Juramento Inquebrantable [Fre...

Door MerlinaRothbart

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« ¿Cuánto estás dispuesta a sacrificar con tal de salvarle? » Nina Illich es una bruja sangre pura seleccio... Meer

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Door MerlinaRothbart

_______________________

16. Conversaciones
necesarias
________________________

Después de todo lo que sucedió, el caos por la cámara de los secretos, los petrificados y los ataques a los nacidos de muggles, la escuela intentaba reanudar la normalidad.

Si es que eso era posible.

Todo había sucedido muy rápido; un día que Nina y Draco se hallaban vagando por los pasillos, ella percibió que un siseo resonaba por un lugar imperceptible a los ojos humanos al parecer.

— ¿Dónde se encuentran las cañerías de la escuela? — le preguntó Nina a su amigo. Luego de analizarlo largo rato, se dieron cuenta de que el mounstro avanzaba por las tuberías del colegio y por eso no era visto por nadie.

A pesar de que Malfoy quería llevarse los créditos. Nina se dió cuenta que la criatura era demasiado peligrosa ya que se trataba de un basilisco que fue dejado por el mismo Salazar Slytherin. Ignorando todos los alegatos de su amigo, ella llegó con la información hasta Harry, sin contar que él iría en su búsqueda y no esperaría la solución de algún profesor.

Ella tampoco lo había hecho y lo decidió así, ya que un día había oído murmurar a Harry que podía escuchar una voz arrastrándose y no sabía por donde.

Ginny Weasley había sido liberada de la cámara de los secretos y la escuela podía respirar con normalidad, nadie iba a imaginarse que el simple diario que la pelirroja había guardado y mantenido en su poder causaría tantos problemas. Nadie pensaba que ese había sido un plan de Lord Voldemort o de su recuerdo. Aún eran pequeños y no tenían idea de todas las cosas que la magia oscura era capaz de hacer.

Nina caminaba rumbo a la lechucería, seguida por su gata que le reclamaba atención y alimento. Con todo el caos en la escuela las mascotas habían pasado a un segundo plano e Irina no era la excepción.

— Ya Irina, calma. Primero debo dejar esta carta para mis padres. — le habló a su animal. — Ellos querrán saber que todo está bien y que llegaré en estos días.

Antes de entrar sintió la voz de Harry Potter quien la llamaba para alcanzarla.

— ¡Nina! — jadeó cuando hubo llegado donde ella estaba. — Al fin te encuentro.

Eso a ella le sorprendió, ellos no se llevaban mal, pero tampoco eran cercanos. El hecho de tener a Draco en sus vidas de manera tan opuesta era algo que no se podía ignorar. Harry detestaba a Draco y el rubio era el mejor amigo de Nina.

Ironías de la vida, tal vez.

Potter ¿Todo está bien? — preguntó al verlo algo agitado.

— Sí, sólo dame unos segundos. — murmuró, dándose un respiro de la carrera que había emprendido para alcanzarla.

— ¿Seguro estás bien? — reiteró la niña.

Harry asintió y se aclaró la garganta.

— Quería hablar contigo, más bien dicho quería agradecerte por la ayuda que me diste para descubrir lo de la cámara.

Ella sonrió.

— No fue nada Harry, no podía guardarmelo y quedarme callada pensando en todas las cosas que pasan en la escuela. — le confió — Sé que no tienes la mejor imagen sobre mí por estar cerca de Malfoy, no te culpo, él se comporta como un idiota la mayoría del tiempo.

— Sí — rió Harry — en parte creo que te debo una disculpa por eso.

— No hay cuidado, por cierto ¿Cómo está Hermione? ¿Ya pudieron verla?¿Cómo está Ginny Weasley? — preguntó, claramente le interesaba la hermana de cierto pelirrojo con el que no había tenido la oportunidad de hablar desde que se supo lo que ocurrió con su hermana.

— ¡Oh! Ambas están bien, daba la coincidencia de que Hermione también había descubierto lo del basilisco y que actuaba en las cañerías. — explicó el Gryffindor — lamentablemente antes de decirnos, fue petrificada.

— Al menos todos están bien, eso me alegra mucho.

Antes de que pudieran seguir con la conversación, Irina comenzó a maullar incansablemente para que su ama tuviera consideración con ella.

— Bueno Harry, nos vemos luego y si no lo hacemos espero que pases unas buenas vacaciones. — comentó ella. — o que tus tíos queden inconscientes durante todo el verano.—dijo y ambos terminarom riendo.

— Gracias Nina, ten buenas vacaciones tu también.

— Dale mis cariños a Hermione mientras, espero verla a lo que salga de la enfermería antes de irnos a casa.

