lugar en el que creció mi chica y conocer su pasado, su infancia...

Mi pasado...

Precisamente de aquello había estado huyendo todos esos años. De mi pasado.

Sonreí un poco y asentí.

—De acuerdo... —dije no muy segura—, no puede ser tan malo.

Pero por dentro no pensaba aquello. Pensaba que no podía ser malo, podía ser peor que eso.

Solo una semana después ya estábamos en el aeropuerto. Jack me sujetaba de la cintura y lo agradecí porque estaba tan nerviosa que, si no hubiera sido por su agarre, habría estampado mi hermoso trasero en el suelo.

—¿Qué te pasa, Brooke? Llevas toda la semana rarísima.

Le miré y suavizó su gesto.

Él hacía esto por mí, porque pensaba que era lo que yo necesitaba, y yo a cambio solo podía tensarme.

—Estoy bien, cariño —le tranquilicé—, solo cansada.

Apretó su agarre en mi cadera y puso su mano libre en mi mejilla mientras me miraba y no decía nada.

—¿Qué? —pregunté mientras sonreía.

Negó con la cabeza acercándose más si cabía la posibilidad, hasta que nuestras narices se tocaron y nuestras bocas respiraban el aliento del otro.

—Nada... —susurró muy bajito.

Unió sus labios con los míos suavemente, mientras olvidábamos que estábamos rodeados de gente.

—Ejem... —tosió alguien delante haciendo que nos separáramos—, sus billetes por favor.

Jack sonrió con los labios hinchados y rojos y los ojos brillantes. Antes de sacar los billetes de una de las bolsas, me miró y me guiño un ojo como siempre lo hacía.

Enseñó nuestros billetes y el hombre nos deseó un buen viaje tras registrarnos.

Cogimos las maletas y, mientras Jack pasaba un brazo alrededor de mis hombros, nos dirigimos a mi miedo de frente.

Me quedé dormida apoyada en el hombro de Jack todo el viaje, intentando no pensar demasiado.

Él no sabía a qué se debía mi extraño miedo a volver a Londres porque nunca supo lo que me empujó a alejarme de allí.

Mi miedo tenia nombre, apellidos y unos ojos muy bonitos.

Y dos años después de enamorarme de él, aún no lo había superado.

'Lo siento, Jack... Me gustaría quererte de la misma forma en la que me quieres, pero ya quiero de esa forma a alguien.'

Lo sentía de verdad.

Todo aquel tiempo intenté por todos los medios enamorarme locamente de aquel hombre maravilloso que me cuidaba y me quería tanto.

Pero algo no me lo permitía.

Pensar en encontrarme con los ojos del pasado me hacía sentir algo extraño.

Los ojos del pasado...

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