All You Are It's On Your Back...

By Braveisfree

110K 8.6K 9.7K

Gracias al orden alfabético Harry Styles, uno de los chicos más populares del instituto y Louis Tomlinson, un... More

All You Are It's On Your Back || Larry Stylinson
Capítulo 1: A New Beginning.
Capítulo 2: Every Act Has It's Consequences.
Capítulo 4: Crazy/Beautiful/Love/Sex/Death.
Capítulo 5: The Notebook.
Capítulo 6: Liquid Night.
Capítulo 7: Just Five Seconds Away.
Epílogo.

Capítulo 3: I am One Of Them.

8.8K 848 565
By Braveisfree

Llegar a clase de Escritura el martes cuesta trabajo. Llevas el entrenamiento de ayer aún clavado en las costillas, los músculos doliendo por la falta de uso después de las vacaciones y el dolor de cabeza amenazando con hacerse una parte presente y real del resto del día.  

Puede que llegues arrastrando los pies y te sientes en tu sitio sin mucho entusiasmo, esperando a que llegue Rusko y empiece la clase.  

Sacas el cuaderno con la tarea hecha, rezando para que no te toque a ti ese día. Aún no estás preparado para salir ahí enfrente y quitarte la máscara delante de todo el mundo.  

Al fin y al cabo escribir algo, y dejar que los demás lo lean no es más que eso.  

Pero antes de que el profesor llegue, antes de que el timbre suene y de que te termines de despertar del todo, Louis llega a clase, la misma mochila de siempre al hombro, con más pinta de estar vacía que llena, la misma chaqueta de cuero desgastada con las solapas dobladas y la calavera de los Misfits a la espalda.  

El pelo como siempre, y ojos mirando sin mirar, vacíos. Y oh, mira, eso de la cara es nuevo. Tiene el pómulo morado, casi negro, lo que parece un buen puñetazo y es una suerte que no le hayan roto el hueso.  

Cuando Louis se sienta, el profesor está entrando por la puerta pero aún quedan un par de minutos antes de que empiece la clase. 

—¿Y a ti que te ha pasado? 

Casi lo ves rodar los ojos. 

—¿Y a ti que te importa? —soplas porque sabes que no te lo va a decir pero Louis te sorprende añadiendo— Por si te interesa, me caí y me golpee con el pomo de la puerta. 

Ríes bajo, una carcajada amarga  

—Ya, claro. Te has metido en una pelea, Tomlinson.  

Ahora se están mirando fijamente sin saber como. En los tres segundos que llevan hablando han pasado de hablar de espaldas a estar cara a cara, tú retorcido en la silla mirando para atrás, la mirada fija en como se le mueve la boca cuando te habla y la forma en la que sus dedos se agarran al borde del cuaderno.  

—Que chico tan listo. Con ese cerebro deberías ser abogado o médico. ¿Es eso lo que quieres, chico listo, dedicarte a salvar almas perdidas como yo? 

Te muerdes la lengua por dentro y casi rechinas los dientes para no ponerle morado el otro lado de la cara.  

—Eres un gilipollas, Tomlinson.  

Te saluda con la cabeza, como si se tomara el insulto como un halago, y eso fuese más de lo que esperaba de ti.  

Vas a decirle más cosas, a preguntarle por qué cojones se tiene que comportar así, y qué le habías echo tú para que te tratara tan mal, pero entonces sí, Rusko empieza su clase, y das más que por terminada la conversación.  

Ahora mismo, preferirías salir a hablar en medio de la clase que cruzar dos palabras más con el imbécil que tienes a tu espalda.  

****  

En el descanso entre Escritura Creativa y la Hora de Estudio vas hasta la máquina a por un café o te vas a quedar dormido de verdad sobre los libros. Amanda no aparece, seguramente porque tendría ensayo con las animadoras, y tú te tomas el café frente a la máquina, rápido, esperando a que el timbre suene y la Hora de Tortura, como habías empezado a llamarla mentalmente, terminara rápido.  

Pero entonces Tomlinson aparece agarrado de la escocesa pelirroja-de-bote, esa tal Shannon no-sé-qué, pegándola contra uno de los huecos entre la máquina expendedora de coca-cola y la de las gominolas. La pega ahí, y la besa con esa boca roja suya y ella le mete los dedos en el pelo.  

No es un beso demasiado escandaloso ni nada por el estilo, pero el hecho de que la tía haya sido tan fácil (un puto día, puta), el hecho de que si él quiere, es agradable, pero contigo es todo malos modos e insultos.  