Los niños se hicieron un gesto con la mano para despedirse, Nina tomó a su gata en brazos y se la llevaría de vuelta al castillo para darle comida y los mimos necesarios que su mascota requería. Atravesó el Lago Negro y pudo vislumbrar la figura de Fred Weasley bastante pensativo, por lo que decidió que se iría por el otro extremo, no quería que el chico pensara que ella lo seguía.

De pronto Irina observó una ardilla moviéndose entre los arbustos y quiso saltar de los brazos de Nina para perseguirla, esa gata tenía el mal hábito de querer comerse a los animales silvestres. La niña por más que intentó detenerla no lo consiguió y en su intento de volver a atraparla tropezó y cayó sobre unas pequeñas rocas, lastimando un poco sus manos.

Comenzó a sacudirse, mirando feo a su gata que se había perdido en los arbustos. No vió cuando Fred se levantó para ir a ayudarle a ponerse de pie, ya que ante ella estaba la mano blanca del chico.

— Esa caída fue fuerte Nina ¿Estás bien? — le preguntó.

Ella le observó desde el suelo y no atinaba a colocarse de pie, ni a coger la mano del Gryffindor.

— Fue culpa de mi gata, paseó entre mis pies por atrapar una ardilla. — rió.

Fred se rió un poco, pero no quiso sonar burlesco, no quitó su mano estirada hasta que ella la tomó para ponerse de pie.

— Creo que tu gata es una caníbal, se alimenta de otros animales y eso no está bien.

— Irina tiene pensamientos propios y es demasiado mimada, tiene malos hábitos. — relató la Slytherin.

— No me gustaría encontrarme con ella en un camino oscuro y solitario ¡Imagina! ¡Me comería! —bromeó Fred. — pero no tienes que culpar a tu gata por tu caída.

— ¡Se metió entre mis piernas!

— ¡Vaya sí que es mala! — se carcajeó Fred.

— ¡Hey! ¡No te rías! — la chica hizo un puchero que al pelirrojo le pareció adorable. — Solía bailar ballet hasta antes de llegar a Hogwarts, el verano pasado continué y sigo siendo muy buena, esta fue una causa excepcional.

Fred se sorprendió mucho.

— ¿Desde qué edad bailaste? ¿Bailaste en Francia?

— Sí, desde aproximadamente los seis años, ahora en Londres mis padres buscaron un estudio, pero solamente puedo hacerlo en el verano. — le contó.

Él se fascinó y por unos momentos trató de imaginarla parada en las puntitas de sus pies.

— McGonagall es la que da pases a la sala de espejos de la escuela. — le sugirió el pelirrojo — deberías pedírsela para que en tus horas libres practiques y así no pierdas tu control. — le sugirió — veo que vas perdiendo práctica.

Ella volvió a reír ya que sentía que él no le decía esas bromas con maldad.

— ¿Dónde ibas tan apurada? ¿Tienes que hacer? ¿O estabas apunto de llegar al baño de las mazmorras?

Nina volvió a reír por eso.

— Oh no, sólo iba a darle comida a Irina pero ya se comió a la ardilla— se encogió de hombros. — por lo que ya no tendrá hambre en el resto del día.

Fred miró las manos de la chica y se aclaró la garganta.

— ¿Te lastimaste? — cuestionó el chico.

Ella levantó las manos y vió algunas magulladuras en ellas que se provocaron cuando repelió la caída en el piso.
Se las enseñó a Fred.

— No es nada la verdad, en la sala común tenemos poción cicatrizante en el botiquín, así que me curaré. — le indicó.

Si pensarlo el cogió sus manos y les dejó un beso en ellas. De pronto ella se sonrojó ante el sorpresivo gesto del chico, nadie nunca le había hecho eso, salvo su madre cuando se caía. Él se percató de lo que había hecho luego de hacerlo, provocando que su cara se tornara del mismo color de su cabello.

Trató de disimular su nerviosismo con una sonrisa traviesa.

— Lo siento, es lo que siempre hace mamá cuando uno de nosotros se cae. — mencionó. — debe de ser la costumbre de hacerlo.

Nina retiró sus manos sin hacerlo sentir mal, pero sintió que su corazón latió algo más fuerte cuando Frederick hizo esa acción.

— Mamá también lo hace, no te preocupes. — señaló — Eh, ahora debo irme a la sala común, debo de hacer cosas. — aclaró de manera ridícula, ya que no estaba usando sus neuronas correctamente luego de ese contacto entre ellos.

El asintió, aún colorado de la vergüenza.

— Nos vemos luego Nina.

— Nos vemos Fred. — la niña prácticamente huyó del lugar, se sentía totalmente extraña. Honestamente con doce años era difícil no emocionarse ante ese tipo de contactos con los chicos, estaban entrando en la adolescencia y Fred era un chico de cuarto muy guapo, por lo que Nina se sintió embelesada por ese momento.