Eso y que le esté metiendo las manos en el bolsillo de atrás de los vaqueros, te molesta. Todo revuelto hasta que no sabes que es qué y  si te cabrea más Louis, ella o tú mismo.  

Apuras el café pensando que en otra vida tuviste que ser asesino en serie para merecer esto.  

***  

La Hora de Estudio, Gracias Al Cielo y a Todos Los Dioses pasa rápido y sin incidentes. Louis no levanta la cabeza de su cuaderno, moviendo el boli rápido sobre las hojas como si de verdad estuviera haciendo alguna tarea.  

Te limitas a sacar una manzana y comértela muy despacio para no hacer ruido y que la profesora no te vea, mientras lees el libro de economía y te quejas de la mierda que es tener que estudiar eso.  

****  

Cuando creías que el día no podía ponerse peor, va y lo hace.  

Toca entrenamiento después del descanso y está vez sí, es fuera, al aire libre. Te pones el equipo de Rugby, azul eléctrico y negro, con el nueve en la espalda. El casco en la mano porque hoy hace sol y a ser posible te lo vas a poner lo justo.  

El resto del equipo está posicionándose y entrenando estrategias básicas, divididos en dos equipos más pequeños, enfrentados entre sí.  

Dejas el casco en el banco junto con la botella de agua fresca, y vas hasta Niall y Liam a paso ligero. Olly, Ed y Matt forman el resto de tu equipo. Todos buenos chavales, buenos defensas y rápidos con el balón.  

Niall los mira a ti y a Liam, en el centro y les hace una señal con los dedos, dándoles una pista de lo que piensa hacer. Quiere que se desmarquen y se pasen el balón, antes de que lo plaquen.  

Asientes rápido porque es buena idea. Sus jugadores no corren tanto como ustedes y tienen que aprovechar esa ventaja.  

El entrenador silba una vez más, el juego comienza. Tres gritos de alguien, probablemente Olly, y la pelota pasa a Niall.  

Corres tan rápido como puedes, esquivando a la defensa, con el sol cegándote un poco porque no llevas el casco, y no lo ves venir. Estás más pendiente del balón que del que tiene que placarte y Kevin se lanza contra ti como si fueras un elefante que tenía que derribar.  

Te tira al suelo, y caes de cabeza, la barbilla dando un golpe fuerte contra la hierba, el mundo retumbando dentro de tu cabeza. Alguien había encendido la radio sin tu permiso.  

El mundo se vuelve negro un segundo y después rojo. Rojo sangre, rojo cereza, rojo martirio, hasta que te das cuenta de que te estás mirando la mano y es tu propia sangre. Te has hecho un corte en la barbilla.  

Y sangra mucho.  

—Joder —murmuras, pero no hablas mucho más porque duele.  

—¿Estás bien, colega? —Matt te levanta con cuidado, mirándote el corte como si de repente fuera médico de urgencias o alguna mierda.  

El entrenador se acerca y aparta a los compañeros para mirarte bien la herida.  

—¿Puedes conducir, hijo?  

—Sí, creo que sí. 

—Pues mejor que será que llames a tus padres o te acerques a urgencias. Ese corte va a necesitar puntos. 

—De puta madre —murmuras y te despides, porque por hoy el entrenamiento se acabó para ti. Vas tapándote la herida con el bajo de la camiseta y vas a por tu casco cuando ves a Kevin por el rabillo del ojo haciendo muecas.  

Quejándose de que eres un nenaza.  

Haces nota mental de placarlo tan fuerte la próxima vez que se pensará que le habías arrancado los pulmones. Con suerte, y hasta le rompías un par de costillas al mamón.  

De camino hasta el aparcamiento pasas primero por secretaria, para que llamaran a tus padres, pero oh, que increíble, imposibles de localizar. Están en una reunión muy importante y no pueden atenderte en estos momentos, hijo.  

Por ellos, como si te abrías la cabeza.  

Murmuras un gracias mal dicho a la señorita de secretaría y vas tú solito hasta urgencias, esperando, rodeado de viejos en la sala de espera hasta que una enfermera te llama y por fin, casi dos horas después, te dan tres puntos en la barbilla.  

Eso iba a dejar cicatriz.  

****  

Horas más tarde, ya en casa, estás tumbado en la cama, con un cojín debajo del cuello para descansar la cabeza porque te duele muchísimo. El golpe ha debido moverte los sesos para después colocarlos en su lugar porque los sientes como si te los hubieran aplastado con un martillo y después una cabra los hubiera mordisqueado.  

Así de bien.  

La persiana está bajada para que no te de mucha luz y a decir verdad ni siquiera recuerdas muy bien como has llegado o si has aparcado el coche o no, porque al final estabas tan agotado que todo lo que querías era dejarte caer sobre el colchón.  

Toc, toc.  

El golpe te saca de tus pensamientos, y cuando miras a la puerta, ves que tu padre está abriéndola y Oh, dios, si estás vivo y no te has mudado a Cuba sin decírmelo. Lo piensas pero no lo dices.  

—¿Qué haces ahí acostado? —es todo lo que recibes por Hola, ¿que tal tú semana hijo?, me alegra ver que no te has dedicado a vender droga ni a hacer fiestas en casa.  

—Me han dado puntos. 

—Ya veo —murmura, sin preguntar si estás bien o no—. Anda levántate, has vuelto a aparcar mal el coche, hijo. Tengo que enseñarte como hacerlo bien o te lo van a rallar, y me costó una fortuna. 

Apretarías los dientes si las mandíbulas no te dolieran tanto, en cambio miras a tu padre fijamente y aprietas los puños. Se preocupa más por la pintura de tu coche que de ti.  

Sales de la habitación, siguiéndolo y coges las llaves del coche. Cuando salen a la calle ves que, efectivamente, habías aparcado mal. Lo habías dejado demasiado sacado y ni siquiera te habías molestado en esconder el espejo de tu lado, pero es que no podías ni pensar cuando has llegado hace un rato.  

Abres el coche y dejas que tu padre se siente en el lugar del copiloto, la sonrisa de orgullo que  le da cuando toca el cuero nuevo de los asientos hace que sientas náuseas.  

No es por la anestesia de los puntos, es porque tu padre es un cerdo.  

No es por la ausencia de preocupación, es por la falta física.  

Te subes en el coche y antes de que cierres la puerta, ya te está diciendo que arranques y que des marcha atrás para sacarlo.  

—Y cuidado con el de atrás, no vayas a joder la pintura. 

Es más de lo que puedes oír ese día.  

Metes la marcha, sí, pero cuando pisas el acelerador y miras por el retrovisor, solo ves una cosa. Tus ojos verdes y cansados, y el apósito en la barbilla. Ves las ganas de salir corriendo y sientes el volante bajo las manos.  

Le das para atrás sí, pero se te olvida frenar.  

Uppps.  

****  

Al día siguiente, cuando entras a clase de Escritura, te topas con Louis en la puerta. Su morado está más amarillo que otra cosa y se queda mirando tu barbilla, pero tiene la decencia de no decir nada, ni siquiera para molestar.  

Y mejor, porque hoy no estás de humor.  

Hoy has tenido que ir en bus al instituto porque ayer se te ocurrió la fantástica idea de empotrar tu coche contra el del vecino. Hoy quieres quemar el instituto con todos dentro. Tú el primero.  

Hoy el profesor Rusko decide que es un buen día para que expongas tu canción.  

—¿Qué nos has traído tú, Harry?  

—Pues… yo… he traído Adia.  

—Todo un clásico —sonríe Rusko, mientras te da paso para que subas al estrado y leas tu poesía.  

Notas los puntos tirantes en la barbilla y te tiras de los bordes de la camiseta nervioso, pero al final subes y dejas la hoja sobre el mostrador blanco.  

—Adia, por Sarah Maclachla —La presentas tímidamente, pero después, te centras solo en el papel y sigues leyendo:  

 “Adia, creo que te he fallado.  

Adia, sé que te he decepcionado.  

Pero no sabes que lo he intentado con todas mis fuerzas,  

que te quise a mi manera. Es muy fácil dejarlo estar.”  

Te paras y miras a la clase, para dar más complicidad a lo que estás leyendo (técnicas del profesor).

 “Adia, estoy vacío desde que me dejaste,  

tratando de encontrar un modo de seguir adelante.  

Busco en mí y a mi alrededor para encontrar qué hicimos mal”  

Mientras lees te das cuenta de que Louis levanta la cabeza del papel donde escribía y de repente, no sabes si es por la cara que probablemente estás poniendo porque esta canción dice mucho sobre ti mismo y tu relación con tus padres. No sabes si es por que a él también le gusta o solo por molestar, pero te mira. Carraspeas y sigues.

“Porque no hay nadie a quien señalar,  

nadie a quien culpar.  

Y no hay nadie que pueda comprar nuestra inocencia,  

porque todos nacimos inocentes.  

Créeme cuando te digo que somos inocentes.  

Es fácil, todos caemos. ¿Pero acaso importa?”  