Llegó a las mazmorras y a la sala común totalmente ensimismada y pensando en lo que hace minutos había sucedido con Fred. Pero decidió apartarlo por un momento, ya que sin querer al pasar por fuera de la habitación de Draco lo vió sentado en el baúl al lado de la ventana del cuarto.

Eso le preocupó, ya que Draco jamás se comportaba de esa forma. No era sensible, ni pensativo, ni nada. Por lo que eso no fue normal para ella.

— ¿Draco? — preguntó en el marco de la puerta. — ¿Draco, estás bien?

Él la observó y su rostro no expresaba nada, su expresión era vacía, perdida en el horizonte del lago.
Ella se acercó ya que pensó que estaba enfermo.

— Hey ¿Estás bien? ¿Te sientes mal?

Los ojos grises del chico se juntaron con los de Nina y ella pudo descifrar la expresión que emanaban.

Era duda.

— ¿Todo está bien? ¿Te has enterado de algo? ¿Sucedió algo con tu familia?

Él se demoró mucho en responder hasta que lo hizo.

— Supongo que ya te enteraste de todo lo que pasó con la comadreja más joven. — dijo refiriéndose a Ginny Weasley.

— Pues sí, toda la escuela lo sabe Malfoy.

— Ese diario estaba en mi casa, era una pertenencia de mi padre. — confesó. — ¿Por qué lo tenía la chica Weasley?

Nina pensó un poco en las palabras de su amigo.

— ¿Cómo es eso Draco? ¿Estás seguro?


— Mi padre es coleccionista de objetos malditos, eso lo sabes ya que te lo he contado. — señaló — los conozco todos, la descripción que dieron de él es igual al que mi padre tenía ¿Cómo iba a estar el recuerdo de Voldemort allí? No entiendo.

Nina pensó por un momento nuevamente, recordó el día que todos se encontraron en el Callejón Diagon y el molestó a Ginny por sus libros. Nina descubrió que en ese momento él debía de haberlo introducido, pero no diría nada ya que veía a su amigo muy consternado.

— ¿Qué es lo que te preocupa? — mencionó.

— No creas que me preocupa Ginny Weasley, me preocupa que vayan a descubrir que fue mi padre y eso vaya a tener repercusiones con mi madre o conmigo.

Nina suspiró, claramente era un tema complicado. Draco no sabía que ese era el comienzo de una serie de acciones que destruirían a su familia.

—¿Vamos por postres al gran comedor? Sé que te gustan, el azúcar siempre es un buen aliado cuando uno está algo triste— le ofreció Nina—O eso según lo que dice mi mamá—sonrió.

El niño asintió y en sus labios se esbozó una débil sonrisa.
— Te haré caso, últimamente siempre tienes razón en todo— le ofreció el brazo y ella aceptó con gusto.

Caminaron hacia el comedor, estaba lleno de personas, los dos amigos solamente iban en busca de pastelillos.

— ¿Quieres quedarte? — le preguntó la chica.

— No, demasiada gente impura.

Ella negó con la cabeza y Draco le otorgó una sonrisa, tomaron unos pastelillos de fresas y después de eso salieron de inmediato. Fred que estaba junto a su grupo de amigos en la mesa de Gryffindor, vió a Nina tomada del brazo de Draco y no pudo evitar torcer el gesto, poniendo uno enojado, no sabía por qué, pero verlos así lo hacía enojarse de sobre manera.

— ¿Por qué tienes ese rostro hermano? —preguntó George desconcertado, Fred no se enojaba casi nunca.

El enojo que sentía le hizo imposible disimular el motivo y se acercó a su gemelo mirando en dirección a ambas serpientes.

—Tú ¿Sabes si es que Malfoy sale con Nina Illich?

George lo vió extrañado.

—No lo sé, preguntárselo. Tú eres el que habla con ella — contestó George— ¿Cómo podría saberlo yo?

—No creo que sea la persona adecuada para ella —soltó sin pensar y después se abofeteó mentalmente, había revelado demasiado de sus intenciones.

George lo observó risueño, claramente algo pasaba con su hermano.

—¿A ver ? ¿ Y quién sería la persona indicada para salir con Illich? —usó un tono burlón—¿Acaso nuestro amigo Zimej? Veo que el también la observa, casi tanto cómo tú.

—¡No! —contestó Fred rotundamente.

—Vaya ¿Quién entonces? —lo molestó —No creo que te vayas a ofrecer como candidato, tú y Angelina andan muy cariñosos después de el verdad o reto.

Fred no contestó nada y siguió comiendo.

George tampoco dijo nada más, estaba seguro de que a su hermano le estaba comenzando a gustar la Slytherin, algo que jamás hubiese pensado.

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