Terminas en esa parte de la canción, pues el resto del estribillo se repite y de todas maneras solo con ese trozo ya has demostrado lo que querías.  

—Muy bien, Harry —haces ademán de bajarte de ahí porque Louis te está mirando fijamente como si intentara calcular las leyes de la física con ese trocito de ti que has mostrado y no lo consiguiera—. Pero antes de volver a tu sitio, ¿podrías decirnos que significa esta canción?  

—Ehh…bueno… —mierda— Es como una carta, ya sabe.  

—¿Una carta? 

—Sí, creo que es una carta, como de un padre a un hijo, pidiéndole perdón. Creo que es de arrepentimiento. 

El profesor te mira entendiéndote más de lo que te gustaría, la clase está a sus cosas, pero Louis tiene los ojos puestos en ti, y de repente, toda la presión de leer en público, de las palabras dichas y las guardadas, todo se te viene encima y le dices a Rusko 

—¿Puedo salir un momento? 

—Claro. 

Te hace un gesto a la puerta, creyendo seguramente que vas al baño o algo por el estilo.  

Y no se equivoca.  

Cuando llegas, chillas. Abres la boca y dejas que los pulmones se te vacíen de aire, ardan, quemen. Las cuerdas vocales se rajan y pegas un puñetazo fuerte contra la pared.  

Odias tu vida.  

****  

(POV Louis)  

Cuando llegas a casa después de clase el panorama no pinta demasiado bien. La vecina está en la puerta, quejándose a tu hermano y a tu padre de que hacen mucho ruido por la noche y que se dedican a disparar perdigones a su perro con la escopeta.  

Como era de esperar, él le cierra la puerta en las narices y la manda a tomar viento.  

Suerte tienes, piensas tú, de que no te mande de un puñetazo.  

Sonríes amablemente a la señora cuando pasa y entras, observando el comedor revuelto, a tu hermano John sentado en el sofá frente a la tele y a tu padre sentado junto a la mesa, esperando la comida.  

—Vamos, Ginny, ¿me vas a traer la puta comida o qué?  

Dejas la cartera en un rincón sin molestar mucho, mientras tu hermana, pequeñita y castaña, con el pelo tan alocado como el tuyo, sale de la cocina con los cubiertos, y se dedica a ponerle la mesa a tu padre y a tu hermano que ni siquiera se tiene que mover de al dado de la tele, porque se la lleva a la mesita pequeña en una bandeja.  

Ginny deja los cubiertos y se pone a recoger las botellas vacías, botellas de cerveza que no llevarían ahí ni un par de horas porque tu hermano se las habría bebido de un trago.  

—¿Por qué siempre que me pongo a ver la tele estás en medio, enana?  

Ginny se mueve lo más rápido posible, sin responder, mirando al suelo. No tiene más de catorce años, pero es más lista que tú. Da menos problemas y se evita alguna que otra hostia.  

Pero esta vez no es su día de suerte.  

Tu hermano está de mala hostia y cuando Ginny se aleja para dejar todas las botellas en la cocina, John le pone la zancadilla y la hace caer de bruces.  

El sonido de los cristales te hace ir corriendo y recogerla del suelo, justo antes de que tu hermano se levante para pegarle  

—¿Pero que coño haces, imbécil? —escupes, mientras proteges a tu hermana detrás de ti— No seas animal ¿quieres? —lo estás empujando con una mano, fuerte en el pecho, para que no le toque ni un pelo mientras ella se agarra a ti sollozando, con todas sus fuerzas, como si fueras su salvación— No vuelvas a tocarle un pelo. 

—¿Y qué vas a hacerme, enano? 

Tú padre que está mirando la escena se limita a gruñir y a decir:

—Vamos, puta, ¿vas a traerme la comida, o voy a tener que pegarte yo también?  

Los dientes chocan solos dentro de tu boca y te mueres por hacer algo más que susurrarle palabras tranquilizadoras al oído. Te mueres por estamparle las botellas en la cabeza, por devolver todas las ostias que llevas. Pero sobretodo te mueres por verlos suplicar.  

Pero no puedes hacer nada, no hay ningún sitio a donde ir, y tú no eres la salvación de nadie.  

Eres un fiasco.  

****  

Al día siguiente te toca salir en clase de Escritura Creativa.  

Hoy tocaba poesía libre y papel arrugado que llevas en la mano pide más perdón del que jamás podrás decir en voz alta, pero igualmente sales, abres la hoja y lees.  

Mirando al frente, a la pared en blanco, a cualquier sitio para no romperte.  

Definitivamente, no a Harry.  

“Una ardilla, dos gorriones.  

Un perro cojo.  

Golpear. Coger. Guardar. Golpear. Fallar.  

Fallar de nuevo.  

Y veo tus ojos.  

Piel, plumas. Sangre. Y ese ruido.  

Árbol, valla, luz del sol.  

Fallar, Guardar. Y ese ruido.  

Un gorrión”  

Harry te está mirando y no puedes evitar sostenerle la mirada un segundo, porque en este punto el poema se vuelve más duro.  

“Te recojo de la hierba,  

pero no hay ningún sitio a donde ir.  

Yo soy uno de ellos.  

Hermana, no te preocupes.  

Golpear, Fallar, Guardar.  

La piel, moretones, sangre.  

Y lo veo en tus ojos, también hermana.  

Digo,  no te preocupes pero ¿qué puedo hacer?”  

Tragas audiblemente, la clase en silencio, el profesor mirándote muy fijamente, los ojos de Harry más verdes y más abiertos de lo que los habías visto nunca.  

“Te recogeré del suelo cuando caigas, pero  

¿A dónde te llevo?  

Yo soy uno de ellos”  

El silencio que se hace a continuación confirma tus sospechas.  

Puede que nadie haya entendido el verdadero significado de las palabras y lo mucho que a ti te duelen, pero desde luego, hayan entendido lo que hayan entendido, les ha gustado.  

Bien, al menos tu incompetencia sirve para algo.  

   

****  

(POV Harry)  

Ese día, después de la clase de Escritura te sientes mal por Louis y no sabes por qué. Quizá haya sido el poema, todas esas palabras fuertes, seguidas, contundentes. Tal vez la manera en la que las decía, con rabia y angustia a la vez, como si quisiera deshacerse de ellas con solo pronunciarlas pero no pudiera. O tal fuera solo su voz, ronca y triste.  

Pero te había echo sentir huérfano solo con esas palabras, más de lo que te sentías ya.  

Te había echo creer que tenías algo en común con él.  

Inmediatamente después toca Hora de Estudio y cuando se sientan, el uno enfrente del otro, no se miran, ni se hablan, pero al cabo del rato, cuando sacas una manzana para comértela, vuelves a meter la mano en la mochila y sacas otra.  

Louis no está mirando, pero cuando ruedas la manzana por la mesa y se la lanzas, sabes que la cogerá.  

—¿Y esto? —pregunta, con las cejas arqueadas, sin fiarse de ti. 

Te encoges de hombros. 

—Me sobraba una.  

Te mira un segundo más y después vuelve al cuaderno negro, dejando la manzana sobre la mesa, sin darle ni un solo bocado.  

****  

Horas más tarde, cuando es casi de noche porque ese día tienes entrenamiento por la tarde y estás reventado, descubres que la primera nevada del año ha cubierto el suelo, los arboles y tu coche.  

Te acercas hasta él, sorprendido de que estuviera ahí aparcado, pero sabes que tu padre lo había dejado ahí para ti. Era un capullo en todo, pero en lo que se trataba de que parecieras un pobretón delincuente no “Mi hijo no puede ir en autobús” decía siempre.  

Pero eso es lo de menos.  

Lo que de verdad te da mala espina es la piel de manzana que hay en el suelo, y que te lleva hasta el morro del coche.  

Allí, en el cristal, entre el parabrisas y la nieve, una nota arrugada en un papel de libreta mal arrancado.  

“GRACIAS” pintarrajeado a boli, grande y repasado muchas veces, como si a todo lo que se hubiera dedicado en la hora de Estudio hubiera sido a eso.  

Ruedas los ojos y soplas, pero por dentro estás sonriendo.  

Maldito Psicópata.    

El que sigue es mi favorito xx-

Continue Reading

You'll Also Like

941K 102K 22
【Louis suele recostar su cabeza en el hombro de cualquier persona que esté a su lado. Sin importarle qué le dirán. Un día como cualquier otro...
996K 105K 142
1era y 2da temporada ♥️ Sinopsis: En donde Jimin es un Omega mimado y Jungkook un Alfa amargado, los dos se casan por sus propias conveniencias. ⚠️...
206K 11.6K 19
El maldito NTR pocas veces hace justicia por los protagonistas que tienen ver a sus seres queridos siendo poseidos por otras personas, pero ¿Qué suce...
514K 52.7K 132
La verdad esta idea es pervertida al comienzo, pero si le ves más a fondo en vastante tierno más que perverso. nop, no hay Lemon, ecchi obviamente, p...